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Diario Clarín, 27 de diciembre de 1998

A FONDO
JUAN CARLOS PORTANTIERO, SOCIOLOGO

Juan B Justo y el socialismo


ayudaron a modernizar este país
El fundador del Partido Socialista fue un intelectual y un político injustamente oscurecido

Por ANALIA ROFFO. De la Redacción de Clarín

En 1896, un médico que se destacaba por la implementación de técnicas audaces y que


amaba el mundo de las ideas y de la política fundó en la Argentina el Partido Socialista.
De gran inteligencia, Juan B. Justo supo hacer confluir tendencias progresistas de
izquierda y consolidar una fuerza política que, hasta los años 40, fue decisiva en la
formación de la Argentina moderna. Juan Carlos Portantiero acaba de entregar al Fondo
de Cultura Económica los originales de una biografía de Justo, en la que la trayectoria del
protagonista orienta una lectura original de la historia de la izquierda en nuestro país.
Portantiero ha sido decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y actualmente se
desempeña como profesor de la misma y como investigador del Conicet.

Por qué le interesó escribir la biografía de Juan B. Justo, el fundador del Partido Socialista?

-Porque quise recuperar una figura bastante oscurecida de nuestra historia, sea por los
críticos o por los admiradores. Justo ha pasado a un inmerecido segundo plano en la
historia de las ideas políticas y de las ideas en general en la Argentina.

¿Por qué?

-En principio, porque Justo ha tenido la mala fortuna de desembocar en la historia de un


partido que desde los años 40 fue perdiendo contacto con la realidad y luego, en los años
60, entró en una deflagración interna que lo pulverizó. Justo ha sido permanentemente
criticado desde posiciones de una izquierda que veía mal su mirada reformista sobre la
sociedad, en términos de oponerle un modelo llamémosle revolucionario de
transformación y, también, por un populismo cultural o un nacionalismo popular
revisionista que siempre lo consideró una especie de injerto europeísta en la Argentina.

Si tantos lo oscurecen, ¿usted por qué lo valoriza?

-Porque Justo fue uno de los fundadores de la Argentina moderna. No desde el poder,
sino desde la oposición y desde la crítica, pero con un enorme peso en la definición de
nuestra sociedad desde fines del siglo pasado hasta los años 30 -él muere en 1928-. Justo
fue uno de los hombres más inteligentes de su tiempo. Fue también uno de los políticos
que transitó con mayor versatilidad en el terreno de la economía y de la historia. En fin,
fue un gran intelectual, además de un político. A medida que uno va viendo su obra,
encuentra una personalidad que está en línea con todo lo que fue el pensamiento de
Alberdi, Sarmiento y toda aquella gente que encarna el primer momento de fundación de
la Argentina moderna.

¿Cómo diseña Justo su espacio político-intelectual si por lo que usted dice su pensamiento
marca una discontinuidad respecto de las ideas de su época?

-Justo implica continuidad y discontinuidad a la vez. Hay una línea que viene de Alberdi y
Sarmiento, por ejemplo, de los años 60, 70, 80, que él vive como antecedente directo de su
propio pensamiento. El punto de ruptura es que él, a diferencia de otros de su generación
-Bunge, Ramos Mejía, Lugones, Ingenieros-, tiene un espíritu más crítico y una
conformación intelectual muy rigurosa que quizá le viene de su primitiva formación en la
biología y en la medicina. Fue un médico de enorme importancia para la historia de la
medicina argentina, sobre todo porque lideró la implementación de ciertas técnicas
quirúrgicas y el seguimiento de algunas investigaciones. Todo esto le da un perfil de
hombre de gabinete, absolutamente enterado de las discusiones teóricas, políticas e
ideológicas que se daban en el mundo en su tiempo. Esto le permite ser el primer
traductor en lengua española de El Capital, en 1898. Cuando Justo entra en el Congreso, en
1912, sorprende en un ámbito que estaba muy habituado a ser un lugar más de ceremonia
que de discusión. Sus interpelaciones son muy incisivas, con un manejo puntilloso de
todas las cuestiones que tocan a las finanzas del país. Insisto: Justo era un cuadro político-
intelectual nada común en ese tiempo.

