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La tumba de la Sibila
Mucho antes de que el Vesubio sepultara las ciudades de Pompeya y Herculano, el golfo de
Napoles fue escenario de movimientos geol6gicos descomunales. El mayor de ellos tuvo lugar
en el pleistoceno, hace aproximadamente 39.000 afios. La erupeién de un supervoledn situado
en la zona produjo una gigantesca nube de ceniza que cubrié un tercio de Europa. Ademas de
laextincin de los neandertales (descubrimientos recientes sugieren la posibilidad de que la
catastrofe frenara en realidad la invasion de los sapiens, permitiendo a los neandertales
resistir todavia en la peninsula ibérica 5000 afios més), el cataclismo acabé de dar su
fisonomfa a los Campos Flégreos, uno de los lugares miticos del continente.
El nombre con el que se conoce a esta caldera voleénica pareialmente sumergida en el mar
‘Tirreno es anterior al dominio romano. La etimologia no deja duda. “Ardiente”, en latin
Alagrans, se dice en griego phlegraios. Cuando Roma conquist6 aquellos campos quemados
por la lava de las erupeiones, varias generaciones de agricultores llevaban ya tiempo
cultivandolos. Ni sus singularidades orograficas, ni los espectaculares fenémenos que suelen
producirse debido a la actividad volednica ~explosiones fredticas, fumarolas, emanaciones de
gases sulfurosos-, nila inestabilidad del terreno, causa de elevaciones y hundimientos
repentinos del suelo, impidieron nunca el asentamiento de pobladores. Por inhéspito que
parezca un territorio que los poetas grecorromanos consideraron limitrofe con el inftamundo,
se trata de una comarca fértily bien situada, en la que la naturaleza ha sabido transformar las
toneladas de escoria vomitadas por la tierra en un paisaje dotado de singular belleza. Los
romanos rieos, aficionados a las aguas termales, la convirtieron en uno de sus destinos
predilectos, Restos arqueolégicos abundantes asi Io atestiguan: templos, villas, termas,
teatros... Del alto nivel social de los propietarios es testimonio la Gruta de Seiano, una galeria
subterrénea de setecientos metros de longitud y catorce de altura abierta durante el siglo La
fin de facilitar la comunicacién con Napoles, el principal néicleo urbano de la regién.
Desde que los romanos llevaron a cabo esta grandiosa obra de ingenierfa, y salvo cortos
periodos de abandono, producto a partes iguales de los vaivenes politicos y de la inestabilidad
sismica y volednica, la Gruta de Seiano ha prestado su importante servicio sin interrupeién. A
partir del siglo XVI, el interés por ella fue también artistico y turistico. Gaspar van Wittel, el
padre del vedutismo, la pinté hasta once veces. En el Museo del Prado se exhibe una de sus
versiones. Por ella sabemos que la grata estaba entonces en uso (una inseripeién monumental
junto ala entrada reeuerda las obras emprendidas a mitad del siglo XV por orden de Alfonso
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V, rey de Napoles, y un siglo mas tarde por don Pedro Alvarez de Toledo y Zitfiga, virrey
espaiio)). A mediados del XVIII, por motivos desconocidos, presumiblemente un corrimiento
de tierra, la galeria se abandond. Tras ser desescombrada, fue reabierta en 1841 y asi estuvo
hasta la Segunda Guerra Mundial, periodo en que sirvi6é como refugio aéreo. Luego volvié otra
‘ver a quedar inservible hasta que recientemente quedé franca de nuevo para facilitar el acceso
al parque arqueologico de Posillipo.
