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UNIVERSIDAD JOSE CARLOS MARIATEGUI

FACULTAD DE INGENIERIA Y ARQUITECTURA


ESCUELA PROFESIONAL DE SISTEMAS E INFORMATICA

ENSAYO DEL APROFUJIMORISMO

CURSO: DESARROLLO PERSONAL Y SOCIAL

DOCENTE: JOHN SABINO VALDEZ VALDIVIA

ALUMNO: EBERT OSCAR QUILLE MAMANI

CODIGO: 1860802007

FECHA: 04/12/2018

ILO – PERU
La situación del Apra
Bajo la conducción de Alan García, el APRA atraviesa en estos días su
situación más apretada. Como sabemos, la última encuesta de IPSOS le
concede apenas 5% y a punto de ser alcanzado por Verónika y Barnechea.
Por otro lado, en la entrevista del último domingo en El Comercio, luce
fastidiado por las preguntas incómodas, sin el énfasis que le era habitual.

Voy a ensayar una mirada de largo plazo para entender la coyuntura. En los
90 años de historia del APRA se han sucedido solo dos liderazgos: Haya y
García. Entender sus diferencias lleva al meollo del drama interno del
partido de la estrella.

El liderazgo de Haya era de tipo heroico. Había salvado a su partido de la


destrucción, dirigiendo personalmente la lucha durante persecuciones,
prisiones y destierros. Pasó por 14 años de cárcel y clandestinidad, de 1931
a 1945 y luego de un intervalo de tres años, 1945-1948, atravesó otros ocho
años duros, encierro en la embajada de Colombia y posterior destierro,
hasta 1956. Cuando fue candidato en 1931 tenía 35 años y al retornar a la
legalidad superaba los 60.

El concepto de liderazgo heroico proviene de Max Weber, que desarrolla la


noción en un capítulo dedicado al político carismático. Según Weber, el
líder carismático es una figura extraordinaria que desafía al sistema
prometiendo alcanzar la tierra prometida; para triunfar requiere una
sociedad en crisis y ansiosa por hallar un salvador. En este orden de ideas,
la personalidad del líder es tomada como poseedora de poderes
sobrenaturales, que le permiten rescatar a los suyos. Así era el liderazgo de
Haya sobre el APRA.

Aunque, en términos políticos, había abandonado su posición tradicional en


la “izquierda democrática” para pactar con la oligarquía en 1956. Las
convivencias de los cincuenta y sesenta lo colocaron en la centro-derecha y
Haya no logró llegar a la presidencia. Durante el gobierno militar de
Velasco, formó una nueva generación y recuperó el perfil de “izquierda
democrática” que había sido suyo. Una socialdemocracia más derechosa de
lo habitual, pero socialdemocracia al fin y al cabo. En ese espíritu se formó
su sucesor, Alan García.
A la muerte de Haya, el enfrentamiento entre los integrantes de la
generación fajista: Villanueva y Townsend, llevó a que ambos se anulen y
tengan que aceptar el ascenso del joven orador y cautivador de multitudes,
que fue García antes de llegar a la presidencia. Como él mismo admite, su
primer gobierno fue un desastre y luego vino el ostracismo de los noventa
bajo Fujimori.

Tanto el año 1995 como el 2000, el APRA participó en las elecciones y


apenas si pasó la valla electoral. El 2000 su candidato presidencial solo
logró 1%. Hasta que, regresó Alan García, y al año siguiente, 2001, pasó a
segunda vuelta contra Toledo y perdió, pero habiendo logrado el 48%. Así,
reconstituyó su liderazgo, saltando de 1 a 48% en solo un año. Fue elevado
por encima de sus pares y lo suyo es una monarquía constitucional, donde
representa por siempre a su comunidad política.

Pero, ya no es de tipo heroico como Haya, sino más bien rutinario, un líder
cuya hegemonía se fundamenta en su capacidad para el éxito electoral. Para
recuperar la presidencia el 2006 tuvo que volver a la centro-derecha,
dejando la posición de izquierda democrática que el PAP ocupaba desde
hacía varios años. No importó, el partido estaba hecho para seguir al líder
carismático.

