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EYDER PATIÑO CABRERA

Magistrado ponente

AP1607-2018
Radicación n.° 51.268
Acta 127

Bogotá D. C., veinticinco (25) de abril de dos mil


dieciocho (2018).

MOTIVO DE LA DECISIÓN

Examina la Corte las bases jurídicas y lógicas de la


demanda de casación presentada por el defensor de ALBA LUZ
PICO FONSECA contra la sentencia proferida el 14 de julio de
2017 por la Sala Única del Tribunal Superior de Santa Rosa
de Viterbo, que confirmó, con modificaciones, la dictada el 7
de junio de 2016 por el Juzgado Segundo Penal del Circuito
con funciones de conocimiento de Sogamoso (Boyacá),
mediante la cual la condenó en calidad de autora del delito
de homicidio culposo.

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Casación No. 51.268
ALBA LUZ PICO FONSECA

HECHOS Y ACTUACIÓN PROCESAL RELEVANTE

1. La cuestión fáctica fue sintetizada en la acusación en


los siguientes términos:

El día 6 de febrero del año 2012, a las 12:20 del día, en


jurisdicción del municipio de Sogamoso, en la vía que conduce
hacia el sector el Cerrito, se presentó un accidente de tránsito,
donde falleció el menor [J.E.V.S], de 8 años de edad, al ser
atropellado por el vehículo camioneta Chevrolet LUV de placas
BCA-508, MODELO 1993, conducida por la señora ALBA LUZ PICO
FONSECA. Se tiene que según dicen los testigos (…) el menor
fallecido iba en compañía de su hermano gemelo [J.A.V.S.],
cuando se dirigían a su casa luego de salir del colegio, momentos
en que se desplazaban por el lado derecho de la vía, a una cuadra
antes de llegar a su casa. [J.A.V.] quien iba adelante sobre el
and[é]n, seguido de [J.E.V.] quien se bajó a la calzada siguiendo
por la orilla del and[é]n, cuando de repente apareció una
camioneta de color gris plateada a alta velocidad y golpeó por
detrás al menor desplazándolo o lanzándolo a unos 8 o 10 metros
de distancia, quedando la camioneta como a dos metros cerca del
niño. La señora que iba manejando se bajó, lo mismo hizo el señor
acompañante que iba al lado derecho de la camioneta, por
exigencia de la mamá del niño y de vecinos que fueron testigos de
los hechos, el niño fue llevado a la clínica Saludcoop en el mismo
vehículo que lo atropell[ó], el cual fue conducido por el
acompañante que iba al lado derecho de la camioneta en el
momento del accidente, el menor fue llevado a Saludcoop
Sogamoso, luego a la Clínica El Laguito donde le tomaron un tac,
luego lo remitieron a la clínica de especialistas y luego tuvo que ser
trasladado a la ciudad de Tunja, donde falleció a la madrugada
del 7 de febrero a consecuencia de las lesiones sufridas en dicho
accidente.1

2. El 4 de febrero de 2014, ante el Juez Segundo Penal


Municipal con funciones de control de garantías de
Sogamoso, el Fiscal Veintiocho Seccional le imputó a ALBA

1 Cfr. folio 12 de la carpeta.

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Casación No. 51.268
ALBA LUZ PICO FONSECA

LUZ PICO FONSECA el delito de homicidio culposo (artículo 109


del Código Penal), cargo al que no se allanó.2

3. El 11 de abril del mismo año se radicó el escrito de


acusación3 y la verbalización correspondiente se realizó el 21
de mayo siguiente con la dirección del Juez Segundo Penal
del Circuito con funciones de conocimiento de Sogamoso4.

4. La audiencia preparatoria se llevó a cabo el 10 de


julio posterior5 y el juicio oral se cumplió en varias sesiones
(20 y 21 de enero6 y 13 de julio de 20157 y 3 de mayo de
20168). Al cabo de la última se anunció sentido del fallo
condenatorio.

5. Acorde con lo anterior, la sentencia respectiva se


dictó el 7 de junio sucesivo, mediante la cual se condenó a
ALBA LUZ PICO FONSECA, en calidad de autora del delito de
homicidio culposo, a las penas principales de cincuenta (50)
meses de prisión y veintiséis punto sesenta y seis (26.66)
salarios mínimos legales mensuales vigentes y a las
accesorias de inhabilitación para el ejercicio de derechos y
funciones públicas por igual término que la aflictiva de la
libertad y prohibición del derecho a conducir vehículos
automotores por tres (3) años. Además, le negó la suspensión

2 Cfr. folios 8-9 ibidem.


3 Cfr. folios 11-17 ibidem.
4 Cfr. folios 21-22 ibidem.
5 Cfr. folios 27-36 ibidem.
6 Cfr. folios 43-49 ibidem.
7 Cfr. folios 110-113 ibidem.
8 Cfr. folio 165-168 ibidem.

