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LA PRODUCTIVIDAD EN EL PLAN DE

DESARROLLO, UNA CONFUSIÓN NARANJA


Una versión semejante está publicada en www.razonpublica.org.co

Jaime Acosta*

Está disponible la mamotrética versión preliminar del Plan Nacional de Desarrollo


2018 – 2022. No es fácil entrarle al texto, por su extensión y porque no hay un marco
conceptual robusto y atractivo que creativamente resuelva la complejidad de su
concepción.

El plan se soporta en más de veinte pactos: tres estructurales: legalidad,


emprendimiento y equidad; once transversales de distintos sectores, y ocho
regionales. Esta columna aborda el pacto del emprendimiento y de la productividad.

Vacíos conceptuales generan desorden conceptual

El gran problema estructural de la economía colombiana no es el déficit fiscal, ni la


tasa de cambio, ni la inflación, ni las monumentales anomalías tributarias, es la tasa
negativa de contribución de la productividad al crecimiento del PIB. Es decir, la
productividad es tan baja que le resta puntos al PIB y por ello registra un constante
crecimiento mediocre.

Entonces, la contribución al crecimiento viene del capital humano y del capital físico,
pero no de la productividad, es decir, no de lo que produce, cómo produce, bajo qué
factores fundamentales produce, y para que nuevos mercados produce. Si esto no
está claro y en el frente de una estrategia del estado por la productividad, es
imposible imprimirle velocidad a la transformación de la estructura productiva con
nuevas actividades (sin destruir las que ahora son las más competitivas), lo cual
requiere de una acción combinada y simultánea entre transformación productiva,
educación, fuerte actividad en ciencia, tecnología e innovación, infraestructura,
mejores capacidades empresariales y gerenciales en torno a la I+D+i y la propiedad
intelectual, dinamismo emprendedor en proyectos disruptivos y de alto impacto con
altos rendimientos crecientes con efectos difundidos en la economía, y en la
transformación de la canasta exportadora.

Sin embargo, para Duque la equidad es igual a emprendimiento más legalidad, lo


cual es insuficiente, porque la productividad es igual a transformación productiva +
conocimiento + emprendimiento + legalidad + sistema de movilidad + desarrollo
regional, y esta ecuación es la que despeja el camino a la equidad, porque la
economía recibe más recursos para más y mejores inversiones y el estado puede
elevar y distribuir mejor sus ingresos para mayores coberturas, más eficiencia y
calidad en los servicios que presta.

Si el plan de desarrollo convierte la productividad en un pacto nacional a través de


las políticas de desarrollo productivo, de ciencia tecnología e innovación (CTI), y de
emprendimiento, más educación, movilidad y sostenibilidad, lograría una estructura
más organizada, coherente y creativa del plan para impulsar la productividad y
lograr la convergencia de los actores para una mejor coordinación al interior de los
sistemas de productividad y de innovación, de la nación y de las regiones. De esta
manera será posible incidir positivamente en la equidad y en la legalidad, está última
entendida como grandes arreglos institucionales para recomponer la descompuesta
y desarticulada institucionalidad de estos días.
Cómo superar el problema conceptual

El Plan se la pasa hablando de la productividad pero tiene desordenada la


estructura. Con timidez se menciona la política de desarrollo productivo (PDP) y es
por eso que no se la ve por ningún lado. Si es la que viene del gobierno anterior,
esa es una política sin ambición, que no tiene focos estratégicos como lo han
señalado y sugerido expertos de otros países y como algunos de acá no dejamos
de insistir. Entonces, hay un voluntarismo por la productividad porque la política de
desarrollo productivo es como un fantasma, por lo cual la buena idea de focalizar
las acciones del Programa de Transformación Productiva, de Innpulsa y de
Procolombia, surge desprovista de una potente política marco. Es como tener
aeropuertos sin torre de control. Aviones en tierra.

Mejorar la productividad con esos vacíos conceptuales y de enfoque, hace que en


el plan de desarrollo, la agricultura y la agroindustria anden colgadas del
emprendimiento, las naranjas digitales por otro lado, la sostenibilidad donde están
las energías, más allá, y a las industrias 4.0 las mandaron a ciencia y tecnología
para crear centros de investigación en cada una de las diez áreas 4.0, sin antes
diseñar una plan estratégico 4.0 como el que tiene todos los países avanzados y los
emergentes inteligentes.

Sin embargo, lo más grave que tiene el plan, es que del resto de las industrias
distintas a las 4.0 no se dice nada y por tanto tampoco de servicios de alta
complejidad, cuando la industria y los servicios fueron la razón por la cual
emergieron las industrias 4.0 en Alemania, y luego en Estados Unidos, después en
China y ahora en todo el mundo. Es un hueco conceptual tan grande como el hueco
fiscal que se inventaron Carrasquilla y los caprichos del gabinete de Duque.

