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La zona del Altiplano central | en el Posclasico: | la etapa de la Triple Alianza Ma. Concepcién Obregon Rodriguez* Introduccién Ftema del Altiplano central durante la etapa de la Triple Alianza es tal vez emas ampliamente estudiado de toda la historia mesoamericana. Se debe a que este poder hegemonico tenia conquistada la mayor parte del area cul- ral a la llegada de los espafioles en 1519 dC y, a consecuencia de ello, es el mejor descrito por las fuentes hist6ricas del momento del contacto. Ademas, resulta incuestionable que ningtin otro Estado prehispanico de los desarrollados en el centro-sur de México y en Centroamérica, alcanz6 dimensiones y grados de complejidad sociopolitica semejantes a los que ca- racterizaron a este imperio. Por tanto, ha sido visto como la culminacién del proceso cultural mesoamericano y, como tal, lo que sabemos de él ha servi- dode base para explicar algunos aspectos de otras culturas, de las que con- tamos hasta hoy con poca informacién. la riqueza de datos hist6ricos sobre el Posclasico tardio en el Altiplano central de México y, sobre todo, de la sociedad mexica ha generado gran cantidad de estudios sobre sus formas de circulacién de bienes, organizacion social y politica, sistemas de control social, ideologia, entre otros muchos. Sin embargo, la profundidad y especializacién que han alcanzado estos anilisis enciertas ramas, hace cada vez mas dificil establecer una perspectiva de inter- pretacidn que abarque la gran complejidad de ese momento de una manera realmente integrada. El presente articulo intenta sintetizar la informacién basica que sobre cada uno de los distintos aspectos han generado los estudios especializados, al *Historiadora, profesora de la Divisin de Estudios de Posgrado de la Escuela Nacional de Antropologia Historia, México. 278 El horizonte Posclasico mismo tiempo que sefalar las relaciones entre todos ellos y sobre todo su desarrollo a través del tiempo. La expansi6n militar sin precedentes de ciertos centros de la Cuenca de México sobre lejanas regiones empezaba a generar grandes cambios en las instituciones sociales y politicas mesoamericanas. Por ello, los tltimos siglos antes de la Conquista deben entenderse como un momento importantisimo de transici6n entre antiguas formas tradicionales de organizaci6n y otras mas adecuadas a las nuevas condiciones historicas. Su cabal comprensi6n permi- tira un acercamiento mis integral a una sociedad cuyo funcionamiento tanto sorprenderia a los europeos. La enorme riqueza de materiales documentales con que contamos para el anilisis de la historia del Altiplano central durante el Posclasico tardio (1250 a 1521 dO), resulta a primera vista un gran atractivo para abocarse al tema. No obstante, hay que tener presente que el manejo de esa informaci6n presenta gran complejidad. Tanto en las cronicas y textos espafioles como en los indigenas, la mayo- ria de los datos registrados se refieren especificamente a la cultura mexica, correspondiendo muchas veces a la transcripci6n de la historia oficial que el grupo dirigente mexica estructuré sobre dicho periodo; por ejemplo, las obras de Diego Duran y de Alvarado Tezozomoc. Esta incluye, por tanto, una interpretaci6n a posteriori de los hechos, de acuerdo con los intereses del grupo hegemonico y, como tal, contiene gran cantidad de elementos miticos y legitimadores de la realidad social imperante. Contamos ademas con otras versiones sobre los mismos acontecimientos que provenian de distintos grupos de la regién (chalcas, texcocanos, tlatelol- cas, etcétera), las cuales en muchas ocasiones contradicen la mexica. Sin embargo, son menos numerosas y completas. Al emplear su informacién debemos tener presente que su distinta procedencia no implica que se acer- quen mas a la realidad de lo sucedido, ya que también manifiestan una pers- pectiva de interpretacion de acuerdo con intereses particulares. Los documentos utilizan terminologia y conceptos indigenas que no siem- pre han sido analizados en su contexto por los autores modernos, dando lugar a interpretaciones poco precisas. Un ejemplo seria el estudio de las conquistas de la Triple Alianza a través de sus listados en algunos textos del siglo xvi. En muchos casos no podemos saber con exactitud si se refieren a verdaderas conquistas seguidas por imposicién de tributos, o bien a enfren- tamientos aislados con otros fines. a. Obregon Rodriguez # La zona del Altiplano central en el Poscldsico: la etapa de la Triple Alianza 279 Otra causa constante de imprecisiones es el hecho de que dichas fuentes lesignen con el mismo nombre a distintos grupos étnicos 0 lingiiisticos que onvivian en una misma area geografica, por lo que muchos estudios los con- ideran poblaciones unificadas que nunca fueron. Para un mejor acercamiento a dicho momento, sigue siendo imprescindi- ble la revision y el perfeccionamiento de las traducciones al espafiol de do- cumentos escritos originalmente en lenguas indigenas. Apesar de que el tema que nos ocupa abarca un periodo muy breve de tan solo dos siglos (de principios del siglo xtv a principios del xvi) y de la notable abundancia de fechas indigenas registradas en las fuentes, uno de los proble- mas fundamentales en su estudio sigue siendo el de la cronologia. las fechas que proporcionan las distintas cr6nicas sobre los acontecimien- tos mas destacados no coinciden de un documento a otro. Resulta atin dificil lograr una correspondencia exacta entre los distintos conteos que existian ena zona a principios del siglo xvi, a pesar de que se ha comprobado que sus diferencias se debian a que cada centro de la Cuenca de México habia dado inicio al Computo del tiempo en fechas distintas, de acuerdo con su historia particular (migracién y Fundacion de su capital). Este problema se hace atin mas complejo debido a que el periodo que se analiza es muy breve, por lo que los sucesos estudiados tienen diferencia de unos cuantos aiios, y los métodos tradicionales de fechamiento usados en la arqueologia no resultan adecuados para clarificar 0 comprobar la secuencia cronol6gica establecida por las fuentes histéricas. A diferencia de otros periodos de la historia mesoamericana, en este caso no existe una relacion directa entre tipos 0 estilos ceramicos con grupos étni- cos especificos, sino que existian tradiciones alfareras generalizadas en amplias dreas que incluian a muy diversas poblaciones. Por tanto, dichos tipos no puede utilizarse como distintivos o definitorios de alguna de ellas en particu- lar, y tampoco reflejan automaticamente cambios historicos. Los tipos cerami- cos predominantes en la regi6n central del imperio de la Triple Alianza ya se encontraban plenamente difundidos (sobre todo el Azteca IID) en otras provin- cias 0 regiones, mucho tiempo antes de su incorporacién como tributarias. En ltimas fechas, la aplicaci6n de métodos lingiiisticos como la semidti- ca (analisis del discurso) sobre fuentes primarias, ha empezado a hacernos tomar conciencia de la necesidad de replantear y revisar las interpretaciones que se han hecho hasta nuestros dias sobre el pasado indigena. Gracias a ellas resulta evidente que aun las cr6nicas del siglo xvi reflejan mas las cate- 280 El horizonte Posclasico gorias y formas de vida de quien hace la narraci6n, que el objeto que estan describiendo. Es decir, que podrian ser utilizadas en mucho mayor medida para reconstruir el mundo espafiol de ese momento, que las sociedades que encontraron en América. Al analizar el imperio de la Triple Alianza muchos autores modernos lle- gan a la conclusion de que éste habia alcanzado sus maximos limites y por ello empezaba a colapsarse. Esta interpretacion se basa en el argumento de que las antiquisimas instituciones sociales y politicas mesoamericanas, que se habian venido adaptando a las nuevas condiciones hist6ricas no podian dar mas de si, por lo que habian empezado a generarse contradicciones muy serias que no hubiesen podido ser resueltas por el aparato politico. Sin embargo, el problema puede ser visto de una manera totalmente opues- ta si consideramos que, en el momento de la llegada de los espanioles, el impe- tio pasaba por importantisimas transformaciones estructurales que le iban permitiendo consolidar su autoridad sobre los grupos sujetos, e imponer nue- vas formas organizativas. Una organizacion plenamente imperial acababa de empezar a formarse y hubiese podido transformar completamente la historia de los pueblos mesoamericanos. El hecho de que dicho proceso fuera interrum- pido por la Conquista deja abierta la duda sobre cuales hubieran sido sus re- sultados finales. EI interés por la historia de la Triple Alianza y del imperio que iba confor- mando se inicié desde la llegada de los europeos que todavia lo vieron funcio- nando. Como consecuencia de éste y de las necesidades del gobierno espafiol por conocer a los grupos sobre los cuales iba a imponer su autoridad, sur- gieron gran cantidad de fuentes etnohistoricas que atin hoy siguen siendo la base para el estudio de ese importantisimo periodo. Entre estas fuentes destacan las crénicas espanolas hechas por soldados y frailes, asi como textos escritos por indigenas ya aculturados. Algunos de los mas notables ejemplos son los escritos