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Facultad de Filosofía y Humanidades

Departamento de Literatura

Universidad de Chile

Licenciatura en Lingûística y Literatura Inglesa

Teoría Literaria

Sección 1

Constanza Aravena

30 de octubre de 2018

Análisis de la obra La noche de los feos, de Mario Benedetti, según las


categorías de análisis del formalismo ruso

1. Introducción

La obra literaria tuvo un período de análisis trascendental, en cuanto a la


necesidad de encontrar qué es lo que diferencia a una obra literaria, respecto de
la que no lo es, y que fuese un elemento específico de las obras literarias. Esta
labor fue estipulada por la escuela de los formalistas rusos, que provienen de la
corriente estructuralista: en la búsqueda por explicitar su objeto de estudio, y de
encontrar elementos propios de la obra literaria, se fueron a lo formal, y restaron
importancia a la interpretación de la obra literaria: tiempo después de
desarrollada esta escuela, se entendió que la interpretación y la unión entre lo
estructural y su contenido interpretativo son indisolubles al momento de evaluar
la obra literaria, pues resta de gran parte de la motivación literaria el dejarla de
lado, además de vaciar de contenido importante la función que cumple lo que es
estructuralmente literario.
A partir del cuento La noche de los feos se realizará un análisis de la obra literaria
en base de tres categorías: lenguaje poético/ lenguaje coloquial (cotidiano);
especificidad del lenguaje literario, y la categoría obligatoria extrañamiento/
desautomatización. A continuación, se hará la interpretación del cuento, en
base a los criterios escogidos para el análisis de la obra literaria, con el propósito
de hacer el análisis crítico correspondiente a la escuela formalista, y los
complementos realizados en el curso de Teoría Literaria.

2. Desarrollo del análisis literario

2.1. Lenguaje poético/ lenguaje coloquial

Para establecer el canon de estudio que permita analizar a la obra según


esta categoría, hay que tener presente elementos que le son propios al lenguaje
literario: que el lenguaje literario es un fin en sí mismo, que el mensaje tiene una
unidad fundamental entre forma y contenido que lo hace imparafraseable, la
ambigüedad de su contenido y que su producción constituye una desviación de
las normas que rigen el lenguaje habitual. Dados estos elementos que definen el
lenguaje poético o literario, se procederá a revisar en la obra pasajes que
ejemplifiquen la utilización de esta categoría.
“Tampoco puede decirse que tengamos ojos tiernos, esa suerte de faros de
justificación por los que a veces los horribles consiguen arrimarse a la belleza.
No, de ningún modo. Tanto los de ella como los míos son ojos de resentimiento,
que sólo reflejan la poca o ninguna resignación con que enfrentamos nuestro
infortunio”
. Se muestra la evidencia de lenguaje poético: la comparación de los ojos,
como faros de justificación a una posible aproximación de la gente fea a la
belleza. Tales elementos no se pueden desprender el uno del otro, por la
evidente motivación generada por el escritor en la utilización retórica de los ojos.
Es evidente que los emplea, más allá de una simple constatación de hechos.
“Mis antenas están particularmente adiestradas para captar esa curiosidad
enfermiza, ese inconsciente sadismo de los que tienen un rostro corriente,
milagrosamente simétrico”.
La utilización de las antenas, como una imagen literaria que está más bien
relacionada a un estado de vigilancia constante del protagonista a las miradas
que le dan las personas, por la cicatriz de su rostro, dan nuevamente muestra de
la disfrazada cotidianeidad del pesquisaje al que se ve enfrentado el protagonista
en un entorno extraño.
2.2. Especificidad del lenguaje literario

Es uno de los criterios que muestra mayor atención a esta búsqueda por
encontrar lo que es realmente literario, se da como respuesta la especificidad del
lenguaje literario, y el fin en sí mismo. Al describir los factores que forman parte
del circuito de la comunicación, Roman Jakobson postuló la existencia de una
"función poética" en la que el lenguaje aparece orientado hacia sí mismo. En
virtud de esta función, la obra llama la atención sobre sus propios procedimientos
de composición, así como sobre el lenguaje empleado, como manera de separar
el texto de otros contextos (situación histórica y social, además de otras
cuestiones prácticas relativas a su producción y su lectura) para situarlo en un
contexto de textos y de procedimientos literarios, esto es, de la tradición literaria.
“Nos sentamos, pedimos dos helados, y ella tuvo coraje (eso también me gustó)
para sacar del bolso su espejito y arreglarse el pelo. Su lindo pelo. “¿Qué está
pensando?”, pregunté. Ella guardó el espejo y sonrió. El pozo de la mejilla cambió de
forma. “Un lugar común”, dijo. “Tal para cual””.
La utilización de la palabra hendidura, ya por el uso metafórico de la
palabra pozo revela una transformación que implica necesariamente un
compromiso del lenguaje en sí por definirse de modo distinto a una simple
constatación de características físicas.

