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117.

Caperucita Roja y el lobo

Vamos a leer una versión diferente de un cuento que todos conocemos.


Estando una mañana haciendo el bobo le entró hambre espantosa al señor Lobo, así que, para echarse algo a la muela, se fue corriendo
a casa de la Abuela. “¿Puedo pasar señora?”, preguntó. La pobre anciana, al verlo, se asustó pensando:” ¡Este me come de un bocado!”
Y, claro, no se había equivocado: se convirtió la Abuela en alimento en menos tiempo del que aquí te cuento. Lo malo es que era flaca y
tan huesuda que al Lobo no le fue de gran ayuda: “Sigo teniendo un hambre aterradora... ¡Tendré que merendarme otra señora!” Y al no
encontrar ninguna en la nevera, gruñó con impaciencia aquella fiera: “¡Esperaré sentado hasta que vuelva Caperucita Roja de la selva!” –
que así llamaba al bosque aquella fiera, aunque entre los pinos estuviera–.

Y porque no se viera su fiereza, se disfrazó de abuela con presteza, se dio laca en las uñas y en el pelo, se puso la gran falda gris de
vuelo, zapatos, sombrerito, una chaqueta y se sentó en espera de la nieta. Llegó Caperucita a mediodía y dijo:” ¿Cómo estás abuela mía?
Por cierto, ¡me impresionan tus orejas!” “Para mejor oírte, que las viejas somos un poco sordas”. ” ¡Abuelita, qué ojos tan grandes tienes!”.
”Claro, hijita, son los nuevos lentes que me ha puesto para que pueda verte Don Ernesto el oculista”, dijo el animal mirándola con gesto
angelical, mientras se le ocurría que la chica iba a saberle mil veces más rica que el rancho precedente.

De repente Caperucita dijo:” ¡Qué imponente abrigo de piel llevas este invierno!” El Lobo, estupefacto, dijo:” ¡Un cuerno!” O no sabes el
cuento o tú me mientes: ¡Ahora te toca hablarme de mis dientes! ¿Me estás tomando el pelo...? Oye, mocosa, te comeré ahora mismo y a
otra cosa”. Pero ella se sentó en una silla y se sacó un revólver de la capa, con calma apuntó bien a la cabeza Y – ¡pam!– allí cayó la
buena pieza.... Al poco tiempo vi a Caperucita cruzando por el bosque... ¡Pobrecita! ¿Sabes lo que lleva la infeliz? pues nada menos que
un velis que a mí me pareció de piel de un lobo que estuvo una mañana haciendo el bobo.

151. Caperucita Verde

¿Ustedes creen que todas las Caperucitas son Rojas? Van a ver que no.
En una casita, en medio de un prado, vive Caperucita Verde. Es una niña muy buena y simpática.
Un día su mamá le puso en la cabeza una caperuza hecha de hojas verdes, muy ridícula, pero a Caperucita le gustó tanto que la lleva
siempre puesta: sólo se la quita para dormir.
Una rana, que se llama Verdecita, es muy amiga de Caperucita Verde y juegan siempre juntas. Pero Caperucita Verde tiene también otros
amigos y amigas: esta Zip, que es un chapulín, y tiene este nombre porque de repente salta como un resorte. Después están Josefina, la
tortuga, y Chicharito, el caracol, que siempre echan carreras, y Zip juega con ellos saltando sobre uno y sobre otra.
La mamá de Caperucita Verde tiene un regalo para llevar a la abuela Esmeralda, que vive en otra casita al otro lado del bosque. Se trata
de una bonita canasta hecha de ramas verdes trenzadas, y dentro una botella de menta, tantito perejil, una lechuga y un paquetito de té
de menta envuelto en papel con dibujos verdes.
–Llévale esta canasta a la abuela –dice la mamá a Caperucita Verde, y Caperucita se pone el vestido verde y los zapatos verdes, con los
calcetines verdes.
–Ten cuidado –le dice su mamá–; cuando atravieses el bosque, estate atenta a los peligros, mira dónde pisas, no te ensucies, no te
pierdas, no molestes a las hormigas y regresa pronto.
–Ven conmigo, Verdecita –dice Caperucita Verde. Después da un beso a su mamá y sale de la casa hacia la de su abuela.
Después de caminar un poco, llega al bosque de luz verde.
Caperucita camina con paso seguro, llevando la canasta con las cosas para la abuela.
Qué bonito está el bosque: hay hojas por todos lados, delante, detrás, arriba y abajo, hojas de todo tipo, estrechas, anchas, largas, con
dientes o lisas, hojas que pinchan, hojas suaves...
La rana Verdecita se divierte saltando como una loca: salta sobre las hojas, salta sobre las piedras, salta sobre la hierba, Caperucita Verde
camina de prisa escuchando el canto de los pájaros.

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