Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Resumenes Psa Segundo Parcial
Resumenes Psa Segundo Parcial
1
que en la base del amor se encuentran los requerimientos pulsionales de caracter
corporal o “sensual”. Para la época en que la madre deviene objeto de amor, el niño
ya ha empezado el trabajo psíquico de la represión.
Es posible, respecto de cada aspiración sexual separada, que partes de ella queden
retrasadas en estadíos anteriores del desarrollo, por más que otras puedan haber
alcanzado la meta única.
Un demora así de una aspiración parcial en una etapa anterior debe llamarse fijación.
En un desarrollo como éste, las partes que han avanzado pueden revertir, en un
movimiento de retroceso, hasta una de esas etapas anteriores; a esto lo llamamos
regresión. La fijación no es independiente de la regresión. Mientras más fuertes sean
las fijaciones en la vía evolutiva, tanto más la función esquivará las dificultades externas
mediante una regresión hasta aquellas fijaciones. Esto se opone a la movilidad de la
líbido (indeterminada en cuanto a sus objetos y susceptible de cambiarlos)
Conflicto patógeno se libra entere las pulsiones yoicas y las pulsiones sexuales.
Las pulsiones de autoconservación son mas fácilmente educables, “aprenden
temprano a plegarse al apremio de la vida”.
Las pulsiones sexuales no conocen ningún apremio del objeto; se apuntalan
parasitariamente en otras funciones corporales y se satisfacen autoeróticamente en el
cuerpo propio.
Conflicto psíquico entre la sexualidad y el yo. Los síntomas son una formación de
compromiso que reconocilian ambas partes, y funcionan como una satisfacción
sustitutiva.
La líbido insatisfecha, rechazada por la realidad, se ve obligada a buscar otros caminos
para su satisfacción. Si, a pesar de que la líbido está dispuesta a aceptar otro objeto en
lugar del denegado, la realidad permanece inexorable, se verá finalmente precisada a
emprender el camino de la regresión y satisfacerse dentro de una de las organizaciones
u objetos ya superados. En este camino, la líbido será cautivada por la fijación que ha
dejado tras si en esos lugares del desarrollo.
La líbido encuentra las fijaciones que le hacen falta para quebrantar las represiones en
las prácticas y las vivencias de la sexualidad infantil.
La importancia de éste período es doble: en primer lugar, en él se manifestaron por
primera vez las orientaciones pulsionales innatas y, a su vez, por medio de las
influencias externas se activaron otras pulsiones.
Estas vivencias infantiles no son siempre verdaderas. En la muchos casos, se revelan
como fantasías del enfermo. Entonces, los síntomas pueden ser: o bien figuraciones de
vivencias que realmente se tuvieron y que pudieron influir en la fijación de la líbido; o
bien una figuración de las fantasías del enfermo.
Estas fantasías encuentran su fuente en las pulsiones, y el hecho de que en todos lso
casos tengan idéntico contenido, lleva a que se condieren un patrimonio filogenético
(“fantasías primordiales”). Los objetos y orientaciones de la líbido no se resignan por
completo, sino que son retenidos en las representaciones de las fantasías. Entonces, la
2
líbido no tiene más que volver a estas fantasías para encontrar el camino hacia la
fijación reprimida.
La predisposición para la fijación de la líbido, que se tomaba con un factor
constitucional, queda ahora descompuseta en dos factores: la disposición heredada y la
predisposición adquirida en la primera infancia.
Constitución sexual
(vivenciar + Vivenciar Infantil
prehistórico)
Predisposición para la Vivenciar accidental
fijación libidinal + traumático (del adulto)
NEUROSIS
3
Pulsiones y destinos de pulsión
Estímulo Pulsión
Proviene del exterior Proviene del interior del cuerpo
Opera de un solo golpe Fuerza constante
Se le puede escapar por medio de una No es posible huír de ella
acción acorde al fin.
