Está en la página 1de 22
Hilary Putnam El desplome de la dicotomia hecho/valor y otros ensayos P PAIDOS ia The Cae of te acre Dichtony ex ote eeys obstinate oma Mochi 8 ‘daca de Frances For Arno evisin de lg Canis, “cairn Maso Eonar Ipsos com Depot ep 28-7822004 pro wo Novena ‘i$ 0a10Nomndsi Reina Bacon) impos on Rayan Pred Soin caetruto 1 LOS ANTECEDENTES EMPIRISTAS {Pénde ost la cuestlén de hecho que aq lamar cr ‘met; seaadls; determinad el momento de su exsteneia describid su esencia onaturaleza; exponed el sentido af cultad a los que se manifesta. Reside en lama dela persona Ingrata; al persona debe, por tanto seatiela y ser conscien te della, Pero nada hay ahi, excepto la pasion de mala vo Junta o absolute indiferencia. Mas no podemos decir que slempee yen todas las circunstancias estas cosas sea cri rmenes, No; slo son crimenes cuando se dirgen contra per sonas que previamente han expresado y manifestado buena voluntad para con nosotros. En consecuencia, podemos in ferirque el evimen dela ingratitud no e ningtin hecho Inde vidual en particular, sino que surge de una complejidad de circunstancias, la cuales, al ser presentadas al expectador, provocan el sentimionto de censura segin la estrus y ,* donde pera de vista el punto principal al negar, de hecho, que tenga sentido alguno distinguir tna clase de verdades analiticas (por ejemplo, -Todos los solieros son no casadios») de las verdades sujetas a comprobacion observacional («Todas las estrellas de la {secuiencia principal son rojas». ¥,en efecto, gran parte de la filo 10S ANTECEDENTES EMPIRISTAS an sofia de las mateméticas de Quine parece ser un intento de asimi= lar la verdad matematica a las verdades de la fisica (lo cual, mis ‘que implicar que la cuestién eanalitico 0 sintético» sea irreme- diablemente confusa, parece implicar que las proposiciones na {emiticas son «sintéticas» en el sentido de Kant). Otros, sin em- ‘argo, empezanclo por mi mismo, hemos argumentade que puede aceptarse la intuicion de Quine (que hay amplias categoria de pro pposiciones que no puieden clasificarse simplemente como verdades ‘analiticas o como enunciados de hechos observables) y ala vez no abandonar la modesta idea de que hay también casos que exen en uno u otto lado de la siguiente distincion especifieable: enuncia dos de un cierto lenguaje que son trivialmente verdaderos en vir- ‘ud del significado de sus palabras y enunciados que no lo son posteriormente, Quine mismo concedié que yo tenia razén © {ent6 enunciar la diferencia con precision.” Yo afadiria que reco- ‘nocee una diferencia entre tales enunciados trivialmente verdaderos —independientemente de como caractericemos lingdisticamente esta clase— y ros tipos de enunclados no implica que tados los ‘demas tipos de enunciados se subsuman bajo una dnica clase de senunciados acerea de cuestiones de hecho» (Hume) o de semun- clados sintéticos» (Kant). En resumen, doesticada de este mo- do, la nocién de entinciado analitico resulta ser una noclén modes- ta y en ocasiones util, pero ya no esa poderosa arma filosética ‘capaz de funciones tan maravillosas como la de explicar por qué las verdades matematicas no representan ningtin problema en ab soluto para el empirismo," Otro punto acerea de la dicotomta analitico/sinético, que ya hhe mencionado de pasada pero que quizé merece la pena repetr, ‘esque, al concebirse dicha dicotomia como filosdficamente obliga tori, se interpretaban ambos lados de la distincién como géneros naturales, cada uno de ellos una categoria cuyos taiembros posefan ‘una propiedad «esencial» en comiin. Para los positivstas, esto s nificaba no s6lo que todos los miembros de la (ast inflads) catego- fa de lo analitico tenfan supuestamente la propiedad de ser «ver- daderos [meramente] en virtud de las reglas del lenguaje>, sino también que todos los miembros de la clase complementaria, los enunciados no analttcos, tentan la propiedad de ser «descripeio- 28 EL DESPLOME DE LA DICOTOMIA HECHOIVALOR ines de hecho, tomando como modelo original el tipo de hecho ‘empirico que uno puede figurarse.” La posibilidad de que hubiera ‘muchos géneras de enunciados eno analiticos» y Ia de que identi- ficar un enunciado como no «analiticos no equivaliera (todavia) a ‘dentifienr tn género de enunciado filoséficamente interesante que- aban descartadas desde el principio. [La HISTORIA DE La DICOTOMIA HECHONALOR La historia de la dicotomfa hechoivalor es en clertos aspectos paralelaa la de la dicotomia analiticofsintéico. Al igual que esta filtima, es anticipada por una dicotomfa humeana: la implicita en Ja famosa doctrina de Hume de que no se puede inferir un edeber a partir de un ees. "Aunque son muchds los autores que susceiben sin reparos la afirmacion de Hume de que uno no puede inferir un sdeber de un sess (a veces se habla de la «ley de Humes), las razones aducidas, en su favor por el propio Hume no son en absolut aceptadas por ‘quienes lecitan de manera tan aprobatoria. ‘Una pista de que la afirmacién eno se puede inferir un “debe” de un “es"» presupone una metafisica sustancial (y que no se tr 1a, porel contratio, de tna simple observacién logica) es que na die, ni siquiera el mismo Hume, Ia ha tomado nunca como una ‘mera afirmacién sobre la validez de ciertas formas de inferencia, ‘anéloga a la de que «no puede inferise “p” y "9 de “p" 0 "9" Efectivamente, si la afirmacién fuese simplemente acerca de la forma de ciertas inferencias, prohibiriainferir edebe hacerse x en talesy-cuales circunstancins» de shacer x en tales-y-cuales cir- ‘cunstancias es bueno y evitar hacer x en esas mismas circunstan- cias es malo», Por supuesto, muchos flésofos contestarfan este a cjemplo diciendo que no entra en conflicto con el dictum de Hu- ‘me porque es un caso de inferencia de un edeber a partir de otro ‘deber, Pero ésta es precisamente mi tesis. La eapacidad de estos ‘mismos fildsofos de reconocer enuinciados del tipo «hacer x en ta Jesy-cusles cireunstancias es bueno, y evitar hacer xen esas mis ‘mas circunstancias es malo» coma casos de weber no descansa, 108 ANTECEDENTES EMPURISTAS 29 ‘en ninguna caracteristica propia de la forma del enunciado, sino mms bien en Ia comprensidn de su contenida. ‘Tampoce la entiende el mismo Hume (ni ninguno de sus lecto- es) como una afirmacién sobre los cfnones de la inferencia formal Hume presuponfa mas bien una dicotomia metafisica entre «cues: tones de hecho» y «relacianes de ideas» (la dicotomia que constituye su anticipacidn terhprana de la edistincign analticlsinttico»), Lo que Hume queria decir era que cuando un juicio con wese descri- bbe tna «cuestidn de hecho», no puede derivarse de él ningun jul- cio con wdebeo. La metafisica humeana de Ine «cuestiones de he- cho» constituye todo el fundamento dela supuesta inderivabilidad de los edebes a partir de los ses» ‘Sin embargo, el criterio de Hume para las scuestiones de he- cho» presupone lo que podriamos llamar una «seméntica figura tivay." En la teoria de la mente de Hume, los conceptos son un tipo de «ideas, ylas «ideas» son ellas mismas figurativas: el dni- ‘co modo en que pueden representar cualquier «cuestién de hecho» es asemejéndose a ella (aunque no necesariamente en sentido