de Bernal Diaz del Castillo, el pro- pio Hernan Cortés, Bernardino de Sahagtin, Diego Duran, Jerénimo de Men- dieta, Toribio de Benavente, Fernando Alvarado Tezoz6moc, Alva Ixtlilxéchitl, Chimalpahin, Diego Muftoz Camargo, Juan Bautista Pomar, etcétera. Con base en estas fuentes, material de archivo y documentos pictografi- cos también del momento de contacto (0 sea, materiales de primera mano) fueron elaborados trabajos de eruditos del siglo xvim y xix interesados por reconstruir la historia prehispanica. Entre ellos no podemos olvidar a Javier Clavijero, Carlos de Sigiienza y Géngora, Lorenzo Boturini, Mariano Veytia y | yn. C. Obregon Rodriguez * La zona del Altiplano central en el Poscldsico: la etapa de la Triple Alianza 281 antonio de Leon y Gama. Muchos de ellos, ademas de registrar informacién | defuentes hoy perdidas, se dieron a Ia labor de rescatar y publicar gran can- tidad de documentos de notable interés histdrico. Hacia finales del siglo pasado los trabajos de investigadores como Eduard seler, Francisco del Paso y Troncoso y Alfredo Chavero, pueden considerarse como el arranque de los estudios modernos sobre el tiltimo momento de la cultura indjgena mesoamericana. Continuando su labor, pero ya en nuestro siglo, se escriben importantes obras sintetizadoras y difusoras de los avances que se habian hecho en el conocimiento de dicha cultura, como las de Geor- ge Vaillant, Walter Krickeberg y Alfonso Caso. Mencion aparte merece la labor de Paul Kirchhoff, quien introdujo una perspectiva interdisciplinaria en su estudio, teniendo notable repercusi6n en las jovenes generaciones interesadas en el México antiguo. El interés por acercarse atin mas directamente a la historia del Altiplano central a finales del mundo prehispanico, hizo surgir una escuela de espe- cialistas que se abocaron a la traducci6n y estudio de textos escritos en nahuatl, generando también importantes estudios interpretativos. Como promotores destacan Angel Maria Garibay y Miguel Leon-Portilla, cuyos trabajos y los de sus discipulos se constituirian en importantes aportaciones. Sobresalen entre ellas los estudios hechos en los seminarios del Instituto de Investigaciones Hist6ricas de la uNAM (Alfredo Lopez Austin, Victor Castillo Farreras, José Rubén Romero, Carlos Martinez Marin, Roberto Moreno, Josefina Garcia Quin- tana, Thelma Sullivan, etcétera). Producto también de este grupo seria la pu- blicacién de Estudios de Cultura Nahuatl. Otra importante corriente de investigacion se especializ6 en el estudio etnohist6rico de temas como los sistemas productivos, las obras de ingenieria hidrdulica, la tecnologia y la explotacién del medio ambiente. En ella destacan las obras de Pedro Armillas, Angel Palerm y Eric Wolf. Tal vez una de las ramas de investigaci6n que mas se desarrolld, generan- lo notables aportes en el entendimiento de lo mexica, fue el estudio de pro- cesos cle tipo socioecondmico. Sobre el tema cabe resaltar los trabajos de Arturo fonz6n, Charles Gibson y, principalmente, los de Pedro Carrasco. Paralelamente a las investigaciones nacionales, en otros paises se han enido realizando importantes trabajos especializados sobre la sociedad mexi- ‘a. Muy notorio ha sido dentro de ellos el interés por el estudio de institucio- es (economia, formas de gobierno, aparato militar, etcétera). Algunos de los 282 El horizonte Posclisico autores cuyas obras se han vuelto fundamentales para el estudio de lo mexi- ca son: Robert Barlow, Frances Berdan, Edward Calnek, Nigel Davies, Ross Hassig y Friedrich Katz. En los tiltimos afios ha resurgido también el interés por el andlisis de aspec- tos ideol6gicos tales como la cosmovisién, las formas de legitimacién de la autoridad politica, la mitologfa, etcétera. Al respecto no puede dejarse de men- cionar la riquisima labor de Alfredo Lopez Austin, asi como de autores como Michel Graulich, Johanna Broda y Xavier Noguez. De manera paralela al avance de los estudios hist6ricos y etnohist6ricos, se dieron también importantes proyectos arqueoldgicos en el Altiplano central Estos aportaron grandes avances en el conocimiento de algunos aspectos imposibles de reconstruir a través de documentos y crénicas, como son el de los patrones de asentamiento y la densidad de poblaci6n, por poner algunos ejemplos. Uno de los proyectos arqueolégicos mis notables fue el estudio de la Cuenca de México por William T. Sanders, Jeffrey Parsons y su equipo. Atos después el Proyecto Templo Mayor, dirigido por Eduardo Matos, daria también gran cantidad de nuevos materiales sobre la cultura mexica a los especialistas. En cuanto al estudio de las manifestaciones artisticas de la ultima época del mundo prehispanico en el centro de México, se ha publicado gran canti- dad de investigaciones sobre piezas en particular. Sin embargo, un notable intento de sintesis y presentacién de todo lo escrito al respecto hasta los afios ochenta, lo constituye el libro sobre el arte mexica de Esther Pasztory. Migracién mexica El uiltimo de los grupos chichimecas que, después de afios de migrar por los territorios del norte de Mesoamérica, se estableci6 definitivamente en la Cuen- ca de México, fue el de los mexicas, grupo cuya participacién en la historia inmediatamente anterior a la llegada de los espafioles seria importantisima, lle- gando a constituirse en la principal fuerza politica de toda el area cultural Segtin las fuentes histéricas, los mexicas habian realizado un largo recorti- do buscando un sitio apropiado para asentarse, lo que debio haber ocurrido entre los siglos xm y x1v de nuestra era. Los nombres de los primeros Puntos en que se detuvieron temporalmente antes de Tula, coinciden con los sefia- lados en las migraciones de otros grupos chichimecas e incluso de los propios toltecas siglos antes. Tal es el caso de Teoculhuacan, Chicoméztoc, Cuechté- ya. C. Obregon Rodriguez * La zona del Altiplano central en el Posclasico: la etapa de la Triple Alianza 283 catl-Ichocayan y Coatépec. Por esta razon puede pensarse que la narraci6n de esta primera parte de la migracion es fundamentalmente mitica. Los mexicas decfan provenir de una isla llamada Aztlan situada en una laguna. La ubicacién de tal lugar ha sido uno de los puntos que mayor con- troversia ha causado entre los estudiosos del México prehispanico. Algunos se inclinan por creer que se trata de un arquetipo 0 representaci6n simbdli- ca, creado siglos después por los mexicas a imagen de su capital Tenochti- tlan, como parte de su intento de legitimaci6n. Otros autores han tratado de localizarlo geograficamente hacia el norte del Altiplano central. Dos de las hipdtesis mas sdlidas de esta tendencia son la de Wigberto Jiménez Moreno y la de Paul Kirchhoff. El primero sostenia que la actual laguna de Mexcaltitlan en el estado de Nayarit, era aquella en cuyo centro se localizaba el sitio original del que partieron los mexicas. Por su parte, el segundo crefa que estaba situado en la provincia del imperio tolteca llamada Chicoméztoc, al suroeste del estado de Guanajuato, entre Yuriria y Cortazar. En cualquiera de ambos casos, Aztlan quedaria comprendido dentro del drea ocupada por grupos mesoamericanos, a pesar de la exaltaci6n constante del origen chichimeca (n6mada y barbaro) del grupo que hizo la historia “ofi- cial” mexica. Esto explica la menci6n que hacen las fuentes documentales de varios rasgos culturales (practica de la agricultura, construccién de obras hi- draulicas, culto complejo a deidades agricolas, uso del calendario, etcétera) plenamente mesoamericanos, como propios de los mexicas ya durante la migracion.' Los mexicas abandonaron la isla huyendo de las obligaciones tributarias excesivas que debian a los sefiores de ésta. A partir de su salida tomaron el nombre de mexitin, “gente de Mexi”, que era otro de los que recibia su lider Huitzilopochtli. Este personaje, al parecer hist6rico, seria deificado después de su muerte en Culhuacan e identificado como dios protector del grupo. Desde el inicio de su peregrinar iban organizados en siete calpultin o clanes, compuestos por varias familias nucleares unidas por lazos de parentesco teal o mitico. De ellos el mas fuerte y poderoso era el de los huitznahuaque 0 “surianos”, que llevaba como calpultéotl o “dios de calpulli” a Huitzilo- pochtli. las decisiones eran tomadas por los representantes de dichas unidades, encabezados por los teomamaque o sacerdotes que cargaban los envoltorios 'Martinez Marin, “La peregrinacion de los mexicas” 284 El horizontePosclisico con las reliquias de los dioses e interpretaban sus mandatos. Esto implica que ya existfa un grupo sacerdotal, aunque todavia incipiente, sobrepuesto al sis- tema simple de control tribal. Después de su estancia en Tula, la ruta que siguieron los mexicas hacia la Cuenca de México es facilmente reconocible. Pasaron por varios lugares de los estados actuales de Hidalgo y México (Atlitalaquia, Tlemaco, Atotonilco, Apazco y Tequixquiac), para llegar al norte de la cuenca lacustre detenién- dose en Zumpanco, Xaltocan y Acolhuacan. De ahi cruzaron hacia el margen occidental del Lago de Texcoco, haciendo paradas sucesivas en Ecatépec, Tulpétlac, Coatitlan, Huexachtitlan, Tecpayocan (Cerro del Chiquihuite), Pan- titlan, Amalinalpan, Acolnahuac, Popotlan (Popotla) y Atlacuihuayan (Tacu- baya). Luego pasaron a ocupar Chapultépec donde permanecieron por un perio- do mis largo (20 afios) que en los anteriores sitios, al parecer intentando es- tablecerse definitivamente. Construyeron importantes obras de caracter defen- sivo y sufrieron un importante cambio en su sistema politico al centralizarse el poder en un solo lider llamado Huitzilihuitl, en quien se unificaba el lide- razgo militar y religioso. Sin embargo, su crecimiento empez6 a ser considerado como una amena- za por varias de las ciudades-Estado poderosas de la cuenca como Xaltocan, Azcapotzalco, Culhuacan y Xochimilco, por lo que a finales de la segunda década del siglo xiv, éstas se aliaron militarmente para obligarlos a dejar el sitio. Segtin el Cédice Mexicanus y los Anales de Tlatelolco, Cuauhndhuac, principal sefiorio de Morelos, también particip6 entre las fuerzas que expul- saron a los mexicas. Con la derrota y la muerte de su lider, el grupo mexica tuvo que frag- mentarse, dirigiéndose algunos hacia Chalco, Xaltocan y Azcapotzalco segin los Anales de Tlatelolco, mientras que la mayoria lleg6 hasta Culhuacan para ofrecerse como tributarios a cambio de un sitio donde asentarse. Dicho sefiorfo de larga tradici6n en la cuenca les dio Tizapan, un lugar descrito por la version mexica de los hechos como inhéspito y Ileno de ani- males ponzojiosos. A cambio de él tuvieron que participar como fuerzas mer- cenarias de los colhuas en varias guerras, entre las que destaca la de Xochi- milco. Esta colaboracion les fue ganando mejor trato por parte del seforio que los dominaba, ¢ incluso el matrimonio de muchos mexicas con culhuas La estancia en Tizapan termino en un violento enfrentamiento, tal vez provocado intencionalmente por los mismos mexicas. Sin embargo, éstos ‘MC Obregon Rodriguez # La zona del Altiplano central en el Poscldsico: la etapa de a Triple Alianza 285 resultaron vencidos y muy maltrechos tuvieron que cruzar los lagos del sur, para avanzar entre pantanos y tulares hacia el noroeste del de Texcoco (Mexi- caltzingo, Iztacalco y Temazcaltitlan). Entonces escogieron el islote en donde levantarfan su capital definitiva, creyendo ver las sefiales con que su dios les sefialaba la tierra que les habia prometido: un Aguila parada sobre un nopal (véase figura 1). La fecha de fundaci6n de Mexico-Tenochtitlan segtin la ma- yoria de las fuentes fue el ato 2 Calli o 1325 dC. Algunos autores creen que una correspondencia mas precisa para ésta seria 1345 dC? A pesar de que las fuentes mexicas subrayan el hecho de que se trataba de un islote despoblado, la evidencia arqueoldgica hace pensar que, al igual que Tlatelolco, esto no fue asi. Existian en ellos asentamientos posiblemente tepanecas, desde muchos afios antes de la fundacién oficial de las dos ciu- dades mexicas. La eleccién del sitio tuvo razones de tipo econdmico (riqueza en produc- tos lacustres) y militares (facilidad de defensa); pero también de tipo ideo- logico: la recreaci6n de su lugar de origen y de la forma en que concebian el plano terrestre, asi como un entorno que reproducia la imagen mitica de Tollan "el lugar de los tules”=, lugar del cual posteriormente intentarian pre- sentarse como sucesores. La ocupaci6n del islote que pertenecia al sefiorio de Azcapotzalco oblig6 alos mexicas a aceptar la condicién de vasallos de éste y por tanto a pagar- le periddicamente tributo. La relacion del grupo con los tepanecas se veria reafirmada por los acontecimientos de los afos sucesivos. Situaci6n politica de la Cuenca en el siglo xiv Alllegar los mexicas, la Cuenca de México se encontraba densamente pobla- day fragmentada politicamente en numerosas ciudades-Estado que contro- laban los territorios circundantes. Las relaciones entre ellas se caracterizaron durante la primera mitad del siglo x1v por una notable inestabilidad, produc- to de la constante competencia por ampliar sus areas de influencia. Cuando un Estado o capital lograba asumir un papel de liderazgo en cier- la region, terminaba generalmente imponiendo totalmente su dominio. Tal es el caso de los seftorios tolteca de Culhuacan, chichimeca de Tenayuca, otomi de Xaltocan y acolhua de Coatlinchan. Davies, The Aztec Empire... p. 25. Figura 1. Vista posterior del “teocaili' de la guerra sagrada” con el ‘iguila posindose en el nopal Gredibujado de Towsend, State and Cosmos in the Artof Tenochtitlan, pp. 50 y 51). Estos, a través de alianzas con otras ciudades-Estado, controlaban amplias zonas dentro de la cuenca ¢ incluso fuera de ella. Asi, por ejemplo, la capit otomi controlaba la mayor parte del norte y noreste de la Cuenca de México, extendiéndose casi hasta la sierra de Puebla, asi como la zona mazahua al norte del Valle de Toluca. Al mismo tiempo mantenia alianzas politicas de buena voluntad con seforios del sur como Cuitlahuac y Xochimilco. Chimal- pahin habla de que formaba una Triple Alianza con este tiltimo y con Cu huacan sis. Obregon Rodriguez # La zona del Altiplano central en el Posclésico: la etapa de la Triple Alianza 287 Elrelativo equilibrio que mantenia la competencia constante entre todas estas fuerzas, qued6 roto a partir de 1371 dC, al consolidarse el Estado tepa- neca de Azcapotzalco bajo el liderazgo de Tezoz6moc. Constantes camparias nilitares victoriosas llevaron a los tepanecas a imponer tributaci6n y a con- trolar gran parte de la region norte de la Cuenca, todo el occidente de ésta, el Valle de Toluca (incluyendo Mazahuacan), la provincia de Xillotépec, la de Teotlalpan y parte del Valle del Mezquital,’ asi como la parte occidental del Valle de Morelos. Elexpansionismo tepaneca afect6 de manera mas inmediata al Sefiorio de Xalocan, arrebatandole amplias zonas y terminando por imponerle su total dominio. Esto provocaria un éxodo masivo de los otomies hacia otras zonas més al este y hacia Tlaxcala. la posicion hegem6nica de Azcapotzalco le permitid establecer impor- tantes alianzas con otros grupos importantes del area. Algunas se llevaron a cabo a través de matrimonios entre miembros de su linaje gobernante y los de otros centros de menor jerarquia. Este seria el caso de los tlatelolcas, quie- nes solicitaron un sefior tepaneca: Cuacuapitzdhuac, para que fuera su primer Hlatoani. Azcapotzalco otorg6, por convenir a sus intereses, calidad de aliados o sefiorios semindependientes a algunos que habia incorporado por la fuerza. Un ejemplo es el de Chalco, que se atribuia haber conquistado a los matlatzin- cas, pero el tributo que pagaba Toluca iba directamente a Azcapotzalco. Una situacién semejante al parecer es la de la conquista de Cuauhnahuac, que las fuentes mexicas atribuyen a Acamapichtli, primer senor de Tenochtitlan, siendo que en realidad la llevo a cabo actuando como mercenario del sefio- rio tepaneca. las formas de dominio que ejercié Azcapotzalco sobre los pueblos a los que sojuzg6 no son descritas con precisién por las fuentes documentales. Pero los Anales de Tlatelolco afirman que Tezoz6moc llegé a imponer a va- tios de sus hijos como gobernantes en pueblos conquistados. Varias fuentes mencionan que dicha capital ejercié su supremacia a través de alianzas con Coatlinchan, Amaquemecan, Huexotzinco y Cuauhndhuac. En el Cédice Vaticano-Rios y la Relacion de Acolman se precisa sobre éstas, diciendo que tomé Ia forma tripartita, y que los otros miembros eran Coatlin- chan y Acolman. Por otra parte, los Anales de Cuaubtitlan no mencionan a este tiltimo sefiorio, sino a Culhuacan como el tercer aliado. Esta alianza re- Carrasco, Los otomies..., p. 269. 288 El horizonte Poscier, sultaria el antecedente mas directo de la encabezada por los mexicas afy, més tarde. En las alianzas establecidas por Azcapotzalco los participantes no tenige igual jerarquia y no resultaron muy duraderas. Anos después, los tepanercay se enfrentaron en una violenta guerra a Culhuacan, terminando por derrotarie Poco después apoyaron a los seforios acolhuas de Texcoco y Huexotla par, que se rebelasen contra Coatlinchan, a quien tributaban. En todas estas accio. nes tepanecas, los mexicas participaron como parte de sus fuerzas militares adiestrandose en el oficio de la guerra y empezando a jugar un papel impor. tante en las relaciones de los pueblos del drea. A pesar de que Azcapoizalco fue la principal potencia hegeménica en la cuenca a fines del siglo x1v, el seforio acolhua de Texcoco inicié su expan- sion en el extremo oriental. Impuso su dominio por medio de las armas a va- trios de los mAs ricos centros agricolas del sur de los lagos, tales como Cui- U4huac, Mizquic, Huehuetlan y Sayula, asi como Huaxtépec y Totolapan en Morelos. Texcoco lleg6 de esta manera a convertirse en el mas peligroso rival de Azcapotzalco, y en un freno a sus ambiciones expansionistas, pues controla- ba zonas codiciables para éste. Esta tensi6n terminaria llevandolos a un en- frentamiento directo afios mas tarde. Los primeros afios de Mexico-Tenochtitlan Con la fundacién de su capital, los mexicas iniciaron un periodo de arduos esfuerzos para adecuar las condiciones naturales del islote, asi como para cumplir con sus obligaciones tributarias hacia Azcapotzalco. Esto lo lograron hacer a través de la explotaci6n de los recursos del lago, cuyos productos intercambiaban por alimentos agricolas y materias primas (piedra, madera, cal, etcétera) que