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Unidad 2 / Escenario 4

Lectura Fundamental

Ciencias sociales, interpretación,


hermenéutica y los tres mundos de
Popper

Contenido

1 Ciencias naturales y ciencias sociales

2 La fundamentación de las ciencias sociales en la experiencia humana

3 Los tres mundos de Popper: la complejidad del conocimiento humano

Palabras clave: Ciencias sociales, ciencias naturales, giro epistemológico, Popper.


1. Ciencias naturales y ciencias sociales

A mediados del siglo XIX, el positivismo ocupaba un lugar de privilegio a la hora de hablar de
ciencia. La medición, la objetividad, lo contrastable y la experimentación se convirtieron en la
idea dominante de lo que es el fin de la ciencia. De esta forma, todo aquello que no pudiera
satisfacer estas características de la ciencia dejó de ser considerado ciencia; de alguna forma,
podemos afirmar que la ciencia se volvió ciencia natural o exacta. El pensamiento científico
debía alejarse de cualquier especulación y sólo estudiar aquello que realmente puede ser
medido, es decir, los fenómenos naturales. Estas posturas, concluyeron en la formalización de
ciencias como la física, las matemáticas, la química y la biología experimental, entre otras.

Sin embargo, ¿qué tendríamos para decir, en términos científicos, de la literatura, la historia, la
cultura, los valores, los sentimientos y otros fenómenos que no son medibles objetivamente?
Por ejemplo, la historia se fundamenta en acontecimientos históricos y las narraciones y
renarraciones que se hacen alrededor de estos fenómenos ¿cómo podría ser esto objetivo y
medible? ¿acaso puede la historia o la cultura ser estudiada bajo los mismos parámetros de
la física o la química? Los pensadores o científicos del siglo XIX se enfrentaron a la siguiente
disyuntiva: por un lado, o negaban la posibilidad de que fenómenos como la cultura y la historia
fueran considerados conocimiento científico o les daban el carácter de ciencia, negando
su ser subjetivo y aplicaban los mismos métodos de las ciencias naturales o exactas. Este
debate se reconoce como la discusión entre las ciencias naturales y las ciencias del espíritu,
posteriormente reconocidas como ciencias sociales o humanas.

Efectivamente las ciencias naturales, se caracterizaban porque su objeto de estudio,


aparentemente, puede ser considerado objetivo, mientras que las ciencias sociales, tenían
la problemática de que su objeto de estudio contiene la subjetividad de quien investiga o del
observador. Por ejemplo, el psicólogo clínico en su consultorio, trata con fenómenos propios
de su misma naturaleza, tanto consultante como terapeuta comparten la subjetividad de lo
que significa ser humano. Teniendo en mente lo anterior, los hombres de ciencia del siglo XIX,
debían construir un marco epistemológico que permitiera la construcción de conocimiento
científico alrededor de los distintos fenómenos humanos y este marco, debía tener cuidado de
no privar a estos fenómenos de su carácter singular y subjetivo.

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Estanislao Zuleta, en su ensayo acerca de la naturaleza de las ciencias sociales (1999), señala
que estas ciencias se caracterizan porque involucran al sujeto que pretende conocerlas o
acercarse a ellas. De esta forma, la diferenciación que se plantea entre las ciencias naturales y
las ciencias sociales tiene que ver con la distancia que existe entre el observador y el fenómeno
que se observa. A simple vista, es más fácil establecer esta distancia en las ciencias naturales,
por ejemplo, entre el astrónomo y las estrellas, que, en las ciencias sociales, por ejemplo, entre
el antropólogo y la comunidad objeto de estudio. En conclusión, teóricamente, las ciencias
sociales, no pueden pretender tener el carácter objetivo y universal de las ciencias naturales y,
en consecuencia, los métodos utilizados para acercase a su estudio, son distintos.

2. La fundamentación de las ciencias sociales en la naturaleza


humana

Hacia finales del siglo XIX, Wilhelm Dilthey, filósofo, historiador, sociólogo y psicólogo alemán,
planteó una serie de presupuestos epistemológicos para las ciencias del espíritu, con los cuales
buscaba evidenciar que sí es posible un conocimiento científico de los fenómenos humanos. El
primer paso que da el alemán, es fundamentar las ciencias del espíritu en la historia, ya que esta
última no existiría sin el ser humano. Si hablamos de una historia de la naturaleza es porque el
ser humano ha dotado a los fenómenos naturales de una historicidad, no porque la naturaleza
tenga una historia por sí misma. Sin embargo, el autor señala que esta mirada histórica, no
implica un regreso a la metafísica, separándose del idealismo, pues considera, al igual que Kant,
que el conocimiento humano no se puede basar en ideas metafísicas o ideas del más allá.