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Casación No. 51.268
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condicional de la ejecución de la pena pero le concedió la


prisión domiciliaria9.

6. Inconforme con esta decisión, la defensa la apeló10,


siendo confirmada el 14 de julio de 2017 por la Sala Única
del Tribunal Superior de Santa Rosa de Viterbo, con las
modificaciones consistentes en reducir la pena a 42 meses
de prisión y conceder el subrogado. En lo demás, fue
confirmada.11

7. El apoderado interpuso oportunamente el recurso


extraordinario de casación12 y presentó, en tiempo, el libelo
respectivo13.

LA DEMANDA

Tras identificar los sujetos procesales, el censor


reproduce la cuestión fáctica como fue concebida por el ente
acusador y compendia la actuación procesal.

Enseguida, delimita la finalidad de la impugnación: el


respeto de las garantías de los intervinientes y la reparación
de los agravios inferidos a estos con ocasión de «evidentes
Errores de Hecho por Falsos Juicios de Raciocinio,
contraviniendo las reglas de la Sana Crítica»14, en la medida

9 Cfr. folios 173-191 ibidem. Igualmente, se dispuso que en caso de que cobre
ejecutoria la sentencia, se compulsen copias para investigar a la procesada, VÍCTOR
ALFONSO PERALTA TORRES y PEDRO ALONSO PULIDO FONSECA por los delitos de fraude
procesal y falso testimonio.
10 Cfr. folios 192-214 ibidem.
11 Cfr. folios 25-33 del cuaderno del Tribunal.
12 Cfr. folio 34 ibidem.
13 Cfr. folios 37-86 ibidem
14 Cfr. folio 45 ibidem.

4
Casación No. 51.268
ALBA LUZ PICO FONSECA

que se vulneró la presunción de inocencia (artículos 381 y 7


de la Ley 906 de 2004), porque la prueba recaudada en torno
a la responsabilidad de su asistida no era suficiente para
condenar, debido a que los testimonios de la defensa ilustran
la forma en la que ocurrió la muerte del menor, y merecían
credibilidad.

Luego de referirse a la procedencia de la casación y la


oportunidad e interés jurídico para recurrir, postula un cargo
por la senda de la causal tercera del artículo 181 de la Ley
906 de 2004, en el que acusa la violación de las leyes de la
sana crítica en el ejercicio de apreciación probatoria, de que
tratan los cánones 379, 380, 381, 402 y 404 ejusdem, es
decir, la infracción indirecta de la ley sustancial por
aplicación indebida de los preceptos 29 y 109 del Código
Penal y la consecuente falta de aplicación de las
disposiciones 29.3 de la Constitución Política y 7, 373, 380 y
381 del Estatuto Adjetivo Penal.

La pretensión, afirma el libelista, es que la Corte


reconozca que se incurrió en falsos raciocinios, derivados de
ignorar las reglas de la experiencia –no precisa- al conferirle
valor suasorio a los testimonios de la Fiscalía y restárselo a
los de la defensa. Como producto de lo anterior, requiere que
se emita fallo de reemplazo que absuelva a la procesada,
porque ella no conducía el vehículo el día de los hechos.

En desarrollo de la censura, tras disertar ampliamente


acerca del alcance de los principios de presunción de
inocencia e in dubio pro reo y citar algunos fragmentos de la

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Casación No. 51.268
ALBA LUZ PICO FONSECA

sentencia acusada, insiste en que procura demostrar que lo


dicho por los testigos de descargo se ajusta a la verdad y que
subsiste una duda razonable acerca de la responsabilidad de
la enjuiciada en el delito endilgado.

Advierte que, aunque respecto de la valoración del


testimonio de JAVIER SOLANO hubiera podido plantear un falso
juicio de identidad, tal yerro no sería determinante para
derruir el fallo condenatorio, por lo que opta por el falso
raciocinio.

A continuación, después de asegurar que, conforme a


las reglas de la experiencia –no las identifica- es imposible
que su asistida fuera quien manejaba el vehículo que
ocasionó la muerte del menor J.E.V.S., transcribe, en
extenso, algunos fragmentos de los testimonios de la
acusada, PEDRO ALONSO PULIDO GÓMEZ –su esposo- y VÍCTOR
PERALTA TORRES, quienes al unísono declararon que era éste
último y no aquélla quien, el día de los hechos, estaba al
mando de su camioneta, así como varios apartados de los
fallos de primer y segundo nivel en los que, una vez examinan
una a una las versiones de descargo, concluyen que ALBA LUZ
PICO FONSECA atropelló a la víctima porque, tras la colisión,
la vieron descender del lado izquierdo del automotor,
concretamente del puesto del conductor.

