Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
The Game Changer-J.Sterling PDF
The Game Changer-J.Sterling PDF
2
Staff
Moderadora:
CrisCras
Traductoras:
Gaz W. Finley Marie. Ang Julieyrr
Zöe.. aa.tesares becky_abc2
Aleja E Eni Katita
Sofia Belikov Liillyana Vanessa Farrow
CrisCras Chachii ElyCasdel
katyandrea Diss Herzig Adriana Tate
Alexa Colton Cynthia Delaney Blaire Grey
yure8 Majo ♥ Florbarbero 3
Juli Mitzi.Noh
Correctoras:
Alessa Cami Gabbita
Mel M CrisCras Key
Aimetz Lizzy Gabihhbelieber
Pau SammyD CarolHerondale
Paltonika Victoria Ferris Alexa
Meliizza Niki Arianyss
Gaz Tessa Melii
Dannygonzal Karool
Lectura Final:
Juli
Diseño:
francatemartuc
Índice
Sinopsis Capítulo 15
Capítulo 1 Capítulo 16
Capítulo 2 Capítulo 17
Capítulo 3 Capítulo 18
Capítulo 4 Capítulo 19
Capítulo 5 Capítulo 20
Capítulo 6 Capítulo 21
Capítulo 7 Capítulo 22
Capítulo 8 Capítulo 23 4
Capítulo 9 Capítulo 24
Capítulo 10 Capítulo 25
Capítulo 11 Epílogo
Capítulo 12 The Sweetest Game
Capítulo 13 Sobre la autora
Capítulo 14 Agradecimientos
Sinopsis
Jack apareció ante mi puerta anoche después de seis meses sin
comunicación, vistiendo un jersey de los Mets y sosteniendo una docena
de rosas rojas. Me dijo que lo sentía, que me amaba y que se ganaría mi
confianza otra vez. Tomó todo de mí no desmoronarme sólo con verlo.
Quería recibirle otra vez en mi vida, pero necesitaba saber que esta vez
sería para siempre…
En la muy esperada continuación de J. Sterling de su novela betseller
del USA Today, The Perfect Game, Jack y Cassie rápidamente se dan
cuenta de que su nuevo estilo de vida a menudo puede ser cruel e
implacable. Su felicidad es puesta a prueba mientras el pasado no está
nunca realmente muy lejos.
¿Cómo te mantienes firme cuando el mundo está tratando de
destrozarte?
5
6
1
No es un sueño
Traducido por Gaz W. Finley & Zöe..
Corregido por Alessa Masllentyle
Cassie
Abrí los ojos a la mañana siguiente, medio aterrorizada de que todo 7
hubiera sido un sueño… aunque fuera un dulce sueño romántico
maravillosamente caliente. Mi mirada cayó rápidamente sobre Jack,
tumbado en la cama a mi lado, mirándole mientras dormía. La mera visión
de él hizo que mi corazón latiera doblemente rápido, y resistí el impulso de
despertarlo para una segunda ronda. ¿O una tercera? Todas las
emociones de anoche estaban mezcladas dentro de mí y antes de que
pudiera procesarlas por completo, me di cuenta, de que de hecho, me
sentía feliz. Al parecer, la felicidad me había estado eludiendo desde
hacía meses.
Mi nueva realidad inundó mi cerebro. Jack había aparecido anoche
en mi puerta después de seis meses sin comunicación, vistiendo una
camiseta de los Mets y con una docena de rosas rojas. Me miró a los ojos y
me dijo que lo sentía, que me amaba, y que iba a ganar mi confianza de
nuevo. No podía creer que estuviera allí de pie, y tomó todo de mí para no
desmoronarme con sólo verlo. Le quería de nuevo en mi vida, pero
necesitaba saber que ésta vez sería para siempre.
Y ahora él se encontraba tumbado a mi lado en la cama. Yo tenía
preguntas acerca de por qué le tomó tanto tiempo llegar hasta aquí y por
qué nunca me contactó, pero sinceramente, en ese momento, nada de
eso importaba.
Al menos, eso es lo que traté de decirme a mí misma.
Mis preguntas podían esperar, pero sabía que no por mucho tiempo.
No podía dejar pasar las cosas sin una explicación. Y honestamente, Jack
todavía tenía mucho que explicar.
Poco a poco, me levanté de la cama, tratando de no despertarlo.
Acababa de poner mis pies en el suelo cuando arrojó sus fuertes brazos
alrededor de mi cintura, tirándome de nuevo en la cama.
—¿Y a dónde crees que vas? —Jack respiró contra mi cuello.
