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ÍNDICE

JUEGOS DE CRIANZA Y PARTIPACIÓN SOCIAL 2

- INTRODUCCIÓN

- EL JUEGO Y EL JUGAR

- JUEGOS DE CRIANZA

- EL LUGAR DE LOS ADULTOS

- INFANCIAS Y PARTICIPACIÓN SOCIAL

BIBLIOGRAFÍA 11

- MATERIAL UTILIZADO PARA LA ELABORACIÓN DEL


CUADERNILLO

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Juegos de crianza y
participación social
INTRODUCCIÓN

A
bordar temáticas complejas como las infancias, el juego, el jugar,
lo comunitario, implica posicionarnos desde una perspectiva ética
que nos comprometa a pensar-nos, y accionar crítica y
reflexivamente. Hablamos de “las infancias”, en plural, para dar cuenta -
desde el comienzo- de este posicionamiento al que nos referimos
anteriormente. No existe una modalidad unívoca de infancia que pueda
pensarse fuera de un contexto socio-histórico. Pluralizar el término nos
pone de cara a la complejidad de lo humano, de lo social.
Históricamente, las infancias no han recibido la misma atención, ni la
igualdad de derechos fue considerada siempre como un valor. La
conquista de derechos implica todo un cambio cultural, social y político
que nos convoca a desnaturalizar modos de pensar y hacer.

Lxs niñxs, bebés y adolescentes con quienes intervenimos están


inmersos en tramas sociales, históricas, económicas y políticas que los
atraviesan, construyendo y configurando sus prácticas de vida en sus
experiencias con otros. Estxs otrxs -principalmente sus padres, pero
también sus familiares, sus maestrxs, y todo aquel significativo para cada
niñx- son aquellos que transmiten la cultura por medio los intercambios
que se generan en esos vínculos.

Las prácticas de crianza, como las formas de mirar-se, de


contactar-se, de jugar-se, van marcando al cuerpo del sujeto-niñx dentro
de una comunidad. Es allí, en esas prácticas de crianza, en las que
queremos centrar nuestra atención, con el objetivo de comprender la
importancia de esta primera experiencia pre-lúdica del niñx, siempre en
relación con un adulto que introduce sentidos a las diferentes
manifestaciones corporales del bebé y les otorga categoría de juego.

Así como recientemente nos ocupábamos de comprender por qué


nos referíamos a “infancias” desde la pluralidad del término, hablar de
“cuerpo” y “crianza” nos interroga en la misma vía.

La dimensión de la afectación de la cultura en estas producciones


tiene un carácter universal que se manifiesta en cada comunidad de

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manera particular, configurando características específicas de
funcionamiento y, dentro de ellas, modalidades de vínculos que se
construyen en la propia trama familiar. propuesta de espacios de
formación, capacitación e investigación.

EL JUEGO Y EL JUG AR

“El juego es en principio un derecho del niño, una actividad


inquietante y placentera esencial que contribuye a su construcción
subjetiva”, afirma Myrtha Chokler. Agregaríamos -siguiendo las ideas
de Winnicott (1971)- que es el “jugar”, la praxis, la acción concreta sobre
el mundo, sus objetos, la que constituye identidad y, en los mismos
actos, construye las corporalidades. El mismo autor señala que “para
dominar lo que está afuera es preciso hacer cosas, no sólo pensar o
desear, y hacer cosas lleva tiempo. Jugar es hacer”. Lxs niñxs, en cada
momento de su vida, disponen de diferentes instrumentos que se
complejizan paulatinamente en el devenir del desarrollo y le permiten
construir modos particulares de accionar sobre el mundo. Entonces, en el
mismo acto de jugar, integran sus vivencias del mundo afectivamente, al
mismo tiempo que desarrollan sus posibilidades motrices, cognitivas y
sociales.