Pero, ahora enfrenta una posible primera gran derrota electoral. Si se


consuma, estará en problemas. No significa que el APRA desaparecerá,
sino que su representante por excelencia tendrá a la vista el fin de ciclo.
Tarde o temprano a todos nos toca ceder la primera fila. Conscientes de este
punto, los entrevistadores de El Comercio lo hincan y García contesta sin
inmutarse que en ese caso lo pueden reemplazar tanto Mulder como
Cornejo.

Esa sí sería una novedad, la transición de un partido casi monárquico a una


comunidad republicana, que cambia su personal cuando necesita un
relanzamiento.
Situacion del fujimorismo-Keiko Fujimori:Histoia de una caída
La líder del partido opositor Fuerza Popular e hija del expresidente Alberto
Fujimori fue detenida por un caso de lavado de dinero que la constructora
Odebrecht le entregó en la campaña de 2011
La estrella de Keiko Fujimori parece apagarse. Hace solo un año, la líder de
Fuerza Popular —el principal partido de oposición en Perú— era la persona
más poderosa del país. Aunque había perdido la presidencia a manos
de Pedro Pablo Kuczynski (PPK), su amplio triunfo en la primera vuelta de
las elecciones generales de 2016 le había conferido el control del Congreso,
con una mayoría de 73 parlamentarios sobre 130. Esto le dio una fuerza
descomunal que empleó para fustigar al gobierno, llegando a producir la
caída de Kuczynski.
Hoy en cambio, la hija mayor de Alberto Fujimori —quien gobernó al país
entre 1990 y 2000— ha perdido casi todo su capital político y, lo que es
más importante, ha perdido su libertad. Esta semana, el juez Richard
Concepción Carhuancho dictó una orden de prisión preventiva en su contra,
por presuntamente ser la cabecilla de una organización criminal cuyo
propósito fue lavar el dinero que la constructora Odebrecht le entregó para
las elecciones de 2011.
Keiko Fujimori llegó a la política de la mano de su padre, quien la nombró
Primera Dama de la Nación en 1994. El colapso de aquel gobierno entre
acusaciones por corrupción y violaciones a los Derechos Humanos llevó al
fundador de la dinastía a fugarse al Japón y supuso un paso adelante para
su heredera, que asumiría el liderazgo del movimiento fujimorista.
Su proyecto político no se vería detenido por la captura, extradición
y condena de Alberto Fujimori a 25 años de prisión en Lima. Sería la
congresista más votada en las elecciones de 2006 y postularía a la
presidencia en 2011.
En esta campaña, Keiko Fujimori apeló al recuerdo del gobierno paterno —
que una parte de los peruanos asocia con la estabilización de la economía y
la victoria sobre la subversión— y jugó con la ilusión de excarcelar
al ahora viejo y enfermo expresidente. Aunque estos mensajes le
permitieron ganar la primera vuelta, terminaría siendo derrotada en la recta
final por Ollanta Humala.
Para 2016, Keiko Fujimori había cambiado de estrategia. Intentando
hacerse con el control absoluto de la organización partidaria, poco a poco
se distanció de su padre y pareció perder interés en su liberación. Se hizo
rodear de un hermético núcleo de consejeros que pareció animarla a
concluir que, en cuanto saliera de prisión, Alberto Fujimori se convertiría
en una amenaza para su liderazgo.

Perder esos comicios fue un revés que no consiguió digerir. Aunque otra
vez partió como favorita, una nueva movilización electoral de último
minuto permitió que Kuczynski le ganara por los pelos. La ofensiva total
lanzada contra el gobierno estuvo motivada por esta frustración, mezclada
con unos rumores sobre un fraude electoral que nunca fueron probados.
Estas demostraciones de prepotencia, acompañadas por unas formas poco
democráticas, una desvergonzada alianza con cuestionados grupos de
presión y una ausencia total de propuestas, mermaron la popularidad de
Fujimori. Esta sensación se agravó cuando lanzó u
n primer intento de vacancia contra PPK, en diciembre de 2017. Éste
sobrevivió inesperadamente, gracias a una alianza con Kenji Fujimori —
hermano menor de Keiko, con quien llevaba tiempo enfrentada— que le
facilitó los votos que controlaba dentro de la bancada. A cambio,
Kuczynski indultó a Alberto Fujimori.
La maniobra fracturó Fuerza Popular, pero no evitó que el Presidente
perdiera el cargo. Acorralado por un nuevo proceso de vacancia y por
graves denuncias de compra de votos para evitarla —en las que estuvo
involucrado Kenji Fujimori—, Kuczynski debió renunciar tres meses
después.

