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Yo tenía 5 años, Nunca fui esa persona capaz de hacer muchos amigos, menos el primer día de clases

ella estaba ahí sentada tranquila en aquel Rincón del salón cabizbaja, ausente, con esa mirada suya
tan perdida y su pelo tan enmarañado. Me acerqué a ella, le tendí mi mano para saludarle, ella ni
siquiera me respondió. Maestra, ¿Cómo se llama esa niña? Pregunté. Se llama Daniela, pero déjala,
está enfermita. los días pasaron en la escuela y la chiquilla era cada vez más insoportable, parecía
que no nos escuchaba, Por más que la maestra le gritara y nosotros le dijéramos de cosas ella
siempre estaba sentada viendo el pizarrón en un rincón del salón, siempre ausente como si no fuera
parte de nosotros, yo pensaba que era de otro planeta. Un día una compañera debe con nombre
Isabel le quiso tapar los ojos con las manos y ella se le abalanzó con mordidas y arañazos, le pegó
hasta que la maestra las separó, cuando Isabel se fue con el chisme a sus papás ellos llegaron al
salón para reclamar a la maestra. ¡esa niña es un monstruo, no debería estar entre nuestros hijos!
yo me quedé con miedo. la semana siguiente Daniela no fue a clase, ni siquiera a visitarnos, para
decir verdad a mí no me importaba mucho que una monstruo nos visitará, de cualquier forma,
parecía que no estaba el planeta con nosotros, todo el día estaba en la misma esquina, en la misma
posición, casi sin moverse. Un día saliendo de ver Godzilla en el cine con mi papá, yo le pregunté si
qué fue eso que vimos, me dijo que era un monstruo, yo pensé entonces, Daniela no puede ser un
monstruo. Un día de lluvia salimos temprano, la maestra llamó a nuestros padres para que fueran
por nosotros, todos se fueron al final, sólo quedamos Dani yo. Dani tomó un bolígrafo y empezó a
dibujar por la pared, yo estaba impactado, ¡no lo hagas se van a enojar¡ le grité a ella, para variar
ella no me escuchó y por más que intentaba quitarle el bolígrafo lo único que me llegaban eran
arañazos y mordiscos, finalmente me cansé y mire lo que estaba dibujando, era un mundo extraño
frente a mí, habían gatos con ocho ojos, perros con alas y seis pies, dragones que nadaban como
cisnes, muchos animales raros y personas de colores, era hermoso, tanto que yo también empecé a
dibujar, juntos dibujados por toda la pared, como un mundo extraño y a medida que dibujábamos
las cosas parecían transformarse, la lluvia era de colores y el salón un bosque donde nuestros
dibujos cobraban vida, las tintas corrían, las sirenas cantaban y el paso era desenfrenado. La maestra
obviamente nos regañó y llamó a nuestros padres, pero eso ya no importaba, ya habíamos
construido un mundo extraño, un mundo extraño donde podíamos jugar. Mamá ¿puedo invitar a
Daniela a la casa? mi mamá me dio permiso, pasábamos los días enteros pintando las paredes de
mi cuarto, mi mamá siempre los limpiaba usando un guante y un jabón, cuando estábamos en la
escuela en los recesos salíamos a pintar las paredes detrás de los salones en los pasillos, cuando iba
a terminar el receso, sacaba de mi mochila los guantes y el jabón de mi mamá para despintar todo,
que no nos vayan a regañar. Pero… un día Dani dejó de ir a la escuela y a mi casa… Un día en el
parque encontré a la mamá de Dani, le pregunté por ella, me dijo que estaba yendo a otra escuela,
pero ahora tenía todo el día ocupado con sus actividades, y ya no tenía tiempo para mí. Yo pregunté
si no me extrañaba, Pero su mamá me dijo que Daniela era Autista y que en realidad ella vivía en
otro mundo, que seguramente no se acordaba de mí, que Dani no se acuerda de nadie. Regresé
llorando a casa porque después de todo Danny era mi única amiga, mamá me abrazo muy fuerte,
Yo le pregunté que era un niño autista, ella no supo que responder yo le insistí que quería ir a ver a
Dani, mamá se las arregló para llevarme. Cuando llegué ahí, ella estaba corriendo por todo el patio
con otros niños, cuando Dani me vio, corrió hasta dónde estaba y me dijo: ¡Te quiero!, sentí que el
corazón se me salía del cuerpo, pero al poco tiempo descubrí que le decía Te quiero a todo el mundo,
Entonces Noté que realmente Dani no se acordaba de mí. Como yo tenía permiso de estar en la
escuela de los niños autistas todo el día, me quedaba en sus clases y me di cuenta que Dani ya hacía
lo que le pedían, ya le ponía atención a la maestra, me sentí muy feliz por ella, pero muy triste
porque creí que ya no le importaba. Después sonó la campana del recreo, me tomó de la mano y
sacó una caja de crayones de su mochila, me dio algunos y se puso a dibujar en la pared, juntos
dibujamos nuestro mundo de colores, la maestra nos regañó por dibujar, pero tampoco importaba
porque Dani, no me dejó solo.

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