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CAPT ULY z historia de la literatura argentina — colonial: del Renacimiento al Barroco CAPITOLD a PERV Pars. rant Ta historia de la literatura argentina 4 Epoca colonial: del Renaci- miento al Barroco Cada fasciculo de esta Historia seri pre- parado por especialistas, redactado en el Departamento io del Centro Editor de América Latina, y tendra una lectura final a cargo del profesor Adolfo Prieto, CAPITULO constituira, a través de sus 56 fasciculos, una Historia de la Literatura Argentina, ordenada cronolégicamente desde la Conquista y la Colonia hasta nuestros dias. EI material grafico con que se ilustraré la Historia, estrechamente vin- culado con el texto, brindaré a los lecto- Fes una vision viva’ y amena de nuestra literatura y del pals Cada fascieulo sera, 4 su ver, un trabajo organico y completo “sobre un aspecto, tendencia, period o “autor de nuestras' letras. En CAPITULO NO 5: EPOCA COLONIAL: LA ILUSTRA- CION Y EL SEUDOCLASICISMO — LA OBRA CULTURAL DE LOS JESUITAS — LA CORTE VIRREINAL — JUAN BALTASAR MACIEL — MANUEL JOSE DE LAVARDEN — LAS INVASIONES INGLESAS — DE LOS AUSTRIAS A LOS BOR- BONES — EL LAZARILLO DE CIEGOS CA. MINANTES y junto con el fasciculo, el libro LA LITERATURA VIRREINAL (seleccién de textos del periodo virreinal). Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.a Literatura Colonial Del Renacimiento al Barroco ‘La historia de Ia literatura de tos ppafses americanos, y por lo tanto la de la Argentina, posee caractersticas especiales que Ja diferencian en un hhecho fundamental de las literatura europess. En Alemania, Inglaterra, Francia o Espala, estas literaturas acompaiizn con su desarrollo, como sucede en Américe, al desarrollo de Tas nacionalidades. Pero, a diferencia de las literataras americanas, lo hacen también y simultineamente junto con el nacimiento, crecimiento y madurez de sus propios idiomas. Asi, Ia Tite ratura espafiola naco y se desarrolla Simulneamente eon el naciminto y roceso de su propio idioma, el espa~ Fol, Y lo mismo oeurre con Ia inglsa, Ja francesa, Ia alemana o la de cual- mvier otro pais europe, sin que puc~ Fg eames paises orfentales como China 0 Japén. En nuestro continente, en cambio, el idioma espaol, en un momento cle- vyado de su desarrollo, fue ta lengua Ae Tos nuevos pueblos en formaciin, ¥. se convirtid en el idioma nacional fe éstos tina ver liberados. ¥, por lo tanto, en el de la literatura que estos pueblos han producido y producen. Lo mismo sucedié en Amériea del Norte, donde el idioma que habria de ser expresién de su literatura fue fl inglés, para os Estados Unidos, y este idioma, y en buena parte el fran- ‘és, para el Canadé. Esto signifiea quo, en Ta época en que Expaiia conquista y coloniza nuestra tierra, la literatura que se produce en nuestro continente no sea en rigor fotra cosa que una derivacién, un as- pecto, eas! siempre menor y provin- iano, de la espaiiola, Tal cireunstan- tia ha Hevado a muchos especialistas y_ estudiosos, especialmente en los iiltimos tiempos, a excluir de la Iito- ara argentina. propiamente dicha Ja etapa de la Colonia, con el argu- gumento de que la literatura argen- tina solo puede lamarse tal cuando, tuna ver liberada de la metrépolis, sume conscientemente la misién de Carlos I de Espaia y V de Alemanio Renacimiento y Reforma Cronolégicamente, el Renacimiento designe el periode histérico que va desde fines del siglo XIV hasta fines del siglo XVI (aun cuando pueden discernirse claros antecedentes en el siglo XILL, y iss persistencias en el siglo XVID). Se ica en Italia, donde logra sus més altas expresfones, y en soguida se expande por toda Europa. Lo infunden, esencialmente, un sentimiento y una voluntad de renovacin total de concepeiones tedricas y modos de existencia, Postula como ideal el retorno a las formas y valores de Ia cultura clisica grecolatina —pagana— por juzgar que ésta correspondié a la més feliz realizacién del destino humano en Ta tierra, La sctitud se proyecta sobre los campos filoséfico, politico, religioso y artistico. En el plano filos6fico y politic, sienta las bases del pensamiento modemo: el humanismo —que coloca al ser humano en el centro de las ‘concepeiones que le ataiien como cexistiendo en este mundo—; el naturalismo —que juzga al hombre como un ser natural, y alas sociedades como productos hhumanos—; el historicismo —para el ‘cual Ia historia constituye 0 envuelve Ia lcacién de las cosas humanas, © dicho de otro modo, que Ta naturaleza de ésta esti totalmente comprendida fen su desenvolvimiento, y el valor de las mismas cifrado en sus origenes. Al sentar esas base, el Renacfmiento puede ser definido como el periodo en {que se pasa de la interpretacién teolégica medieval a una interpretacién ‘entifiea moderna de Ia realidad, Pero es en el plano del espiritu religioso, donde el Renacimiento implicara un hecho de espeeifica trascendencia para Ia historia de la cultura americana: Ia Reforma. Esta se inicia originalmente fuera de Italia, y en seguida se extiende por toda Europa como las dems expresiones del Renacimiento, La Reforma ataca de frente el orden de todas las eoneepciones de “Ia tradiciéa” Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar 7 medieval en materia religiosa, y propugna en este ambito el retomo de los sacramentos a tres, el beutismo, Ia penitencia, Ia eucaristia; 1a justificaciém y salvacién del individuo por la fe, sin hecesidad de intereesi6n institucional ‘© profesional (de Ia Iglesia) ln facultad de libre examen de los textos sagrados ala luz de los dictados de Ia concieneia individual guiada por la razén natural. El espiritu del Renacimiento cunde ‘en Espaiia lentamente para alcanzar su plenitud desde el primer tercio del siglo XVI con rasgos muy propios que Te presta In poderosa personalidad histérica de ese pueblo. El gobierno politico de Espafia ha pasado de manos de los Reyes Catélicos, a quienes hhabia cabido el honor y la gloria del Descubrimiento de América, a manos de Ta casa de Austria, a la que cabré el hhonor, la gloria y el provecho de convertir a Expafia en el mayor imperio de su tiempo, el imperio en cuyos horizontes “jamés se pone esol", y de acometer y consumar Ia miyor empresa de conquista y colonizacién que registra storia humasia: Ia conquista y colonizacién de América, La ingente paribola abarea casi todo el siglo XVI ¥ gran parte del siglo XVI, y oincide con un estupendo florecimiento de las letras y las artes dentro del territorio nacional, que permite designar quella etapa con el nombre de Siglo de Oro espafol. Fl Siglo de Oro otorga a a historia de la cultura ‘universal las mayores medidas que ha podido alcanzar hasta el presente el zenio hispano, en personalidades singulares, fen profundidad y abundancia creadora, en perfecciones del idioma. Felipe II expresar los propios ideales y anhelos de tipo nacional. Sin embargo, subsiste el hecho de que este fendmeno —el trénsito de una literatura colonial espafiola a una ar- gentina con vistas a asumir una fiso- nomfa propia— no se produce de golpe, ni por arte de magia, ni por el individual y deliberado propésito de alguna personalidad genial. Sino que, al contrario, es la resultante de un proceso de diferenciacién —que por supuesto incluye el ling®stico— que serd justamente el que la com duzea a una emancipacién de Ia lite ratura de la madre patria. Y como ademés el idioma de que se vale no dejar de ser a su vez, por sutiles y amiltiples que sean sus’diferenciacio- nes, el idioma de Espavia, es imposible comprender en su conjunto nuestra literatura si no se estudia también stu pasado colonial y espatiol, durante el cual, precisamente, se van ins fen nuestra frea cultural los géneros literarios que son propios de Espafia y de Europa Los origenes.