4
Al comienzo actúan de manera independiente unas de otras, luego se reúnen en una
síntesis
La meta es el logro del placer de órgano.
Sólo luego de haber alzancado una síntesis, entran al servicio de la función de
reproducción
Al principio estan apuntaladas den las pulsiones de autoconservación, también en el
hallazgo del objeto siguen los caminos que les indican las pulsiones yoicas.
Destinos de la pulsión
La represión.
La sublimación.
La vuelta hacia la persona propia.
El trastorno hacia lo contrario.
Hasta ahora, se veía a los síntomas histéricos como efectos persistentes de traumas
psíquicos (“factor accidental”), cuyo afecto no pudo ser abreaccionado, facilitándose
éste una via anormal en la inervación corporal. Por la aplicación del método catártico,
se rastrean cada vez más lejos estos traumas psíquicos, y al final se llegaba a vivencias
que pertenecían a la infancia del enfermo y guardaban relación con su vida sexual.
5
El individuo neurótico genésicamente maduro trae desde su infancia una cuota de
represión sexual, que se exterioriza ante los reclamos de la vida real. La enfermedad se
contrae por el conflicto entre la libido (pulsión sexual) y la represión sexual, el
síntoma es una formación de compromiso entre ellas.
Entonces:
Primer ensayo:
Definición de Pulsión :
6
Es una medida de exigencia de trabajo para la vida anímica.
Son PARCIALES por definición. (completar)
Lo que las va a diferenciar a unas y a otras es la relación con sus fuentes y con sus
metas.
Segundo ensayo:
Amnesia Infantil:
Alude a la particular amnseia que en la mayoria de los seres humanos cubre los
primeros años de su infancia.
Esas impresiones que hemos olvidado dejaro, no obstante, las más profundas huellas en
nuestra vida anímica y pasaron a ser determinantes para todo nuestro desarrollo
posterior. Es una amnesia semejante a la que se observa en los neuróticos, dada por la
represión.
Esta amnesia infantil, que oculta los comienzos de la vida sexual del individuo, es la
culpable de que no se haya otorgado valor al período infantil en el desarrollo de la vida
sexual.
En el niño, la pulsión sexual se despierta mediante los cuidados provistos por el otro.
La exigencia pulsional y la respuesta frente a ella van recortando un cuerpo erógeno.
El quehacer sexual se apuntala primero en una de las funciones que sirven para la
conservación de la vida, y sólo más tarde se independiza de ella.
7
La meta sexual de la pulsión infantil consiste en producir la satisfacción mediante la
estimulación apropiada de la zona erógena que se ha escogido. Esta satisfacción debe
haberse vivenciado antes y se crea la necesidad de repetirla.
Pulsión de saber: recae sobre los problemas sexuales, y tal vez es despertada por
éstos.
De dónde vienen los niños? Se conciben por haber comido algo determinado y se
dan a luz por el intestino.
Supuesto de que todos los seres humanos poseen idéntico genital (masculino) El
niño supone que todas las personas poseen un genital como el suyo y se aferra a esta
convicción (la abandona luego de lucha interna, complejo de castración).
La niña no tiene rechazo por el genital del varón, lo reconoce y es presa de la
envidia del pene, que culmina en el deseo de ser una varón.
¿En qué consiste el comercio sexual o el “estar casado”? Se relaciona con alguna
relación de comunidad proporcionada por las funciones de la micción o defecación.
Su fracaso se ignora el papel del semen fecundante y de la abertura sexual
femenina, esfuerzos del pequeño infructuosos.
Importancia implica un primer paso hacia la orientación autónoma en el mundo
y establece un extrañamiento del niño con respecto a las personas de su entorno.
8
lo cuida es una fuente continua de excitación y satisfacción sexuales a partir de las
zonas erógenas.
