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La deforestación amazónica se extiende más allá

de Brasil
Romero, Simon . New York Times (Online) , New York: New York Times Company. Aug 30, 2019.

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RESUMEN (ENGLISH)
La selva está siendo devastada a tasas aceleradas también en Perú, Colombia y Bolivia, señal de cómo aun con
estabilidad política e integración económica puede crecer la deforestación.

TEXTO COMPLETO
La selva está siendo devastada a tasas aceleradas también en Perú, Colombia y Bolivia, señal de cómo aun con
estabilidad política e integración económica puede crecer la deforestación.
Tres años de relativa paz con guerrillas en Colombia ha abierto el acceso para la ocupación ilegal en partes antes
prohibitivas de la selva. La minería ilegal de oro está avivando la pérdida de los bosques en Perú. Rancheros y
ganaderos en Bolivia están arrasando con la vegetación para surtir la demanda de carne que hay en China.
La deforestación a tasas desmedidas está devastando grandes partes de la Amazonía en las naciones vecinas de
Brasil. La pérdida de bosques en esos países, que componen el 40 por ciento de la Amazonía, es muestra de cómo
los incendios que han azotado la parte brasileña y ha causado alarma a nivel mundial no son más que parte de
una crisis regional más amplia.
[La Amazonía no es la única zona del planeta que está en llamas; hay incendios en el Ártico.]
El adentramiento hacia la cuenca del Amazonas por parte de los que llegan a asentarse ilegalmente en esas
tierras, así como de rancheros o de mineros, también subraya cómo aún los avances en la estabilidad política y la
integración económica pueden ser conducentes para la deforestación si las salvaguardas de los bosques siguen
siendo débiles.
“En Colombia pasamos de intentos de conservación a punta de pistola con las guerrillas a un alza enorme en la
deforestación”, dijo Liliana Dávalos, bióloga de campo de la Universidad Stony Brook. Calculó que la deforestación
se disparó en 50 por ciento de 2017 a 2018 en los parques nacionales colombianos que antes estaban bajo control
de los rebeldes armados.
El temor a que crezcan de nuevo los combates en Colombia aumentó esta semana cuando un excomandante de la
mayor guerrilla del país acusó al gobierno de incumplir lo establecido en los acuerdos de paz de 2016. Ese
comandante, que tuvo un papel destacado en las negociaciones del acuerdo, lanzó un llamado a retomar las
armas que podría llevar al fin del pacto.
La posibilidad de que se reagrupen las guerrillas es un factor cuyo impacto están analizando los líderes
medioambientales en Colombia, donde las décadas del conflicto interno habían dejado partes de la selva
inaccesibles.
Por ahora, Colombia es emblemática del aumento de la deforestación en Suramérica. El año pasado, el gobierno
reportó que la nación perdió unas 200.000 hectáreas, una de las tasas más altas registradas en la historia
colombiana. La apropiación de tierras y el uso de estas para cultivar materia para drogas son algunos de los
factores que han impulsado la deforestación.
Los científicos afirman que la deforestación fue resultado, principalmente, de la desmovilización de la principal
guerrilla, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), como resultado de los acuerdos de paz.
Antes del pacto, las Farc imponían límites claros a la quema de tierras en control del grupo. Los rebeldes querrían