Luego de acusar a las instancias de no confrontar los


testimonios de la Fiscalía con los de la defensa y de hacer

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Casación No. 51.268
ALBA LUZ PICO FONSECA

«una valoración sesgada»15 de estos últimos precisa que la


regla de la experiencia desconocida consiste en que «[r]esulta
imposible que una persona que vive de su profesión de
conductor, se culpe de una autoría que no le corresponde.
SIEMPRE O CASI SIEMPRE QUIEN LABORA COMO
CONDUCTOR, NO DECLARA LO QUE NO ES VERDAD, SO
PENA DE EXPONERSE A UNA SANCIÓN DE PROHIBICIÓN DE
CONDUCIR CUANDO ES SU PROFESIÓN EL SOPORTE DE SU
SUSTENTO»16 (subrayas originales).

En apoyo de su tesis, vuelve a reproducir algunos


apartes del testimonio de VÍCTOR ALFONSO PERALTA en el que
señala que i) tenía el oficio de conductor de la procesada, ii)
era quien iba conduciendo el vehículo el día de marras, ella
iba sentada detrás de él, y su esposo de copiloto, iii) después
del accidente se quedó en el carro, no se bajó de él; iv) la
primera que descendió del mismo fue la acusada y; v) a él le
realizaron la prueba de alcoholemia, a ella no; luego de lo
cual transcribe los apartes pertinentes de las declaraciones
de la enjuiciada y su cónyuge, que ratifican lo narrado por
aquél y, de nuevo, se queja de que los jueces unipersonal y
colegiado les negaran credibilidad.

Según el demandante, el cotejo de la prueba testimonial


permite advertir que existen serias contradicciones:

i) En el plano topográfico, anexo al informe del 8 de


agosto de 2014, el físico forense HENRY CEPEDA señala que el

15 Cfr. folio 72 ibidem.


16 Cfr. folio 73 ibidem.

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conductor transitó por 9 reductores de velocidad hasta llegar


al sitio del impacto, lo cual sería cierto si el rodante se
desplazara en el sentido Nobsa-Sogamoso, pero de acuerdo
con los testigos fue al contrario, lo cual significa que solo
había pasado por tres reductores y que conducía a baja
velocidad.

ii) Atendiendo el referido plano, se tiene que JUAN


CARLOS HERNÁNDEZ estaba a una distancia superior a 40
metros del lugar de la colisión y que el automotor se
encontraba delante de él, por lo que a paso normal habría
tardado 40 segundos en hacer el recorrido, lo cual indica que
«no pudo observar con certeza los hechos como ocurrieron, ni
tampoco qui[é]n era el conductor de la camioneta»17, porque
cuando arribó al sitio sus ocupantes ya se habían bajado de
ella, luego existe duda acerca de la persona que iba
manejando y tampoco podía afirmar que la señora le pasó las
llaves al otro señor.

iii) JAVIER SOLANO estaba al lado opuesto del caño, a 30


metros del lugar del accidente, con arbustos que le tapaban
la visibilidad y asegura que vio que en la parte posterior del
vehículo iba un señor que se bajó por atrás, que solo observó
a dos personas que descendieron del mismo, que en el lado
del pasajero no estaba nadie y que no vio el accidente pero
sintió el golpe, lo cual contradice lo señalado por los demás
testigos de la Fiscalía –no explica-.

17 Cfr. folio 78 ibidem.

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Casación No. 51.268
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iv) La madre del menor –MARTHA LIZETH SAIRAS SANABRIA-


se hallaba a una distancia superior a 55 metros del lugar del
impacto, su visibilidad era deficiente y «no es creíble que
hubiese estado más pendiente de qui[é]n iba conduciendo el
vehículo y mucho menos detallar que la señora pasó las llaves
al otro señor»18.

v) De acuerdo con el plano, LUIS AUGUSTO MELO


PATARROYO transitaba en bicicleta por la calle 13, pero el
accidente ocurrió por la carrera 25, por lo que no pudo
divisar el sitio de la colisión, debido a que esta no sucedió en
la intersección de esas vías sino más de 7 metros hacia el
lado de Nobsa, cuestión que genera serias dudas acerca de
que pudiera haber advertido el sujeto que iba al mando de la
camioneta.

vi) MARÍA ISABEL MELO PATARROYO manifestó que vio


pasar el vehículo cuando ella avanzaba por el ferrocarril, o
sea a más de 40 metros de distancia del sitio del impacto y
no a 5 metros como lo expresó en su declaración y aunque
pudo ver a los hermanos V.S., no a la persona que conducía,
pues no estaba cerca de dicho lugar.

