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FACULTAD DE ARQUITECTURA.
ESCUELA DE CONSTRUCCIÓN.
CONFERENCIA 3: HUMEDADES.
GENERALIDADES.
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MÓDULO 2: Lesiones Generales.
HUMEDAD DE OBRA.
Aparece una presión de dentro hacia fuera sobre el acabado que suele producir
abombamientos, ampolladuras, desprendimientos, eflorescencias, e incluso,
erosiones físicas.
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Se debe hacer un secado del cerramiento ya sea por aireación natural o forzado
mediante deshumificadores o calentadores y llevar un seguimiento con aparatos
adecuados (humidímetros o higrómetros), que indiquen el proceso de secado.
Esto implica un tiempo de secado determinado, con mediciones periódicas hasta
el secado suficiente, y mantenido a pesar de períodos lluviosos o de uso
continuado del local. Se deben cuidar las condiciones de medición para no
tergiversar el resultado, creyendo seco el cerramiento si se mide con los
secadores en marcha.
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Secado.
Una vez conocidos esos datos se decide el tipo de secado que podrá ser:
• Hay que tener en cuenta que al ser un secado lento, la humedad va saliendo
desde el interior en un proceso continuo, de tal manera que no se producen
cambios bruscos, por lo que la humedad que se mide en superficie suele
mantenerse o disminuir.
Una variante de la aireación natural que facilita el secado, consiste en realizar una
serie de agujeros uniformemente distribuidos en la zona humedad, con una
profundidad aproximada de la mitad del espesor del cerramiento, lo que aumenta
la superficie de evaporación y la aproxima al núcleo del elemento, donde suele
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HUMEDAD CAPILAR.
En función de la estructura capilar, la fuerza de ascensión del agua puede ser muy
importante, por lo que no es necesario que el contacto con el agua sea muy
amplio ni que el agua sea muy abundante y la distancia vertical a la que se puede
encontrar la humedad desde el punto de contacto puede ser muy grande.
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Resulta uno de los tipos de humedad de más difícil reparación, toda vez que la
conexión entre el cerramiento y el origen del agua es de tipo casi indisoluble y su
comunicación muy difícil de interrumpir.
La actuación estará en función del origen de la humedad, bien sea el suelo, bien
una plataforma horizontal en fachada.
Drenaje.
Se trata de alejar lo más posible el agua de la base del cerramiento, sea éste un
muro exterior, una partición interior o un paramento de planta baja. Existen
muchos sistemas y se debe ver cuál sea el más adecuado frente a un edificio ya
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construido que puede estar aislado o adosado a otros; “enterrado” con sótano o
semisótano, o arrancando a nivel del suelo.
En principio, lo ideal será poder actuar desde el exterior en todos los muros
afectados y en todo su frente, pero pocas veces esto es posible. En cualquier
caso, podemos mencionar los siguientes tipos de drenaje:
a) Filtro. adosado a la base del muro y realizado por tramos alternados con objeto
de no provocar asientos puntuales. Llevará en su fondo una tubería perforada que
recoja las aguas lo más abajo posible (unos 15 cms. por debajo de la base) y las
canalice a unos puntos concretos hasta enviarla (por gravedad o por bombeo) a la
red de saneamiento existente. Se deberá cuidar la disposición del material
drenante, del más fino al más grueso y se puede aprovechar para impermeabilizar
la superficie exterior de la base o cimentación del muro en cuestión. Existen
también “mantos” drenantes (geotextiles) a base de textiles para cumplir esta
misma función.
Se usa para casos de corrientes freáticas del agua y puede ser de distintos tipos,
desde tablestacas adosadas de madera, hincadas a presión, o su sustituto más
moderno, a base de piezas metálicas hincadas y traslapadas, hasta zanjas
lineales rellenas de material suelto y tubos que conducen el agua hasta la red de
saneamiento. Todo ello en función de la potencia del nivel freático y la
localización del edificio. En definitiva, lo que se intenta es hacer descender el nivel
del agua hasta debajo de la cimentación, para evitar el contacto entre ambas,
teniendo en cuenta la curva hacia arriba que provoca la presión del agua. Cuando
se trata de un edificio aislado con nivel freático alto en todo su derredor, la ataguía
se sitúa formando un cerco completo. Si se trata de atajar una corriente de agua
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localizada, se puede colocar a modo de barrera que desvíe las aguas a los lados,
lo suficientemente lejos. Por ello, no será muy útil en edificios adosados, donde
sólo podemos actuar en uno o dos frentes limitados, ya que no controlamos los
otros dos.
