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ALGUNOS CONCEPTOS SOBRE DESARROLLO DE LA DIMENSIÓN

ESPIRITUAL
El bienestar espiritual suele ser una dimensión psicosocial de creciente importancia y
cambio en el transcurso de la vida. La espiritualidad adquiere una dimensión distinta cuando
se define en función de valores filosóficos que orientan la conducta, en vez de prácticas
organizadas de adoración y cultos específicos… (Alonso, L. y Escorcia, I. (2003). El ser
humano como una totalidad. (17), 3-8. Salud Uninorte. Barranquilla (Col.)) Recuperado de
http://www.redalyc.org/html/817/81701701/

Sánchez, B (2004).Dimensión espiritual del cuidado en situaciones de cronicidad y


muerte. Aquichán vol.4 no. 1 http://www.scielo.org.co/scielo.php?pid=S1657-
59972004000100002&script=sci_arttext&tlng=pt

El estudio de la espiritualidad es una pequeña parte de esa totalidad, que con frecuencia
se olvida. En parte podría dejarse de lado, por el nivel de complejidad que lo caracteriza.
La naturaleza intangible y variable de la espiritualidad, la variedad de formas en que se
experimenta entre las diferentes personas y en los distintos momentos, las múltiples formas
de expresión que tiene, a través del cuerpo, el pensamiento, los sentimientos, los juicios y
la creatividad, y su relación con los aspectos no materiales de la vida, explican en parte
esta percepción.

La espiritualidad agrupa las ideas filosóficas acerca de la vida y su propósito, y tiene el


poder de dar forma y significado al ser, saber y hacer, que se puede reconocer como un
impulso unificador, un sistema de guía interno básico para el bienestar humano, que motiva
para escoger las relaciones y búsquedas necesarias. La espiritualidad no es prerrogativa
de los creyentes, pues puede estar desvinculada de la religión y no ser expresada como
una práctica religiosa. Es decir, que como componente de la salud siempre está presente y
se relaciona con la esencia de la vida.

Bajo el lema de hacer visible lo invisible, se ha señalado que la unión entre la espiritualidad
y la salud es innegable. La evidencia deja ver con claridad que las prácticas espirituales, y
en especial las que se realizan dentro del marco de una cultura religiosa organizada, se
asocian con mejores estados de salud, menor depresión, mejores hábitos y menor
mortalidad1,2,3,4. Se ha señalado, además, que no basta con decir que se tiene una creencia
o práctica religiosa, sino que esta debe tener un rol importante en la vida de la persona,
para que la relación evidenciada esté presente.

…, se dice que los creyentes tienen más salud y pueden disfrutar de una vida más
prolongada… esas afirmaciones surgen porque la gente que observa una vida religiosa
consecuente posee un estilo de vida más saludable que los no creyentes…. De otra parte,
su interés por el estado de la salud de los demás se relaciona con la fe que practican, en
donde como miembros de una iglesia fraterna prodigan entre sí apoyo personal y ánimo
mutuo. La proyección espiritual de los creyentes pareciera protegerlos de las dolencias
físicas provocadas por las tensiones de la vida moderna, el estrés y la depresión. .. la fe les
brinda a muchos creyentes el impulso interior y la determinación necesaria para superar las
inevitables dolencias físicas, proveyéndoles una adecuada capacidad de recuperación
emocional. Para muchas personas en situación de enfermedad crónica y cercanía a la
muerte, la espiritualidad es un elemento esencial para disfrutar la vida y hacerla productiva.
Tomado de : https://www.infermeravirtual.com/esp/actividades_de_la_vida_diaria/la_persona/dimension_espiritual

La dimensión espiritualP@7)

La dimensión espiritual hace referencia a la experiencia interior más profunda de la


persona, que la conduce a dotar de sentido y propósito a las propias acciones y existencia,
sean cuales sean las condiciones externas, lo que significa aprender cómo encontrar
disfrute en la experiencia cotidiana; a contar con un sistema de valores y con el compromiso
de aplicarlos; a centrarse en algo que va más allá de uno mismo, esto es, a trascender; al
uso del propio potencial creativo; a la contemplación de la vida y a aprovecharla de acuerdo
con las propias aspiraciones y convicciones y las del grupo al que se pertenece. Incluye
realizar las prácticas asociadas a la fe, la creencia o los valores morales que se profesan.
Supone contar con un sistema de pensamiento que permita comprender la vida, su
dirección y su expresión, que oriente elecciones y juicios, organice proyectos, dote de
dirección última a nuestras acciones individuales. Puede estar o no impregnada de
espiritualidad, entendida ésta como una relación personal con el ser trascendente o, sin
creer en un dios, como una relación personal con lo que existe, una fuerza unificadora en
sí misma, que conduce a sentir inclinación por la vida y unidad con el cosmos. Precisa para
su desarrollo de un cierto grado de maduración en los procesos de dimensión biológica y
psicológica que hacen posible la conciencia y la intencionalidad.

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