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MÓDULO 2: Lesiones Generales.

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA SEDE MEDELLÍN.

FACULTAD DE ARQUITECTURA.

ESCUELA DE CONSTRUCCIÓN.

ESPECIALIZACIÓN EN PATOLOGÍA DE LA EDIFICACIÓN Y TÉCNICAS DE


INTERVENCIÓN Y PREVENCIÓN.

MÓDULO 2: Lesiones Generales.

CONFERENCIA 3: HUMEDADES.

GENERALIDADES.

La humedad como lesión, es la aparición incontrolada de agua en un cerramiento,


bien sea en su superficie, bien sea en su masa, tanto si lo hace en forma de gotas
microscópicas instaladas en los poros del material constitutivo del elemento, como
si es en forma de lámina de agua o goteo fácilmente visible.

En un cerramiento exterior, la existencia de humedad es inevitable en los


momentos de lluvia o alta humedad relativa en el ambiente, y es aceptable hasta
su secado natural, mientras su presencia no llegue a ocasionar otra lesión de las
denominadas secundarias. Para esto, el cerramiento debe estar constituido por
un material adecuado o tener el tratamiento superficial correspondiente. Lo mismo
ocurre en zonas de almacenamiento de agua o en jardineras.

En los cerramientos y acabados interiores la humedad no es aceptable.

Serán lesiones todas aquellas manchas, más o menos permanentes, provocadas


por agua contenida en la masa del cerramiento o su acabado, así como las
goteras y el agua en forma de láminas, en superficies no previstas para ello.

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TIPOLOGÍA DE HUMEDADES, SUS CAUSAS, TRATAMIENTOS Y


PREVENCIONES.

Los principales tipos de humedades son: de obra, capilar, de filtración, de


condensación y accidental.

HUMEDAD DE OBRA.

Tiene como origen el agua empleada en la construcción de la obra.

La “construcción húmeda”, es toda aquella en la que se emplea mortero de unión


amasado con agua, lo que implica la humectación previa de los elementos a unir
(ej.: ladrillos). Contienen una cantidad determinada de agua en el momento de su
ejecución. Parte de dicha agua se consume por el mismo proceso químico de
fraguado, pero el resto debe eliminarse por evaporación hacia el exterior por
medio de la estructura porosa del material a través de su superficie, tanto en el
mortero de unión como en el de los revoques, y al igual que en las piezas que
constituyen la mampostería.

El agua de obra no constituye una lesión, ya que es un componente imprescindible


en la ejecución de las unidades constructivas. El problema aparece cuando, por
una actuación incorrecta, no se permite evaporar esa agua en su momento,
limitando su salida al exterior con acabados superficiales aplicados antes de que
la unidad constructiva esté suficientemente seca y haya desaparecido la humedad
sobrante.

Aparece una presión de dentro hacia fuera sobre el acabado que suele producir
abombamientos, ampolladuras, desprendimientos, eflorescencias, e incluso,
erosiones físicas.

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DIAGNÓSIS DE LAS HUMEDADES DE OBRA.

En el caso de la humedad de obra, sólo puede aparecer después de terminar esta,


por lo que se descarta en los edificios no recientes.

Es fácil confundirla con humedades de condensación por su localización y


distribución, ya que suele aparecer en un paño o concentrarse en puentes
térmicos que coinciden con rincones y puntos de secado más lento. También
puede darse coincidencia con humedades de capilaridad en arranques de muros,
o de filtración exterior en locales enterrados o semienterrados. Habrá que
comprobar la existencia de barrera impermeable o drenaje adecuado para ver la
posibilidad de dicha capilaridad.

Se debe hacer un secado del cerramiento ya sea por aireación natural o forzado
mediante deshumificadores o calentadores y llevar un seguimiento con aparatos
adecuados (humidímetros o higrómetros), que indiquen el proceso de secado.
Esto implica un tiempo de secado determinado, con mediciones periódicas hasta
el secado suficiente, y mantenido a pesar de períodos lluviosos o de uso
continuado del local. Se deben cuidar las condiciones de medición para no
tergiversar el resultado, creyendo seco el cerramiento si se mide con los
secadores en marcha.

Se debe asegurar que el cerramiento se mantiene seco durante unos 30 días


después de terminado el secado y a pesar de seguir el local en uso o durante
períodos lluviosos.

Sólo entonces se puede asegurar que la humedad era de obra.

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REPARACIÓN DE LA HUMEDAD DE OBRA.

La reparación pasará por el secado adecuado del cerramiento hasta alcanzar su


equilibrio. Esto constituirá lo que se denomina la reparación de la causa. A
continuación se debe reponer el acabado anulando el efecto de la lesión.

Secado.

Puede ser natural o artificial. De hecho la lesión se ha producido por la aplicación


del acabado antes de tiempo, lo que ha dificultado el secado al suponer ese una
barrera a la salida de la humedad. Esto implica la necesidad de eliminarlo para
facilitar el secado, picando la pintura o levantando el forro por ejemplo. El intentar
acelerar el secado sin eliminar el acabado suele ser inútil, ya que antes de
reponerlo hay que quitarlo.

En los casos en que la lesión esté localizada en rincones y zonas menos


ventiladas, la eliminación del acabado puede limitarse a esos puntos. En el resto
de casos habrá que demolerlo en su totalidad.

Una vez conocidos esos datos se decide el tipo de secado que podrá ser:

• Hay que tener en cuenta que al ser un secado lento, la humedad va saliendo
desde el interior en un proceso continuo, de tal manera que no se producen
cambios bruscos, por lo que la humedad que se mide en superficie suele
mantenerse o disminuir.

Una variante de la aireación natural que facilita el secado, consiste en realizar una
serie de agujeros uniformemente distribuidos en la zona humedad, con una
profundidad aproximada de la mitad del espesor del cerramiento, lo que aumenta
la superficie de evaporación y la aproxima al núcleo del elemento, donde suele

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estar más concentrada la humedad. La distancia entre agujeros varía en función


de la humedad y del tipo de muro, pero se suele distribuir aproximadamente un
orificio por metro cuadrado.