La victoria de Keiko Fujimori parecía total. Había consumado su venganza


contra PPK y en su lugar había instalado al primer vicepresidente Martín
Vizcarra, que parecía condenado a servirle como un mequetrefe. Encima
había despachado a su hermano Kenji, suspendiéndolo como congresista y
acusándolo penalmente, lo que resultaba un triunfo definitivo sobre su
padre.

Pero Fujimori había dejado abierto el frente judicial, donde afrontaba


acusaciones por lavado de activos, una de ellas vinculada con la empresa
Odebrecht. Por si no bastara, a mediados de julio se destapó la existencia
de una mafia de jueces y fiscales en el puerto del Callao —el más
importante del Perú— cuyos vínculos con Fuerza Popular terminaron por
quedar expuestos.

Aprovechando esta coyuntura, el Presidente Vizcarra ofreció un mensaje a


la nación donde insistió en la necesidad de una lucha sin cuartel contra la
corrupción. El fujimorismo en cambio apareció blindando a los
magistrados de esta organización criminal. La aprobación de Vizcarra saltó
al 61%, mientras Keiko Fujimori cayó hasta el 10%.

Encabezadas por el fiscal José Domingo Pérez, las investigaciones por


lavado de activos no dejaron de avanzar. La tesis era que Fujimori se había
servido del partido para disfrazar una donación de la «Caja B» de
Odebrecht, disponiendo que el dinero entrara a la campaña en pequeñas
cantidades, gracias a aportantes y eventos públicos falsos.

Durante las audiencias para definir el pedido de prisión preventiva, Pérez


presentó las confesiones de la cúpula de Odebrecht y varios testimonios
protegidos. Uno de estos provino de un miembro de la élite fujimorista, que
había tomado parte en la operación de encubrimiento de fondos. De su
teléfono se extrajo un chat donde Keiko Fujimori aparecía coordinándose
con sus asesores y congresistas más leales para atacar al fiscal que la
investigaba. Tomando todas estas pruebas en cuenta, el juez Concepción
Carhuancho dictó la prisión preventiva por 36 meses.

Con su líder fuera de juego, la incógnita ahora es lo que pasará con Fuerza
Popular. Todo haría pensar que en sus filas se ha iniciado una desbandada,
con algunas renuncias sumadas a los pedidos de licencia partidaria del
presidente y los tres vicepresidentes del Congreso. Lo más lógico sería que
este proceso de implosión se acelerara ahora que Keiko Fujimori está
detenida, luego de mostrarse incapaz de limpiar la imagen antidemocrática
y delincuencial del movimiento que su padre fundó hace casi 30 años.

ALAN GARCÍA, EN VILO


Mientras tanto, el expresidente Alan García, líder del Partido Aprista,
cumple su sexto día cobijado en la residencia diplomática de Uruguay en
Lima, luego de que un juez le ordenara permanecer en el país por 18 meses.
El fiscal Pérez, del Equipo Especial Lava Jato, pidió el arraigo de García –
quien residía en Madrid- para investigarlo por tráfico de influencias,
cohecho y lavado de activos, debido a las pruebas que recibió de Odebrecht
sobre un pago –abonado en 2012 al exjefe de Estado- de 100.000 dólares,
procedente de la contabilidad paralela.
Aunque García dijo el sábado que permanecería en Perú para presentar las
pruebas a su favor, entró a la casa del embajador Carlos Barros horas
después alegando "persecución política".
La Cancillería peruana y el ministro de Justicia, Vicente Zeballos, sostienen
que no hay plazo para que el Gobierno de Uruguay responda y, si otorgara
el asilo, tampoco lo hay para que Perú entregue el salvoconducto. El
Gobierno de Martín Vizcarra entregó el martes a Uruguay una nota
diplomática que describe las cinco investigaciones fiscales que el
Ministerio Público sigue a García, por delitos comunes, vinculados con
corrupción.
¿Crees que hay una alianza Apra-fujimorismo?

