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Sin título

Un joven y apuesto administrador de imageboards es llevado por caprichos del


destino a una remota ciudad ucraniana, donde pasa sus días aprendiendo el idioma
en amarga soledad, bebiendo vodka y envuelto en la decadencia de su entorno,
siempre gris y con los titanes de acero y ladrillo tapando el horizonte.
Una mañana mientras va a comprar la soga con la que poner fin a sus días, en un
oscuro callejón encuentra a una niña de apenas 9 años que temblando de frío le
pide algunas monedas. El corazón del jóven administrador de ibs se detiene por
unos instantes al comprobar que el rostro de esa niña ya lo había visto antes.

Se trataba de Laurensiya Babko, una famosa modelo infantil de una controvertida


agencia, que había abusado de su belleza hasta la saciedad y que ahora, debido a
las duras normas represivas que prohibían la imagen de cualquier menor en la
red, había sido abandonada a su suerte a pesar de ser huérfana.
El jóven administrador vió en los ojos de Laurensiya un motivo más para
aferrarse a la vida, y sin decir una sóla palabra, entendiéndose con una
profunda mirada, se fundieron en un abrazo y como una novia que es arrebatada de
sus padres, el joven administrador arrancó a Laurensiya de aquel oscuro callejón
y se la llevó a vivir con él.

Laurensiya y el laberinto de la inocencia, capítulo 1.


PARTE 1: ENCUENTRO

La férrea melodía de las vías de un viejo tren con destino a Krivoy Rog, apenas
distrajo al joven Gastón Maggio de su labor. A pesar de estar cansado por el
viaje, su ansia de seguir escapando de una sociedad que no comprendía le
mantenían despierto, pegado a la pantalla de una fría laptop, luchando hasta
morir por mantener viva una ilusión que muy pocos eran capaces de asimilar.
El tren se acercaba a su destino a medida que amanecía, Gastón agarró su
equipaje mientras contaba los segundos que le quedaban para salir. Nadie le
esperaba en la estación, sólo el humo de un cigarrillo abrazó su pecho en
aquella mañana plomiza. Todo a su alrededor estaba en sintonía perfecta con su
alma, tan solo tenía que comenzar a caminar para dejar atrás y para siempre todo
el veneno que le perseguía, todas esas absurdas leyes que ahora lo señalaban…
Era el momento de comenzar de nuevo, esta vez sin dejarse seducir por el
optimismo, con los pies en la tierra y el corazón un poco más abajo del
infierno.

Los días inertes se acumulaban en la espalda de Gastón, daba igual en qué lugar
del mundo se encontrase, el sinsentido volvía a localizarle y a asaltarle sin
piedad. La ciudad lo iba oprimiendo silenciosamente, ahogando su vista en una
interminable hilera de gigantes de hormigón, hiriendo sus retinas con la áspera
luz de un invierno que se avecinaba crudo y destructivo. La soledad que al
principio le pareció su aliada se reveló como su mayor enemiga, persiguiéndole
por cada rincón de su hogar, haciéndole perder cada una de las batallas que
intentaba librar contra ella.
Una noche, cuando creía estar a salvo refugiándose en el calor de una botella de
vodka mientras soñaba viendo algunas imágenes de sus paraísos artificiales, el
peso de la vida, como un mercenario enviado por la soledad, le puso el frío
acero de la razón en su nuca. Seguir adelante ya no tenía sentido ni guardaba
ningún misterio, seguir adelante era seguir alimentando su tormento. Debía
acabar con ese enemigo que era en realidad él mismo.
Desesperado, no dudó un instante en salir a la calle y regresar por donde vino,
su meta era llegar a las vías que marcaron su camino, quería volver a
encontrarse con el viejo tren que lo arrojó a aquel desierto de hierro y
ladrillos, en esta ocasión frente a frente y a la suficiente velocidad como para
fundirse en su acero sin que le diese tiempo a notar nada.
En la calle, el frío cortante apuñalaba mil veces el cuerpo de Gastón que ya ni
sentía, el viento corría de un lado para otro azotando y dando alaridos como un
jinete enloquecido en una guerra invisible, todo parecía una coreografía
perfecta del destino, era la mejor noche para morir.
En el último tramo de calles fotocopiadas que enfilaban la estación, Gastón
Maggio se detuvo por unos instantes, las piernas le fallaron y cayendo de
rodillas lanzó un grito maldiciendo la ciudad. El silencio que precedía al eco
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se vio alterado y Gastón sintió que alguien aguardaba a sus espaldas.
La delicada voz de una joven niña cantaba una canción en ruso que hablaba sobre
su triste situación en la vida:
Eres muy tierna y eres muy frágil, reina de la nieve.
Te has soltado el pelo sobre tus hombros rosados.
Te has soltado el pelo pero nadie oye tu voz.
Tan solo necesito unas monedas para seguir cantando mañana
Y encontrar a alguien que quiera escuchar mi voz

Gastón aguardó disfrutando de esa extraña sensación de paz en medio de la


tormenta que la voz de la niña le transmitía. No fue hasta que terminó de cantar
cuando Gastón se volteó incorporándose y se dirigió a ella dispuesto a darle
todo el dinero que llevaba, porque para él iba a ser inútil. Al inclinarse para
darle el dinero, la luz de una farola iluminó el rostro de la niña, desvelando a
Gastón un rostro que ya conocía, unos ojos que había estudiado durante años. Era
el rostro y los ojos de una de las protagonistas de sus paraísos artificiales,
Laurensiya Babko una joven modelo infantil que había posado para una
controvertida agencia de modelaje que operaba al margen de la legalidad. El
desconcierto disimulado se apoderó del joven suicida que no sabía si era presa
del delirium tremens o si el destino quería seguir riéndose de él hasta el
último momento.
Antes de tomar el dinero de su fría mano, Laurensiya contempló con detenimientos
los ojos vidriosos de Gastón, y como si pudiera leer en ellos su sufrimiento,
comprendió que lo único que ella podía hacer era rodear su cuello con sus
delicados brazos y abrazarlo recostando su cabeza en su hombro. Ese abrazo
prendió el corazón de Gastón y le dio un poco de calor y vida. La lluvia se
suavizó, y Gastón exhausto de sentimientos le preguntó qué hacía ahí,
Laurensiya le dijo que era huérfana y que se dedicaba a pedir, ningún orfanato
la quería. Gastón le dijo “Ven conmigo, te daré de comer y tendrás una casa“ Y
los dos regresaron caminando bajo la lluvia a la casa de Gastón.

PARTE 2:CONVERSACIONES
“Ocurrió un milagro y ahora duerme sobre mi cama” se repetía Gastón una y otra
vez en lo que quedaba de aquella noche, mientras miraba a su obsesión dormir
tranquila. No hay nada más que pudiera suceder aquella noche, así lo sintió y
pudo dormir tranquilo. El día siguiente era un mundo nuevo que tenía que
aprender a construir de nuevo.
Los días pasaban y Gastón seguía ocultando que la conocía, era ella la que tanto
había admirado, su pelo, sus ojos que le miraban mientras tanto se iban
conociendo. Le llamó la atención lo servicial que desde un primer momento se
comportaba alguien que había tenido una vida tan trágica supo ganarse el cariño
de gastón

PARTE 1: ENCUENTRO
PARTE 2:CONVERSACIONES
“Si no tienes nada que perder lo único que te queda es ganar”
Personalidad madura
PARTE 3: DESPERTAR AL ELIXIR
PARTE 4:
PARTE 5: DESENLACE

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