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CONCEPTO BÁSICOS

DESARROLLO HISTORICO

En un principio el hombre fue recolector de frutas y raíces, y su principal preocupación


era la supervivencia. Milenios más tarde, pasó a ser cazador, y luego agricultor, lo que
le permitió mejorar su nivel de vida y también acumular bienes para ser consumidos en
el futuro. En esta etapa el hombre se esforzó aplicando su inteligencia e inventiva para
mejorar su calidad de vida.

Un primer paso que el hombre dio fue el intercambio de productos o trueque, es decir,
cambiar lo que un individuo tenía y no necesitaba, por lo que otro tenía y tampoco
necesitaba, pero el primero sí. Significó una mejora respecto al estado anterior, aun así.
De esta manera el patrón oro, que al interior de cada país ya había muerto, terminó de
fenecer luego de una lenta agonía, dando paso al sistema de tipos de cambio flotantes
vigentes en la fecha. también presentó inconvenientes, ya que para que se llevara a cabo
el intercambio, debían coincidir los productos y necesidades de un individuo con los de
otro.

El siguiente paso fue la invención del dinero, el cual ha pasado por una serie de etapas
que han mejorado su eficiencia. Para cumplir con su función, el medio de pago debe
poseer, al menos, tres características: gozar de una generalizada aceptación, mantener su
valor en el tiempo y servir como unidad de cuenta. Fue así que aparecieron las
mercancías–dinero, tales como el ganado, las semillas o la sal1. El empleo de esta
mejora técnica generó la agilización del comercio, motor de la actividad productiva.

Motivada por el desarrollo surgió la intermediación financiera. En una economía


autárquica, la única manera de ahorrar es dejar de consumir lo que se produce. Hasta
que este ahorro es utilizado, se tienen recursos ociosos que no están contribuyendo a la
producción. La intermediación se llevó a cabo mediante préstamos en bienes–
mercancía, que eran transferidos a otras personas para que los empleara. De esta manera
se tenía mayor cantidad de recursos aplicados a la producción y se incrementaba la
riqueza de la sociedad; este es uno de los principales beneficios de la intermediación
hasta la actualidad. Ejemplos de aquellos préstamos eran semillas o ganado que debían
ser devueltos en la misma cantidad, con un adicional que provenía de la cosecha o la
cría de animales. Tal vez estas fueron las primeras formas de interés, el cual debía
provenir de un incremento de la producción, sino sería solamente una ilusión monetaria.

Posteriormente aparecieron las monedas metálicas, que solucionaron de forma parcial el


problema de medición y perecibilidad que existía en el sistema anterior. Eran de
diversas formas y, como ahora, su peso y ley estaban garantizados por una autoridad.
Pero, como sucedió antes, se presentaron ciertos problemas para determinar los tipos de
cambio entre monedas de diferentes reinos. Por ello, se tendió a buscar una
simplificación y, luego de algunos siglos, se pasó al sistema bimetálico, en el cual se
usó el oro y la plata, los cuales cumplían con los tres requisitos mencionados para ser
medios de pago. Contaban con la aceptación generalizada por su utilidad y belleza y,
por ser metales escasos, pueden mantener su valor con el paso del tiempo. Además, su
peso y ley están garantizados, por lo que servían perfectamente como unidad de cuenta.
La enorme demanda de estos metales, que se produjo a partir de la creación del nuevo
sistema, se pudo ver satisfecha durante un largo período de tiempo gracias a los grandes
yacimientos mineros que se encontraron en Sudamérica en los siglos XVI y XVII
(durante el virreinato español), como es el caso de la montaña de Potosí, en Bolivia, que
fue descubierta en una expedición española en el año 1545. Los registros en el puerto de
Sevilla, en España, informan que entre los años 1500 y 1650 las importaciones de oro
sumaron 181 toneladas, mientras que las de plata llegaron casi a 17.000. Los metales
eran exportados en lingotes, los cuales luego se convertían en monedas. Sin embargo,
luego de varios siglos, la plata desapareció como moneda debido a que su producción se
incrementó, por lo que se desarrolló el sistema monetario denominado patrón oro, que
tenía bastantes ventajas para las relaciones económicas nacionales e internacionales. Su
uso no permitía la inflación, ya que el incremento de su volumen no dependía de cada
Estado, sino de la producción del mismo, que a la vez depende de su disponibilidad en
la naturaleza, que no es mucha.2

En los bancos que prestaban el servicio de custodiar el oro de sus clientes empezaron a
circular billetes (al inicio los recibos de custodia) y a cumplir un rol monetario. Estas
instituciones se percataron que no todos retiraban su oro al mismo tiempo, y podían
emitir más billetes que el oro depositado en sus bóvedas. Así incrementarían sus
negocios de préstamo o compra de activos reales con tan sólo imprimir moneda. Al
notar la posibilidad de obtener estos beneficios, los Estados se reservaron el derecho de
emitir billetes y moneda fraccionaria con respaldo de oro. Al principio, estos billetes y
el oro amonedado circularon en forma conjunta, pero por motivos de la guerra y otras
circunstancias que les generaron gastos importantes, los gobiernos retiraron todo el oro
de circulación para que cumpliera el rol de reserva internacional. Por esta razón se
limitó la convertibilidad de sus monedas en oro, primero sólo para los no residentes de
cada país y luego sólo a los bancos centrales.

