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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACION

UNIVERSIDAD JOSE ANTONIO PAEZ

FACULTAD DE INGENIERIA

ACCIDENTE AMBIENTAL
(Desastre Químico en Seveso)

Sección: 106I1

Elaborado Por:

Nieves Plakinoff

CI: 19.230.380

San Diego, Estado Carabobo – Julio 2014


Introducción

Este trabajo pretende dar a conocer las causas y consecuencias de una de las peores catástrofes
medioambientales del siglo XX, conocida como el “Hiroshima de Italia” ocurrida el 10 de julio de
1976 en Italia en los municipios de Seveso y Meda, la fractura de una válvula en la fábrica de
productos químicos ICMESA (Industrie Chimiche Meda Societá Azionaria) una industria
farmacéutica Suiza, produjo la liberación al medio ambiente de unos 2 Kg. de dioxina TCDD
altamente tóxica, contaminando una zona de 15 km2 con 37.000 habitantes, convirtiendo a estas
regiones en inhabitables durante años y acabando con 73.000 animales domésticos; las
consecuencias en materia de salud son incalculables ya que para las dos primeras semanas
empezaron a sufrir de una serie de enfermedades y que en la actualidad se mantienen (cloracné,
cáncer, daños en el sistema inmunitario, malformaciones, diabetes, problemas de reproducción y
desarrollo). En cuanto al medio ambiente las dioxinas se depositaron sobre los suelos y la
vegetación llegando a acumularse en los organismos y entrar en la cadena alimenticia, lo que
paralizo toda la actividad agrícola y pecuaria en la zona.

En la actualidad se siguen haciendo estudios sobre los efectos a largo plazo tanto en gente infectada
directamente como en sus hijos.
La planta de Icmesa S.p.A., situada en la localidad de Seveso (17.000 habitantes Lombardia, Italia),
era propiedad del Grupo Roche y se dedicaba a la fabricación de pesticidas y plaguicidas a partir de
una reacción tipo "batch" con una sustancia denominada 2,4,5-triclorofenol (TCP). El TCP se
fabricaba a partir de 1,2,4,5-tetraclorobenceno por reacción con soda cáustica en presencia de
etilenglicol y xileno y a unos 160-200 ºC. La reacción es fuertemente exotérmica a presión
atmosférica y el calor generado se retiraba evaporando el disolvente que retornaba al reactor.
Terminada la reacción, se añadía ácido clorhídrico para fabricar el TCP. El reactor estaba protegido
por un disco de ruptura a presión de 3,6 bares con venteo directo a la atmósfera.

En la reacción se produce como subproducto una sustancia denominada 2,3,7,8-tetraclorodibenzo-


p-dioxina, más conocida como TCDD. El TCDD pertenece a una amplia familia de compuestos
conocidos como dioxinas, todos ellos de elevada toxicidad y probados efectos cancerígenos. De
todos los compuestos de la familia de las dioxinas, el TCDD es el más tóxico. La toxicidad relativa
de este compuesto comparada con la estricnina, por ejemplo, muestra que es tres órdenes de
magnitud más tóxico. La dioxina se forma por reacción de triclorofenoato de sodio con hidróxido
sódico. Mientras que a unos 180 ºC apenas se forman unos pocos ppm de TCDD, cuando la
temperatura alcanza unos 250 ºC, se pueden generar grandes cantidades. Las cantidades generadas
son prácticamente cero por debajo de 150 ºC, menos de 1 ppm a 180 ºC y 1.600 ppm en 2 horas
entre 230-260 ºC.

¿Cuándo y cómo ocurrió el accidente?

El viernes 9 de julio de 1976 se procede, como es habitual, a la elaboración de TCP en la fábrica


Icmesa. El tanque de reacción de TCP se llena con diversos materiales iniciadores y da comienzo un
proceso que finaliza de madrugada, cuando uno de los técnicos da la orden de interrumpir una
destilación que no está completada. La última temperatura medida es de 158 ºC, una situación
normal ya que la temperatura de trabajo del triclorofenol está entre 150 y 160 ºC.

