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DISOLUCIÓN DE SOCIEDADES MERCANTILES

Rama del Derecho: Derecho Comercial. Descriptor: Sociedades Mercantiles.

Palabras Claves: Sociedad, Sociedad Mercantil, Sociedad Anónima, Sociedad de Responsabilidad


Limitada, Sociedad En Comandita, Sociedad en Nombre Colectivo, Disolución de Sociedades.
Sala Primera Sentencias 48-1994, 264-2008, 811-2012; Tribunal Primero Civil Sentencia 423-2010;
Tribunal Agrario Sentencia 733-2006 y Tribunal de Apelación de Sentencia Penal II Circuito
Judicial de San José Sentencia 2898-2013.

Fuentes de Información: Normativa, Doctrina y Jurisprudencia. Fecha: 03/08/2016.

Contenido

RESUMEN ...................................................................................................................................2

NORMATIVA ............................................................................................................................. 2
Disolución de Sociedades ................................................................................................ 2

DOCTRINA .................................................................................................................................3
Disolución de la Sociedad ................................................................................................ 3

JURISPRUDENCIA ....................................................................................................................5
1. Causas de Disolución de la Sociedad y Venta de los Bienes de la
Sociedad .................................................................................................................................5
2. Disolución de la Sociedad por Vencimiento del Plazo y Representación
de la Sociedad ................................................................................................................... 12
3. Efectos de las Causales de la Disolución de la Sociedad ............................ 12
4. Personalidad Jurídica de la Sociedad en Causal de Disolución ............... 14
5. El Inciso B del Artículo 201 del Código de Comercio: Sobre las Causales
de Disolución de la Sociedad ....................................................................................... 16
6. Artículo 202 del Código de Comercio ............................................................... 18

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RESUMEN

El presente informe de investigación recopila doctrina y jurisprudencia sobre la


Disolución de las Sociedades Mercantiles, considerando los supuestos normativos de
los artículos 201 a 208 del Código de Comercio.

NORMATIVA

Disolución de Sociedades
[Código de Comercio]i

Artículo 201. Las sociedades se disuelven por cualquiera de las siguientes causas:

a) El vencimiento del plazo señalado en la escritura social;

b) La imposibilidad de realizar el objeto que persigue la sociedad, o la consumación del


mismo;

c) La pérdida definitiva del cincuenta por ciento del capital social, salvo que los socios
repongan dicho capital o convengan en disminuirlo proporcionalmente; y

d) El acuerdo de los socios.

Artículo 202. El hecho de que todas las acciones de una sociedad anónima lleguen a
pertenecer a una sola persona, no es causa de disolución de la sociedad.

Artículo 203. La sociedad en nombre colectivo se disolverá por la muerte de uno de los
socios, salvo el caso de que la escritura social disponga que continúe con los
supervivientes o con los herederos. Igual regla se aplicará a los socios comanditados,
en las sociedades de este tipo.

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Artículo 204. La exclusión o retiro de un socio colectivo o comanditado no es causa de
disolución, salvo que ello se hubiere pactado de un modo expreso.

Artículo 205. En las sociedades de responsabilidad limitada, es válida la cláusula que


establezca la disolución por muerte, exclusión o retiro de uno de los socios.

Artículo 206. En el caso del inciso a) del artículo 201, la disolución de la sociedad se
realizará por el solo vencimiento del plazo fijado en la escritura.

En los demás casos, deberá inscribirse en el Registro Mercantil el acuerdo de


disolución o la declaración hecha por la sociedad de que se ha producido una de las
causas de disolución.

Artículo 207. El aviso de haberse disuelto la sociedad se publicará una vez en "La
Gaceta". Dentro de los treinta días siguientes a esta publicación, cualquier interesado
podrá oponerse judicialmente a la disolución, que no se base en causa legal o pactada.

Artículo 208. Los administradores será solidariamente responsables de las operaciones


que efectúen con posterioridad al vencimiento del plazo de la sociedad, al acuerdo de
disolución o a la declaración de haberse producido alguna de las causas de disolución.

DOCTRINA

Disolución de la Sociedad
[Arroyo Chacón, J.I.]ii

[P. 51] La disolución es un proceso previo a la liquidación, que se refiere a las causas
por las cuales se puede cerrar una sociedad y que esta “muera” como persona jurídica.

La disolución y sus causales se encuentran en el numeral 201 del Código de Comercio,


que señala:

Artículo 201. Las sociedades se disuelven por cualquiera de las siguientes causas:

a) El vencimiento del plazo señalado en la escritura social;

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b) La imposibilidad de realizar el objeto que persigue la sociedad, o la consumación del
mismo;

c) La pérdida definitiva del cincuenta por ciento del capital social, salvo que los socios
repongan dicho capital o convengan en disminuirlo proporcionalmente; y

[P. 52] d) El acuerdo de los socios. (Asamblea Legislativa, Ley N° 3294 denominada
Código de Comercio)

En síntesis, la disolución es una etapa previa a la liquidación, porque se refiere a los


motivos por los que se puede eliminar una sociedad, los cuales pueden explicarse de la
siguiente manera:

a. Expiración del plazo estipulado en el contrato social: El Código de Comercio exige


que toda escritura de constitución de una sociedad señale desde su fundación su plazo
de duración, y si existe la posibilidad de prorrogarse o no. De tal manera que cuando
se cumple el plazo establecido en dicha escritura de constitución, se considera que la
sociedad se debe disolver, salvo que las partes hayan pactado la posibilidad de
prórrogas y en ese caso, antes de que ocurra el acaecimiento del plazo social, las
partes deberán acordar el incremento del plazo social. Nótese que al haberse
publicado el plazo del contrato social en la escritura de constitución, no es necesario
realizar trámite alguno en el momento de disolver la sociedad por esta causa, ya que
los terceros involucrados con la empresa ya han sido enterados del plazo máximo que
esta duraría.

b. Cumplimiento del objetivo o imposibilidad de realizarlo: Esta causal se refiere a dos


supuestos: a. cumplir con el objetivo para el cual fue constituida la sociedad y b. que
existan motivos que hagan imposible el cumplimiento de este objetivo.

El primer caso versa sobre aquellas empresas que tienen un objetivo específico en el
momento de constituirse, sea la ejecución de un proyecto, la construcción de alguna
obra o la realización de una tarea en particular, de tal maneraque en el momento de
que se realiza el proyecto, se materializa el objetivo de la empresa, por lo que no
existe necesidad de que la sociedad continúe operando.

El segundo caso es cuando se produce alguna causal sobreviniente que impide que se
cumpla el objetivo para el cual se constituyó la sociedad, tanto si la actividad ya no es
materialmente posible de realizar por causas físicas, o bien que se haya emitido una
ley posterior que lo haya prohibido y, por lo tanto, sea legalmente imposible cumplir
con el objetivo de la empresa. Esto conlleva la disolución de la sociedad, pues no tiene
sentido tener una sociedad que está imposibilitada de cumplir con su objetivo.

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c. Cuando las pérdidas consumen la mitad del capital social: Esta causal se encuentra
muy vinculada con las finanzas de la empresa y con la materia contable, y se le
denomina también “quiebra técnica”, ya que para determinar si una empresa se

[P. 53] encuentra en dicha causal, es necesario la elaboración de los estados


financieros, pues en estos se determina si hay pérdidas o ganancias en el giro
comercial de la empresa, y en caso de que se dé una pérdida, si esta ha consumido el
50% del capital social.

d. Voluntad de los socios: Los socios, en el libre ejercicio de su voluntad, deciden


disolver la sociedad antes del plazo previsto y sin que incurran en ninguna de las otras
causales previstas en este mismo artículo. En este caso, los socios deben estar de
acuerdo y así plasmarlo en un documento, el cual debe ser inscrito en el Registro
Mercantil a fin de informar a los terceros involucrados con la empresa, de la decisión
de liquidarla que han tomado los socios.