• El secado artificial persigue la extracción acelerada de la humedad contenida


en el cerramiento, lo que se puede conseguir por varios procedimientos:

o Los calefactores eléctricos o de gas que irradian calor sobre la superficie, o


que proyectan aire caliente sobre la misma. En ambos casos existe el peligro de
un secado excesivo y rápido del espesor superficial, por lo que conviene graduar
la intensidad de los aparatos para que no ocurran daños en el cerramiento, sino
que el secado sea lo más gradual posible, extrayendo la humedad desde el núcleo
del espesor.
o Los deshumidificadores, son aparatos que absorben la humedad ambiente
mediante un sistema de ventiladores y circuitos condensadores o por medio de
filtros impregnados con sales higroscópicas, que hacen que, indirectamente,
disminuya la humedad del cerramiento, si se colocan convenientemente. El
procedimiento es más lento que el anterior, pero el resultado es más seguro en el
sentido de que la humedad sale de un modo más uniforme. El secado es más
parecido al natural, aunque conviene hacer la comprobación con equipos.

PREVENCIÓN DE HUMEDADES DE OBRA.

La prevención consistirá en asegurarnos de que el cerramiento en cuestión está


suficientemente seco cuando vayamos a aplicarle el acabado correspondiente,
para lo cual deberemos recurrir a los medios técnicos actuales (humidímetros e
higrómetros) más que fiarnos de la “vista”.

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HUMEDAD CAPILAR.

Este fenómeno puede aparecer en cualquier cerramiento, tanto horizontal como


vertical, que esté constituido por materiales porosos de estructura capilar tubular y
con algún punto de contacto con el agua, ya sea que venga desde el suelo, desde
jardineras adosadas a la fachada, desde plataformas horizontales exteriores
donde pueda acumularse el agua (terrazas, marquesinas, molduras, etc.), o
cualquier otro punto donde pueda llegar agua.

En función de la estructura capilar, la fuerza de ascensión del agua puede ser muy
importante, por lo que no es necesario que el contacto con el agua sea muy
amplio ni que el agua sea muy abundante y la distancia vertical a la que se puede
encontrar la humedad desde el punto de contacto puede ser muy grande.

Se pueden distinguir tres puntos donde se encuentra esta lesión:


El arranque de muros desde el suelo.

Foto 1: Humedad de capilaridad en pata de muro.

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Pisos de plantas bajas o sótanos en contacto con el suelo cuando no se ha


interpuesto capa de drenaje, ni membranas impermeables, manifestándose
además de las manchas de humedad, lesiones secundarias como levantamiento
de baldosas y eflorescencias.
Puntos de fachada que no se consideran normalmente como “capilaridad”,
aunque obedecen al mismo fenómeno físico. Son los encuentros de elementos
verticales de fachada con pequeñas plataformas horizontales generalmente
impermeables, ya sean pisos de terrazas, molduras horizontales, lagrimales, etc.

Esta lesión acaba en otras secundarias como desprendimientos, erosiones físicas,


que normalmente son las que se corrigen, olvidándose muchas veces de su
origen.

Foto 2: Humedad por capilaridad y presencia de biofilms.

En la humedad capilar conviene distinguir, tanto en su identificación como en su


corrección, entre dos variantes en función del camino seguido por el agua. Esta
puede llegar directamente por la base del cerramiento, ascendiendo por el interior

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de su espesor, o puede hacerlo desde el exterior y producirse el fenómeno capilar


sólo en la superficie o en el acabado exterior.

DIAGNÓSIS DE LAS HUMEDADES CAPILARES.

En el caso de humedades de capilaridad, se deben distinguir varios casos:

En los arranques de muros y pisos en contacto con terrenos, puede confundirse


con humedad de obra o con humedad accidental por rotura de tuberías
enterradas.

En el primer caso se sigue el procedimiento del punto anterior y si no se consigue


eliminar la humedad con los sistemas de secado o aparece de nuevo en periodos
lluviosos, se puede considerar segura la capilaridad.

En el segundo caso, se debe analizar la documentación técnica para conocer la


posible existencia de conductos enterrados. Siempre habrá que comprobar la
existencia de barrera impermeable y drenajes adecuados. De no existir, la
capilaridad es más que probable.

En locales enterrados, puede aparecer una confusión con la humedad de filtración,


pero puede detectarse por la forma y la evolución. En la capilar, la humedad viene
desde abajo, mientras que en la de filtración viene de una zona intermedia del
paño y se expande en todas direcciones.

Es posible también confundirla con humedad de condensación higroscópica


cuando en el paramento han ido afluyendo en el tiempo, sales microscópicas que
facilitan la condensación. La humedad resultante tiene la misma forma que la
original de capilaridad, ya que las sales llegaron a su situación por la humedad
capilar.

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En las llamadas microcapilaridades puede haber confusión con humedades de


filtración, aunque estas tienden a penetrar al interior del edificio, mientras que
aquellas permanecen en la capa exterior del cerramiento. Es necesario una
pequeña cala para observar el recorrido.

REPARACIÓN DE LA HUMEDAD DE CAPILARIDAD.

Resulta uno de los tipos de humedad de más difícil reparación, toda vez que la
conexión entre el cerramiento y el origen del agua es de tipo casi indisoluble y su
comunicación muy difícil de interrumpir.

La actuación estará en función del origen de la humedad, bien sea el suelo, bien
una plataforma horizontal en fachada.

Humedad del suelo

Debemos contemplar tres modos de actuación, en función del conjunto de


circunstancias constructivas y de ubicación que se encuentre; tres modos que
pueden ser simultáneos o utilizarse individualmente, a saber,

— Drenaje, para alejar el agua del cerramiento.


— Barrera impermeable, para evitar el contacto.
— Ventilación y ocultación o, comúnmente, cámara ventilada, para eliminar el
efecto sin necesidad de eliminar la causa.

Drenaje.

Se trata de alejar lo más posible el agua de la base del cerramiento, sea éste un
muro exterior, una partición interior o un paramento de planta baja. Existen
muchos sistemas y se debe ver cuál sea el más adecuado frente a un edificio ya

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construido que puede estar aislado o adosado a otros; “enterrado” con sótano o
semisótano, o arrancando a nivel del suelo.

En principio, lo ideal será poder actuar desde el exterior en todos los muros
afectados y en todo su frente, pero pocas veces esto es posible. En cualquier
caso, podemos mencionar los siguientes tipos de drenaje:

a) Filtro. adosado a la base del muro y realizado por tramos alternados con objeto
de no provocar asientos puntuales. Llevará en su fondo una tubería perforada que
recoja las aguas lo más abajo posible (unos 15 cms. por debajo de la base) y las
canalice a unos puntos concretos hasta enviarla (por gravedad o por bombeo) a la
red de saneamiento existente. Se deberá cuidar la disposición del material
drenante, del más fino al más grueso y se puede aprovechar para impermeabilizar
la superficie exterior de la base o cimentación del muro en cuestión. Existen
también “mantos” drenantes (geotextiles) a base de textiles para cumplir esta
misma función.

b) Ataguías, separadas de la base y con una profundidad que estará en función de


la de la cimentación del edificio y de la presión de las aguas a atajar.