Finalizado el turno de noche, todos los operarios abandonan la fábrica, quedando en el interior de
las instalaciones sólo el personal de mantenimiento y limpieza.

Sobre las doce y media de la mañana del sábado día 10, la brida de una válvula de seguridad del
tanque de TCP estalla como resultado de una sobrepresión, causada por una reacción exotérmica
(paso de estado líquido a gaseoso con desprendimiento de calor) accidental, lo que generó un
aumento de presión en el reactor y la apertura del disco de ruptura. Por la válvula se escapa una
mezcla química en forma de aerosol que contiene, entre otras sustancias tóxicas, triclorofenato de
sodio, soda cáustica y disolvente.

La nube tóxica que se origina es impulsada por el viento en dirección sureste a una velocidad de 18
km/h. Esta nube cargada con la peligrosa dioxina TCDD se abate principalmente sobre los términos
municipales de Seveso, Meda, Cesano Maderno y Desio, afectando en diferente medida a un total
de 1.810 hectáreas de terreno.

Los directivos han afirmado hasta el día de hoy que el efecto que produjo la catástrofe de Seveso,
fue el recalentamiento en el interior del tanque de triclorofenol, era imprevisible por aquél entonces,
cuando apenas se conocían la reacciones accidentales de este producto intermedio.

Esta excusa constituyó la base de su defensa ante las autoridades civiles y los tribunales de justicia
italianos. Sin embargo, otros especialistas argumentan que sí existía una literatura científica entre
1971 y 1974, en la que se incluirían las descripciones de otros accidentes con triclorofenol, siendo
el más importante el de Missouri, en Estados Unidos, a principios de los setenta.

También se conocían las condiciones bajo las que podría producirse una reacción exotérmica
descontrolada hasta alcanzar rápidamente los 410 ºC. Sin embargo, atendiendo a las explicaciones
de los directores técnicos de Givaudan e Icmesa, la comisión que se encargó de investigar las causas
del accidente concluyó que era imposible haber previsto este hecho.

Pero aun en el caso de que lo expuesto por los técnicos de Icmesa fuera cierto, las escasas medidas
de seguridad de la planta tampoco estaban preparadas para prevenir el accidente:

 No se había establecido ningún plan de seguridad con las autoridades locales.


 No se había elaborado un análisis de riesgo de los distintos procesos de la fábrica.
 Los controles de todos los procesos de la fábrica se realizaban de forma manual,
incluyendo el sistema de refrigeración, que se activaba manualmente.
 El sistema de alarma del reactor no avisaba sobre el aumento de temperatura.
 Los obreros de la fábrica desconocían los riesgos de posibles accidentes y las medidas
preventivas.
Consecuencias Ambientales

Las dioxinas son sustancias químicas cloradas, y que son altamente tóxicas para los animales, la
atmósfera y el suelo. Además, su presencia activa puede prolongarse en el tiempo durante años e
incluso décadas.

Entre todas las variantes de dioxinas, el TCDD (TretraCloro-Dibenceno-para-Dioxina), compuesto


por 2, 3, 7 u 8 átomos de cloro, es la forma más tóxica de todas.

Todos los procesos industriales donde el cloro se halla presente, son susceptibles de generar
dioxinas que luego son liberadas al medio ambiente.

La nube tóxica de Seveso se esparció por 1.810 hectáreas de un espacio casi deshabitado. El viento
reinante favoreció su dispersión, evitando con ello que la dioxina alcanzara mayor índice de
concentración en un espacio más reducido si no hubiera soplado viento alguno.
Aunque en las horas inmediatas al accidente no se apreciaron signos visuales de contaminación, En
24 horas, la vegetación de cara al viento de la planta empezó a volverse amarilla. Las hojas de las
plantas y los árboles se enrollaron y marchitaron. Tres días más tarde, el 13 de julio, se observa que
algunos animales pequeños (conejos, pájaros y aves de corral) habían muerto. A finales de julio han
perecido ya 3.300 pequeños animales silvestres y de granja, envenenados por el agente tóxico.