Una vez que se incurre en alguna de las causales de disolución, se procede a iniciar el
proceso de liquidación de la empresa.

JURISPRUDENCIA

1. Causas de Disolución de la Sociedad y Venta de los Bienes de la


Sociedad

[Tribunal de Apelación de Sentencia Penal, II Circuito Judicial de San José]iii


Voto de mayoría:

“II. El reclamo es improcedente. La impugnante ha establecido una serie de alegatos


contra la sentencia, que demuestran su inconformidad con la forma en la cual se
resolvió el caso, y no razones que denoten falta de fundamentación o inobservancia o
errónea aplicación de leyes civiles y penales. Para una mejor comprensión, se ha
dividido el recurso en diez puntos propuestos por la impugnante como defectos en
sentencia.

Primero: La licenciada Navas Montero aduce que no es cierto que el valor de la


propiedad que aportó la imputada fuera de treinta y cinco mil dólares, sino que lo era
de ocho mil dólares, tal y como fue adquirida por su patrocinado en escritura pública, y
aportada a la sociedad en cuestión. Véase que este reclamo no es relevante para la
demostración de los hechos que se acusaron como constitutivos del delito de
administración fraudulenta. Ello por cuanto el valor de la finca tendría relevancia en la
determinación del daño a resarcir, si hubiera existido una declaratoria positiva de la

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acción civil resarcitoria, mas en este caso, no ocurrió. En realidad, el valor del bien, en
este caso, no es relevante, pues lo que debía demostrarse era si la conducta
desplegada por la encausada le podía ser atribuida a título de autora del delito de
administración fraudulenta, situación que, como se verá, no pudo ser demostrada con
certeza por el querellante.

Segundo: La impugnante considera que el traspaso que hace la imputada de la finca


perteneciente a la sociedad Trente - Ha S.A. hacia Manzanillo Mar y Sol S.A. configura
el delito de administración fraudulenta, pues existió una componenda entre ambos
representantes de las sociedades para despojar al ofendido del bien. Sin embargo,
para lograr determinar que dicho traspaso era fraudulento, no sólo se requiere tener
por cierta su existencia, sino que debían demostrarse circunstancias que no se
lograron probar. En este punto, es importante señalar las razones por las que el a quo
absolvió a la encausada por el delito querellado: 1) Indicó a partir del folio 703, que
existe un problema de imputación de hechos, en el tanto la querella que proponía el
cuadro fáctico a ser discutido en el debate, no contempló las acciones que forman
parte del delito de administración fraudulenta. Al respecto, dijo el Tribunal: "...a (sic)
criterio del tribunal los hechos descritos en la totalidad de la Querella y en especial los
hechos 10 y 18, no es posible afirmar con el grado de certeza requerido que la
imputada teniendo a su cargo la administración de bienes ajenos, hubiere retenido u
ocultado valores (representados por el inmueble a nombre de la sociedad) en perjuicio
del ofendido C, ya que lo que describe la conducta señalada en estos hechos, es
propiamente un traspaso ficticio del único bien de la sociedad mediante uso indebido
de poder, provocando que ésta sociedad fuere liquidada de hecho en perjuicio del señor
C. Y es que a criterio de estos juzgadores los elementos típicos del delito que se le
pretendía imputar a la encartada no están presente en la descripción del hecho
atribuido en la Querella, es decir se indica que existió un traspaso ficticio, mediante
acciones ilícitas tales como uso indebido de poder y que culminó con la liquidación de la
sociedad en perjuicio del señor querellante C, sin que se extraigan de dicha descripción
de hechos de la Querella las exigencias objetivos (sic) del tipo penal descrito en el
artículo 222 del Código Penal que implica que la encartada M como encargada del
cuido y administración de bienes ajenos perjudique a su titular al ocultar o retener
bienes ajenos.(principio de correlaciónòn (sic) entre acusaciónòn (sic) y sentencia)
Mediante la prueba documental admitida existe certeza sobre la escritura otorgada
por la señora M el día 24 de febrero de 2004 y mediante la cual traspasó la finca del
Partido de Limón folio real número […] propiedad de Trente ha Sociedad Anónima, a la
sociedad Manzanillo Mar y Sol sociedad anónima; sin embargo las demás
circunstancias descrita en la Querella tales como el uso indebido o abuso de poder no
se adecuan a las exigencias del tipo penal, ya que la imputada gozaba del poder
requerido para realizar el traspaso cuestionado, de ahí que las definiciones de abuso de
poder o uso indebido del mismo son términos imprecisos, no descritos como elementos

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del tipo penal, y cuyos alcances deberá establecerse en la vía civil, donde podrìa
eventualmente determinarse la existencia de un uso abusivo o indebido de poder,
circunstancia que al menos en esta vía se descarta debido a las facultades de
apoderado generalísima sin límite de suma que ostenta aún hoy la imputada." (cfr.
folio 703). Como se constata, el a quo determina que la querella no imputa las
acciones comprendidas en el artículo 222 del Código Penal. Esta Cámara considera
válido el argumento, pues aunque se cuenta con una extensa relación fáctica en la
querella planteada por la parte ofendida, sólo los hechos diez y dieciocho refieren una
posible conducta ilícita, pero ellos indican: "que la señora M mediante gestiones
ilícitas y a espaldas del señor C, logra sacar el único bien de la sociedad para
traspasarlo a otra sociedad que actuó en colusión con ella para liquidar a la
sociedad, despojando a la sociedad de su único bien. Por su parte el hecho 18 de la
Querella establece que el día 24 de febrero de 2004 ante la notaria de L., la querellada
compareció mediante uso indebido de poder y de su posición dentro de la empresa y
logró traspasar el único bien inmueble base del proyecto social. La finca ésta inscrita
en al Partido de Limón bajo el folio real número […] y fue traspasada mediante venta
ficticia a favor de Manzanillo Mar y Sol S.A. causándole un menoscabo de
patrimonio, circunstancia que ha significado la liquidación total de la sociedad." (cfr.
folio 703. La negrita pertenece al original). Todo esto se agrava, cuando se observa que
en el presente asunto, quien concurrió en la escritura donde la imputada traspasó el
bien en discusión, no fue querellado, haciendo imposible determinar si hubo o no
colusión entre la imputada y el adquirente (O, ver folio 78 y 79 del Legajo de Acción
Civil Resarcitoria), para realizar la "venta ficticia" de la que se acusa a la justiciable. Es
importante agregar, que según el Pacto Constitutivo de la Sociedad Trente - Ha S.A., de
acuerdo con la querella planteada, para disolver la sociedad, se tendría que hacer de
acuerdo con el artículo 201 del Código de Comercio, el cual indica: "Las sociedades se
disuelven por cualquiera de las siguientes causas: a) El vencimiento del plazo señalado
en la escritura social; b) La imposibilidad de realizar el objeto que persigue la sociedad,
o la consumación del mismo; c) La pérdida definitiva del cincuenta por ciento del
capital social, salvo que los socios repongan dicho capital o convengan en disminuirlo
proporcionalmente; y d) El acuerdo de los socios.". Según este artículo, así como el
procedimiento establecido por el Código de Comercio, las sociedades no se disuelven
por la venta de sus bienes, sino que debe seguirse un procedimiento, el cual no fue
realizado por la imputada para ello, pues no era necesario de acuerdo con la
legislación mercantil. El bien inmueble no era parte del capital social, por disposición
de ley (ver artículo 102 del Código de Comercio), pues éste está compuesto por las
acciones de los socios, y el hecho de que todas ellas pertenecieran a uno de ellos –en
este caso sólo a M- no implica disolución de la sociedad, así como tampoco lo es la
venta del único bien de ésta. En consecuencia, no se puede determinar que el traspaso
que hizo la señora M como apoderada de la sociedad en mención, haya significado la
liquidación de la sociedad. Por estas razones, es acertado el criterio del a quo, en el