—Donde sea que yo quiera, es mi apartamento —lancé con una
carcajada.
—No he dicho que pudieras salir de la cama. —Sonaba tan
decidido, que no podía dejar de reírme.
—No necesito tu permiso —respondí, y él rodó encima de mí antes
de besarme la punta de la nariz.
—No tienes idea de lo mucho que he echado de menos tu actitud
luchadora.
—Bueno, yo no he echado de menos tu peso corporal. Ugh, baja.
—Eso intento. —Su rostro se contrajo en una mueca diabólica
8
mientras deslizaba su mano por la longitud de mi muslo desnudo.
Le di un manotazo a su hombro antes de rodar los ojos. —Eres un
cerdo.
—Sip. Pero soy tu cerdo. —Se inclinó, presionando sus labios contra
los míos. Instintivamente, volví la cabeza, apretando los labios. Jack se
apartó de mí, rodando hacia un lado—. ¿Qué pasa?
Sonreí, tapándome la boca con la mano. —No te puedo besar así
por la mañana. Tengo que lavarme los dientes primero.
Él asintió en acuerdo. —Hueles como un dragón.
Mi mandíbula cayó abierta, pero rápidamente la cerré, haciendo mi
mejor esfuerzo para respirar lo menos posible. —No es cierto. ¡Cállate!
Se echó a reír y me perdí en sus magníficos hoyuelos. Los había
extrañado.
—Estoy bromeando, Kitten. Hueles a rosas.
—Cómo he echado de menos tu actitud molesta está más allá de
mí.
—No, no lo está. Esto es lo que hacemos. Tú eres un dolor el culo, y yo
te tolero.
—Oh. Mi. Dios. —Me levanté de la cama, lanzándole mi mejor
mirada asesina antes de escabullirme por la puerta.
—¡Te estoy tomando el pelo! Eres un maldito ángel por aguantar mi
mierda.
—¡Así es, lo soy, y no lo olvides! —grité desde el pasillo.
Me lavé los dientes en mi pequeño cuarto de baño de una sola
persona antes de regresar a la habitación. Jack no había movido ni un
músculo. Sus ojos azules se clavaron en los míos, enviando escalofríos de
anticipación a través de mis venas. Era una locura lo mucho que amaba y
odiaba el efecto que tenía en mí. Odiaba la forma en que él sabía lo que
me hacía. Pero me encantaba la forma en que me hacía sentir.
Probablemente debería buscar ayuda psiquiátrica.
Conteniendo un suspiro, me senté en el borde de la cama antes de
tumbarme de lado y volverme hacia él.
—¿Qué te pasa, Kitten? —Frunció el ceño. Dos líneas se formaron
entre sus cejas.
—Nada —mentí. 9
—Te conozco mejor que eso, Cass. ¿Qué es?
—Sólo quería preguntarte una cosa.
—Cualquier cosa —dijo, en un tono sincero.
Dudé, sin saber si quería abordar este tema ya. Acababa de llegar
aquí. Lo acababa de recuperar. Pero mi mente era implacable. No se
detendría con la constante demanda de respuestas, y sabía que nunca
estaría completamente satisfecha hasta que las tuviera. —¿Qué pasó
después de que salí de California para venir a Nueva York?
—¿Qué quieres decir?
—Vamos, Jack. Te tomó seis meses llegar hasta aquí. ¡Seis meses! —
Mi tono sonó más severo de lo que pensé, y le observé mientras alejaba su
mirada de la mía. Exhaló lentamente y se pasó las manos por el pelo
oscuro—. Lo siento, Jack. Tengo que hablar de esto, o voy a enterrarlo
dentro de mí y al final explotaré.
Me miró con una sonrisa pequeña y triste en su rostro. —No, tienes
razón. Mereces respuestas.
—¿Tenemos tiempo? Quiero decir, ¿tienes que ir al campo hoy? —
Después de todo, él era un jugador de béisbol profesional, y la temporada
se hallaba en pleno apogeo.
—El equipo está en camino. Me trajeron aquí para instalarme en
lugar de que yo volara allí. Tengo que informar mañana por la mañana a
las diez.
—Vale. ¿Entonces podemos hablar de esto ahora? —Mi pulso se
aceleró mientras los nervios llenaban mi cuerpo. Jack se encontraba aquí,
conmigo, en mi cama. Él me amaba, y nunca dejó de hacerlo. Entonces,
¿por qué estaba tan nerviosa?—. ¿Qué pasó después de que me fui a
Nueva York?