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mantener el área boscosa para proteger los campamentos de posibles ataques aéreos o vigilancia con drones.
Ahora que no existe esa motivación, los integrantes de los grupos armados ilegales y algunos exguerrilleros
disidentes de las Farc están peleándose la ocupación de las tierras donde despejan los árboles, según un reporte
del Diálogo Interamericano, grupo de análisis e investigación política de Washington.
La toma de tierras con fines especulativos de construcción está detrás de gran parte de la situación en Colombia,
pues los desarrolladores inmobiliarios se están beneficiando de que no hay registros de tierras completos o de
métodos escabrosos para conseguir títulos de tierras e impuestos de tenencia reducidos en áreas despejadas.
“Parte del problema de la deforestación es que el Estado no entra con acciones inmediatas”, dijo Humberto
Sánchez, alcalde de San Vicente del Caguán, alguna vez bastión de las Farc en el sur de Colombia que ahora está
rodeado de áreas deforestadas.
“Las autoridades, como militares y fiscalía, demoran en entrar. Después viene la represión, pero el daño ya está
hecho”, señaló Sánchez.
El gobierno colombiano afirma que ha tomado pasos para reducir la pérdida de los bosques: dice que expandió el
terreno del parque nacional Chiribiquete; que hay mayor cooperación entre los pueblos indígenas y el sistema de
Parques Nacionales Naturales de Colombia, y que ha movilizado a unidades de las fuerzas armadas para detener
la quema y tala.
El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) colombiano de hecho dijo que aunque la
tasa de deforestación es alta, fue relativamente menor en 2018 en comparación con el año previo. Aun así, esa
tasa fue 59 por ciento más alta el año pasado que en 2015, antes de que se desmovilizaran las Farc.
Algunas de las medidas recientes implementadas en Colombia para la preservación de la Amazonía están
inspiradas en políticas similares en Brasil, que fue pionero en desarrollar estrategias con presupuestos de países
en desarrollo para la protección de la selva tropical y redujo los índices de deforestación en alrededor de 80 por
ciento entre 2004 y 2012.
Cuando esas medidas fueron relajadas en 2012 durante el gobierno del Partido de los Trabajadores (PT), de
izquierda, la deforestación empezó a aumentar de nuevo. Durante el actual gobierno de Jair Bolsonaro,
nacionalista de derecha cuyo canciller ha dicho que el cambio climático es un “complot marxista”, las agencias de
protección ambiental han visto impedimentos a su trabajo.
[En 2018, un estudio concluyó que la minería ilegal está arreciando como nunca.]
La remoción agresiva de las protecciones a la selva en el gobierno de Bolsonaro parece ser una influencia para los
países vecinos, al igual que sucedió —en el sentido opuesto— en temas medioambientales con el liderazgo
brasileño previo. Por ejemplo, el gobernador de una provincia colombiana donde se ha disparado la deforestación
ha instado a que la cranza de ganado aumente más del doble.
Los presidentes de Colombia, Iván Duque, y de Perú, Martín Vizcarra, están organizando para la próxima semana
una reunión de los líderes de naciones amazónicas para coordinarse en estrategias de protección. No queda claro
si Brasil participará en ese encuentro, que se realizará en la ciudad colombiana de Leticia.
Venezuela, que padece una crisis económica severa, tiene una tasa de deforestación relativamente baja en
comparación con los demás países con los que comparte la selva amazónica. “Los niveles de deforestación
cayeron en los últimos dos años, pero hay probabilidad de que reboten en medio de la inestabilidad venezolana”,
dijo Matt Piotrowski, analista sénior de Climate Advisors, grupo de asesoría y análisis político con sede en
Washington.
En diciembre, Vizcarra redujo la independencia del Organismo de Supervisión de los Recursos Forestales, lo que le
ganó acusaciones de que estaba violando compromisos que asumió en 2007 como parte de un acuerdo comercial
con Estados Unidos. Como resultado, el gobierno de Donald Trump amenazó con imponer sanciones por
degradación ambiental, un recurso poco utilizado por la Casa Blanca.
En abril, Perú revirtió las medidas y restauró la independencia del organismo forestal. Aunque el país sigue
enfrentando una deforestación impulsada por mayores cultivos de coca, utilizados para la cocaína, y por la minería
ilegal de oro.