les eran indispensables. Tan solo 13 afios después de la fundacién de Tenochtitlan, una fraccién del grupo, descontenta por conflictos territoriales, se separ6 del resto y pas6 a ocupar un islote aledano, situado hacia el noroeste, donde fund6 su capi- tal: Mexico-Tlatelolco. Sin embargo, algunos datos sueltos en distintas ver- siones de la historia, hacen suponer que originalmente éste era mas antiguo y fue el mas importante de los dos asentamientos islenos. Segtin los Anales de Tlatelolco, Tenochtitlan pagaba tributo a dicho centro hasta poco antes de la eleccién de su primer senor. Aunque esto no pueda Aa. C. Obregon Rodriguez * La zona del Altiplano central en el Posclasico: la etapa de la Triple Alianza g9 comprobarse, resulta evidente que los tlatelolcas con la fundacién de su lina- je gobernante habian establecido estrechos vinculos con Azcapotzalco y de- bian gozar en consecuencia de una mejor posicién que sus vecinos. Para entonces la sociedad mexica se encontraba ya claramente estratifi- cada tanto al interior de cada calpulli como a nivel global, ya que algunas de estas unidades monopolizaban las funciones directivas y controlaban al resto. Sin embargo, su organizacion politica seguia siendo basicamente tribal. De- seando poder ingresar al juego de fuerzas politicas que desarrollaban sus vecinos, decidieron adoptar una forma de gobierno semejante. Para ello los tenochcas entronizaron a Acamapichtli como su primer tla- toani-"el que habla”. Se trataba del hijo de un mexica con una noble culhua. laeleccién de Culhuacan para fundar su linaje gobernante parece responder mas a intereses de legitimacién ideolégica que a cuestiones practicas. Gra- cas a ella, su grupo dirigente se consideraria descendiente de los toltecas, los mas antiguos gobernantes de los que se tenia memoria en el centro de México. El poder de los primeros tres tlatoque mexica (Acamapichtli, Huitzilihuitl y Chimalpopoca) fue realmente limitado tanto internamente por las autori- dades de los calpultin, como externamente por el monarca tepaneca del que eran subordinados. Atin asi, esta etapa fue muy importante para la consoli- daci6n de la nobleza tenochca por su brillante participacion en guerras de conquista encabezadas por Azcapotzalco. Algunas de estas campajias son las de Tenayuca, Culhuacan, Mizquic, Xochimilco, Cuitlahuac, Cuauhndhuac, Chalco, Xaltocan, Cuauhtitlan y Texcoco, realizadas durante los 30 tltimos atios del siglo x1v y las dos primeras décadas del siguiente. la aguerrida actuacién mexica les report6 mejores condiciones de trato por parte de la capital tepaneca, e incluso en pago a sus servicios recibieron como indemnizacién parte del tributo obtenido. Asi nos dice Ixtlilxéchitl que después de conquistado Texcoco (1418 dC) por Tezozdmoc de Azcapotzalco, se inicié el reparto del reino dividiéndolo en ocho partes. De éstas tomé dos para si, dejando que “de las cinco partes que quedaban, la una tomase Tlaca- teotzin, sefior de Tlatelulco, dandole por cabecera a Huexutla y sus sujetos; y aChimalpopoca, la cuarta parte, y por cabecera la ciudad de Tezcuco”.‘ Esto favorecié directamente a la nobleza mexica, que empezo a benefi- ciarse de los excedentes productivos, provocando una profundizacion en la diferenciacién interna de la sociedad. Todo ello, tendria también como resul- ‘Intlilxéchitl, Obras hist6ricas..., t. 1, p. 347. 290 El horizonte Pos tado el surgimiento de grupos ocupacionales intermedios como comercian. tes, burécratas y artesanos especializados. Las relaciones entre Tenochtitlan y Azcapotzalco se vieron ademis tefo;. zadas con la introduccién de la sangre real tepaneca en el linaje reinante de Mexico-Tenochtitlan a través del matrimonio de Huitzilihuitl con la hija del viejo lider tepaneca y el subsecuente nacimiento de Chimalpopoca. EI prestigio y la importancia que habian adquirido las fuerzas militares mexicas en las conquistas del sefiorio azcapotzalca, le permitieron no actuar exclusivamente como sus mercenarios, sino también de algunos de sus alia. dos tanto de la Cuenca de México como de regiones circundantes. Tal es el caso de la campafia contra Cohuixca en Guerrero por parte de Cuauhnéhuac en 1423 dC, de la que tanto tenochcas como tlatelolcas participaron y en con- secuencia recibieron beneficios econémicos. Poco después Huitzilihuitl solicit6 como esposa a Miahuaxihuitl, una de ks hijas del sefior de Cuauhnahuac para reafirmar sus relaciones. A partir de en- tonces los comerciantes mexicas pudieron practicar libremente el comercio con esa region, trayendo a su capital algod6n y otros productos de tierra caliente, a los que antes no habian tenido acceso directo. Liberaci6n del control de Azcapotzalco La creciente tendencia a la centralizacion del poder politico y al fortaleci- miento de la elite guerrera entre los mexicas, se veia frenada por los lideres de los calpultin que todavia tenian participacién en la toma de decisions. * Simultaneamente el grupo gobernante empezé a sentir que el dominio tepaneca obstaculizaba su desarrollo (econdémico y territorial), ya que de poder practicar libremente la guerra en su propio beneficio hubiesen podido llegar a convertirse en una potencia de primer orden. Las fricciones entre Tenochtitlan y Azcapotzalco llegaron a ser frecuentes y esto hizo surgir una ) actitud antimexica muy notoria entre los nobles tepanecas que empezaron a considerar a los mexicas como posibles y peligrosos rivales. En 1426 dC, al morir el viejo Tezoz6moc, surgieron problemas por la sv- cesi6n al trono tepaneca, imponiéndose en el poder su hijo Maxtla. La legalidad de su mandato fue puesta en duda por gran parte de su pueblo y por los gobernantes de otros muchos. Este momento coyuntural, en el que los tepanecas se encontraban divid' dos, fue aprovechado por los lideres tenochcas para declararse rebeldesas¥ 1s. Obregdn Rodriguez * La zona del Altiplano central en el Posclésico: la etapa de la Triple Alianza 29} poder y tratar de liberarse de su dominio. Ellos no hubiesen podido derrotar aislados a tan poderoso centro, por lo cual buscaron alianzas con otros pue- blos descontentos, logrando reunir un fuerte ejército que atacaria simultanea- mente Azcapotzalco en distintos frentes. El pretexto que dio inicio al enfrentamiento armado fue la muerte de los sefiores de las dos islas Tlacatéotl (Tlatelolco) y Chimalpopoca (Tenochti- tlan). La versi6n mexica insiste en afirmar que ésta fue ordenada por el pro- pio Maxtla, pero los Anales Mexicanos la contradicen al comentar que fueron nobles mexicas quienes incitaron a los de Tlacopan (centro tepaneca disi- dente) a llevarla a cabo. Si se analizan criticamente las fuentes, esta segunda version parece tener mas fundamentos, ya que el gobernante de Azcapotzal- cono ganaba nada con matar a un soberano al que tenia bajo su mando. la participacién de Texcoco en los hechos de armas no debio ser deter- minante, ya que su gobernante Nezahualcéyotl no tenia entonces bajo su control a todos los acolhuas. Sin embargo, su alianza result6 crucial para los tenochcas ya que dicho sefior, por medios diplomaticos, logré que los chal- cas permanecieran neutrales en el conflicto, y con ello redujo notoriamente elabastecimiento de comida a sus enemigos. Ademas logré también incor- porar a Huexotzinco (principal reino del Valle de Puebla-Tlaxcala en esa €poca) como otro aliado, aunque no queda claro en qué consistid dicha colabo- racion. Los disidentes tepanecas de Tlacopan también participaron en favor dela alianza. Por otra parte, Azcapotzalco conto también con el apoyo de centros tepanecas (Coyoacan, por ejemplo) y algunos sujetos como los seforios acol- huas de Huexotla y Acolman. El triunfo sobre los tepanecas en 1428 dC marca el momento clave en el que los mexicas lograron pasar del nivel de sefiorio al de un verdadero Estado. Entonces se crearon las instituciones que les permitirian convertirse en la potencia hegeménica que controlaba casi todo el centro-sur de México a la llegada de los espanoles. Estructuracin del Estado mexica y formaci6n de la Triple Alianza Tras el triunfo sobre Azcapotzalco, los mexicas y sus aliados controlaron los distintos seftorios que hasta entonces habian estado bajo el tepaneca. Como sPara un andlisis del caso mexica como un ejemplo interesante del proceso de surgimiento del Estado, ‘ase Brumfiel, “Aztec State Making: Ecology, Structure, and the Origin of the State” 292 Ehovizonte Posies consecuencia de estos triunfos fueron repartiéndose el excedente produc. vo (tributo en especie) y también grandes extensiones de tierra de los pye. blos que iban conquistando. Estas ltimas fueron entregadas en propiedag privada a los dirigentes de los ejércitos, como pago a sus servicios. La sociedad mexica sufrié entonces una reestructuraci6n profunda basa. da en la desigual distribuci6n de esas ganancias. Las nuevas tierras no fueron divididas entre todos los calpultin, tradicionales unidades poseedoras de |g tierra, sino adscritas a los miembros del grupo dominante (nobleza 0 elite guerrera), fendmeno que hizo profundizarse con rapidez la divisi6n social ya existente. Sin embargo, los macehuales mexicas, aunque no de manera inmediata ni equitativa, vieron también elevar su nivel de vida gracias a la expansién militar. El control sobre otros