En la madurez, lo más inmediato para el niño sería escoger como objetos sexuales
justamente a las personas a quienes desde su infnacia ama. Pero en virtud del
diferimiento de la maduración sexual, se ha erigido la barrera del incesto, por lo que no
puede elegir como objeto a las personas amadas de la niñez.
La mocion sexual del niño está destinada a sus progenitores, diferenciada ya por la
atracción al sexo opuesto: la del varón hacia su madre y la de la niña hacia el padre.
9
refería al uso de otros órganos que los genitales para el comercio sexual, me dijo que sí;
y yo pude proseguir: sin duda pensaba justamente en aquellas partes del cuerpo que
en ella se encontraban en estado de irritación (boca y garganta) Con su tos
espasmódica, que, como es común, respondía al estímulo de un cosquilleo en su
garganta, ella se representaba una situación de satisfacción sexual entre las dos
personas cuyo vínculo amoroso la ocupaba tan de continuo.
Las menos chocantes entre las llamadas perversiones sexuales gozan de la más amplia
difusión en nuestra población. No es asombroso, pues, que nuestra histérica de
diecinueve años tuviera conocimiento de la existencia de esa clase de comercio sexual
(la succión del miembro viril), hubiera desarrollado una fantasía inconciente de esa
índole y la expresara a través de la sensación de estímulo en la garganta y tos. Un
hecho notable proporcionaba en ella la precondición somática para la creación
autónoma de una fantasía que coincide, por otra parte, con el obrar de los perversos.
Recordaba muy bien que en su infancia había sido una “chupeteadora”; el padre se
acordaba de haberle quitado esa costumbre, mantenida por ella hasta su cuarto o
quinto año de vida.
La vida anímica del paciente histérico rebosa de estos pensamientos eficientes pero
inconcientes, y de ellos provienen todos los síntomas. Por ej. En el caso del vómito, la
idea icc de estar embarazado no se representa en la conciencia, solamente puede hacerse
presente por medio del procedimiento psicoanalítico.
1
0
Llamamos entonces preconcientes a los pensamientos latentes del primer grupo, y
reservamos el término inconciente para el segundo grupo, estudiados en las neurosis
La represión
Represión:
1
1
Represión secundaria:
Lo inconciente (cap. 2 – 4 – 5 – 7 )
Capitulo 2:
Lo inconciente abarca, por un lado, actos que son apenas latentes, inconcientes por un
tiempo, y por otro lado, procesos como los reprimidos.
1
2
Un acto psíquico en general atraviesa por dos fases de estado, entre las cuales opera
como selector una suerte de exámen. En la primera fase, es inconciente y pertenece al
sistema Icc, si a raíz del exámen es rechazado por la censura, se le deniega el paso a la
segunda fase y se le llama <<reprimido>>, de lo contrario, entra en la segunda fase y
pasa a ser Cc-Pcc (susceptible de conciencia). El sistema Pcc participa de las
propiedades del sistema Cc, y la censura rigurosa se encuentra en el paso del Icc al Pcc-
Cc.
Pasaje de lo inconciente a lo conciente (de la representación) 2 respuestas
Tópica la fase Cc de la representación significa una transcripción nueva de ella,
situada en otro lugar. Transcripciones diversas y separadas (en el sentido tópico) de un
mismo contenido.
Funcional cambio de estado en el mismo material y localidad
Capítulos 4 y 7:
Entonces, el paso del pcc al icc no es ni tópico ni funcional, sino que la representación
conciente abarca rep-cosa+rep-palabra, y la representación icc, rep-cosa solamente.
1
3
En el sistema icc se encuentran las investiduras de cosa de los objetos, que son las
investiduras de objeto primeras y genuinas. El sistema pcc nace cuando esa rep-cosa es
sobreinvestida por las rep-palabra que les corresponden.
Entonces, en la represión, lo que se le rehúsa a las representaciones rechazadas es su
traducción en palaras, o sea, quitarle la investidura pcc.
