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La sociedad moderna no solo trae retos de orden económico, social, religioso y político sino

también de orden científico y entre este último el reto de responder con éxito a los cambios

en la calidad de vida de las personas que conlleva la Globalización. La mala distribución de

las riquezas, la superpoblación, el agotamiento de los recursos del planeta, la respuesta de

la sociedad a la Globalización traducida en malos hábitos alimenticios y de salud, el

márquetin entre otros factores han llevado a la ciencia a buscar nuevas respuestas a esas

necesidades y demandas cada vez más evidentes.

Los hechos mencionados anteriormente entre los que se destaca la crisis del planeta ha

llevado a que cada vez aparezcan con más frecuencia enfermedades nuevas y se dé la

guerra para intentar vencer otras que han acompañado por siglos a la raza humana como el

cáncer y las enfermedades genéticas, entre otras.

Es importante considerar el avance positivo que ha tenido la ciencia, y hablando más

concretamente, la biotecnología en dar una guerra importante en contra de los males de

salud que aquejan a la humanidad, pero así como se han dado avances valiosos en este y

otros temas que intentan mejorar la calidad de vida de las personas, han existido en los

últimos tiempos avances que no dejan de generar un intenso debate si la ciencia está al

servicio del hombre o el hombre al servicio de la ciencia. ¿Son los avances biotecnológicos

una herramienta para ayudar al hombre o para separarlo? En este corto ensayo pretendo

mostrar la necesidad de volver a la esencia o la razón de ser de los avances biotecnológicos:

evaluarlos, replantearlos, y controlarlos de manera que algo que puede sernos de utilidad no

se convierta en contra nuestra.


Partamos del hecho de que no todo avance biotecnológico es peligroso para la humanidad,

como algunas personas lo plantean. Creo que no necesariamente se debe dar una división

entre religión y ciencia. Si Dios le dio inteligencia al hombre ¿por qué no usar dichas

habilidades a favor del hombre? Ansiar conocer el mapa del genoma humano, de cómo

muchas enfermedades genéticas aparecen y cómo podrían ser evitadas, querer dar la batalla

contra enfermedades tan mortales como el cáncer o las enfermedades autoinmunes son

metas loables dado el gran número de muertes que cobran por año. En este sentido, en el

científico que busca corregir estos genes, o darle la oportunidad a personas de recuperar

funciones perdidas por órganos faltantes o que ya no funcionan bien, los gobiernos deberían

destinar más recursos a alcanzar estos objetivos. Lo anterior lo menciono porque muchas

veces se destina más recursos económicos a guerras, a la vanidad, entre otros que se

olvidan la responsabilidad innata que tiene cada generación de dejarle un mejor mundo a la

generación que viene.

Muchos debates se han planteado sobre la clonación, sobre si crear seres u órganos a partir

de otros iguales constituye un intento por jugar a ser Dios. A lo que argumento que si esos

avances se logran con el propósito de garantizar y mejorar la vida de muchas personas,

bienvenidos sean. El asunto no está en si se clona o no, si se experimenta con animales o

no, sino para que se ponen en marcha tales trabajos científicos. En lo personal, este es el

lado que me gusta de la ciencia, de la revolución biotecnológica, es decir, aquella faceta

que busca servirle al propio ser humano por compasión, por poner los recursos (en este

sentido mentales y de habilidad) a favor del bien.


Sin embargo, así como sucedió con el premio nobel, Albert Einstein, quien nunca pretendió

usar sus estudios sobre física para que otra parte de la humanidad los utilizara en contra del

mismo hombre a través de una bomba atómica. Es decir, estoy de acuerdo en que los

gobiernos adelanten investigaciones en biotecnología si estas buscan favorecer al hombre,

no destruirlo, ni dividirlo. Por lo tanto, hechos científicos como la clonación o el estudio del

genoma humano no deben estar focalizados a promover actos dudosos como querer lograr

la inmortalidad (sin pensar a qué costo se intentaría lograrlo), o intentar crear mejores razas

de seres humanos a partir de dotarlos de habilidades que podrían poner en desventaja a

otros sectores de la población humana. En otras palabras, la biotecnología no debe ser

utilizada para crear otra bomba atómica genética que ponga en riesgo al mismo ser humano.

No debe ser un pretexto para crear guerras, ni dividir las personas, ni tampoco para

alcahuetear malos hábitos alimenticios o mal uso de los recursos del planeta. Porque ¿qué

se lograría alcanzando la inmortalidad o crear mejores razas de seres humanos si ya no hay

planeta para vivir?

Concluyo afirmando en la necesidad de que los gobiernos ejerzan mayores controles sobre

los avances biotecnológicos de modo que estos se constituyan en un hito a favor de la

humanidad y no en una nueva especie de tráfico o cáncer para la sociedad para la que

después no haya cura.


REFERENCIA

McMillan, Ian. (Productor). (2011). Visiones del futuro: 2- Vida, La revolucion biomolecular
[DVD]. Estados Unidos. (Disponible en BBC).

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