Consideramos al juego como eje transversal que necesariamente


debe estar presente acompañando al crecimiento y el desarrollo del niño.
El juego es un fenómeno en sí mismo, y el jugar construye corporalidad y
constituye subjetividad, en tanto condición que está dada por la relación
con los otros. El jugar es una actividad vital para el desarrollo de lxs

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niñxs, centrada en la necesidad de acción y el placer por el
descubrimiento, comprensión y dominio progresivo del mundo y de sí
mismo (Chokler, 2006). El juego, del modo constitutivo desde el cual lo
definimos, sólo es tal en la medida en que se desarrolla libremente, es
decir, de manera espontánea. Entendemos al juego espontáneo como un
“hacer voluntario”, en relación a la libertad para elegir si jugar o no,
atribuyéndole la impronta de un hacer auténtico cargado por su historia
personal de vida (Calmels, 2000).

Nos interesa, tomar esta perspectiva de desarrollo en relación al


jugar para entre-cruzarla con la perspectiva de derechos que, desde
Agora Ludus, nos resulta un motor fundamental de acción e intervención.

¿Qué pasa cuando un niñx no tiene garantizado su derecho a


jugar? Un niñx que no puede jugar, al que no se le permite ensayar,
repetir y sorprenderse con su accionar sobre el mundo, no puede
desarrollar las herramientas para operar sobre él desde el lugar de
autoría. Su pasaje por el mundo remitirá a secuencias, mandatos,
procedimientos, protocolos, anulando sus potencialidades para encontrar
alternativas, para disfrutar de su producción y la de los demás, para
encontrar motivos por los que interesarse más allá de satisfacer sus
necesidades vitales, aplanando o asfixiando su potencial creativo y
placentero en las actividades lúdicas. La autoría y la autorización que
otorga el juego, que hace posible el jugar del niño, trasciende la visión
que homologa el derecho de los niños únicamente a partir de su
ubicación, clasificación, control y adoctrinamiento en instituciones
(escuela, familia, hospitales).

JUEGOS DE CRIANZA

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Desde los primerísimos momentos de vida, lxs niñxs y lxs adultxs
comparten momentos de juego que se corresponden con el tiempo y
espacio en los que se desarrollan las prácticas de crianza, como la
alimentación, la higiene y el sueño. Estas prácticas no consisten en
simples actos de cuidado físico hacia el bebé, sino que se transforman
en verdaderos encuentros amorosos mediados por gestos, miradas,
contacto, actitudes, posturas, semblantes, interjuego de tensiones y
distensiones, etc. El psicomotricista Daniel Calmels (2010) desarrolla el
concepto de Juegos de Crianza, describiendo con ellos una serie de
actividades lúdicas o pre-lúdicas, esencialmente corporales, que se
desarrollan en el devenir de estos cuidados cotidianos y que constituyen
las primeras modalidades lúdicas en la que lxs niñxs son jugados por lxs
adultxs. Los juegos corporales representan temores muy primitivos, pero
en el acto de jugar (dentro de determinado encuadre), desarrollan
herramientas para elaborarlos, al mismo tiempo que constituyen
experiencias que dan sentido a sus acciones cotidianas en el encuentro
con los demás, revistiéndolo de un intenso placer que los lleva a
buscarlos y repetirlos de diversas maneras en una trama tejida por
gestos y acuerdos corporales. En estas acciones lúdicas, lxs niñxs van
aprendiendo modos de relacionarse con otrxs, y descubriendo afectos.

Si acaso no hubiese adulto que pueda sostener ese encuadre


segurizante en el que una experiencia angustiante se resignifica en una
experiencia placentera, lxs niñxs no podrían elaborar en soledad su ser-
en-el-mundo. Podemos citar brevemente los casos de hospitalismo
descritos por René Spitz (1945), observados en instituciones de salud
(los hospitales) donde, si bien se les proveía a los pequeños de cuidados
de higiene, salud y alimentación, muchos morían. Podemos también
observar una experiencia donde se visibiliza la importancia del adulto que
sostiene la posibilidad de jugar y devolverle al niño ese plus que le
permite encontrar herramientas para sentirse vivo.