—¿Quieres todos los detalles de los últimos seis meses? Terminarías
durmiéndote de nuevo de aburrimiento.
Rodé los ojos, y él frunció el ceño. —Sólo dime las partes buenas.
—Si esto fuera una historia llena de partes buenas, Kitten, habría
estado aquí hace mucho tiempo —bromeó, extendiendo la mano para
acariciarme la mejilla con el pulgar.
Me apoyé en su mano y cerré los ojos, perdida en la comodidad de
su toque. —Me refería a las partes que te hicieron tomarte tanto tiempo.
Dame la versión CliffsNotes1 —pedí en voz baja, sin saber qué palabras
seguirían. 10
Jack me acurrucó contra él, y empezó a contarme la historia.
***
Y solo así, ella se había ido. Pero no antes de decir las dos malditas
palabras que plagaron mis pesadillas. Esta chica siempre me había pedido
que “lo demostrara”, que demostrara mi amor y devoción por ella. Me lo
merecía después de todo lo que le hice pasar. Ella no confiaba en mí.
Yo tampoco confiaría en mí.
Es irónico, ¿no? Que yo fuera el dejado de pie solo en un
estacionamiento en ese momento. Juro que si mi corazón pudiera haber
saltado de mi pecho a mi mano, lo habría hecho. Me lo imaginé por un
momento… la sangre goteaba a través de mis dedos, salpicando el
cemento debajo, mientras lo veía lentamente dar sus últimos latidos antes
de detenerse por completo.
Mierda.
Mi vida no tiene sentido sin esta chica. Y ahora se ha ido.
***
***
***
—Yo hubiera llorado —dije con una mueca.
—No, no lo hubieras hecho. Pero me llevé un susto de muerte —
admitió con una risa incómoda.
—Apuesto a que sí. De acuerdo, así que volaste de regreso a Arizona
por el juego. Ambos sabemos cómo fue eso. —Me detuve, refiriéndome al
juego que terminó con su postemporada del año—. ¿Entonces, qué
hiciste?
—Creo que estás disfrutando demasiado de esto. —Quitó la
almohada de debajo de mí, y mi cabeza se estrelló contra el colchón.
—¡Oye! —grité, estirándome para agarrar la almohada que sostenía
fuera de mi alcance—. Jack, en serio. Necesito saber.
Arrojó mi almohada al otro lado de la habitación y golpeó la suya
invitadoramente. Forzándome a compartir su almohada, presionó su frente
contra la mía.
—¿Quieres escuchar cómo comencé a acecharte tan pronto como
regresé de Arizona?
—Uh, absolutamente —prácticamente chillé, y se rió. 22
—Te diré en el desayuno. Estoy famélico. —Me guiñó y me plantó un
beso en la frente antes de saltar fuera de la cama. Entonces estiró los
brazos hacia arriba y sus músculos se flexionaron e hincharon. Mi mirada se
trabó en sus definidos y bronceados abdominales—. ¿Te gusta lo que ves?
—Eh, he visto mejores —dije de forma juguetona, negándome a
alimentar la bestia que es el ego de Jack Carter.
—Lo dudo mucho. —Pasó una mano por la longitud de su estómago
bien cincelado—. Estos son productos certificados de Grado A. Tienes
suerte de que no cobre admisión.
—¿A qué? ¿A la demostración de armas? —Apunté a sus brazos,
curvando mis labios con diversión.
—¡Exactamente! La demostración de armas —bromeó antes de
saltar en la cama, fijándome debajo de él. Me sostuvo fuertemente
mientras me retorcía, tratando de librarme de su agarre—. ¿A dónde crees
que vas?
—Pensé que íbamos a comer —dije con actitud, ladeando mi
cabeza hacia un costado.
Soltó el aliento bruscamente, levantándose de la cama. —Vamos,
entonces. Tú eres la que no puede parar de mirarme como si fuera un
pedazo de carne.
—¡Te llamaste Grado A! ¡Eso es un rango de carne! —grité, con mi
voz animada mientras tomaba una almohada y se la arrojaba.
La tomó en el aire sin esfuerzo. —¿Terminaste de jugar? Creí que
querías escuchar el resto de la historia. —Sonrió antes de salir de la
habitación, dejándome sola con mis pensamientos.
23
2
Acosador
Traducido por Aleja E & Sofía Belikov
Corregido por Mel Markham
Jack
Cuando por fin entró a la cocina, usando nada más que mi 24
camiseta, casi llevé su culo de nuevo al dormitorio. Haciendo caso omiso a
las punzadas en mis pantalones cortos, miré en la nevera casi vacía. —No
tienes comida —me quejé, cerrando la puerta.