Capítulo 5:
Principio de realidad
Desplazamientos y condensaciones excluídos o muy limitados
Capacidad de comercio entre los contenidos de las representaciones
Ordenamiento temporal
Introducción de la censura
Memoria conciente, distinta de las huellas mnémicas
Freud, tomándolo de Darwin, habla de una horda primordial, en la cual existe un padre
violento y celoso, que conserva a todas las mujeres para él, y expulsa a sus hijos varones
cuando crecen. Los hijos admiran al padre de la horda por su poder, al par que lo odian
ya que él tiene todo lo que ellos desean. Un día, los hijos exiliados, se reúnen y matan al
padre (hacen juntos lo que uno solo no hubiera podido), y luego lo devoran,
incorporando cada uno una parte de su poder, identificándose con él. Tras matarlo y
devorarlo, al mantener una actitud ambivalente hacia él, se abren paso las mociones
tiernas avasalladas entretanto, y así nace la conciencia de culpa. Posteriormente, el clan
de hermanos, sustituye al padre por un animal totémico, al cual, en ocasiones solemnes,
lo matan entre todos, lo devoran, lo lloran y luego festejan. Este banquete totémico,
sería la repetición y celebración recordatoria de aquella hazaña criminal. Ahora bien, el
padre muerto se volvió más potente de lo que fuera en vida ya que, lo que antes él había
1
4
impedido con su existencia, ahora ellos mismos se lo prohibieron en la situación
psíquica de "obediencia de efecto retardado"; calmaron su sentimiento de culpa frente a
lo hecho con la prohibición de matar al sustituto paterno (el tótem), permitiéndolo
únicamente cuando lo adquirido en virtud de esa hazaña (la apropiación de las
cualidades del padre) amenazara desaparecer a consecuencia de los cambiantes influjos
de la vida. El otro tabú que se impusieron, fue el del incesto; ya que, si antes todos ellos
se habían reunido a matar al padre, ahora ellos eran rivales entre sí respecto de las
mujeres del clan. Cada uno hubiera querido tenerlas a todas para sí, como el padre, y en
la lucha de todos contra todos se hubiera ido a pique la nueva organización. Así nació la
exogamia, y salvaron la organización que los había hecho fuertes. Posteriormente, la
prohibición de matar al animal totémico, se extiende a la de matar a miembros del clan.
La ambivalencia adherida al complejo paterno se continúa en el totemismo.
Analogia del niño con el poeta. El niño al jugar se comporta como el poeta, crea un
mundo propio. Lo opuesto a ese mundo es la realidad efectiva. El niño diferencia bien
su realidad de ese mundo de juego, y apuntala sus objetos y situaciones imaginadas en
esta realidad. Ese apuntalamiento diferencia su jugar del fantasear.
El poeta también crea un mundo de fantasía, al que dota de un gran monto de afecto, y
al que separa de la realidad efectiva. Muchas de las cosas que de ser reales no
depararían goce, pueden depararlo en la fantasía, asi como muchas excitaciones penosas
pueden convertirse en fuente de placer para los espectadores.
El adulto, en apariencia, renuncia a la ganancia de placer que extraía del juego. Pero en
verdad, no renuncia al placer, sino que permuta una cosa por otra: en vez de jugar, ahora
fantasea.
Este fantasear es difícilmente observable, ya que el adulto se avergüenza de sus
fantasías y las esconde de los otros.
En el caso del niño, el juego está dirigido por el deseo de ser grande, y no tiene razones
para esconder ese deseo. En el caso del adulto, se espera que no juegue ni fantase, sino
que actúe en el mundo real. Su fantasear lo avergüenza por infantil y por no permitido,
dado los deseos que lo generan.