A partir de este video y las conceptualizaciones anteriores, podemos


pensar la importancia del rol y las funciones de lxs adultxs, y desde este
lugar de adultxs comprometidos con las infancias, es importante
posicionarnos en que “cada niño, cada niña y el contexto donde habitan
son únicos, diversos y complejos. De lo anterior se desprende que habría
que descubrir y capitalizar las fortalezas con las que cuenta cada familia,
así como garantizar la emergencia de aquellas experiencias y
oportunidades que no van a surgir de manera espontánea y que son
necesarias para sostener los procesos que aseguren, dentro de lo
posible, un desarrollo infantil saludable.” (Cerutti, 2013) Es decir, que
entendiendo la importancia del juego y cómo esto influye en las
capacidades lúdicas de lxs niñxs, vamos a poder intervenir desde el rol y

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encuadre en el que estemos accionando (sea desde el campo de salud,
de educación, acción comunitaria o mismo desde la familia).

A propósito de estas afirmaciones, invitamos a disfrutar de la palabra


de Chiqui González en el siguiente video.

Como una de sus principales características, los juegos corporales


propician encuentros, contactos, miradas y escuchas a través del cuerpo
como primer elemento de comunicación, siendo la palabra un posterior
complemento o complejización de estos juegos. Pero en sus preludios,
los juegos que suceden en las prácticas de crianza, introducidos por lxs
adultxs, son principalmente producciones corporales por medio de gestos
que integran a lxs niñxs y lxs adultxs en un mismo momento de juego.
Según Daniel Calmels (2003), estas actividades de contenido lúdico que
se dan en los primeros años de vida, pueden ser conceptualizadas en
tres tipos: los juegos de sostén, los juegos de ocultamiento y,
posteriormente, los juegos de persecución.

 Sostén: Están relacionados a los intercambios corporales entre


lxs adultxs y lxs niñxs, donde en ese vínculo estimulante se
producen sensaciones ligadas al peso del cuerpo y la contención
del mismos ante el miedo a la caída, la pérdida de la referencia
táctil. Por medio de estos fenómenos lúdicos relacionales, lxs
niños experimentan los mecimientos, los giros, las caídas. Luego,
también, juegos como el caballito sobre las rodillas, la hamaca, el
sube y baja, entre otros.

 Ocultamiento: Son los juegos que introducen los primeros


objetos parciales, objetos que se constituyen como tal en la
medida que son jugados por lxs otrxs, que aparecen y
desaparecen, que lxs niñxs comienzan a establecer contactos,
miradas, sonidos por medio de la voz, y así poder incorporarlos y
luego jugarlos. El primer objeto que aparece y desaparece es el
rostro de la madre, y luego, desde allí muchos otros.
Encontramos el juego de la sabanita, los objetos con sonido,
luego la escondida y sus derivados.

 Persecución: tienen 3 elementos fundamentales que los


constituyen: el perseguidor, el perseguido y el refugio. El que
persigue, generalmente un adulto, tiene la función de buscar y/o
correr al perseguido, que intenta escaparse. Puede intentar
atraparlo o tocarlo, o posteriormente realizar juegos simbólicos
como el lobo o el monstruo. En estos juegos es importante que el
perseguidor pueda estar atento y empático al estado lúdico del

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perseguido, ya que depende el momento de desarrollo y proceso
subjetivo del niño si podrá tolerar ser atrapado, si se asustará del
lobo, o bien si querrá ser perseguido con más destreza, o se
animará finalmente a enfrentar al monstruo. El refugio constituye
un elemento fundamental en los juegos de persecución. Consiste
en un lugar de contención y resguardo, que puede ser una pared,
una casa, una tela, un escondite, o bien el cuerpo de otro adulto.
Este elemento no puede estar ausente, pues lo que se elabora
esencialmente en estos juegos es, precisamente, la seguridad y
confiabilidad que ofrece el refugio.

Estas tipificaciones son modelos de análisis para la observación o


posterior reflexión, que no constituyen de ningún modo el único tipo de
caracterización posible. Si pensamos estas acciones desde otros campos
de problemas, como la educación física, el psicoanálisis, etc., podríamos
establecer algunas lecturas similares con puntos en común y otras
contrarias. Por otro lado, es importante saber que estos tres juegos
corporales tienen su inicio en estos primeros tiempos de vida, pero luego
se re-actualizan o transforman en otros más complejos, pudiendo
combinarse elementos de todas las modalidades que estudiamos. Los
juegos reglados que se desarrollan en épocas posteriores, también
poseen -si se los analiza en detalle- elementos que corresponden a estos
juegos primarios. Si bien estos juegos podrían categorizarse como
juegos corporales desde un sentido posible de lectura, difícilmente
podríamos hablar de juegos de crianza al tratarse de sujetos más
grandes. Sin embargo, resulta claro que la complejidad simbólica propia
de estos juegos no sería posible sin la existencia de estas matrices
lúdicas constitutivas de los primeros intercambios lúdico-corporales.

