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Trauma
Trauma
personal directa a un suceso que envuelve amenaza real o potencial de muerte, grave daño u
otras amenazas a la integridad física personal, ser testigo de un suceso que envuelve muerte, daño
o amenaza a la integridad física de otra persona, enterarse de la muerte no esperada o violenta,
daño serio, amenaza de muerte o daño experimentado por un miembro de la familia u otra
relación cercana (criterio A 1). La respuesta de la persona al suceso debe envolver miedo intenso,
sentido de incapacidad de ejercer control u horror. En niños, la reacción debe envolver
comportamientos agitados o desorganizados (criterio A 2)" ( Trastorno por estrés postraumático
en DSM- IV).
Charcot también introdujo un concepto que más tarde tendría una asociación profunda con el de
trauma, el de "Condition seconde": un estado que parece afectar las acciones de los individuos sin
que estos se den cuenta o, a lo más, débilmente. Más tarde esta "condition seconde" llegó a ser
llamada el "inconsciente".
Uniendo esos conceptos, Charcot postula el siguiente escenario en la génesis de las histeria: hay
un incidente, que da origen a ideas y emociones (por ejemplo, la realización de que uno casi murió
a consecuencia de un accidente y el horror sentido en consecuencia). Lo anterior es seguido, en su
opinión, por un periodo de elaboración y un "momento hipnótico" (pérdida de consciencia), que
lleva a la producción de síntomas.
Josef Breuer da el siguiente paso en el desarrollo del concepto de trauma. Él nota en el famoso
caso de "Anna O", que revivir el incidente traumático parece aliviar los síntomas. "Habría sido
capaz de sospechar que éste era el caso, si no fuera porque en las mismas tardes que ella, durante
la hipnosis, hablaba de lo que fuera que la había preocupado en el mismo día en 1881, yo podía,
mediante un diario mantenido por su madre, comprobar más allá de cualquier duda la realidad de
los eventos. Esta revisión del año anterior continuó hasta que la enfermedad llegó a su punto final,
en junio de 1882"[4]
Adicionalmente, Breuer nota una nueva situación: la aparición de síntomas en algún momento
determinado no parece ser debida a un trauma en el sentido hasta ahora dado, de un acto
externo, que realmente amenaza la vida o el sentido del ser del individuo. En una ocasión, la
paciente cae dormida mientras cuida a su padre que está enfermo. Mientras duerme, sueña que
una serpiente negra ataca al padre. En el sueño, ella es incapaz de evitar que la serpiente se
acerque al padre. Es como si ella tuviera paralizado su brazo derecho. Sucede que mientras
dormía, su brazo estaba atrapado debajo de ella, y fue víctima de lo que normalmente sucede en
esas circunstancias: fue "a dormir". El incidente terminó al despertar, sin, aparentemente, ninguna
consecuencia. Sin embargo, al día siguiente, cuando ella trató de recoger algo que había caído
entre las ramas de un arbusto, una rama seca le recordó la serpiente de su pesadilla.
Inmediatamente su brazo se hizo rígido, situación que se repitió en el futuro cada vez que algo le
recordaba la serpiente. (ver texto citado).
Como es obvio, el "incidente traumático" sólo sucedió en un sueño. Quizás, se puede especular, la
importancia del incidente traumático no es tanto en su impacto obvio, físico, sino en su capacidad
de evocar respuestas profundamente emocionales. Pero no todas las emociones fuertes parecen
causar trauma. ¿Cómo podemos explicar esto? Ese tipo de especulaciones prepararon el camino al
segundo gran momento en el desarrollo del concepto.
Según Freud, el trauma es un aflujo de excitaciones excesivo que resulta intolerable para el
psiquismo. Se trata de un acontecimiento en la vida del sujeto, una experiencia vivida que aporta,
en muy poco tiempo, un aumento tan grande de excitación a la vida psíquica, que fracasa toda
posibilidad de elaboración. Entonces el psiquismo, al ser incapaz de descargar una excitación tan
intensa, no tiene la capacidad de controlarla y eso origina efectos patógenos y trastornos
duraderos