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“La formación en ciudadanía, una alternativa pedagógica frente a la movilidad

territorial de venezolanos en la ciudad de Medellín”

Ensayo Argumentativo

Por,
María Isabel Osorio López
Juan Ricardo Orozco López

Presentado a,
Germán Valencia Agudelo
Docente

Seminario Extracurricular: Cultura Política en Colombia y América Latina


Maestría en Educación y Derechos Humanos
Universidad Autónoma Latinoamericana
Medellín 02 de septiembre de 2019

La formación en ciudadanía, una alternativa pedagógica frente a la movilidad
territorial de venezolanos en la ciudad de Medellín

En este ensayo se pretenden exponer, algunos argumentos relacionados con el

concepto de cultura política desde una óptica comparada entre las situaciones cotidianas de la

población colombiana, específicamente en la ciudad de Medellín, frente a los migrantes

venezolanos -para este caso, estudiantes de escuelas públicas- y los procesos de choque entre

estas culturas, abordando además, una perspectiva negativa respecto a la tolerancia y

aceptación por parte de los colombianos, en estos menesteres. Por último, se analiza cómo la

“formación en ciudadanía” puede ser una respuesta pedagógica, desde la construcción y

resignificación de la cultura política (capital humano) frente a esos procesos de

interculturalidad.

…la historia de la cultura no es otra que la historia de préstamos culturales. Las

culturas no son impermeables; así como la ciencia occidental tomó cosas de los árabes, ellos

las tomaron de los indios y los griegos. La cultura no es nunca cuestión de propiedad, de

tomar y prestar con garantías y avales, sino más bien de apropiaciones, experiencias

comunes, e interdependencias de toda clase entre diferentes culturas.

E. SAID, 1996 (1993):337​.

“Profe ¿los extranjeros también deben estar en esta clase?”, “profe, es que yo soy de

Venezuela y no me sé el himno de Colombia”. Frases como estas son las que los docentes

escuchan con regularidad durante la jornada escolar, y es que con la situación actual de

Venezuela, se ha incrementado la migración y con ello el índice de estudiantes venezolanos

matriculados en las instituciones educativas del país.


Según cifras publicadas por Migración Colombia, a marzo 31 de 2019, 1.260.594

venezolanos viven en el país, de ellos, 79.017 son menores de edad con ingreso regular. Por

lo anterior, los educadores, se han tenido que pensar la escuela a partir del arribo de los

migrantes, debido a que las dinámicas en las instituciones educativas se han transformado, así

como la forma en que los niños, niñas y adolescentes se relacionan.

Garantizar el acceso a la educación a los migrantes venezolanos no es suficiente, es

decir, para que el proceso de aprendizaje sea exitoso, se debe pensar en estrategias que

ayuden a que dicha población se “adapte” al contexto colombiano, así como los colombianos

deben también asimilar a los migrantes desde el reconocimiento de la otredad. Sin embargo,

no ha sido sencillo para los docentes cumplir con esta misión.

Se ha evidenciado en las aulas de clase, que algunos estudiantes colombianos no

toleran la presencia de migrantes venezolanos, esta intolerancia se ve manifestada a través de

la agresión verbal y física. El pasado 31 de julio de 2019, en una institución educativa

ubicada en la Comuna 6 de la ciudad de Medellín, un estudiante de nacionalidad colombiana

y otro estudiante de nacionalidad venezolana, tuvieron una riña en donde uno de ellos salió

lesionado; a la semana siguiente algunos estudiantes le solicitaron a la profesora retirar a los

migrantes venezolanos del grupo.

“A veces me daba cuenta de que me había convertido en una criatura peculiar para

muchos, incluso algunos amigos, que suponían que ser palestino equivalía a ser algo mítico

como el unicornio o una variante desahuciada del ser humano” (Said, 1998:109) no son

ajenas estas comparaciones al caso expuesto, ya que en esa conformación de la identidad

humana, en ese proceso de reconocimiento de sí mismo y en el mundo, es importante resaltar

como menciona el geógrafo chino-estadounidense Yifu-tuan en su libro: Topofilia, sobre las

experiencias estéticas que se forman entre el ser humano y los lugares que visita o habita en
lo que para este caso, habitar en lo ajeno, desde la mirada de un niño. ¿Qué percepción de

vida están teniendo los niños y jóvenes venezolanos desde su vivencia escolar? ¿Qué hace la

escuela para afianzar patrones de confianza en el desarrollo social de los estudiantes

migrantes venezolanos? ¿Son suficientes las garantías académicas en la formación de un ser

humano sin invertir en la tolerancia, el respeto y la participación ciudadana?