La pintura de Van Wittel no s6lo muestra la entrada ala galeria y el monumento del virrey,
sino también el muro trasero de la tumba de Virgilio, una construccién circular de piedra y
mortero situada a la izquierda en lo alto de la colina, Segtin los arquedlogos, su existencia es
anterior ala llegada de griegos y romanos, por lo que parece claro que no se hizo para albergar
el cuerpo del poeta. Que este fuera sepultado allies incierto, pues fallecié a trescientos
kilometros del lugar, en Brindisi, aunque pudo haber dispuesto que sus restos se trasladaran a
aquel tamulo funerario por alguna razon que desconocemos. Virgilio amaba la comarea y la
conocia bien. La descripeién en la Eneida del tenebroso lago Averno, entrada al inframundo,
basta para acreditarlo, Claro que dicha predileccién no explica que sus huesos fueran a parar a
la colina de Posillipo. Tampoco prueba nada la inscripeién atribuida a Petrarca instando al
viajero a detenerse ante la tumba del poeta. Trece siglos es un intervalo de tiempo demasiado
grande para saber nada con seguridad. Los propios napolitanos nunea se pusieron de acuerdo
sobre el Ingar del enterramiento, Durante cierto tiempo se ereyé que estuvo en el Castel dell
“Ovo, en el islote de Megaride. No ha sido la tinica localizacién barajada, Detrds de cada
hipétesis hay alguna leyenda medieval. En la Edad Media se crey6 que Virgilio no fue s6lo
poeta, sino un mago dotado de poderes formidables. La gente estaba convencida de que para
describir con precision cualquier lugar, no digamos los siniestros corredores que Plutén
atravesé con Proserpina en brazos, hay que haberlos visto con los propios ojos. Virgilio tuvo
que llegar en vida hasta el punto en que se abre el abismo de la nada y traspasarlo. No
atravesar en barea el Averno, sino encontrar la entrada que Tleva al reino de los muertos y
franquearla, La pregunta, por supuesto, es: écémo pudo penetrar en el inframundo y volver
Iuego a salir vivo? La respuesta, segiin a leyenda, es que se sirvi6 de los secretos desvelados
por un libro magico que habia descubierto en la tumba del centauro Quirdn, libro con el que él
mismo fue sepultado y que, a finales del siglo XII, en tiempos de los normandos, sustrajo de
su tumba cierto médico inglés que lo deposité en la biblioteca del Vaticano, donde debe de
permanecer todavia. Un manuscrito del XIV, la Crénica de Parténope, relata todo esto al
tiempo que enumera los inerefbles prodigios que, en su condieién de hombre dotado de
poderes taumattirgicos, realizd para favorecer a los napolitanos y protegerlos de los reveses de
Ja naturaleza. Su papel como intermediario con el mAs allé explica asimismo la estrecha
relacién que la fantasia popular invents entre él y otro personaje local legendario, la Sibila de
Cumas, de quien se enamoré supuestamente al descender los infiernos.
Todas estas asociaciones der
comarea proclive a la sugestiOn colectiva (en Napoles, cuestionar que el Padre Pio se elev
hasta el cielo en 1943 para coger en sus brazos al piloto de un avién derribado y salvarlo ast de
Ja muerte, puede ponerle a uno en apuros), explican que se creyera que Virgilio buseé a
conciencia aquellos lugares donde habfa ejercido su labor la sacerdotisa de Febo y Diana. No
vadas de la desbordante fantasia medieval, viva adn en una
se olvide tampoco que en la antigiiedad poesia, magia y adivinacién fueron tareas
emparentadas. Las tres abren una relacién con lo inaleanzable. El poeta, coneretamente,
ademas de ver donde los otros no ven, encanta la realidad, la hechiza, elevandola por encima
dela experiencia comén. Hay algo magico en el acto ereativo, magico y premonitorio, No es
caso la poesia delirio y el delirio fruto del contacto con las fuerzas elementales de la tierra? El
poder de la Sibila para predecir el futuro estaba directamente relacionado con la gruta donde
ejercfa, el lamado “antro”, lugar integrado en una red de tuineles de origen voleénico por la
que acaso corrieran gases sulfurosos que facilitaban la relacién con el misterio, Hoy sucle
presuponerse que las capacidades parapsicologicas son algo espiritual, pero entonces se
pensaba més bien en el contacto fisico. Ceniza y lava habian formado a lo largo de siglos un
terreno poroso en el subsuelo de Cumas por el que probablemente eirculaban efluvios del mas
alld capaces de producir en las personas dotadas de sensibilidad especial el efecto de una
potente droga. Sin duda eran esas filtraciones las que trastornaban la mente dela Sibila
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liberdndola de la tirania del mundo de las apariencias. Su conciencia dejaba primero de fluir
con el tiempo para desbordarlo después ldeidamente, una operacién misteriosa gracias ala
cual pudo reunir los libros proféticos que la convirtieron en uno de los personajes mas
conocidos de la antigiiedad.