¿De qué tipo de familia viene Justo? ¿Le fue fácil ingresar en la política?

-Justo viene de una familia acomodada. Era primo segundo del otro Justo, del presidente
de la República. Es una familia de origen italiano. Su apellido original era Giusto. En el
siglo XVII pasan a España, luego a Gibraltar, donde el apellido se castellaniza, y en las
primeras décadas del siglo vienen dos hermanos, que serían los bisabuelos de Justo. Uno
se instala en Buenos Aires y el otro en Corrientes. De la línea que se instala en Corrientes,
en Goya, va a nacer Agustín P. Justo. Y de la otra, Juan B. Justo, en 1865, dentro de una
familia de buena posición pero no de gran fortuna, sobre todo por el hecho de que hay ahí
una figura de padre ausente. Los padres de Justo virtualmente se separan. El padre se
transforma en administrador de estancias y vive en el campo hasta que la relación deja de
existir, y Justo es criado por la madre.

¿Es ella entonces la que le da ese impulso intelectual a su personalidad?

-Sí. Le asegura la formación de un joven de familia relativamente importante de fines de


siglo pasado. Lo hace estudiar en el Colegio Nacional de Buenos Aires. El ingresa luego a
la carrera de medicina y se gradúa con medalla de oro. En el ínterin trabaja de cronista
parlamentario en La Prensa porque había momentos en que la familia pasaba por ciertas
apreturas económicas. Se casa en 1899 -esto también es interesante- con una inmigrante
rusa: Mariana Cherkoff, que muere en el parto del séptimo hijo, en 1912.

-Siete hijos!

-Seis, porque muere el chico también. Y en 1920, Justo se vuelve a casar, con Alicia
Moreau, a la que le llevaba 20 años. Cuántas mujeres interesantes en la vida de Justo. La
madre, que lo alienta en su carrera intelectual. Mariana y su hermana Fenia Cherkoff, dos
míticas militantes feministas. Y Alicia, una de las mujeres clave de este siglo.

¿No cree que Justo no hubiera sido Justo sin ellas?

-Claro que dejaron marcas en él. Alicia es sin duda la figura más rica. Era una líder
feminista de peso en ese momento. Había tenido relaciones sentimentales con Del Valle
Iberlucea, que era casado. Por eso, cuando Justo se casa con ella, no es muy bien visto en el
espíritu relativamente cuáquero del Partido Socialista.

Las ideas de los que trabajan


¿Le fue fácil a Justo fundar el Partido Socialista? Quiero decir: ¿había disponibilidad en la
gente? ¿Circulaban ideas que uno pudiera rotular de izquierda?

-Había un proceso de modernización acelerado de la Argentina, con la aparición de los


primeros rasgos de una clase trabajadora urbana, sobre todo artesanal y de manufacturas.
Y había modernización también en los servicios vinculados a la producción agraria:
transporte, ferrocarriles, puertos. Ese era un campo que estaba en conflicto, en donde
aparecían ciertos grupos, sobre todo de inmigrantes extranjeros, que traían acá ideas
marxistas. Coexistían con otros grupos, que respondían a una filiación de tipo anarquista.
Había por lo tanto cierto campo en donde empezaban a circular este tipo de ideas. De
hecho, en 1890, que es cuando en todo el mundo se celebra el 1ø de Mayo como Día
Internacional de los Trabajadores, como había sido estipulado por un congreso de la
Internacional Socialista un año antes, también se celebra el 1ø de Mayo en la Argentina.

¿Qué es lo que hace Justo concretamente para amalgamar esos grupos?