Se usa para casos de corrientes freáticas del agua y puede ser de distintos tipos,
desde tablestacas adosadas de madera, hincadas a presión, o su sustituto más
moderno, a base de piezas metálicas hincadas y traslapadas, hasta zanjas
lineales rellenas de material suelto y tubos que conducen el agua hasta la red de
saneamiento. Todo ello en función de la potencia del nivel freático y la
localización del edificio. En definitiva, lo que se intenta es hacer descender el nivel
del agua hasta debajo de la cimentación, para evitar el contacto entre ambas,
teniendo en cuenta la curva hacia arriba que provoca la presión del agua. Cuando
se trata de un edificio aislado con nivel freático alto en todo su derredor, la ataguía
se sitúa formando un cerco completo. Si se trata de atajar una corriente de agua

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localizada, se puede colocar a modo de barrera que desvíe las aguas a los lados,
lo suficientemente lejos. Por ello, no será muy útil en edificios adosados, donde
sólo podemos actuar en uno o dos frentes limitados, ya que no controlamos los
otros dos.

c). Pozos drenantes. repartidos en función de la situación del edificio y las


corrientes o el nivel del agua. Se trata de pozos, más o menos profundos,
constituyendo una red que persigue que el nivel del agua descienda lo suficiente
para evitar el contacto con la cimentación, a pesar de las curvas hacia arriba del
agua entre los pozos.

Cada uno de los pozos lleva un sistema de bombeo automático que extrae el agua
y la conduce a la red de saneamiento. Su disposición puntual permite incluso su
localización en el interior del edificio, facilitando su drenaje y permitiendo su uso
cuando el edificio no es solo. Suele ser más económica su ejecución, aunque
encarezca su mantenimiento.

d). Aireación por puntos, similar al comentado en la humedad de obra, consistente


en la introducción de unos tubos perforados en la base del muro, formando una
línea de puntos más o menos tupida que facilita la aireación interior del
cerramiento.

Barrera impermeable.

a) Lámina impermeable, de material plástico o metálico, que se debe introducir en


la base del muro, en su arranque sobre la cimentación, por tramos alternados y
procurando traslapar los distintos tramos entre si. La dimensión de los tramos
varía en función del tipo de cerramiento y su estabilidad, lo que incluye su
material, su espesor, su estado de carga, etc. Normalmente se realizan tramos
entre 1 y 2 metros de longitud, abriendo un arco de descarga por encima del nivel

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de colocación de la lámina con objeto de evitar asientos de la mampostería.

Las láminas plásticas, pueden ser bituminosas o de P.V.C. y convenientemente


armadas, y no deben utilizarse en muros de carga por el peligro de su posible
punzonamiento. Las metálicas serán de materiales inoxidables (acero inoxidable,
cobre, aluminio, plomo, etc.) y su uso facilita, por un lado, la transmisión de cargas
verticales y, por otro, la colocación al tratarse de elementos más rígidos. La
continuidad de la estanquidad de la barrera se obtiene por la soldadura entre los
diferentes tramos consecutivos.

La colocación de cualquiera de estas láminas debe ser tal que consigamos. por lo
menos:

• Cortar el paso del agua por debajo del pavimento, tanto exterior como interior.
• Poder ocultar la lámina por ambas caras del cerramiento.
• Permitir la aireación de la parte del muro que quede por debajo de la lámina
para que pueda alcanzar ‘equilibrio húmedo’ y no se provoque una acumulación
excesiva de agua que podría provocar su deterioro.

Por último, para intercalar una barrera de este tipo bajo un pavimento, se debe
utilizar las membranas bituminosas o de P.V.C. convenientemente soldadas. Hará
falta, entonces, levantar el pavimento existente y excavar lo suficiente para colocar
la lámina y protegerla encima con una pequeña solera armada de unos 5 ó 7 cms.,
sobre la que recibiremos el nuevo pavimento.

b) Inyecciones, de líquidos muy fluidos que sean capaces de penetrar en la


estructura capilar de la base del cerramiento atacado por la humedad y que
modifica esa estructura hasta dificultar la ascensión del agua. Ello se puede
obtener por dos sistemas básicamente:

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En primer lugar por obstrucción de los poros, que persigue la reducción de la


abertura de los mismos por debajo de las 0,010 micras hasta conseguir anular la
ascensión. En segundo lugar, por hidrofugación de dichos. poros que consigue el
mismo efecto dejando más fácil salida al vapor de agua.

La hidrofugación, que probablemente es el tipo de inyección más utilizado


actualmente, emplea líquidos a base de siliconas diluidas en disolventes orgánicos
o, más modernamente, siloxanos, que al recubrir la superficie interior de los
capilares modifican el ángulo de contacto entre el agua y la pared del capilar
(cambian el menisco) cortando la tensión ascendente. Para ello se exige un bajo
nivel de humedad dentro del muro para que haya una buena impregnación de los
poros, lo que lleva a realizar la inyección preferentemente en épocas secas o con
secados artificiales previos.

Así, pues, en el primer caso se ha creado una verdadera “barrera” ante la


humedad, constituida por el propio material de cerramiento al que se le han
obstruido los poros. En el segundo, se ha logrado una “franja repelente” al agua,
también usando el mismo material constructivo.

Cabe mencionar que con estos sistemas no resulta fácil resolver capilaridades en
pisos, a no ser que bajo ellos dispongamos de solera de hormigón o de un terreno
suficientemente compacto como para recibir inyecciones. Aún así, hay que
asegurar el perímetro.

Ventilación y ocultación.