Informalmente, sí la hay. Que los diferentes grupos fujimoristas y el Apra


tienen claro qué hacer respecto a esto, no. Los cuatro grupos fujimoristas y
el Apra saben que pueden sacar algo políticamente positivo. No saben
exactamente qué, pero en el núcleo mismo sí están funcionando aspectos
como, por ejemplo, hasta dónde van a tener impunidad, hasta dónde van a
dejar las mismas estructuras tributarias, la misma estructura económica. Y
al menos en uno de esos aspectos, como es la cuestión de impunidad,
ambos se necesitan. El Apra no se va a atrever siquiera a sugerir un mínimo
cambio en el modelo económico. Ellos saben que tienen dos frentes
debilitados: el frente empresarial y el externo. Y a los fujimoristas les
interesa saber cómo pueden armar un contexto que les permita
recomponerse políticamente con el apoyo del grupo empresarial fuerte y
con un grupo de las fuerzas armadas igualmente fuerte. Dentro del
fujimorismo se expresan ahora abiertamente personajes como el general
Fournier, un hombre visible del servicio de inteligencia de Montesinos y
movilizador actual de los comités de autodefensa en la sierra central; y el
empresario Pardo Mesones. Esto significa el respaldo que el fujimorismo
recibe. ¿Qué es lo que está en ciernes? Que esto se consolide en una alianza
política, no necesariamente. Esto va a ser una cuestión conversada. Dirán
«nos necesitamos mutuamente, construyamos un contexto en el que ambos
sobrevivamos, ambos cedamos y que nos permita tener algún tipo de
expectativa de 2006 hacia delante». No creo que solo el Apra esté jugando
con esta posibilidad; Lourdes Flores también puede estar jugando. Alguna
lista que vaya con el membrete de la izquierda también puede hacer lo
mismo. Otras, definitivamente no. No imagino que el PDD entre a jugar en
un escenario con este tipo de posibilidad.
¿Y Paniagua, si se decide?

Lo pondría como un factor de resistencia. Pero no sé hasta qué punto


Paniagua respondería frente a una situación como la 2 reseñada. La única
manera de insertarse políticamente en este espacio es tomando en cuenta a
los sectores del fujimorismo.

¿Por qué la indecisión?

¿De quién?

De todos. La indecisión de todos se debe a que todavía hay elementos que


no han terminado de madurar. Y, aunque parezca mentira, a estas alturas
todavía se especula con la posibilidad de que Fujimori sea candidato. Es
una posibilidad cada vez más remota, pero todavía está. Cuestiones que
parecen simples anécdotas como su presencia en el consulado peruano en
Japón pidiendo la renovación de su DNI, en realidad quieren formar una
imagen que consolide un ambiente adecuado para jugar con su inscripción
como candidato, y esto va a depender del tipo de presencia electoral que
vaya a tener el fujimorismo: si se presenta con cuatro o con una sola lista.

¿Cuáles son los cuatro grupos del fujimorismo?

Sí Cumple, Cambio 90, Nueva Mayoría y Vamos Vecino. Absalón Vásquez,


Martha Chávez, Carmen Lozada y Andrés Reggiardo.

¿Cuatro candidatos presidenciales?

No necesariamente. La estrategia de todos ellos está en el parlamento. Es


allí donde están colocando sus fichas y es allí donde van a negociar, donde
se va a establecer el espacio de los acuerdos informales a los que están
llegando las diversas fuerzas; el Apra, en este caso, con los diversos grupos
fujimoristas.
¿Por qué no ha muerto el fujimorismo?

Por la ineficacia de los operadores de la democracia. Si yo salgo contra


Fujimori izando una bandera antiautoritaria, lo que está implícito en mi
mensaje es que yo tengo una fórmula mucho más eficaz que el
autoritarismo para satisfacer las demandas. Cuando esto no es así, lo que el
sentido común manda es hacer una simple evaluación costo-beneficio; es
decir, lo que más me conviene desde el punto de vista de la satisfacción de
mis necesidades más elementales, y saco como conclusión que a mí no me
importa finalmente el autoritarismo mientras satisfaga mis necesidades.

¿Quién razona así?

Todos.Es sentido común.

¿Quiénes son todos?

