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ARMONÍA SOMERS, La mujer desnuda. Montevideo: Editorial Arca, 1990.

La mujer desnuda pertenece al conjunto de primeros escritos de Armonía


Somers. Fue su primera obra conocida, aunque no lo primero que escribió (lo fue
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en cambio, el cuento "El derrumbamiento", junto con otros que guardan


estrecha relación con su primera novela). En el ambiente cultural montevideano
del año 1950, la audacia y la libertad de esta obra insólita suscitaron las más
variadas polémicas y suposiciones acerca de la identidad secreta del autor.
Detrás de aquel pseudónimo se escondía el deseo de "cambiar de identidad",
como bien lo dice la propia escritora, 1 conservando significativamente el nombre
que le pusiera su padre, de resonancia libertaria.
La novela se publicó por primera vez en el número 2-3 de la revista Clima,
accediendo a ella una pequeña élite intelectual. Sus descubridores, el poeta
CarlosBrandyyJoséCarlosÁlvarezpromovieronunasegundaediciónautónoma
como separata de la revista. Ésta:

fue luego comprada en casi todos sus ejemplares por la BibliotecaN acional, cuyo
director se había enamorado de la novela y se encargó de repartirla por el
mundo. Es decir que La mujer desnuda, realmente, no se difundió en Montevideo
[...] De tal manera, la novela siguió siendo un mito, porque se hablaba de ella
pero muy pocos la conocían.2

Recién en 1967, cuando la escritora había publicado ya dos volúmenes de


cuentos, El derrumbamiento (1953)3 y La calle del viento norte (1963)4 así como
su segunda novela, De miedo en miedo ( 1965)5 , y otros relatos habían aparecido
publicados en antologías, semanarios y revistas, la Editorial Tauro publica la
tercera edición de La mujer desnuda.
Esta fue prácticamente una primera publicación a la que pudo acceder un
público que, paradójicamente, ya conocía a Armonía Somers por sus cuentos. La
autora la consideró su versión definí tiva, por las modificaciones que presenta al
texto original. Sin embargo, si bien Armonía Somers había sido redescubierta
por Angel Rama, quien promovió su valoración literaria a través de artículos
críticos6 y por la edición de sus obras, antes y después de esta tercera edición,
La mujer desnuda seguía virgen de críticas, intacta, mítica e inclasificable.
Creemos que esta novela encierra en sí las claves simbólicas del universo
narrativo de Armonía Somers. Aparecen allí reunidos sus temas y obsesiones
que retomará luego en sus cuentos, dándoles un desarrollo individual, y

1 A. Risso, "Un retrato para Armonía. (Cronología y bibliografía)", en Armonía Somers,

Papeles críticos (Montevideo: Editorial Linardi Risso, 1990), 253-254.


2 A. Risso, Op. cit., 255.
3 Armonía Somers, El derrumbamiento (Cuentos) (Montevideo: Editorial Salamanca,

1953).
4 Armonía Somers, La calle del Viento Norte (Cuentos) (Montevideo: Editorial Arca, 1963).
5 Armonía Somers, De miedo en miedo (los manuscritos del río) (Novela) (Montevideo:

Editorial Arca, 1965).


6 Ángel Rama, "La insólita literatura de Somers: la fascinación del horror", en Marcha

1118, Montevideo, 1963. "Encuesta: responde Armonía Somers. En la morgue con mis
personajes" en Marcha, Montevideo, 1964.
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también está ya presente esa peculiar fusión de lo real y lo imaginario que