Para evitar la propagación del contaminante en la cadena trófica y alimentaria se decreta una cacería
de emergencia en el entorno rural y el sacrificio de los animales domésticos. Hasta 1978, la cifra de
animales sacrificados ascendió a unos 77.000 u 80.000 animales; ya que la zona era propicia para la
agricultura y las explotaciones agropecuarias.

Seveso, Desio, Cesano Maderno y Meda fueron los cuatro municipios más perjudicados por el
escape; otros municipios próximos como Bovisio o Barlassina apenas sintieron el impacto. Los
análisis del suelo efectuados en estas zonas detectaron entre 0,9 µg/m2 en las zonas menos
contaminadas hasta los 580,4 µg/m2 en el área más rociada por la nube, pasando por los 270 µg/m2
hallados en determinados sectores de la zona B, donde vivía el 67% de la población total evacuada.
Consecuencias en el ser humano

Los primeros efectos perjudiciales para la vida humana causados por el accidente químico de
Seveso aparecieron el día 14 de julio, cuatro días después de producirse. Entre 12 y 16 niños
tuvieron que ser hospitalizados, aquejados de inflamaciones cutáneas agudas. Estos fueron las
primeras víctimas de las casi 37.000 personas que resultaron directamente expuestas a la dioxina.
No obstante, como medida preventiva, un total de 220.000 personas fueron sometidas a un
programa de observación sanitaria sistemática que se prolonga durante 15 años.

La nube tóxica de Seveso causó 447 casos de quemaduras químicas agudas y 193 casos de cloracné,
que cicatrizaron con el paso del tiempo. Casi 30.000 muestras de sangre fueron guardadas en un
frigorífico por el Dr. Paolo Mocarelli, director de laboratorio del hospital de Desio, tomadas desde
los primeros momentos de la catástrofe.

Esta actuación resultó muy valiosa para el mundo científico, ya que en las fechas del accidente
apenas se contaba con información acerca de los daños a la salud del TCDD ni con los
conocimientos técnicos para analizar las concentraciones de dioxina.

Las secuelas tardías de la exposición al agente tóxico fueron aún peores que los efectos inmediatos
en la piel. Las víctimas de Seveso han padecido alteraciones y desórdenes en los sistemas
inmunológico, nervioso y cardiovascular. La propia sensación de angustia, ansiedad y estrés
provocó un ligero aumento de las enfermedades coronarias y de la muerte por fallo cardíaco en los
15 y 20 años siguientes a la catástrofe.

Otra de las secuelas tardías son las de tipo ginecológico. Ante la posibilidad de que las mujeres en
estado de gestación pudieran alumbrar hijos con malformaciones congénitas, el gobierno italiano
permitió el aborto voluntario de las mujeres embarazadas en el momento de la catástrofe.

Siete años después se observa que la proporción de nacimientos masculinos y femeninos (28 frente
a 46 respectivamente) está alterada entre los nacidos de padres expuestos a la sustancia química; lo
normal sería que la proporción fuera pareja en esa área de población. Es la primera vez, en un
accidente con TCDD que se verifica una feminización del sexo de los neonatos.

Sin embargo, también queda comprobado que esta alteración no se produce en la cadena de ADN
sino en el proceso de desarrollo del embrión, ya que sólo tiene lugar cuando es la madre la expuesta
y no cuando lo es sólo el padre.
Las dioxinas tienen también propiedades carcinogénicas. Datos epidemiológicos han demostrado
que algunos tipos de cáncer se han incrementado en un 40% entre los individuos expuestos a dosis
elevadas. En el caso de Seveso, se ha observado un ligero incremento de tumores raros y de
linfomas, y, por el contrario, una disminución de los tipos de tumores más comunes. Esto sugiere la
existencia de un vínculo directo entre la dioxina y el cáncer.

Por último cabe destacar también que el escape tóxico de Icmesa causó trastornos en el sistema
inmunológico, cuyo efecto también se asocia a las dioxinas. Los afectados son más propensos a
contraer enfermedades debido al bajo nivel o debilidad de sus defensas.

La nube tóxica cargada de la dioxina TCDD fugada de la planta italiana Icmesa, propiedad de
Hoffmann-La Roche, provocó entre la población cercana 447 casos de quemaduras químicas y otros
193 casos de cloracné.