Sabemos de estas fantasías por los neuróticos, quienes se ven forzados a confesarlas en
pos de una cura. El dichoso nunca fantasea, únicamente el insatisfecho. Estos deseos
insatisfechos son las fuerzas pulsionales de las fantasías, y cada fantasía es un
cumplimiento de deseo, una rectificación de la realidad. Las fantasías hiperpotentes o
muy prolíferas crean las condiciones para la caída en una neurosis o una psicosis.
3 tiempos en la fantasía:
Una impresión actual y presente fue capaz de despertar los grandes deseos de la
persona.
Desde ahi, se remonta al recuerdo de una vivencia anterior, infantil, en que aquel
deseo se cumplía.
Crea una situación referida al futuro, que se figura como el cumplimiento de este
deseo. El jugar que se continúa en las fantasías hace presente ese tiempo pasado,
“van impresas las huellas de su origen”.
El adulto oculta sus fantasías y, si las comunicase, nos escandalizaríamos. En cambio,
en el caso del poeta, al jugar sus juegos ante el público hace sentir al mismo un elevado
placer. El poeta atempera este sueño diurno con variaciones y encubrimientos y nos
soborna con una ganancia de placer que posibilita el desprendimiento de un placer
1
5
mayor, proveniente de fuentes psíquicas situadas a mayor profundidad que llamamos
prima de incentivación o placer previo. A nivel de las fantasías como del crear poético
muchas situaciones penosas pueden convertirse en fuente de placer.
Cada una de estas teorías tiene algo de correcto y acertado, que se explica por los
componentes de la pulsión sexual, que ya están presentes dentro del organismo infantil.
Estos supuestos, entonces, no nacen del albedrío psíquico, sino de las objetivas
necesidades de la constitución psicosexual. De aquí que estas teorías son típicas en
todos los niños.
Una joven paciente se ofende porque un joven con quien se topa en las cercanía de la
casa de su médico le echó una mirada despectiva a sus zapatos. Ella creía que el joven
era hijo del médico, y lo subroga a su hermano. Sobreviene en ella el recuerdo de que a
los cinco años solía acompañar a su hermano al baño, dónde lo miraba orinar. Presa de
la envidia, un día intentó imitarlo, y se mojó los zapatos, lo que provocó la burla de su
1
6
hermano. Esta experiencia comandó su posterior conducta: cuando algo no le salía bien
de primer momento, nunca lo hacía de nuevo.
El pequeño Hans
Niño de cuatro años, que no ha recibido sofocación de sus padres durante su desarrollo.
Muesta interés por la parte de su cuerpo a la que denomina “hace-pipi”. Pregunta a su
madre si ella tiene uno, a lo que ésta responde afirmativamente. Al ver ordeñar una
vaca, exclama “de su hace-pipi sale leche”. Luego, categoriza “un perro tiene hace pipi,
un sillón no”. Ante la vista de su hermanita pequela “su hace-pipi es pequeño, cuando
crezca se agrandará”. No ha sido amedrentado ni tiene conciencia de culpa, por lo que
da a conocer sin recelo sus procesos de pensamiento.
Capítulo I
1
7
del individuo. Individuo tiene una existencia doble, es fin para si mismo y la vez
eslabón en una cadena.
Primer dualismo pulsional: pulsiones de autoconservación pulsiones sexuales
Segundo dualismo pulsional: líbido del yo líbido de objeto
Tercer dualismo pulsional: pulsión de vida pulsión de muerte
Capítulo II
Enfermedad orgánica: retira su interés por todas las cosas del mundo exterior que no se
relacionan con su sufrimiento, y retira de sus objetos de amor el interés libidinal.
Retira sobre su yo sus investiduras libidinales para volver a enviarlas después de
curarse.
Estado de dormir: retiro de las posiciones libidinales sobre la persona propia, sobre el
exclusivo deseo de dormir.
Hipocondría: retira el interés y la líbido de los objetos del mundo exterior y los
concentra sobre el órgano que le atarea.