Así, todo se reduce a la economía digital, a la agricultura, la agroindustria y la


minería, lo cual está bien, pero desaparecen las industrias avanzadas y los servicios
de alta complejidad. Es decir, como si pensaran en una economía de commodities
digitales adornados de naranjas culturales y creativas, desconociendo que el futuro
del mundo son las industrias relacionadas con hardware: electrónica, bienes de
capital de nueva generación, energías alternativas, aeroespacial, industrias del
sistema de movilidad, nuevos materiales,…

En el plan se critica a Colciencias por no disponer de una política con áreas


estratégicas para evitar la dispersión y el mejor uso de recursos escasos para
investigación. Esta es otra equivocación de aproximación, porque no puede haber
ciencia dirigida sin producción dirigida. Si las dos tienen focos dirigidos, las dos
conversan, se articulan, cooperan y avanzan, y de la mano se llevan al
emprendimiento, mejoran la educación, impulsan el desarrollo regional, hace
posible la coordinación entre actores, aumenta la productividad y el PIB.
El pacto por el emprendimiento anuncia una política nacional de emprendimiento,
pero aún no señala programas específicos ni metas para emprendimientos (start
ups) disruptivos de alto impacto, y otros de menor complejidad. Escribí una columna
en http://www.confidencialcolombia.com/ y en mi blog
http://www.jaimeacostapuertas.blogspot.com/, donde digo que es posible un
programa de 20-30 emprendimientos disruptivos en cuatro años; de 70 – 80
emprendimientos de alto impacto, y que ambos programas requieren 250 mil
millones. Entonces, Colombia tendría las 100 empresas o start ups del futuro, más
todas las que surjan de emprendimientos menos sofisticados, y el agregado de los
emprendimientos sociales. También puede haber un programa de agrotechs y de
pymes innovadoras, con lo cual este gobierno dejaría buenas bases para
reestructurar la economía al año 2050.
Las metas en emprendimiento son: fortalecer siete incubadoras de empresas, y seis
aceleradoras de empresas, pero ningún parque tecnológico, ningún distrito digital,
de la innovación, de las industrias de alta tecnología, de las 4.0 y de servicios de
alta complejidad. Es decir, siete incubadoras para 32 departamentos, seis
aceleradoras para 32 departamentos, y fondos de ángeles y de capital de riesgo
para esas pocas incubadoras y aceleradoras. ¿Para los demás territorios qué? Con
estos escasos ambientes para el emprendimiento, que por definición los coworking
no resuelven, es imposible mejorar sustancialmente los pobres indicadores que en
emprendimiento el mismo Plan señala: “..del 53 % de colombianos que en 2016
afirmó tener la intención de emprender, solo el 16 % lo hizo en realidad. Únicamente
el 8 % de los colombianos hace inversiones que se pueden clasificar como
emprendimientos. De este grupo, el 80 % aporta menos de cinco millones de pesos
a una buena idea de negocio de un familiar, amigo o desconocido. La tasa de
supervivencia de los emprendimientos es baja, pues sólo 6 de cada 100
emprendedores logran establecer un emprendimiento que sobreviva más de 3.5
años. Los esfuerzos para promover el emprendimiento han padecido de duplicidad
de esfuerzos, baja asignación de presupuesto, y descoordinación (Banco Mundial,
2015)”.

En Brasil, las 350 incubadoras están en todos los estados, todas están incorporando
la aceleración. El centro, base, espíritu y razón de ser del emprendimiento, es la
incubación. Si esta se desconoce o soslaya, como en Colombia, los
emprendimientos que llegan para aceleración son menos y no tan buenos. La tasa
de muerte de los emprendimientos en Colombia es muy alta por problemas
estructurales en la base teórica y de esta manera en el diseño y aplicación de una
correcta política de emprendimiento. Además, porque las políticas complementarias
(PDP y de CTI) son blandas o no existen, porque se ha privilegiado la competitividad
a la productividad, el instrumento al concepto.

Así las cosas, el portafolio de acciones e instrumentos que se presentan en el pacto


del emprendimiento son instrumentos de una política de desarrollo productivo, que
al quedar al abrigo del emprendimiento, que solo es un componente clave de esa
política y por tanto de la productividad, los limita en alcance e impacto. En
consecuencia, la política madre para elevar la productividad es la PDP, y en el Plan
no tiene espacio claro, tal vez esperando el informe final de la OCDE.

*Analista, consultor e investigador independiente. http://www.jaimeacostapuertas.blogspot.com, @acostajaime

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