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El aumento de las minas pequeñas en Perú ha destruido unas 68.000 hectáreas en tan solo cinco años, de acuerdo
con un estudio publicado en 2018 por investigadores de la Universidad Wake Forest.
En respuesta a la deforestación en la provincia peruana de Madre de Dios, Vizcarra declaró estado de emergencia
en febrero y desplegó a 1500 oficiales de policía y soldados para lidiar con las minas ilegales.
Luis Hidalgo, gobernador de Madre de Dios, dijo en entrevista telefónica que su gobierno también está batallando
para contener los incendios que hay actualmente en partes de la región.
“No estamos preparados para responder a un incendio de magnitudes grandes”, dijo, al recalcar que en toda la
provincia solamente hay una unidad de bomberos y está ubicada en la capital, Puerto Maldonado.
Hidalgo añadió que los incendios en la región también han provocado desplazamientos internos por cuestiones
económicas: asentadores en tierras altas se han movido tierra abajo porque ven mayores oportunidades y, ya ahí,
han quemado sitios para cultivos agrícolas en parcelas pequeñas.
Los líderes medioambientales en Perú también se están preparando para el posible efecto de la Carretera
Interoceánica Brasil-Perú. El proyecto, que busca fomentar el comercio entre esos dos países, ya está causando
pérdida de cubierta forestal en áreas adyacentes al camino que ahora están abiertas para la agricultura.
La agricultura y el ganado también han tenido como consecuencia la deforestación en Bolivia, donde el presidente
Evo Morales ha priorizado la expansión del sector agrícola, a veces con la distribución directa de tierras.
El ingreso al mercado cárnico de exportadores bolivianos también estaría provocando pérdida de bosques este
año, a medida que los ganaderos buscan el espacio para que pasten sus rebaños que son cada vez más grandes.
Morales primero minimizó los incendios en la Amazonía boliviana, pero la semana pasada cambió su postura y
movilizó a soldados para ayudar a contener las llamas.
El 27 de agosto, Morales dijo que su gobierno había suspendido la venta de tierras en Chiquitania, la región más
afectada por los incendios de este mes. Aun así, las flamas facilitaron que sus rivales políticos y grupos
ambientales criticaran a Morales.
“Seamos claros: esto no es un desastre natural”, dijo Carlos Mesa, el principal candidato opositor postulado para
las elecciones de octubre. “Este incendio ha sido causado por Evo Morales y sus políticas”.
Los investigadores apenas empiezan a registrar las consecuencias de los incendios de este año. De enero a julio,
la deforestación y los incendios subsecuentes en la Amazonía brasileña liberaron entre 115 y 155 millones de
toneladas de dióxido de carbono, uno de los gases que provoca el cambio climático, según un análisis publicado
este 30 de agosto.
Esa cantidad es casi igual a las emisiones de dióxido de carbono totales para el estado de Carolina del Norte, en
Estados Unidos, según Wayne Walker, científico asociado del Woods Hole Research Center, quien estuvo a cargo
del análisis. Tan solo entre el 1 de enero y el 14 de agosto en la Amazonía brasileña hubo deforestación causada
por humanos de un área mayor a 3000 kilómetros cuadrados (aproximadamente el tamaño del estado de Rhode
Island, Estados Unidos), según el mismo centro de investigación.
Susan Abad colaboró con el reportaje desde Bogotá; Andrea Zarate lo hizo desde Lima, Perú, y Kendra Pierre-Louis,
desde Nueva York.
Simon Romero es corresponsal nacional de Estados Unidos radicado en Albuquerque, Nuevo México. Cubre
noticias de migración y otros temas. Antes fue el encargado de la corresponsalía en Brasil y en Caracas, y previo a
eso reportaba sobre la industria energética global desde Houston. @viaSimonRomero

DETALLES

Lugar: Bolivia Colombia

Personas: Morales, Evo

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Identificador / palabra Politics and Government Wildfires Mines and Mining Agriculture and Farming Drug
clave: Abuse and Traffic Fires and Firefighters Land Use Policies Revolutionary Armed
Forces of Colombia Amazon Jungle Brazil Colombia Peru South America Bolivia

Título: La deforestación amazónica se extiende más allá de Brasil:   américa del sur

Autor: Romero, Simon

Título de publicación: New York Times (Online); New York

Año de publicación: 2019

Fecha de publicación: Aug 3 0, 2019

Sección: espanol

Editorial: New York Times Company

Lugar de publicación: New York

País de publicación: United States, New York

Materia de publicación: General Interest Periodicals--United States

Tipo de fuente: Blogs, Podcasts, &Websites

Idioma de la publicación: English

Tipo de documento: News

ID del documento de 2282579787


ProQuest:

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Copyright: Copyright 2019 The New York Times Company

Última actualización: 2019-08-30

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