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Textos clásicos

Los textos clásicos son las recopilaciones de escritos o antología de los diferentes,
filósofos, científicos, físicos de la historia. En los que se destacan los de Galileo y
Newton:
Sidereus nuncius (conocido como Mensajero sideral, y también bajo la acepción
de Mensaje sideral) es un tratado corto escrito por Galileo Galilei y publicado en
Venecia en marzo de 1610. Fue el primer tratado científico basado en
observaciones astronómicas realizadas con un telescopio. Contiene los resultados
de las observaciones iniciales de la Luna, las estrellas y las lunas de Júpiter. Su
publicación se considera el origen de la moderna astronomía y provocó el colapso
de la teoría geocéntrica.
En sus observaciones de la Luna Galileo observó que la línea que separa el día de
la noche (terminador) poseía irregularidades en las áreas brillantes siendo mucho
más suave en las zonas oscuras. De estas observaciones dedujo que las regiones
oscuras son planas y de poca altitud, mientras que las regiones brillantes estarían
cubiertas por irregularidades orográficas. A partir de la distancia de las montañas
iluminadas cerca del terminador estimó que su altura era cercana a los 6 km
contradiciendo la establecida cosmología aristotélica que afirmaba que los cielos
son perfectos y los cuerpos celestes esferas perfectas.
Observando las estrellas Galileo descubrió más de diez veces más estrellas con
su telescopio que con el ojo desnudo publicando cartas celestes del cinturón
de Orión y de las Pléyades. Cuando observó las estrellas nebulosas descritas en
el Almagesto de Ptolomeo descubrió que en vez de ser regiones nebulares
estaban formadas de multitud de estrellas indistinguibles al ojo humano. De este
hecho dedujo que las nebulosas y la propia Vía Láctea estaban formadas por
conjuntos de estrellas demasiado pequeñas y cercanas para ser identificadas
individualmente por el ojo desnudo.
Es sin embargo en la última parte del Sidereus nuncius en la que Galileo muestra
sus descubrimientos más importantes. Galileo informa de sus observaciones de
cuatro estrellas cercanas a Júpiter y de su movimiento alrededor del planeta. En la
época de la publicación de esta obra Galileo era profesor de matemáticas en la
Universidad de Padua. Con el objetivo de ganar el mecenazgo de Cosimo II
de Médici, cuarto Gran Duque de la Toscana, dedicó el Sidereus Nuncius a este
noble italiano nombrando los cuatro satélites de Júpiter como "Planetas
Mediceos". Hoy en día estos cuerpos se denominan satélites galileanos siendo
sus nombres individuales: Io, Europa, Calisto y Ganímedes.
Philosophiænaturalis principia mathematica (Latín: Principios matemáticos de la
filosofía natural), también conocido simplemente como Principia,1 publicado
por Isaac Newton el 5 de julio de 16871 Esta obra marcó un punto de inflexión en
la historia de la ciencia y es considerada, por muchos, como la obra científica más
importante de la Historia.
Su publicación se había demorado enormemente dado el temor de Newton a que
otros intentaran apropiarse de sus descubrimientos. Sin embargo Edmond
Halley presionó a Newton hasta que publicara, Newton se lo agradece en las
primeras páginas del libro. Los tres libros de esta obra contienen los fundamentos
de la física y la astronomía escritos en el lenguaje de la geometría pura. El Libro I
contiene el método de las "primeras y últimas razones" y, bajo la forma de notas
o escolios, se encuentra como anexo del Libro III la teoría de las fluxiones. Aunque
esta obra monumental le aportó un gran renombre, resulta un trabajo difícil de leer
en la actualidad dado el lenguaje y tono utilizados.
En el campo de la mecánica recopiló en su obra los hallazgos de Galileo y enunció
sus tres famosas leyes del movimiento. De ellas pudo deducir la fuerza gravitatoria
entre la Tierra y la Luna y demostrar que ésta es directamente proporcional al
producto de las masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia,
multiplicando este cociente por una constante llamada constante de gravitación
universal.
Fronteras y Perspectivas de Física

El conocimiento es fruto de la experiencia social, pero nunca se es consciente de


todos los acontecimientos simultáneos porque la percepción actúa a modo de
barrera. Con la física cuántica, sin embargo, empezamos a entender que la
realidad que observamos no tiene fronteras. Sólo existen probabilidades que
propician la construcción de nuevas realidades, que se concretan según la
voluntad del actor, el cual actúa como “atractor extraño” de dichas posibilidades.
Sin embargo, las valoraciones sociales actuales no dejan de responder a la ilusión
de que estamos viviendo un progreso lineal. Como consecuencia, se adopta una
concepción determinista y trágica del ser humano y de sus funciones sociales.
Luego nos sorprendemos de “la desidia y del conformismo existentes”.
El conocimiento es, pues, un producto fruto de la experiencia, gestada y nutrida
por todos, aunque no se tenga conciencia de ello, porque, aunque lo pretendamos,
nunca se es consciente de todos los acontecimientos simultáneos en los que
estamos involucrados. En este contexto, también, hemos de enunciar aspectos
que ayuden a encontrar una comprensión mayor, para acabar con la percepción
falsa de límites, separaciones, divisiones o fronteras.
Llegar a comprender la verdadera naturaleza del ser humano y de su entorno
supone adentrarnos, a través de la maraña densa que la historia, interpretada por
la ciencia, la filosofía y las religiones, ha construido sobre aquella.

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