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Las alternativas
Como un inventario de alternativas para esta difícil y oscura
situación nacional Ospina plantea algunas propuestas como
son:
Decirle adiós al dominio del bipartidismo liberal –
conservador.
Reconocer que nuestro país no se ha derruido del todo
gracias a la riqueza de nuestro territorio, la cultura criolla,
la poesía.
Existe al mismo tiempo de nuestra desgracia en nuestro país
un país nuevo, una realidad que se ha ido construyendo por
años y años:
Estas líneas las plantea Ospina al final de su texto,
orientaciones que cree serian escenciales para la
reconstrucción de la patria:
“Es urgente decirle adiós en Colombia al doble partido
liberal conservador… Debemos extraer nuestra poesía del
futuro, pero sin olvidar que, como dice Garcia Marquez,
uno no es de donde llegan las modas, sino de donde tiene
sembradas las tumbas” [xxii]
Reconoce en suma Ospina una serie inconmensurable de
valores, obras, legados, personajes e iniciativas de todo tipo en
nuestro país que pocos han visto y otros se han ganado un sitio
de honor en el concierto internacional.
Respecto a los hilos de la nueva patria del futuro Ospina
escribe:
“Ahí están, vivas, 60 naciones indígenas con sus mitologías,
sus lenguas, sus filosofías trascendentales de respeto por la
naturaleza …y de armonía con el universo natural… la
esperanza admirable de don Juan de Castellanos… el
ejemplo desafiante de la Expedicion Botanica… los
ejemplos de Jose Hilario Lopez, de Tomas Cipriano de
Mosquera…” [xxiii]
Redunda Ospina en una idea que parece evidente y sin
embargo, de ser cierta, contradice la tesis central del teto:
“es posible que Colombia, sin saberlo muy bien, sin
decírselo siquiera a si misma, haya emprendido hace ya
tiempo la tarea de propiciar una transformación que no
puede ser frustrada por las balas de la codicia. Sus
mayorías renunciaron hace mucho a la fe en los lideres y
en los partidos, pero importantes sectores de la población,
apartándose del mundillo prepotente y antinacional que
nos gobernó, se han dedicado a la labor fecunda y
duradera de reconocerse en el país y de construir un
proyecto que no pueda ser socavado por la difamación ni
por el crimen.” [xxiv]
Esta idea, central en el texto de Ospina me hace pensar que la
respuesta a la pregunta principal formulada por Ospina en su
texto es tan compleja y multifactorial que cualquier intento
unilateral para responderla de un modo directo es inadecuada,
puesto que de un lado, la crisis nacional tiene unos
responsables directos y de otro, las victimas directas de esa
crisis han iniciado hace siglos, desde sus propias miserias, un
camino de reconstrucción y refundación de la patria hecho de
“sangre, sudor y lagrimas”, como reza la frase celebre de
Churchil.
Afirma finalmente Opsina respecto a ese proyecto nacional en
ciernes, que este es apenas una idea, un plan aun no
concretado, que se esta articulando y que definitivamente se
conformara, quiéranlo o no las clases privilegiadas, las mentes
regresivas o la historia:
“Pero ese país en formación aun no esta integrado en un
Proyecto Nacional. Sus esfuerzos crecieron aislados, y por
eso la nación donde se gesta la rebelión civilizadora,
llamada a cambiar por fin los protagonistas de la historia
colombiana, todavía produce la sensación de ser solo un
dilatado desastre de cine mudo.” [xxv]
Conclusion
Como conclusión Ospina hace una reflexión en este libro
acerca de nuestra tragedia nacional consistente, de un lado en
la grave crisis económica, política y social y de otro, en la falta
de una responsabilidad, una dirección y una salida clara y
concreta a la tragicomedia nacional en la cual miles de
nuestros compatriotas han sido sacrificadas por la alianza
macabra Estado, imperios extranjeros, burguesías criollas,
partidos políticos, delincuencia común, de cuello blanco, etc…
reflexión que lo lleva a asignarle una responsabilidad
incuestionable en la generación de esta crisis a las clases
privilegiadas quienes irresponsablemente y creyéndose una
especie de dioses del oráculo nacional, se han negado histórica
y tercamente tanto a resolver como a reconocer dicha crisis,
por lo cual sus victimas, de una manera u otra han ido
formulando una nueva patria desde la sangre, desde las propias
tumbas, desde sus propias creaciones e identidades,
conformando asi, poco a poco una nueva concepción de país y
unas nuevas realidades que apuntan hacia la unidad nacional,
hacia el reconocimiento de dichas dificultades, hacia la
creación de un nuevo Estado que se haga responsable de los
destinos de la patria, de un nuevo gobierno y nuevos estilos de
gobernar el país en el cual se reconozca al otro, en suma, un
proyecto de nación que apenas se esta conformando y falta
articularlo en una sola iniciativa sin distingos de raza, sexo,
orientación política o filiación social.
[i] “¿Dónde ESTA LA FRANJA AMARILLA?” EL
PROYECTO NACIONAL, DE WILLIAM
OSPINA. Grupo editorial Norma. Bogota. 1999.