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Procaps
Este laboratorio farmacéutico nacional cuenta con 5 PhD. en su nómina, los cuales son
especialistas en química, farmacia e ingenierías.
En 1992 creó el área de Dismec para producir las piezas y maquinaria requerida en los
procesos de I+D en tecnologías farmacéuticas.
"Hoy contamos con más de 400 personas dedicadas tiempo completo a llevar a cabo
nuestros proyectos, que incluyen la ideación generada desde el mercado, hasta contar
con productos listos para lanzar con registros sanitarios en el territorio objetivo",
sostienen voceros de la empresa.
Con una inversión de US$70 millones Hoteles City Express llega a Bogotá
Corona
Comenzó produciendo vajillas y hoy es una multinacional reconocida
por todos sus productos cerámicos, pinturas, aisladores eléctricos,
minerales beneficiados y próximamente cemento.
Corona
Comenzó produciendo vajillas y hoy es una multinacional reconocida
por todos sus productos cerámicos, pinturas, aisladores eléctricos,
minerales beneficiados y próximamente cemento.
Sheffield, c.1855.
La Revolución Industrial, que se inició en Inglaterra durante la segunda mitad del siglo XVIII,
es quizás uno de los eventos más decisivos en la historia de la humanidad. La invención (y
mejora) de la hiladora mecánica o la máquina de vapor, entre otras muchas innovaciones que se
sucedieron desde entonces, han multiplicado nuestros niveles de bienestar a una escala que los
contemporáneos no hubieran imaginado. La pregunta del millón es por qué ocurrió en ese lugar
y en ese momento determinado.
De acuerdo con la explicación más aceptada hasta ahora, expuesta por Bob Allen aquí (un
resumen aquí), Inglaterra disponía de una combinación única de factores que permitieron que
saltara la chispa (que vaya por delante que Bob fue mi director de tesis). Así, la ruleta de la
geografía le había favorecido ya que disponía de abundantes reservas de carbón fácilmente
accesibles. Además, por diversas razones, el coste del dinero y, por tanto, la posibilidad de
invertir en tecnología, era también bastante asequible. Pero quizás más importante todavía era
que el coste de la mano de obra era relativamente elevado. El éxito del comercio colonial inglés
había permitido que Londres se convirtiera en un centro económico extraordinariamente
dinámico, lo que presionó los salarios al alza. En resumen, el elevado coste de la mano de obra,
en relación al coste de la energía y del capital, incentivó la adopción de nuevas tecnologías que
ahorraban en trabajo y por tanto hacían rentable la inversión en innovación.
Esta imagen de Inglaterra como una high wage economy estaba sustentada en las series de
precios y salarios que Allen ha estado recopilando durante años y que muestran que, en el siglo
XVIII, el trabajador inglés disfrutaba de unas condiciones materiales muy superiores a las del
resto del mundo. Como ilustración, el siguiente gráfico compara el poder adquisitivo de los
salarios londinenses con los existentes en otras ciudades tanto europeas como asiáticas. Sólo los
salarios holandeses se podían equiparar a los que se pagaban al otro lado del Canal de la
Mancha.
Otros autores han intentado explicar la singularidad inglesa poniendo el énfasis en otros
elementos. Así, Joel Mokyr sostiene que la Ilustración, y el contexto intelectual que promovió,
fue clave a la hora de generar unas condiciones culturales que favorecieran la innovación,
además de proveer la base científica que permitió que se desarrollaran esas innovaciones
(ver aquí o en esta entrevista). Allen considera el argumento de Mokyr como complementario
al suyo pero sostiene que la mayoría de los progresos tecnológicos que se realizaron en el siglo
XVIII no requerían grandes conocimientos tecnológicos. Además, si la Ilustración hubiera sido
tan importante, Allen se pregunta por qué la revolución industrial no se desarrolló por tanto en
Francia en lugar de Inglaterra (un resumen de este debate aquí). Hay que indicar que el estudio
de las biografías de un amplio número de innovadores ha permitido a Anton Howes aportar más
evidencia a favor de la explicación cultural (aquí o aquí).
Sin embargo, el edificio explicativo expuesto por Allen se ha puesto en duda recientemente
gracias al trabajo de varios investigadores que curiosamente también están basados en Oxford
(Allen está ahora en NYU Abu Dhabi pero desarrolló su teoría estando en Oxford), lo que ha
llevado a que este intercambio se conozca como el Oxford Wage Debate. La importancia del
debate ha llevado a que conocidos medios como el Financial Times se hicieran eco del mismo,
así como suscitar mucho interés en las redes sociales (ver por ejemplo aquí o aquí, además de la
excelente entrada de pseudoeramus aquí).