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tanto tuvo por no acusadas las acciones contenidas en el numeral 222 del Código
Penal, resultando omisa la querella respecto a las acciones que lo configuran. […] 3) En
cuanto al elemento subjetivo del tipo penal, argumento que es el más fuerte respecto
a la razón por la que es absuelta la encartada, indicó el Tribunal de juicio: "... es criterio
del tribunal que tampoco se dan los supuestos que permitan comprobar que la
voluntad de la señora M fuere despojar, a espalda del ofendido, del inmueble a la
sociedad Trente ha S.A., ya que conforme a la prueba documental aportada visible a
folio 148 del legajo de acción civil resarcitoria y 50 del legajo principal, existe un
acuerdo privado suscrito entre la imputada y el señor C en donde ambos acuerdan el
día primero de setiembre de 1999, mismo día en que la sociedad Trenteha S.A.
adquiere el inmueble ya indicado, documento en donde el señor C de manera
voluntaria según su propio dicho, convino en realizar aportes al capital social
consistentes en la venta de diez lotes en el proyecto urbanístico que se iba a desarrollar
en el inmueble descrito de la Provincia de Limón, así como el pago de ocho mil
setecientos cincuenta dólares por año, para un plazo total de dos años, término dentro
del cual en caso de que el proyecto no se desarrollara el ofendido dispone
expresamente que devuelve el cincuenta por ciento de las acciones que le corresponden
en la sociedad Trenteha S.A., y en cuyo caso la señora M quedaría como socia de la
totalidad de las acciones y del inmueble mismo. El conocimiento que tenía la señora M
sobre la existencia de ese pacto entre ella y su socio accionista hasta ese momento,
viene a excluir la intención dolosa exigida por el tipo penal, debido a esa cláusula
establecida y conocida por las parte (sic) en caso de que el ofendido incumpliere lo
acordado, y ello permite asegurar que la imputada al momento de traspasar el
inmueble a Manzanillo Mar Y Sol S.A. lo hacía bajo la creencia de que ella era la única
socia de la sociedad Trenteha S.A., y única dueña del inmueble descrito. En ese sentido
véase las declaraciones de la imputada M quién refirió al respecto “…al terminar de
pagarle a C la acción de compra y venta, ya en la oficina de la abogada, el señor C dijo
que él quería firmar pero le dijo que no si no firmaba documento donde decía que si él
no pagaba yo no perdía la inversión , la abogada redacto documento, lo leímos él
estuvo de acuerdo y los dos firmamos, y que dice que si en dos años no desarrollaban el
proyecto las acciones y la propiedad quedaban a mi nombre…”. En igual sentido la
declaración del señor C al momento en que se le pide reconozca su firma a folio 148 del
Legajo de Acción Civil Resarcitoria es claro al establecer que “…En ese documento se
estableció un plazo para desarrollar el proyecto, ahí juzgue mal el tiempo por los
tiempos costarricenses, y si no cumplía debería devolver las partes que tenía en la
sociedad a pesar de haber suscrito las acciones,…”. Estas afirmaciones permiten
afirmar que la imputada M al momento de realizar el traspaso del inmueble lo hace
bajo la creencia de que esa es su propiedad, y como tal podía disponer de la misma por
cuanto tanto las acciones de Trenteha S.A. como el inmueble según documento firmado
por las parte le pertenecen ante el incumplimiento de los compromisos adquiridos
mediante ese convenio. Ese contrato privado suscrito entre las parte (sic), al día de hoy

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tiene plena validez jurídica, ya que su contenido no solo fue reconocido por las partes,
sino que a la fecha su valor jurídico no ha sido cuestionado en la vía correspondiente,
por lo que los alcances jurídicos de dicho convenio suscrito entre partes, debe atenerse
a lo de manera literal indica el documento. Inclusive véase que según la versión de la
imputada M y el ofendido (que en términos generales son coincidentes) una vez
transcurrido el plazo establecido entre las parte, la imputada M por iniciativa propia,
trata de comunicarse con el ofendido y le propone arreglos para finiquitar la relación
societaria, tales como darle una parte del terreno perteneciente al inmueble suscrito a
nombre de Trenteha S.A, circunstancias que evidencian un ánimo de no perjudicar al
señor C, sin embargo transcurridos más de tres años después de la adquisición del
inmueble y ante la ausencia de respuesta de C es que ella decide vender el inmueble.
Una vez vencido el plazo, la imputada se asesora con varios abogados quienes le
recomienda (sic) realizar una inspección en el lugar (el inmueble), al comprobarse la
inexistencia de obras urbanísticas en el lugar, la imputada decide vender el inmueble.
Lo anterior se extraer (sic) de la declaración rendida por la imputada ante el tribunal al
indicar lo siguiente “…del 99 al 2004 pasaron años y el proyecto no avanzaba, mi hijo el
que estudia recursos naturales fallece, yo en una ocasión que vine le deje al señor C que
vendiera el bien, yo le mande a decir que le daba 5 hectáreas, pero que yo no quería
nada del bien, en eso yo le consultó a unos abogados y ellos me dijeron que hiciera
inspección de la zona, y quién la realizó me dijo que la zona estaba intacta, que no se
había desarrollado… el señor C venía a ver otros proyectos, y él no pertenecía a ningún
colegio profesional, lo que pienso es que quiere obtener un beneficio de algo que él
nunca invirtió, yo vengo de una familia humilde y quiero limpiar la memoria de mi hijo,
no quiero que nos quieren (sic) robar patrimonio de la sociedad. A las preguntas del
defensor indica: a S le pedí que leyera el documento que firme con C, también le
pregunte al abogado Luis Amón, además ya había pasado tres o cuatro años y ellos me
recomendaron mandar a hacer Inspección en el lugar, la licenciada Saénz fue quién
hizo la inspección, y lo que ella dice es lo que está ahí en el documento”. Esa versión
que da la imputada así como la del propio ofendido quién reconoce haber firmado el
convenio entre partes donde renuncia como accionista, y además reconoce de los
posteriores ofrecimientos a iniciativa de la propia imputada permite establece la
ausencia de dolo en la imputada al realizar la acción que se le atribuye como
fraudulenta." (cfr. folio 704 a 705 del legajo principal). Este argumento resulta más que
válido para descartar la responsabilidad que se le imputaba a la señora M. Véase que
el a quo tuvo por cierto que no se configuraba la tipicidad de la conducta por ausencia
de aspectos subjetivos del dolo. Tiene por no probado el Tribunal que la encartada
tuviera conocimiento y voluntad de cometer el delito de administración fraudulenta
con base en los siguientes argumentos: a. la imputada actuó amparada al contrato
privado entre partes que se encuentra en el folio 143 del legajo de acción civil
resarcitoria, lo que, según el ofendido y la imputada, fue un acto absolutamente
voluntario, en el que se establecían compromisos mutuos, y al haber incumplido el