Podemos afirmar, que lo que buscó Dilthey fue evaluar las posibilidades de la historia, como
fenómeno humano, en el marco del pensamiento científico, una indagación por los fundamentos
científicos del conocimiento de la historia, una crítica a la razón histórica, es el proyecto que
emprende el alemán durante su vida. Según el filósofo, el mundo no se puede reducir a una serie
de fenómenos naturales dispuestos para el conocimiento humano. Además de los fenómenos
naturales, el mundo está lleno de productos que existen como consecuencia de una creación
humana y siguiendo la historia de estos productos podemos rastrear el paso del ser humano por
el mundo.

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En conclusión, los fenómenos humanos son, a diferencia de los fenómenos naturales,
esencialmente históricos. Según el autor:

(…) yo vivo mis propios estados, yo me hallo entretejido en las interacciones de la sociedad
como un cruce de sus diversos sistemas. Estos sistemas han surgido de la misma naturaleza
humana que yo vivo en mí y que comprendo en otros. El lenguaje, en el cual pienso, ha surgido
en el tiempo, mis conceptos han crecido dentro de él. Por lo tanto, soy un ser histórico hasta
unas profundidades inasequibles de mí mismo. Así tenemos el primer elemento importante
para la solución del problema del conocimiento de la historia: la primera condición para la
posibilidad de la ciencia histórica reside en el hecho de que yo mismo soy un ser histórico, y
que el mismo que investiga la historia es el mismo que la hace (Dilthey, 1944, pp. 304 – 305).

El reconocimiento de esta realidad histórica humana, es lo que permite la apertura de las


ciencias del espíritu. Existen fenómenos naturales, que son medibles y cuantificables, pero el
mundo no se compone simplemente de estos. El mundo está constituido también de todas
aquellas cosas que como humanos hemos creado, a lo largo del mundo. Nuestros valores,
creencias y prejuicios, son consecuencia de una creación humana y organizan, junto a los
fenómenos naturales, el mundo que habitamos.

Por último, Dilthey, critica la postura intelectualista del ser humano, asumida por algunos de
sus predecesores como Kant, Locke y Descartes, los cuales, consideran al humano como un
ser inminentemente racional y, de esta manera, el filósofo alemán no habla de una razón pura,
sino más bien de una razón histórica. La razón y los conocimientos científicos que tenemos
como humanos, son consecuencia de un proceso histórico, la razón no puede ser separada de
este proceso, de esta conciencia alrededor de la propia vida humana. Según Dilthey, contrario
al pensamiento kantiano, no podemos reducir el proceso de la vida a un fenómeno de la
experiencia que vivimos gracias a unas condiciones de tiempo y espacio. El fenómeno de la
vida humana, es mucho más complejo que los fenómenos naturales, los cuales podemos dotar
exclusivamente de características a priori espaciales y temporales. Solo reconociendo esta
complejidad y los procesos históricos que nos hacen lo que somos, podemos ampliar la noción
de experiencia humana, fundamento de una epistemología de las ciencias del espíritu o ciencias
sociales.

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3. Los tres mundos de Popper: la complejidad del conoci-
miento humano
Podemos decir que el conocimiento es un discurso válido acerca de la realidad y concluir que
existe una relación directa entre conocimiento y realidad o entre epistemología y metafísica. Si
decimos que la realidad es exclusivamente material, como lo propone la ciencia, el método que
adoptemos para conocer esta realidad, debe ajustarse a esta realidad material. Sin embargo,
no siempre los discursos del conocimiento se corresponden a una realidad material, lo cual ha
generado diversas tensiones en el marco de las ciencias. Un ejemplo clásico de este fenómeno
es el psicoanálisis. La teoría desarrollada por Freud en la época victoriana, ha sido señalada
como una paraciencia, al fundar sus conocimientos, no en objetos materiales y objetivos, sino
en el inconsciente, el mundo de lo inobservable, lo no medible y no tangible.

A partir del siglo XIV, podemos señalar que el discurso de las ciencias naturales ha ocupado
un lugar hegemónico sobre las ciencias en general, es decir, que sólo se acepta como ciencia
aquello que responde a los principios y formas de aproximación a la realidad de las ciencias
naturales, es decir lo observable, lo tangible, el mundo material. Diversas disciplinar, no
pertenecientes a las ciencias naturales, como la psicología, la antropología o la sociología,
en su intento, por ser reconocidas como ciencias, han adoptado estrategias o métodos de
investigación que permitan objetivar y generalizar sus objetos de estudio. De esta forma, vemos
un auge de los métodos cuantitativos a partir de modelos matemáticos en estas ciencias, que
permitan su reconocimiento como ciencias. En otras palabras, muchas ciencias del espíritu
o ciencias sociales han adoptado métodos propios de las ciencias naturales, buscando un
status científico, un reconocimiento de objetividad y causalidad. Sin embargo, ¿no se afectarán
los objetos de estudio de las ciencias sociales y humanas si para su análisis nos valemos de
métodos propios de las ciencias naturales?