caracterizará toda su obra posterior. Es por esto que la consideramos funda-
mental y piedra fundacional de la literatura de Somers.
La mujer desnuda es una obra joven, en el sentido de que su escritura está
a la vanguardia de la literatura latinoamericana. Es joven por lo actual y es
actual no sólo por la problemática que plantea, sino por la complejidad y la
riqueza que esconde, bajo una aparente simplicidad. Efectivamente, las más de
las veces, el juego entre los distintos planos del discurso le confiere una
dimensión fantástica y tras la anécdota aparentemente realista, se asoma otro
contexto, no explícito, que es el contexto imaginario. Esta cohabitación de lo real
y de lo imaginario es una característica que ha sido muchas veces señalada en
la literatura latinoamericana de estos últimos cuarenta años. Armonía no hace
entonces excepción a la regla, sino que al contrario, es pionera y lo es de una
manera personalísma.
Pero La mujer desnuda es también una obra joven en el sentido de que es
una obra de juventud. Y como tal, presenta ciertas características. Es una obra
de ruptura, a la búsqueda de una identidad propia, femenina, con todo lo que ello
implica en un contexto en que la palabra escrita, sobre todo en la narrativa,
parecería ser patrimonio casi exclusivo de los hombres. La marcha de la
protagonista es un caminar en pos de la autenticidad, no sólo personal, sino
literaria. Yporesoresultadesconcertante: porqueintenta,quizásinproponérselo
con total claridad, expresar el sobresalto ante la realidad vista con ojos de mujer,
o con ojos femeninos. No se trata ya de pasear el espejo por el borde del camino
ni de copiar estereotipos masculinos de escritura de manera mecánica. Por eso
rompe doblemente con las convenciones sociales y literarias; pero no para
destruirlas sino para formularlas de manera diferente. Así como en Pedro
Páramo, de Juan Rulfo, la búsqueda del padre no anula los efectos fantásticos,
del mismo modo en La mujer desnuda la búsqueda de la identidad propia pasa
a través de cuestionarse en términos fantásticos. De este modo podemos
detectar los antagonistas que se enfrentan en el juego ambiguo de la razón y la
sinrazón: hay una confrontación entre el ser y el no ser, la conceptuación y la
percepción, la mística cristiana y el paganismo, la femineidad y la masculinidad,
la libertad y la represión, la normativa y la creación. En este sentido, el tema
central es el del individuo libre enfrentado a la elección entre los valores
recibidos -lo aparentemente normal y su propio discernir.
En Armonía Somers la transgresión se da a través de figuras o situaciones
paradojales y alcanza no sólo el aspecto semántico sino el sintáctico. Hemos
podido constatar en La mujer desnuda, 7 la utilización de imágenes y metáforas
que se repiten a lo largo de la narración y que se le imponen a la autora por la
fuerza misma que emana de ellas, irrumpiendo en medio de un discurso realista,
sin tener a veces un nexo directo con la acción. La atmósfera fantástica se crea

7
Ana María Rodrfguez-Villamil, Elementos fantásticos en la narrativa deArmonia Somers
(Montevideo: Ediciones Banda Oriental, 1990).
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no sólo a nivel de los contenidos que evocan, sino también a nivel de la


organización de estos contenidos, de la sintaxis narrativa en la cual aquellas
cumplen una función fantástica. Podemos distinguir las redes de metáforas de
las imágenes más estructuradas que encierran o irradian contenidos que
podríamos llamar dramáticos, en el sentido en que emplea este término Charles
Mauron. 8 El conflicto potencial que existe en una imagen como la de la Virgen
María es un hito importante, por cierto, dentro de una coherencia imaginaria,
en La mujer desnuda. Encuentra, en cambio, su desarrollo explícito y es el
motor de la acción en "El derrumbamiento". Se pueden definir entonces a través
del estudio de estas "redes", verdaderas estructuras imaginarias, o coherencias
imaginarias, que condicionan y constituyen la estructura misma de la obra.
Se trata entonces de un work in progress, una obra que se va revelando a
sí misma a medida que se va haciendo. Efectivamente, existe en La mujer desnuda
un contenido oculto, que se manifiesta a través de las imágenes que van
pautando, a lo largo de la obra, una coherencia imaginaria que se va revelando
poco a poco y que va buscando su propio esclarecimiento. La novela responde,
entonces, a una ley de composición racional, aunque esto no quiere decir que la
autora sea totalmente consciente de ella. Por otro lado, el motor de la novela es
el disgusto de sí, del rol pasivo adjudicado a la mujer, el aburrimiento de que no
suceda nada. Rebeca Linke, curiosamente emparentada por este sentimiento
con la Alicia de Lewis Carroll, que aburrida también, se lanza hacia una
aventura en el país de las "maravillas", inicia su marcha a través de los campos
y a lo largo de una realidad menos seductora, por cierto transposición imaginaria
que se parece mucho a nuestra sociedad, pero que no lo es del todo.
Si las imágenes, con su doble juego, transmiten una visión subjetiva del
mundo y al mismo tiempo su opacidad y ambigüedad fundamental, existe otro
plano del discurso donde la visión se hace explícita y conscientemente satírica.
En este sentido, La mujer desnuda ofrece varias lecturas posibles e integra, en
un universo ficcional, el punto de vista sociológico, el satírico y el utópico. Si la
utopía aquí está simbolizada en ese andar libre y desenvuelto de la Gradiva,
bautizada así por el joven arqueólogo protagonista de la novela del mismo
nombre, enamorado de su andar, el mensaje de libertad, implícito en esa
marcha, parece no tener cabida en esta sociedad. En efecto, la mujer desnuda
es condenada y su muerte cierra la novela. La plenitud creativa de la mujer,
parece decirnos este final, seguirá siendo un sueño utópico, tan utópico como el
andar libre y desenvuelto de una mujer en un bajorrelieve.
Sin embargo, la realidad en este caso ha desmentido a la ficción. Hoy, con
una amplia producción literaria a la vista, sus relatos reunidos9 en diversas