pueblos y la progresiva centralizacién de bienes, permitiria su especializacion en actividades productivas que les ofrecian ma- yores ingresos y reduccién de sus obligaciones en prestacién de servicios al Estado. La desigual distribucién de los beneficios obtenidos en la guerra fue jus- tificada ideolégicamente en la historia mexica como producto de un “pacto social”. Segtin ésta, el pueblo temeroso se habia negado a participar en el combate contra Azcapotzalco, Atin asi, el grupo noble se habia lanzado ala lucha, y el resto de la sociedad voluntariamente habia prometido futura obe- diencia si salian victoriosos de su intento. El aumento de poder por parte de la nobleza mexica tuvo repercusiones inmediatas en la forma de gobierno, dandose una marcada tendencia a la centralizacién de poder en la figura del tlatoani y del consejo de cuatro prin- cipales, que funcionaba como su principal asesor en asuntos de Estado. Itzcéatl cambis las leyes de sucesi6n estableciendo que la eleccién del mAximo cargo politico caeria en manos de dicho grupo colegiado, es decir, de la mas alta oligarquia politica. Con esto se excluy6 a los lideres de los calpul- tin por completo de la nueva estructura politica, viendo reducido su ambito de influencia y autoridad a la organizaciOn interna de sus comunidades. En lo ideolégico, los lideres del incipiente Estado mexica (Itzcéatl, Tlacae- lel y Moctezuma) ordenaron la destruccién de toda la historia anterior, para reescribirla de acuerdo con sus necesidades. Asi fue elaborada y difundida la vision imperialista del funcionamiento del cosmos. En esta reelaboracion, la ima- gen de Huitzilopochti, su dios patrono, fue adquiriendo elementos de anti- guos cultos y convirtiéndose en la fuerza hegeménica que a tinuidad de la vida humana. .C. Obregén Rodriguez # La zona del Altiplano central en el Posclasico: la etapa de la Triple Alianza 293 En cuanto a las relaciones con los sefiorios vecinos, los mexicas decidie- n formalizar la alianza con aquellos que habian participado junto con ellos ila guerra. Siguiendo una larga tradici6n mesoamericana, esta alianza tom6 na forma tripartita.° Cada uno de los participantes se decia heredero de uno ¢ los grandes seftorios que habian controlado la cuenca durante los afios mediatamente anteriores: Mexico-Tenochtitlan de Culhuacan, Texcoco de oatlinchan y Tlacopan como sucesor del vencido Azcapotzalco. Este pacto aseguraba su fuerza militar y permitiria una continua expansion nel futuro, a cambio de respetar los tradicionales dominios de cada uno. egiin la historia mexica, Itzcéatl ayud6 a su aliado Nezahualcéyotl a termi- ar de recobrar todo el Acolhuacan, sujetando a ciertos sefiorios rebeldes fuexotla y Coatlinchan) frente a su autoridad. Sin embargo, Ixtlilxdchitl, quien proporciona la visi6n texcocana de los echos, asegura que la rivalidad entre los dos aliados lIleg6 a estallar cuando e enfrentaron por el titulo de Sefior de los Chichimecas y porque después e repartirse el imperio tepaneca, el sefior tenochca habia tomado mis terri- nfios, Segtin el noble texcocano, la pelea fue real y termin6 con el triunfo de lezahualcoyotl, quien empez6 a recibir tributo de ciertas zonas localizadas nterritorios antes controlados por los mexicas e incluso del propio Tenoch- tlan. La version mexica (Duran) dice que se propuso una batalla simbdlica en ella, el sefior acolhua tuvo que aceptar ser vasallo de Itzcoatl. En los arreglos formales, la Triple Alianza (Excan Tlatoloyan) aparece omo una confederacidn de tres sefiorios aliados en igualdad de condiciones. in embargo, de hecho esto no fue asi ya que Tlacopan recibirfa tan sdlo una uinta parte del tributo. Se trataba originalmente de una alianza militar para lle- ata cabo campajias de expansi6n conjuntamente y repartirse las ganancias ue el dominio sobre otros grupos proporcionara. Segtin Torquemada cada no de los miembros podia realizar ademas campafias independientes de las rganizadas por la alianza. En cuanto a sus asuntos internos, cada uno tendria total independencia, ero por ejemplo la sucesiOn al cargo de tlatoani en uno de ellos tenia que ser atificada por los otros dos gobernantes, e incluso algunas menciones hacen arecer que muchas veces intervinieron apoyando a algunos postulantes so- re Otros, SClaros ejemplos anteriores son aquéllas formadas dentro del imperio tolteca por Tula, Otompan y Cul- vacan (segin informacion de Chimalpahin), la constituida por Culhuacan, Tenayuca y Xaltocan tras la caida ¢ Tula (Codice Vaticano-Rios), y la dominante en la cuenca durante gran parte del siglo xiv (Culhuacan, zcapotzaleo y Coatlinchan). El horizonte Posclésicg niembros irfa adoptando con el paso del tiempo fun- izadas dentro de la liga: el primero, como el gran organizador expansion; el segundo, destacado por la legislaci6n y direc- obras de ingenieria, y el tercero, por la producci6n agricola. Dentro Ja ideologia legitimadora, cada uno se relacionaba, come sugiere Lopez Austin, con uno de los niveles constitutivos del cosmos: un Acolhuacan ce- leste, ordenador, con capital en Texcoco; un Colhuacan bélico, solar, domi- nador de los cielos inferiores representado por Tenochtitlan; y un Tepane- capan terrestre, productivo encabezado por Tlacopan.” Estructura politica original La unidad politica basica dentro del imperio que fue conquistando la Triple Alianza, siguid siendo el altépet! o pueblo. Este puede definirse como un territorio con un gobierno soberano u originalmente independiente, a quien tributaban varias comunidades o calpultin. Internamente dichas unidades se caracterizaban por una gran estabilidad, producto del respeto por formas organizativas tradicionales, cultura y costumbres comunes. Esto les daba una notable tendencia a la cohesion y solidaridad interna. Este nivel politico no incluye a grupos amplios aunque, por ejemplo, fue- sen hablantes de un mismo idioma, pues éstos casi nunca Ilegaron a consti- tuir unidades politicas integradas. La Unica excepcion es la de los ocuiltecas, quienes siendo un grupo étnico muy pequefio se concentraron en un solo pueblo unificado politicamente.* Dichos pueblos o unidades politicas se habian mantenido en permanente lucha desde siglos atras con sus vecinos, por imponerles su dominio o bien para defender su soberanfa. Cuando uno de estos pueblos que lograba suje- tar militarmente a otros e imponerles tributaci6n, alcanzaba el siguiente nivel en la organizacion politica, que era el de sefiorio, algunas fuentes etnohis- toricas lo llaman también altépetl, lo que favorece la confusi6n de quien inten- ta estudiarlos. Sin embargo, otras lo diferencian llamandolo tlatocdyotl, ya que se trata de un reino 0 conjunto de pueblos que, aunque conservan a sus gobernantes locales, reconocen como autoridad politica superior al tlatoani del sefiorio dominante. 7L6pez Austin, “The Masked God of Fire”, p. 283. 8Carrasco, Los otomies..., p. 107. » La zona del Altiplano central en el Posclasico: la etapa de la Triple Alianza 295 istado formadas por la capital o cabecera (pueblo conquis- ubordinados, variaban enormemente en extensi6n y pode- ctores tuviesen una relaci6n directa; por ejemplo, el caso con un territorio relativamente pequefio, llegé a tener una poblada y grandes concentraciones de excedente pro- rizaban por una estructura o jerarquia administrativa bas- tenia tan solo dos 0 tres niveles superpuestos en la toma de cada uno de estos sefiorfos concentraba funciones politicas 8, Servia como punto de intercambio comercial o mercado, y mo coraz6n o foco cultural de las 4reas dependientes. La tenia que tributar a ambos niveles: a las autoridades tradi- lo del que formaban parte y a las del sefiorfo que los habia S casos la relacidn entre el seforio dominante y los grupos somo vasallos, inclufa cierta filiacidn étnica 0 lingtiistica, como ando el poder en el Acolhuacan. Jades politicas de segundo nivel eran mucho menos permanen- icas, y dependian del éxito militar. Al ser vencida militarmente as, quedaban incorporados al conquistador todos los pueblos n anterioridad. la constante lucha por el poder que se estableci6 entre los se- antes de la Cuenca de México, los tlatocdyotl tendieron a ederaciones para ayudarse mutuamente en la guerra. Gene- formadas por grupos que compartian intereses, o bien filiacién tica. Para finales del Posclasico existian ocho de estas grandes 1 Hodge, que son las que se muestran en el cuadro 1."