El reciclaje es un proceso cuyo objetivo es convertir desechos en nuevos
productos o en materia prima para su posterior utilización.
Gracias al reciclaje se previene el desuso de materiales potencialmente
útiles, se reduce el consumo de nueva materia prima, además de reducir el uso de energía, la contaminación del aire (a través de la incineración) y del agua (a través de los vertederos), así como también disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con la producción de plásticos.
El reciclaje es un componente clave en la reducción de desechos
contemporáneos y es el tercer componente de las 4R («Reducir, Reutilizar y Reciclar, Respetar»).
Los materiales reciclables son muchos, e incluyen todo el papel y cartón,
el vidrio, los metales ferrosos y no ferrosos, algunos plásticos, telas y textiles, maderas y componentes electrónicos. En otros casos no es posible llevar a cabo un reciclaje debido a la dificultad técnica o alto coste del proceso, de modo que suele reutilizarse el material o los productos para producir otros materiales y se destinan a otras finalidades, como el aprovechamiento energético.
También es posible realizar un salvamento de componentes de ciertos
productos complejos, ya sea por su valor intrínseco o por su naturaleza peligrosa.
Las tres erres consisten en una práctica para alcanzar una sociedad más sostenible.
Reducir: acciones para reducir la producción de objetos susceptibles
de convertirse en residuos, con medidas de compra racional, uso adecuado de los productos, compra de productos sostenibles. Reutilizar: acciones que permiten el volver a usar un determinado producto para darle una segunda vida, con el mismo uso u otro diferente. Medidas encaminadas a la reparación de productos y alargar su vida útil. Reciclar: el conjunto de operaciones de recogida y tratamiento de residuos que permiten reintroducirlos en un ciclo de vida. Se utiliza la separación de residuos en origen para facilitar los canales adecuados. ¿Por qué es importante el reciclaje de papel? El papel es un elemento que ha acompañado el desarrollo de las sociedades desde la Antigüedad. Su invención, que se produjo hacia el año 200 a.C. en China, supuso una gran transformación en la forma en que los pueblos transmitían la sabiduría de una generación a otra, y alentó, desde entonces, la conservación de textos. ¿Imaginas su repercusión? En un principio su uso fue reducido. Sin embargo, lo que nunca pensó Ts’ai Lun, a quien se atribuye el invento, fue que con el paso de los siglos se convertiría en uno de los elementos de uso cotidiano en el mundo entero. ¡Conozcamos sus orígenes, sus usos y cómo podemos contribuir, con su consumo, a preservar nuestro entorno! Tan extendido es su uso, que ahora hablamos de estrategias para su buen empleo y reutilización, pues no hay que olvidar que su producción depende principalmente de la madera que se obtiene de los árboles. Según cálculos de WWF, cada año desaparecen entre 74.000 y 93.000 km2 de selvas en el mundo, un territorio similar al de un país como Portugal. Si acotamos el período, las cifras son aún más contundentes: los árboles talados cada minuto ocupan un terreno comparable al de 36 campos de fútbol. Los árboles juegan un rol determinante en el equilibrio terrestre. Gracias a ellos se reducen los niveles de dióxido de carbono (CO2) que circulan en el aire, que es, recordemos, el gas de efecto invernadero más nocivo. Cuanto menos papel consumamos, menor número de árboles serán talados para su producción, lo que a su vez repercutirá en el cuidado y la conservación del medio ambiente. Otras razones por las que debemos reciclar papel de forma regular, son las siguientes: Favorece el ahorro de agua y energía empleados en la fabricación del papel y el empleo de productos químicos para su adecuación. Mejora la calidad del aire que respiramos. Disminuye el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas y respiratorias. Contribuye a la preservación de especies animales y de plantas. Genera conciencia y responsabilidad en nuestros círculos sociales. Se amplía el concepto de ciudadanía global, el cual apunta a la creación de redes de personas comprometidas con el medioambiente. Disminuyen la contaminación del suelo. Se reduce la necesidad de acondicionar nuevos espacios para verter los residuos derivados de la producción del papel.