Por su parte, destaca, el informe de policía de tránsito


señala que quien manejaba la camioneta era VÍCTOR ALFONSO
PERALTA y que los únicos testigos eran la acusada y su
esposo.

18 Ibidem.

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En este punto, resalta que «[l]as reglas de la experiencia,


indican que un funcionario de tránsito, para elaborar su
informe, escucha la versión de ambas partes, en este caso, del
conductor Víctor Alfonso Peralta y la Familia del menor
J.E.[V.S.], quienes se encontraban presentes en las
instalaciones de la Clínica de Saludcoop, de Sogamoso»19; sin
embargo, los agentes ABEL AGUIRRE y LUZ MARINA FONSECA no
refirieron entre los testigos a la madre del pequeño ni a
ninguno de los otros cinco deponentes que «aparecieron
misteriosamente, dos años después del accidente de
tránsito»20.

De igual manera, al censor le resulta inexplicable que


por cerca de dos años, la Fiscalía mantuviera como único
indiciado a VÍCTOR ALFONSO PERALTA y se pregunta por qué no
desplegó la investigación contra su representada si tenía tan
claro que la responsable era ella. Del mismo modo, se
pregunta cuál es la causa para no haber precluido la
indagación a favor de dicho sujeto.

Añade que éste no tenía razones para mentir, pues


estaría poniendo en peligro su licencia de conducción, su
trabajo, su tranquilidad y libertad. Expresa al respecto: «A
todas luces resulta imposible que una persona de estas
calidades se exponga a una sanción que le limite su capacidad
laboral»21.

19 Cfr. folio 80 ibidem.


20 Ibidem.
21 Cfr. folio 81 ibidem.

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Igualmente, la implicada, quien es ama de casa y


colabora en actividades comerciales, siendo la dueña del
automotor involucrado tampoco tenía motivos para negar su
autoría en los hechos, ya que «es de conocimiento general que
para estos eventos en que se sucede un Homicidio Culposo, la
Responsabilidad Civil, recae en el Propietario del Vehículo y
no del Conductor»22.

De otro lado, no hay motivos para restarle mérito a la


declaración de PEDRO ALONSO PULIDO GÓMEZ, debido a que fue
testigo presencial del accidente y «declaró lo que sus sentidos
percibieron»23.

Solicita casar la sentencia impugnada y emitir fallo de


reemplazo, por cuyo medio la Corte absuelva a la acusada.

CONSIDERACIONES

Al tenor de lo dispuesto en el artículo 180 del Estatuto


Adjetivo actual, el recurso extraordinario de casación tiene
como finalidades «la efectividad del derecho material, el
respeto de las garantías de los intervinientes, la reparación de
los agravios inferidos a estos, y la unificación de la
jurisprudencia».

Con tal propósito, el inciso 2º del canon 184 ejusdem fijó


las reglas mínimas de admisión, estableciendo que no se
seleccionará aquella en la que i) el demandante carezca de

22 Ibidem.
23 Ibidem.

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interés, ii) no se invoque la causal conforme a la cual se edifica


el reproche de las contempladas en el artículo 181 ibidem, iii)
omita desarrollar los cargos correspondientes o, iv)
fundadamente se logre establecer que no se requiere de la
sentencia para cumplir las finalidades previstas en el aludido
precepto 180; lo anterior, salvo que alguna de ellas permita
superar los defectos técnicos que exhiba el libelo y decidir de
fondo.

También tiene decantado la jurisprudencia que la


demanda debe ser íntegra en su formulación, suficiente en
su desarrollo y eficaz en la pretensión, de tal suerte que tiene
que soportarse en los principios que rigen la impugnación
extraordinaria, en especial, los de claridad, precisión,
fundamentación debida, prioridad, no contradicción,
corrección material, crítica vinculante y autonomía, sin que
sea viable argumentar a la manera de un alegato de
instancia. La proposición de los cargos exige escoger
adecuadamente la causal y el sentido de la violación y,
concretar el disenso en términos de trascendencia.