El cloracné o acné clórica es un trastorno cutáneo caracterizado por la presencia de "comedones" (o


bultos de materia grasa conocidos comúnmente como espinillas), pústulas y pequeños quistes de
color cuero o pajizo de entre 1 mm. y 1 cm. de diámetro, asociados a esos comedones. Estas
lesiones afectan predominantemente a los brazos, cara y cuello de las personas expuestas a
compuestos clorados y herbicidas; se concentran sobre todo en las mejillas, hombros, detrás de las
orejas y en las ingles. Cuando la exposición al agente causante de estas erupciones negruzcas cesa,
la piel va recuperándose lentamente, pudiendo quedar alguna cicatriz del padecimiento en los casos
más graves, aunque no necesariamente.

Además de estas afecciones cutáneas, el cloracné puede producir otra serie de efectos secundarios
como son:

 Aumento de sudoración en las manos y las plantas de los pies (hiperhidrosis).


 Porphyfia cutanea tarda (pigmentación y aumento del crecimiento del vello o hipertricosis).
 Cansancio o fatiga.
 Neuropatía y encefalopatía.
 Hiperlipidemia o altos niveles de grasa circulante en sangre

El cloracné es el único efecto humano asociado a la exposición a la dioxina; su aparición es


considerada como un signo clínico de exposición y una evidencia que confirma la presencia del
contaminante en la atmósfera. Dada su persistencia y su resistencia a los habituales tratamientos del
acné común, las lesiones tardan años en desaparecer por completo, alcanzando incluso los 25 ó 30
años. Algunos afectados por cloracné de Seveso se recuperaron por completo después de haber sido
tratados clínicamente durante 20 años.

Consecuencias Económicas

Givaudan, como responsable subsidiario del accidente químico de Icmesa, logró evitar los
tribunales pactando con las localidades afectadas el pago de indemnizaciones por los daños
provocados. De esta manera Seveso recibió unos 15 millones de francos suizos (7,5 billones de
liras), Meda, 2 millones de francos suizos (1,3 billones de liras), Desio, 2,8 millones de francos
suizos (1,45 billones de liras), y Cesano Maderno, 5,4 millones de francos suizos (2,85 billones de
liras).

La Región de Lombardía y la República Italiana recibieron también 81 y 15 millones de francos


suizos respectivamente en compensación por los costes causados a ambos organismos, que desde el
principio de la catástrofe tuvieron que liberar grandes partidas presupuestarias para hacer frente a
las primeras actuaciones de emergencia y de atención a los afectados.

En lo referente a las reclamaciones particulares, 7.000 de ellas se solventaron fuera de los


tribunales, ascendiendo a un importe total de 70 millones de francos suizos, que se pagaron
directamente a los damnificados.

Independientemente de estos desembolsos, Hoffmann-La Roche afrontó otra serie de gastos


generados por las investigaciones y estudios sanitarios, eliminación de los residuos contaminados,
trabajos de descontaminación, realojamiento de los evacuados, etc. Entre indemnizaciones y gastos,
los desembolsos de Roche alcanzaron los 300 millones de francos suizos.

Sólo dos empleados de Icmesa fueron condenados a 1,5 y 2 años de prisión condicional como
responsables del accidente.

Medidas tomadas para disminuir el impacto ambiental

Tras algo más de una hora se consigue cerrar la fuga ocasionada por dicha toxina, encendiendo el
sistema de refrigeración; pero nada impide que unos 3.000 kgs. de sustancias químicas
contaminantes escapen al aire. Seguro de ello, el Dr. Barni inspecciona las áreas próximas a las
instalaciones industriales, advirtiendo a cuantos habitantes encontraba que no consumieran o
incluso tocaran frutas ni vegetales de la zona, a pesar de no encontrar indicio alguno de
contaminación.
De inmediato se alerta del suceso a la policía italiana, pero el hecho de haberse producido durante el
fin de semana dificultó el contacto con las autoridades locales de forma inmediata con objeto de
alertar a la población y emprender actuaciones de emergencia. Hasta el domingo día 11 por la
mañana el Dr. Paolo Paoletti, Director de Producción de Icmesa, no logra contactar con Herwig von
Zwehl, Director Técnico de la misma empresa.

