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“CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA”

RESUMEN
En el día del asesinato, Santiago se encontraba con Cristo Bedoya, quien hizo de todo para impedir
su muerte, ellos se dirigían juntos al centro de la plaza, pero en el camino se encontraron a Yamil
Shaium, quien por prevenir a Santiago, hizo que Cristo lo perdiera de vista, pues Santiago se retiró
y Cristo no pudo verlo más, preocupado, pensó que había ido a su casa, pero no lo encontró,
entonces subió al segundo piso para convencerse de que Santiago Nasar no había entrado. La
puerta del dormitorio estaba cerrada por dentro, así que Cristo Bedoya empujó la puerta del
dormitorio de Plácida Linero para pasar desde allí al dormitorio contiguo. Pero tampoco lo
encontró, solo vio la magnum en la gaveta de la mesa de noche, la cual se la guardo para llevárselo
a Santiago. Luego se fue apresurado y en tanto que preguntaba por Santiago se encontró con el
coronel Lázaro Aponte, y le conto todo lo acontecido, el coronel sorprendido prometió ocuparse
de eso al instante, pero entró en el Club Social a confirmar una cita, y cuando volvió a salir ya
estaba consumado el crimen. Luego se encontró con Próspera Arango, quien le suplicó que hiciera
algo por su padre que estaba agonizando, entonces Cristo la ayudó pero eso le hizo tardar
demasiado pues cuando volvió a salir ya habían asesinado a Santiago. Esa mañana que Cristo
perdió a Santiago fue porque él había entrado en la casa de Flora Miguel. Ella lo esperaba en la
sala, molesta con el cofre en las manos. Aquí tienes -le dijo-. ¡Y ojalá te maten!; él se quedó
perplejo y cuando salió el padre de Flora; Nahir Miguelle le conto que lo estaban persiguiendo
para matarlo. Santiago se quedó más perplejo aún y se dirigió a su casa por la puerta principal, y
fue en esa puerta donde los gemelos lo acuchillaron. Su madre lo miro desde el balcón y vio cómo
su hijo con bastante lucidez se levantó, sostuvo sus vísceras con las manos y a la cocina camino,
mientras caminaba se encontró a su tía Wenefrida, quien sorprendida le pregunto qué ocurría y el
respondió: “Que me mataron, niña Wene”, esas fueron sus últimas palabras, después entró en su
casa por la puerta trasera, y se derrumbó de bruces en la cocina.

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