El libelo que nos ocupa no satisface los requisitos


mínimos que exige el referido canon 184 para su admisión,
y, por ende, no puede ser seleccionado. Las razones son las
siguientes:

Si bien, acertadamente el censor acude a la senda de la


causal tercera y del error de hecho por falso raciocinio para
denunciar la violación de las leyes de la sana crítica, no

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cumple la carga argumentativa indispensable para acreditar


tal tipo de falencia

En efecto, cuando se predica un error de hecho por falso


raciocinio, se debe demostrar que el ejercicio valorativo del
funcionario judicial es trasgresor de los axiomas de la lógica,
de las leyes de la ciencia o de las reglas de la experiencia, es
decir, de los principios de la sana crítica como método de
apreciación.

Con tal fin, el demandante tiene la carga de señalar, con


exactitud, el medio de convicción sobre el que recae el yerro,
identificar aquello que expresamente dice y se deduce de él,
el mérito persuasivo otorgado al mismo por el juzgador,
indicar y desarrollar con precisión la regla lógica, la ley de la
ciencia o la máxima de la experiencia aplicada erradamente
al realizar el proceso valorativo, así como la que
apropiadamente le debió servir de apoyo, la norma de
derecho sustancial que indirectamente resultó excluida o
indebidamente aplicada o interpretada y, finalmente,
demostrar que, de no haberse incurrido en el defecto, el
sentido de la decisión adversa habría sido sustancialmente
opuesto.

En el caso de la especie, la propuesta del recurrente no


solo no satisface los presupuestos demostrativos de este tipo
de reparo, porque limita su discurso a reprobar la credibilidad
conferida a los testigos de cargo -lo cual no es susceptible de
ser discutido en sede de casación, dada la relativa
discrecionalidad de los jueces para otorgarle o restarle mérito

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probatorio a los medios de conocimiento, siempre que se


acojan al método de persuasión racional-, sino que, tampoco
contrasta fundadamente sus argumentos con los
razonamientos de los falladores.

En verdad, además de aludir a algunas contradicciones


que surgirían de los relatos de los testigos que identificaron a
la procesada como la autora del homicidio culposo de J.E.V.S.,
discrepancias que, como se verá adelante, definitivamente no
concreta de manera adecuada, enuncia una presunta regla
de la experiencia, cuya generalidad, abstracción y
verificabilidad tampoco acredita, en la medida que solamente
asevera que «[r]esulta imposible que una persona que vive de
su profesión de conductor, se culpe de una autoría que no le
corresponde. SIEMPRE O CASI SIEMPRE QUIEN LABORA
COMO CONDUCTOR, NO DECLARA LO QUE NO ES VERDAD,
SO PENA DE EXPONERSE A UNA SANCIÓN DE PROHIBICIÓN
DE CONDUCIR CUANDO ES SU PROFESIÓN EL SOPORTE DE
SU SUSTENTO»24 (subrayas originales).

Repárese al respecto que, el enunciado propuesto por el


recurrente no solo deja de abarcar un sinnúmero de
posibilidades que eventualmente justificarían la falsa
autoincriminación del conductor de la familia (verbi gratia,
motivos económicos o de solidaridad frente a sus
empleadores), lo cual desvirtúa la homogeneidad ontológica
de la proposición planteada, sino que inadvierte la invariable
versión de los testigos de viso de la Fiscalía –ajenos por

24 Cfr. folio 73 ibidem.

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Casación No. 51.268
ALBA LUZ PICO FONSECA

completo a cualquier motivo de sospecha (afinidad o aversión


respecto a los involucrados)- mediante la cual identificaron a
la acusada como la persona que maniobraba el vehículo a la
hora del accidente pues fue quien descendió de la silla del
conductor.

Ahora, aunque el defensor pretende derruir la fuerza


suasoria de la prueba testimonial de cargo, acusándola de
contradictoria, es claro que los reparos esbozados no
constituyen más que un alegato de instancia que, sin suerte,
intenta repeler la doble presunción de acierto y legalidad de
las sentencias impugnadas, en la medida que no enfrenta,
desde las leyes de la sana crítica, tantas veces invocadas en
la demanda pero de manera alguna depuradas, los juiciosos
razonamientos de los falladores, además que, parte de
supuestos que no se corresponden con lo probado en juicio.

En verdad, el censor asegura que en el plano


topográfico, anexo al informe del 8 de agosto de 2014, el físico
forense HENRY CEPEDA señaló que el conductor transitó por 9
reductores de velocidad hasta llegar al sitio del impacto y que
ello sería cierto si el vehículo se hubiera desplazado en el
sentido Nobsa-Sogamoso y no al contrario, como lo habrían
denotado los testigos, dónde solo existían 3 reductores, por
lo que, a juicio del jurista, tendría que concluirse que el
vehículo transitaba a baja velocidad.