vi- sual —las ideas pueden ser también tities, olfativas, ete-—). Las ‘ideas también tienen, no obstante, propiedades no Figurativas pueden entrafiar 0 estar asociadas a sentinientos, es decir, emo- ‘cones, Hume no dice tan sélo que no podemos infer un sdebe= de un ses»; afitma, en sentido mas amplio, que no hay scuestion de hhecho» acerca de lo correcto ni cuestién de hecho acerea de l.vir ‘wd:*La razén de ello es qe, si kubiese cuestiones de hecho acerca de la virtud y el vieio, entonces tendria que ser el easo (si acepta ‘mos la wsemnticafigurativas) que la propiedad de la virtud fuera {igerable en el modo en que lo es la propiedad de ser una manzana. La conclusion de Hume de que no hay euestiones de hecho de ese tipo era la correcta, dada su concepeién seméntica, Mas atin, da do que las spasiones» 0 «sentimientos» eran las tinicas propieda- des remanentes de las wideas» que Hume creia tener a su aleance ara explicar por qué tenemos wna impresion tan fuerte de que exis- ten tales cuestiones de hecho, era bastante razonable que llegara a la conclusién de que los componentes de nuestras wideas» que co- ‘responden a juicios sobre la virtud y el vicio no son nada més que «sentimientos» suseltados en nosotros por la econtemplaciéns de 30 [BL DESPLOME DE 14 DICOTOMIA HECHO/VALOR Jas acciones pertinentes debido a la estructura y constitucin par ticularese de nuestras mentes.” a doctrina de que «no puede inferirse un “debe” a partir de un es" posee tna caracterfstica que hemos observado en relacién. ‘con la dicotomfa analstico/sintético: un lado de la distincién de- Signa una clase con una caracteristica mas 0 menos distintiva. En ‘el caso dela Filosofia moral de Hume, la clase en cuestion es la de Jos juiclos que contienen «Ia dea» del debe. Asi descrita, esa clase presupone el desacreditado discurso de los siglos xv y xvi acer- ‘cade las «ideas», pera si queremos desinflar la dicotomta implici- taen los argumentos de Hume, podemos corregir este defecto ha- ‘blando en su lugar de la clase de juicios que incluyen la palabra sdebe> en uno de sus usos éticos. En realidad, asf descrita, esta, clase es algo vaga (dado que no esté claro cuéndo un uso de de- bbe» es un ts0 «ético»), pero al igual que en el caso de la nocion de luna everdad analitiens, seria prematuro negar que haye tal clase fen absoluto sobre la base de la mera vaguedad de sus limites, Mis ‘ain, guiados por las propias observaciones de Hume en sui Jnves. tigacin sobre los prinespios dela moral, podemos amopliar esa cla- se incluyendo en ella los juicios que contienen no s6lo la palabra ‘sdeber, sino también las palabras «correctow, cerrGneo,evirtud>, ‘viclory derivados tales como «virtuosos y «vicioso», al igual que buenos y emalor en sa uso ético." La clase resultante —llamé mosla clase de los juictos de valor paradigméticos— contendrfa la ‘gran mayoria de los ejemplos que aparecen en los escritos de los partidarios de lo que estoy lamando «dicotomtas hechovvalor. Con- teder que efectivamente existe una clase (aunque con limites algo vvagos) de verdades que pueden Ilamarse «analticass 1) no parece, fen sf mismo ni por sf mismo, conducir a la solucién de ningin problema flosdfico, 2) no nos dice exactamente que es lo que los ‘miembros de la clase tienen en comdn ni 3) tampoco nos obliga ‘en absoluto @ aceptar que el complementario de tal clase (la clase ide las verdades y falsedades no analiticas) sea un género natural tcuyos miembros poseen alsin tipo de esencia comtin. De modo similar, conceder que hay una clase de julcios (paradigmstica- ‘mente éticos) que contiene quizé nueve, diez 0 una docena de pa labras étias familiares 1) no resuelve ningun problema floséfico, 10S ANTECEDENTES EMPURISTAS 31 2) no nos dice que es exactamente lo que convierte una palabra etr palabra érca, 3) ni tampoco nos obliga a aceptar que todos los j ios no éticos pertenezcan a uno o incluso dos o tres géneros na- turales. El papel de Kant en la evolucién subsiguiente dé lo que habia de llegar a ser la dicotomia hechoWvalor contemporiinea es dema- siado complejo para abordarlo aqui con detalle, porque st floso- {fa misma es demasiado compleja como para despacharla en un breve repaso, Baste decir que muchos fildsofos morales kantia- nos han interpretado —y han estado de acuerdo con esta inter- pretacién— que la tess de Kant era que los juicios de valor tie- nen el cardcter de imperativos (Kant mismo habla de «reglas» y sméximass, asi como del famoso simperativo categérico>). Se- sin ellos, «El asesinato esta mal» es un modo de decir «No mata aso, y 6sta no es una descripcion de hecho alguno (en este pn ‘0, por tanto, Kant —asf interpretado— acaba concordando con Hume). Pero, en cualquier interpretacién plausible de la concep: ‘ion de Kant, semejante observacién no puede ser slo la expre- sign de un «sentimientor ni tampoco la simple mezcla de un jul- cio (que se dan determinadas circunstancias) y de a expresién de lun esentimientos (en relacién con dichas' eireunstancias). Aqul Kant estd en rotundo desacwerdo con Hume. Todos los interpre= tes de Kant piensan que éste sostenia que los enunciados morales pueden ser justficados racionalmente; de hecho, la totalidad de la filosofia moral de Kant es una explicacion de como puede ser és- tel caso, ‘Aunque hay algunos destacados fildsofos morales (por ejemplo, Barbara Herman y Christine Korsgaard) que piensan que la con cepcién kantiana —por lo menos tal como la reconstruye John Ravls— es bésicamente corrects, la mayaria de los flésofoe con- tempordneos consideran que la filosofia moral de Kant depende ‘excesivamente del resto de la metafisica kantiana, una metafisica {que pocos filésofos se ven hoy capaces de aceptar,sies que hay al: sguno que lo haga.” Y del mismo modo que el desplome de la ere Aibilidad filoséfica de la nocion kantiana de «verdad sintética a priori» llev6 a los positvistas ldgicos a volver a una versién enot- ‘memente exagerada de Ia idea de Hume de que un juicio 0 es ana- 32 EL DESFLOME DE LA DICOTOMIA HECHOIVALOR. litico (trata de otelactones de ideas») 0 sinttico a posterior (trata de «cuestiones de hechor), también a ampliar lo analitico (dado ‘que el intento del empirismo clésico de demostrar que las mate ‘méticas son sintéticas a pasteviori no funcion6), asi el desplome de Ja credibilidad filosofica de la nocién de Kant de una «raz6n pura prictica»(y con ella Ia de la variedad kantiana de una ética ¢ prio ri fandamentads en esta nocién) lew a los positivstas logicos a volver a una versién enormemente exagerada de la idea de Hume de que los juicios éticos no son entinciados de hecho, sino expre- sfones de sentimiento 0 bien imperativos disfrazados.” En estat tima idea resulta ain evidente una influencia residual kantana, pero con un giro humeano: para el positvista, estos imperativos tno pueden ser justificados racionalmente, sino que simplemente reflean, en el fondo, el estado evoltivor del hablante, Esta exclusion de los enunciados éticos del dominio del discur- ‘s0racional revibe expfesion vehemente por parte de Carnap en su pequeio libro The Unity of Science." Tras explicar que todos los, problemas no cientificos son «una confusién de [..] pseudopro- blemase, escribe: “Todos los enunciados pertenectentes a la metafisia, la tiea re tulativay la episternologla(metaiscs) tienen este defecto: son de hecho no verifenbles por tanto, acientifios, En e Circulo de Vie~ ‘na estamos acostumbradoss describe als enunciados como sinsen- tidos(siguiendo a Wigeustein).” Esta erminologia debe entenderse ‘nel sentido de que implica une dstincion logica, no psicolégica, por ejemplo; con su uso se pretende Gnicamente aseverar que los ‘nunclados en cuestén carecen de certacaractristica I6gica co- tain a todos Toe enunciados propiamente clentficos [a saber, la ‘erificsbilided. HP]; no pretendemos aseverat la imposibilidad de 2eociar concepelin o imagen alguna con estos enunciados no vie Tidoslogicamente, Las concepciones pueden ser asocladas con cual {quer serie de palabras arbitrarlamentecompuests; los enunciados ‘nefafsico son sltamenteevocadores de asociaciones ysentimien- tos tanto en lor autores como en los lctores. ‘Tanto en la distincién analiticoisintético como en la de hecho! valor (que se han inflado hasta alcanzar el estatus de dicotomias 105 ANTECEDENTES EMPIRISTAS 3 ‘metafiseas) puede observarse gue cada uno de sus miembros de- signa una clase con una caracteristia més 0 menos distintiva. Los ‘casos paradigméticos de la clase de verdades que constiufan el la- do analitico de Is distincién analitico/sinético en Kant eran verda- des dela forma «Todos los A son Bs, donde el sujet A scontiene» la propiedad denotada por el término predicado B, por ejemplo, «Todos los solteros son no casadosr, y sus consecuencias légicas, por ejemplo, «No hay solteros casados», ete." ‘La distincién o dicotomia hecho(valor macié de manera algo distinta en.tanto que Hume no intradujo ningtintérmino tinico ‘para lo que hoy llamamos «juicios de valor» (aunque tenia as disposicién el témino morals). En lugar de ello, Hume examina términos valorativos particulares, coma wcrimens, «debe», «irtuds y similares. Pero el contexto es siempre el contexto de la tice. Asi, la clase de términos valorativos en discusién es, casi invariable” ‘mente, la clase de los términos que protagonizan los ejemplos de Juicios éticos en los eseritos de los filésofos. Desde Hume, el hecho de que haya muchos tipos de juicio de valor que no pertenecen a una variedad ética (0 «moral» tende a ser obviado en las discusiones filosoficas sobre la relacién entre {os (llamados) valores y los (lamados) hechos, Esto es especial- ‘mente cierto en el caso de los positivistas. Por lo general, Carnap tno habla de julcios de valore sino sélo de enunciados de vética regulativas (0 wética normativas). Reichenbach, cuando se ocupa, del miembro «valor» de la dicotomia hechovvalor, eseribe sobre La naturaleza dela éticas. Y en el libro de Charles Stevenson ti- tulado Facts and Values no hay una sola referencia ajuicios de va- Tor fuera de la ética. No es que estos autores quieran negar que los jicios, digemos,estéticas sean casos de juicios de valor; para la ‘mayor parte de ellos se trata ante todo de rechazar Ia supuesta ‘objetividad o racionalidad de la ética, y ereen que al deshacerse de ella proporcionan una explicacién que abarca asimisto todos los demés tipos de juicfo de valor* ‘Si desinflamos la dicotomia hechavalor, lo que obtenemos es esto: que hay que trazar una distincién (una distincién til en al- {gunos contextos) entre juicios ticos y otros tipos de juicios, Este 8 indudablemente el caso, al igual que es indudablemente el caso u [EL DESPLOME DE LA DICOTOMIA HECHOMALOR. ‘que hay que trazar una distineion (que también resulta til en al- unos contextos) entre juicios guimicos y juicios que no pertene- ‘cen al campo de la quimica. Pero no se sigue nada metafisico de a ceristencia de una distincion hechotvalor en este (modesto) sentido. EL Labo eFicricos De LA nicoToMta ‘Una manera de resumir la conclusién precedente podria ser és ta: la dicotomfa hechoivalor es, en el fondo, no una distincion si- ‘no una tesis, a saber, la tesis de que Ia éicas no trata de «cues. tones de hechor. En el caso de Hume, esta tesis no se entendia en el sentido de proscribir la posibilidad de que un filésofo escribie- +a un manual sobre moral, mientras que, con toda certeza, Carnap sf la entendis en ese sentido. (En el fragmento de The Unity of Science citado mas arriba, alas expresiones éticas no se les conce de més significado que a =una serie cualquiera de palabras com: puesta arbitrariamentes,) Hume era capaz de combinar su no cog nitiviemo en ética® con la fe en laexistencia de una cosa tal como la sabiduréa ética, porque compart la tranquilizadora presun cin dieciochesca de que toda persona inteligentey bien informa dda que dominase el arte de pensar acerca de las acciones y los problemas humanos de un modo imparcial experimentaria los ssentimientot» adecuados de aprobacion y desaprobacién en las rmismas circunstancias, a menes que hubiese algtin defecto en su cconstitucién personal. Esto ha llevado a muchos comentaristas a Interpretar a Hume como si sostuviera que «buenos significa «tal ‘que obtiene la aprobacién dela mayoria de las personas imparcia les y bien informadass; pero se trata de una interpretacién err6- res. Hume pensaba que la mayoria de las personas imparciales y bien informadas aprobarian todo aquello que fuera bueno, pero rnunca afirmeé que éste fuera el contenido de In idea» de lo bueno; de ser ast no habrfa afirmado que no hay ningun shecho» que sea el «no conto con espera ca 5 a poslon sein cua os os ‘coe cia em gu carecan evar tera no pee er edad fan son copacitvos Wael) 105 ANTECEDENTES EMPURISIAS 35 hecho de que algo es una virtud, un vicio, ete, y lo alirmé clara ‘mente, Por ejemplo, Hume escribe con respecto al concepto de cvimen en el sentido dieciochesco de «falta moral graves (no en el sentido meramente juridico en que se usa en la actualidad): «El crimen de ingratitud no es ningiin hecho individual, sino que sur. age de un complejo de circunstancias que, al presentarsele ales pectador, provocan el sentimienzo de censura segin la estructura ¥ constitucin particulares de su mente» (cursivas en el original). ‘Sin embargo, el interés de Hume por el earicter (no cognitive) de ls conceptos éticos formaba parte de un interés més amplio por la ética en cuanto ta” Su anslisis de la naturaleza de los juicios ‘ticos era preliminar al tratamiento general de toda una rains a= ‘ténoma de a flosofia —la moral-~a cuya adecuada reconstnucci tributs implicaciones sociales y politicas de envergadura. Este in- terés ms general se he desvanecido considerablemente cuando lle- gamos a alguien como C. L. Stevenson, y est intencionadamente ausente en Carnap y en muchos de sus seguidores.” El proposito de Carnap era expulsar la ética del dominio del conocimient, no reconstruirla Pero la confianza de ls positivistas lgicos en que po- Arian expulsarlaética del dominio de lo racionalmente discutible de- ivaba en parte del modo en que, en sus manos, ls duslismos anali- ticalsinetico y hechovvalor se reforzaban mutsamente, Segtin los posltivistas, para constituir conocimiento, las epropesicioness éti- cas deberian ser 9 bien analiticas, cosa que manifiestamente no son, o bien