Cada uno de los pozos lleva un sistema de bombeo automático que extrae el agua
y la conduce a la red de saneamiento. Su disposición puntual permite incluso su
localización en el interior del edificio, facilitando su drenaje y permitiendo su uso
cuando el edificio no es solo. Suele ser más económica su ejecución, aunque
encarezca su mantenimiento.
Barrera impermeable.
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La colocación de cualquiera de estas láminas debe ser tal que consigamos. por lo
menos:
• Cortar el paso del agua por debajo del pavimento, tanto exterior como interior.
• Poder ocultar la lámina por ambas caras del cerramiento.
• Permitir la aireación de la parte del muro que quede por debajo de la lámina
para que pueda alcanzar ‘equilibrio húmedo’ y no se provoque una acumulación
excesiva de agua que podría provocar su deterioro.
Por último, para intercalar una barrera de este tipo bajo un pavimento, se debe
utilizar las membranas bituminosas o de P.V.C. convenientemente soldadas. Hará
falta, entonces, levantar el pavimento existente y excavar lo suficiente para colocar
la lámina y protegerla encima con una pequeña solera armada de unos 5 ó 7 cms.,
sobre la que recibiremos el nuevo pavimento.
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Cabe mencionar que con estos sistemas no resulta fácil resolver capilaridades en
pisos, a no ser que bajo ellos dispongamos de solera de hormigón o de un terreno
suficientemente compacto como para recibir inyecciones. Aún así, hay que
asegurar el perímetro.
Ventilación y ocultación.
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teniendo en cuenta que éste va a quedar mojado y, por tanto, necesita eliminar la
humedad por su superficie de un modo preferentemente natural, es decir, por
ventilación. La unión de esos dos factores, ocultación y ventilación, ha inducido
desde antaño a la construcción de “cámaras ventiladas” que, por otra parte,
resultan de fácil ejecución.
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MÓDULO 2: Lesiones Generales.
continuidad de ésta.
• Colocar un zócalo, cubriendo el traslapo vertical de la lámina impermeable
horizontal.
— Continuidad.
— Solape hacia arriba protegido con zócalo en su encuentro con aceras y
terrazas.
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HUMEDAD DE FILTRACIÓN.
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Si el traslapo es insuficiente en algún punto, ya sea por falta de longitud o por falta
de inclinación, el agua lluvia ayudada por el viento facilita la filtración.
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También los vanos tienen otros dos posibles puntos de filtración: el dintel superior,
que si no tiene cortagoteras suficiente facilita la escorrentía hacia el interior, del
agua que resbala por la fachada produciendo posible filtración. Además, las
juntas de la propia carpintería de la ventana que si no tiene bien resuelta su
estanqueidad.
En la mampostería sin vanos, se produce la filtración a través del propio poro del
material constitutivo del cerramiento, cuando la presión del agua es suficiente,
combinando su abundancia con el viento y la estructura porosa lo permite. A
través de fisuras y grietas previas en el muro, con la presencia de agua y viento,
ayudadas por la constitución normalmente capilar de estas aberturas.
En cubiertas planas.
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En cubiertas inclinadas.
Únicamente hay que distinguir entre la filtración proveniente de los bordes (aleros,
encuentros, etc.) y la anterior, consecuencia de la falta de solape suficiente o de la
rotura de alguna teja, lo que no ofrece demasiados problemas.
En las fachadas.
En los paños ciegos puede existir confusión con otros tipos de humedades, sobre
todo, de obra, de condensación y, cerca de los arranques, de capilaridad, incluso,
esporádicamente, con humedades accidentales. Habrá que conocer la porosidad
de los materiales constitutivos de la fachada y el coeficiente de absorción de la
capa exterior, para ver las posibilidades de filtración.
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En cubiertas planas.
Lo mismo ocurrirá si, por alguna razón (superficie reducida, sospecha de otras
perforaciones próximas, etc.) se decide reponer la membrana en toda la superficie.
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En cubiertas inclinadas.
Si se trata de aleros mal ejecutados, con vuelo insuficiente de las tejas (sobre todo
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canales) deberemos rehacer todo ese frente del tejado y dejarlo en condiciones
correctas.
Por último, los problemas de filtración más corrientes aparecen en los encuentros
con paramentos verticales y en canoas ocultas. Entonces, la actuación estará
localizada en el punto conflictivo, reponiendo el elemento impermeable destinado
a recoger y canalizar el agua en esas líneas, atendiendo a las medidas de
prevención y por tanto asegurando el traslapo suficiente de los paramentos
verticales y de las tejas sobre esas canoas, así como el de los materiales
impermeables sobre las tejas bajas de la canoa oculta.