No obstante, además que, la verificación preliminar del


expediente permite establecer que la premisa inicial del
libelista se realiza de espaldas a la realidad procesal porque

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todos los testigos fueron precisos en reseñar que el accidente


se produjo viniendo de Nobsa hacia Sogamoso y el
mencionado plano, justamente, ilustra que fueron 3 los
reductores que efectivamente sobrepasó el automotor en
cuestión antes de la colisión, se advierte que para el juez de
primer nivel, esta información fue clara en la medida que
expresamente señaló:

(…) según el testigo ABEL AGUIRRE RAMIREZ, agente de tránsito


que levant[ó] el croquis o informe policial de accidente de tránsito,
(…) en efecto en el lugar donde se da el accidente, existían dos
reductores de velocidad, uno virtual que estaba en el pavimento
con pintura, un resalto y otro que es una señal de pedestal,
señales que reiteraron los testigos de la Fiscalía, efectivamente
existían en el sector, incluido lo verificado por el físico forense en
la documentación fotográfica tomada al lugar de los hechos, en la
que se determina según las imágenes tres y cuatro (3 y 4) que
ciertamente a un lado del sardinel hay una señal de tr[á]nsito
vertical, que indica zona escolar, afirmación que si bien es cierto
no fue coadyuvada en su integridad por los testigos de la defensa,
s[í] aceptaron que existían reductores de velocidad, de lo que
deviene, que si los conductores estamos obligados a respetar las
normas de tránsito, para el caso era una obligación de la señora
ALBA LUZ PICO FONSECA respetarlas y por las razones
anteriormente dichas se estableció, no lo hizo, toda vez que
conducía su vehículo automotor violando el deber objetivo de
cuidado, en cuanto no actuó con el cuidado exigido para el caso,
es decir no previ[ó] el resultado previsible, al parecer por conducir
de manera imprudente al no observar lo que ocurría frente a ella
sobre la vía, además de violar flagrantemente el contenido del
artículo 74 del Código Nacional de Tr[á]nsito, en donde se prevé,
que los conductores deben reducir la velocidad a 30 K/hora, entre
otros, en las zonas escolares, señal que en el caso que nos ocupa
existía en el sector y, que es evidente la acusada desatendió.25

Ahora, si lo discutido es que el juzgador no dedujera que


ALBA LUZ PICO FONSECA transitaba a baja velocidad pese a la
presencia de los 3 reductores de velocidad, es claro que en
ese cometido ha debido especificar la ley de la ciencia

25 Cfr. folio 186 de la carpeta.

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Casación No. 51.268
ALBA LUZ PICO FONSECA

vulnerada al darle credibilidad a la pericia física que indicó


que «al momento en que se da el impacto [ella] conducía la
camioneta de su propiedad a una velocidad promedio entre 44
a 50 k/hora»26.

La violación del principio de corrección material es


igualmente palmaria frente a la valoración de los testimonios
de JUAN CARLOS HERNÁNDEZ, JAVIER SOLANO, MARTHA LIZETH
SAIRAS SANABRIA y LUIS AUGUSTO y MARÍA ISABEL MELO
PATARROYO, toda vez que, con el ánimo de ubicarlos por fuera
del ámbito de percepción del delito, los sitúa a distancias
superiores a las verdaderamente demarcadas en la experticia
física o se sirve de la supuesta existencia de obstáculos que
limitarían su visibilidad.

Es así como frente al primero, el letrado aduce que para


el momento del impacto, estaba detrás de la camioneta a más
de 40 metros y por eso no pudo observar la colisión ni la
persona que conducía. Sin embargo, además que no
establece la ciencia de su dicho, se tiene que los juzgadores,
con fundamento en la referida experticia y la declaración de
ese testigo advirtieron que éste, quien se desplazaba en
bicicleta, estaba a 34.68 metros del lugar del impacto y por
eso tardó escasos segundos en llegar a la escena del fatídico
suceso, pudiendo notar que la que se bajó de la camioneta
fue una señora de camiseta rosada, pantalón azul y cabello
tinturado, inmediatez frente a la escena que incluso le

26 Ibidem.

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Casación No. 51.268
ALBA LUZ PICO FONSECA

permitió sugerir que el menor fuera trasladado al hospital en


el mismo vehículo de la encausada.