sfietieass, ¥ el convencimiento de los positivistas de ‘que no podian ser ficticas l igual que el de Hume de que «el cxi- ‘men de la ingratitud no es ningtin hecho indiviusle, derivaba del convencimiento de que sabjan exactamente qué es un hecho. En los escritos de lor positivstas, tanto en el caso del dualismo de ‘enunciados analiticosy fécticos como en el del dualism de juicios tics y facticos, es la concepcién de lo «ictica» la que hace todo el trabajo filosofico. Pero la clencia ha cambiado radiealmente desde los dias de Hume, y los positivistas se vieron cada vez més forzados a aban- donar su nocién inicial de hecho, en clerto modo similar la de Hume, con el fin de hacer Justicia a la revolucién cientifica de la primera mitad del siglo xx. , como demostraré, al revisar su no- 36 1 DESPLOME DE LA DICoTOMIA HECHOMALOR cién de hecho destruyeron el mismisimo fundamento sobre el ‘eval habfan erigido la dicotomia hecholvalor. En tiempos de Hume, todavia era razonable mantener que no habia predicados cientficamente indispensables referidos a enti- dades no observables por los sentidos humanos.» Si bien los wto~ ‘moss figuraban en un parte importante de la especulacion cienti- fica de la época (principalmente la briténica), Locke sostenia que ‘nunca podremos saber nada sobre ellos, y Berkeley y Hume esta~ ban absolustamente determinados a descartar tales especulaciones: por ininteligibles, del mismo modo que consideraban (filos6fica ‘mente) ininceligible bablar de puntos en geometria o de infinitesi- ‘males en céleulo.* En efecto, la nocién humeana de ehechor es simplemente la de algo de lo que puede haber una wimpresin» sensorial. Cuando Hu- ‘me se pregunta, por ejemplo, cuales el componente factico en la hhocién de causaldad ¥ qué es lo que afade al hecho mediante ‘ain tipo de proyeccidn, y decide que lo que la proyeccién afiade ts la idea de necesidad (en otras palabras, de causaci6n), todo lo ‘que tiene que hacer a continuacion es preguntarse si hay tal cosa ‘como una simpresién» de necesidad. (Resulta ciertamente intere- Sante que tantos fildsofos contemporéneos, que siguen pensando ‘que Hume emostrds que no hay nada que se pueda considerar un hhecho ético, rechacen los argumentos idénticos propuestos por el isto Hume en conexién con la causalidad..) a situacién era, sin embargo, muy distinta en la época en que se constieuyé el Cireulo de Viena, Se sabia que existian cosas ta- les como las bacterias, no xobservabless en el sentido de los posi- Livistas logicos (pero si con Ja ayuda de un microscopio), ya pe- sar de que antes de los experimentos de Perrin de 1909 sobre el, ‘movimiento brovniano algunos de los mejores fisicos del mundo negaban la realidad de los «atomoss, tas estos experimentos ca- si todos los fisicos en activo (aunque no fisicos-filésofos como ‘Mach y Bridgman) estaban dispuestos a considerarlos cosas per fectamente reales. Es més, en esa época se estaba descubriendo ‘con rapider Ia estructura interna de los étomos —electrones, pro- tones ¥ neutrones, seguidos de positrones, mesones y una multi tud de otras particulas, pasaron a formar una parte importante 108 ANTECEDENTES exPIRISTAS 37 de la ontologia cotidiana de os fisicos—. Los mismos positivistas \ogicos quedaron profundamente impresionados por los éxitos de la teorta de la relatividad, que habla de un «espacto-tiempo cur vor, y de la mecénica cudntica. La idea de que un «hecho» es 56+ Jo una simpresién» sensorial parecta diffilmente sostenible por mis tiempo, Pero los positivistas légicos atin se opusieron a aceptarlo du rante més de una década." La celebrada obra de Carnap Der fo- sische Aufbau der Welr [La construccién l6gica del mundol, publi- cada en 1928, sostenia que todos los enuincindos fécticos son transformables en enuinciados acerca de las experiencias seuso- rales, propias del sujeto, o Elementarelebnisse. Algunos mlem- bros del Circulo de Viena insistan incluso en que in enunciado significativo jdebia ser verifiable de manera concluyente median: te confrontacién com la experiencia directa! En el fondo, la con- cepeién original de los positivistas l6gicos consistia en que un ‘hecho era algo que podia ser certficado por la mera observa cidn 0 incluso por el mero informe de una experiencia sensorial Si ésta es la nocién de hecho, no es de extratar que los juicios éti- 08 no sean wfécticas». ‘Carnap, sin embargo, se mostré contrarfo al requisito de veri- ficabilidad conctuyente y, en 1936, liberaliz6 ligeramente el re- uisito de que todos los predicados facticos debian poder defi- nirse mediante términos observacionales. Pero atin seguia siendo cl caso que 1) una condicion necesaria que un enunciado tenia {que cumplir para valer como «cognitivamente sigificativos era ser expresable en val lenguaje de la ciencia» (con arreglo ala for rmalizaci6n de los positivistas ldgicos), y 2) los predicados admi- tidos en la parte «féctica» del lenguaje de la ciencia tenian que ser stérminos ebservacionaless 0 reductibles (por medios bien os pecificados y delimitados) a términos observacionales.* (Otros predicados, matematicos y légicos, podian admitirse en la parte ‘analitica».) La descorazonadora consecuencia era que los enun- ciados sobre bacteria, electrones o el campo gravitacional tenfan {que ser reducidoss a términos observacionales 0 bien calificadas de wsinsentidos+ (unto con «la metalsicas y sla ética normati- vas), O bien nunca hablamos realmente de étomos (tal discurso 38 EL DESPLOME DE LA DICOTOMIA HECHOIVALOR ‘seria slo una fagon de parter, como pensaban tantos fisicos antes de los positivistas lépicos deberfa some- terse a tuna revisin radical, Hacia 1938, Carnap haba llegado a Ja conclusion de que este tltimo era el tnico curso de accién po- sible, La revision implicé abandonar por completo el requisito de ue un predicedo féctico significative tuviera que ser o bien un predicado observacional o bien «reductible» a predicados obser- vacionales. En su Fundamentos de ligica y mateméticas™ de 1938, Camap concedia que términos problematicos tales como selec. ‘rén» y «carga» no se introdueen en fisica mediante definiciones (ni siguiera mediante «reduccionese), sino que son simplemente sconsiderados primitivose* (algo en lo que el fisico-ilésofo brité ‘nico Norman Campbell habia insstido durante mucho tiempo). Ena medida en que el sistema en su conjunto nos permite prede- ‘ir mejor nuestras experiencias con tales «términos abstractos» ‘que sin ellos, s0$ términos tienen que ser aceptados como wem- piricamente significativose. ;Pero esto acabo planteando un mon- ‘én de problemast™ Un problema abvio tenia que ver con la cuestign que nos ocupa, en este momentor zqus es exactament lo que los postivistas 6g 0s, los promotores ms influyentes de la dicotomfa hecho/valor, entienden por hecho? Desde el crteriorevisado de significatividad cognitiva de los positivistas légicos, lo que tiene «contenido facti- co" es el sistema de enuseiados clenaficos en su conjunto. :Pero qué hay de los enunciados individuales? En este punto, la concepcién de Carnap segufa poderosamen- te influlda por el empirisme clisico.» En sus escrtos subsiguien- tes, Carnap continuars trazando una distinction tajante