—Podemos de pues, que los origenes de a literatura argentina se remontan a aquellos mo- ‘mentos en que, como una rama de Ja literatura espafiola, empiezan a desanollarse en estas tierras los dis- tintos géneros literarios. Debe com- prenderse a este respecto un hecho importante: estos géneros, que han madurado en Espafia nada monos que en su Siglo de Oro, no seguirin entre nosotros con su tnisma madurez y excelencia, sino que, en clerto modo, tendrin que volver a nacer de nuevo. Esto, porque en literatura los géne- ros y las formas no se usan abstrac- tamente, como una herramienta ya dada de una vez por todas; por el contrario, cada creador debe reasu- mirlos, por decirlo asf, de suerte que se adapten a los nuevos contenidos que su pais quiere dessrrollar. Ya se ha hablado de esto en la In- Archivo Histdrico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar troduoeljn. También 2 la cfrcunstan- cia que“hace de toda la Colonia y el primer siglo de nuestra dencia, un solo periodo en realidad, pues en él, bajo el sigmo comin de ta literatura de acento preferente- mente épico que responde e grandes {deales colectivos —primero espaoles, después argentinos—, s0 produce este Gesarrollo de los géneros hasta mani- festarse, hacia 1880, en un estado de inicial madurez. S6lo entonces cont ‘mos con una lirica, una dramética, ‘una narrativa y una prosa organizadas ya en sus actitudes espectticas. Nos corresponde ahora ver cbmo y bajo ‘qué caracteristicas fandamentales se inioia en la Argentina este proceso. Desde un punto de vista cultural, tanto el descubrimiento de Am como la Conquista y Ja Colonizacién son hechos que corresponden al Rena- cimiento espafiol. Este movimiento, que en la peninsula fue solo una faz: del Renacimiento europe, esti extre- chamente unido a otro de tipo reli- gioso: la Reforma. Seria imposible omprender las. primeras manifesta- ciones literarias que se producen en ‘América, si no se tuviesen en cuente e308 dos factores. Lo mismo, sucede, naturalmente, con el Rio de la Plata. Renacimiento y Reforma son los sig- nos eulturales bajo cuyo influjo se desarrollar4 este primer momento de nuestra literatura colonial, a través de todo el siglo XVI. Asi como Ba- rroco y Contrarreforma presidirin las formas literarias del siglo XVII y par- te del XVIII, siguiendo puntualmente el ritmo de les influencias gue so van sucediendo en Espatia. En lugar apar- te, se dan las caracteristicas esencia- Jes de estos movimientos. Correspon- de ahora aproximarse a las primeras ‘producciones literarias que constitu- yen los antecodentes espatioles de Ia literatura argentina, Todas ellas estan fncluidas en el periodo de la Con- quista y Colonizacién del Rio do la Plata, y se inspiran en sus hazafias, sus tragedias, y sus ideales. Archivo Historico de Revistas Ar gentinas | www.ahira.com.ar7 Algunos eruditos han afirmado que las letras coloniales no j parte de la literatura argentina propiamente dicha, Sing que son un apéndice de la espaioa, Sin embargo, par evidente que la conquista de un idioma y de una temdtica singulares no es repentina. Se trata, mds bien, de un largo proceso de formacién, en el cual la época colonial tiene wn importante papel. Puerto Deseado, Santa Gruz (grabado de 1578) 76 El pe jer poema: Luis de Mi- randa, —Precisamente, el primer ac- to de la conquista espafiola en el Rfo de la Plata quedé documentado en ima pieza pottica. La fundaciin de Buenos Aires por el adelantado Pedro de Mendoza en 1536, dio tema a esta pieza que se convierte ast en el pri- mer poema escrito eu nuestras tie- ras, y por lo tanto en el primer ante- eedente de nuestro pasado literario hispinico, Se trata de una breve com- posicidn en verso, que suele desig- narse hoy con el titulo de Romance Blegiaco, y de la cual es autor el sol- dado y clérigo Luis de Miranda. Espafiol de origen, Miranda habia si do soldado del emperador Carlos V fen Ja guerra de Italia, hacia 1527. Poco después ingresa en la carrera ceclesifstica, y forma parte en caric- ter de clérigo de Ia expedicién del adelantado Pedro de Mendoza al Rio de Ia Plata. Tendria entonces més de treinta afios, Asiste con las fuerzas de Mendoza a la primera fundacién de Buenos Aires, en 1598, y perma- nece en este Ingar cuando el Adelan- tado regresa a Espatia, en cuyo viaje muere minado por la’ enfermedad y Jas terrbles pemurias sufridas. Mi- anda participa, pues, de los sacesos frigicos que acompatiaron esta pri- ‘mera fundacién de Buenos Aires: el hambre, el asodio continuo do los indios, las atrocidades que otro ero- nista de la époce, el alemdn Ulrico Schmidel, dej6 relatadas en una eré- nica que seré estudiada a su tuo, Miranda permanece en este trigico poblado hasta 1540, en que sus habi tantes resuelven incendiarlo y aban- donarlo. Es uno de los hombres que se opone a esta medida, pero Ia fuer- za de los hechos le obliga a acatar esta decisi6n y a partir, con los demas miembros de la expedictén, hacia el Norte. En 1541 se encuentra en Asun- cién, donde, a la Hegada del segundo Adelantado, Alvar Nitiez Cabeza de Vaca, es designado capellin. Cabeza de Vaca encuentra resistencia entre los primitivos pobladores, quienes tra- ‘man contra él una conjuracién cap- taneada_por los partidatios de Do- mingo de Trala. Son en realidad os amados "Oficiales Reales’, o también Jos *tumultuarios” 0 “Ios comuneros”, Y representan a los antignos poblado- 10s, los conquistadores de la época, que fe sienten con derechos de prloridad y se resisten a ser des- plazados por los rocién venidos. Mi anda se pone de parte de Cabeza de Vaca. Triunfante Irala y enearcelado Cabeza de Vaca, Miranda es despo- jado de su capelianfa y encerrado él también en Ia _prisién, donde pase algiin tiempo. Es probable, aunque no seguro, que aiios. después regre- sara a Espatia, en donde debi6 de haberle sorprendido Ta muerte en 1572. Ningiin documento de la época lo recuerda como poeta. En cambio, es meneionado en su condicién de clé- rigo y de “leal” a Cabeza de Vaca, EI propio adelantado, en su memorial presentado ante el Consejo de Indias, recuerda a Miranda tal como lo harfa su seeretario, Pero Hernéndez, re- ddactor de las memorias de su jefe. Del mismo modo proceden Martin del Barco Centenera y Ruy Diaz de Guz- rmém, los autores del poema La Ar- ‘gentina y de la erénica La Argen- tina Manuscrita, respectivamente, que ‘constituyen dos piczas importantes de teste periodo, y que serin estudiadas ‘més adelante, En ambas obras. se menciona a Miranda como lérigo, pero no como poeta. Sin embargo, seré en esta condiciin como la pos- feridad rescatard su nombre, para indluirlo en la historia de nuestra teratura en calidad de precursor del ‘género jpoético en el Rio de la Plata, dlebido precisamente al ya eitado Ro- mance Hlegiaco, su tinica obra lite- aria conocida, Se cree que fue escrita hacia 1546, ‘cuando Miranda residfa afin en Asun- cid, El recuerdo de los horrores vividos, ennegrecidos mis atin, sin Auda, por los sucesos posteriores, in- funde en el dnimo del poeta la cer- Syne acs S.A epi 9 ma “aed ag Lae emir eign af ve Pégina del “Romance” de Miranda Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar 7 El autor del primer poema escrito en el Rio de la Plata, Luis de Miranda, fue capellén del segundo Adelantado, Aloar Néftez Cabeza de Vaca. No es un caso aislado: todos los cronistas 0 poetas de ese periodo desemperiaron cargos oficiales mds 0 menos fmportantes, y vivieron con intensidad la etapa de la Conquista tidumbre de que la empresa conguis- tadora del Rio de la Plata transcurre presidida por un signo funesto. Tal Jmpresin es traducida en e] Romance mediante el recurso de alegorias Ja manera renacentista, en este cas0 de sentido directo y algo ingenuo. Miranda presenta aqui a: nuestra tie- ra (ya Ja empresa de la conquista) bajo la imagen cle una mujer fatal, en euyos brazos sels varones esforza: dos encontraron ya la muerte, desleal exposa o manceba voluble, viuda te- mible, al fin, que solo, “un marido abio, fuerte 'y atrevide” podria do: miner. Por supwesto, el tal “marido” dlebia ser un conguistador que supie- ra retener Ia ciudad. Debleron pasar uarenta afios para que apareciera teste conguistador, en la figura de Juan de Garay Peso a lamarse “Romance”, el poema del padre Miranda no se ajusta a la forma tipica del género. Esth escrito cen cuartetos octosilabos de pie que- brado, manera que solia gozar de las preferencias de los trovadores medie- ales, y que Jorge Mancique, en la Famosa clegia a la muerte de su pa- dre, habia levado poco antes a su mi- ‘imo prestigio, Puede suponerse que Miranda adopté esta estructura para su Romance, debido 2 que vio en ella una forma adecuada a la inten- cién elegiaea que imprimié asus Yyersos. En cuanto a Ios versos en sh Son de escaso valor poético. Mis que tina elegia el poema es una erénica imada de un versificador aficionado. ‘Todo lo cual no impide que el Ro- mance Elegiaco merezca un sitio se- falado en la prchistoria de nuestra Titeratura, debido no solo al lugar que Te corresponde cronolégicamente, da- do por su casi simultaneldad con la primera fundacién de Buenos Aires, Sino a estos tres motivos esenciales 4) porque el tema atafio, por primera yer, a la regién del Plata, y porque Fac eserito en estas mismas tierra. 