En los sistemas anteriores se trataba de impedir que el agua llegase hasta el


cerramiento. Cuando esto no resulta posible por la situación especial del edificio
construido (sótanos) o no resulta rentable por el complejo trabajo a realizar,
entonces se puede recurrir al sistema de “ocultación” del cerramiento afectado,

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teniendo en cuenta que éste va a quedar mojado y, por tanto, necesita eliminar la
humedad por su superficie de un modo preferentemente natural, es decir, por
ventilación. La unión de esos dos factores, ocultación y ventilación, ha inducido
desde antaño a la construcción de “cámaras ventiladas” que, por otra parte,
resultan de fácil ejecución.

a) En los cerramientos. la cámara debe disponerse en todo el paramento


horizontal con las siguientes características:
— Cámara de aire continua con un espesor mínimo medio de 2 cms.
— Rejillas de ventilación superiores e inferiores para asegurar las corrientes de
aire.
— Cuneta para recolección de aguas en la base, con drenaje conectado con la
red de saneamiento.

b) Cuando el cerramiento afectado es un suelo, la ejecución de la cámara se


complica algo, ya que es necesario establecer unos apoyos que hay que
impermeabilizar previamente. Por otra parte, tenemos el posible problema de
falta de altura suficiente como para perder el de la cámara.

Microcapilaridad o humedad capilar producida por plataformas horizontales


de fachada.

En estos casos, la actuación de reparación consiste básicamente en impedir que


la humedad llegue al arranque del paramento horizontal susceptible de
capilaridad. Para ello tenemos también tres vías:

• Aumentar la inclinación de la plataforma hacia el exterior, para así aumentar la


velocidad de drenaje.
• Establecer un pequeño escalón impermeable (unos 5 cms.) entre plataforma y
paramento, normalmente del mismo material de la plataforma y como

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continuidad de ésta.
• Colocar un zócalo, cubriendo el traslapo vertical de la lámina impermeable
horizontal.

PREVENCIÓN DE HUMEDADES DE CAPILARIDAD.

Humedades provenientes del suelo.

Debemos establecer todos los drenajes posibles y necesarios, ya que al iniciar la


obra es el momento adecuado. Así tendremos:

— En casos de nivel freático alto.


• Barreras previas en forma de ataguías suficientemente alejadas o la propia
cimentación perimetral si se ejecuta suficientemente impermeable.
• Elevación del edificio sobre pilares, tipo “palafito”, con suficiente ventilación
inferior.
— En caso de ausencia del nivel freático, sólo representarán problema las aguas
de filtración del terreno, con lo cual los drenajes adecuados serán:
• Filtros en los muros enterrados y cimentaciones perimetrales.
• Drenaje superficial por debajo de las soleras.

Además de drenajes, prever barreras impermeables complementarias. Así,


deberemos colocar láminas bituminosas (por ser más económicas) por el exterior
en todos los muros de contención que sean cerramiento de sótanos. Las mismas
láminas, u otras plásticas o metálicas, en los arranques de los cerramientos
cuidando:

— Continuidad.
— Solape hacia arriba protegido con zócalo en su encuentro con aceras y
terrazas.

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También deben proyectarse y ejecutarse, en algunos casos, las cámaras


ventiladas para ocultación de posibles humedades, bien como complemento de
otras medidas, bien sobre todo, en aquellos casos de muros enterrados
medianeros en los que resulta imposible adoptar otras medidas de drenaje e
impermeabilización.

Humedades en relieves de fachada.

En estos casos las medidas de prevención serán las mismas enumeradas en el


apartado correspondiente de reparación.

HUMEDAD DE FILTRACIÓN.

Se denomina así a la humedad que aparece como consecuencia de la “filtración”


de agua desde el exterior hacia el interior del cerramiento, produciendo las
consiguientes goteras en el caso de cubiertas, o manchas en el caso de fachadas.

Foto 3: Humedad de filtración en cubiertas planas.

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Esta filtración no hay que confundirla con la capilaridad en el caso de fachadas ya


que el fenómeno físico es distinto.

El agua, además de entrar a través de la estructura porosa del material, puede


hacerlo también a través de aberturas en los cerramientos, sean estas
constructivas (juntas de dilatación) o grietas y fisuras producto de lesiones
primarias.

Se pueden distinguir varios tipos de humedades de filtración en función de su


situación, de la procedencia del agua y del camino seguido por esta, así:

En cubiertas planas: La causa principal suele ser la rotura de la membrana


impermeable o el despegue de su borde. Esto produce la filtración por uno de
esos puntos alcanzando la estructura horizontal, corriendo el agua por ella hasta
encontrar una vía de penetración que provoca la gotera. La vía de penetración
suele ser una zona con estructura porosa más abierta, una junta constructiva, una
grieta producida por exceso de flexión o por variaciones dimensionales debidas a
cambios de temperatura.

Un punto débil de la membrana es la junta de dilatación, cuando la hay. Si no


existe membrana impermeable, y la estanqueidad está basada exclusivamente en
baldosas u otro material, la filtración suele tener su origen en la acumulación de
agua por la falta de pendiente y una junta constructiva entre baldosas.

Si el drenaje es insuficiente, o está obstruido, una gran acumulación de agua


puede producir la filtración al rebasar el nivel del agua el borde superior de la
membrana impermeable.

En cubiertas inclinadas: La filtración se puede producir por un traslapo


intermedio entre tejas o en los aleros.

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Si el traslapo es insuficiente en algún punto, ya sea por falta de longitud o por falta
de inclinación, el agua lluvia ayudada por el viento facilita la filtración.

En los aleros frontales, la filtración se produce por la misma razón de traslapo


inadecuado o por falta de vuelo suficiente de las tejas que conducen el agua
(canales). En estos casos ayuda a la filtración la existencia de canoas
perimetrales excesivamente adosadas a la fachada.

En el encuentro de faldones con paramentos verticales, se pueden producir


filtraciones, sobre todo en los laterales y en el encuentro inferior. En el primer
caso cuando no hay traslapo suficiente del paramento sobre las tejas y la
disposición de estas no es la adecuada para facilitar la escorrentía del agua (canal
perimetral). En el segundo caso la filtración es inevitable si no existe canoa o esta
no tiene la disposición adecuada (borde frontal más alto que el del frente de tejas y
traslapo adecuado del paramento vertical).

En el caso de arranque superior del faldón a partir de un paramento vertical, se


suelen producir filtraciones.

En fachadas: se pueden distinguir diferentes puntos en los que pueden aparecer


humedades:

En los remates superiores (cornisas y parapetos de terrazas), si los lagrimales son


insuficientes o inadecuados (poco impermeables, con poco vuelo a ambos lados,
con juntas muy abiertas entre piezas), se puede producir filtración por los bordes o
por las juntas entre piezas.