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señor C, la encausada consideró que el contrato era ejecutable y que todas las
acciones le pertenecían, como en derecho corresponde; b. la señora M, previa asesoría
jurídica, hace una inspección en el inmueble, logrando observar que no existe nada
que indique que el proyecto de urbanización inició, hecho que se consignó en un acta
notarial y se ubica en el folio 148, corroborándose con ello el incumplimiento del
ofendido; c. la imputada y el ofendido intercambiaron comunicación, en la cual la
primera le hacía ver al segundo sus intenciones, no obteniendo por parte del señor C
una respuesta satisfactoria. Todo lo anterior hace concluir a los juzgadores, que no
existe dolo de parte de la justiciable para configurar algún tipo de defraudación en
perjuicio del señor C o, la sociedad que ambos representaban. 4) Luego que el Tribunal
establece la inexistencia de tipicidad, agrega que tampoco existe antijuridicidad de la
conducta, lo cual es un argumento que abunda, pues ante la falta de configuración de
la tipicidad, no puede continuarse con el examen del siguiente elemento, como lo hace
el a quo, y por ello, esta Cámara no entra a analizarlo, teniendo como válido el examen
que se hace de atipicidad por ausencia de los elementos subjetivos del tipo, según se
dijo líneas atrás. En conclusión, debe decirse que todo esto hace imposible tener por
configurado el delito de administración fraudulenta, tal y como lo pretende la
impugnante, sólo por el hecho de haber vendido el bien que pertenecía a la sociedad
Trente-Ha S.A..[…]

Cuarto: Sobre la validez del contrato privado que se dio entre partes, y si éste fue
omiso o no, así como la falta de determinación de plazos de cumplimiento y otros
reclamos que contra él formula la parte querellante, esta Cámara considera que no
lleva razón. Véase que el contrato privado, aunque fue muy laxo (ver folio 143 del
legajo de Acción Civil Resarcitoria) sí estableció plazos de cumplimiento y
consecuencias. Dicho documento, tal y como lo afirmó el mismo Tribunal, nunca fue
argüido de falso, ni se acudió a la jurisdicción civil –la cual es competente para
determinar su invalidez- para que se declarara su ineficacia. Esta sede no podría
establecer que dicho contrato privado entre partes es nulo, o falso, pues ese tema no
fue objeto del contradictorio, ya que lo que se persiguió durante la investigación y el
debate, fue determinar si la señora M, al vender el inmueble en discusión, afectó o no
a la sociedad y al señor C y si esa conducta configuraba el delito de administración
fraudulenta. Debe agregarse que en materia de contratos, rige el principio pacta sunt
servanda lo que implica que todo lo que las partes acuerden, siempre y cuando se
cumpla con lo estipulado en el artículo 627 del Código Civil, es ley entre ellas (1022,
1023 y 1025 del Código Civil). En el presente caso, el señor C y la señora M acordaron
voluntariamente (al menos así se puede presumir con base en los artículos 1008 y
1009 del Código Civil), mediante un contrato privado, una serie de circunstancias, las
cuales debían ser consideradas obligatorias para ambos, por el principio indicado, y
ellas sólo podían ser obviadas por las partes contratantes si existían motivos de
nulidad (artículos 835, 836, 1015 y 1017 del Código Civil) o el contrato era rescindido

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por la autoridad jurisdiccional, todo lo cual no ocurrió en el presente asunto, tal y
como lo indicó el a quo a folio 704 vuelto. Es por esta razón que esta Cámara no puede
restarle validez a dicho acuerdo privado entre imputada y ofendido y,
consecuentemente, el reclamo de la impugnante es improcedente.

Quinto: La recurrente considera que el bien fue traspasado a espaldas del otro socio,
no hubo aumento en el capital social por el aporte del bien inmueble, ni era factible la
ejecución de pleno derecho del contrato privado sin la realización de una asamblea de
socios. En realidad, es cierto que el bien en discusión no fuera parte del capital social,
pues éste, por ley, no podría serlo, ya que el primero está constituido por acciones. Sin
embargo, el contrato privado no requería ser ejecutado en asamblea de socios, pues
como lo afirma la impugnante, era una obligación contraída entre el señor C y la
señora M con el fin de urbanizar el bien inmueble, y lo suscribieron a título personal,
no como representantes de la sociedad Trente-Ha S.A.. Ahora bien, la imputada tuvo
por traspasadas las acciones del ofendido a ella luego de transcurrido más de cuatro
años desde que suscribieron el contrato privado y no había sido urbanizada la finca de
la sociedad, plazo que supera casi el doble del que se había pactado entre ambos para
la entrega del dinero y de parte de las obras que se iban a construir en el lote en
discusión, y que, además por haber sido suscrito por personas físicas y no por la
persona jurídica Trente-Ha S.A., no debía ser puesto en conocimiento de la "Asamblea
de socios" como lo reclama la impugnante. Considera la querellante que se requería
reunir a los socios para la venta del inmueble, pero ello no es un requisito que impone
el Código de Comercio o que fuera estipulado en el Pacto Constitutivo de la Sociedad
Trente –Ha S.A.. Además de esto, si el contrato entre partes es válido, como se dijo
líneas atrás, todo parece indicar que la encartada era la única socia, pues tenía la
totalidad de las acciones, y no se requería efectuar una asamblea para decidir sobre
algún punto en específico, ni la recurrente aclara en qué condición pretende reclamar
la presencia de su patrocinado, si el contrato privado en el cual él traspasaba sus
acciones a la señora M no había sido declarado ineficaz. Finalmente, tampoco se
puede decir que la venta se hizo a espaldas de un socio, porque el señor C no tenía esa
condición para cuando se hace el traspaso, al haber decidido él mismo en el contrato
privado trasladar sus acciones a la señora M si no cumplía en el plazo de esta
obligación. Es por todo esto que resulta improcedente el reclamo.

Sexto: En cuanto a que la señora M no podía disponer del bien por ser parte del haber
social y estar vinculado con un proyecto, esta Cámara considera que no lleva razón la
impugnante. Líneas atrás se dijo que, de acuerdo con el mismo contrato privado que la
querellante menciona, se tuvo por traspasado el dominio de las acciones de la
sociedad en mención, y con ello se excluyó al señor C como socio de Trente –Ha S.A.,
por lo que la disposición patrimonial que hizo la imputada sobre el bien de esta
sociedad, no lo fue como dueña del bien, sino como apoderada de la sociedad y única
socia de ésta. Es por esta razón que el Tribunal de juicio excluyó la existencia de dolo,

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debido a que la señora M hizo el traspaso amparada al conocimiento de que lo hacía
en esta condición y no como co-dueña del bien, y por ello, tampoco procede este
extremo del reclamo.”

2. Disolución de la Sociedad por Vencimiento del Plazo y Representación de


la Sociedad

[Tribunal Primero Civil]iv


Voto de mayoría

“En el auto recurrido se rechaza la solicitud, promovida por la parte actora, de


nombrar representante a la sociedad demandada. Para el Juzgado, la gestión es
improcedente por tratarse de una persona jurídica con plazo vencido y, por ende,
remite a la ejecutante a la vía respectiva. Al denegar la revocatoria a folio 16, indica
que debe acudir al contencioso administrativo. De ese pronunciamiento protesta la
actora, quien dice que en otras oportunidades le han resuelto en forma favorable.
Además, añade, lo pedido es el nombramiento de un representante ad litem y no un
liquidador. No lleva razón. En primer lugar, por medio del recurso, no es posible
analizar la bondad de decisiones tomadas en otros expedientes. La competencia
funcional del tribunal se limita a lo resuelto en este asunto. Confunde la apelante el
procedimiento de nombrar curador con la sucesión procesal. El primero de ellos está
previsto en el ordinal 266 del Código Procesal Civil, bajo el supuesto que la persona
jurídica se encuentra sin representante. Ese precepto no incluye la situación de
sociedades con plazo social vencido, pues para ello se debe acudir a la sucesión
procesal del ordinal 113 de ese cuerpo de leyes. El párrafo 2º dice: “Disuelta una
sociedad que sea parte en un proceso, éste continuará con el liquidador.” Carece de
importancia si es un proceso iniciado o nuevo, basta con que la sociedad sea parte. A
tenor del inciso a) del artículo 201 del Código de Comercio, el vencimiento del plazo
señalado en la escritura social es causa de disolución. En consecuencia, la
representación recae en el liquidador y no en un curador procesal. La apelante, como
acreedora, está legitimada para solicitar el nombramiento del liquidador. La situación
es similar a la muerte de una persona física, en cuyo caso la actora está legitimada
para abrir el sucesorio y obtener la designación de un albacea. Por lo expuesto, sin más
consideraciones por innecesario, se confirma la resolución impugnada.”