entre los stérminos observacionales» (es decir, el vocabullario referido a «propiedades observables»), de los que ahora diré que son «in- terpretados completamente» (0 sea, que su signilicado es inde ppendiente),y los «términas tedricos» tales como bacteria, electron ¥¥ campo gravitacional, de los que dira que son sinterpretados sélo parcialmentes, En efecto, aunque tales términos se admiten en el 108 ANTECEDENTES EMPHRISEAS 39 lenguaje cientfico, se consideran meros dispositives para obtener las proposiciones que realmente enuncian Ios hechos empiricos, saber as proposiciones observacionales. LA FOBREZA DE LA CONCEPCION bet LENCUAM. DE (os Postrvistas LOGicos Como hemos visto, Carnap se limitaba a tachar la étiea norma tiva de «sinsentidos, sin examinar detalladamente ni un sala can. ‘cepto étlco, Sin embargo, he oido defender que Camap habria ad- ‘mitido de buena gana la cxistencia (e incluso Ia importancia) en ef lenguaje ordinario de conceptos ue se resisten a ser clasificados comio sdeseriptivas 0 normativas» —como el concepto de cruel dad, que discutiremos con detalle en el proximo capitulo— La propuesta es que, «a lo sumo», él habria insistido en que, cuando reconstruimos racionalmente nuestro lengua, necesitamos taza ‘una distincién selara y tajantes entre términos valorativos y t6r- ‘minos deseriptivos, z Bien, imaginemos que un historiador describe a clerto empe- rador romano como xeruels y Carnap le pregunta: «¢Dice usted «eso como juicio de valor o como descripcién?+. Supongamos que el historiador contesta: «Como descripciéns. 0s filésofos suscribirtan hoy criterios de intelgibilidad verifica- cionistas del tipo de los propuestos por Camap, muchos filésofos fanaliticos angloamericanos continian pensando que el lenguaje ‘significative debe entenderse tomando como modelo el Ienguaje de In fisica, (No todos, por supuesto; otros, como Donald Davidson ¥y yo mismo, hemos argumentado que, por ejemplo los predicados psleoldgicos comunes —incluso aquellos que, a diferencia de cruel, no designan vielos 0 virtades— no pueden, por regla general, en- tenderse desde este modelo.) Los fildsofos que suscriben este ‘modo de concebir nuestro lenguaje ya no son positivistas logicos. ero su concepcién, por ejemplo, de los términas psicoldgicos del lenguaje ordinario (cuando no rechazan sin més la «psicologia popular como equivalente a In astrologia ola alquimia)* es que las descripelones psicologicas deben referirse aestados cerebrales, ‘ya sean estados neurolégicos,” ya sean los lamados estados com- putacionales (ofuncfonales), que pueden ser deseritos en términos. ‘de «software» del cerebro.” Carnap mismo pensaba que tales t&r- ‘minos se refieren a estados neurol6gicos.** 108 ANTECEDENTES EMPIRISTAS a Frente a esto, sin embargo, la idea de que cuando deseribo a alguien como cruel, o iritade, o complacido, estoy adhiriéndo- me a‘una steorfa» segin la cusl hay un «estado cerebral», ea de cardcter fisico 0 computacional, tal que todas las personas erue- les (o las irritadas, o las complacidas) estan en ese estado cere bral, y nadie que no sea cruel (0 esté iritado 0 complacido) est en ese estado cerebral no es un descubrimiento cientifico, es p> rr clencia ficci6n.” Constrentr todos los téxminos descriptivos que empleamos en nuestro discurso catidiano a uno w atro lado de la dicotomfa «término observacional o término teérico» es cons: trenirlosa un lecho de Procrusto. La dicotom(a hechovalor de los positivistas ldgicos se basaba en una lmagen estrechamente cien tificista de lo que puede considerarse un hecho, al igual que el, antecedente humeano de esta distincion se basaba en una estre cha psicologia empirista de «ideas» ¢ «impresioness. Darse cuenta de que gran parte de nuestro lenguaje descriptivo es un contracjem- plo viviente de ambas imagenes del reino de los «hechoss (Ia em- pirista clasica y a positivistalogica) deberia socavar la confianza de cualquiera que suponga que hay una nocién de hecho que con- ‘asta nitida y absolutamente con la nocién de evalor» supuesta- ‘mente invocada en el discurso acerca de la naturaleza de todo sjvicia de valor» El ejemplo del predicado «cruel» también sugiere que el pro- Dlema no es sélo que Ia nocién de «hecho» de los empiristas(y, posteriormente, la de los positvistas logicos) era demasiado es- trecha desde el principio. Un problema mis profunclo es que, des- de Hume, los empiristas —y no sélo los empiristas, sino tambien ‘muchos otros, dentro y fuera del campo de la filosofia— no haa. aleanzado a apreciar los modos en que la descripcién Féctica yla evaluacién pueden y deben estar imbricadas. Qué significa esto, ¥ cuales son las consecuencias de la imbricaci6n entre hecho y va~ lor, sera el tema del siguiente capitulo. Cartruno 2 LAIMBRICACION ENTRE HECHO Y VALOR En el capitulo precedente he repasado la historia de Ia dieoto- mia hecho‘valor de los empiristas, empezando por la que ha sido llamada «Ley de Humes: «Ningin debe a partir de un es>.! He empezado por describir en qué sentido la nocién de «hecho» {que subyace a la distincion de Hume entre scuestiones de he- chor y «relaciones de ideas (que luego se convertriaen la dicoto- ‘mia analitico/sintético), al igual que al diction humeano de que un debe» nunca puede ser derivado de un «es+(que luego se con- vertiria en la dicotomta hecho(valor), es una noci6n estrecha sogtin Ja cual un hecho es algo que corresponde a una impresion senso- rial, A continuacién he dirigido mi atencién hacia los positivistas 1igicos, cuyas concepeiones influyeron enormemente en la con- versi6n, primero del mundo de las ciencias sociales y, més tarde (quizés a través de Ia influencia de sociélogos y economistas), del mundo culto (e incluso no tan culto) en general, ala tesisde la valideze indispensabilidad de una separacién tajante entre she- hos» y evaloress, y he mostrado que sus primeras concepeiones acerca de qué es in hecho eran, en el fondo, may cereanas alas de Hume. También he destacado que, a pesar de que Hume mis- ‘mo hizo importantes contribuctones al pensamiento ético, los positivistas légicos no consideraban la ética como posible obje- 10 de discusién racional. De hecho, su dicotomfa hecholvalor no se basaba en absoluto en un examen profundo de la naturaleza de los valores o dela valoracién: lo que ellos examinaron —y con, un espfritu estrechamente empirista— fue la naturaleza de los shechos» ‘A partir de 1939, sin embargo, los postivistas ldgicos empeza- ron a liberalizar su famoso vcriterio de significatividad cogniti- ry [BL DESFLOME BE LA DICOTOMIA HECHO/VALOR: ve», afirmando que el enguaje cognitivamente significativo puede contener no slo términos observacionales sino también los ia- ‘mados «términos teSricos, términos referidos a inobservables ¢ introducides por sistemas de postulados, os postulados de las d= vversas teorias cientifieas El criterio liberalizado de significa ‘dad cognitiva resultante quedaba resumido asf «En la medida en ‘que el sistema en su conjunto nos permite predecir mejor nuestras ‘experiencias con tales predicados [teéricas] que sin ellos, esos ppredicados tienen que aceptarse como “empiricamente significa- tivos"s, Pero predicar algo significa (para los positivistas l6gicos) deducir enunciados observacionales a partir de una teorta, ¥ para ‘deducir algo a partir de un conjunto de postulades empiricos se necesitan no sélo estos postulades, sino también los axiomas de las matematicas y la Logica, Segtin los positivistas ldgicos, estos ‘axiomas —y muchas de sus consecuencias, al igual que nuesteas viejas amigas las verdades verbales tales como «Todos los solte- ros son mo easados+— no enuncian shechor alguno. Son anal (608 Y, por tanto, svicios de contenido fcticos, Em resumen, «per- tenecer al lenguaje de la ciencias es (desde el punto de vista de los positivistas Idgicos) un criterio de signficatividad ciemsfica, pero 1o todo lo cientficamentesignificativo es un enunciado de hecho; ‘entre los enunciados cientificamentesignificativos hay, segin los positivistas légicos, enunciados anaiticos ademas de sintétcos (es decir, ficticos). Ast a busqueda de una demarcacién satisfactoria de lo sféctico» se convirtisen Ia busqueda de an modo satisfacto- vo de trazar ea distincién analiticolsintético» En 1950, sin embargo, Quine derribé la nocién (metafisieamen- te exagerada) de lo «analitico», para satisfaecién de la mayoria de los fl6sofos.? Quine no sugiris, sin embargo, que todo enunciado , Si esto uese cierto, no s6- loentranaria que los valores éicos y los epistémicos estén conec- tados con proocupaciones distintas, sino también que los valores éticos no estan conectados en absoluto con la objetividad. Pero LA IMBRICACION ENERE ECHO ¥ VALOR a ara percibir la natursleza del error es necesario, en primer lu ‘gr; clarificar qué signifiea y qué no significa decir que los valores «pistémicos nos guian en la bisqueda de la «correcta descripclén del mundo». Como senalé Roderick Firth hace veinteafios, no es {que tengamos modo alguno de saber que hemos alcanzado Ia ver- dad aparte de nuestros valores epistémicos y que podamos, por ast decir, hacer una prueba para ver con qué frecuencia, cuando ele _glmos la teovia mas coherente, més simple, etc, resulta ser verda- ddera sin presuponer estos mismos esténdares de creancia empirica justificada.' La afirmacion de que, globalmente, nos acercamos la verdad sobre el mundo eseogiendo teorfas que se caracterizan por su simplicidad, coherencia, éxito predictivo en el pasado, etc, ‘incluso la afirmacidn de que asi hemos hecho predicciones més fexitosas que las que hubiésemos conseguido fidndonos de Jerry Falvell,* los imanes, los rabinos ultraortodoxos o, simplemente, de Ia autoridad de la tradicién o de algtin partide marxista-leni- nista, es ella misma una hipétesis empirica compleja que escoge- mos (o que escogen aquellos de nosotros que lo hacen) porque ‘nos hemos guiado por los mismos valores en evestin en niestras reflexiones acerca de datos y testimonios de investigaciones del ‘pasado: no, por supuesto, de todas las historias y mitos sobre el pa- sado que hay por el mundo, sino de los datos y testimonios reco- _Eklos en los que tenemos buenos motives para confiar seginextos ‘mismos criterias de erecta raz . Decir esto no implica ninguna forma de escepticisme acerca de la superioridad de estos criterios sobre los proporcionados por (lo ‘que Peirce lamaba) el «método dela autoridads y el «método de lo que resulta agradable sla razéns. Aunque pueda ser una justi- "ec Flu etn teres oemeann muy infant ces wl traconsereadoresy conocer alan pie por sus datas meds conta Fenian aborts, hoses sels, ade, praia da bert dd evlery-un age ctr Promace smponel des rap, al coms thd (a intepetcin titres del ib) cdo oe nb dea ‘lta Ceiba, ecu, prlamats-y sine que Dos permit ln mension {Esid y or tac toes del 1 ce spine de 2001 como eng ns “dad nrtnmarana pra ajc doo cstmbres es dec por tlre se Senos guad de derschoe minum I omceeane ol plraarn Soy demas). dali) a EL DESPLOME DE LA DICOTOMIA HECHOIVALOR. ficacion circular, atin es lo bastante justifiativa para la mayoria de nosotros. Pero equivale a decir que, si estos valores epistémicos ‘nos capacitan para describir correctamente el mundo (o ms correc tamente de lo que cualquier conjunto alternativo de valores epis- témicos nos permitiria hacer), eso es algo que vernos a través del crs- {al de esos mismos valores. No significa que esos valores admitan ‘una justificacion wexternae. Pero ¢qué ocurre con Ia idea de que la descripeién correcta del mundo es la misma cosa que «la objetividads? Esta idea descansa, de un modo muy claro, en la presuposictén de que «objetividads ‘significa correspondencia con fos objetos (una idea que se corres- onde con la etimologia de la palabra, por supuesto). Pero no son Sélo las verdades normativas tales como «El asesinato ests mal» las que sirven de contraejemplos de esta idea: como argumento en. ‘otro Tuga, la verdad matemdtica y la verdad légica son igualmen- te ejemplos de sobjetividad sin objetoss.* En efecto, muchos fl6- sofos aseveran que para explicar la verdad matematica tenemos aque postular objetos peculiares (las lamadas «entidades abstrac- fas»); pero esto no es de ninguna ayuda, como podemos ver si nos proguntamos: «:Funcionavian las matematicas un pice peor de lo que funcionan si esos extranios objetos dejaran de existir?s Aguellos que postulan «entidades abstractas» para dar cuenta, del éxito de las matematicas no afirman que nosotros (o cual- ‘quier otra cosa del mundo empirico) interactuemos con las ent dades abstractas. Pero sf una entidad no interactéa en absoluto con nosotros ni con el mundo empirico, gno se sigue entonces que todo serta igual si no existiera? Bn el caso de In verdad Io 2, las explicaciones ontolégicas también tropiezan con dificul- tades bien conocidas, relacionadas con la nocién légica central de wvalidezs."" [Lo que estoy diciendo es que ya es hora de que dejemos de equi- parar objerividad con descripeidn. Hay muchos tipos de enunels- ‘dos ~enunciados genuinos, que admiten términos como scorrecto», serréneos, «verdadero>, ofalso», sjustficado: e «injustificaday— {que no son descripciones pero estan bajo control racional, regidos Dor estandares apropiados a sus funeiones y contextos particula- res. La de permitirnos deseribir el mundo es una funcién extre LA MOSRICACION EWTRE HECHO ¥ VALOR 9 ‘madamente importante del lenguaje; no es a dnica funcién, nila Sinica a la que le son aplicables preguntas como: «Este modo de realizar esta funcién ces razonable 9 no lo es? 2s racional o irra clonal? Esta justificado 0 no, Concertos trios «oewsose La imbricacion de hechos y valores no se limita, por un lado, los tipos de hechos que los positivistas légicos reconacen como tales y, por otro, a ls valores epistémicos. Pues lo cierto es qu, si bien los positivistas ldgicos pensaban que «el lenguaje dela cien- ia» —como ellos lo lamaban— constitua fa totaled del lengua Je vcognitivamente significativor, su concepeién era, come he ar- gumentado en el capitulo anterior, profundamente errénea. De hecho, tal concepeién incluso se autorrefuta, puesto que sus t6r- ‘minos floséficos clave, xcognitivamente significativo» y ssinsen- tidos, no son ni términos observacionales ni «términos teSricoss de una teorta fisica, ni términos logicos/matemsticos, y éstos eran, Jos tnicos tipos de