En este contexto, es que debemos comprender la teoría de los tres mundos de la investigación
científica, desarrollada por Karl Popper, filósofo austro – británico, nacido a principios del siglo
XX. Lo que busca el filósofo es, definir la complejidad de la realidad, separándola, aunque solo
teóricamente, en tres mundos distintos y definiendo las características de cada uno de estos.
La interrelación o interconexión de estos tres mundos es lo que es la realidad, sin embargo,
debemos entender cada uno de estos mundos por separado para poder comprender lo que
la realidad significa. Según Popper, el primer mundo es el de las entidades físicas; el segundo
corresponde al mundo de los estados mentales y; el tercero, hace referencia al mundo de los
contenidos de la mente o de los productos de la mente; ampliemos esto en más detalle.

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El primer mundo o el mundo de la naturaleza, es el mundo que se compone de todos los
fenómenos naturales, un mundo completamente objetivado. En este mundo, el sujeto que
estudia, puede establecer una distancia clara entre él y su objeto de estudio, pues este mundo
existe independientemente del humano que lo desea conocer. Es el mundo que estudian las
ciencias naturales o ciencias duras, como la biología, la física, la astronomía, la anatomía, entre
otras ciencias. En este primer mundo, se sostiene el paradigma científico fundado en el análisis
y la experimentación y un conocimiento se considera verdadero en la medida que guarde una
coherencia entre los predicados que se enuncian de este y la identidad de dichos predicados en
los fenómenos naturales que se observan. Por ejemplo, en el enunciado todas las gallinas son
bípedas, en primer lugar, nos referimos a un objeto de la naturaleza que existe de forma objetiva
(la gallina) y, en segundo lugar, nuestra afirmación es susceptible de ser verdadera o falsa en la
medida que se ajuste o no a una realidad objetivamente observable. Nuestro ejemplo es cierto,
en la medida que se corresponde con una realidad observable y objetiva.

Ahora bien, la realidad no simplemente se compone de entidades materiales y objetivamente


observables. En este punto, encontramos el segundo mundo propuesto por Popper, o el mundo de
la intencionalidad humana o mundo social, el cual se orienta a partir de normas y valores creados
en la socialización o intersubjetividad. Hablamos de un mundo creado por los significados que
se les da a algunos objetos naturales. Por ejemplo, podemos decir que una vaca existe de forma
objetiva, como un objeto observable, sin embargo, su significado cambia en distintas partes
del mundo. Basta con mirar, el significado que tiene una vaca en una cultura como Colombia y
el significado que tiene en la India. En este segundo mundo, no existe la verdad con el mismo
grado de objetividad que existe en el primer mundo. En este segundo mundo, no puede existir una
pretensión de validez universal, como existe en el primer mundo o mundo de la naturaleza.

De esta forma, cuando nos preguntamos ¿qué existe?, reconocemos la existencia de fenómenos
u objetos naturales, pero nuestra comprensión de lo que existe va más allá de esto. También
debemos reconocer la existencia de creación o significaciones sociales, que son estudiadas
en la medida que afectan la realidad en la que vivimos. Aparte de los fenómenos naturales,
medibles y constatables, la realidad se compone de valores, creencias, significados, etc. Una
realidad específica, está compuesta por los significados que existen de las cosas y de los
fenómenos, en un contexto determinado. En este punto, es importante señalar que, si las
ciencias pretenden conocer lo que es la realidad, deben reconocer que ésta va mucho más allá
de lo natural, pues también implica el conjunto de creaciones de distintas sociedades en aras de
conservarse y existir como sociedad, nos referimos al conjunto de leyes, instituciones, valores,
costumbres, creencias, sentidos, culturas y significados, creados socialmente.

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En este segundo mundo, planteado por Popper, encontramos a las ciencias sociales y al
ubicarlas en este mundo, no podemos pretender darles el mismo grado de objetividad que
le damos a las ciencias del primer mundo. En el mundo de los estados mentales, no existe
una verdad absoluta, a lo único que aspiramos es a una comprensión, una hermenéutica, una
interpretación del mundo en el que vivimos.