3. Efectos de las Causales de la Disolución de la Sociedad

[Sala Primera]v
Voto de mayoría

“VI. En cuanto a su agravio no lleva razón la parte actora-reconvenida. El principio de


publicidad registral hace referencia a que los ciudadanos no pueden ignorar los actos

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inscritos en el Registro Nacional, precisamente porque constan en un asiento público,
cuyo fin es darles certeza y publicidad. Referente al numeral 456 del Código Civil, ya
esta Sala ha analizado, en sentencia no. 162 de las 8 horas 15 minutos del 16 de
febrero de 2001 que “l a norma transcrita se fundamenta, y a su vez acuña, una serie
de principios esenciales e inherentes al sistema registral, dentro de los que destacan la
publicidad y la seguridad jurídica. Es bien sabido que el Registro Público desempeña
una función de vital importancia en el desarrollo nacional, pues brinda al público, la
información precisa y necesaria sobre la propiedad de bienes muebles e inmuebles,
créditos y negociaciones inscribibles, e incluso acuerdos relacionados con los sujetos
actuantes en la actividad registral. Es éste, sin duda alguna, un pilar fundamental para
el desarrollo económico del país, en cuanto informa y asegura la propiedad, posesión,
garantía y crédito de los bienes en general, consignando con claridad los derechos y
deberes de los diferentes partícipes de la actividad jurídico- económica del país. En este
sentido, la publicidad opera no solo como instrumento para el libre acceso de quienes
requieran cualquier información al respecto, sino además, como factor que
proporciona datos veraces de lo que ha sido presentado, anotado o inscrito en dicha
dependencia.” La constitución de las sociedades, así como sus modificaciones, deben
ser registradas en la dependencia estatal correspondiente, no se puede alegar falta de
conocimiento de una circunstancia que se encuentra sujeta al principio de publicidad
registral. Por ello, no puede la actora aducir que adquirió el inmueble litigioso de
buena fe, si el plazo por el cual se había constituido esa sociedad ya había expirado, y
así constaba en el Registro respectivo. La expiración del plazo es una de las causales de
disolución de las sociedades, de conformidad con el artículo 201 inciso a) del Código de
Comercio, a su vez, de conformidad con el artículo 206 del mismo cuerpo legal, “En el
caso del inciso a) del artículo 201, la disolución de la sociedad se realizará por el solo
vencimiento del plazo fijado en la escritura.”, lo que significa que no puede obviarse tal
expiración si consta en el pacto social el plazo. A su vez ese numeral dispone de
seguido: “en los demás casos, deberá inscribirse en el Registro Mercantil el acuerdo de
disolución o la aclaración hecha por la sociedad de que se ha producido una de las
causas de disolución”. Si bien es cierto la disolución de las sociedades permite que
conserven su existencia jurídica, ello está limitado a la realización de los actos de
liquidación los cuales son específicos, consistentes en las operaciones posteriores a la
liquidación que incluyen entre otras, pagar los pasivos y distribución de bienes
remanentes entre los socios, no abarcando la actuación que se dio en el caso de
estudio. Es menester indicar que, al momento de realizar un acto notarial, la capacidad
de una persona, ya sea, natural o jurídica, necesariamente debe ser revisada. En razón
de lo anterior, no se puede estimar la falta de conocimiento sobre la extinción del
plazo social, hecho sujeto a la publicidad registral, como remedio de un defecto como
el de estudio, que acarrea nulidad absoluta de la compraventa. Por otra parte, los
hermanos Gerardo y Bernardo Abath ambos Izaba Díaz, en el año de 1978 poseían la
finca no. 8418-000, la cual a ese momento era propiedad del padre de ambos

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hermanos Izaba Díaz. El hermano de la demandada, Isidro Gutiérrez Calvo, junto con
Bernardo Abath Izaba Díaz, efectuaron un negocio, mediante el cual el primero dio un
restaurante al segundo, y éste a cambio le cedió la mitad del terreno que poseía junto
con Gerardo Izaba Díaz, cónyuge de la demandada. Posteriormente, en 1978, Isidoro,
el hermano de Rafaela Gutiérrez, autorizó a esta y a su esposo, a poseer esa parte del
fundo; consecuentemente, lo hicieron en la totalidad del predio en cuestión. Al año
siguiente, el padre de los hermanos Izaba Díaz vendió la finca madre no. 5-8418-000 a
la sociedad Izaba Hermanos Díaz Sociedad de Responsabilidad Limitada. Años después,
Santos, uno de los hermanos Izaba Díaz apercibe a la demandada de que ese fundo no
le pertenece a ella, y que lo reclamaría. Posteriormente, se efectúa la segregación y
venta de una parte de esa finca a Ignacia Izaba Díaz. De todo lo anterior, se colige que
la accionada estaba poseyendo el predio litigioso cuando se lleva a cabo el negocio de
enajenación del bien; lo que no supone por sí mala fe, máxime el vínculo familiar
existente en torno a dicho inmueble y al motivo por el cual la accionada lo venía
poseyendo. Sin embargo, al momento cuando la nueva propietaria pretende entrar en
posesión, la accionada se lo impidió; y por ello fue demandada en este proceso. Esta se
opuso al contestar la demanda, y a la vez, contrademandó, impugnando el contrato de
compraventa citado porque adujo se había realizado sobre un inmueble que está
poseyendo y donde ha desarrollado su empresa ganadera. Independientemente del
título por el cual se encontraba en el predio, estaba en esa finca, y al estimar que le
podía afectar, solicitó su nulidad con base en los hechos y fundamentos de derecho
que expuso, precisamente a fin de combatir la legitimación y el derecho de la parte
contraria. Con lo cual, así como lo expresa el Tribunal, la posesión realizada por varios
años se puede tutelar tanto en la vía sumaria como en la ordinaria. Tratándose en este
caso de una compraventa absolutamente nula, realizada entre la actora e Izaba Díaz
Hermanos Sociedad de Responsabilidad Limitada, la demandada posee legitimación
para hacer tal petición, pues del resultado dependía su permanencia en el sitio,
aunque fuera momentánea y hasta que su situación jurídica se definiera. En
consecuencia, esta Sala no encuentra que el fallo impugnado haya incurrido en los
vicios alegados, debiéndose desestimar el recurso fundado en esta causal; y por ende,
ha de confirmarse la resolución impugnada.”

4. Personalidad Jurídica de la Sociedad en Causal de Disolución

[Tribunal Agrario]vi
Voto de mayoría

"IV. No lleva razón el recurrente en sus agravios. El actor presenta acción


reivindicatoria contra la demandada, para efectos que se le restituya la finca del
Partido de Guanacaste matrícula 121967 000, inscrita actualmente en el Registro
Público a nombre del primero. En principio, la legitimación activa para interponer este

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tipo de acción reside precisamente en el propietario, según lo dispone el artículo 316
del Código Civil. Ahora bien, para que prospere la acción, en lo que respecta al
presupuesto de la legitimación activa, el título de propiedad debe estar vigente, de
manera tal que si en el propio proceso reivindicatorio se anula por medio de la
contrademanda ese título, es evidente que desaparece la titularidad registral y por
ende la legitimación activa, tal y como sucede en el presente caso.

