Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
“Era un niño completamente normal pero de manera interna su cerebro se había necrosado, estaba
totalmente agua y no había nada. “K” cuenta que llegó al Instituto Materno Perinatal o ex
Maternidad de Lima para pedir una segunda opinión. “Me dijeron ”no, ese bebito no va a nacer”
y era como que, me mataban cada día más porque me decían que no iba a nacer, o que si nacía
iba a ser como un muñeco, que iba a quedar en un estado vegetal total”, recuerda.
La extensión del embarazo hizo que “K” sufriera más con el desenlace anunciado. Cuando los
médicos le recomendaron interrumpir el embarazo debido a la inviabilidad de la gestación y a que
su salud estaba en riesgo, habían pasado dos meses, “K” tenía 7 meses de embarazo. “Ya me había
acostumbrado, ya lo había sentido y es muy bonito eso, pero tenía que hacerlo de alguna u otra
manera, no sé si iba a ser para bien de él o para bien mío”.
Respecto a casos como los de “K”, Brenda Álvarez, abogada de Promsex, señala que “no hay un
protocolo que establezca lo que se debe hacer en casos de urgencia que sobrepasan las 22 semanas
de gestación. “Aún nadie se ha muerto que nosotras conozcamos, pero muchas mujeres están
siendo obligadas a continuar con embarazos de fetos incompatibles con la vida extrauterina, y
luego deben cargar con eso. Tenga malformaciones o no, si afecta la salud mental de las mujeres,
debe interrumpirse”.
“K” se pregunta por qué los médicos no le ofrecieron esa alternativa antes. «Creo que si no hubiese
crecido tanto, yo no hubiese sentido todas esas cosas como para encariñarme. Y creo que si no
hubiese crecido tanto, no me hubiese afectado tanto», dice sobre el momento tardío en que le
ofrecieron interrumpir el embarazo. Al practicarle el procedimiento, como habían previsto los
médicos, el bebé de «K» murió al nacer. Dos meses después, ella se sumió en una profunda
depresión. Cuenta que con el tiempo se fue recuperando emocionalmente y espera retomar sus
estudios en la universidad.