Igualmente, respecto del segundo deponente, el jurista,


en aras de desacreditarlo, sostiene que estaba al otro lado del
caño, a 30 metros del lugar del accidente y había arbustos
que le tapaban la visibilidad, luego no pudo haber dilucidado
lo sucedido; no obstante, por el contrario, el juez unipersonal
destacó que dicho testigo señaló a una mujer alta como la
conductora y descartó la existencia de cualquier obstáculo
que le impidiera ver lo acontecido en la medida que narró que
«no había arbustos, la vía en donde se dio el accidente es una
recta, es una calle limpia, pavimentada, no tenía nada,
aclarando también, contradiciendo lo expuesto por el defensor,
que para darse cuenta de los hechos era porque venía para su
trabajo por el otro lado del río»27.

De igual modo, es evidente que si bien el censor aduce


que este declarante se contradice con lo señalado por los
otros testigos de la Fiscalía no justifica su aserto, dejando
sumido el reproche en la indefinición.

El recurrente tampoco informa, con apoyo en las leyes


de la ciencia, por qué es inviable que la madre del menor,
quien se encontraba a una distancia de 55.17 metros del
lugar del atropellamiento -no superior a ese tramo-, no
pudiera percatarse del mismo y de lo sucedido
inmediatamente después, máxime cuando los testigos de la

27 Cfr. folios 186-187 ibidem.

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Casación No. 51.268
ALBA LUZ PICO FONSECA

defensa admitieron que fue la primera persona que arribó al


lugar, incluso antes del ciclista que alcanzó el sitio del
impacto a escasos segundos de producido.

Es así como el a quo razonó:

(…) MARTHA LISETH, quien se dijo, vio el momento del accidente


por cuanto se encontraba pendiente de la llegada de sus hijos
menores a una distancia, según la Fiscalía de 55.17 metros, la
cual le permitía en efecto, por más de que tuviera disminuida su
visión, lo que por demás no se probó, avizorar lo que pasaba a esa
distancia, máxime cuando en esa línea diagonal no había
obstáculo alguno que le obstruyera la visibilidad, es decir, que al
haberse verificado este dato por el físico que hizo la reconstrucción
analítica por parte de la fiscalía, la que fue corroborada con la
presencia de quienes depusieron dentro de este juicio oral, es
dable concluir, que lo que se afirmó por el ente acusador y en
consecuencia por la testigo citada, es cierto, desechándose la
afirmación que hace la defensa dentro del informe técnico pericial
sobre accidente de tránsito, en donde se afirmó sobre este punto,
que el lugar de residencia de [J.E.] y en consecuencia la ubicación
de su progenitora, se encontraba a 267 metros del lugar de los
hechos, dato no verificado que por el contrario, fue controvertido
por la fiscalía e inclusive por los mismos testigos y, por ende lo
afirmado por el defensor sobre este punto el que se fundó con la
aseveración que se hizo dentro del medio probatorio referido,
consideramos no tiene ningún tipo de asidero.28

Y frente al cuarto testigo –LUIS AUGUSTO MELO


PATARROYO-, es clara la falta de legitimidad del argumento del
demandante, según el cual aquél no pudo haber percibido el
accidente porque transitaba en bicicleta por la calle 13 y el
accidente ocurrió por la carrera 25, más de 7 metros hacia el
lado de Nobsa, pues ante las instancias la defensa ya había
reconocido que, de acuerdo con la pericia física, sí estuvo en
posición de ver lo ocurrido: el atropellamiento y a una señora

28 Cfr. folios 181-181 vuelto ibidem.

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ALBA LUZ PICO FONSECA

como la conductora, y el disenso en ese momento giró en


torno al sitio por donde se desplazaban los menores.

Por su parte, como ocurre respecto del resto de los


deponentes, el jurista no explica razonadamente, bajo las
reglas de la persuasión racional, cómo es que MARÍA ISABEL
MELO PATARROYO, estando ubicada en la carrilera del
ferrocarril, no se hallaba en capacidad de identificar a la
acusada como la conductora del vehículo.

En efecto, no bastaba como parece entenderlo el


litigante, aseverar que los testigos estaban lejos del sitio del
accidente para inferir, contra toda evidencia, que todos ellos
se equivocaron al señalar a su representada como la autora
del delito de homicidio culposo.

Ahora, aunque para dar consistencia a su tesis, el


censor intenta refugiarse en el informe de accidente de
tránsito que identifica a VÍCTOR ALFONSO PERALTA TORRES como
el conductor del vehículo involucrado en el atropellamiento,
es palmario que su aparente solidez se desdibuja, como lo
destacan los sentenciadores, cuando se advierte que, el
policial que lo redactó, quien no fue testigo de los hechos, es
específico en señalar que esa información obedece a que así
se la trasmitió dicho señor mientras se encontraban en la
Clínica Saludcoop, persona que a su vez le expresó que los
únicos testigos eran quienes lo acompañaban en el vehículo,
omitiendo, desde ese preciso momento referirse, por ejemplo,
a la madre del menor y a la persona que arribó

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Casación No. 51.268
ALBA LUZ PICO FONSECA

inmediatamente después en bicicleta –JUAN CARLOS


HERNÁNDEZ-.