V. El artículo 837 del Código Civil establece, "la nulidad absoluta puede alegarse por
todo el que tenga interés en ella...", por lo que en el caso de una acción reivindicatoria,
el poseedor contra la cual se dirige puede alegar por medio de una contrademanda la
nulidad del título de propiedad. Por otro lado, el artículo 835 de ese mismo Código
dispone que hay nulidad absoluta en los actos y contratos cuando "falta alguna de las
condiciones esenciales para su formación y existencia", el cual debe ser interpretado
en armonía con el ordinal 627 inciso 1) que estipula para la validez de la obligación es
esencialmente indispensable "capacidad de parte de quien se obliga". Asimismo el
artículo 34 del Código Civil dispone la "la entidad jurídica de la persona física termina
con la muerte de ésta; y la de las personas jurídicas cuando dejan de existir conforme a
la ley", el 201 del Código de Comercio señala que la sociedad se disuelve, entre otros
motivos, por "a) El vencimiento del plazo señalado en la escritura social", siendo que el
ordinal 206 de ese mismo cuerpo normativo refuerza el punto, al regular: "En el caso
del inciso a) del artículo 201, la disolución de la sociedad se realizará por el solo
vencimiento del plazo fijado en la escritura". Así las cosas, al disolverse una sociedad,
su personalidad jurídica deja de existir -la cual solamente permanece vigente para
que se concreten las actuaciones atinentes al proceso de liquidación, según lo autoriza
el artículo 209 del Código de Comercio-. Bajo esta inteligencia, todo acto contrato
realizado por una sociedad con plazo vencido, carece de un elemento esencial para la
validez del negocio jurídico, cual es la capacidad para obligarse, y en consecuencia es
absolutamente nulo.

VI. En el subjúdice, según documentación a folio 45 y 266, la sociedad demandada


IZABA DIAZ HERMANOS S.R.L. contaba con un plazo social que inició el 10 de julio de
1962 y finalizó el 10 de julio de 1982, asimismo del documento visible a folio 66, se
infiere esa sociedad vendió al accionante Izaba Díaz, de su finca inscrita en el Partido
de Guanacaste matrícula 8418, un lote con una medida de una hectárea siete mil
quinientos sesenta y tres metros con cuarenta y cinco decímetros cuadrados,
mediante escritura pública otorgada el veinticuatro de diciembre del dos mil. Tal
segregaciòn dio origen a la finca del mismo Partido matrícula 121967 000 (folio 65),
que se trata del inmueble objeto de reivindicación. De acuerdo a lo expuesto, es
evidente la nulidad de esa venta, tal y como lo analizara el a quo, por haber sido
efectuada cuando el plazo social se encontraba sobradamente vencido. De ahí que
deba confirmarse la sentencia en cuanto declaró sin lugar la demanda, y rechazar los
agravios del recurrente al alegar es propietario y tercero de buena fe, toda vez la ley

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no establece ese tipo de protección a aquellos que realicen contratos con sociedades
con plazo vencido, pues es una situación que consta en la escritura constitutiva pacto
social de la entidad, accesible en el Registro Público de Personas, sin que se pueda
alegar desconocimiento de esa realidad registral, por lo que no está en presencia de
una circunstancia "extraregistral" ajena al adquirente, como para que se deba de
aplicar un principio de tutela como "tercero de buena fe"."

5. El Inciso B del Artículo 201 del Código de Comercio: Sobre las Causales
de Disolución de la Sociedad

[Sala Primera]vii
Voto de mayoría

"El Tribunal, luego de constatar la existencia de una relación societaria y la venta del
local comercial utilizado para la realización de su objeto, dispuso condenar a la
demandada a entregar al actor la mitad del valor de la venta. Sin embargo, en autos
consta la adquisición de varias deudas para el funcionamiento de la sociedad, a cargo
de la demandada y, en parte, con garantía real sobre una finca del actor. Ante tal
situación, carece de asidero legal la obligación impuesta por el Tribunal a la accionada,
pues en ningún momento se determinó cuál era el activo y el pasivo de la sociedad.
Además, contrario a lo sostenido por el actor, sí se dan los supuestos propios para la
liquidación de esta entidad. Al respecto, cabría preguntarse, ¿a qué título tiene que
reconocer dicha cantidad la demandada? ¿Será como devolución de los aportes
realizados por el actor a la sociedad? ¿Será como cuota final de liquidación del haber
social? ¿Será como utilidades? El razonamiento del Tribunal al respecto fue el
siguiente: "Es claro, que [demandada y actor], tuvieron la intención de estrecharse
entre ellos, y tener un vínculo de colaboración para lograr un fin común, siendo éste, la
realización de beneficios, beneficios que lógicamente tuvieron que ser repartidos
conforme a las cláusulas impuestas por el pacto constitutivo de la sociedad anónima
que llevaron a crear; pero como no hubo beneficios, sino más bien pérdidas, y lo
anterior se deduce de las pruebas aportadas a los autos, lo que hizo, que la
demandada procediera a vender [el negocio], en un precio de un millón ochocientos
mil colones, según confesión de la señora [demandada]. Si había un contrato de
sociedad, entre las partes, lógica jurídica, es el hecho de que al liquidar la demandada
el único bien [...] de la sociedad, es procedente el reclamo del actor a que la
demandada le pague el cincuenta por ciento de la venta [...], con los respectivos
intereses [...]". Pero tal razonamiento parte de una premisa falsa, sea, considerar el
dinero obtenido con la venta del local comercial como la cantidad remanente de la
actividad social. Olvidó el Ad-quem, en relación, la existencia de deudas contraídas
para su ejercicio, según quedó acreditado [...]. ¿Quién pagará todas esas obligaciones?
Si se le entregan los novecientos mil colones al actor, las cargas sociales tendrían que

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ser pagadas por la demandada, pues muchas fueron adquiridas a su nombre. Con
respecto a la obligación garantizada con hipoteca sobre una finca del [actor], ¿deberá
seguir pagándola ella o el actor?. Obviamente el fallo del Tribunal, se aparta de la
lógica jurídica al respecto y viola las normas atinentes a la disolución y liquidación de
las sociedades. Partió de la supuesta liquidación de la sociedad hecha por la
demandada al vender el local comercial. Pero jurídicamente no puede considerarse
como válida una liquidación en estas circunstancias. La venta del local, ante los
apremios financieros, no significa la cancelación de las deudas contraídas en su
gestión, sino la conclusión concreta de operaciones de la sociedad. Empero, tales
actividades, sea, la explotación del local comercial, constituían en realidad el objeto
verdadero de aquélla, pese a haberse indicado uno mucho más amplio en sus
estatutos. Al venderse y fenecer la actividad para la cual fue creada, acaece entonces
la causal de disolución prevista por el artículo 201, inciso b), del Código de Comercio.
Ergo, es en dicha vía donde, luego de liquidar las deudas sociales, procedería la
devolución a los exsocios de la cuota de liquidación. Al efecto, la demanda tendría que
ser dirigida, tratándose de un sociedad anónima, contra ésta, y el traslado se le daría a
su representante legal (artículos 543 y 544, párrafo segundo, punto 2), del Código
Procesal Civil). En otras palabras, la legitimación pasiva no corresponde, en estos
casos, a los socios, sino a la sociedad anónima como persona jurídica con autonomía
propia. De conformidad con lo expresado [...], este litigio fue mal dirigido, pues la
reclamación no procede contra la accionada, a título personal, sino contra la sociedad
anónima de la cual ella era gerente y representante. No tiene el actor derecho al 50%
del valor de la venta del negocio [...], sino a la cuota de liquidación correspondiente,
una vez canceladas las obligaciones contraídas para el ejercicio de la actividad
comercial a la cual se dedicó la sociedad. Lo contrario implica enriquecer a un socio a
costa del otro. Por tal motivo [...], fue violado el artículo 201 del Código de Comercio,
en su inciso b), junto con los artículos 209 y siguientes de ese Cuerpo de Leyes. El
Código Mercantil ha previsto una vía legal, la liquidación de las sociedades, a la cual se
debe acudir en situaciones como la de autos, donde finalmente, a tenor de lo
dispuesto por el artículo 216 ibídem, se indicará la parte del haber social
correspondiente a cada socio. Así, si bien no es de recibo la tesis de la demandada,
según la cual todo el haber le correspondería a ella, al no existir sociedad; tampoco lo
es la del actor, quien pretende la mitad del precio de venta [del negocio], sin haberse
cumplido, con el trámite de liquidación establecido por nuestra legislación comercial,
eludiendo de esa forma las consecuencias negativas del negocio social cuya existencia
ha proclamado reiteradamente en el proceso. Por ende, resulta admisible la casación
solicitada por la demandada con base en este agravio. Procede entonces anular la
sentencia del Tribunal en cuanto fue objeto de recurso y, resolviendo el fondo del
asunto, declarar, de oficio, la existencia de una falta de legitimación ad causam pasiva,
pues, como se dijo, la pretensión del actor, acogida por el Tribunal, no debe dirigirse
contra la otra socia sino hacerse valer frente a la sociedad."

