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Printed in China
Printer to Come, Province, ID# 00000
ISBN 978-1-68156-749-5
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¿Dónde está mi huevo?
Paola Arenas y Christian Ayuni
—¿Dónde está mi huevo? —graznó
espantada mamá cóndor al volver al
nido y encontrarlo vacío.
Voló por los alrededores buscándolo.
Voló alto. Voló bajito. Voló a la
derecha. Voló a la izquierda. Voló al
derecho. Voló al revés. Pero no lo
pudo encontrar.
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Mamá le pregunta al jaiñachu
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—Buen día, señor —le dijo.
—Buen día, señora —respondió receloso el
jaiñachu poniéndose al frente de la manada.
—Mi huevo se ha extraviado. Debe de haber
caído del nido en mi ausencia —explicó mamá
cóndor—. ¿No lo han visto ustedes?“¡Allá van
las vizcachas!”, dijo mamá cóndor al verlas
brincar por la pampa.
“¡Allá van las vizcachas!”,
dijo mamá cóndor
al verlas brincar por
la pampa.
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—Aquí nadie ha visto nada, señora, lo
siento —respondió muy serio el jaiñachu,
pero al ver tan triste a mamá cóndor le
dijo—: Nosotros vamos rumbo a la laguna,
así que podríamos buscarlo por el camino
y, luego, al llegar, por los alrededores.
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—¡Qué gran idea! Como ustedes son
tantos en la manada a lo mejor pueden
encontrarlo. ¡Muchas gracias, señor
jaiñachu —dijo y voló a continuar su
búsqueda.
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¡Allá van las vizcachas!
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—¡Vizcachas! ¡Vizcachas! —las llamó
desde lo alto y descendió—: Mi pobre huevo
se ha extraviado. Debe de haber caído
del nido en mi ausencia —explicó mamá
cóndor—. ¿No lo han visto ustedes?
—No hemos visto ni medio huevo, señora.
Lo siento —dijo la vizcacha más vieja
mientras se peinaba los bigotes.
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Mamá cóndor suspiró.
Y al verla tan triste, la vizcacha más joven
dijo:
—Pero podríamos buscarlo por el camino
mientras llegamos hasta el pico de esa loma.
—Claro, como ustedes son tan veloces
serán de gran ayuda para encontrar pronto
mi huevo —y, dando las gracias,
se despidió.
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Beeeeee
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—Bueeeeeenos díííííías —contestaron las
ovejas con los hocicos llenos de hierba.
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—Mi huevo se ha extraviado —les contó
sollozando—, cuando volví al nido ya no
estaba. ¿No lo han visto ustedes?
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—No, querida. Pero vamos de regreso
a la casa de los pastores. Es un buen
lugar para buscar. Le avisaremos si
tenemos sueeeeerte.
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—¡Les agradezco mucho! —dijo
más calmada—.Tal vez como ustedes
van hasta un lugar tan alejado puedan
encontrar mi huevo por el camino.
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Una ayuda veloz
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Pero luego, viendo lo rápido que el colibrí
volaba por entre las flores y las plantas sin
rozarlas siquiera, se le ocurrió algo y le dijo:
—¿Me ayudarías a buscarlo?
—¿Yo? Pero soy tan chiquito que parezco
una mosca a su lado. ¿Cómo podría ayudarla?
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¿A la zorra?... hum
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Al rescate del huevo
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En eso, el pequeño colibrí apareció
revoloteando y muy agitado le dijo:
—¡Señora cóndor! ¡Señora cóndor!
Las vizcachas dicen que la zorra escuchó
a los pastores de la oveja hablando con el
granero sobre un huevo en la vicuña que
había puesto una gallina gigante.
—¿Qué, qué? —preguntó mamá cóndor
sacudiendo la cabeza y secándose las
lágrimas.
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—Digo…, digo… que las vizcachas
dicen que la zorra escuchó a las ovejas
del pastor hablando con las vicuñas
sobre una gallina en el granero que
había puesto un huevo gigante. ¿No
será su huevo perdido? ¡Un huevo
gigante! La zorra estaría encantada de
comérselo. ¡Debemos llegar primero!
Mamá cóndor y el pequeño colibrí
volaron hasta la casa de los pastores.
Las vicuñas, las vizcachas y las ovejas
estaban fuera del granero. Nadie sabía
donde andaba la zorra.
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—¡Está cerrado! ¿Qué hacemos ahora? —dijo
una vizcacha.
—Allí hay una rendija —dijo mamá cóndor
acercando su ojo—: No puedo ver nada
—agregó molesta.
—Alguien debe entrar en ese granero —les
dijo el jaiñachu.
—¡El pequeño colibrí! —gritó una vicuña.
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El colibrí estuvo feliz de ser elegido. Primero
asomó el piquito y luego entró. Los animales
afuera se quedaron calladitos. Al poco rato,
se escucharon los terribles ladridos de
los perros pastores y luego un bullicio
de aullidos, cacareos,
mugidos y relinchos.
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—¡La zorra llegó antes para comerse el huevo!
—gritó el jaiñachu.
—¿Se comió mi huevo? ¿Mi pobrecito huevo?
—preguntaba mamá cóndor como loca.
—¡Allí sale el colibrí! —anunció la vizcacha
vieja agitando las patitas.
—¿Y el huevo? —le preguntaron todos a coro.
—Ya no hay huevo… —dijo el colibrí.
Mamá cóndor se desplomó y todos los
animales se acercaron a reanimarla cuando el
colibrí prosiguió:
—…En su lugar ¡¡¡hay un precioso
pichón de cóndor que
ha nacido calientito
en la panza de una
cariñosa vaca!!!
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Todos casi matan al colibrí por haberles
hecho pensar lo peor, pero estaban tan
contentos cuando vieron salir del granero
a una gallina empujando con la cabeza a
un pichoncito desnudo y enclenque que
graznaba llamando a mamá.
Los animales le abrieron paso a mamá
cóndor que, muy agradecida con todos,
fue a reencontrarse con su pequeño para
llevarlo al nido, abrigarlo, alimentarlo y
cuidarlo de otra posible caída.
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¿Dónde está mi huevo?
Un huevo perdido promueve una serie de encuentros
entre la preocupada madre y un variado número de
animales, quienes le ofrecen su ayuda para resolver el
problema. ¿Acaso la familia de vicuñas, el grupo de
vizcachas, el rebaño de ovejas, el colibrí y Doña Zorra
podrán ayudar a mamá cóndor? ¿Cuál será el papel que
desempeñará cada uno de estos personajes en la solución
del problema? ¿Terminará el relato con el encuentro del
huevo o sucederá algo inesperado? Vale la pena leer el
cuento para saberlo.
Paola Arenas
Nació en Arequipa en 1976. Estudió en la Escuela
Profesional de Literatura y Lingüística de la Universidad
Nacional de San Agustín (UNSA) de Arequipa carrera
que abandonó para estudiar Comunicación Audiovisual.
Dice que escribe para crear lugares que no encuentra o
para que existan personajes que necesita.
Christian Ayuni
Este artista plástico y escritor peruano nació en Lima
en 1978. Desde niño le gustaba dibujar y leer libros de
ciencia ficción. Estudió diseño gráfico y ha ilustrado
numerosos libros para niños. Cada vez que enfrenta el
reto de ilustrar un libro investiga sobre nuevas técnicas y
nuevos estilos.