Por un lado, Judy Stephenson ha investigado los contratos de las obras de construcción de los
que salen los salarios que Allen ha usado (aquí). Judy argumenta que esos salarios no eran en
realidad salarios sino lo que se pagaba a los contratistas y que los trabajadores en realidad
recibían salarios en torno a un 20-30 por ciento más bajos. Por otro lado, Jane Humphries ha
subrayado que los salarios en los que Allen sustentaba su tesis poco tenían que ver con los que
se pagaban en las fábricas textiles cuya mano de obra eran mayoritariamente mujeres y niños
(aquí). En otro artículo, la propia Jane Humphries y Ben Schneider han presentado datos de
salarios en el sector del hilado manual durante el período previo a la industrialización (aquí).
Esta nueva evidencia presenta un sector que emplea una abundante mano de obra,
mayoritariamente mujeres y niños en zonas rurales, pero con unos salarios mucho más bajos
que los trabajadores londinenses de la construcción (ver el siguiente gráfico que compara
ambas series). Estos autores concluyen, por tanto, que los incentivos a la mecanización se
deben buscar en otro sitio.
Las réplicas de Allen no se han hecho esperar. Por un lado, aunque reconoce el excelente
trabajo de Judy Stephenson, argumenta que sus conclusiones son poco convincentes y que, en
cualquier caso, aún suponiendo que hubiera que ajustar los salarios ingleses ligeramente a la
baja, esto no tendría ninguna implicación para su tesis ya que éstos seguirían siendo
significativamente mayores que los de ningún otro país (aquí). Por otro, ofrece cierta evidencia
de la participación de mujeres y niños en la High Wage Economy y reitera de nuevo que su
perspectiva es global en el sentido de que, a pesar de la imagen de pobreza que rodea al
proletariado inglés de la época, sus niveles de vida eran sin embargo mejores que en el resto del
mundo, sin olvidar que la propia mecanización afectó negativamente a amplios segmentos de la
clase trabajadora (aquí).
La tesis de Allen no se limita además a innovaciones en el sector textil sino que se aplica a toda
la economía desde la metalurgia o la minería hasta la cerámica, entre otros. Su modelo también
explica cómo la tecnología se difundió a otros países únicamente cuando los precios relativos
de la energía, el trabajo y el capital la hacían rentable. Las pequeñas pero numerosas mejoras en
los procesos tuvieron también un papel muy importante en la difusión de la revolución
industrial ya que mejoraron significativamente la eficiencia de la tecnología reduciendo el
consumo de materias primas que eran relativamente caras en otros lugares (la máquina de
vapor, por ejemplo, redujo su consumo de carbón de 45 libras por caballo de potencia a
principios del siglo XVIII a sólo 2 a mediados del siglo XIX). En un artículo precioso, Julio
Martínez-Galarraga y Marc Prat han explicado que el modelo de Allen también sirve para
explicar los orígenes de la industrialización catalana (un resumen aquí).
Es posible por tanto que, aunque los salarios no fueran tan altos como argumenta Allen, la
combinación de los tres factores que él subraya (carbón barato, intereses bajos y salarios
relativamente altos) todavía favorezca a Inglaterra respecto a otros candidatos como Francia o
China. Por lo que sabemos hasta ahora, en lugar de considerar ambas teorías (la de Allen y la
cultural de la Ilustración) como excluyentes, deberíamos subrayar sus varios elementos como
necesarios, pero no suficientes, para el despegue del crecimiento económico moderno. Mi
resumen, sin embargo, no hace justicia a la riqueza de los argumentos que se están exponiendo
a uno y otro lado. Quedamos, en cualquier caso, a la espera de futuras contribuciones no sólo
de los autores y autoras de los que hemos hablado, sino de otras muchas figuras que están
proponiendo otras teorías muy interesantes y que tendremos que dejar para otra entrada (para
los inquietos ver por ejemplo aquí, aquí, aquí o aquí). Este debate es un estupendo ejemplo de
cómo avanza el conocimiento histórico y de lo fascinante que puede ser el proceso. Y, como
no, os lo contaremos aquí en Nada es Gratis.