1) porque si bien el tema era histé- rico, se eigié el verso y el tono ele- ©) porque a figura alegbrica que muestra a nuestra tierra como a una iujer seductora pero peligrosa, inau- ura una imagen que'seré més ade- Tene repetida con frecuencia on la Tica rioplatense. Pero Hernindez: la primera cré- nica rioplatense, — Muy ‘poco des- pués de este priner, testimonio lite- fio rioplatense de Miranda, 1a con- Guista de esta parte do América Contarla con su primera exéniea. Su tutor es un amanuense, el secretario traldo por Alvar Niiez Cabeza de Vaca, segundo Adelantado del io de la Plata y sucesor, por lo tanto, de Pedro de Mendoza, ba circunstancia de que la literatura colonial sea en rigor la obra de eseribientes debe fenerse en cuenta para comprender el débil nacimiento de la literatura Hioplatense. No otra cosa que un escribjente era este seeretario a- mado Pero Hernandez, andaluz de poco menos de treinta afios de edad fn la época de s Hegada al Plata con Cabeza de Vaca. De regreso en Es- pana, redacta on 1554 tuna narracién del viaje y de lo acontecido en Amé- riea durante los dos afios que duré fl adelantado de su jefe, Con el titulo de Comentarios de Alvar Néiez Ca beza de Vaca, obra publicada en Va- IIndolid en le imprenta de Francisco Femdndez de Cordoba, en 1555, su narraclén pasa a ugregarse a los e&- lebres Naufragios en que el propio Cabeza de Vaca habia relatado la tré- gica expedicién de Panfilo de Nar- vez a la Florida Es muy probable que Peto Hernéndez haya titulado “Comentarios” a su obra, siguiendo el ejemplo de los elsicos Iatinos. En ella, adelanta al lector que su crOnica serd no solamente el tes- timonio de los hechos ocurridos en ‘América, sino también lo que éstos signiticaron desde el punto de vista Ge su propio juicio y opinion, Juicio ‘que n0 podia dejar de ser parcial, ppucs os ‘Comentarios aluden al con- Ficto planteado por viojos pobladores oar Nioiex Cabora de Vaca, iaco para evocao. Archivo Historico de Revistas Argé ntinas | www.ahira.com.ar ‘apitaneados por Inala all Adelontado, del cual Pero Hernéndez era un sionado defensor. Comparte con Mi- randa la adhesiéa a Cabeza de Vaca, y como Miranda, es enviado a Espatia. Junto con su jefe. En el fondo, escribe tuna defensa y un panegirico del Ade- lantado, Pero siesta parcialidad puede debilitar el valor histérico de su obra, en cambio no afecta para nada su valor literario, ya de por si minimo, al que en todo caso, y por el contra: rio, favorece. Pues i pasiin sirve menudo para enriquecer la expresi6n formal. Los Comentarios no mencionan ex- slasivament los sucesoe politicos que presencié 0 que le fueron contados. Incluyen observaciones de ambiente, jones de cosas vistas, que en su faz literaria constituyen, ex reali- dad, las primeras expresiones na tivas, si bien aisladas y fragmentarias, de Ia prosa rioplatense, Resulta, por Io tanto, excesivo desechar en bloque Ia prosa de Hernindez.tildéndola de “notarial”, como han hecho algunos historiadores de nuestra literatura Los cronistas viajeros. — Durante el siglo XVI, los eseasos testimonios cscritos de la vida y la historia del Flo de Ia Plats se completan con Tas obras defadas por viajeros que de un ‘mode 0 de otro recorricron estas te- tas. Uno do ellos, soldado también, como Miranda, de la expedicién de on Pedro de Mendoza, eseribi6 una obra de extensa denomincién que $0 eonoce hoy con el titulo abreviado de Viaje al Rio de Ia Plata. Su autor, Ulrico Schmidel, era uno de los voluatarios de nacionalidad stamina us icién de Mendoza. De regreso en 5 patria, eacbi6 en a om natal festa crénica que ex Ja primera na- Fes aassysabe item coe aqua empre- St. De abt que los listoriadores la- men a Schmidel “el primer cronista del Rio de Ia Plata, priordad que le corresponde cronolégicamente, Dues Archivo Histdorico de Revistas Argentinas Edicién de los “Comentarios” de Pero Hernandez La tierra “desencantada” 1La hazafia espafiola de la conguista no se realiza en nuestro continente all nism tempo ni tiene en todas partes Ja misma magnitud épica. Por ejemplo, en el Rio de la Plata se inieia cuando ya se habia consumado la conquista del Peri, y, lo que es particularmente sgrave, buscando otro camino para aleanzar el mismo objetivo que ys se habia logrado en aquella: es decir, el logro de fabulosas riquezas. Finalidad que implicaba, en cierto modo, un empefto tarifo cuya inutilidad no tardard en ponerse en evidencta, En cuanto a la magnitud épica de Ia ‘empresa espafiola, ésta se vio determinada por Ia talla del enemigo que debié ‘enfrentar. Enemigo que dinicamente,en Pert y México consistié en “imperios”, politica, militar y culturalmente forganizados, que en algunos aspeetos no ‘eran nada inferiores al propio conquistador. En el resto del continente, fen cambio, afrontaron a un enemigo Aebil, Asi ocurrié en estas tierras, onde el invasor tropezé no con imperios sino con masas semibarbaras y dispersas, fen estado todavia tribal, euya. capacidad béliea poco podia contribuir a los relieves épicas de le empresa, Aunque Dastaron, por cierto, para poner a prueba el coraje de quienes sevatrevian a desafiar poco menos que a ciogas un destino incierto, ‘La primera expedicién del Adclantado don Pedro de Mendoza, fundador del Puerto de Santa Marfa del Buen Ayre + ‘en 1536, habia resultado al fin un verdadero fracaso, Enfermo, derrotado, regresa a su patria dejando su precaria fundaeién en manos de sus compaferos de armas quienes muy pronto jazgin que ro vale Ia pena sostenerla y Ia abandonan para seguir viaje al Norte, tras el flusorio sefiuelo de las Sierras de Plata, fabulosa riqueza que In leyenda atribuia Ae ae acca ae el mismo suefio de Eas expediciones siguientes, del segundo www.ahira.com.ar 79 / Adelantado Alvar Néjiez Cabeza de Vaca y del tercer Adelantado Ortiz de Zérate, avanzan hacia este rambo de riquezas sofiadas, sin arrojar, fen todo un cuarto de siglo, un saldo mis favorable que la primera. Se empez ‘a comprender ya que el provecho posible de la empresa no aleanzaria Jamis a compensar los sacrificios y esfuerzos que demandaba, Esas riquezas ‘se mostraban ya como un engaiio, una especie de encantamiento que habia hecho del conquistador una erédula victima, Sin embargo, Ia empresa puede yy debe continuar con nuevos fines, Apartindola de una vez por todas de aquel mito falnz que habla. guiado f eiegas las primeras tentativas. Lo dice con clarividente precisién el conquistador Nufrio de Chavez, hombre ‘sin duda que no solo estaba persuadido de que Ta quimera de “Ia plata” no er mis que una quimera, sino que ademas era altamente peligrosa. “Aunque no se siguiese ofro interés dice Nufrio de Chiver— ms que el de desencantar la tierra, cera (este propésito) de gran servicio de su majestad, pues de este bien resultarfa cuando menos que ‘otros no se perdiesen y cesaria esta demands.” “Desencantar” la tierra. Despojarla de esa fabulosa ilusién que justamente habia dado sw nombre fa las tierras y el rio de Solis. A partir de aqui, In empresa espafiola en esta parte de América cambiard de sentido. Y ya desde las primeras obras que se escriben en este suelo, desde aquel Romance Elegiaco de Miranda hasta La Argentina de Centenera y de. Guzman, Ia literatura dard testimonio de esta ilusién y este desencanto. Archivo Histdrico de Ulrico Schmidel su libro, publicado en 1567 en ale- man y muy pronto traducido al latin y después al castellano y otros idio- mas, sélo podia tener como prece- Gentes el poema de Miranda y los Gomentarios de Pero Herdndor, ceayo asunto, por otra parte, esté cen ‘ado en Asuneién, Ulrico Schmidel estaba lejos de ser um historiador y menos ain un. eseri= tor. La investigacién histirica ha ve- rificado 0 rectificado, segin los ca- sos, sus referencias geografiens 0 et- nogrifias, asi como los episodios que narra, cast siempre exagerados eon el fin de magnificar la propia hazafa La obra constituye en realidad una ngenua, directa y escueta narracién de hechos acontecidos dos décadas antes, en un escenario remoto, Abar- ‘ean los veinte atios que el soldado onista pas6 en estas tierras, asi que en cierto modo su asunto no es otra cosa que uma antobiografia, Comienza rnarrando las vicisitudes de Ia fandaeién de Buenos Aires, cién en el poblado sitiado a sangre y fuego por los indios, Ia hambruna te- rrible sufrida entonces por los. ex pedicionarios y que dio por resultado atroces casos de antropotagia. En se- ida pasa a narrar sus viajes por agua en busca de provisiones, las Ichas contra los indios Carios, y la toma de Lambaré. Relata luego su participacién personal en las Iuchas eiviles del Paraguay, en las que toma partido por Irala, y’ su naufragio en San Gabriel, una ineursién a Ia tie ra de los indios Payaguds, y un he- cho guerrero en Ia guerra de Tabaré, nombre este sltimo que mucho tiem- po después serla tomado por Zorilla, de San Martin para su conocido poe- ma, Siguen asi sus aventuras, entre las que deseuellan su expedicion con Hemando de Ribera al interior del comtinente en busca del fubuloso rei- no de las Amazonas, y su travesia del Chaco hasta el Peri, donde describe