Vida amorosa:
Capítulo III
Desde el comienzo no está presente en el sujeto una unidad equiparable al yo, y dado
que las pulsiones autoeróticas son inciales y primordiales, una nueva “acción psíquica”
tiene que añadirse al autoerotismo para que el narcisismo se constituya, la aparición del
yo.
Tenemos sabido que mociones pulsionales libidinosas sucumben al destino de la
represión cuando entran en conflicto con las representaciones culturales y éticas del
individuo. La represión, hemos dicho, parte del yo; podríamos precisar: del respeto del
yo por sí mismo.
Uno ha erigido en el interior de sí un ideal por el cual mide su yo actual. La formación
de ideal sería, de parte del yo, la condición de la represión.
Y sobre ese yo ideal recae ahora el amor de sí mismo de que en la infancia gozó el yo
real. El narcisismo aparece desplazado a este nuevo yo ideal que, como el infantil, se
encuentra en posesión de todas las perfecciones valiosas. Lo que él proyecta frente a sí
como su ideal es el sustituto del narcisismo perdido de su infancia, en la que él fue su
propio ideal.
El desarrollo del yo consiste en un distanciamiento respecto del narcisismo primario y
engendra una intensa aspiración a recobrarlo. Este distanciamiento acontece por medio
1
8
del desplazamiento de la libido a un ideal del yo impuesto desde fuera: la satisfacción
se obtiene mediante el cumplimiento de este ideal.
La incitación para formar el ideal de yo parte de la influencia crítica de los padres, las
“voces”, lo visto y oído, resto de percepciones.
Tras este ideal de yo se esconde la identificación, la cual es la más temprana
exterorización de una ligazón afectiva con otra persona, anterior a cualquier elección de
objeto. En el varón se muestran dos lazos diversos: por un lado, una directa investidura
sexual de objeto con la madre y, por el otro, una identificación con el padre, tomándolo
como modelo. Estos lazos confluyen en la formación del complejo de Edipo.
La identificación es ambivalente, puede darse vuelta hacia la expresión de ternura o
hacia el deseo de eliminación. Se comporta como un retoño de la primera fase oral, en
la que el objeto anhelado se incorpora por devoración y asi se aniquila como tal.
Identificación elección de objeto.
Repetidas veces nos hemos ocupado de la separación entre pulsiones yoicas y sexuales.
Primero, la represión nos mostró que ambas pueden entrar en oposición recíproca, y
entonces las pulsiones sexuales son formalmente sometidas y obligadas a procurarse
satisfacción por rodeos regresivos, luego de lo cual su indomabilidad las resarce de su
derrota.
Las pulsiones sexuales se enlazan con el estado afectivo de la angustia mucho más
íntimamente que las pulsiones yoicas. La insatisfacción de las dos pulsiones de
autoconservación, nunca tiene por consecuencia su vuelco en angustia, mientras que al
trasposición de libido insatisfecha en angustia se cuenta, según vimos, entre los
fenómenos mejor conocidos y observados con frecuencia.
La sexualidad es, en efecto, la única función del organismo vivo que rebasa al individuo
y procura su enlace con la especie. El individuo, en una perspectiva biológica no es más
que un episodio dentro de una serie de generaciones.
Neurosis de transferencia las pulsiones sexuales entran en pugna con las de
autoconservación; una posición del yo, en cuanto individuo autónomo, entra en
conflicto con la otra, en cuanto miembro de una serie de generaciones.
A las investiduras energéticas que el yo dirigía a los objetos de sus aspiraciones
sexuales las llamamos “libido”; a todas las otras, que son enviadas por las pulsiones
yoicas, las llamamos “interés”.
El carácter principal de la dementia praecox (incluida entre las psicosis) consiste en que
en ella falta la investidura libidinal de los objetos. ¿Qué ocurrió como la libido de los
dementes extrañada de los objetos? Es revertida al yo, y esta reversión reflexiva es la
fuente del delirio de grandeza de la dementia praecox.