nifica
Dela gran mn que se dio en la cultura romana a esos libros es prueba la manera en
que los adquirié Tarquino Prisco, quinto rey de Roma (Varron se aparta de la linea general al
sostener que el comprador fue Tarquino el Soberbio, séptimo y iltimo rey antes de la
instauracién de la RepGblica). La sacerdotisa del templo de Apolo en Cumas, consciente del
papel cada vez mas importante de la ciudad de las siete colinas, acudié un dia a palacio y
ofreeié al soberano nueve libros por 300 monedas de oro. El monarea, divertido con la
ocurrencia de la anciana, desprecié la oferta diciendo que era absurdo pedir semejante fortuna
por un puiiado de premoniciones. La sibila, sin embargo, no s6lo se mantuvo impertérrita,
sino que quemé entonces en su presencia tres de los libros y volvié a pedir la misma cantidad
que habia reclamado al principio por los neve. Tarquino se burl6 de nuevo, pero la Sibila, en
vex de inmutarse, y como quien no necesita de los hechos para saber qué va a pasar, repitié la
operacién, solicitando por los tres ejemplares restantes la suma inicial. Perplejo y preocupado
ante la posibilidad de estar cometiendo un error irreparable, Tarquino puso a un lado todas
sus prevenciones y, muy a su pesar, acabé comprando.
Eseritos en hojas de palma y redactados en hexémetros, igual que los ordculos de la pitia de
Delfos, los libros sibilinos eran supuestamente fruto del contacto de la Sibila con las
divinidades infernales. Custodiados en el templo de Jupiter Capitolino por quince sacerdotes
(los quindecemviri), se abrian solo a peticién del Senado. Durante casi cinco siglos, desde su
adquisicién en el VIa. de C, fueron consultados en contadas ocasiones. Una de las tareas
principales de los pontifices era su interpretacién, pues se pensaba que, de manera més 0
‘menos eriptica, adelantaban los acontecimientos futuros. En el 83 a. de C, ardieron en el
incendio que destruyé el templo de Jupiter. Las autoridades de la Reptiblica decidieron
entonces sustituirlos con otra coleccién de libros proféticos traida de Grecia. Los muevos libros
permanecieron en el templo de Apolo Palatino hasta el 405, durante el imperio de Honorio,
fecha en la que el general Estilicén ordené quemarlos a fin de acallar a quienes los esgrimian
en su contra. La fama profética de la Sibila de Cumas no desapareci6, pese a todo, en época
cristiana. Que hubiera predicho (aunque de ello comenzara a hablarse después de ocurrido el
hecho), que una virgen daria a luz al hijo de Dios, hizo que su nombre se tomara en serio,
tanto que su presencia suele ser habitual en las ilustraciones de los libros de horas 0 las,
pinturas murales que representan hechos protagonizados por profetas y apéstoles, una
costumbre que inicié en su palacio romano el eardenal Orsini en 1432. Por otra parte, que esta
capacidad premonitoria se atribuyera a otras adivinas, por ejemplo la Sibilia de Tivoli o la
Sibila eritrea, cuyo sobrecogedor canto todavia resuena el dia de navidad en algunas
catedrales del sur de Europa, prueba hasta que punto los cristianos hicieron todo lo que
udieron por integrar la supersticion antigua en su propio dogma.
2Qué fue de la Sibila después de su encuentro con Tarquino? La leyenda asegura que regres6 a
Cumas y que alli continué realizando sus labores proféticas. Segtin Virgilio, el acceso al lugar
exacto donde entraba en trance y pronunciaba sus ordculos no era facil porque la red de
ttineles donde se hallaba estaba formada por “un centenar de galerias con otras tantas
aperturas a través de las cuales emergia su vor hecha cien voces”. Lo que hoy conocemos como
“antro de la Sibila” fue identificado asf, de hecho, hace menos de un siglo, en 1932. Sucle
presuponerse que las leyendas perviven sin interrupcién en la memoria popular, aunque la
verdad es que la mayoria eaen en el olvido y necesitan de la labor de los estudiosos 01a
fantasia de los literatos para volver a ser tomadas en serio. Es lo que le ocurrié al antro de
Cumas cuando el arquedlogo Amedeo Maiuri descubrié las ruinas del templo de Apolo que
Eneas habia construido sobre él. Claro, que no todos los napolitanos aceptan esta hipétesis
May cerca, en Pozzuoli, se ensefia otra gruta més acorde para algunos con la descripeién de
Virgilio en el libro VI de la Eneida. éAcaso el poeta no era tan preciso como se ha repetido
siempre, o es que en la zona, a causa de sus orfgenes volednicos, abundan este tipo de
cavidades?