En todo tipo de relieves (molduras puntuales o lineales, balcones, etc.) y salientes


en general, en el encuentro entre el plano de la fachada y otro más o menos
perpendicular, que sea horizontal, se puede producir acumulación de agua en

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estas plataformas horizontales que llegan a facilitar la filtración hacia el interior,


siempre que se den las condiciones adecuadas de porosidad suficiente, o de
fisuras, grietas o juntas constructivas.
En vanos de ventanas se dan las condiciones mencionadas, es decir, encuentro
de planos perpendiculares formando ángulos diedros en los que coinciden juntas
constructivas entre materiales diferentes, paramentos y carpinterías.

También los vanos tienen otros dos posibles puntos de filtración: el dintel superior,
que si no tiene cortagoteras suficiente facilita la escorrentía hacia el interior, del
agua que resbala por la fachada produciendo posible filtración. Además, las
juntas de la propia carpintería de la ventana que si no tiene bien resuelta su
estanqueidad.

Cuando la baranda del balcón se resuelve con mampostería o al menos su parte


baja, se utiliza casi siempre como drenaje una gárgola al exterior, que en la
mayoría de los casos, es un simple tubo de poca sección, que empieza en el
mismo borde del piso y tiene poca inclinación y poco vuelo.

En la mampostería sin vanos, se produce la filtración a través del propio poro del
material constitutivo del cerramiento, cuando la presión del agua es suficiente,
combinando su abundancia con el viento y la estructura porosa lo permite. A
través de fisuras y grietas previas en el muro, con la presencia de agua y viento,
ayudadas por la constitución normalmente capilar de estas aberturas.

DIAGNÓSIS DE LAS HUMEDADES DE FILTRACIÓN.

En cubiertas planas.

Se debe seguir un proceso de eliminación a base de dividir la cubierta en cuarteles


coincidentes en alguno de sus lados con limatesas o juntas de dilatación

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existentes de unos 30 m2 de superficie como mínimo o según la distribución de los


tragantes, e ir probando uno a uno a base de levantar paredes provisionales en su
perímetro, taponar los posibles desagües y llenar de agua manteniéndola durante
unas horas hasta comprobar o no la aparición de filtraciones en esa zona. Si no
hay filtración, se repite la operación en el siguiente. Si la hay, se repara la
membrana impermeable en toda la superficie probada, a menos que la rotura sea
muy evidente.

En cubiertas inclinadas.

Únicamente hay que distinguir entre la filtración proveniente de los bordes (aleros,
encuentros, etc.) y la anterior, consecuencia de la falta de solape suficiente o de la
rotura de alguna teja, lo que no ofrece demasiados problemas.

En las fachadas.

No presentan dudas las filtraciones en petos de terrazas ya que difícilmente


coinciden con otro tipo. En plataformas horizontales se puede confundir con
microcapilaridad.

En los vanos de ventanas, la filtración por juntas constructivas es relativamente


evidente, aunque es conveniente repasar con detenimiento los sellados,
reponiendo las zonas destruidas y esperando los períodos de lluvias para
comprobar su efectividad.

En los paños ciegos puede existir confusión con otros tipos de humedades, sobre
todo, de obra, de condensación y, cerca de los arranques, de capilaridad, incluso,
esporádicamente, con humedades accidentales. Habrá que conocer la porosidad
de los materiales constitutivos de la fachada y el coeficiente de absorción de la
capa exterior, para ver las posibilidades de filtración.

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REPARACIÓN DE LA HUMEDAD DE FILTRACION.

En cubiertas planas.

Una vez localizada la zona afectada por la perforación, se repone la membrana


impermeable en toda ella teniendo que llegar hasta una limatesa o una junta de
dilatación para evitar que, a pesar de soldar la nueva tela, haya filtraciones entre
ellas, ya que no es necesario arrancar la anterior, ni conveniente, ya que suele
ofrecer un buen soporte.

Lo mismo ocurrirá si, por alguna razón (superficie reducida, sospecha de otras
perforaciones próximas, etc.) se decide reponer la membrana en toda la superficie.

Dichas roturas pueden haberse producido por punzonamiento al acceder a la


cubierta para su mantenimiento. Entonces, además de reponer la membrana,
conviene establecer unos “pasos de mantenimiento” mediante algún tipo de piso
que no pueda perjudicar a la membrana que está debajo.

Si la rotura se ha producido por desgarro debido a variaciones térmicas, debemos


introducir las juntas de dilatación necesarias según estudio en proyecto, junta que
debe practicarse, en primer lugar, en el propio tablero soporte, si no lo había, y
después en la aplicación de la propia membrana, según las normas de uso.

Si el problema está en el solape vertical, filtrándose el agua entre membrana y


soporte, debemos revisar dos aspectos:

En primer lugar, el propio drenaje, ya que la causa puede estar en su obstrucción


y una excesiva acumulación de agua en la cubierta, cuyo nivel rebasa el del
solape de la membrana.

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En segundo lugar, la propia ejecución del solape en el que, seguramente, se


habrán cometido los dos errores siguientes:

— Falta de protección superior fundando la estanquidad en la adherencia entre los


dos materiales, adherencia que acaba desapareciendo por la acción de los rayos
ultravioletas.
— Falta de independencia con respecto al peto o paramento vertical de que se
trate.

Nuestra actuación se encamina a anular ambas causas protegiendo la unión con


algún tipo de ruana empotrada en el muro.

Por último, si el problema está en la ausencia de membrana bajo el piso, no cabe


duda que la reparación exigirá ponerla, bien levantando el piso y reponiéndolo
después, bien aprovechando como base para la nueva impermeabilización y un
nuevo piso.

En cubiertas inclinadas.

Si se trata de un problema de solape insuficiente, habría que ver si éste es general


o puntual. Si es general, no habrá más remedio que reentejar. Al hacerlo,
comprobaremos las pendientes y analizaremos si sea recomendable una
membrana impermeable previa, según las sugerencias de “prevención’, o es
suficiente un aumento del solape con el consiguiente aumento en el número de
tejas.

Si es puntual, podremos reentejar puntualmente, lo que obliga, en cualquier caso,


a actuar sobre una zona suficientemente amplia.

Si se trata de aleros mal ejecutados, con vuelo insuficiente de las tejas (sobre todo

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MÓDULO 2: Lesiones Generales.

canales) deberemos rehacer todo ese frente del tejado y dejarlo en condiciones
correctas.

Si el problema está en la canoa y la causa es su excesiva proximidad al alero


habrá que reponerla en situación adecuada.

