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Migración Colombia señala que, a corte del 30 de agosto de 2018, un total de 935.593
migrantes y refugiados venezolanos han atravesado la frontera colombo – venezolana, de
los cuales 156.575 son menores de 17 años, Según María Mercedes Liévano, subdirectora
del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), la situación de los niños, niñas y
adolescentes venezolanos que han llegado a Colombia es crítica.
“Estamos hablando de niños y niñas que llegan en condiciones muy complejas de
vulnerabilidad y pobreza, lo que los convierte en sujetos de riesgo ante problemáticas que
los puedan afectar. Estamos hablando de que se pueden presentar casos de violencia
intrafamiliar, explotación sexual, trabajo infantil, reclutamiento, vinculación, situación de
calle y mendicidad, riesgo de abuso sexual, entre otras”, señala la subdirectora.
Actualmente el ICBF está atendiendo más de 55.000 menores de edad venezolanos en todo
el territorio nacional, dentro de los cuales 49.258 son niños y niñas menores de cinco años.
Los niños y niñas de 9 a 13 años, los más afectados emocionalmente, los niños y las niñas
venezolanos se han visto afectados por los fuertes e inesperados cambios a los que son
sometidos. Muchos padres de familia se ven desorientados a la hora de ayudar a enfrentar el
duelo migratorio por el que atraviesa el niño o niña.
Esta institución lleva más de 50 años activando rutas de atención psicosocial para apoyar a
las familias en el duelo migratorio, centrados en el proyecto de vida durante cualquiera de
las etapas de la migración: origen, tránsito, destino o retorno.
Según los casos que ha atendido María Camila Calderón, del equipo psicosocial del
programa de atención a solicitantes de asilo, refugiados y personas de interés de la Pastoral,
no todos los niños viven por igual el proceso migratorio. Para los niños y niñas cuyas
edades oscilan entre los 0 y 8 años, el proceso en la etapa de tránsito o de destino es más
fácil de asimilar que para los niños de 9 a 15 años.
“Los niños más pequeños afrontan la situación de otra manera, muchas veces la asumen
como algo novedoso: una casa nueva, amigos nuevos, ambiente nuevo y lo manifiestan en
sus narrativas. Pero los niños más grandes son más callados a la hora de compartir o
entablar un diálogo. Comparan las situaciones que viven actualmente con las que dejaron
en sus lugares de origen, es decir - yo antes estaba en un colegio más bonito, allá tenía ropa,
acá no; allá comía esto, aquí no” -, manifiesta la profesional.
De acuerdo a los procesos de acompañamiento psicosocial, el hermano o la hermana
mayor, o el único niño varón de la familia, empieza a atribuirse responsabilidades y
obligaciones que no son acordes a su edad, pues él o ella siente que
es un deber sacar a su familia adelante.
Estas situaciones pueden generar en los niños y niñas de 9 a 15 años síntomas de ansiedad o
tristeza, que al ser persistentes incrementan su vulnerabilidad. Incluso, puede llevarlos a
buscar refugio en otros ambientes poco seguros donde les venden una falsa ‘comodidad’:
lugares de consumo de sustancias psicoactivas, o redes de crimen organizado para la
mendicidad, explotación sexual y riesgo de habitabilidad en calle.