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Lo más interesante de todo es que estas normas también trataban temas filosóficos,
morales y teológicos.
Este manuscrito iluminado de las Siete partidas escrito sobre pergamino en letra
gótica data de los siglos XIII a XV. El códice es de singular importancia bibliográfica
por varios motivos. Se realizó en un solo escritorio (excepto la I partida, añadida en
el siglo XV), contiene la totalidad de las partidas y lleva incorporados en su
ornamentación datos de su historia bibliográfica que manifiestan su procedencia. La
elaboración de este corpus legislativo, encargado y comenzado por Alfonso X y
complementado por reformas posteriores, constituye el mayor y más difundido
ordenamiento jurídico que ha regido en España desde la Edad Media hasta la
Moderna e influyó en el Derecho de algunas de sus antiguas colonias. Su aplicación
se hizo efectiva a partir del reinado de Alfonso XI y de las Cortes de Alcalá de
Henares de 1348, en el que las partidas son citadas como jurisprudencia.
Las iniciales y letras capitales del códice se decoran en oro bruñido y colores,
predominando el azul y el rojo, y algunas llevan decoración de rasgueo. En los
títulos y epígrafes se emplea el rojo. En un principio, el manuscrito pertenecía a
Alvaro de Zúñiga, primer duque de Arévalo, presidente del tribunal supremo del
reino, quien se casó con Leonor Pimentel. La procedencia se refleja en los escudos
de armas que adornan la página frontal y su encuadernación. Más tarde, el
manuscrito formó parte de la biblioteca de los Reyes Católicos, como puede verse
por su delicada funda de terciopelo. La encuadernación es de estilo gótico-moro, en
cuero grabado sobre madera. En el interior de sus tapas se representa el escudo
de armas de los Zúñiga-Pimentel. Esta rica encuadernación fue protegida por los
Reyes Católicos con una funda de terciopelo azul, adornada con esmaltes moriscos
engarzados en plata. Los motivos decorativos florales y heráldicos predominan en
los cuatro broches, en las dos iniciales coronadas reales «Y» (Isabel) y «F»
(Fernando) y en los dos haces de flechas que la componen.
El Código de las Siete Partidas es “el nombre por el que es más conocido el Libro
del Fuero de las Leyes, y que proviene de su división en siete partes fundamentales
de Derecho (de la Iglesia; político, del reino y de la guerra; sobre las cosas, procesal
y organización judicial; de familia y relaciones de vasallaje; de obligaciones; de
sucesión y penal). Atribuido al rey de Castilla y León Alfonso X el Sabio y
considerado como la compilación de legislación bajomedieval más importante del
mundo, de ella se conservan más de un centenar de manuscritos de finales del siglo
XIII. La edición princeps es la de Díaz Montalvo (Sevilla, 1491), pero de entre las
renacentistas, la más conocida es la glosada por Gregorio López en 1555. Su
relación con otros textos legales de la escuela alfonsí, como el Fuero Real o el
Espéculo, es problemática, de ahí que entre los especialistas exista una viva
polémica sobre su autoría, fuentes y finalidad.
Según Francisco Xavier Martínez Marina, que prologó la edición del Real Academia
de Historia (1807), hoy considerada como canónica, el Código fue efectivamente
redactado por la cancillería de Alfonso X, bajo su supervisión directa, entre 1256 y
1265. García Gallo y otros lo consideran obra posterior a la muerte del rey en 1290,
como refundición y ampliación de copistas anónimos. También se discute su objeto,
y mientras para unos es una monumental enciclopedia del saber jurídico de la
época, otros opinan que estaba destinada a su promulgación efectiva, o incluso que
era un proyecto de legislación universal, ligado a la aspiración de Alfonso X de
convertirse en emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
“En la redacción de las Siete Partidas, tal como hoy las conocemos, se utilizaron
fuentes muy variadas. Lo que las singulariza dentro de la aportación jurídica
medieval es la magnífica síntesis que supuso de principios jurídicos, religiosos,
filosóficos y morales. Su precedente, mucho más modesto, vino constituido por el
Setenario. En efecto, en ellas nos tropezamos con textos pertenecientes a clásicos
griegos y latinos (Aristóteles, Séneca, Cicerón); textos bíblicos; influencias de la
Patrística y de los filósofos medievales. Ocupan lugar preferente los elementos
constitutivos del Derecho común, así como una representativa participación de
comentaristas, tanto romanistas como canonistas. Todo ello sin olvidar la tradición
jurídica castellana contenida en los fueros y algunos escritos de juristas castellanos,
como Las Flores del Derecho de Jacobo de las Leyes, o la Margarita de los pleitos
de Fernando Martínez de Zamora.
Por su carácter enciclopédico, puede decirse que todas las materias jurídicas
(mezcladas sustanciosamente con el planteamiento de cuestiones doctrinales de la
más diversa índole y procedencia) tuvieron cabida en la gran obra: origen del
Derecho, cuestiones políticas, civiles, eclesiásticas, procesales y penales,
formularios notariales, poder político, relaciones feudales, etc. Todo ello de acuerdo
con un orden que recuerda la sistemática seguida en el Fuero Real y Espéculo,
aunque con variantes que se derivan de su mucha mayor amplitud. Dado el
complicado proceso de elaboración de las Partidas y la posibilidad, antes apuntada,
de que la obra no quedase ultimada en tiempos del rey Alfonso X, quedan en el aire
como meras conjeturas los nombres de juristas posibles artífices de aquella por
encargo del real. Tal es el caso del Maestro Roldán o de Martínez de Zamora, si
bien parece más segura la intervención del italiano Jacobo de las Leyes en la
redacción de la Tercera Partida.” (3)
TRASCENDENCIA DE LAS “PARTIDAS”
“Todo ello hace de la obra una verdadera enciclopedia jurídica, donde no quedan,
sin embargo, ausentes las remisiones a temas extrajurídicos. Su fama fue tal que
llegó a ser traducida al catalán, al portugués y al gallego, e incluso al inglés (la
primera traducción, New Orleans 1820; la segunda en 1931) logrando aplicación en
los antiguos dominios españoles de los Estados Unidos de Norteamérica. En dichos
territorios, situados en la Frontera Norte del virreinato de Nueva España (México),
las Partidas fueron durante más de trescientos años derecho supletorio del Derecho
indiano. En 1989 (por tomar un reciente punto cronológico de referencia) era posible
encontrar en la jurisprudencia de los Estados Unidos más de trescientas sentencias
que citan las Siete Partidas. Más de doscientas corresponden a Louisiana, pero
también las encontramos en decisiones emanadas de los Tribunales Supremos de
Carolina del Norte, de Texas, de Nuevo México o de la Corte Suprema de
California.” (4)
VIGENCIA OFICIAL
En las 7 partidas de Alfonso X, es la fuente más importante del derecho utilizado en América.
La influencia del derecho Justiniano, hace que se abandonen los principios antiguos
relacionados con la personalidad implantados por el derecho germano, tal como la mayoría de
edad a los 25 años para tener plena capacidad civil, actos para contraer matrimonio, testar
(testamento), tutela, curatela, etc. La mujer continua en el mismo estado de inferioridad sujeta
a una especie de “protección” perpetua por razón de su sexo a la tutela paterna, hermanos o
parientes varones. En caso de ausencia de personas, se establecen sistemas para controlar y
diferir convenientemente su situación jurídica apreciado como circunstancias modificativas de
la capacidad del ausente, su clase social. Se produce distinción entre bienes muebles e
inmuebles al desaparecer el predomino de la propiedad comunal, por la particular, sustituyendo
el simbolismo germano por la tradición romana.