En este punto, está bien resaltar que el impugnante


indica que se quebrantó la regla de la experiencia de que «un
funcionario de tránsito, para elaborar su informe, escucha la
versión de ambas partes, en este caso, del conductor Víctor
Alfonso Peralta y la Familia del menor J.E.[V.S.], quienes se
encontraban presentes en las instalaciones de la Clínica de
Saludcoop, de Sogamoso»29, pero inadvierte que, como lo
sostuvo el agente ÁNGEL ABEL AGUIRRE y se resalta en la
sentencia de primer grado, tales datos no fueron
corroborados en el lugar de los hechos sino suministrados
por PERALTA TORRES sin que «particip[ara] desde el primer
momento ninguno de los representantes legales del menor
fallecido»30.

Tampoco es posible equiparar la asunción de la


responsabilidad civil con la de carácter penal, a efecto de
abstraer una razón que permita darle credibilidad a la
acusada en torno a su falta de responsabilidad en el injusto,
ni es suficiente asegurar que una persona es testigo
presencial de los hechos para creer en lo que dice, como
sucede frente al cónyuge de la enjuiciada, respecto del cual
el abogado afirma que ha de dársele mérito positivo, siendo
que su contenido intrínseco y extrínseco de cara al plexo
probatorio, tenía que ser evaluado con especial cuidado,
teniendo en cuenta sus lazos de afinidad legal, su eventual

29 Cfr. folio 80 del cuaderno del Tribunal.


30 Cfr. folio 180 de la carpeta.

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Casación No. 51.268
ALBA LUZ PICO FONSECA

ánimo de favorecerla y que nadie más que la procesada y


VÍCTOR ALFONSO PERALTA TORRES lo ubican en la escena de los
hechos.

Finalmente, tampoco se indica cómo afecta el juicio de


legalidad consignado en los fallos o incluso la estructura del
proceso, que la Fiscalía tardara en imputar cargos a ALBA LUZ
PICO FONSECA, máxime cuando el ente acusador se
encontraba dentro del término legal especialmente destinado
para desplegar la función investigativa y debido a esa labor
es que logró establecer, a través de diversos elementos
materiales probatorios, que quien inicialmente se reputaba
autor del homicidio culposo no lo era.

Ahora, si hasta el momento no se ha precluido la


investigación respecto de VÍCTOR ALFONSO PERALTA TORRES, es
un tema respecto del cual el actor carece de toda legitimidad
procesal.

Lo infundado de la demanda determina, por lo tanto, su


inadmisión, en los términos del canon 184, inciso segundo,
de la Ley 906 de 2004.

La Sala no observa flagrantes violaciones de derechos


fundamentales, causales de nulidad, ni motivos que
conduzcan a la necesidad de un pronunciamiento de fondo
frente al expediente en razón de las finalidades de la
casación.

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Casación No. 51.268
ALBA LUZ PICO FONSECA

Por último, es indispensable recordar que al amparo del


precepto 184 de la Ley 906 de 2004, cuando la Corte decide
no darle curso a una demanda de casación, es procedente la
insistencia, cuyas reglas, en ausencia de disposición legal,
fueron definidas por la Sala desde el auto del 12 de diciembre
de 2005, radicación 24.322 y precisadas en auto AP-3481-
2014.

En mérito de lo expuesto, la Sala de Casación Penal de


la Corte Suprema de Justicia,

RESUELVE

Primero. Inadmitir la demanda de casación


presentada por el defensor de ALBA LUZ PICO FONSECA contra
la sentencia proferida el 14 de julio de 2017 por la Sala Única
del Tribunal Superior de Santa Rosa de Viterbo.

Segundo. Conforme al inciso 2º del artículo 184 del


Código de Procedimiento Penal de 2004, procede la
insistencia.

Notifíquese y cúmplase.

LUIS ANTONIO HERNÁNDEZ BARBOSA


Presidente

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JOSÉ FRANCISCO ACUÑA VIZCAYA

JOSÉ LUIS BARCELÓ CAMACHO

FERNANDO ALBERTO CASTRO CABALLERO

EUGENIO FERNÁNDEZ CARLIER

EYDER PATIÑO CABRERA

PATRICIA SALAZAR CUÉLLAR

LUIS GUILLERMO SALAZAR OTERO

NUBIA YOLANDA NOVA GARCÍA


Secretaria

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