El dólar norteamericano obtuvo su primacía en el comercio internacional debido a que


los Estados Unidos siempre tuvo una alta participación en éste y a que su gobierno
garantizaba la convertibilidad de su moneda en oro. Como consecuencia, los países
empezaron a mantener sus reservas en oro y dólares, la moneda norteamericana se
convirtió en la que proporcionaba liquidez internacional. Esto también significó una
mejora debido a que los dólares pueden ser colocados por los Bancos Centrales y
obtener un rendimiento, representado por los intereses obtenidos. Sin embargo, debido a
los grandes déficit comerciales de los Estados Unidos, la cantidad de dólares en el
exterior empezó a exceder lo que el comercio exterior requería. Por ello empezaron a
ser “cobrados” a la Reserva Federal para convertirlos en oro, lo que produjo una sangría
en sus reservas de ese metal que, conjuntamente con la crisis del petróleo de 1973,
hicieron que el gobierno estadounidense suspendiera la convertibilidad del dólar en oro
y dejara flotar el precio internacional de su moneda. De esta manera el patrón oro, que
al interior de cada país ya había muerto, terminó de fenecer luego de una lenta agonía,
dando paso al sistema de tipos de cambio flotantes vigentes en la fecha.

Cómo nacieron los bancos

La actividad bancaria data de la aparición de las mercancías-dinero. Los primeros


banqueros fueron los sacerdotes quienes, aprovechando la creencia de sus fieles y la
protección que los dioses les daban, empezaron a recibir bienes, sea como ofrenda para
sus dioses o como depósitos en custodia, y efectuaban préstamos en especie. Dada la
lucratividad de estas operaciones, también los laicos empezaron a dedicarse a ellas. En
un ejemplo palpable del volumen del movimiento al que se llegó; el rey Hammurabi de
Babilonia (siglos XVIII y XVII a.C.) reglamentó esta actividad, emitiendo lo que podría
llamarse la primera Ley de Bancos

Al entrar en la era de las monedas metálicas, hicieron su aparición los cambistas,


quienes eran personas dedicadas a intercambiar monedas de diferentes reinos. Esto
permitió que se realizara con mayor fluidez el comercio entre diversas comarcas

En el siglo IX a.C. se produjo en Grecia un importante desarrollo de actividades


bancarias en las cuales participaron templos, entidades oficiales y firmas privadas que
aceptaban depósitos, otorgaban préstamos, cambiaban monedas y concertaban, con las
ciudades–estado helénicas, operaciones de crédito y de transferencia de fondos sin
desplazamiento físico del dinero3. De Grecia los banqueros se extendieron a Roma
donde conjuntamente con la expansión de este imperio, lograron su máximo desarrollo
en la era antigua

Con las invasiones bárbaras y la caída del Imperio Romano de Occidente, se produjo
una reducción en la actividad económica con la consiguiente desaparición de los
banqueros. Sin embargo, las operaciones financieras continuaron y fueron asumidas por
los monjes, en el campo; y los sirios y judíos, en las ciudades. Los primeros efectuaban
sus negocios con los terratenientes; los segundos intervenían en el comercio con
Bizancio; y los últimos se dedicaban a los negocios de cambios y préstamos con altas
tasas de interés. Con el paso del tiempo y la recuperación de las economías de Europa,
hicieron su aparición otros grupos que incursionaron en las operaciones bancarias, las
que recuperaron el esplendor perdido durante el siglo X. En un primer momento, se
trató de los lombardos, comerciantes oriundos de Lombardía, quienes se asociaron en
corporaciones y se convirtieron en banqueros para apoyar sus actividades comerciales.
Dos siglos después los templarios, al contar con amplios recursos económicos y una
organización territorial muy amplia, pudieron financiar algunas cruzadas, lo que les
permitió desarrollar la técnica crediticia y practicar operaciones de cambios, giros y
transferencias de fondos.

En un inicio, los préstamos se otorgaban con capital propio, ya que los depósitos
efectuados por terceros eran de carácter regular; es decir, sólo en custodia, y pagaban
por la seguridad brindada a sus bienes. Con el tiempo, los banqueros pudieron apreciar
que no todos los depositantes retiraban sus fondos al mismo tiempo, por lo que
empezaron a prestarlos cobrando un interés. Estas operaciones que en un inicio se
hicieron sin el conocimiento de los depositantes, luego se llevaron a cabo con su
anuencia, pues reclamaron un pago a cambio del lucro obtenido con el préstamo de su
dinero.

Por esta época tuvieron su origen muchos instrumentos financieros, entre ellos la letra
de cambio. Inicialmente esta tenía la función de transferir fondos, pero luego derivó su
función de medio de pago en el giro y el cheque, y mantuvo su papel como instrumento
crediticio, como sucede hasta nuestros días.

Aquellos primeros banqueros, que inicialmente no otorgaban recibos por los depósitos,
lo empezaron a hacer a partir de los siglos XIII y XIV. Los recibos no eran negociables
al comienzo, pero, al darse cuenta de las ventajas que tendría su negociabilidad, como,
por ejemplo, la de evitar el traslado físico de los medios de pago, procedieron a
otorgársela. Así aparecieron los bancos de emisión, en manos particulares primero, y
luego como prerrogativa de los gobiernos. En los particulares quedó la función de
recibir depósitos del público.

Con esta separación se terminó de configurar el sistema de intermediación financiera


que prevalece en los países de economía capitalista.

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