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Evalúan maestros y profesores a los alumnos en las aulas, tanto con la finalidad de apoyarlos en sus

procesos de aprendizaje, como con la finalidad de otorgarles una calificación y, al final del curso, una
acreditación de que han logrado lo que se esperaba de ellos (esta acreditación puede derivarse
tanto de la acumulación de información a lo largo del año, como de una prueba o examen final)
La interna se refiere a que el docente evalúa a los alumnos del grupo que atiende en un ciclo
escolar, porque tiene un conocimiento detallado del contexto y las condiciones en las que surgen los
aprendizajes de los alumnos. Este conocimiento propicia la reflexión y el autoanálisis para la
contextualización y adaptación de sus estrategias de enseñanza y de evaluación, con el fin de crear
las oportunidades que permitan que los alumnos mejoren su aprendizaje.
La evaluación participativa se refiere a que el docente evalúa al involucrar otros actores
educativos, como sus alumnos, docentes o directivos. Esta forma de evaluar permite establecer
acuerdos y negociaciones entre los involucrados, ya que se promueve la participación de todos y,
por tanto, los cambios son factibles. De esta manera, la evaluación se convierte en un recurso
común para mejorar el aprendizaje, lo cual implica que se establezcan acuerdos y se compartan
criterios de evaluación para que todos puedan mejorar.
Cuando el docente involucra a sus alumnos en el proceso de evaluación, propicia que ellos
aprendan a regular sus procesos de aprendizaje.
La evaluación externa se refiere a que el docente o agente que evalúa no está incorporado a la
escuela; es decir, se establece un juicio más objetivo porque no existen relaciones interpersonales
con los evaluados. Sin embargo, se tiene poco conocimiento acerca de los avances en el
aprendizaje de los alumnos y una noción mínima del contexto

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