Por último, los problemas de filtración más corrientes aparecen en los encuentros
con paramentos verticales y en canoas ocultas. Entonces, la actuación estará
localizada en el punto conflictivo, reponiendo el elemento impermeable destinado
a recoger y canalizar el agua en esas líneas, atendiendo a las medidas de
prevención y por tanto asegurando el traslapo suficiente de los paramentos
verticales y de las tejas sobre esas canoas, así como el de los materiales
impermeables sobre las tejas bajas de la canoa oculta.

En fachadas.

a) En los remates superiores (cornisas y petos de terraza) si ha fallado la


protección superior, procederemos a su reparación para conseguir su
impermeabilización y correcto drenaje del agua.

b) En los relieves (molduras en general, balcones, etc.) siempre que existen


rincones puede haber juntas constructivas y éstas pueden facilitar la filtración. El
caso más corriente aparece en los diedros horizontales donde, además de la
microcapilaridad ya comentada, existe este nuevo peligro.

La reparación consistirá, básicamente, en sellar esa junta constructiva, siempre


que el elemento saliente esté en buenas condiciones, ya que de lo contrario habrá
que demoler y rehacer.

Cuando de plataformas horizontales se trate, una causa adicional puede ser la

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MÓDULO 2: Lesiones Generales.

falta de pendiente en la misma. De ser así, deberemos provocarla, normalmente


con adición de un elemento impermeable. Si la plataforma pertenece a una
terraza o balcón accesibles, convendrá comprobar la existencia de zócalo y
traslapo de membrana impermeable bajo él, tal como quedó indicado en los
problemas de capilaridad.

c) En los huecos de ventana, tenemos tres puntos conflictivos. a saber:

El vierteaguas como plataforma horizontal y remate superior con todos los


problemas mencionados en párrafos anteriores y sus consiguientes soluciones.

Aquí hay que considerar; además, los diedros laterales del mismo que se deben
resolver, bien con una pendiente fuerte, además de la obstrucción de la junta, bien
con pendientes encontradas en la bisectriz, para evitar posible acumulación de
agua y canalizarla hacia el centro del vierteaguas.

El dintel, donde necesitamos cortagoteras para evitar la entrada de agua. Dicho


elemento, si no existe, se puede añadir con un pequeño ángulo metálico en el
borde.

Las juntas de las carpinterías, si no tienen las condiciones adecuadas de drenaje,


se debe intentar añadirlas, lo cual no siempre resulta factible. En ese caso
debemos proceder a cambiarlas.

d) En los paños ciegos, la filtración se combate en función de la causa. Si ésta es


la propia porosidad y está en una situación expuesta, debemos tratar de
impermeabilizarlo con un nuevo acabado que deje “respirar” al cerramiento. Ese
nuevo acabado, en función de las necesidades, puede ir desde una pintura
hidrófuga de poro abierto, preferentemente del tipo mineral normalmente a base
de siloxanos.

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MÓDULO 2: Lesiones Generales.

e) En los balcones con peto de obra la cuestión fundamental está en que no se


tiene en cuenta que el balcón con muro se convierte en una cubeta que hay que
tratar y desaguar como tal. Es decir, en primer lugar impermeabilizar la base de
sus paredes hasta el posible nivel del agua (por lo menos 15 cms.) y a
continuación, realizar el drenaje dando continuidad al material impermeable con la
boca del tubo drenante, de manera que en su encuentro no se puedan producir
filtraciones.

PREVENCIÓN DE HUMEDADES DE FILTRACION.

En cubiertas planas.

Debemos asegurar su impermeabilidad y su drenaje, mediante la aplicación de las


correspondientes membranas bituminosas o plásticas (según construcción), así
como el cálculo y colocación de tragantes.

En cubiertas inclinadas.

En cuanto a la colocación de las tejas, traslapo suficiente según tipo de las


mismas, inclinación del faldón, orientación y zona climática.

En cuanto a los aleros, vuelo suficiente de las tejas canales.

En cuanto a los bordes del faldón, si tienen encuentro con paramento vertical,
asegurar la impermeabilidad de la unión mediante canoa (si es necesario) y solape
del elemento impermeable y su protección.

En general, por último, mantenimiento adecuado y periódico con limpieza del


conjunto y revisión de elementos metálicos.

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MÓDULO 2: Lesiones Generales.

En fachadas.

En los remates superiores, colocación de protección adecuada, preferente mente


con lagrimal de piezas prefabricadas cerámicas o prefabricados de hormigón.

En los relieves de fachada (molduras, balcones, etc.) debemos cuidar dos


aspectos básicamente. La estanquidad del ángulo diedro, normalmente mediante
sellado elastoplástico, y la impermeabilidad e inclinación de todos los planos
horizontales mediante chapas metálicas, piezas cerámicas, etc.

En los huecos de ventana, tenemos varios puntos conflictivos:


• Vierteaguas, que tendrá la inclinación adecuada, será impermeable, tendrá
sellado su encuentro con ventana y jambas y volará lo suficiente con
cortagoteras.
• Dintel, que deberá disponer de cortagoteras en su borde.

En los paños ciegos, hay que asegurar la impermeabilidad de la superficie porosa


en función de:
— nivel de exposición.
— clima de la zona.
— porosidad del material y su espesor.

La impermeabilidad sé podrá conseguir:


— Con un material constitutivo suficientemente compacto (ladrillo visto por
ejemplo).
— Con pinturas hidrófugas, de poro abierto.

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MÓDULO 2: Lesiones Generales.

HUMEDAD DE CONDENSACIÓN.

Se llama así a la aparición de humedad en un cerramiento como consecuencia de


la condensación del vapor de agua que tiende a atravesarlo por alcanzar en algún
punto de su recorrido la temperatura de saturación o de rocío, que está en función
de la presión de dicho vapor de agua.

Foto 4: Humedad de condensación.

Ante el vapor de agua existente en un ambiente determinado, un cerramiento


representa una barrera superficial que dificulta el equilibrio deseable de presión de
vapor a ambos lados del mismo. En consecuencia, se establece una corriente de
dicho vapor de agua que va desde el ambiente con mayor presión al de menor
presión.

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MÓDULO 2: Lesiones Generales.

En las edificaciones es muy corriente el uso de materiales porosos y por lo tanto,


relativamente permisibles al paso del vapor de agua. No obstante, los
cerramientos suelen estar constituidos por varias capas de distinta permisividad, lo
que complica algo el proceso. También puede encontrarse con sales
higroscópicas cristalizadas dentro de los poros del material que absorben vapor de
agua hasta condensarlo por acumulación. En ese momento aparece la humedad
sin control, y surge la lesión en forma de mancha o de goteo inicial, que puede dar
lugar a otras lesiones secundarias.