La libido que hallamos adherida a los objetos, y que es expresión del afán de ganar una
satisfacción por su intermedio, puede también abandonarlos y, en lugar de ocuparlos a
ellos, ocupar al yo. El nombre para esta colocación de la libido es narcisismo, en ella el
individuo da al cuerpo propio el mismo trato que a un objeto sexual ajeno.
De la historia del desarrollo de la libido de objeto, tendríamos que recordar que muchas
pulsiones sexuales se satisfacen de manera autoerótica, y que esta capacidad para el
autoerotismo es la base que permite el retraso de la sexualidad en le proceso de educarse
en el principio de realidad. Por tanto, el autoerotismo era la práctica sexual del estadío
narcisista de colocación de la libido.
1
9
Acerca de la relación entre libido yoica y libido de objeto nos formamos una
representación que puedo ilustrarles mediante un símil extraído de la zoología.
Amebas estos seres emiten prolongaciones, llamadas pseudópodos, por las que hacen
correr su sustancia corporal. Pero pueden recoger esas prolongaciones y volver a su
forma original. Comparamos la emisión de estas prolongaciones con el envío de libido a
los objetos mientras la masa principal de la libido puede permanecer en el interior del
yo, y suponemos que en condiciones normales la libido yoica se traspone sin
impedimentos en libido de objeto, y esta puede recogerse de nuevo en el interior del yo.
El distingo entre libido e interés nos fue impuesto por la intelección del conflicto del
cual nacen las neurosis de transferencia. El supuesto de que la libido de objeto puede
trasponerse en libido yoica, y que por tanto es preciso tener en cuenta una libido yoica,
se nos presentó como el único que puede solucionar el enigma de las llamadas neurosis
narcisistas y dar razón de las semejanzas y diferencias con la histeria y con las
obsesiones.
Es verdad que el recogimiento de la libido de objeto en el interior del yo no es
directamente patógeno; se lo emprende cada vez que se va a dormir, para volver a
deshacerlo al despertar. Muy diverso es el caso cuando un determinado proceso, muy
violento, es el que obliga a quitar la libido de los objetos. La libido, convertida en
narcisista, no puede entonces hallar el camino de regreso hacia los objetos, y es este
obstáculo a su movilidad el que pasa a ser patógeno.
Las neurosis narcisistas son apenas abordables con la técnica que nos ha servido en el
caso de las neurosis de transferencia. También en las neurosis de transferencia
tropezamos con barreras parecidas que oponía la resistencia, pero pudimos desmontarlas
pieza por pieza. En las neurosis narcisistas la resistencia es insuperable.
En el interior del yo existe realmente una instancia que de continuo observa, critica y
compara, y que de tal modo se contrapone a la otra parte del yo. Siente en el interior de
su yo el reinado de una instancia que mide su yo actual y cada una de sus actividades
con un yo ideal, que él mismo se ha creado en el curso de su desarrollo. A la instancia
de observación de sí la conocemos como el censor yoico, la conciencia moral; es la
misma que por las noches ejerce la censura sobre los sueño, y de la que parten las
represiones de las mociones de deseo no permitidas. Y cuando, en el caso del delirio de
observación, ella se descompone, nos revela que proviene de las influencias de los
padres, los educadores y el medio social, de la identificación con algunas de estas
personas modelo.
No me asombraría que la facultad de producir el efecto patógeno resultara ser
realmente un privilegio de las pulsiones libidinosas, de manera que la teoría de la
libido pudiera festejar su triunfo en toda la línea, desde las más simples neurosis
actuales hasta la más grave alineación psicótica del individuo. Es un rasgo
característico de la libido el de resistirse a ser subordinada a la realidad del mundo.
Pero considero muy probable que las pulsiones yoicas sean arrastradas
secundariamente por las incitaciones patógenas de la libido, y forzadas a una
perturbación de su funcionamiento.
2
0