Nosotros a veces nos centramos en el fujimorismo popular. Y el


fujimorismo es una cuestión transversal. También hay simpatías
fujimoristas en el sector A, B y C. Y simpatías muy fuertes. Por ejemplo,
hay grupos empresariales importantes que ven con buenos ojos la vuelta de
Fujimori porque para ellos él es la garantía de hacer negocios en el país,
mientras Alan no lo es. Alan promete el oro y el moro, pero puede salir
disparando hacia otro lado. ¿Cómo controlas a Alan? Es difícil. Fujimori es
mucho más confiable para los sectores empresariales. También es una
persona políticamente confiable para los sectores duros de las Fuerzas
Armadas, que claro, no son un actor político, pero deciden políticamente de
manera evidente.

¿Habría una tentación totalitaria en un gobierno Aprafujimorismo?

La tentación totalitaria no está reducida a la fórmula Aprafujimorismo, sino


atraviesa todo el sistema político peruano. El gran peligro que se corre el
2006 es que el sistema político se cierre aún más, que solo sea producto de
un pacto de cúpulas que no representan absolutamente a nadie, que las
grandes decisiones económicas en este país se tomen entre las cuatro
paredes del Ministerio de Economía, como está más o menos sucediendo, y
todo lo que es presión redistributiva y demandas populares, simple y
llanamente militarizarlas. Porque no hay otro tipo de posibilidades. Es
decir, no puedo imaginar un escenario de apertura democrática con partidos
políticos como los que tenemos. Eso es imposible. Ahora, hay cuestiones
que debemos defender a todo costo, porque esa va a ser la piedra de toque
entre la posibilidad de seguir funcionando en democracia y profundizarla, o
más bien, dirigirnos hacia un desarrollo autoritario de la política. Por
ejemplo, con todos sus errores, debilidad y precariedad, el proceso de
descentralización es un espacio potencialmente democratizador que hay
que defender a todo costo. Seguir insistiendo sobre pautas mucho más
sólidas, coherentes, en cuestiones de reparación, de sanción, por los actos
de corrupción y los actos violatorios de derechos humanos ocurridos
anteriormente; eso es indispensable. Es fundamental otorgarle legitimidad a
las instituciones.

Parece cuento…

¡Es que estamos hablando de lo que hay que hacer para no dirigirnos hacia
una situación de renovación autoritaria en el país!

Pero si tú tienes la combinación Alan García y el fujimorismo, es una


fórmula invencible de corrupción. ¿Fujimori regresaría?, ¿Qué
escenario estás viendo?

Fujimori regresaría.

¿Sano y salvo?

Sí, como regresó García, sano y salvo. Ahí sí no sé qué pasaría, qué tanto
podría resistir un organismo muy debilitado como el Apra con un
planteamiento, por ejemplo, sobre impunidad. Es decir, cerramos todo lo
que es estrategia contra la corrupción, cerramos todo lo que es violación de
derechos humanos. Miremos hacia adelante. Eso, en cierto modo, pasó en
Chile. El consenso político en Chile en 1990 fue eso. Pero una cosa es la
estructura de partidos que formaban la alianza que negocia con los militares
una salida y otra cosa es lo que tenemos acá. ¿Cuánto aguanta eso?
Políticamente hablando, plantear impunidad en el Perú es muy fácil. Hay
que mirar hacia delante y todo lo de atrás lo cerramos.

La corrupción quedaría impune. ¿Saldría Hermoza Ríos de la cárcel?

Sí, porque las penas por corrupción no son muy severas. Son cinco o seis
años.

¿Cómo juega Montesinos?