En función del punto donde se produzca la lesión, así como de las causas, se
pueden distinguir tres tipos de condensaciones:

Condensación Superficial Interior: Cuando se produce en la cara interior del


cerramiento al ser la temperatura superficial interior inferior a la de rocío.

Este caso se produce por un aumento exagerado de presión de vapor en dicha


superficie, lo cual, a su vez, puede deberse a la alta producción de vapor en el
local en cuestión (baños, cocinas, etc.), o a la impermeabilidad del material de
acabado superficial interior del cerramiento (vidrio y/o azulejo), o a las dos a la
vez. En estos casos y sobre todo en acabados muy impermeables el síntoma es
un evidente goteo (ventanas, azulejos de baños, etc.).

Condensación intersticial: Cuando el fenómeno físico se produce en algún


punto del cerramiento, ya que ante la presión del vapor de agua que llega hasta él,
la temperatura existente es inferior a la de rocío que le corresponde a aquel.

Este segundo tipo de condensación depende no sólo de la cantidad de vapor de


agua que atraviese el muro y del gradiente de temperaturas del mismo, sino
además, de la constitución del propio cerramiento, la disposición de las distintas

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MÓDULO 2: Lesiones Generales.

capas que lo conforman y de la permisividad al paso del vapor de agua de cada


una de ellas, así como de su coeficiente de aislamiento.

Otro tipo de condensación intersticial aparece sobre las tuberías de agua fría o
metálicas alojadas en los cerramientos.

Normalmente aparecen al exterior y en invierno, ya que la condensación se suele


producir hacia la cara exterior del cerramiento (por temperatura más baja) y la
humedad, una vez condensada, sigue su camino hacia el ambiente con menor
presión de vapor (el exterior).

Condensación higroscópica: Se presenta cuando la causa fundamental es la


presencia de sales higroscópicas en el interior de los poros del material. Por su
localización es una condensación intersticial, pero se distingue de esta por su
reparación, ya que no preocupa el aislamiento o la presión de vapor sino la
eliminación de las sales higroscópicas que causan la acumulación de vapor de
agua y su condensación.

La presencia de estas sales suele ser consecuencia de su disolución y arrastre por


anteriores humedades de capilaridad o filtración a lo largo del tiempo, que al ir
evaporando desde los poros superficiales del material de acabado (revoques,
etc.), facilitan su cristalización en ellos.

DIAGNOSIS DE LAS HUMEDADES DE CONDENSACIÓN.

Si la condensación se produce en la superficie interior del cerramiento, y ésta es


impermeable, no ofrece dudas, pues resulta un goteo inconfundible.

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MÓDULO 2: Lesiones Generales.

Es necesario el estudio de los gradientes de temperatura y de los enlaces


constructivos, tanto para ver la posibilidad de condensación intersticial, como para
identificar puentes térmicos.

Si el estudio no da resultados positivos, se buscarán otras posibles causas, sobre


todo conductos incrustados en fachadas o en bordes de losa, teniendo en cuenta
que este tipo de humedad se observa, normalmente, desde el exterior.

Si se trata de condensación higroscópica, se puede confundir con la humedad


original que aportó las sales higroscópicas, es decir, capilaridad o filtración. Su
identificación es sencilla, bastará con calar un poco el acabado superficial y
comprobar si la humedad se genera en él (condensación higroscópica) o, por el
contrario, proviene de otro punto más profundo, que será indicio de capilaridad o
de filtración.

REPARACIÓN DE LAS HUMEDADES DE CONDENSACION.

De la condensación superficial interior.


En estos casos la humedad se aprecia muy pronto, en función del tipo de
superficie donde se dé. Si es pulida, se forman directamente las gotas de agua;
si, por el contrario, es porosa, el agua que se condensa se aloja directamente en
los poros y tarda algo en notarse, hasta que se forma una mancha de humedad,
aparecen mohos o se desprende la pintura. En cualquiera de los casos, aparecen
dos líneas distintas de actuación: evitar que haya condensación o preparar la
superficie para que el agua no produzca lesión en ella.

a) Para evitar que haya condensación tenemos, a su vez, dos caminos, dirigidos
ambos, a impedir que se alcance la temperatura de rocío (tr) sobre la pared:

— Aumentar la temperatura superficial interior del cerramiento (ti).

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MÓDULO 2: Lesiones Generales.

— Disminuir la presión de vapor de agua del local (Pv).

b) La otra solución alternativa, o complementaria, a la de evitar que se alcance la


“tr” consiste en preparar la superficie del cerramiento para la posible
condensación. Se trata, básicamente, de disponer de una superficie pulida e
impermeable que no se vea afectada por el agua que se condensa sobre ella y
que permita su secado y limpieza con relativa facilidad.

De la condensación intersticial.

En este caso, la actuación sólo puede seguir una de las líneas mencionadas en el
punto anterior; la de evitar que se alcance la temperatura de rocío en ningún punto
del cerramiento. Para ello, podremos ir por tres caminos:
— Aumentar la temperatura general en el interior de la sección del cerramiento.
— Disminuir la temperatura de rocío en la misma sección para lo cual deberemos
disminuir la presión de vapor de agua.
— Disipar el vapor de agua dentro del cerramiento hacia el exterior donde se
produce la condensación.

De la Condensación higroscópica.

Para eliminar este tipo de condensación habría que deshacerse de las sales
higroscópicas contenidas en el acabado del cerramiento en cuestión. Para ello
podremos seguir dos métodos diferentes. El primero, más drástico, consistirá en
eliminar la capa de revoque que aloja las sales a base de una demolición y
saneado.

El segundo método es más complicado y deberemos utilizarlo cuando no podamos


eliminar el acabado afectado por algún motivo histórico o artístico. Procederemos
entonces a base de algún sistema controlado de humedecer el revoque para

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MÓDULO 2: Lesiones Generales.

disolver las sales higroscópicas y absorber la humedad mediante apósitos o algún


producto secante como arcillas, fieltros, etc.

PREVENCIÓN DE HUMEDADES DE CONDENSACION.

En la prevención de este tipo de lesiones caben medidas relativamente fáciles a


nivel de diseño y ejecución que requieren, no obstante, un estudio concienzudo de
los gradientes de temperatura, en función de los materiales constitutivos del
cerramiento, así como de las condiciones climáticas exteriores y las de confort
interiores más probables, analizando las situaciones más desfavorables.

HUMEDAD ACCIDENTAL.