Antes de analizar el tercer mundo o mundo de los contenidos de la mente, miremos las formas
como se produce el conocimiento en el primer y segundo mundo. Para el caso del mundo de
las entidades físicas, el proceso del conocer se da mediante la aprehensión. Al ser este mundo
completamente objetivo, el conocimiento que obtenemos de éste es completo, nada se nos
escapa o nada es desconocido en relación al conocimiento de un fenómeno del mundo natural.
Mediante sus métodos investigativos, el investigador puede medir, apropiar y abarcar el objeto
de estudio, aspirando a la objetividad en sus descripciones. Por otro lado, en relación al segundo
mundo o mundo de las intencionalidades, la diversidad es la norma en las descripciones producto
de la investigación. Un ejemplo, es la multiplicidad de interpretaciones existentes frente al rol de
las mujeres en algunas sociedades occidentales y su lugar en culturas del medio oriente. Aunque
se trata de una entidad que puede ser objetivada desde la biología como mujer, su rol y significado
difiere a partir del conjunto de creencias y valores contextuales de cada cultura. La interpretación
o hermenéutica, es la estrategia utilizada para acercarse al conocimiento relativo a los fenómenos
del segundo mundo; lo que hacemos es un esfuerzo para comprender los distintos significados en
su contexto, tratando de salirnos de los marcos de comprensión que hemos heredado, propios del
mundo en el que se ha desenvuelto el investigador.

Por último, encontramos el tercer mundo o mundo de la subjetividad humana. Somos seres
que habitamos el mundo natural y el mundo social, pero no habitamos estos mundos de
forma pasiva. Por el contrario, participamos activamente de este mundo, dando lugar al
mundo de la subjetividad. Somos seres activos que producimos ideas, sentimientos, valores
y significaciones. Ahora bien, al primer mundo accedemos mediante la aprehensión y al
segundo mediante la interpretación o hermenéutica, el tercer mundo es completamente
subjetivo, absolutamente privado. El proceso que realizamos lo podemos definir como
una metainterpretación o una metahermenéutica. Nos referimos a que se hace necesario
comprender o interpretar cómo es que comprendemos o interpretamos el mundo natural y
social en el que habitamos. Lo que hacemos constantemente es construir y deconstruir la
realidad, tomamos una posición sobre un hecho del mundo, cuando producimos algún tipo
de conocimiento. En este mundo se sitúa el gusto, la estética, la libertad individual, el arte,
la filosofía y la expresión subjetiva. Si una de las características de la ciencia es su carácter
objetivo y universal y el tercer mundo es completamente subjetivo, lo que sucede en este y el
tipo de conocimiento que se crea, no goza de carácter científico.

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Para terminar, hablemos un poco de las
ciencias sociales. Ya sabemos que éstas no se CÓMO MEJORAR...
ubican, ni ocupan un lugar en el primer mundo Las teorías de Popper han sido profundamente
criticadas. Una de las críticas más relevantes
o mundo de los fenómenos naturales, por lo reside en que Popper afirmaba que las
cual deducimos que estas ciencias no están verdades de la ciencia siempre son provisorias.
Para algunos científicos esto es totalmente
obligadas a desarrollar un grado de objetividad equivocado ya que la ciencia puede alcanzar
como el de las ciencias naturales. Sin verdades absolutas e irrefutables, como por
ejemplo, la teoría de la física de Newton.
embargo, en su pretensión de asumir un
carácter cien por ciento científico, muchas de
ellas han utilizado métodos propios de las
ciencias naturales, en sus investigaciones. Por esto es común, ver disciplinas como la ciencia
política, la psicología o la antropología, que adoptan métodos propios de las ciencias naturales,
en aras de una objetividad que no les pertenece y es totalmente cuestionable. La realidad, como
aquello de lo que se ocupa el conocimiento, pertenece a un complejo tejido entre estos tres
mundos señalados por Popper. No ubicamos la realidad en alguno de los tres mundos,
separándola o escindiéndola de sus otras comprensiones. A pesar que podemos distinguir o
caracterizar, teóricamente estos tres mundos como entidades independientes, en la experiencia
real, lo que existe es una compleja red, en la que estos tres mundos se integran y correlacionan,
dando lugar a lo que conocemos como realidad.

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Referencias
Dilthey, W. (1944). El mundo histórico.

Popper, K. (1984). El universo abierto: un argumento a favor del determinismo (Vol. III del Post Scriptum
a La Lógica de la investigación científica). Madrid: Tecnos.

Zuleta, E. (1999). Acerca de la naturaleza de las ciencias sociales. Ediciones Contravía


INFORMACIÓN TÉCNICA

Módulo: Introducción a la epistemología de las ciencias


sociales

Unidad 2: Escepticismo y carácter de las ciencias sociales

Escenario 4: Ciencias sociales, interpretación,


hermenéutica y los tres mundos de Popper

Autor: Juan Camilo Paillié Plazas

Asesor Pedagógico: Heidy Moncada

Diseñador Gráfico: Santiago Rodriguez

Asistente: Ginna Quiroga

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