Entre ambos establecen un protocolo inicial consistente en concertar entrevistas con el director local
de salud de Seveso y Meda y los alcaldes de ambas poblaciones, y recoger muestras del tanque y
del área circundante para enviarlos a analizar en los laboratorios que Roche tenía en Suiza.

Los resultados del análisis de las muestras recogidas por Barni y Paoletti se dan a conocer el 14 de
julio, un tiempo relativamente corto. El laboratorio suizo informa que las muestran contienen trazas
de la dioxina TCDD, una de las más tóxicas de la familia, aunque sin poderse determinar la
cantidad fugada. Esta duda ha permanecido hasta el día de hoy y varía según los expertos entre los
300 grs. y los 130 kgs.

Según el Dr. Paolo Mocarelli, médico del hospital de Desio y oficialmente encargado del
laboratorio que analizaba los problemas sanitarios de los afectados, determinó que la cantidad total
pudo estar entre los 100 grs. y los 20 kgs. Para hacernos idea de la gravedad del accidente digamos
que una dosis de 6 millonésimas de gramo de esta dioxina mata a una rata de laboratorio.

Con estos datos, las autoridades locales publican al día siguiente decretos (Seveso Nº 43/76 y Meda
Nº 2/76) en los que se citan las áreas contaminadas y prohibiendo el consumo de frutas y hortalizas
procedentes de estas áreas, pero se descartan las medidas de evacuación de la población, desoyendo
los consejos de los técnicos.

Los días van transcurriendo y aún no se tomaban medidas de control de la contaminación ni de


protección para la población salvo la prohibición del consumo de frutas y vegetales locales. Entre
los días 17 y 20 de este mes, es decir, una semana después del escape tóxico, se consigue reunir la
documentación sobre la toxicidad del TCDD, los métodos para la detección de la dioxina y el mapa
detallado del área contaminada.

Además se mantienen contactos entre Roche y otras empresas que han sufrido accidentes con TCP
en el pasado para solicitar información sobre la dioxina y sus posibles efectos: Coalite (Gran
Bretaña), BASF (Alemania Occidental), Philips-Duphar (Holanda), Chemie Linz (Austria) y Dow
Chemicals (Estados Unidos).
Toda esta información junto con la recomendación de evacuar a la población se le hace llegar a las
autoridades sanitarias, que descartan asumir otro tipo de medidas que las ya emprendidas, entre
ellas el cierre oficial de la fábrica, el sellado del Edificio B, lugar donde se originó el escape de
Icmesa, el consumo de productos hortofrutícolas y el arresto de los directores técnicos y de
producción de la empresa, Herwig von Zwehl y Paolo Paoletti respectivamente, para evitar su fuga
del país.

No es hasta dos semanas después de la catástrofe cuando el gobierno italiano ordena finalmente la
evacuación de la población en toda la zona afectada, que es realojada en hoteles. El 25 de julio
comienza este éxodo entre las más estrictas medidas de control con el fin de evitar una mayor
dispersión de la dioxina; para entonces ya han muerto envenenados 3.300 animales pequeños.

Se elabora una zonificación del área contaminada,


dividiéndola en tres partes: la zona A es la
más contaminada con unos 50 µg/m2 (microgramos por
metro cuadrado), la zona B es la segunda más afectada
con 5 a 50 µg/m2, y la zona R, donde se hallan menos de
5 µg/m2. En la zona A, 736 personas resultaron
gravemente afectadas, en la zona B resultaron afectado s
en menor grado 4.613 habitantes y en la zona R, 30.774.

Las medidas sanitarias entran en funcionamiento a


principios de agosto. Toda la población afectada,
empezando por los evacuados, son sometidos a análisis
clínicos y tratamientos específicos que continuarían
durante los siguientes 15 ó 20 años.

A partir de aquí se crea la Comisión Cimmino con el objetivo de devolver a la zona afectada a su
estado primitivo empleando complicadas y costosas medidas de descontaminación.

Durante el año siguiente a la catástrofe se llegan a efectuar unos 7.000 análisis del suelo, con el
objetivo de comprobar la evolución del proceso de eliminación mecánica de la dioxina.