El efecto suele ser una mancha de humedad en forma de “nube circular” alrededor
del punto de rotura, o de “nube alargada” siguiendo el recorrido del conducto
afectado, ya que es corriente que el agua corra desde el punto de rotura por la
superficie del tubo en la junta que se crea entre éste y el material que lo contiene.

Rotura del conducto por sobretensión en el mismo: la sobretensión en el tubo


se debe a cambios dimensionales. El esfuerzo que la provoca puede ser de
tracción o de cortante. Si no tienen la suficiente independencia dentro del
cerramiento o la longitud es excesiva, la contracción introduce un esfuerzo de
tracción que supera la capacidad del conducto, produciendo la rotura.

Lo mismo ocurre en los encuentros entre conductos (empalmes, piezas en “T”).


Pueden ser puntos conflictivos cuando una de las ramas dilata sin que la otra siga
el movimiento.

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MÓDULO 2: Lesiones Generales.

Foto 5: Humedad accidental, rotura de tubería por sobre tensión.

Rotura por acción mecánica sobre el conducto: incluye el conjunto de


acciones exteriores, normalmente puntuales, provocadas por el mal uso del
edificio que introducen esfuerzos cortantes y aplastamientos, incluso el paso de
personas o maquinaria sobre conductos empotrados bajo los pisos.

Corrosión de los conductos metálicos: puede ser debida al propio fluido que
discurre por su interior, por la llamada “corrosión por inmersión”, ayudada en la
mayoría de los casos por la composición química del fluido y por posibles defectos
de fabricación del conducto. También puede deberse a la aparición de pares
galvánicos en el conducto por su encuentro con otros elementos metálicos como
abrazaderas y sujeciones.

La aparición de humedad sobre la superficie de los conductos, ayudada por la falta


de protección exterior de los mismos, acelera la corrosión por “inmersión” o por
“aireación diferencial”.

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MÓDULO 2: Lesiones Generales.

La corrosión del tubo va disminuyendo la sección de sus paredes hasta que estas
no admiten la presión interior, o las tensiones de tracción o cortante antes
mencionadas.

DIAGNOSIS DE LAS HUMEDADES ACCIDENTALES.

Si se sospecha estar ante una humedad accidental, confundible con alguna de las
anteriores, se debe estudiar la información técnica para detectar la presencia de
conductos y su posible sujeción incorrecta, origen del probable accidente. Si esta
información es insuficiente, se puede recurrir al uso de detectores de metales
embebidos (pachómetros) o hacer calas.

Cuando la mancha es puntual y muy abundante, o cuando sigue un recorrido lineal


muy claro, el diagnóstico es fácil.

REPARACIÓN DE LAS HUMEDADES ACCIDENTALES.

Las actuaciones de reparación, en estos casos, suelen ser muy puntuales, aunque
en algunos, y dado que la causa afecta a toda la instalación, nos obliga a una
reparación integral con el cambio de todo el conjunto de tuberías.

Rotura por sobretensión.


Si los conductos no han sido colocados con la holgura suficiente para su correcta
dilatación y contracción, habrá que introducirla una vez cambiada la pieza rota.
Caso más sencillo será aquel en el que el conducto está visto y sujeto con
abrazaderas; bastará corregir éstas. En cualquier caso, la introducción de holgura
será fundamental en el encuentro con elementos estructurales y en todo tipo de
quiebres y piezas de encuentro de varias líneas, donde confluyen diferentes
movimientos.

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MÓDULO 2: Lesiones Generales.

Rotura por acción mecánica.


En este caso la actuación es prácticamente la misma que el caso anterior.

Por corrosión.
Si se trata de un problema de constitución de la propia tubería, en función del
liquido que almacena, no hay más remedio que proceder a un cambio integral de
todos los conductos que están en la misma situación.

Si el problema está en la aparición de otro elemento metálico de mayor potencial


eléctrico, podemos tratar de introducir un manguito aislante entre ambos
elementos (normalmente de materiales plásticos) para evitar el contacto, lo que
resulta una operación sencilla y necesaria en todos los puntos de contacto,
aunque no haya aparecido la corrosión. Sin embargo, si el par galvánico no ha
aparecido por contacto directo, sino por transmisión de los electrones a través del
propio fluido en la dirección en que discurre, no tendremos más solución que
cambiar la tubería afectada en toda su longitud y sustituirla por otra que no sufra la
acción, sea ésta de otro metal o de material plástico.

PREVENCIÓN DE HUMEDADES ACCIDENTALES.

La prevención, en este tipo de humedades, es una de las más claras y sencillas,


aunque no siempre se practica.

Prevención de causas mecánicas.

La solución está en introducir una holgura suficiente entre el tubo y la sujeción. Si


ésta es continua (empotrada en un cerramiento) la holgura la obtendremos
mediante una coquilla continua de espuma plástica, que permite por una parte,
libre dilatación-contracción y. por otra, la no incidencia del movimiento del
cerramiento.

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MÓDULO 2: Lesiones Generales.

Si la sujeción es puntual, la coquilla se limita a ese punto. bien sea una


abrazadera, bien un elemento estructural.
Cuando las tuberías en peligro son vistas y están al alcance de posibles impactos
por el paso de personas o vehículos, hay que recurrir a una protección, lo que se
realiza de un modo continuo si está en el suelo (preferentemente tubos metálicos
de mayor diámetro) o puntual si están en las paredes.

Prevención de causas químicas.

Debemos considerar dos tipos de casos: que la agresión sea exterior, o que ésta
venga desde el interior.

Para prevenir la exterior, deberemos proteger todos los tramos de los tubos contra
la corrosión mediante los productos adecuados, incluso si el tubo va a estar
embebido en mortero de cemento.

Además de esta protección directa sobre el tubo, puede ser conveniente una
coquilla continua, sea de espuma o no para evitar posibles contactos con el yeso
cuando puede estar próximo ese material. También hay que evitar el contacto
directo del tubo con las abrazaderas, cuando éstas son metálicas y de otro
potencial. Entonces, colocaremos aislantes entre los dos elementos que
introducen, a la vez, holgura.

Para prevenir la corrosión interior debida al fluido o a los posibles pares


galvánicos, debemos analizar, en primer lugar, la posible acción química entre el
liquido y el tubo para asegurar su ausencia. A continuación, intentaremos que no
exista ningún contacto entre materiales de distinto potencial, introduciendo
“manguitos” aislantes entre ellos, cuando esos contactos son inevitables.

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