Jes tribus salvajes y sus costumbres ris insOlitas siempre con un lefguaje ue revela una personalidad de tem- Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar EI titulo de la obra de Schmidel La obra del viajero y soldado alemén Ultico Schmidel, tenta originalmente un titulo formado por un largo pérrafo, tal ‘como se acostumbraba en Ia épocs, en que los libros solian llevar titulos analiticos que anticipaban Ia naturaleza y Ins intenciones de la obra. Veridica descripeién de varias navegaciones, como también de muchas ppartes desconocidas, islas, reinos y ‘iudades —también ‘de muchos peligros, ppeleas y escaramuzas: entre ellos y Jos nuestros, tanto por tierra como por mar, ‘ocurridos de una manera extraordinaria, ‘asf como de la naturaleza y eostumbres horriblemente singulares de los antropfagos, que nunca han sido descriptas en otras historias 0 crénicas, bien registradas 0 anotadas para utilidad pablica, por Ulrich Schmidel de Straubin. For cierto que el propio titulo constituia en este caso un cabal ejemplo del estilo literario del autor. Edicion principe del “Viaje” (Francfort, 1567) “Archivo Historico de pperamento algo rudo, crudamente sen- sual, y de una inteligencia totalmen- te desprovista de cultura literaria. Pero por la misma naturaleza de los hechos evoeados —reales o imagin rios— no hay pagina que no atraiga poderosamente Ia atecién del lec- tor, quizis con més intensidad que Ja que habria sido propia de un tex: to especificamente literario. Este rasgo es comin a este tipo de cerdnica. Poco después de estas fechas, un fraile espafiol, que recorrié buena parte de estas tierras, dejaria a su vez tuna obra que constituye uno de los documentos més importantes de la época. Fray Reginaldo de Lizérraga. — Se trata de una obra titulada:”Des- cripeién breve del reino del Pert, Rio de'la Plata y Chile, 0 Deseripcion breve de toda la tierra del Perd, Tu- ceumén, Rio de la Plata y Chile, cono- ida también con el titulo abreviado de Descripeién de las Indias. Su au- tor, el fraile Reginaldo de Lizkrraga, habfa nacido en Espatia hacka 1545, segtin el propio Lizdrrage en Mede- Iiin, y a los quince afios ingress en Ih orden de Santo Domingo cambian- do sn nombre verdadero de Balta- sar de Ovando por el que ha pasado a la posteridad. Su biografia —que puede entreverse nitidamente a tr vés de su obra~ lo presenta viajan- do todavia joven a América, reco- rrfendo gran parte del Virreinato del Pert, luego Tas provincias del Rio de la Plata —entonces dependientes de Lima y destinadas a convertirse més tarde en Virreinato del Rio de la Plata y la capitania general de Chi- Te. Estos viajes, sin duda efectuados como visitador de los conventos do- minicos, se van cumpliendo a medida que el fraile Lizirraga realiza a su vez una brillante carrera eclesidstica ue, no sin serios inconvenientes, lo encumbrarin al obispado del Rio de Ia Plata, Aunque su muerte, acaecida segiin Ricardo Rojas en Asumcién en Revistas Argentinas 1615, pero. mfs probablemente on Buenos Aires hacia 1600, Ie Smpedird sumo en propiedad. Sus viajes a través de pampas, ¥ montalas, los realizb yaa ple, & {alpllo o eu mula, cuando era prec S,"o en su miyor parte en carretn tirada por. bueyes. Nunce, al. revés de ouce cléiges, acompatiando pediciones de. conquista. 0 sometido Sfetare de ipo polio o altar ato le permitio jugar y observar on toda Ibertad Ins eosa® que vela © fos sucesos y personas que le tocé onocer, Pado asi adentrarse mas que tluos eronlstas en los aspectos impor- tantes de la realidad socal de su tmomento, Tanto, quo en realidad es Sl pimero, en Aintrica, en denunelar dos hechoo de suma trascendencia Ye ln degradaclén moral del Indio por cansa de la conquista; 2 el des- Perso gencral de las aptitudes éeas y prdcticas en los desoendientes del Conquistador or ot pat ol padre Liscrage se revela en su obra principal ~se Suibuyen tambien tratados teoldaicos aque se hebrian extraviado~ como na frador amenfsimo, de lenguafe sobrio preciso, y dotado de. un certero Sento do Ia angedote o al rasgo sg- nietv, Cao bay wna sol pe fina do. este cronista_ que. no. dex- pierte adn hoy, a cuatro silos do Aistancia, un vivo interés en el lector. selyas El poema La Argentina, — Algu- howler etas do Gus el pedo Lik. raga muriese en América se publi- caba en Lisboa, exactamente en 1602, tun extenso poema titulado: Argentina y conguista del Rio de Ia Plata, con atros acaescimientos de los Reynos del Perd, Tucumén y estado del Bra- sil, Su autor, el arcediano Martin del Barco Centenera, nacié en Espatia, hacia 1545 (Ricardo Rojas da como fecha de nacimiento 1595), y Heg6 al Rio de la Plata con la expedicién del tercer Adelantado, don Juan Ortiz de Zérate, en 1572. Tenia, pues, menos www.ahira.com.ar Y CONQVISTA DEL RIO Mitamraietepatsatonstecmony ta ‘ncalapers rcduno deena ce Cm ae rns “Wirt | | ARGENTINA g Primera edicién y pdgina final de la “Argentina” de Barco Centenere CANTO XXII 330 Aga quers dello promeinds Entra ports cofacmay gulofes, Dae ey en mi vee. componicnd, Del Argentino Rena bersefer ‘Batales,gu el Dios Marte vatecende, Congaiftes ynatiassantefes, Legare dicho ydezereexrifoptrs, Submito al fant Offioyfutenfea, Gloria Dios. Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar * de treinta afos entonces. Permancceré Veinte ex la regié. A su legada pudo comprobar hasta qué punto, era ya inreduetible el conflicto entre los “vie- jos pobladores” y los recién ventdos, y entre los espatioles y los “mance- bos de la tierra”. Coherentemente con su condicién de reclén llegado, Cen- tenera toma partido contra los viejos pobladores. Designado comisario del Banto Oficio, aleauza altas dignida- des en la jerarquia eclesistica. Am- bicioso y Aspero en su conducta poli- tica, resulta también vulnerable por si conducta privada, pues no. tarda fn conquistar fama ‘de mujeriego y fafecto a la bebida. Todo esto hace que se le destituya desu cargo en Santo Oficio, luego de To cual se adica por temporadas en Asuncion O bien en otras cludades del virrei- nto, Se ree que comenzé a escribir su poema hacia 1580, y que lo con- tluyé en Espafa, luego de su regreso la penfnsula, en 1593, Sin em- bargo,. hay testimonios de que en este aio se encontraba atin en Bue+ hos Aires, pues en esa fecha solicita al Gabildo de esta ciudad que se Tevante una informacién sobre sus servicios prestados en la regién del Plata, Si no regresé a la peninsula ese mismo affo, debié hacerlo al si gulente, pues existe una gestion suya de retiro para_ su vejez, efectuada fen Espatia en 1594. Se da por descontado que la idea de llamar Argentina a la empresa de la conquista del Rio de la Plata debio surgir en la mente del arcediano por imitacién de Ercilla, quien habia t- tulado La Araueana a su famoso poe- ta, conocido sin duda por Cente- era. El término “argentina” proce- Gia colteranamente, como lo exigia fl gusto del naciente barroco espa- fol, del latin argentur, quo significa plata, Se hacla, de este modo, alu- fin a las supuestas riquozas que Jos conquistadores buscaron en. las montasas y arenas fluviales de esta Tegién, hecho que esta expresado sin Alonso de Ercilla Los conflictos de clases y de generaciones originados en la colonia —entre los “primeros pobladores” y los que legaron més tarde; luego, entre los espaiioles y los nativos de estas tierras— se reflejaron, con vigor indudable, en Ia literatura de aquella época Rasgos de la Colonia ‘Las primeras obras inspiradas en los temas de Ja conquista espafiola en el Rio de Ia Plata fueron eseritas cuando prdcticamente habia concluido esta conquista, y se iniciaba la etapa de Ia colonizacién. Mientras tanto, se habian produeido nuevos hechos que contribuan a dar contoros muy particulares @ Ia empresa espaiiola en ivaban en primer ircunstancias siguientes: ‘que mientras la corriente conquistadora rioplatense se empefiaba en avanzar hacia el Norte guiada por la meta {deal de las “sierras de Ia Plata”, Ia corriente conquistadora peruama, que ya habia alaenzado el tesoro de los ineas, se mostraba empefiada en descender hacia el sur, en busca de sna salida al Atléntico. ¥, curiosamente, esta salida se situabs en el mismo lugar donde don Pedro de Mendoza habia fundado muchos aos antes el “puerto” ‘que Ia corriente rioplatense habia abandonado a partir en pos de a quimera de Ia plata... Solo en 1580, cuarenta afios después de la despoblacién del puerto del Buen Ayre, don Juan de Garay, uno de los paladines de la primera hora de Ia expedicién rioplatense, recobraria para ésta In gloria y el honor definitives de la refundacién de Buenos Aires. Cortando a la vez de este modo el paso alos designios de la corriente peruana 4que anhelaba para ella ese mismo hhonor y esa misma gloria Otro hecho nuevo, sobrevenido en el ‘eurso de ese extenso lapso, era acaso mis arduo. Se suscitan dos enfrentamientos {nternos, por decirlo asi, en el seno de la clase conquistadora. Son los siguientes: 1.