Estos comportamientos son preocupantes, ya que dan cuenta de la forma en la que los

estudiantes colombianos se están relacionando con los migrantes, lo que conlleva a continuar

con los interrogantes sobre el porqué de estas acciones, de dónde surge el sentimiento de

rechazo hacia los venezolanos y si definitivamente estas acciones pueden modificarse. Por tal

motivo, para comprender los comportamientos mencionados anteriormente, se ha pensado en

abordar la problemática a través del concepto de cultura política.

Para Gabriel Almond y Sidney Verba (1963), politólogos estadounidenses, el

concepto de cultura política “designaba el conjunto de actitudes y pautas de comportamiento

en el seno de una sociedad” (1203-1230), entonces, a partir de esta postura, se podría decir

que todo comportamiento es el resultado de una construcción social.

No obstante, dicho conjunto de actitudes y comportamientos pueden modificarse, es

decir, que los niños, niñas y adolescentes son susceptibles a modificar estas conductas, las

cuales, evidentemente atentan contra los derechos humanos como en el caso anteriormente

expuesto. Joan Botella, en el texto En torno al concepto de cultura política: dificultades y

recursos, publicado en 1997, propone “cuestionar la hipótesis de la durabilidad de las culturas

políticas, esto es, la asunción de que una cultura política sólo se modifica de modo lento y a

muy largo plazo” (p.21).

Así mismo, para Botella, existen agentes modificadores de las culturas políticas, uno

de ellos corresponde a los “procesos de cambio y modernización social y económica


acelerados en el tiempo”, lo cual permite la modificación de las estructuras sociales y

económicas de una sociedad, este agente modificador hace referencia a las migraciones:

“Los procesos de cambio y modernización social y económica acelerados en el tiempo (como

los vividos en la España del «desarrollo» franquista o en el Chile de Pinochet) son un claro

candidato: modificando profundamente las estructuras sociales y económicas de una

sociedad, forzando migraciones internas masivas (que desarraigan a extensos sectores

sociales de sus orígenes geográficos y, por ende, de las pautas y valores allí dominantes), o

alterando completamente las relaciones de trabajo, las formas de consumo y las pautas de

promoción social, los procesos de cambio intenso y acelerado pueden, a la vez, deslegitimar

las pautas culturales tradicionales y poner a las sociedades, o a ciertos sectores sociales, en

una situación de abertura y disponibilidad” (Botella, 1997, p. 24)

Entonces, llevándolo al contexto de la migración venezolana y específicamente a la

convergencia entre estudiantes colombianos y venezolanos, cabe replantearse la forma en la

que culturalmente los colombianos están recibiendo a los migrantes, así como aquellas

costumbres y acciones que se están brindando a los colombianos.

… la cultura es una especie de teatro en el cual se enfrentan distintas causas políticas

e ideológicas. Lejos de constituir un plácido rincón de convivencia armónica, la cultura puede

ser un auténtico campo de batalla en el que las causas se expongan a la luz del día y entren en

liza unas con otras (Said, 1996a:14). Se presenta entonces otro diálogo que logra desglosar

dos cuestiones, la primera, sobre los impactos de la política sobre la cultura, esto es, desde la

generación de espacios entre estado y escuela en la resignificación de las necesidades,

intereses y expectativas de los estudiantes venezolanos y la segunda, más referida a la

resignificación de las discusiones y decisiones políticas sobre el territorio y los impactos


sobre la otredad. Siendo la dicotomía entre lo educativo y lo político una brecha que debe ser

cerrada.

En ese orden de ideas, faltaría una hermenéutica para la coacción, es decir se puede

hablar de la educación en cuanto esta se convierte en “formación en ciudadanía”, mediante

una crítica seria a lo que es el mismo sistema educativo en Colombia. Para poder impactar los

procesos de formación de la cultura política el debate en y desde las aulas, es de vital

importancia, cuestionar esa alianza entre política como esa institución estatal y la escuela

como eje dinamizante que es en últimas un constructo cultural y social, pues responde a esas

demandas de la época.