17
6. Artículo 202 del Código de Comercio

[Sala Primera]viii
Voto de mayoría

“VI. Sobre el derecho de asociación y las distintas figuras asociativas. El fenómeno


asociativo obedece o pretende la unión de esfuerzos, en diversos aspectos, y por parte
de distintas personas, para facilitar el cumplimiento de los propósitos que ellas
comparten. En reconocimiento de esa manifestación, la Constitución Política, en el
mandato 25, establece el derecho a agruparse para la consecución de fines lícitos.
Asimismo, y en respeto de esa misma autonomía de la voluntad, dispone que nadie
podrá ser obligado a formar parte de asociación alguna. Lo que ha de entenderse
como un impedimento para imponer a los sujetos la conformación de agrupaciones y
el deber de mantenerse en ellas. Las agrupaciones de personas, pueden tener diversos
fines, entre otros, políticos, económicos y de bienestar social. La Ley de Asociaciones
regula aquellas cuyo objeto no es (única y exclusivamente) obtener lucro o ganancia,
entre ellas, las que tengan fines científicos, artísticos, deportivos, benéficos y de
recreo. En concreto las denomina “asociaciones” (artículo 1). En este punto, es
importante aclarar que este específico tipo de agrupación (las asociaciones en sentido
técnico), se caracterizan por tender a lograr propósitos distintos a la obtención de
ganancia. La actividad lucrativa no les es incompatible, en el tanto se le conceda el
carácter instrumental, es decir, como medio para la consecución de su finalidad; sin
embargo –y en esos términos debe entenderse el mandato primero de la norma legal-,
el desarrollo de actividades lucrativas no puede formar parte de su razón de existencia,
de sus fines. También –conviene aclarar- estas entidades (las asociaciones puras y
simples), se distinguen de las agrupaciones o asociaciones de índole política, pues así
lo dispone expresamente el artículo 3 de la Ley 218, y éstas se rigen por norma
especial, que las define como asociaciones voluntarias de ciudadanos, sin intención de
lucro y con el objeto de participar activamente en la política nacional, provincial o
cantonal (disposición 49 del Código Electoral, Ley n.° 8765, en concordancia con el
precepto 98 de la Constitución Política). En particular, las asociaciones que poseen
propósitos deportivos encuentran regulación especial en la Ley 7800. Su finalidad es
promover el deporte, la recreación, o bien, una o varias disciplinas deportivas (cánones
51 y 52). En lo que a este caso interesa, conforme al mandato 55 ibídem, para lo no
contemplado expresamente en ese cuerpo, se remite a la Ley 218. En dicha norma
legal, la constitución de asociaciones está prevista en el precepto 18, que exige la
voluntad de al menos “diez personas mayores de edad”, quienes habrán de
comparecer en escritura pública, o bien en documento donde conste la sesión
inaugural. Además, en el artículo 30, se contempla la posibilidad de que dos o más
asociaciones constituyan asociaciones “especiales”, a las que se les denomina “liga”,
“federación” o “unión”. Estas últimas, a su vez, pueden configurar asociaciones

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“confederales”. En ambas formas especiales de asociación, nace una persona jurídica
distinta a las entidades que acuerdan conformarlas. Las formalidades para su
constitución son las mismas que se exigen para las asociaciones en sentido estricto
(canon 31). Ahora bien, tratándose de asociaciones deportivas, hay norma similar: se
les reconoce de primer grado, es decir, aquellas integradas “por un máximo de diez
personas” (artículo 51); o bien de segundo grado, en las que se requiere la
concurrencia de dos o más asociaciones de primer grado para su nacimiento (mandato
52). Para efectos extintivos de las asociaciones en general (y por ende, también de las
deportivas, ya que no hay norma especial), el mandato 13 de la Ley 218 versa: “La
asociación se extingue: [.-] a) Cuando el número de asociados elegibles sea inferior al
necesario para integrar el órgano directivo. [.-] b) Si fuere disuelta por la autoridad por
haberse comprobado alguno de los extremos señalados en el artículo 27. [.-] c) Una vez
conseguido el fin temporal o transitorio para el cual fue fundada, o imposibilitada legal
o materialmente dicha consecución. Y [.-] d) Por privación de su capacidad jurídica
como consecuencia de la declaratoria de insolvencia o concurso; de variación en el
objeto perseguido; del cambio de su naturaleza en su personería jurídica o por no
haber renovado el órgano directivo en el año siguiente al término señalado en los
estatutos para el ejercicio del mismo.” Por su parte, el mandato 27 señala “La
autoridad judicial será la única competente para decretar, antes de la expiración del
término natural, la disolución de las asociaciones constituidas con arreglo a esta ley,
cuando se lo pidan los dos tercios o más de los asociados o cuando concurran las
circunstancias que indican los incisos a), c) y d), del artículo 13. Decretada la disolución
se procederá en la forma que indica el artículo 14 y el Tribunal lo comunicará al
Registro de Asociaciones para la inscripción de esa circunstancia.” Por último, el canon
34 establece “Serán tenidas como asociaciones ilícitas y en consecuencia se decretará
su disolución, cuando: [.-] 1º.- En forma repetida sus dirigentes hayan sido apercibidos
por la Gobernación de que están en el caso del inciso 2º del artículo anterior, sin que
tales requerimientos hayan sido atendidos. [.-] 2º.- Aparezca que se dedican a
actividades sancionadas por las leyes represivas o contrarias a la moral o a las buenas
costumbres o fueren subversivas. [.-] 3º.- Aparezca que la asociación se formó para
encubrir fines distintos de los consignados en los estatutos”. En lo que interesa, el
mandato 33, párrafo segundo inciso 2) y el 23, refieren el destino de fondos a fines
distintos a los previstos y a actos ilícitos, contrarios a la moral, las buenas costumbres o
al orden. De la relación de las normas mencionadas, se tiene que las asociaciones se
extinguen en nueve supuestos, a saber, cuando: 1) el número de asociados elegibles
sea inferior al necesario para integrar el órgano directivo (menor a cinco según el
ordinal 10.1 ibídem); 2) se ha conseguido el fin para el que se constituyó o hay
imposibilidad legal o material para alcanzarlo; 3) se haya perdido la capacidad jurídica
por insolvencia o concurso; 4) se modifique el objeto perseguido o su naturaleza; 5) no
se haya renovado el órgano directivo dentro del año siguiente al término de su
ejercicio; 6) dos tercios o más de los asociados así lo soliciten; 7) sus dirigentes hayan