El gran poder que tienen es que nunca se estableció una estrategia adecuada
frente a ese gran poder que es la información. Como tampoco hubo una
estrategia contra la corrupción. Lo que se hizo fue implementar un mínimo
aparato de ubicación de la persona corrupta, pero ninguna estrategia se
dirigió a tratar de encontrar dónde se fundamentaba la corrupción y qué
había que hacer para que no se siguiera reproduciendo. Vamos a decirlo de
otra manera: el gran pecado político de Toledo es que trató de combatir la
corrupción y, finalmente, se vio sumido en el mismo mecanismo corrupto
de la década de 1990 y que funcionó también desde años atrás; es la
manera como se relaciona finalmente el poder político con el poder
económico en este país. No hay negocio alguno relativamente grande que
no implique grados, más o menos importantes, de corrupción. Para hacer
negocios en este país tienes que corromper, y eso nunca se 5 quebró.
Toledo está sumido en ese fango. Fíjate, un tiempo atrás, qué cosa es lo que
pudo haber motivado que alguien como el Arzobispo de Lima, Juan Luis
Cipriani, dijera «paren ya la mano, basta de esta persecución en nombre de
la lucha contra la corrupción». Tiene que haber una cuestión muy grande
atrás para que intervenga una personalidad como el Arzobispo. Y esto es
poder. Cuando Waisman, sin querer queriendo, creo que más sin querer que
queriendo, toca a los viceministros y a los asesores del Ministerio de
Economía, cómo saltan. Las mismas personas que una semana antes
estaban pidiendo la vacancia presidencial. Eso significaba Waisman como
presidente. Hay que saber cómo se manejan los lobbies en el Ministerio de
Economía y cómo es que todas las leyes promulgadas por el gobierno
fujimorista para favorecer la acumulación de las grandes empresas
transnacionales en el país siguen vigentes. Y sigue vigente toda aquella
legislación que permite la corrupción, la evasión de impuestos.

Parece que ningún gobierno, menos el de Toledo, estaría en capacidad


de revertir esa situación estructural de corrupción.

Lo que me da pena es que sí hubo un momento. La sensibilidad que se


produjo con los videos y todo ese sentimiento antiautoritario de 2000-2001
pudieron ser políticamente bien aprovechados.

¿Cómo es el escenario? En 2006 será presidente Alan García. Fujimori


estará viviendo en el Perú. Todos los que están en la cárcel andarán
sueltos, en sus casas, estrechamente vinculados con el poder. ¿Qué hace
Toledo? ¿Dónde estará? En Harvard porque lo estarían persiguiendo.

Toledo sería el próximo cabeza de turco. A Toledo, el 29 de julio del 2006


se le viene la noche. Y él mismo lo ve de ese modo.

¿Te parece justo? ¿Te parece lógico?

Si hay falsificación de firmas, bueno. Si el poder te da prerrogativas,


también el ejercicio del poder exige controles. El problema es más de
fondo.
¿Cómo ves tú a Fujimori caminando de la mano con Alan Perú de
presidente? ¿Él viene para ser presidente o para ser comparsa, una
especie de Olivera?

No creo que sea una alianza de apoyo al gobierno. Como 6 gobierno,


puedes crear tu propia oposición. Si el Apra es gobierno, seguramente
Fujimori será su «oposición». Hay diferentes maneras de relacionarse
políticamente, sin tocarse uno al otro, aparentar lo que no es y, finalmente,
favorecerse ambos. Eso es justo lo que desprestigia tanto a la política.
Están representando sus propios intereses, jugando su propio juego,
abriendo una zanja en torno de la sociedad.

En ese esquema, ¿a qué juega la ficha Montesinos? ¿Tendría el papel


de Abimael Guzmán, siempre encerrado, porque libre sería muy
complicado para García y Fujimori?

No solo por lo que sabe Montesinos de Fujimori, sino por lo que sabe de
Alan. Y no se olviden de Mantilla: él tendría muchísimo que hablar, tanto
como Montesinos. De lo que se trata es de cómo establecer un juego al que
le pondrían punto final. Estoy hablando de cómo estaría pensando García
su gestión; igual los fujimoristas. Hay una conveniencia mutua y se
formaría un núcleo de acuerdos informales, y el resto se debatiría. Pero en
lo fundamental van a pactar, van a cubrirse las espaldas. No solo el Apra y
el fujimorismo están en ese juego, sino también otros sectores políticos que
no se harían mayores problemas en participar con esa lógica.

¿Quiénes?

La derecha en general. No sé cómo podría actuar Lourdes Flores al margen


de grandes sectores empresariales, para no hablar de Drago Kisic, que no se
haría mayores problemas.
¿Qué rol le atribuyes a los medios? Estos afirman que el fujimorismo
les enseñó a no permitir nunca más esta compra y venta de la política,
y que han cumplido un papel exacerbado de crítica con Toledo, que
nunca desempeñaron con Alan García ni con Fujimori. ¿Esta prensa
estaría despierta como lo está hoy con Toledo? ¿Seguiría paso a paso lo
que hagan estos dos personajes?