—EI antagonismo entre los “antiguos pobladores”, como se lama a los sobrevivientes de Ia expedicién de Mendoza Megados en 1535, y los “nuevos”, como se lama a los Hegados con las expediciones de Alvar Niiiex (1542) y Ortiz. de Zérate (1572). Los primeros, defienden sus posiciones ante los recién egadlos, a quienes tienden a ver como gratuites usufructuarios de la ‘eonquista duramente logrado por ellos, 2. —Fl de una clase nativa, erillos © mestizos, hijos, en primera generacién, de Ios conquistadores. A estos eriollos se les Tama “maneebos de la tierra”, y empiezan ya a erguirse ante sus progenitores con jnfulas y pretensiones propias. Sin embargo, esta nueva clase se mostraré en general mis enemiga de Jos “nuevos” que de los “antiguos”, y a la vez més préxima y accesible a las rmasas indigenas. Lo primero, porque los antiguos pobladores son en realidad sus padres, legitimos 0 ilegitimos; y Jo segundo, porque las madres de muchos de ellos son precisamente indias, Sobre estos ejes girard la politica colonial y sus luchas internas durante mucho tiempo. Y estas Tuchas se verin reflejadas en la literatura de Ia época, ‘escrita primero por espaiioles miembros de quellas clases de antiguos o nuevos pobladores, Iuego por los mancebos de Ia tierra, Es verdad que estas obras, por su idioma y estilo, pertenecen de un modo tipico a Ia literatura espafola, Pero también es verdad que ya Ilevan en si, en cuanto se refieren no solo a los hechos ocurridos en cesta parte de América sino a las rmodificaciones particulares ‘que sta realidad les impone, elementos ‘que podemos lamar “auténticas” y que los vinculan directamente con la historia de la literatura americana, Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar ; ; Archivo Histdérico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar % La obra de los cronistas viajeros consigue atraer la atencién: del lector, no precisemente por la calidad literaria de los textos —muchas veces primitioa—, sino por el interés histérico de los episodios que evocan y la vivacidad y frescura con que penetran las costumbres y el paisaje de una tierra desconocida. Segunda fundacién de Buenos Aires por Juan de Garay ugar a dudas en una de Jas primeras estrofas de su poema: y aunque usd este nombre por respeto fun her ita a rims te ue jor grand t2s0r0 tlgtin tiempo de plata all, y de oro. Curiosamente, Centenera debia pasar a Ia posteridad no por sus versos “que ya en el ejemplo dado revelan su mediocridad— sino por Ia utiliza cién del término “argentine” que, con el tiempo, terminaria por nombre @ nuestra nacién. Pero inci- dentalmente, este mismo nombre, que de alguna manera parece un eco del ariterio adoptado por Ercilla para titular su poema, encerraba ya una significacién que revela claramente a diferente intencién de cada poe- ta, Mientras La Araueana alude por si mismo a la presencia de razas ‘borigenes, cuyo herofsmo serd can- tado justamente por el poeta para orgullo del conguistador, la Argen- tina sugiere de inmediato lo ilusorio de un sefiuelo ofrecido al conguiste- dor en tierras que no son otra cosa aque un trénsito hacia una vana meta, y en la cual viven tribus casi fan- tasmales por lo desorganizadas y dis- ppersas en las soledades inmensas. Si La Araucana habia sido el reflejo del momento culminante de los ideales €picos de conquista, La Argentina, en ‘cambio, escrita y publicada unos de- ‘cenios después (las tres partes de La ‘Arayeana te publcaron en 1540, 1578 1589, respectivamente, y la obra Sompleta en’ 1592) aparese en un trinsito histérico muy singular, aca- 30 (inico,en los anales del continente: cuando iio slo se habla “desenean- tado” la tierra, esto es, desengaiado el conquistador de sus ilusiones de riquezas metélicas, sino cuando habia cundido en el énimo general el sen- timiento de que la empresa espafiola en estas tierras habia fracasado y cstaba presidida por un signo aciago. La forma: El poema, compuesto por mis de diez mil versos endecasila- hos. dispristos en octavas reales y dividido en 28 “cantos’, refleja, sin contar la utilizacién del mismo siste- ma métrico, evidentes influencias de La Araucana. Esto no significa nece- sariamente que el arcediano haya pre- tendido emular con su mediocre poe- ma la notable epopeya de Ercilla. Pero la presencia del modelo elegido se hace manifiesta a cada instante. Difiere, sin embargo, explicitamente, fen sus pretensiones poéticas, Cente- nera lama “historia” a su. poema, ‘como si quisiera avalarlo en primer término ante el lector por la veraci- dad de los hechos que evoca, y que perteneoen a la érbita de los sucesos narrados por Schmidel, Miranda o Hemindez. Parece dificil de enten- der el motivo por el cual Gentenera lige la forma versificada para né sar aoontecinientos que més ben o> rresponden a la prosa histdrica. Y el lector queda asombrado ante la te- nacidad, la ausencia de tode con- cepto pottico, la total ineptitud lirica con que el arcediano despliega su gxtenso poems, que a vous se evade le la veracidad propuesta y se des- liza a lo fantéstico, como sucede con Ia famosa estrofa donde relata el es- panto de una doncella perseguida Por tm monstruo marino: Un pece de espantable compoture 2 droped gore se ‘bide ella huyend en ana lar ee oe cteimreameriene El pece la slew; To vin entra femblando esd de miedo con Bren duclo; tl'pece con ls oo le miteba, tl parecer gemidos oroaba ieee aie cee y més bien desciende con frecuencia peerage iiedtta ss fe Ste ee teat triviales: eee Y deze lo in gut v dongutond”, Por Jo demés, técnicamente el ende- ae eres 0 demasiado largo o demasiado corto, Contrarreforma y Barroco Al avanzar el siglo XVI, la Iglesia ‘asume una actitud organizada ‘ante los fatagues de In Reforms. Es la Contrarreforma, que, a las prédica de los reformistas contest6 reafirmando Ia totalidad de los sacraments xy dogmas evangélicos —con especial insistencia sobre el de la inmaculada cores eee a por Ia Iglesia; reivindicando para ésta In facultad de intercesién entre el alma humana y la divina potestad; mandando “organizat” Ia propagacién de la fe. Los principios dogméticos quedarian fijados dofinitvamente por el Concilio de ‘Trento (1545-1563). Su proyeccién sobre 1 legislacién americana se produciré sobre todo a través de la accién de Francisco de Vitoria, dominico espatiol antizeformista, pero admirador a la ver de Erasmo. Mientras tanto, ‘eon el triunfo de la Contrarreforma en Europa el Papado recobra el doininio ‘spiritual en Italia; y entonces se veri de nuevo a esta nacién, cuna del iciativas artistieas” que se impondrén prontamente sobre el resto de los. paises catélioos de Europa, y a través Ue Espaiia sobre América. ‘Tritase desde Iuego de mucho menos que aquella voluitad de volver al principio, de renacer, que habia infundido el Renacimiento; simplemente de una nueva modalidad estlistica agregade « los ‘conceptos renacentistas, por lo que se la incluye en rango de expresién de tuna altima etapa del Renacimiento, ya mis bien extremada. Es el estilo Barroco, que ya se insin‘ia a comienzos del siglo XVII y se mantendré hasta mediados del siguiente. Se le tiene por cexpresién exencial de Ia Contrarreforms, y To cierto es que introduce en el campo del arte sagrado —arquitectura, pintora, iconografla— un nuevo aliento, ¥ otorga a la historia universal obras de verdadera grandeza. Lo caracteriza In exuberancis y fastuosidad de la forma, Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar” el gusto sensual del detalle y el adoro, cl sentido “espectacular” de la estética, Trasladado a Espaiia, el barroco se enriquece notoriamente al contacto con el gético y el iskimico nacional, ¥ proyectado por Espaiia sobre el Nuevo Mundo, gana sin lugar a dudas nuevos estimulos y pretextos al influjo de ‘una naturaleza ubérrima y virgen, del Primitivo indigena,eétra Las ‘mayores expresiones del barroco americano fueron aleanzadas en la arguitectura ‘eclesiistien mexicana, Con earacteristica continencia, el estilo queda. miximamente significado dentro de In regién argentina en Ia catedral de Cérdoba, En el campo de la literatura, el barroquismo se traduciré en un énfasis reals ol gusto de le antes y de In imagen sorprendente, en profusi ‘expresiva, en desborde retérico, El afin desembocari fatalmente en formas de particular afectacién y rebuscamiento el culteranismo y el conceptismo—, ‘que marcan los extremos de Ia reaceién ccontra las normas de Ianeza y naturalidad profesadas como dogmas en la primera etapa del Renacimiento (clasiista), ¥ perjudicado con frecuencia por eae ‘ofonias, torpezas verbales y agobia- doras enumeraciones totalmente des- provistas de expresividad poética Queda, pues, este poema, como se ha 10 tantas veces, con un solo mé: rito central: el de haber acufiado ef nombre quo pasarfa a designar a nuestro pais. Pero una seleceién ri gurosa de fragmentos que aluden a Ja conquista del Plata podria salvar siquiera por su valor pintoreseo y su sabor de época algunos trozos que, bien ordenados, como lo sugiere Ric cardo Rojas en su Historia, podrfan justificar una edicién destinada a vul- garizar el poema en el pals que leva su nombre, Guzmén: el primer escritor erio- lo, — Hacia fines del siglo XVI y comienzos del XVII, Ta crénica rio- platense va a enriquecerse con tina obra, quizds In mas estimable de toda In prose colonial, que serd escrita por tun hombre nacido en esta parte do América, Tuy Diaz de Cuzién, na ‘ido en Asunetén en el fitimo tercio del siglo XVI, muere en su cludad natal en 1628, al cabo de tia exis- tencia sumamente agitada, Activo par- ticipante de la empresa’ de la. con. quista, reeorrié Tas. principales pro. Vincias del Rio de la Plata, el Tue min y Cayo; asist a la fundactén de la ciudad de Salta, y fundé éb mismo la de Santiago de’ Jeter: pro- movié 0 apoyé el traslado estratégico de tropas; partcipé en campaias eon. tra los indios; derempetifunciones de Teniente de Gobernador; fue al- calde de Asuneién, y vivid, en summa, intensamente, toda la tpiea aventura ‘que fue la presencia de Espara en esta parte de América durante la segunda mitad del siglo XVI_y co- ienzos del XVII. Dedicé los éltimos aos de sn vida a escribir lo que 41 llama reiteradamente su “humilde Y podquelio libro”, “tan corto y hue milde cuanto, lo es mi entendiniento ¥ alo estilo", libro que permanecié in publiearsé durante mas de dos siglos, por euya causa 1a posteridad lo designa con el titulo de La Argen- tina Manuserita, ya que Guzmén tita- 16 a su eréniea con la misma palabra que Centenera habia utiizado. para su poem Por esta bra en Ia cual, segin lo ex- prestra l misno,teomela un inten fo tan ajeno a mi peofesién, que es nlite”, como el de escribir “los ane. Jes del’ descubrimiento, poblacién y comguista de las provincias del Rio de Ia Plata”, Guzmén ha pasado a Ja historia como “el primer historia- dor eriollo —en orden cronolégico— del Bio de la Plata” No solamente era etiollo, por su na- cimiento en Asuncién, sino mestizo, hijo legitimo del congquistador anda- Juz Alonso Riquelme (sobrino de. Al- var Niitiez Cabeza de Vaca), y de Ursula de Trala, hija del famoso Mar- tinea. de Trala y de una india para guaya de clerta prosapia entre los de su raza, Esta condicién suya de mes- tizo e historiador, susita el recuerdo del antor de los Comentarios reales, el Inca Garcisso, nacido también en América y de ascendencia indigena. Yero aqui concluye el parangén, pues ambas obras, monumental Ia del euz- queio y sobria la del asunceffo, no pueden ser comparadas, sin que esto fmplique desmedro para la de nues- tro Guzmin, valiosa y perdurable en su_propio plano. No. se posee nine ‘guna notica desu formacién inte- lectual, do sus maestros, ni de sus lecturas, No se encuentra en sx obra ninguna meneién erudita que pudie- 1m orientar en este aspeeto, ef cual queda por lo tanto librado a la pura conjetura. Eseribié su libro —sogin lo explica el propio autor en la de- dicatoria a "ou sefor", el dugue de Medinasidonia~ “en medio do. las vigilias que so me oftecieron al ser- vieo de’ So, Majestad™ Yoon pene onciencia de que “el tratado ex de cosas menores y falto de toda erudi- cin y elegancia’, “fruta primera de tera tan nella y nuovary fal de cerudicién y disciplina’, eseribe su lic Af‘chivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar i i pera gg piece bro? Delesacedide Cache. Cong, dered elaiedessye. gitvitrs dadelentads Mare ma “iu Cawean dh Vise, aah Peni le. if Pale dla pinerof> eae tS Comocfalés deMOihla ed BLL ae Visf— Swe pie seen ceed es Edicién de ta “Argentina” de Diaz de Guzman bro logrando por cierto mucho més de To que su natural modestia pro- metia. Mis que modestia, debe verse tn estas palabras unn acttod que por si misma predispone a una atencién atenta de su obra. Atencién que bien pronto se ve premiada por no pocas Diginas en las que so imponen pos tivos inéritos de forma, entre los cua Tes el ms importante es sin duda la Timea del estilo narrativo, nunca desinaiiado, siempre fuido, ‘en una prosa que recuerda a veces la del Lae Zarllo de Tormes; asi como el gusto seguro en la cleceién de Ja anécdota, Siempre novelesea o de sabor legen slo, Tal como Guzman los acuia- sr obra, Tos “euentos” de Tinela nda, por ejemplo (Labro, T, c. Vil) 0 La Maldonada (c. XD), han pasado a la Iiteratnra como temas de Iaspiraeién que todavia hoy conservan sw vigoncia En restinen: La Argentina Manus ta excede en mucho el modesto limi te y ol “bajo estilo” que su propio autor les atribuye. Dotada de una prost que revela en ciertos momen- tos talento. Iiterario, encierra ala vez aptitudes narrativas y rasgos de Inaginacién creadora que le confic- ren in valor inequivoco en el. pro- teso de formacion de mestra narra- tiva, Mis atin enando Guzman ofrece sos ejemplos dentro de-una litera- fara «uc, como. 1a colonial, estvo esi totalmente desprovista, "durante Jos dos sislos y medio que abared sit periodo, de toda forma novelesca. Siglo XVII: “El primer poeta argentino”: de Tejeda. — Enirado el siglo XVI, la etapa he- roiea de la conquista, con sus expe- diciones al interiér, 1a fundacién de teiudades, la hicha inicial contra los Indios, cede su sitio a Ia mis seden- taria y pacifiea, amaue no menos es- forzada y pelizrosa, de Ix coloniz:- cién y desarrollo de Tas nuevas tie- ras y poblados. La labor de la igle- sia, en To. que se Thimd “la conquista ‘spiritual’, sustituye en buena parte, u La conquista espiritual Llimase conquista espiitual al papel que S¢ arroga la Iglesin en Ia empresa de Ta Conquista. No es ese el nombre que ella Te dio, consciente de la antinomia que existe entre las ideas de conquista (que supone violencia) por fuera, pretendiendo resolver todo problema mediante un aparato organizativo Sel Estado, la Iglesia debia proponerse tomar a cosa por dentro, ‘sumergiéndose en el seno de la nueva realidad, permedndola con Ia sutileza de sus inspiraciones. y recursos propios, on lor ciales se fundan sabiamente ‘el humanismo cristiano, la mentalidad escolistica y In voluntad dogmatica. Las bases y- puntos de partida metédicos eran los de la Gontrarreforma, y habjan {quedado fijados de un modo rigurose en el Goncilio de Trento de 1545-1563, esto es ~y vale la pena subrayarlo— cuando ya se habia afirmado la conquista militar en todo el continente americano que debia darse a la “conquista espiritual”, y que naturalmente no podiia consistir en mera evangelizacién de indigenas; miraba también al orden temporal y politico. No por pensar cen Ia evangelizacién olvidaria que su misién histdriea era contrarreformista, y estaba muy seriamente en juego Ia agama | sagyaay PCR Ss ELEY SRenem em emote ct RASS see ee eee fa eS Sey ee SR Plano de las misiones jesuiticas Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ars cuestion de los inveterados ateibutos temporales y prerrogativas de la Iglesia, ‘amenazados por los vientos reformistas. La conquista militar abria un nuevo ‘campo en Ia Iucha, No hubiera podido la Iglesia ignorar que la conquista militar habia comenzado « moverse penetrada de espiritu renacentista y reformista... No fue casual que en los arcones del ‘Adelantado Pedro de Mendoza, el fandador de Buenos Aires en 1536 casi diez aiios antes del Concilio de Trento-, se encontrara un libro de Erasmo, el precursor de Ia Reforma, y que todavin diez afios después del Concilio sucediera que se somete a proceso inquisitorial, por sospechas =fundadas 0 no— de “luteranismo”, al conquistador Francisco de Aguirre, fundador de Santiago del Estero. La “conquista espiritual” cundiria, pues, tsenciaimente fnfudida de contrarreformismo. Y a nadie podria sorprender que fuesen precisamente “las 3s" de Ia orden de Ignacio de Loyola, surgidas como érgano activo de Ia contrarreforma, Iss que més a fondo ‘que ninguna otra condujeran la conquiste espiritual. Junto a Ta notable magnitud sistemética de la aceién desarrollada por la ordén jesuitica —que aparte de las tareas de evangelizacién, “urbaniza” la existencia de los indigenas, concentréndolos y organizindolos, o introduciendo fen sus pricticas gregarias el sentido de Ja composicién metédica; funda ‘rganos de cultura superior, y realiza ' través de sus miembros estudios sisteméticos de la naturaleza y del idioma yy las costumbres