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sido apercibidos repetidamente sobre el destino de fondos a fines distintos al
dispuesto estatutariamente o sobre la realización de actos ilícitos, contrarios a la
moral, las buenas costumbres o al orden; 8) se dedique a actividades sancionadas por
las leyes represivas, contrarias a la moral y a las buenas costumbres, o bien,
subversivas; y 9) se hayan formado para disfrazar o encubrir fines distintos de los
consignados en los estatutos. A ello han de sumarse las condiciones extintivas que
estatutariamente se hayan incorporado (apartado i) del ordinal 7 ejúsdem). Por su
parte, a las federaciones y confederaciones (así como, a las deportivas de segundo
grado), ante la falta de regulación expresa, y por paridad de motivo (como ocurre con
la conformación según el artículo 31 ibídem), les aplican las mismas causales de
extinción de las asociaciones, en lo que les sean compatibles, claro está. Por los
requisitos propios para su constitución, la falta de asociados para integrar el órgano
directivo, no resulta aplicable, pues éstas –como se vio- se forman por el acuerdo de al
menos dos asociaciones. Al constituirse por ese mínimo (dos asociaciones), para
mantenerles vigentes no podría exigirse –sin entrar en contrasentido- al menos cinco
asociados (número requerido para conformar el órgano directivo, y por ende personas
físicas). Ahora bien, tanto para las asociaciones simples, como para las federaciones y
confederaciones (y por ende, para las deportivas de segundo grado), al margen de los
supuestos extintivos que expresamente contempla la Ley 218, es necesario
reconocer una hipótesis adicional, que varía –como se precisa de seguido- en lo que al
quantum de asociados se refiere, según se trate de las primeras o bien, de las
restantes. En toda figura asociativa –tal y como se explicó-, lo esencial es la unión de
distintas personas, cuyo propósito es alcanzar con mayor facilidad los fines en los que
voluntariamente coinciden. De esta forma, la pluralidad de sujetos es consustancial a
toda agrupación de individuos o entidades, a la que el ordenamiento le atribuye
personalidad. Es decir, su nacimiento y existencia obedece a esa pluralidad de
personas (físicas o jurídicas), que intentan lograr, en conjunto, un determinado
propósito. Si no existe o desaparece la agrupación de personas, no habría justificante
para atribuir o mantener la personalidad. Se estaría ante una persona física o jurídica,
que individualmente buscará alcanzar el objetivo, en ejercicio de su capacidad de
actuar, sin que para ello requiera un nuevo ente al que se atribuyan derechos y
obligaciones. Esa razón (alcanzar una finalidad específica) es la que reúne a los sujetos;
y en virtud de ella es que se atribuye personalidad. Sin la concurrencia no hay motivo
para originar una entidad nueva, distinta; por ello, es que se exige para su
nacimiento, y por ende, para su existencia o vigencia. Esta concatenación lógica, está
excepcionada legalmente en materia comercial, primero, en la figura de la empresa de
responsabilidad individual, y segundo, en el caso de las sociedades anónimas, en las
que, conforme al precepto 202 del Código de Comercio, la participación puede recaer
en una sola persona. De más está decir, que en ambos casos de salvedad, la ficción
creada responde precisamente a la actividad generadora de riqueza, que bien puede
ser desplegada por un solo individuo, pero al que conviene dar la posibilidad de

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abstraer su patrimonio, de las consecuencias que podría acarrear el desarrollo de la
actividad comercial. Fuera de las excepciones legales, la concurrencia es la regla lógica
que subyace en toda agrupación o figura asociativa. En este orden de ideas, es que la
Ley, en el supuesto de la asociación simple, requiere la participación mínima de 10
personas físicas; en un segundo, para las federaciones (entre ellas, las deportivas de
segundo grado), la concurrencia de al menos dos asociaciones simples. Por último,
para confederaciones, la de dos federaciones. Si una vez constituidas, la pluralidad de
sujetos cesa, también habrá de cesar la entidad. En esa línea, en tesis de inicio,
tratándose de asociaciones simples, en tanto para conformarlas se exige la voluntad de
10 individuos, la disminución en ese número mínimo original de asociados, tendría por
consecuencia lógica la extinción de la persona jurídica; sin embargo, el legislador limitó
el mínimo de asociados a cinco miembros, según se desprende del inciso a) del artículo
13. Con lo cual, si los asociados se reducen a cuatro o menos, podrá peticionarse al
órgano jurisdiccional competente la disolución. Dicho de otro modo, en el caso de las
asociaciones simples o de “primer grado”, el legislador estimó que la reunión de cinco
sujetos es suficiente para mantener la atribución de personalidad. En las hipótesis
federativas o confederativas, el origen o nacimiento se produce con la participación
de al menos dos personas (jurídicas). Si por cualquier motivo una de ellas se retira, y
por consiguiente, no subsiste la agrupación de sujetos (se reduce a uno solo), la
personalidad ha de concluirse, pues se elimina la razón que la originó: la unión de los
sujetos. Así las cosas, aún cuando en la Ley 218 no esté contemplada en forma
explícita la extinción de federaciones y confederaciones por reducirse el número de
sujetos asociados, por principio (que a su vez encuentra sustento en el inciso a) del
artículo 13), este efecto ha de producirse cuando permanece una sola persona o
asociación en calidad de asociada.

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de utilizar el material indicado.

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i
ASAMBLEA LEGISLATIVA. Ley 3284 del treinta de abril de 1964. Código de Comercio. Vigente
desde 27/05/1964. Versión de la norma 14 de 14 del 07/05/2014. Publicada en: Gaceta No 119
del 27/05/1964. Alcance: 27.

ii
ARROYO CHACÓN, Jennifer Isabel. (Febrero, 2012). El Ciclo de Vida de las Sociedades
Mercantiles. En Derecho en Sociedad No 2. Revista Electrónica de la Facultad de Derecho,
ULACIT. San José, Costa Rica. Pp 51-53. Disponible en la Web:
http://www.ulacit.ac.cr/files/revista/articulos/esp/resumen/52_08jenniferisabelarroyochacon
5.pdf
iii
TRIBUNAL DE APELACIÓN DE SENTENCIA PENAL SEGUNDO CIRCUITO JUDICIAL DE SAN JOSÉ.
Sentencia 2898 de las dieciséis horas con cuarenta minutos del veintinueve de noviembre de
dos mil trece. Expediente: 04-006649-0647-PE.

iv
TRIBUNAL PRIMERO CIVIL. Sentencia 423 de las trece horas con treinta minutos del
veinticinco de mayo de dos mil diez. Expediente: 09-025657-1012-CJ.

v
SALA PRIMERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia 264 de las ocho horas con
veinte minutos del once de abril de dos mil ocho. Expediente: 03-100663-0389-CI.

vi
TRIBUNAL AGRARIO. Sentencia 733 de las once horas con dieciocho minutos del doce de
julio de dos mil seis. Expediente: 03-100322-0389-CI.

vii
SALA PRIMERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia 48 de las catorce horas del
ocho de julio de mil novecientos noventa y cuatro. Expediente: 94-100048-0004-CI.

viii
SALA PRIMERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia 811 de las ocho horas con
cincuenta minutos del cinco de julio de dos mil doce. Expediente: 05-001750-0180-CI.

22

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