A lo largo de la historia y el conjunto de delitos cometidos en la evolución de la
misma, existe un conjunto de situaciones y sucesos que disparan la modificación de las conductas delictivas y su aplicación por parte de esta sociedad dedicada a las actividades ilícitas, así como las agravantes insertadas a sus actividades como método de adaptación al medio jurídico, a la praxis general y a la evolución de la víctima. La influencia social y mediática del delito dentro de la sociedad también juega un papel importante dentro de la aplicación de la pena y la ejecución de la ley sobre actividades que perjudican al tejido social que nos rodea. Lo anterior solo nos sirve como punto de referencia para explicar el cambio en la dinámica de la delincuencia, ya que en tiempos anteriores existía entre delincuentes una especie de códigos de conducta que hoy en días se ha visto resquebrajada por las violentas acciones del crimen organizado y el narcotráfico. Así como el crimen organizado ha evolucionado la seguridad pública y la prevención del delito deben de evolucionar y expandirse; estos son aspectos que corren en forma paralela. No hay prevención sin seguridad, son dos hermanas inseparables pero distintas. Es imprescindible hacer mención que el origen de las cárceles se remonta a tiempos donde el hombre tuvo la necesidad de poner a buen recaudo a sus enemigos. Las primeras cárceles fueron cuevas, tumbas, cavernas, en lo que generalmente se aplicaban métodos de tortura y castigos que generalmente causaban un daño permanente en el imputado. Lugares inhóspitos, donde se enviaban desterrados a los enemigos del estado. El origen de la palabra cárcel la encontramos en el vocablo latino coercendo que significa restringir, que a mi parecer es bien aplicado para la época en la que se usaba. Fue hacia el año 640d.c. cuando encontramos la cárcel construida como tal, en Grecia y Roma, destinada a encerrar a los enemigos del imperio (podemos observar aquí la necesidad de control sobre la sociedad y la limitación de la expresión). Más adelante encontramos en Francia la casa de los Conserjes, que fue transformada en cárcel y la famosa Bastilla lugar donde se encerraban a los delincuentes políticos. En Inglaterra, se instaura la primera casa de corrección para mendigos, vagos y prostitutas, con el objeto de frustrarlos y así corregir sus vicios. Refiriéndonos a los antecedentes de la prisión en nuestro país podemos hablar de 3 etapas: Prehispánica, Colonial y después de consumada la independencia de nuestros días. Entre los antiguos pobladores de lo que es la República Mexicana, no se conocieron sistemas penitenciarios ni cárceles, ya que aplicaban penas muy extremistas, tales como la esclavitud, el sacrificio, el empalamiento y el destierro. Los imperios establecidos gozaban de un control casi perfecto donde el establecimiento de una sanción era intimidante para el resto de la población y el sacrificio era algo común dentro de estas penas. Ya con la llegada de los españoles se implementaron los tribunales de la llamada Santa Inquisición, en donde los castigos y tormentos eran semejantes a los aplicados en Europa. Con la guerra de independencia esta situación no varió mucho ya que se siguió el mismo procedimiento con el gobierno de Porfirio Díaz. La constitución de 1857 determino en su artículo 23 la creación de un sistema penitenciario, que en conjunto de la aplicación de un sistema penitenciario inicia una nueva etapa en México. El tema de las cárceles es muy complejo, y es necesario abordar un conjunto de temas específicos para poder establecer un marco de referencia optimo: Ámbito federal y estatal Menores de edad y adultos Hombres y mujeres Delincuencia organizada y común Peligrosidad máxima y mínima Así como de instalaciones específicas para medidas de seguridad. Un problema persistente en los sistemas penitenciarios es el hacinamiento, la sobrepoblación origina muchos otros problemas como riñas frecuentes de toda magnitud, abusos, corrupción que propicia la venta de toda clase de privilegios, que en condiciones aptas no serían fatales y desde luego el tráfico interno de drogas se incrementa, junto con la distribución y tránsito de teléfonos celulares y artículos que están estrictamente prohibidos