del aborigen-, Ia faccién desarvollads con. espirite de “conquista espiritual” por las demés érdenes —dominicos, franciscanos, mercedarios—, limitada en general a In ensefianza del eatecismo y Iss pequefias rutinas de la prictica piadosa, results, aunque obyiamente benemérita y abnegada, de muy escaso relieve, A\BENLY sin dejar de contribuir a la misma ‘empresa, a la Ho las armas. Consi- {guientemente, en los dltimos tiempos del Renacimiento, las formas clésicas de éste son sustituidas por las del Barroco, euya vinculacién con la Con- trarreforma se pone sobre todo de rmahifiesto_en la arquitectura y la ‘scultura, En otra parte se encontra- rin los rasgos caracteristicos de esta tendencia. Lo que ahora imports es considerar esta época en le que & Ta vez que se produce en los estilos artistcos y literarios un trénsito del Renacimiento al Barroco, comienzan 1a darse en literatura aquellas expre- siones que son mis propias de Ia paz te del fragor de Ia guerra. “Guando sel caiién bable, la poesfa calle", se haa dicho. Y esto asomar de Ia poesia centrada’en un niicleo més acendra- do, y en clerto modo de naturaleza ind lire, se produce por conducto ‘un poeta que, por haber nacido Eh Gate, pucks vox coilomls ‘como el primer poeta argentino, y a Ja vez como el precursor de nuestra tradicién lirica. Este poeta se llamé Luis de Tejeda, y naci, como queda dicho, en Cé oba, en 1604, fecha en ‘que es ciudad pertenecia en realidad a la provincia de Tucumén, a Ia. sazén dependiente del virreinato del Pert. Descendia de los primeros conquista- dores, y era bizieto del capitén Her- ‘nin Mexia y Miraval, quien se ha- bora easado con una india santiague- fia de la que tuvo varios hijos, entre cllos a Tristin de Tejeda, abuelo del poeta cordobés, Tenia, pues, en su sangre, certo coeficiente de mesti- zaje por el lado patemo, mientras por el matemo estaba emparentado nada ‘menos que con Teresa de Jests, cuya influencia gravit6 decisivamente so- bre Ia conciencia religiosa y moral de toda Ia familia. Hacia la segunda década del siglo XVIL, gracias a una donactén del ‘obispo Trejo y Sanabria, habiase fun- dado en Cérdoba la Universidad, re- genteada por los jesuitas. De modo Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar que el joven Tejeda pudo asistir a sus aulas, en Ias que cursé estudios de Tatin, filosofia, teologia, artes y Ite- ratura, A los diecinueve aiios obtuvo en forma brillante el grado de ba- chiller y licenciado, hecho que, uni- do a una apartencia fisica atrayente y a su condicién social de joven rico } de aleurnia, le confirié un prestigio particular. Ei joven parece utilizar 2 fondo en su vida mundana todos estos elementos de seduccién, y se ve envuelto en aventuras galantes {que provocan toda clase de comenta- ios, Su padre resuelve poner fina estos devaneos, y cuando Tejeda tle- ne veinte afios es obligado a. con- ftraer enlace con una joven riofana de familia encumbrada, Sin embargo, luego de un breve paréntesis, reanu- da su vida azarosa de siempre y da motivo a nuevos escindalos especial mente al sostener un borrascoso id ‘con una de las amigas fntimas de su mujer. Todo lo cual no le im- pide tener diez hijos en su matrimo- hnio. Su personalidad brillante y aven- turera, que le da cierto perfil rena- centista, no parece encontrar campo propicio a sus ambiciones en el ¢s- trecho marco de la vida provinciana Vida que, perdido ol espfritu de em- presa de los tiempos de la conquis- fa, resultaba quizis tediosa a un es- pirita que, como el suyo, parecia abierto siempre a la aventura. Quizds esto haya influido en su decisién de ponerse al frente do les tropas recli- tadas en Tuoumdn para marchar al Tio de la Plata, a Tuchar conta las Fuerzas portuguesas y holandesas que amenazaban entonces a Buenos Aires. Quizts, también, este rasgo de su carkoter explique por qué, de regreso fen Cérdoba sin haber logrado. sus propésitos, resuelva Ianzarse a Ia guerra contra el indio en les fronte- ras de Rio Cuarto, Tucumén y el Chaco. 0, en fin, que otra vez de regreso en su ciudad natal, se dejo arrastrar a la lucha politica, compor- tindose de modo tal que la aventura terminard para él con una orden de Hernando de Trejo y Sanabria Erasmo de Rotterdam (1467-1536) Pensador holandés, tipicamente renacentista, de honda inspiracién Thumanista cristiana, cuyas ideas abren camino a la Reforma, ese poderoso movimiento de renovacidn de Ia Iglesia catélica y sus pricticas, que deseneadenaré Lutero en 1528. Erasmo criticd ciertas précticas e ideas “tradicionales” de la Iglesia, postulando la necesidad de un retomo a los origenes del ‘ristianismo en ese orden, 0 sea a Ta pureza de los prineipios evangélicos. Su Actitud pretendia dos cosas: Ia libertad de la concieneia individual en materia de fe, con prescindencia de toda autoridad dogmética, y la posiilidad de Gierta autonomia de la voluntad. personal fen la direceién del propio destino (libero arbitrio), Estos rasgos de su doctrina, y Ia polémica que mantuvo sobre este sitio punto con Lutero, sostenedor de Ia teoria de Ia predeterminacién de la volunted Ihumana (servo arbitrio), le dieron enorme prestigio en el mundo curopeo, ¥ sus obras tituladas Enchiridion, 0 Manual del Caballero (0 soldado: militis) cristiano, y Elogio de Ta locura, eircularon tumpliamente en todos Tos eirculos superiores de Espaiia, desde las guerras de Carlos V. En esas dos obras se exaltan Ios ideales de tolerancia y conc como dictados esenciales del espiritu cristiano, arresto y el embargo de sus bienes, seggim sentencia dictada por la Au: diencia de La Plata, Lo cierto es que, sea cual fuere In razén de estas andanzas, su vida aventarera conch- ye para siempre en esto momento, ‘cuando, quizés para eludir la prisiOn, Inuye a la sierra en busca de refugio, y eoncluye al fin ingresando en la frden dominieana : Esto sucede en 1663, Su esposa ha muerto dos afios antes y 61 la sobre vivird todavia veinte afios, dando pmebas de una vitalidad excepcional {que por cierto se ve testimoniada por los azares de toda su larga existen- in, Muere en_ 1680, a los setenta y Sis afios de edad. Elppoeta: Tejeda, indudablemente fue 1m auténtico poeta, de enorme facu diay feil versficacién. De su peo: dduceisin poética sélo se conoce hasta hoy la que elaboré on su rotiro con- ventual, y que puede considera tardia, De carieter mistico o sagrado, esta poesia permite conjeturar Ia exis: teneia de una anterior, propia de su vida azarosa, y de naturaleza sin du- da profana, muy presumiblemente de tipo amatorio 0 anacredntica. Pero nada ha Iegado de la produccién poética de Tejeda anterior a su in- reso en los dominicos, de donde es probable que el mismo autor —pues resulta dificil imaginar que no haya escrito una linea, dada su vocaci evidente y su facundia— la ha des- trnido precisamente en razin de los vyotos religiosos. No es aventurado s- poner que esta produceién profann Gobib poser méritos superiores aun aos de su obra sagrada, Ia cual se advierte en realidad como constre- fiida por el compromiso de tipo re fioso.asumido por el poeta al in- gresar en la orden dominiea. Todas las composiciones que han Tle- gado hasta nowotros parecen con ar en realidad un solo poema en dos tiempos, tanto por Ia inspiracién como por la forma. Un primer tiempo direc- tamente autobiogrifico en cl que el poeta evoea con mucho sobreenten- || Anchivo Historico de Revistas Argentinas | www.a Luis de Tejeda (reconstruccién imaginari de Antonio Berni) y pdgina del j manuserito del “Peregrino en Babilonia” ee arta tvadhitn ra.com.ar 4 dimiento de detalle ciertos momentos de su existencia que Io importan. ex cuanto envuelven “su pecado”, triple y uno: de la carne; de la ambicfon de gloria; de Ia codicia; esto es, de Ta sensualidad en todas sus especies Alpi del itimo verso de esta prime- 1a parte directamente autobiografica, al propio pocta anoté: “Ast canté. of Peeador en el din de su desert, su primera captividad en Babilonia™ Ricardo Rojas, al hallar Jos manuseri- tos de Tejeda en un ebdice colonial que edité en 1916, denomind a esto poema El peregrino en Babilonia, t fulo que el propio Tejeda par Taher puesto & It primera pote. EL ta adopts para ella la forma del Fomance tradicional, permitiéndose Ia ver el alarde' de prolongarlo, en obsesionante asonantado de ca, hasta aleanzar exactamente ol ni- mero de 1332 versos. Gabe destacar aqui un hecho signifi- cativo, El mimero 1332. parece tener fen este easo una especial importancia, ppues no debia eseapar al poetn —como eseapa hoy a sus eriticos— que mu- chisimos versos sobran en esta. pri- ‘mera parte de su poema, a pesar de Io cual se empetia en aleanzar el nie ‘mero 1832. Un anilisis detenido per- mite descubrir en seguida