° ichas ligas establecerian un pacto de ayuda militar, constituyen- za con el fin de asegurar su expansion progresiva sobre el ente después de haberse repartido los dominios tepanecas ner bajo su control la mayor parte del norte de la cuenca, la su actuacion con el ataque a los pueblos agricultores del sur 0 aneca: Xochimilco, Mixquic, Cuitlahuac y Chalco. entaron gran resistencia u oposiciOn a la incorporaci6n, pero s militarmente por los ejércitos de Itzcéatl, con excepcidn de atec State Making...”, p. 268. ec City-States”, p. 1 El horizonte Posclésicg 296 Cuadro 1. Grandes ligas al final del Posclasico los chalcas. La conquista de dicha area signific6, al menos para Tenochtitlan, un momento clave para su desarrollo posterior ya que constituia la posibili- dad de asegurar su abastecimiento regular de comida. Las ciudades-Estado de la cuenca constituyeron siempre una preocupaci6n especial para los aliados, quienes querian asegurar un area estable a su alrededor. La expansion imperial Una vez controlada toda la cuenca lacustre, los ejércitos imperiales rebasaron sus fronteras naturales lanzandose a la conquista del riquisimo Valle de More- Ma. C. Obreg6n Rodriguez * La zona del Altiplano central en el Posclésico: la etapa de la Triple Alianza 297 los. En esta ocasiOn casi excepcional, cada uno de los aliados actué por sepa- rado, ayudados por el senorio local de Xiuhtépec. Las tropas texcocanas ata- caron Cuauhndhuac, que para entonces ya habia integrado a todos los seforios del oeste del valle; mientras los mexicas lo hacfan contra Tepoztlan y Huax- tépec."' Sus pobladores defendieron valientemente la autonomia, por lo que tomo varios afos lograr su rendicion. A partir de su incorporaci6n, sus productos (especialmente el algod6n) empezaron a llegar como tributo a los vencedores. Los de Cuauhnahuac al parecer beneficiaban en un principio directamente a Texcoco, pero afhios mas tarde se reafirmaria el control del area pasando en su mayor parte a tributar a Mexico-Tenochtitlan, y quedando tan solo algunas tierras en propiedad pri- vada de nobles acolhuas. La penetracién hasta el sur lleg6 a alcanzar ciertas zonas de Guerrero, como Tepecuacuilco y Cuetzalan (al suroeste de la actual Iguala). Estas primeras conquistas no parecen ser definitivas, ya que gobiernos sucesivos tendrian que volver a derrotar a estos seforios militarmente para reafirmar su control. Este fendmeno de incorporacién-aceptacion de condi- ciones tributarias-rebelion, fue constante a lo largo de toda la historia de la Triple Alianza. Bajo el gobierno de Moctezuma Ilhuicamina, Tenochtitlan siguié promo- viendo campanias de expansi6n." Sin embargo, antes de lanzarse contra zonas lejanas, decidié consolidar el poder mexica en la Cuenca de México a través de la incorporaci6n de varios centros otomies del norte y del ultimo sefiorio surefio importante que seguia resistiendo: Chalco. Este no era una simple ciu- dad-Estado, sino una verdadera confederaci6n de varias, que ademés tenia un enorme potencial productivo, pues contaba con las mejores tierras para la agricultura. Alo largo de muchos siglos los chalcas habian logrado establecer rela- ciones muy provechosas con seforios de otros valles; por ejemplo, una fuerte alianza con Huexotzingo en los valles de Puebla-Tlaxcala, y el control de Te- poztlan y Huaxtépec en Morelos. Su capital habia servido de refugio a gran mimero de gentes de otras ciu- dades chinampanecas del sur de la Cuenca, cuando éstas fueron vencidas por la alianza tripartita. Esto la hacia aparecer como el simbolo de la resistencia "Smith, Postclassic Culture Change in Western Morelos, Mexico, p. 104 Para una detallada descripcin de las principales rutas de expansi6n, consultar el libro de Hassig, Aztec Warfare, Imperial Expansion and Political Control. 7 El horizonte Posclasien ante su dominio. Los problemas entre chalcas y mexicas tenian ya importan. tes antecedentes histdricos. Sin embargo, fueron los conflictos que empeza- ban a surgir entre Tenochtitlan y su aliado Texcoco, lo que hizo a la elite mili- tar de la primera considerar prioritario el control de Chalco para consolidar su autoridad sobre la cuenca en forma definitiva. La guerra terminé en 1453 dC con la incorporaci6n del sefiorio surefio a los sujetos de la Triple Alianza, y con la emigracion de muchos de sus pobladores hacia Huexotzingo. La conquista de Chalco y la casi virtual reconquista del Valle de Morelos, parecen ser resultado de la escasez de alimentos que sufrié la cuenca hacia 1450 dC, y con ello la necesidad de asegurar mayores fuentes de abasteci- miento. A partir de entonces, Moctezuma pudo dedicarse a dirigir la expansidn hacia zonas cada vez mas lejanas. Los ejércitos imperiales se apoderaron de Teotlalpan, Xillotépec-Tollan (Hidalgo); Tepeaca al sureste de Tlaxcala; la Huasteca conquistando Tuxpan, Ahuilizapan (hoy Orizaba), Cotaxtla (hoy Cuetlaxtlan), Coixtlahuaca en la Mixteca, Cotaxtla en Guerrero, y Oaxaca. Con ello quedaron constituidas algunas de las provincias que mas riquezas mate- riales aportarian al centro, hasta la llegada de los espajfiles. En estas grandes rutas de expansi6n puede verse con claridad que en un principio, las guerras de conquista de la Triple Alianza tenian una relacin directa con la apropiacion de fuentes de materias primas y mercancias pre- ciosas, que hubiese sido imposible obtener por comercio ya que sus capitales no producian ningtin bien que hubiese podido financiar dicha importacién. Al observar las listas de tributacién de todos estos pueblos, salta a la vista que se trata prioritariamente de materias primas y objetos de lujo para uso exclu- sivo del grupo social privilegiado. También en razon de esto fue creciendo el interés por dominar a los se- fiorfos poderosos de Puebla-Tlaxcala, que controlaban una muy importante via de comercio con la Costa del Golfo y el sur de Mesoamérica. La economia de éstos se habia visto directamente afectada por las conquistas de la Triple Alianza encabezadas por Moctezuma Ilhuicamina. Como reaccién a ellas los huexotzincas, antiguos aliados de México, no tomaron accién directa, sino que se dedicaron a intrigar en su contra. Mientras tanto, Tlaxcala iba tomando po- der en la regi6n conformando una fuerte alianza o confederaci6n de reinos. Al subir Axaydcatl como sefior de Mexico-Tenochtitlan continud tratando de extender los dominios imperiales hacia el oeste de la Cuenca de México. v1. C Obregin Rodrigue + La zona del Atplano central ene Posclisico: la etapa de la Triple Alianza 299 4sirealiz6 dos campanas para incorporar a grupos matlatzincas, mazahuas y + cxomies del Valle de Toluca. Ahi sus tropas encontraron gran resistencia prin- cipalmente por parte del sefiorio de Xiquipilco. Una vez controlado éste, en 1478 decidi6 avanzar atin mas lejos Ilegando hasta Tajimaroa en la frontera del imperio tarasco. Sin embargo, el enfrentamiento result por primera vez una derrota definitiva para las tropas de la Triple Alianza Después de tan desafortunada actuaci6n, Axayacatl tan solo participaria en guerras rituales contra Tliliuhquitépec (parcialidad independiente del valle poblano-laxcalteca), y aplacando rebeliones de pueblos ya antes dominados ‘omo Ocuilan, Huexotla y Xiquipilco. Uno de los acontecimientos mas notables de su reinado fue la guerra con- ira la vecina ciudad de Tlatelolco. Hasta entonces los dos centros mexicas aban mantenido buenas relaciones, ¢ incluso en algunas fuentes se men- jona a los ejércitos tlatelolcas como responsables de conquistas que después mexicas se adjudicarian como propias; por ejemplo, las de Tepeaca y Ori- aba realizadas por Cuauhtlatoa Sin embargo, la rivalidad entre ambas ciudades mexicas debio ir crecien- lo gradualmente hasta enemistarlas. Todavia bajo el gobierno de Moctezuma uicamina, los tlatelolcas habian seguido gozando de autonomia politica, inque estrictamente vigilados por sus vecinos. Hacia 1470 dC, bajo el pre- ixto de la usurpacién de Moquihuix al trono de Tlatelolco, y de los malos tos que utiliz6 con una de sus esposas de la mas alta nobleza mexica, Axa- tle declaré la guerra. Ellider tatelolca buscé el apoyo de los tradicionales enemigos de los mexi- (chalcas, tlaxcaltecas, huexotzincas, etcétera) para defenderse de los ejér- tripartitas. Pero s6lo recibié respuesta de Culhuacan y Huitzilopochco, lo que seria el tiltimo intento de los culhuas por liberarse del control que ellos habfan impuesto, Por tanto, Tlatelolco tuvo que enfrentarse prac- mente solo a tan poderoso enemigo. a derrota no se hizo esperar y su lider muri6. El riguroso trato sobre los Jolcas vencidos (saqueo, reparto de tierras, tributos especiales, humilla- a sus nobles, prohibicion de continuar el culto en su templo, imposicion ina dinastia real) deja ver el gran interés por establecer un control sobre ciudad, mucho més estrecho que sobre los otros grupos que habian con- ado. Tal vez esto se debié a que Tlatelolco sf representaba un peligroso a los intereses tenochcas ya que controlaba el magnifico negocio que re- ntaba el comercio a larga distancia. 