SISTEMAS DE PRODUCCIÓN
I: LA APARICIÓN DE LA
PRODUCCIÓN EN SERIE
08/04/2011
BY ANDREA
3 COMMENTS
La organización del trabajo taylorista redujo de forma efectiva los costes de las
fábricas pero desatendió los derechos de los obreros, lo que dio lugar a numerosas
huelgas del proletariado que pedían mayores salarios.
La idea principal de Ford era que, si fabricaba coches en serie, los costes de
producción del automóvil se reducirían, lo que permitiría bajar también el precio
de venta y eso haría aumentar la demanda, el mercado y los ingresos.
Los sindicatos pueden ser de tres tipos: sindicatos de trabajadores, a los cuales se puede afiliar
cualquier trabajador; sindicatos profesionales, a los que se afilian los trabajadores de
determinada profesión, como electricistas, carpinteros, o pintores; y sindicatos industriales, a
los cuales se pueden afiliar los trabajadores de una determinada industria, como los del sector
automovilístico o los de la siderurgia. Los funcionarios públicos también pueden sindicarse.
HISTORIA
Los sindicatos surgieron como respuesta de los trabajadores a los efectos más perniciosos de
la industrialización. Los primeros sindicatos se crearon en Europa occidental y en Estados
Unidos a finales del siglo XVIII y principios del XIX, como reacción ante el desarrollo del
capitalismo. A medida que se iba desarrollando el sistema fabril, numerosas personas
abandonaban el campo para buscar los escasos puestos de trabajo de los grandes centros
urbanos. Este exceso de oferta de mano de obra aumentó la dependencia de la clase
trabajadora. Para reducir esta dependencia se crearon los primeros sindicatos, sobre todo entre
los artesanos, que veían amenazada su actividad laboral, y que ya contaban con cierta tradición
de unidad en los gremios. Estos grupos tuvieron que enfrentarse a la oposición de gobiernos y
patronos, que los consideraban asociaciones ilegales o conspiradores que pretendían restringir
el desarrollo económico. Durante el siglo XIX se fueron eliminando estas barreras legales
gracias a resoluciones judiciales y a la promulgación de leyes favorables a la sindicación, pero
los primeros sindicatos no lograron superar las grandes depresiones económicas de la primera
mitad del siglo XIX y desaparecieron.
Tanto en los países democráticos como en los no democráticos los sindicatos se oponían al
sistema capitalista decimonónico, defendiendo otros modelos alternativos como el socialismo,
el anarquismo o el sindicalismo y, tras la Revolución rusa de 1917, el comunismo. A principios
del siglo XIX los trabajadores de las minas, los puertos y los transportes constituían la base de
los sindicatos de la época. En América Latina los sindicatos aparecieron a finales del siglo XIX,
primero en Argentina y Uruguay y algo más tarde en Chile y otros países. La influencia de los
trabajadores españoles e italianos emigrados al cono Sur resultó decisiva en el proceso de
formación del sindicalismo.
SINDICATOS ACTUALES
La principal función de los sindicatos en los países industrializados democráticos consiste en
lograr acuerdos, mediante la negociación colectiva, con los empresarios. Los temas tratados
en este tipo de negociación son muchos más que la mera negociación de horas de trabajo y
salarios, lo que refleja la creciente complejidad de las sociedades industriales, la mayor fuerza
de los sindicatos y el aumento de las exigencias de los trabajadores. En algunos casos, los
acuerdos colectivos especifican con gran detalle cuáles serán los salarios, el número de horas
por jornada laboral, días de vacaciones, las condiciones de trabajo y otras ventajas. En otras
ocasiones, los sindicatos utilizan su poder para forzar la promulgación de leyes a favor de
todos los trabajadores, mayores pensiones de jubilación un mejor seguro de desempleo,
regulaciones sobre seguridad en el trabajo, más vacaciones, bajas por maternidad, viviendas
de protección oficial, seguro médico obligatorio e incluso la creación de tribunales
especializados en temas laborales (magistratura del trabajo) y procedimientos conciliatorios
que protejan a los trabajadores de decisiones arbitrarias. Los principales sindicatos
Latinoamericanos, muy influidos por el marxismo y el anarquismo, elementos de disensión y
enfrentamientos internos, fueron la FORA (Federación Obrera de la República Argentina)
creada en 1901 y la CGT (Confederación General del Trabajo) que se fundó en 1930; el
FORU (Federación Obrera de la República Uruguaya) creada en 1905 y la CSV
(Confederación Sindical Uruguaya) que se constituyó en 1951.