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Chopin

Por LISZT

Extractos
Carácter general de las obras de Chopin

¿Puede esperarse que en estas artes donde la sensación va ligada a la emoción sin
la mediación del pensamiento y de la reflexión, la sola introducción de formas y
modos inusitados no sea ya un obstáculo a la comprensión inmediata de una obra?

Los músicos que se apartan de las rutinas convencionales necesitan más que otros
artistas la ayuda del tiempo.

Aquellos que más tarde se ocuparán de la historia de la música le darán su parte,


que será grande, a quien se señaló con un genio melódico extraordinario por tan
felices y destacados engrandecimientos armónicos, cuyas conquistas serán
preferidas con razón a tantas obras de superficie más extendidas tocadas y retocadas
por grandes orquestas y cantadas y recantadas por masas de prima-donnas.

Encerrándose en el cuadro exclusivo del piano, Chopin, a nuestro entender, ha dado


pruebas de una de las cualidades más esenciales a un escritor; la justa apreciación
de la forma en la cual le ha sido dado destacar; y sin embargo, este hecho, por el
que le reconocemos un justo mérito, dañó a la importancia de su fama. Difícilmente
otro en posesión de tan latas facultades melódicas y armónicas, hubiera resistido a
la tentación que presentan los instrumentos de arco, la languidez de la flauta, las
tempestades de la orquesta (…) Lejos de ambicionar el tumulto de la orquesta,
Chopin se contentó con ver reproducido su pensamiento integralmente sobre e
marfil del teclado, consiguiendo su objeto de que no perdiese ninguna energía, sin
pretender los efectos del conjunto y la pincelada decorativa.

En él la audacia se justifica siempre; la riqueza, incluso la exuberancia, no excluyen la


claridad; la singularidad no degenera en extravagancia barroca: los adornos no están
desordenados y, el lujo de la ornamentación no recarga la elegancia de las líneas
principales.

A él le debemos la extensión de los acordes, sea en grupo conjuntado, sea en


arpegios; estas sinuosidades cromáticas y en-armónicas de las que sus páginas
ofrecen tan sorprendentes ejemplos (…) Él inventó estas admirables progresiones
armónicas, que han dotado de un carácter serio, incluso a las páginas que por
ligereza de su asunto no parecía que deban pretender tal importancia.

Adagio del segundo concierto, por el cual tenía una marcada predilección,
complaciéndose en tocarle frecuentemente.

Marcha fúnebre intercalada en su segunda sonata, que ha sido orquestada y


ejecutada por primera vez en la ceremonia de sus exequias.

Sordas cóleras, odios contenidos, se encuentran en varios pasajes de sus obras, y


muchos de sus estudios, tanto como sus scherzos, describen una exasperación
concentrada y dominada por una desesperación tanto irónica como altiva, Estos han
pasado más inadvertidos y menos comprendidos que sus poemas de tierno colorido.
El carácter personal de Chopin ha podido contribuir a ello. Acogedor, afable, fácil en
sus relaciones, de un humor igual y regocijado, daba poco que pensar en las secretas
convulsiones que le agitaban.

La débil constitución de Chopin, le impedía la expresión enérgica de sus pasiones:


no entregaba a sus amigos más que lo que tenía de dulce y afectuoso (…) Para
aquellos cuyas relaciones íntimas y frecuentes aproximaban a Chopin, tenían ocasión
de percibir en ciertos momentos la impaciencia y el hastío que sentía al ser
descubierto. Y el artista no podía vengar al hombre. De una salud muy débil para
traicionar esta impaciencia por la vehemencia de su ejecución, buscaba desquitarse
escribiendo estas páginas que gustaba oír ejecutadas con el vigor que a él le faltaba,
y en las cuales sobrenadan los rencores apasionados del hombre más
profundamente atacado de ciertas heridas que no le gusta confesar, como flotaría
en derredor de una fragata engalanada aunque próxima a perder jirones de sus
costados arrancados por las olas.

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