A la prensa le colocamos demasiado peso en aquello que es el criterio


periodístico de los medios, y no abordamos el criterio empresarial, que es
el que al final decide.

¿Crees que todo se reduce a lo empresarial? También hay ideología,


valores. ¿Qué Perú te estás imaginando en los próximos quince años?

¿Quién te propone, en los medios de comunicación, una identidad


ideológica?

Algunos valores debe haber.

Es que hasta eso está distorsionado. De repente encuentras que hay que
promover valores auspiciado por la Backus.

Seremos el hazmerreír en América Latina.

Menem está en actividad política en Argentina. Y esto por una necesidad


del propio Kirchner de generar su oposición. A eso es a lo que voy. El juego
político ya es un juego amoral. Kirchner le permitió la entrada a Menem,
puso los juicios de lado y creó su propia oposición. Es la necesidad de
decirle a la gente: aquí están los mafiosos.
En otras palabras: o al Perú lo manejan los mafiosos o lo manejamos
nosotros.

O habría que preguntarnos cuán tolerantes somos frente a la corrupción. A


pesar de que suene paradójico, tenemos una altísima tolerancia a la
corrupción. No nos interesa si el gobernante es corrupto o no; nos importa
que si roba cien al menos que chorree uno. Roba, pero comparte. Cómo nos
planteamos un modelo que redistribuya institucionalmente sin quebrar la
disciplina fiscal, eso no es un juego técnico, es político. Es decir, cómo
sientas a los empresarios y los sindicatos, a todos, para concertar, porque de
otra manera todos nos vamos al diablo. Y eso ya es la habilidad política de
un gobierno. No le vamos a reclamar a Toledo y a su gente o a cualquier
fórmula política que venga el 2006 esa habilidad.

¿Quién le haría la oposición a la dupla García-Fujimori? Para pensar


en una contienda, por lo menos, no en un walk over.

La oposición ausente, que es lo que en Quehacer se ha venido planteando


en los últimos números, una izquierda que por confusión, por falta de
balances, no se ha atrevido a decir lo que tenía que decir; cómo elaborar
una alternativa frente al neoliberalismo, cómo elaborar una política de
desarrollo autónoma, cómo elaborar un planteamiento de crecimiento que
no implique quebrar disciplinas fiscales, cómo elaborar sus alianzas
hemisféricas para fortalecer posiciones. Y esto no es algo del otro mundo.
Es lo que hacen Kirchner, Lula, Chávez. Nosotros no 8 tenemos eso. El
Estado, durante veinte años, no elabora políticas públicas, las administra.

¿Paniagua y la izquierda, juntos o separados, podrían hacerle frente a


la dupla Fujimori-Alan?

El ideal de Alan es llegar a una segunda vuelta con algún sector del
fujimorismo o con Fujimori a la cabeza. Ahí polariza. Una alianza en torno
de Lourdes Flores o de Valentín Paniagua, ahí sí pierde. Ahora, la segunda
parte es la gobernabilidad que tendría una alianza en torno de Paniagua o
de Lourdes Flores. Es impredecible. ¿Hasta dónde puede sostenerse un
gobierno de Valentín Paniagua con una oposición apro-fujimorista?

Un gobierno Apra-Fujimori también puede tener una oposición


levantada.

Pero creo que tendría un poco más de control. Un gobierno aprofujimorista


tendría, al menos, alineado a un sector importante de las Fuerzas Armadas
y de los empresarios.

¿Y por qué no en el otro lado?

No me imagino al Ejército aceptando a Valentín Paniagua. Recuerden que


el Ejército lo señala como el gran culpable de haber hecho algo como la
Comisión de la Verdad. Esta declaración no es solo de un general
fujimorista, sino de todos los ex comandantes generales del Ejército vivos,
encabezados por Morales Bermúdez, Richter Prada, entre otros. Es una
cuestión institucional. No sé cómo verían los sectores empresariales, por
ejemplo los banqueros o los mineros, a alguien como Paniagua. El gran
esfuerzo de García en estos años ha consistido en prometerles todo a los
sectores que, finalmente, tienen las riendas del país; un gobierno que los
favorezca. Una cosa es el gobierno de transición y otra cosa es gobernar
cinco años, y gobernar cinco años sin estructura política. Detrás de Valentín
Paniagua no hay nada. Es ahí donde nace la indecisión de Paniagua.