Este proceso de descontaminación consistió en descarnar con palas excavadoras entre 25 y 40 cms.
de superficie del terreno según la penetración máxima del TCDD en cada zona. En la zona A se
llegó a excavar hasta los 40 cms de profundidad y los materiales se fueron almacenando en dos
depósitos subterráneos especialmente diseñados y construidos en la zona A con capacidad para
85.000 y 160.000 m3, es decir, un total de 225.000 m3. Este método logró eliminar hasta el 90% de
la dioxina liberada por Icmesa.

Los edificios enclavados en las 110 hectáreas correspondientes a la zona A, la más gravemente
dañada, tuvieron que ser demolidos y sus escombros fueron arrojados a los depósitos construidos
para tal fin. Fuera de esta zona, 112 casas con sus correspondientes huertos y alrededores fueron
descontaminados empleando sofisticados equipos de succión de polvo y agua para los recintos
interiores y soluciones jabonosas especiales para el exterior.

La vegetación es arrancada y el agua contaminada se almacenaba en contenedores.

Todos estos trabajos culminan cuatro años después de aquel 10 de julio de 1976. En 1984 toda la
zona A presentaba el aspecto de un desierto, sin construcciones, sin vida animal, sin vegetación y
con toda la superficie removida. Por ello, dentro de las medidas de regeneración del territorio, se
determinó la creación de un parque donde la contaminación había tenido mayor impacto, llamado
Bosco delle Querce.

Bajó él se hallan enterrados los depósitos que contienen los 225.000 m3 de restos de suelo
contaminado por la dioxina, incluyendo los escombros de la fábrica y de otras edificaciones, más
los cadáveres de los 77.000 animales sacrificados. Los animales silvestres también han vuelto a
estas tierras.

Seveso en la actualidad

Actualmente el municipio de seveso cuenta con una población que tiene 20.000 habitantes; y su
mayor atractivo que es el turismo.

Una de las conclusiones más importantes de lo ocurrido en Seveso es el establecimiento de la


“Normatividad de Seveso”, decretada al poco tiempo después de ocurrido el accidente, que trajo
como consecuencia la normalización del estudio de este tipo de sustancias químicas, sus
implicaciones y afectaciones en la salud humana y el medio ambiente, estableciéndose además
protocolos de descontaminación de áreas contaminadas por incidentes químicos y de tratamiento de
personas afectadas por sustancias químicas peligrosas.
Conclusiones

Las operaciones de seguridad por parte de los directores de la compañía Icmesa S.p.A.y del
gobierno local fueron mal coordinadas, y hasta algún extremo, incompetentes. Se tardó una semana
en decir que la dioxina había sido emitida, y otra semana hasta que empezó la evacuación. Muy
pocos estudios científicos habían demostrado el peligro de la dioxina hasta el momento, y apenas
había regulaciones industriales. En la época del desastre, muchos científicos habían sostenido la
posibilidad de una verdadera y concreta “epidemia” en el área. Hoy día, algunas investigaciones
científicas dicen que el número de muertes por cáncer se ha mantenido relativamente en la misma
media de la Brianza (subregión de la provincia de Monza y Brianza, que incluye a Seveso). Tras el
accidente los entonces diez países miembros de la Comunidad Europea acordaron nuevas reglas de
seguridad para las plantas industriales que utilizaran elementos peligrosos en 1982, mediante la
llamada Directiva 82/501/EEC o "Directiva Seveso". Los efectos de la dioxina en el suelo persisten
todavía hoy.
Bibliografía

 http://www.revistavirtualpro.com/revista/accidentes-
industriales/16#sthash.JXlr6PFx.dpuf
 http://ec.europa.eu/environment/seveso/
 http://unabrevehistoria.blogspot.com/2008/05/el-desastre-de-seveso.html
 http://www.altonivel.com.mx/36690-arbol-de-decision-una-herramienta-para-decidir-
correctamente.html
 http://www.cyta.com.ar/biblioteca/bddoc/bdlibros/herramientas_calidad/d_afinidadmodelo.
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