300 El horizonte Posclésico Bajo el reinado de Axayacatl hay clara evidencia de la participacion de éste como 4rbitro en problemas entre otros sefiorfos; por ejemplo, la disputa de fronteras entre Tepeaca y Cuauhtinchan (Puebla). Esto deja ver que en esas fechas la capital mexica no sdlo encabezaba la alianza militarmente, sino que ya centralizaba su direccié6n en muy distintos aspectos. Para asegurar la estabilidad del imperio que iba formando la Triple Alian- za, desde mediados del siglo xv result6 indispensable afianzar sus fronteras, especialmente las septentrionales. Dos de los principales intentos por lograrlo resultaron completas derrotas para los ejércitos tripartitas: la campafia contra los tarascos, ya mencionada, y el ataque a Metztitlan unos afios después, en- cabezado por Tizoc. Mientras tanto corrfan con mejor suerte en la consoli- dacién de sus dominios hacia ambas costas (Veracruz y Guerrero). Al no poder extender sus dominios hacia el norte, los ejércitos de la Triple Alianza aplicaron sobre los sefiorfos que se encontraban justo en los limites entre sus territorios y los de sus enemigos, una politica muy distinta a la usa- da con los otros grupos incorporados. Tal es el caso de Oztoma y Alahuiztlan que, después de ser arrasados, fueron repoblados con agricultores de la cuen- ca (de las capitales de la alianza, Xochimilco, Cuitlahuac, senorios otomies) de los que se podia esperar total lealtad. Fue en las dos tltimas décadas del siglo xv cuando el imperio alcanzé su maxima extensiOn. Las grandes campafias militares promovidas por Ahuitzotl, sefior de Tenochtitlan, se dirigieron principalmente hacia regiones lejanas del sur (hasta Guatemala), ricas en materias primas y productos de lujo muy co- diciados (pieles, plumas preciosas, Ambar, cacao, oro, etcétera). Su conquista se tradujo en enormes cantidades de nuevos tributos para los aliados, asi como nuevas y mas seguras rutas de comercio de las que obtenjan otros bienes de zonas no incorporadas; por ejemplo, a través de Xicalanco, los productos de la peninsula yucateca y de importantes mercados en Centroamérica (véase figura 2). Durante esos afios fueron los seforios del valle poblano-tlaxcalteca los que mayor resistencia y oposici6n seguian representando para la consoli- dacién de la Triple Alianza. Tanto Tenochtitlan como Texcoco tuvieron con- tinuos enfrentamientos contra Huexotzingo y su aliado Atlixco. Tal vez ésta fue la causa de que el primero fuera perdiendo fuerza en el valle y terminara por ser suplantado por su rival Tlaxcala, como centro rector de la zona. La aceleradisima extensién de los territorios bajo el control de la Triple Alianza tendria también como consecuencia inmediata notables cambios inter- a. C. Obregon Rodriguez ¢ La zona del Altiplano central en el Poscldsico: la etapa de la Triple Alianza 301 1. Acamapichili C1376-C1396, 2 Huard C1396C417 ChimalpopocaC1417-C1427 Lend Garcon 5. Montezuma! C1440-C1469 6 Acayscatl 1469-01481 7. Tino C1481-C1486, Banco = C1486-C1502 9, Montezuma C1502-C1520 Figura 2. Extensin de la expansién imperial mexica (redibujado de Gibson, “Structure of Aztec Empire”, p. 381). hos en su organizacion, en las relaciones con los grupos sujetos y en el repar- to de las ganancias. Casos notables son la participacién de macehuales te- nochcas en cargos administrativos antes reservados a la nobleza, y el permitir el saqueo y reparto de botin de guerra entre las tropas imperiales para re- compensar sus servicios. Los enormes ingresos generados de dichas conquistas dieron los medios para llevar a cabo una ostentacion cada vez mayor del poder imperial y para financiar grandes rituales publicos que promovian la necesidad de nuevas guerras, A principios del siglo xv1, cuando el imperio habia alcanzado sus limites practicos y constantemente tenia que enfrentarse a sublevaciones de grupos a 302 El horizonte Posclasico ya conquistados, la politica de la Triple Alianza cambi6 notablemente. Se de- cidié frenar el crecimiento 0 la ampliaci6n de sus dominios, para dar prefe- rencia a un verdadero control sobre los grupos antes conquistados, y para tratar de incorporar a los enclaves independientes que atin quedaban aisla- dos dentro del territorio bajo su control. A la mayoria de estos ultimos no se les declaré la guerra directamente, sino que se prefirid bloquearlos extrayendo de sus alrededores los productos més importantes para su economia. Un ejemplo claro de esta politica es el de Tototépec, reino mixteco que ocupaba la costa oriental de Guerrero. La unica excepcin a esta estrategia fue el caso de los sefiorios indepen- dientes de Tlaxcala y Huexotzingo, quienes se habian convertido en sus mas acérrimos enemigos y a los que se intent6 dominar por completo. Las fuentes documentales mencionan varios enfrentamientos entre ejércitos de la Triple Alianza o de grupos bajo su control como Chalco-Amecameca, Cuauhtitlan y Cuitlahuac, contra Huexotzingo y Atlixco. Sin embargo, segtin Muftoz Camargo pocos afios después, en 1504 dC los huexotzincas atacaron Tlaxcala y al ser derrotados por ésta pidieron ayuda a Tenochtitlan. Moctezuma Xocoyotzin envié inmediatamente un gran ejército pero no pudo vencerla, perdiendo gran cantidad de soldados y valientes guerreros. En 1515 dC el problema se reavivé ya que los tlaxcaltecas invadieron Huexotzingo, venciéndolo y arrebatandole sus cosechas. Muchos de sus pobladores fueron recibidos como refugiados en Tenochtitlan, y éste enca- bez6 dos campafias imperiales mas tratando de recuperar dicho territorio. Sin embargo, estos intentos también fracasaron. Tres afios después, los huexotzincas regresaron a su ciudad, pero no porque hubiesen logrado derrotar a Tlaxcala, sino porque habian buscado la reconciliacién con ésta. Todo ello demuestra que la Triple Alianza, a pesar de haberlo intentado varias veces, nunca pudo tener una victoria militar defini- tiva sobre el sefiorio tlaxcalteca y sus aliados, aunque la historia oficial mexi- ca se empefie en asegurar que los tlaxcaltecas no fueron incorporados a su imperio porque se preferfa mantenerlos independientes para poder realizar guerras rituales, y con ello intercambio de victimas para el sacrificio. Ma.C. Obregén Rodriguez * La zona del Altiplano central en el Posclésico: la etapa de la Triple Alianza 303 El tributo y el comercio la expansi6n de la Triple Alianza no tuvo como finalidad principal el creci- miento en territorios o el control directo sobre los pueblos que conquisté, sino la imposicién de obligaciones tributarias, como lo habia sido entre casi todos los demas grupos mesoamericanos. El tributo fue la forma basica de apropiacién del excedente productivo de las comunidades y sefiorios dominados, por los vencedores. Esta contribu- cién econémica incluia a todos los miembros del imperio, exceptuando a la nobleza. Sin embargo, algunas fuentes documentales hablan de que también ésta lo entregé en forma de trabajo prestado al Estado. Hubo casos de se- fiorios débiles que aceptaron voluntariamente contribuir econdmicamente con los fuertes para evitar ser agredidos; pero la mayoria presents resisten- cia armada. Al terminar un enfrentamiento, el ganador procedia inmediatamente a tasar la cantidad y la frecuencia con que los conquistados entregarian sus tributos. En ella se tenia muy en cuenta la resistencia mostrada en la guerra y los recursos naturales del lugar conquistado. El conocimiento y la necesi- dad de algunos de ellos fue lo que llev6 a la Triple Alianza a realizar cam- paiias contra zonas especificas, dejando a veces otras intermedias sin tocar pues no posefan nada codiciable para sus miembros. La extracci6n tributaria tomé dos formas bisicas: el tributo en trabajo, ya fuese prestado en propiedades estatales 0 en obras comunales, y el tributo en especie o productos. El primero era prestado en forma rotativa por las distintas comunidades o calpultin incorporados, y generalmente constaba de trabajo no especializado. Gracias a esta enorme fuerza de trabajo disponible se realizaron en la Cuen- ca de México obras ptiblicas de gran magnitud (acueductos, caminos, canales de irrigacion, ereccién de piramides, etcétera), que permitieron a su vez mejo- rar el sistema productivo. En zonas lejanas este trabajo excedente se utiliz6 para acarrear mercancias ayudando a las caravanas comerciales, 0 bien, para cargar armas © bastimentos para los ejércitos aliados en campafias militares. En otros casos los trabajadores fueron asignados para cultivar tierras de propiedad estatal (de templos, del palacio, asignadas al tecubtli local, etcétera)."8 'Sobre propiedad de la tierra y trabajo en ella, véase Castillo F., Estructura econdmica de la sociedad mexica..., pp. 69-86 304 El horizonte Posclasico El segundo tipo de tributo era entregado al Estado directamente en bienes o mercancfas. En su mayor parte se trataba de materias primas preciosas 0 muy codiciadas por las capitales de la alianza tales como algod6n, maderas, plumas de ave, oro, grana cochinilla, etcétera. Mientras en otros casos incluia productos semielaborados y mercancias acabadas; por ejemplo, madera cor- tada en formas especificas, mosaico de turquesa, lamina de oro, mantas de diferentes fibras, bezotes, trajes guerreros, entre otros. La politica mas generalizada era la de pedir a cada zona conquistada pro- ductos propios del sitio. Sin embargo, hay algunas excepciones en las que se les solicita pagar con algin producto que les es ajeno, y el cual tenian que obtener por intercambio con otros grupos. Un caso notable es el del 4mbar solicitado a Xoconosco que lo compraba en las tierras bajas mayas, o el de mantas tejidas de algod6n por muchas provincias que no lo producian. La asignaci6n del tributo siguid también una légica estricta determinada por la distancia y accesibilidad para transportar dichos productos. El andlisis de registros tributarios, tales como la Matricula de Tributos y el Cédice Men- docino," dejan ver que a las provincias cercanas a la cuenca se les exigia principalmente productos agricolas para abastecer a Tenochtitlan, mientras a otras cada vez mas alejadas se le solicitaban productos raros 0 no existentes en la zona que por tanto tenjan alto valor, al mismo tiempo que eran de facil transporte (cacao, plumas, pieles de animales, polvo de oro, etcétera). El tributo como ganancia de conquistas militares beneficiaba a las tres ca- pitales de la