¿Tú eres fujimorista?

No.

Parece que Paniagua no va a ir. ¿Eso agrava la situación? Porque,


como presentas a Paniagua, mejor que no vaya.
Un político de tan larga trayectoria como Paniagua sabe muy bien que las
condiciones en las cuales se le está proponiendo su candidatura es casi
repetir la experiencia de Bustamante y Rivero: «No tengo nada y estoy
sujeto a mi aliado».

¿Y quiénes serían sus aliados?

Ese es el dilema de Paniagua, por eso no se decide. Porque es exponerse al


aliado. La fuerza política se la da el aliado, porque él, por sí mismo, es una
opción, una simpatía personal de un grupo de votantes, pero nada más. No
tiene partido, organización, nada. Es como Bustamante en 1945.

Podemos decir que Alan le dio el poder a Fujimori y que Fujimori se lo


devuelve (con un bache que se llama Toledo) y que luego Alan se lo
devolverá a Fujimori.

Esa es la piel que está cubriendo lo que es la estructura del poder en el


país.

Toledo perseguido o encarcelado, Montesinos, Alan García y Fujimori


en el Perú, matándose de risa. ¿Eso es ciencia ficción o puede ser
verdad?

Es muy factible. Hay muchas cosas que Toledo debió haber zanjado en su
momento y no lo hizo. Es cierto que la crítica que se plantea a Toledo es
despiadada y muchas veces sin razón, pero también es impresionante su
incapacidad política y la su entorno para capear todo eso. Desde el inicio de
su gobierno acumuló situaciones que siempre se mantuvieron como
problemas, sin poder darles algún tipo de solución. Casi igual a la manera
como reacciona frente a la protesta social. La violencia social necesita un
tiempo de maduración, lo que se tiene que hacer es prevenirla y encontrar
mecanismos para evitar que suceda. Pero, en todos los casos, el gobierno
interviene cuando el daño ya ha sido hecho y ve allí cómo puede negociar.
Así limita enormemente el espacio de negociación. Eso es lo que ha
pasado. Pleno de voluntad y poca capacidad para instrumentalizar
decisiones adecuadas. Un político así muere.

Pero nadie le da una mano, todos estaban en la crítica.

También es parte de la incapacidad de Toledo que todos se le vayan al otro


lado y no atraer el respaldo de algún sector. Es inexplicable cómo deja
escapar una serie de oportunidades porque prefiere estar con Olivera al
costado. El costo de haber 10 optado tercamente por Olivera es tremendo;
le ha significado que, quizá, sectores que le hubieran dado un respaldo
interesante se apartaran. Eso es no saber jugar políticamente.

¿Pero él pudo matar al enemigo?

Al fujimorismo, a la mafia, a la corrupción. Es que era una cuestión


concertada. Debió haber sido producto de un consenso. Ahora, ¿cómo
haces consenso con sectores que no estaban interesados en no matar al
fujimorismo? Ya no puedes crear consenso.
Conclusión

Que los diferentes grupos fujimoristas y el Apra tienen claro qué hacer
respecto a esto, no. Los cuatro grupos fujimoristas y el Apra saben que
pueden sacar algo políticamente positivo. No saben exactamente qué, pero
en el núcleo mismo sí están funcionando aspectos como, por ejemplo, hasta
dónde van a tener impunidad, hasta dónde van a dejar las mismas
estructuras tributarias, la misma estructura económica. Y al menos en uno
de esos aspectos, como es la cuestión de impunidad, ambos se necesitan. El
Apra no se va a atrever siquiera a sugerir un mínimo cambio en el modelo
económico. Ellos saben que tienen dos frentes debilitados: el frente
empresarial y el externo. Y a los fujimoristas les interesa saber cómo
pueden armar un contexto que les permita recomponerse políticamente con
el apoyo del grupo empresarial fuerte y con un grupo de las fuerzas
armadas igualmente fuerte. Dentro del fujimorismo se expresan ahora
abiertamente personajes como el general Fournier, un hombre visible del
servicio de inteligencia de Montesinos y movilizador actual de los comités
de autodefensa en la sierra central; y el empresario Pardo Mesones. Esto
significa el respaldo que el fujimorismo recibe

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