términos que podia admitir su «lenguaje dela Ciencias." Si observamos el vocabulario de nuestro lenguaje en su fotalidad, y no la parte diminuta que los positivistas logicas consideraban suficiente para la descripeién de los shechose, nos encontraremos con una imbricacién mucho més profunda de-he- chos y valores (incluidos valores éticos, esteticos y de todos los demas tipos), incluso en el nivel de los predicados individuales El tipo de imbricacién que tengo en mente resulta obvio cuan- do analizamos palabras como scruele. Es evidente —por lo menos para la mayorfa de la gente, aunque algunos famosos defensores de la dicotomia hechotvalor lo nieguen— que la palabra wcrucl» flene usos normativos, y, més atin, éicos. Si algulen me pregunta, ‘qué clase de persona es el maestro de mi hijo y yo respondo: «Es ‘muy cruel, Jo estoy eriticando como maestro y com hombre, No fengo necesidad alguna de anadir: «No es un buen maestro» 0 No es un buen hombres. También podria, por supuesto, decir ‘Cuando no se comporta cruelmente, es muy buen maestro», pero rho puedo decir simplemente: +Es una persona muy cruel y muy’ 50 _ELDESPLOME DE 1A DIcoroMa HECHOWVALOR buen maestros, sin distinguir los aspectos w ocasiones en que es tuna persona muy eruely los aspectos u ocasiones en que es muy bbuen maestro. De modo similar, no puedo decir sin mas: «Es una persona muy eruel y un buen hombres esperar ser comprendido. Y, sin embargo, «cruel» puede usarse también de manera pura ‘mente descriptiva, como cuando un historiador escribe que cierto ‘monarca era excepeionalmente cruel, o que las crueldades del ré- sgimen provocaron muchas rebeliones. «Cruel» simplemente jgno- ta la presunta dicotomfa hechoWvalor y se permite el lujo de ser ‘empleado unas veces para propésitos normativos y otras como tér~ ‘ino descriptivo (de hecho, lo mismo ocurre con el término «cr men). En la literatura filosdfica, ales concepts son llamados a ‘menudo econceptos éticos densos. ‘Que los conceptos éticas densos son contraejemplos de la idea de que existe una dicotomnia absoluta hecho‘valor es algo que se ha sefalado hace muckio tiempo, y los defensores de la dicotomia, hhan ofrecido tres respuestas principales (la discusién resultante ha sido, a mi entender, de lo mejor del debate ético/metaético del pa- ‘ado siglo, con destacados libros y articulos de Philippa Foot, Irs, ‘Murdoch, John McDowell y David Wiggins en los que se critica Ia dicotomia, y néplicas de RM. Hare y John Mackle, entre otros). Una respuesta es la incluida en la pregunta retérica de Hume <2Dénde esta la cuestidn de hecho que aqui llsmamos crimen?= por erimen Hume entendia «gravemente erréneo»-~ yen su ne- scion de que pueda sefalarse tal «cuestién de hecho». Aceptar su respuesta seria desterrar todos los conceptos éicos densos al ‘mismo limbo de los «emotivas» o los «no cognitivose, donde Hu: ime y sus seguidores desterraron los términos éticos «finos» (0 ‘més finoss): buenos, sdehe», «eorrecto® y sus opuestos «malo», “no debe, erTéneo», al igual que «rts, «cio», edebers, wobli- tzaciéns, et), Peto las palabras de este tipo son tan mumerosas que hha habido una abvia resistencia a seguir a Hume, incluso entre Jos no cognitivistas (y sus parientes cercanos, los llamnados «te6ri~ cos del error»). Ni siquiera Hume estaria dispuesto a clasificar, ‘por ejemplo, «generoso»,«clegantes, chil, xfuerter,storper, «dé Dil» 0 evulpars como conceptos a los que no corresponde «hecho» algun.” [LA IMDRICACION ENTRE ECHO Y VALOR st Las respuestas més usuales de los no cognitivistas contempo= ‘rineos son mds o menos las dos siguientes: 1. Simplemente insistir en que los conceptos ticos densos son _meros conceptos facticos y en absoluto conceptos éticos 0 normativos. Esta es le respuesta de R. M, Hare (en el caso de egrosero») y de John Mackie (en el caso de ecruels) 2. Afirmar que los conceptos éticos densos son sanalizables+ en tun componente puramente descripivo y un componente «de actituds, Fl componente descriptivo enunciaria entonces la ccuestin de hecho a la que corresponde el predicado,y el com- ponente de actitud expresaria una eactituds (ana emocién 0 ‘olicién), exactamente la misma funcién que tienen «bueno», sdeber y similares segin los andlisis no cognitivstas. El argumento en que Hare basa su afirmacién de que egrosero» zno es en absoluto un término normativo es el siguiente. Empieza citando un ejemplo de Lawrence Kohlberg en el que tn chico es- ccupe ala cara de otro mientras ambos estén sentadas en clase" La victima del salivazo «golpes disimmuladamente al otro chico sin de- Jar su asiento». Cuando el maestro se apercibié de ello, el chico le dijo: «Maestro, le he pegndo porque me ha escupido en la carte, El ‘maestro le contest6: «Lo que has hecho no ha sido de buena edu- cacién, ha sido grosero». Cuando los chicos vuelven asus tateas, el autor del golpe le dice a st aponente con una mueca: «De acuerdo, hha sido grosero». El comentario de Hare es el siguiente: «Espero que este caso convencers ala seftora Foot de que es posible aceptar que un acto satisface las condiciones descriptivas para ser llamado «grosero» sin comprometerse a evaluarlo negativamente, pese a que “grose- ro" es normalmente un adjetivo de evaluacién negativas. La posicién que defiende Hare es que un «adjetivo de evalua- cidn» auténtico, 0 sea, un adjetivo cuyo contenido seméntico es {que algo posee un valor positivo (o negative) intrinseco, es tal que cualquiera que use dicho adjetivo sin hipocresia ni insinceridad debe estar motivado para aprobar (0 desaprobar) ese algo."* Pero, ‘como ha sefialado Elizabeth Anderson, 52 EL DESPLOME ELA picoroMia wEcKo/vALOR Bl requlsto motivactonal de Hare noes razonable. Para que al so ewente coo suténtico juiio de valoro razon para valorar, debe Ser asumible ellerivamente. Pero los estados motivacionales reales ho siempre son asumibles de modo reflexivo. Una de las funciones de los jaicioe de valores hacernos notar cuando nuestros estados ‘motivacionales son deficentes porque no consiguea encajar con lo ‘que juzgamos bueno. El aburrimiento, ls debilidad, la apati, el desprecio por una misma, la desesperacion y otros estados motiva- ‘ionales pueden hacer que alewien no acance a desear lo que jure bueno ¢ desee lo que jurgs malo. Esto imide la dentificaién, en J que insste Hate, de uicios de valor con expresiones de deseos y preferencas reales.” |Ademés, Hare no tiene en cuenta Ia posibilidad de que algulen diga que algo tiene valor (positivo © negative) pero que dicho va lor queda superado por otra cosa. Asf, el muchacho del ejemplo podria, si de mayor se hiciesefilésofo moral, defender lo que dijo ‘con estas palabras: «Por supuesto, no estaba negando que la gro- ‘seria sea en general incorrecta. Lo que querfa decir era que a veces tes correcto ser grosero porque Ia persons con la que se es grosero hha hecho algo para merecerlo». Es justamente porque «grosero» tiene fuerza valorativa por lo que la observacién de que a veces es ‘comrecto ser grosero es apropiada, mientras que la observacin «A ‘yeces es correcto ir aun restaurantes nolo es. Al tratar de la palabra wcrues, sin embargo, Hare parece favore- cer un andlisis de sdoble