-En principio, contribuye a fundar el primer grupo específicamente criollo e intelectual de


simpatizantes del socialismo. En segundo lugar, en 1894 funda La Vanguardia: todavía el
Partido Socialista no existe pero ya funda el periódico socialista. Todo esto motoriza un
cambio ideológico fundamental. Porque si los primeros núcleos eran dogmáticamente
marxistas, Justo va a recibir al marxismo de manera crítica, adaptando cosas y dejando
fuera otras. Por eso hay algunos historiadores de las ideas socialistas en la Argentina que
hablan de una suerte de traición, de una modificación de ideas marxistas revolucionarias
que aparecen en un principio, y que Justo luego transforma, a partir de una revisión del
marxismo, en un movimiento de tipo reformista. De hecho Justo, en el primer congreso del
Partido Socialista, en 1896, queda en minoría frente a los grupos más marxistas y a los
grupos más revolucionario-voluntaristas, que estaban en ese momento expresados por
Ingenieros y Lugones.

¿Frente a qué temas queda en minoría?

-En dos mociones que son bastante importantes. Una de ellas tiene que ver con la
definición de estrategia del partido, en donde los grupos que combatían la propuesta de
Justo hablaban del uso del Congreso sólo como preparación para el momento
revolucionario. Justo, en cambio, veía en la tarea parlamentaria un tema mucho más
permanente de la acción de tipo socialista. Ahí había un corte entre revolución y reforma.
Y ahí pierde Justo. También pierde la posibilidad de que el Partido Socialista establezca
alianzas con otros partidos: sus oponentes defienden una posición de intransigencia
absoluta. Recién en el segundo congreso socialista, en 1898, Justo es reivindicado y ocupa
el liderazgo político-ideológico del partido y empieza a formar una elite de dirigentes
importante: Repetto, los Dickman, Palacios, Del Valle Iberlucea.

¿Qué hicieron Justo y el socialismo por la modernización de la Argentina?

-La Argentina moderna, esa Argentina que surge después de la crisis del 90 y cumple un
ciclo hasta el año 30, no puede explicarse sin la presencia muy activa, ideológica y política,
del socialismo y de Justo. Es el momento del ocaso de la hegemonía conservadora, de la
disgregación del roquismo, y el momento en que surgen las formas modernas de la vida
política en la Argentina: la Unión Cívica -luego Unión Cívica Radical- y el Partido
Socialista. Ambos son pilares de la Argentina moderna. Piense que sobre todo en los
núcleos urbanos -el socialismo siempre tuvo problemas de penetrar en el interior- el
partido de Justo tuvo un peso muy significativo en la configuración de la vida cotidiana. El
peso de las bibliotecas, de las sociedades de fomento, de la vida social y cultural de la
ciudad, fue muy importante. Desde 1912 hasta 1930, el socialismo, en la Capital, jamás
sacó menos del 30 % de los votos. Son cifras que no muchos recuerdan. Es que nosotros
hemos sufrido operaciones de distorsión histórica.

¿A qué se refiere?

-A las tergiversaciones, a los lugares comunes y falsos que señalan que la clase trabajadora
nace el 17 de octubre de 1945, sin reconocer que hay toda una historia, una lucha y un
magma ideológico de la clase trabajadora que viene de antes. Y en esa historia, Justo y su
elite tienen un peso decisivo. También los anarquistas y, en fin, el sindicalismo en general.
De vez en cuando es bueno recordar que la historia de la clase trabajadora no empieza en
1945.

¿Se lo olvida o la irrupción del peronismo es un dato tan fuerte que tiñe tanto la historia
anterior como la posterior?

-Obviamente, es imposible explicar la historia argentina de los últimos 50 años sin el


peronismo. Pero hay que ser capaz de ver también que el peronismo disloca, con esa
convocatoria tan amplia como difusa a la izquierda y a la derecha, toda la vida política
argentina. De hecho, el peronismo termina con la izquierda, pero también con la derecha
conservadora. Tuvimos partidos de derecha hasta la década del 40, y también de
izquierda, como acabo de narrar. Pero es la emergencia del peronismo la que anula ambos
extremos, incorpora fragmentos de uno y otro, los rearma en una síntesis original y
replantea toda la política argentina.

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