dentro de una penitenciaria. En 2018 la novena edición del Censo Nacional de Gobierno, Seguridad Pública y Sistema Penitenciario Estatales mexicano indicó que había 181.999 personas encarceladas en diferentes prisiones de México, de las cuales casi el 95% eran hombres y 5,1% eran mujeres, indica el resultado oficial del censo elaborado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía. Es importante que la mayoría e las personas en privación de su libertad en condiciones infrahumanas que prevalecen en las cárceles mexicanas, por lo que se considera que la prisión preventiva en el país es una práctica inefectiva. Sería interesante hacerse el cuestionamiento si los altos muros perimetrales de las prisiones servirán para que los que se encuentren adentro no escapen o para que la gente que está fuera no vea o no se entere de todo lo que sucede dentro de la institución. Pues México es basto conocedor de situaciones inhumanas cometidas dentro de penales y penitenciarias las cuales han tenido renombre a nivel mundial y no por la correcta y pulcra aplicación de las normas, si no, por la ejecución de medidas que transgreden los derechos humanos y que desarrollan problemas en los internos de dichas instituciones. Un ejemplo claro es el palacio de lecumberri y las atrocidades que se llevaban a cabo dentro de las instalaciones, así como el impacto psicológico sobre los presos pues en realidad las condiciones establecidas en el lugar no eran nada parecidas al sistema utópico que se ha intentado (desde un inicio) establecer en las cárceles de todo el territorio nacional. Por lo tanto, es primordial que se defina y se haga conciencia entre la ciudadanía en general tales irregularidades que no solo afectan a los internos y a sus familiares, sino a toda la población, dado que además de la forma irregular en que se custodia a los internos propicia que estos sigan delinquiendo durante su reclusión y que también se dan efectos negativos que afectan la economía, comenzando por el alto costo de mantener privados de su libertad a quienes bien podrían estar libres, seguido de los efectos sociales pues el inadecuado tratamiento de los internos produce efectos negativos tanto durante el cumplimiento de su condena como al quedar en libertad una vez cumplida esta. Otro de los aspectos que se deben tomar en cuenta es la falta de centros penitenciarios modernos, equipados y administrados debidamente el cual el propicia el incumplimiento de normas fundamentales, como son la debida separación de los sentenciados tras una clasificación de cada uno de los internos y para evitar que delincuentes de poca peligrosidad o aquellos que delinquen por primera vez tengan contacto con reincidentes o de mayor peligrosidad. Así mismo, de lograrse uno de los objetivos de la reforma constitucional, consistente en procurar disminuir la privación de la libertad como medida precautoria durante el proceso, habría un ahorro de recursos que pueden ser empleados para otros fines, independientemente de que, al dejar de dictar prisión preventiva para miles de procesados, se evitaran los efectos negativos en el ámbito laboral y familiar que la prisión preventiva ocasiona. Debemos hacer mención de los otros tantos delitos cometidos, seguramente por motivos extremos fuera del alcance de su control y en donde las circunstancias así lo envolvieron y otros muchos más por causas totalmente ajenas a ellos, en donde por ignorancia, por no saber defenderse, por ser abandonados o bien por ser acusados para pagar por un crimen que no cometieron, se ven ahora involucrados con mayor fuerza en la aplicación de la ley penal de acto. Como hemos visto a nuestro sistema penal le hacen falta muchos cambios pero está en la voluntad de nuestros políticos y dirigentes quienes en pelear las candidaturas y el poder, deberían de ponerse a legislar para ser mejores en nuestro sistema judicial ya que en la actualidad se habla de departamentos y encargados especializados en el ámbito penal, de la misma forma deberíamos especializar a todos los servidores públicos encargados de desarrollar y aprobar estas reformas a nuestro sistema de justicia penal, es decir, una aplicación de inicio a fin en la especialización y formación de un sistema de calidad.