componentes. De hecho, reconoce que es 18 nocién ha sido considerada un caso de To que aqui llamo eim- bbricacion», pero su descripeién de lo que piensan los partidarios dc la imbricsci6n resulta distorsionada por una curiosa proyec- cid de las propias concepciones de Hare en las de sus oponen: tes, Hare escribe: «Se esta sugiriendo que este tipo de accion es de algtin modo inkerensemente motivacional: si no nos motiva- ra de este modo 9 no afectara nuestros sentimientos de alguna, tra forma, no seria este tipo de accién (no serfa, por ejemplo, cruel). De mode que hay propiedades que son en si mismas malas y términos morales que son inseparablemente descriptivos y pres- criptivoss* [La IMBRICACION ENFRE HECHO ¥ VALOR 33 Como acabo de senalar, sin embargo, los partidarios de la im: bricacion no sostienen que las palabras valorativas, sean densas 0 finas, satisfngan el requisito motivacional de Hare (basicamente {que tales palabras se comporten como los emotivistasafirman).”” Lo que sostienen es que, sino compartiésemos de ningtin modo el punto de vista ético pertinente, nunca podriamos adquirir un con. Ccepto ético denso, y que el uso preciso de estos conceptos requie- re ls capacidad prolongada de identificarnos (por lo menos en Is Jmaginacién) con este punto de vista. Esto no equivale a negar la posibilidad de que alguien sepa que algo es eruel y no esté moti- vado para abstenerse de hacerlo; de hecho, alguien puede saber ue algo esid mal y no estar motivado para abstenerse de hacerlo, ‘Tras Ia observacién citada més arriba, sin embargo, Hare argu: ‘menta que «el hecho de que si usamos esa palabra estamos casi [sic] comprometidos con la valoracién, no entrafia que tengamos ‘que usarla en absoluto para hacer una descripeién completa dela accion. Podriamos decir: "Se le hizo sufrir hondamente’, pero ati: “En todo caso, no hubo nada malo en ello.."», Aqui Hare parece sugerir que el componente descriptivo de «cruel es rhacer sufeir hondamentes y Ia «casi» implicacion valorativa es: «accién, ‘gue esté mals 7 Sea o no la pretensién de Hare aplicar este enfoque de «dos ‘componentess, Ia idea de tal descomposicion en su conjunto ha, sido criticada, creo que con acierto, por mi mismo,” por John MeDowel" y antes ya por Iris Murdoch.” El intento de los no- cognitivistas de dividir los conceptos éticos densos en tn «com- ponente descriptivo del significado» y un «componente prescripti- ‘vo del significado» se fundamenta en la imposibilidad de decir cual es el «significado deseriptivos de, digamos, «cruel» sin usar la palabra «cruel» 0 un sinénimo. Por ejemplo, con toda seguri- dad no es el caso que Ia extensin de «cruel» (dejando la valoracion, aparte, por ast decirlo) sea simplemente causar hondo sufri: ‘mientos ni tampoco, como Hare mismo deberta haber notado,esté libre de fuerza valorativa «causa hondo sufrimiento.«Sufrimiento» no sélo significa edolors, ni chondor significa solamente emichisi- ‘mos. Antes de la introduecién de la anestesia, a finales del siglo xx, ‘cualquier operacién causaba un gran dolor, pero normalmente los 54 EL DESPLOME DE LA DICOTOMIA HECHOIVALOR cirujanos no estaban siendo cruees. ¥ conductas que no causan ‘en absoluto dolor perceptible pueden ser extremadamente ere les. Imaginese que alguien corrompe a una persona joven con el dliberado propésita de evitar que desarrolle un gran talento en ‘algo. Aun eusndo la victima nunca sienta un dolor manifiesto, es- to puede ser extremadamente cruel. Como sefiala MeDowell,” [.-] Parece razonable ser escéptico acerca de sila maniobra de separacién aqui concebida [el analsis en un componente deseript- vo y sino prescriptive} puede realizarse siempre; coneretamente, cerca de sl siempre podemos sislar,respecto de cualguler concep” to de valor, un rasgo autetico dl mundo —aplicando el estindar aproplado de autentcided [0 sea, el no cognltvsta}— es decir, un -aago que siempre ests ah de todos modos, con independencia de fe la experiencia valorativa de cualquiera sea como es: que sea ‘quello slo que los usuarios competentes del concepto debe supo- rerse que responden cuando lo usan: aquello que queda en el mu- ‘do cuando s elimina el refleo de la atitud apropioda Como he sefialado, Mackie también analiza la palabra «cruel». ‘Mackie argumenta que la idea sin més de propiedades valorativas tiene que ser incorrecta, a causa de la vextrafiezas que exhibirian tales propiedades y aftade: (tra manera de mostrar esta extraeaa es proguntar, acerca de cualquier coms ala gue ele suponga cierta cunlidad moral objet ‘a, como esta conectada con sus aspectas naturales. Cusl es la co- nexién entre el hecho natural de que una accion sea un caso de ‘rucldad dliberada —digamos, catsar dolor silo por diversién—y tihecho moral de que es incorrect? [.] Ni siguiera ex suficiente postular una facultad que «ves Ia incorrecion: hay que postular a ‘0 gue peda verde inmediato los aspectos naturales que constiti- yer Je eruldad. ast como la Incorreccién y Ia mistertsa relactén de consecuenci entre embas.* (La cursiva es mis.) Hare percibié que los conceptos éticos densos plantean un pro blema e intent enfrentarse aél; Mackie sencillamente no veta ah ‘ningin problema, Para Mackie, eeruel»(y probablemente también LA IMBRICACION ENTRE MECHO Y VALOR 33 scrimen, el ejemplo de Hume) son s6lo palabras para describir hochos naturales». Pero 2qué clase de «hechos naturales»? Lo caracterfstico de descripciones «negativas» come seruele, y también de descripciones «positivas» como evallentes, «modera- dos y sjusto> (ndtese que éstos son los términos que Séerates for- zaba a sus interlocutores a discutir una y otra ver) es que para usarlas con algo de discernimiento hay que ser capaces de identfi- carlas, por medio de la imaginacién, eon un puto de vista valora: tivo, Esta es la razon de que alguien que pensara que «valientes significa solo «que no tiene miedo a arriesgar Ia vida y la integr- dad fisicas fuese ineapaz de entender Ia distincién socritica fun damental entre la mera imprudencia o temeridad ya auténtica va- lentia. Es también la razén de que (tal como subraya Iris Murdoch en un libro maravilloso, La soberanta del bien) siempre sea posible ‘mejorar la propia comprensian de conceptos como «impertinencia» © scrueldads. Pero esta dependencia respecto de Ia evaluacién, in cluso, de los usos «descriptivass de vcruels es la que Mackie nega- ‘ba cuando se referia al hecho de que alguien sea eruel como nada mas que un (metafisicamente no prablemstico) «hecho naturals, Como he explicado en el capitulo precedente, para los empl: ristas un thecho» era, en el fondo, simpleniente algo de lo que po- iamos tener una simpresién sensorial» (o, en Ia version ideaista subjetiva defendida por Betkeley y con la que Hume coquete6, un ‘mero complejo de cualidades sensoriales). Este crudo crterio em- pirista fue reemplazado en el siglo xx por ls diversas versiones de la teorfa verificacionista del significado desarrollada por los posti- vistas lgicos. Pero el desplome de los diversos fundamentos en que se sustentaban las primeras defensas dela dicotomia hechotvalor, Incluida la teoria verificacionista del significado, no ha llevado a

También podría gustarte