2.3. Extrañamiento/ desautomatización

El deslinde final entre el lenguaje que se podría considerar como cotidiano


y el lenguaje literario es a través de la desautomatización: El lenguaje se
automatiza porque las relaciones signo-realidad se convierten en habituales. Las
palabras se convierten en meros instrumentos de información o promoción de
acciones, y como tales palabras nos dejan de interesar. El artista lo que pretende
es contrarrestar esta “automatización” mediante el artificio en el lenguaje poético:
“está construida de una manera artificial para que la percepción se detenga en
ella, llegue al máximo de su fuerza y de su duración”
“Yo no veía nada, nada. Pero igual pude darme cuenta de que ahora estaba
inmóvil, a la espera. Estiré cautelosamente una mano, hasta hallar su pecho.
Mi tacto me transmitió una versión estimulante, poderosa. Así vi su vientre, su
sexo. Sus manos también me vieron.”
En el extracto de la obra, se muestran escenarios seleccionados, que dan
la sensación de lo tangible en la oscuridad: evidentemente seleccionados con la
intención de reflejar aspectos sensoriales que se ven hiperestimulados en la
ausencia de lo visible. El tiempo se prolonga, y se enfoca en lo que a ambos les
llama a estar juntos.
2.4. Conclusión: Interpretación de la obra

En el cuento La noche de los feos, se presenta como eje principal las


figuras de los dos personajes protagonistas: un hombre y una mujer que se
consideran feos, a ojos de la sociedad, por marcas que llevan en el rostro: en la
mujer es una hendidura en la mejilla derecha; en el hombre es una cicatriz que
le cruza el rostro. No es un defecto que puedan disimular, porque lo llevan en
plena cara, y viven cada uno en su realidad, sorteando la mirada suspicaz del
entorno de gente extraña, y que al encontrarse, no hacen amago de apartar la
mirada, sino mantienen la vista fija en el otro. Se habían encontrado dos seres
parecidos.
Al entrar al cine juntos, como lo estaban cada uno de los asistentes a ver
la película, se apagan las luces, y la única luz que se ven obligados a mirar es la
que muestra la pantalla cinematográfica: el reflejo de la sociedad, que se le
obliga a contemplar como un canon de belleza lo mostrado en la pantalla grande,
y despreciar sus propias características. Pero en el protagonista del cuento
sucede algo distinto: no puede dejar de mirar a la mujer, y esa posibilidad de
encontrarse con el otro en la atracción, sin que sea considerado un ser deforme.
Ambos van a tomar un café, y la unión de ambos en una mesa parece ser
un espectáculo a ojos de quienes los rodean: ambos con marcas en el rostro,
sentados juntos. En él impera la necesidad de ser amado, e idea la manera de
poder lograrlo: estar juntos en la oscuridad, en una habitación, para llegar a lo
carnal. Ella accede.
Al estar en el momento, a oscuras, buscándose para ir sólo a las zonas
de intimidad, él comprende que con ella no es necesario mentir, esconderse: la
buscó y le atrajo por esa peculiaridad. Va hacia el rostro de la mujer, y toca su
mejilla, y ella hace lo mismo: ambos lloran, porque se reconocen finalmente, sin
máscaras para cubrir lo que son. Finalmente, en un acto de revelación, el
protagonista termina por abrir las ventanas, dejar pasar la luz, y reconocerse
como son.

Referencias.

 Benedetti, Mario, “La noche de los feos”. Uruguay, 1920.


 Conocimientos fundamentales de literatura, consultada el día 29/10/2018.
Url:http://www.conocimientosfundamentales.unam.mx/vol1/literatura/m01
/t01/01t01s02.html.

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