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‘No es necesario aclarar que cuando Virgilio acudié al antro de la Sibila esta ya no vivia. Debia
de haber muerto hacia poco, pues, segsin la leyenda, vivi6 mil afios, y, como se recordar, era
una anciana cuando ofrecié sus libros a Tarquino. Aunque ignoramos la fecha exacta de su
nacimiento y las circunstancias coneretas del mismo, sabemos que fue en Eritras, Jonia; que
su madre era una ninfa, es decir, una criatura que s6lo podia acceder a tener un alma
mediante la uni6n carnal con un hombre, y que en su juventud, Apolo, destumbrado por st
belleza, se presté a ofrecerle cualquier cosa que deseara a cambio de sus favores sexuales. El
dia que acepté la oferta tomé de la playa un pufiado de arena y pidi6 vivir tantos afios como
_granos contuviera su mano, Lamentablemente, olvidé pedir al mismo tiempo el don de la
eterna juventud, de modo que a medida que pasaba el tiempo iba menguando y arrugindose.
Cuando su tamaiio se volvié tan exiguo que cualquier animal habria podido engullirla, los
ciudadanos de Cumas la metieron en una jaula para grillos hecha con tallos de asfédelos,
amarrados con carrizo. Después, la colgaron en el templo de Apoto, alimentandota fgual que a
una cigarra, insecto vinculado en Grecia a las labores proféticas. Los muchachos se acercaban
avverla con curiosidad, burléndose de su pequeiiez, y cuando le preguntaban si deseaba algo,
respondia quelo tinico que queria era morir. Algunos piensan, no obstante, que la jaula donde
la Isla de
fue recluida la Sibila no era una jaula de verdad, sino un lugar préximo llamado
la Gaiola (gaiola significa en italiano jaula). Este islote esta situado frente a la costa de
Posillipo, en el golfo de Napoles, y es de una belleza deslumbrante. Curiosamente, se trata del
mismo lugar en el que estuvo la “escuela de Virgilio”, un edificio hoy sumergido donde el
poeta-taumaturgo iniciaba a sus discfpulos en los ritos esotéricos. El trgico destino que han
suftido todos los propietarios de la villa que se construyé en ella a principios del siglo XIX ha
alimentado multitud de suposiciones. Una de ellas es que Virgilio encanté la isla para evitar
que fueran profanados los restos de la Sibila. El cadaver de la sacerdotisa de Febo y Diana
podria estar en la Isola della Gaiola, pero también en el Castel dell’ Ovo (asf conocido por un
huevo magico que Virgilio guardé supuestamente en wna jaula de hierro suspendida de la
Déveda de cierta alcoba secreta, huevo que podria contener la ditima poreién visible del
cuerpo de la adivina), o en la tumba de Virgilio. Yo me decanto por esta titima opci6n. Resulta
improbable que a la muerte de la sacerdotisa, cuyo cuerpo debia haber quedado reducido a un
‘grano de arena, se le quisiera abrir una nueva fosa. Distinto es que se buscara un lugar
prestigioso donde darle sepultura, El timulo funerario en el que se cree fue enterrado Virgilio
retine todas las condiciones para ello. Cabe incluso que el poeta lo escogiera para s{ mismo por
esa raz6n. En tiempos de Virgilio todo el mundo debia saber donde estaban los restos
mortales de la adivina. El vinculo con esta quedaria sellado de esta forma para toda la
eternidad y se aclararia para siempre la leyenda de su péstumo enamoramiento,
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José Maria Herrera
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