que al autor To guia una intencién en cierto modo ceabalistica, actitud bastante frecuen- te en los escritores do la época. En efecto, en este niimero, aeaso como fn ningin otro, se da de varias ma- neras envuelto el niimero 3. Aislado (8) 0 acompafiado de sf mismo (3), © implicado de dos modes: eomo su- ima de los extremos de 1533 (1 mis © como tres veces repetido en el mero de cuartetas en que puede vidirse el romance (833), En todas partes, pues, el signo de la Trinidad (3) 0 de la edad de Gristo (33). Dentro de esa esotériea alusién que parece evidente en el nimero de versos y_cuartotas, Tejeda coneibe esta parte autobiogréfiea del poema ‘como una confesién piiblica de. sus calpas y a la ver como acto de eom- tricién, Y a través de sus versos, el romance surge fluido y libre, siempre en alguna medida tocado de encanto y de gracia La chdad de Babtoni, ‘quella conjusa patria, fneanto de mi sentidas, liberinto-de a olay ‘quella que Jus mnt cuna at tiempo que el sol pisaba 1 ola del escorptén Alle mira com bia Pra ontias isenio sobre Ta arenas fale tle este humalde y pobre xo {que mn sts eypaldas. No para cantar como @ tive entre dients slempre habla, Prosque funds desencanas Pion vordaes mds lors. El “segundo tiempo” del poema, de- dieado a las “soledades de Maria", cambia totalmente de registro, tanto fen la forma como en Ia inspiracién, El poeta abandona la forma roman- ceada, y adapta el verso libie, que ‘combina heptasilabos y endefasilabos con soltura y fresca iucidez, aunque caso con excesiva facundia: Tiempo es ya que yo ahora lore y cante fen son triste, alegre, isto y varie de voces, y sollozas,"y suspios, Siguiendo fos quo dio por el coming fe Te pos sagrada de su io ‘lel pretorial Caleario fn triste soledad y. desomparo ‘ngolfeda: May ‘le corazin turbo, resto fio de pactfcasIégrimas banado Ta pat de este segundo tempo del autobiografico poema, esté dada, pues, por “el camino de la pasién sagra: da"; es decir, por el orden de “los misterios", que son tres: “dolorosos”, “gons0s", y “gloriosos”. Pero la glosa poematica alcanza s6lo a los dos pri- eros, ignorindose por qué el poeta thandona altel expe. Una de las conjeturas “entre otras que podrian formularse a este respecto, es que quizis el poeta se haya sentido inca paz del alionto de himno grexoriano que Te habrian exigide a su verso Francisco de Vitoria (1483 - 1546) Fraile espaiiol de la Orden dominicana, tedlogo, moralista, maestro brillante de la a i ia, sin duda la figura de mayor prestigio en esos planos fen su époea, por su sabiduria y elocuencia. ‘Sus ideas no se limitaron al campo teolbgico, en el que comportaron ‘un gran estimulo; se extendieron también al campo de la filosofia juridiea y social, dentro del cual su pensamiento ‘cuenta entre los de los altos precursores del modermo “derecho de gentes” 0 internacional, particularmente en cuanto se relaciona con el régimen ¥ de guerra. Sus “proposiciones enerales en exe orden influyeron sobre el gobierno de Expafia, y se reflejaron en muchos puntos de Ia legislacidn para “las Indias”, Fuertemente penetrado del ‘humanismo renacentista, tomé rtido en Ia polémica de Erasmo y intero, poniéndose de parte de aquel. No eseribié sus obras; expuso ‘sus ideas —en latin— desde Ia eétedras después se publicaron sus conferencias (Crelecciones") sobre Ia base de los putes tomados por sus alumnos. Las conferencias relacionadas con el problema de la conquista de América, desde puntos de vista éticos y filoséfico-juridicos, ham sido reunidos eon el titulo de Releeciones sobre los Indios, yy trasuntan un hondo humanismo, Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar * El primer poeta argentino, Luis de Tejeda, es una figura que merece tun puesto destacado en la literatura de lengua espafiola de la época. Su natural sentido del ritmo, la sencillez y laneza de su lenguaje, y su limpia inspiracién lirica bastan para asegurarle una firme perdurabilidad. los ltimos misterios, es decir, los misterios gloriosos. En el cuerpo total del poema resal- tan notablemente los pasajes relatic vos al misterio de la inmaculada con- cepeién. Pareciera como si este te- mm ms quo ningin otro de I si. pélica de Ta fe, preocupara especial- mente al poota. Vuclve a Al una y otra vez. con extrafia insistencia, ain en. composiciones breves. ajenas_al poems. ¥ en algunas, como Ia titula- a Zelos sin agravios, lo retoma des- de ‘un Angulo insédlito y temerario, casi, siempre eludido por la exége- sis dogmética. Es el tema de Tos ccfos aritales del esposo camal de la Vir- gen, a quien no cabia humanamente pedirle que comprendiera de buenas 4 primeras lo que estaba pasando con su divina esposa. Acaso, Zelos sin agravios, compnesta en octavas, fi- hire entre las mejores de las pocsias teoldgicas 0 misticas de este poeta, que se atrevié al asunto con plena conciencia del riesgo que: entratiaba en su novedad, tal como lo deja en- trever claramente en la estrofa undé- Emplea el poeta setenta y una oc- tavas rigurosas, cargadas de “razones ¥y discursos sabios", y de felices imé- Benes, para mostrar cémo el marido Stascado Tega a pecsundive de que los suyos fueron celos sin agravios Por donde éoneluye uego Josef, que con ducursas tles eed Misono oreano y escondido, suopendié el Wanda, los sents males demu amor puso en silencio oleido- Se imponia aqui el recuerdo de Lope de Vga —alys, blogtic prove més de una analogia con la de Te- jeda—. También Lope, en su famosa Seloga En loor del Niio Jess, de su Madre Amantisima y de San José, habla cedido a la tentacién del arduo tema en tercetos dialogados, donde se oye decir a Engasto, dirigiéndose a los otros pastores que ya han loado al Nifio y a la Madr Pastores, no dird slgutera elguno de cpt on ego say. ‘on tempo de ou Toor tan opotino?. Cabria también contar entre Jo me- jor de la poesia “sacra” de Tejeda, dos 0 tres sonetos intercalados en las Soledades, uno de los cuales es par- ticularmente notable por su_estruc- tura dialogal y por el trégico pate- “fismo de la fmagen.aventurada en el didlogo de la Madre y el Hijo: Madre: ete pura songre que me dite, Guanclo me conceblte y me ciate, ‘Que hoy per ef hombre se derrame'v gaste ut, pues pra eto me pote.’ Dentro del aima mia’ que crate, For gu tambien do on sng engate “ Martin Fierro - J. Hernéndez - 192 pags. oi 2 La gallina degollada y otros cuentos H. Quioge 128 pags. 3 Introduccién: Los eontempordneos EL perseguidor y otros cuentos - J. Cortézar - 144 aes. Los fundadores - Antologia - 96 pags. 5 Epoce colonial: la llustracién y el Seudoclesicismo La literatura vireinal - Antolog(a - 120 pags, 8 La época de Nayo La lira argentina ~ 96 pégs 1 Nacimiento de la poesia gauchesca Cielito y caloges patriticos - Hidalgo - 80 pégs. 8 La época de Rosas y el romanticsmo Le epoca de Resas - Antologta - 120 pdgs. 3 Echeveriay la realidad nacional El matadero y La cautiva - Echeverria - 120 pigs. 10 El nacimiento de la novela: Marmol Amalia primera pate) - Mémel = 400 pgs. Vl sp) u El nacimiento de la critica: J. M. Gutiérrez ‘Amalia (segunde parte) - Mérmol - 300 pags. 2 a prosa romantica: memories, bografias, historia Memborias del General Paz - SelecziOn - 120 pags. B El ensayo en la epoca romntica EL ensayo roméntico- Antalogi - 108 pags. 4 ensayo: Domingo Faustino Sarmiento Facundo - Sarmiento - 200 pags 5 Deserrllo de la poesia gauchesca Santos Vega « Ascsub - Faso «Del Campo - ies 16 José Hernénder: el Martin Ferro Escritos en prosa - Hernéndez - $2 pigs, 0 La segunda generacién roméntica: la poesia Versos roménticos - Antologia de Gutierrez y An rade - 120 pags. B Lucio V. Mons Una excursion ‘@ las infos ranqueles_ (primera parte) - LV. Mansila- 320 pps. (Vol. Esp.) 8 a generacin del ochenta: las ideas y el ensayo Una excusién als indiosanqueles (cegunda parte) LV. Mansilla - 240 pigs | 2 La generaciin del ochente: le imaginacién La gran aldea - Lucio V. Léper - 160 pags. 3 a La “pos ira" y lara: Caney Wide Svea" Cané- 124 ples : 2 El aturalsmo: Eugenio Cambaceres ‘Sin rumbo - Cambaceres - 144 pégs. é B La literatura social José Mir La bolsa- José Mird- 190 pigs. at tebe 1 Sains pate: 28 Lx times sonics = 52th ters oy la we Grgon ee tatwere 36 Ls sito peti Aoi Femninces wrens sriisno ~ 3. ets FASCIOULOS QUE APARECERAN POSTERIORNENTE te ~ 26, 1 muteisas ~ 27 Lspol Lines ~ 2 Materisne 7 sara Egan tara = 29, Raine y lesen, Ronit 1 Pay 30. Naseem y natabimo, Hoc Quy — 3. Raid Cliaer ance ee si 36 ta poest Evie fone 1a vot ee st Ama a novals moras Reber rt — 48, Medursdel tet im = 65. Cats mote tsp ts ms = 47. tecela. 9 acon eel <0 ~ SI. La pes ec deste Intermedia en tet x tetas indepntetes SL pone. us ae ~ 6, te eee tse

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