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EL LUGAR DE LOS ADULTOS

Si bien este tema será central en el cuarto encuentro, nos resulta


importante establecer algunas preguntas respecto del campo de juego en
el que nos relacionamos lúdicamente con los niños.

En la introducción planteamos la importancia de jugar como


adultxs, ya que no podemos jugar como niñxs en tanto lo que se produce
en el jugar infantil contiene elementos constitutivos y elaborativos para su
desarrollo. Sin embargo, al jugar con lxs niñxs, es importante estar
atentos al rol que asumimos, así como al proceso y momento de
desarrollo que se encuentre transitando cada niñx.

En relación a lo brevemente desarrollado aquí, cabría elaborar


algunas preguntas que nos permitan seguir interrogándonos respecto a
nuestra posición:

 ¿Cómo incentivamos y/o nos posicionamos respecto del juego


de-con los niños?
 ¿Y si se trata del juego con adultos?
 ¿Cuándo se rompe el juego?
 ¿Nos limitamos a proponer actividades y juegos, o damos lugar a
que los niños desarrollen sus propias producciones?
 ¿Desde qué lugar y qué característica tiene la escucha de estas
producciones?
 (escuela, familia, hospitales).

INFANCIAS Y PARTICIP ACIÓN SOCIAL

Sumergirnos en la temática de participación social nos convoca a


preguntarnos, en primera instancia: ¿qué entendemos por
participación infantil?

Desde una posición contraria a las concepciones normalizadoras


respecto de la infancia como lugar de pasividad y solo preludio de la vida
adulta, “Lansdown señala que los niños suelen ser parte de actividades
como el juego, y por tanto, vista desde el enfoque de derechos, la
participación infantil trasciende dicha significación. Se la concibe como
un `proceso continuo de expresión e intervención activa por parte de los
niños en la toma de decisiones, a diferentes niveles, en los asuntos que
le conciernen (…) en la vida cotidiana´” (Cerutti; Canetti; Girona, 2015).

Como desarrollamos anteriormente, los juegos de crianza son los


primeros juegos corporales y, por lo tanto, son posibles gracias a otro
que sumerge al niño prematuramente en esa trama social, haciéndole

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sobre su cuerpo y sobre el mundo que lo rodea. Es allí donde se
configuran las primeras formas de relación lúdico-participativas. Por
medio de estos intercambios primarios se conforman hábitos, huellas,
marcas, formas de pensamiento ligados a contextos socio-culturales. Nos
referimos a una herencia cultural lúdica que se instala en las prácticas de
crianza y, desde nuestro enfoque, ligadas al jugar y los juegos de la
primera infancia.

Desde el nacimiento (o incluso antes) lxs niñxs son insertos en el


universo de la cultura y tienen en él un lugar, ligado a las
categorizaciones de infancias que portan las comunidades, los barrios,
las historias familiares, etc. Queremos decir con esto que cada
comunidad, inserta y atravesada por una forma cultural que le es propia,
tendrá una forma particular desde la que lxs niñxs van a ser leídos como
niñxs, miradxs, escuchadxs, y también jugadxs. En este sentido, también
será importante instalar una idea de justicia cultural, dada por el
reconocimiento a la multiplicidad de manifestaciones de las culturas, ya
que a menudo nos encontramos con numerosas pretensiones de instalar
prácticas, comportamientos y hábitos que se reconocen como válidos y
culturalmente aceptados en tanto y en cuanto estén a tono con las
culturas dominantes. En posteriores encuentros retomaremos esta
cuestión.