Triple Alianza, mas no de manera igualitaria. Segtin las fuentes, Tenochtitlan y Texcoco recibian dos quintas partes, mientras su aliado secun- dario, Tlacopan, tan slo una quinta parte. Poco se sabe acerca de c6mo se repartian estas ganancias; pudieron haberlo hecho a través de la asigna- cién proporcional de distintas comunidades a cada uno o bien en la distri- buci6én del producto recolectado. Los textos no explican con claridad si tendieron a formar provincias impe- riales o mas bien cada una era patrimonio privado de alguno de los tres alia- dos. Aunque no se pueda afirmar que se trata de una regla, ciertos datos del momento de contacto con los espafioles, dejan ver que Tenochtitlan recibia tributo de 36 pueblos localizados en el 4rea acolhua, mientras Texcoco lo hacia de pueblos que cafan al parecer en territorios de su socio mexica, tales Al respecto se recomienda consultar Mohar, £/ tribuio en el siglo xvi: andlisis de dos fuentes picto- graficas. yy c begs Rodriguez # La zona del Altiplano central en el Posclasico; la etapa dela Triple Alianza 45 gomo Coyoacan y Xochimilco, y de Tlacopan, como Azcapotzalco, Tenayu- «a, Featépec, Tepotzotlan y Cuauhtitlan,® Laasignaci6n como tributo de todo el excedente productivo producido en ynamplisimo territorio por millones de personas hacia tres centros politicos, wité que se lograra integrar una estructura totalmente centralizada; aunque aiparecer hacia ella iba avanzando Tenochtitlan en los tiltimos aftos antes de jy Conquista, Por esto tenfan que seguir funcionando, entre los miembros del imperio, otras relaciones econémicas adicionales, como los intercambios de pre- centes y el comercio.!® Para la recolecci6n tributaria se establecieron cabeceras 0 pueblos que enan como obligacién centralizar el producto de las comunidades incorpo- radas de sus alrededores, y fungir como responsables de ellas ante los fun- cionarios estatales.!” Estas unidades administrativas variaron mucho en cuanto aextension, productos entregados, etcétera; segtin Ramirez de Fuenleal reci- pian el nombre de calpizcazgos. Dichas provincias fueron creadas por el centro para facilitar el control del excedente y no correspondian a unidades tradicionalmente constituidas. Es decir, a los pueblos que las integraban no los unja ninguna otra relacién po- Iitica, €tnica 0 econdmica, que el estar bajo el control de un mismo centro en elaspecto tributario. Los gobernadores de esas cabeceras recibian el titulo de iecubtli o senior, y se encargaban de recibir el tributo que se enviaria a las ca- pitales imperiales. Otra parte de éste era asignado directamente a su manu- tencion y pago de servicios, lo que evitaba la centralizacion de ciertos bienes yel gasto innecesario de su transporte. la organizacion de la producci6n del tributo asignado a cada comunidad (calpulli), unidad tributaria basica, se hacia internamente entre sus miembros. lacabecera tan solo se encargaba de reunirlo con el de otras muchas tam- bién a su cargo, y entregarlo a un recaudador (calpixqui) mandado por la administracion imperial, de manera tal que ésta, a través de unos cuantos funcionarios, podia controlar el excedente productivo de un amplisimo terri- torio, sin tener que resolver ningtin problema local. Los productos recolectados eran llevados hacia las capitales imperiales para guardarse en los almacenes del Estado, en donde llegaba ademas lo pro- ducido en tierras asignadas al tlatoani en distintas zonas conquistadas, y cier- 'sHodge, “Aztec...”, p. 29 '6Carrasco, “La economia del México prehispanico”, p. 49. "Debe tenerse presente que casi toda esta informacién se refiere especificamente al sistema de tributos tal como funcionaba en Tenochtitlan, por lo que pudo tener ciertas variaciones en los centros aliados. 306 El horizonte Posclasico ta producci6n artesanal especializada directamente controlada por el Estado (sobre todo bienes o mercancias de lujo). Como puede verse, el sistema tributario aparece como un mecanismo absor- bente que beneficié principalmente al grupo privilegiado (nobleza), que ade- mis de estar exento de contribuciones, vivia de éstas a través del pago a sus servicios como funcionarios del aparato estatal. Sin embargo, hay que reco- nocer que dicho Estado utiliz6 ciertos mecanismos de redistribuci6n, tales como regalos a funcionarios y guerreros destacados, intercambio de presen- tes con otros lideres, financiamiento del ritual, reparto de comida y objetos al pueblo en algunas grandes fiestas ptiblicas, o en €épocas de crisis, tales como sequias."* Aunque esta redistribucién no fue de manera alguna equitativa, sino deter- minada por derechos adscritos al estatus del individuo, parte del excedente centralizado regres6 a los productores directos: habitantes de zonas cercanas que podian asistir a esas fiestas o que se veian beneficiados por las obras de infraestructura financiadas por el Estado. Algo semejante ocurria a nivel de cada provincia en la casa seforial 0 tecalli, donde en fiestas de investidura, con- vites y otras ceremonias volvian a circular algunos de los bienes acumulados. Entre las formas adicionales o complementarias de circulacién de bienes que mencionamos antes, destaca el comercio. Este iba adquiriendo una impor- tancia cada vez mayor, conforme las capitales del imperio se iban convirtien- do en productoras de bienes elaborados, y por tanto resultaba indispensable para que los artesanos especializados, burocracia, etcétera, pudiesen adquirir bienes necesarios para su vida diaria. El intercambio comercial tuvo dos modalidades, que funcionaban de ma- nera totalmente independiente la una de la otra: el mercado 0 tianguis y el comercio a larga distancia. En el primero, a través del trueque entre produc- tores directos, se podian adquirir satisfactores. Las transacciones se realizaban en lugares o plazas especificamente designadas para ello y con una periodi- cidad fija. La amplitud de los mercados variaba mucho, siendo los mAs simples los de tipo local, en donde se obtenian bienes de uso general y de poco valor. A otro nivel existian los mercados interregionales, en que podian conseguirse productos o materias primas no existentes en ciertas zonas pero necesarias para su vida (como la sal). Y por tiltimo los grandes mercados especializados 48Berdan, “Replicacién de principios de intercambio en la sociedad mexica: de la economia a la religi6n’, p. 188, \a.C. Obregén Rodriguez * La zona del Altiplano central en el Posclasico: la etapa de la Triple Alianza 307 en los que se comerciaban bienes de muy distantes zonas y se llevaban a cabo transacciones de mayor tamanio. Algunos de los mas famosos son el de Tlatelolco, el de Acolman y el de Cholula.” A todos niveles el Estado actua- ba como vigilante del orden en los tratos y fijaba los precios. De manera completamente independiente se daba el comercio a larga dis- uncia. Este intercambio generaba enormes ganancias, a pesar de que los bienes conseguidos nunca llegaban a circular en los mercados, sino que se entregaban directamente al Estado central quien habia financiado las carava- nas, y era el tinico consumidor de las mercancias obtenidas por este medio.” Estas transacciones rebasaban las fronteras imperiales y permitian a los gupos dirigentes del altiplano gozar de raros productos, procedentes de tierras muy lejanas principalmente de Centroamérica. Este tipo de comercio era reali- ado por un grupo especializado de mercaderes conocidos como los pochte- cas, quienes ademas servian como embajadores y espias para los reyes de la Triple Alianza. Relaciones politicas dentro de la Triple Alianza las capitales de los tres estados aliados adquirieron, con la sujecion y el vasa- llaje de todos los reinos y sefiorios conquistados, una jerarquia superior: la de hueitlatocdyotl,» a las que se les reconocia un poder religioso superior. En sus origenes, el imperio establecio su hegemonia politica de una ma- nera indirecta, segtin dejan ver la mayor parte de los casos conocidos y regis- trados. Su autoridad fue impuesta, por medio de las armas, sobre autoridades locales legitimamente reconocidas por las poblaciones, a quienes dejaron se- guir gobernandolas. Asi, Zorita nos dice que “los reyes mexicanos y sus alia- dos, los de Texcoco y Tacuba, en todas las provincias que conquistaban y ganaban de nuevo dejaban los sefiores naturales de ellas en sus seforios, asia los supremos como a los inferiores”.” la politica mas generalizada fue la de utilizar a los tlatoque de los pueblos subordinados como oficiales imperiales, actuando cada uno como maximo tecolector de tributos en los territorios bajo su cargo. Esto evit6, por conse- cuencia, que surgiese la necesidad de crear toda una jerarquia politica cen- tralizada, como paso en el aspecto tributario. Se recomienda sobre el tema consultar Carrasco y Broda, Economia politica e ideologia en el México pre- bispéinico, Sobre la actuacién de los pochtecas y el comercio a larga congintoioet* La zona del Altiplano central en el Posclsico:la etapa dela Triple Alianza 313, we Figura 4. Sefiores de Texcoco (redlibujado de Cadice Matritense, c. V1). 314 El horizonte Posclasico A. Sitios con monumentos prchwpanicos| Acramiros preipsnos Re x a 2%! eo Popocatipet Nl Malini, pemine )

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