En fachadas.
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Aquí hay que considerar; además, los diedros laterales del mismo que se deben
resolver, bien con una pendiente fuerte, además de la obstrucción de la junta, bien
con pendientes encontradas en la bisectriz, para evitar posible acumulación de
agua y canalizarla hacia el centro del vierteaguas.
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En cubiertas planas.
En cubiertas inclinadas.
En cuanto a los bordes del faldón, si tienen encuentro con paramento vertical,
asegurar la impermeabilidad de la unión mediante canoa (si es necesario) y solape
del elemento impermeable y su protección.
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En fachadas.
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HUMEDAD DE CONDENSACIÓN.
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En función del punto donde se produzca la lesión, así como de las causas, se
pueden distinguir tres tipos de condensaciones:
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Otro tipo de condensación intersticial aparece sobre las tuberías de agua fría o
metálicas alojadas en los cerramientos.
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a) Para evitar que haya condensación tenemos, a su vez, dos caminos, dirigidos
ambos, a impedir que se alcance la temperatura de rocío (tr) sobre la pared:
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De la condensación intersticial.
En este caso, la actuación sólo puede seguir una de las líneas mencionadas en el
punto anterior; la de evitar que se alcance la temperatura de rocío en ningún punto
del cerramiento. Para ello, podremos ir por tres caminos:
— Aumentar la temperatura general en el interior de la sección del cerramiento.
— Disminuir la temperatura de rocío en la misma sección para lo cual deberemos
disminuir la presión de vapor de agua.
— Disipar el vapor de agua dentro del cerramiento hacia el exterior donde se
produce la condensación.
De la Condensación higroscópica.
Para eliminar este tipo de condensación habría que deshacerse de las sales
higroscópicas contenidas en el acabado del cerramiento en cuestión. Para ello
podremos seguir dos métodos diferentes. El primero, más drástico, consistirá en
eliminar la capa de revoque que aloja las sales a base de una demolición y
saneado.
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HUMEDAD ACCIDENTAL.
El efecto suele ser una mancha de humedad en forma de “nube circular” alrededor
del punto de rotura, o de “nube alargada” siguiendo el recorrido del conducto
afectado, ya que es corriente que el agua corra desde el punto de rotura por la
superficie del tubo en la junta que se crea entre éste y el material que lo contiene.
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Corrosión de los conductos metálicos: puede ser debida al propio fluido que
discurre por su interior, por la llamada “corrosión por inmersión”, ayudada en la
mayoría de los casos por la composición química del fluido y por posibles defectos
de fabricación del conducto. También puede deberse a la aparición de pares
galvánicos en el conducto por su encuentro con otros elementos metálicos como
abrazaderas y sujeciones.
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La corrosión del tubo va disminuyendo la sección de sus paredes hasta que estas
no admiten la presión interior, o las tensiones de tracción o cortante antes
mencionadas.
Si se sospecha estar ante una humedad accidental, confundible con alguna de las
anteriores, se debe estudiar la información técnica para detectar la presencia de
conductos y su posible sujeción incorrecta, origen del probable accidente. Si esta
información es insuficiente, se puede recurrir al uso de detectores de metales
embebidos (pachómetros) o hacer calas.
Las actuaciones de reparación, en estos casos, suelen ser muy puntuales, aunque
en algunos, y dado que la causa afecta a toda la instalación, nos obliga a una
reparación integral con el cambio de todo el conjunto de tuberías.
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Por corrosión.
Si se trata de un problema de constitución de la propia tubería, en función del
liquido que almacena, no hay más remedio que proceder a un cambio integral de
todos los conductos que están en la misma situación.
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Debemos considerar dos tipos de casos: que la agresión sea exterior, o que ésta
venga desde el interior.
Para prevenir la exterior, deberemos proteger todos los tramos de los tubos contra
la corrosión mediante los productos adecuados, incluso si el tubo va a estar
embebido en mortero de cemento.
Además de esta protección directa sobre el tubo, puede ser conveniente una
coquilla continua, sea de espuma o no para evitar posibles contactos con el yeso
cuando puede estar próximo ese material. También hay que evitar el contacto
directo del tubo con las abrazaderas, cuando éstas son metálicas y de otro
potencial. Entonces, colocaremos aislantes entre los dos elementos que
introducen, a la vez, holgura.
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