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La soledad de la mar

Miércoles 31 de julio, 14:12h

El viejo y el mar, obra escrita en Cuba por el estadounidense Ernest


Hemingway, es sin lugar a dudas una de las mejores obras jamás escritas.

Trata de la historia de Santiago, un viejo pescador de Cuba que carga con


una mala suerte e infortunio tales que lo tienen 84 días sin conseguir pescar
un solo pez.

La obra contextualiza desde un inicio de manera excelsa, pues tiñe los cielos
de gira aunque el sol de playa caliente en demasía durante todos los días
transcurridos en el texto. El paisaje es lóbrego y desesperanzado, añadiendo
incluso el amor expresado -a comienzos de libro-, que tiene un pescar por la
mar, la diferencia entre la mar y el mar, y el tenis y el riesgo de perder la vida
que incluye el conjunto de este amor.

Se presenta así un ambiente descorazonador que da paso a escudriñar la


naturaleza humana. El viejo hace un viaje solo, sin su fiel acompañante y
único amigo, Manolín, un joven que lo acompaña en la pesca desde los cinco
años.

El mar es solitario y el viejo Santiago también. Dos seres bastos, con bastante
experiencia en el trasegar de la vida, y mucho que decir cada uno, pero nadie
que pueda oírlos salvo el uno al otro. Este es el ambiente para el desarrollo
de la historia, y es en esta historia donde la soledad protagoniza una charla
psicológica con la conciencia humana, y desvela tantos pormenores de la vida
y esencia de Santiago, que por más espera que transcurra en el texto, jamás
se siente un solo momento de serio o aburrimiento.

Obra magnífica, de la cual le duele decir tan poco. Espero poder un día en el
futuro releerla y escribir un artículo tan digno de Hemingway y de Santiago,
que incluso sea considerado como mi mejor trabajo escrito jamás.
Por ahora estoy anonadado con la magnificencia de tan maravilloso relato
corto, y sufro de la falta de habla, de la pérdida del aliento que generan las
cosas que al verlas o conocerlas solo nos permiten decir: «fantástico…»

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