Como caso típico, se puede establecer las categorías de ejemplos que mencionan

Almond y Verb, cuando se refieren a la cultura política y su relación con los conocimientos,

sentimientos y valores de la población, detallando esa verdadera atención a la distribución de

las iniciativas sociales y para el caso, generando vínculos entre estudiantes venezolanos y

colombianos. Se habla de una cultura política de la participación, aquella en la que los

miembros de la sociedad tiendan a estar explícitamente orientados a hacia el sistema como un

todo y hacia sus estructuras y procesos políticos y administrativos. Esto es, un rol activo

mediante procesos pedagógicos y didácticos desde la escuela.

Como segundo, dichas estrategias que cierren la brecha entre lo político y lo

educativo, se deben dar desde la participación, orientando procesos de aula, desde la

investigación docente, obteniendo diferentes lecturas en esa modificación de los

comportamientos, produciendo cambios significativos, claro está, diseñados desde contextos

de acción colectiva.

Por lo anterior, las instituciones educativas entran a desarrollar un papel fundamental

en la construcción de cultura política, para Botella: “Uno de los puntos clave de la teoría de la
cultura política es que su adquisición y su difusión requieren bases materiales y organizativas

específicas.

Se trata, en otras palabras, de las denominadas agencias de socialización. La escuela

en primer término, pero también los medios de comunicación, las iglesias o los partidos

políticos, son agentes que transmiten y reproducen la cultura política, difundiendo entre los

ciudadanos valores, actitudes, pautas de comportamiento, etc.” (Botella, 1997, p.31). De este

modo, directivos y docentes adquieren la responsabilidad de incentivar en los estudiantes

actitudes de respeto y tolerancia hacia los migrantes, desarrollando así mediante los

currículos, clases y experiencias de aula, la formación en ciudadanía.

Pero con la llegada de los venezolanos no solo se gestan oportunidades para promover

la tolerancia y el respeto en las aulas de clase, también es una oportunidad para enriquecer

dichos espacios. Hace unos días, en un programa de formación musical ofertado en algunas

instituciones oficiales de la ciudad de Medellín, un niño venezolano pidió a la profesora

incluir dentro del repertorio de la clase una canción de procedencia venezolana.

Acciones como estas evidencian esos aspectos positivos que se tienen con la llegada

de los migrantes a las sociedades, en este caso, la clase se verá enriquecida al incluir otro tipo

de repertorio.

Ahora bien, menciona Said, 2006:18, Las culturas coexisten e interaccionan de un

modo muy fructífero en una proporción mucho mayor de lo que combaten entre sí. Es a esta

idea de cultura humanística como coexistencia y comunidad compartida a lo que pretenden

contribuir estas páginas; y, con independencia de que lo consigan o no, me queda al menos la

satisfacción de haberlo intentado.

Se podría resaltar que con la llegada de los migrantes a una sociedad en particular, se

podría modificar la “cultura política” de los habitantes, es decir, que si en determinado


contexto se presentan situaciones de xenofobia o discriminación, a partir del relacionamiento

con migrantes y sus experiencias de vida, estas acciones se podrán modificar, siempre y

cuando se realice un acompañamiento, en este caso, desde la escuela como eje dinamizante y

dinamizador de la cultura.

En últimas, las instituciones educativas son fundamentales en el proceso de

reconocimiento de la otredad, para este caso el fenómeno migratorio, abordado desde una

formación en ciudadanía, sienta las bases para identificar unas necesidades humanas,

contrastando diferentes realidades y situaciones en escenarios posibles de vivir. La escuela

como escenario de teoría y práctica de la cultura política fundamenta las relaciones entre

niños, niñas y adolescentes poniendo en cuestión ese conjunto de actitudes y

comportamientos adquiridos durante su vida.


Bibliografía

Migración Ministerio de relaciones exteriores (2019). Total de venezolanos en Colombia.


Recuperado de:
https://www.eltiempo.com/uploads/files/2019/05/02/RADIOGRAFIA%20VENEZOLANOS
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Del Castillo, P,(1997), Cultura política, Valencia, España. Tirant lo blanch

Rodríguez. A. (2017). Reflexiones sobre el concepto cultura política y la investigación


histórica de la democracia en América Latina. ​Historia y memoria, (14), ​205 - 247.

G. A. Almond y S. Verba, The Civic Culture, cap. 1, «An Approach to Political Culture»,
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Zapata. C. (2008). Edward Sa´id y la otredad cultural. ​Atenea​, (498), 55 - 63.

Farias.A. (2010). Para hacer que la democracia funciones de Robert D. Putnam. ​Revista
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