Gran parte de nuestra cultura actual aún posee una arraigada


“representación social del niño como un bien a tutelar y a controlar”
(Cerutti, 2015), objeto de aprendizajes transmitidos por lxs adultxs, que lo
ubica en un lugar pasivo y, por lo tanto, alejado de la perspectiva de
derechos que aquí sostenemos y promovemos. Entendemos la idea de
“promover” en términos de dar impulso, de fomentar, de facilitar, de
generar acciones o proyectos que favorezcan la “construcción de una
salud en la cultura, -principalmente a través del- fortalecimiento de
prácticas que contribuyan a una producción simbólica (...) ligada a
nuestros modos de habitar el suelo, a nuestra praxis y expresiones
culturales, y hacia una aceptación de la condición del pueblo como
sujeto.” (Wajnerman, 2013). De esta manera, damos valor y favorecemos
la posibilidad de lo instituyente, de la transformación social, desde el
juego y el jugar, motores del lazo social e impulso creativo junto a otrxs.

Para resumir, tomamos prestadas las palabras de Cerutti, Canetti;


Girona (2015), quienes afirman que “la participación no sólo es un
derecho que transversaliza a todos los derechos. A la vez que está
apoyada en capacidades presentes desde los inicios de la vida, favorece
y fortalece su progresivo desarrollo y complejización. La promoción de la
participación no es un fin en sí mismo sino un componente del proceso
de socialización consciente y propositiva (Linares, 2000) que propicia el

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desarrollo cognoscitivo, conductual y emocional así como la asunción de
actitudes e incorporación de valores que sustentan la inserción social”.

El horizonte de la participación es tomar partido. Tomar parte en


acciones y en decisiones colectivas. Por ello es siempre relacional. En
tanto es relacional es dinámica, porque conjuga la acción de distintos
sujetos, nosotros mismos, y los/nos hace moverse/nos en una realidad,
en un contexto.

Desde este lugar, comprendiendo la importancia de los juegos de


crianza para la participación social y el lugar que tenemos como adultos
que juegan, nos comprometemos a intervenir desde una ética colectiva
transformadora. A modo de cierre entonces, podemos, no solo jugar, sino
también jugarnos en el mismo acto: “Hay un estado creativo, un ser
lúdico, una búsqueda de cimentar la política desde allí, como acto
creador y colectivo. La subjetivación que produce el jugar, colabora
con esta construcción. Jugarse implica siempre esa búsqueda,
entre utópica y realista, que nos motoriza a hacer, a militar, a
luchar” (Algava, 2013).

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Este número incluye: tres tableros de emergencia en caso de


necesitar jugar partidas de TA-TE-TI de urgencia.

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BIBLIOGRAFÍA

- Algava, Mariano (2013) Jugar y Jugarse. Las técnicas y la


dimensión lúdica de la educación popular. Editorial puño y
letra. Rosario.
- Calmels, Daniel (2000) El juego corporal. Psicomotricidad,
prácticas y conceptos. Bottini, P. Compilador. Bs. As. Miño y
Dávila Editores.
- ______________ (2010) Juegos de crianza. El juego
corporal en los primeros años de vida. 3º edición. Buenos
Aires. Argentina. Editorial Biblos.
- Cerutti, Ana (2013) Tejiendo vínculos entre el niño y sus
cuidadores, desarrollo infantil y prácticas de crianza. Unicef.
Uruguay crece contigo. Montevideo.
- Cerutti, Ana; Canetti, Alicia; Girona, Alejandra (2015)
Infancia temprana, crianza y desarrollo en la sociedad
actual. Centro Interdisciplinario de Infancia y Pobreza.
Espacio Interdisciplinario- Udelar. Uruguay.
- Chokler, Myrtha (2006) Cómo se juega el niño cuando
juega. Paper inédito, disponible online.
- Ezcurra, Daniel; Garcia; Oscar (2013). CENOC. Centro
Nacional de Organizaciones de la Comunidad. Participación
ciudadana popular, cultura de la solidaridad y voluntariado.
UNSAM.
- Wajnerman, Carolina (2013) Arte popular y transformación
social comunitaria. Cuaderno en Bandada alimentando
vuelos. Bs. As.: Artes Escénicas.
- Winnicott, Donald (1971) Realidad y Juego. Barcelona,
Gesida.

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