8
Charles Mauron, Des Métaphores obsédantes au mythe personnel. lntroduction a la
psychocritique (París: Librairie José Corti, 1983).
9
Estas son: Todos los cuentos (Montevideo: Editorial Arca, 1967) y Muerte por alacrán
(Buenos Aires: Calicanto, 1979), así como Tríptico darwiniano (Montevideo: Editorial de
la Torre, 1982), y La rebelión de la fior (Montevideo: Editorial Linardi Risso, 1988).
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antologías, sus últimas tres novelas: Un retrato paraDickens 1º(1969), reeditada


recientemente en España, Sólo los elefantes encuentran mandrágora y Viaje al
Corazón del día (1986), 11 podemos decir que Armonía Somers consiguió
transformar la utopía negativa de su primera novela en la realidad de un
logrado y sostenido mundo creativo.
ANA MARÍA RODRÍGUEZ-VILLAMIL

FERNANDO LOUSTAUNAU, Pot Pot. Buenos Aires: Ediciones Último Reino,


1989.

Quien haya leído el libro anterior de Fernando Loustaunau, 14, en Pot Pot
podrá reconocer a los personajes que presenta el narrador. Esta nueva obra es
una estilización de 14, un desarrollo 1iterario que no desconoce sus antecedentes,
los continúa y transforma.
Ya desde el título, Pot-Pote, Pot-Melting pot, Pot-Pot-au-feu, Pot-Pot-au-
coin, Pot-Pot convoca el origen y evolución de nuestro país, de su cultura, de una
lengua que asimila diferencias sin marcarlas.
Este texto con profusión de voces extranjeras, neologismos, emblemas,
consignas, hace referencia a las diferentes culturas que conformaron nuestra
sociedad. El autor utiliza todo el poder que ofrece el translingüismo, recorriendo
las distintas lenguas con gran fluidez: "Christo tapa puentes y Kristeva destapa
puentes." "Esto es cosa de brujas." El paralelismo sería enigmático si no se
interpretara a partir de una clave ajena; ni tradición teológica ni tradición
semiótica sino la familiaridad con "brujas" que resuena como un germánico
"puente". Puente como nexo. Infinidad de palabras juegan con la "intraducción": 1
"bar-bars"; "Kasse, o el queso que sé". Y es a partir de estas convergencias
lingüísticas transidiomáticas que se da la transmisión hereditaria de una
incipiente cultura donde en pequeña medida se mezclan grandes corrientes. El
enlace temporal, pasado-presente, lo hace por medio de las voces desarticuladas
que proceden de los muertos; primera emisión de una transmisión extraña.
Pero también exalta el sabor que la multiplicidad de lenguas procedentes de
regiones e inmigrantes heterogéneos aporta a la cultura de una nación. Lo
importante, en este libro, es que no se quiere restaurar algo desaparecido, sino

10
Editada respectivamente por Arca, Montevideo, 1969 y Barcelona: Península, 1990.
11 La primera fue editada en Buenos Aires: Ediciones Legasa, 1986 y Barcelona:
Península, 1988. La segunda en Montevideo: Editorial Arca, 1986.
1 En "Jules Laforgue, una 'figura' uruguaya", Block de Behar denomina intraducción a

una nueva figura retórica a la que Jules Laforge recurre con frecuencia y que consiste en
contextualizar consecuentemente dos significantes pertenecientes a lenguas diferentes
pero que significan lo mismo o se aproximan significativamente, por medio de una
traducción interna (intra-) que no se adecúa a las formas de traducción tradicionales.

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