—Casi siempre como fuera. —Se encogió de hombros—. Pero tengo
cereal. Y pan.
Puso cuatro rebanadas de pan en la tostadora, y tomé su mano
para llevarla a la mesa de la cocina y jalar una silla para ella. Puse un
cuenco vacío y una cuchara frente a ella, seguido de la leche y una caja
de cereal. Entonces me senté a su lado, llenando mi plato hasta el tope
con la mierda crujiente.
—Puedo escuchar sobre el acoso ahora —declaró mientras se servía
la leche en su tazón.
—En primer lugar, Kitten tienes que entender que me hice un
compromiso. Tenía que ponerte en el fondo de mi mente hasta que
termine la temporada. Sabía que si perdía el béisbol y a ti, no tendría nada
en mi vida. Nunca sería capaz de sobrevivir con tantas pérdidas.
Estaba seguro de que ella lo entendía, conociéndome tan bien
como lo hacía, pero esto tenía que ser dicho. La sola idea de no tener el
béisbol o mi Kitten me destripó en el interior y me dejaba vacío.
—Lo entiendo. —Sus ojos se suavizaron con entendimiento antes de
acercarse diabólicamente—. Ahora ve al acecho.
Metí lentamente una gran cucharada de cereal en mi boca antes
de decir alguna palabra más. Mi ritmo de la narración la torturaba y lo
sabía. Me gustaba tener la ventaja en una situación en la que en realidad
no tenía ventaja en absoluto. Tuve la suerte de que anoche no me cerrara
la puerta en la cara. Normalmente ella no era alguien que diera segundas
oportunidades, esta chica rompió todas sus reglas por mí. Yo le daría todo
lo que quisiera. Y respondería cada pregunta dos veces también si era
necesario.
—Te estás estancando —dijo y se levantó de la silla para tomar una
tostada.
***
***
—¿Me llamaste al trabajo y colgaste? Me encanta. —Apoyó la
cabeza en mi hombro antes de presionar sus labios suaves contra mi
mejilla.
—Lo hice mucho.
—¿Cuánto es mucho?
—Casi todas las noches —admití, colocando la mano a través del
espacio abierto en la silla y descansando en la parte baja de su espalda.
Tenía la esperanza de que pensara que mis acciones eran lindas en lugar
de espeluznantes.
—¿Llamaste a mi correo de voz del trabajo casi todas las noches,
pero nunca me llamaste a mí?
Mierda.
—No mientras seguía... —Me detuve, sin querer decir la palabra
“casado”. Me estremecí.
—Eres tan terco a veces —me reprendió.
—Lo sé. Pero te juro que mi corazón está en el lugar correcto. —
Como si ya no le hubiera dado a entender lo suficiente, pero anhelaba
28
que ella también entendiera esta parte.
—Tu corazón y yo vamos a tener una charla más tarde. Para estar en
la misma página.
—Lo espero con ansias. —Levanté las cejas, y me dio un manotazo
en el hombro.
—Así que, una vez que tu temporada terminó, ¿te mudaste a casa
con la abuela y el abuelo en California? Creo recordar que Melissa me dijo
que ibas a volver allí.
Empujé mi silla de la mesa, agarré nuestros dos tazones y los puse en
el fregadero. Los iba a lavar después. Y para que conste, yo no lavo platos.
Pero por Cassie, lavaría los platos de toda la ciudad si me lo pedía. —Sí.
Volé de regreso para estar con mis abuelos, justo después que terminó la
temporada. Los extrañaba mucho.
—Apuesto a que también te extrañaron. —Sus ojos verdes brillaron
con sus palabras. Me encantaba ver como hacían a veces cuando se
emocionaban o recordaban el pasado.
—Fue agradable estar en casa, ¿sabes? Y no estar rodeado de
gente a las que no les importa una mierda ni yo ni mi futuro.
Me limpié las manos en un paño de cocina antes de llevarla hacia el
sofá del salón. Jalé su cabeza hacia mi pecho y suspiré mientras envolvía
su brazo alrededor de mí, agarrando mi piel con sus dedos.
—¿Es raro que eche de menos a tus abuelos más que a mis padres?
—Se rió contra mi pecho.
—Nah, tus padres son horribles.
—Lo mismo ocurre con los tuyos —replicó a la defensiva, con el
cuerpo tenso.
—Ni me lo digas
—Bueno, ¿no somos una pareja? —Sus hombros se relajaron y mis
nervios se aliviaron.
—Creo que sí. —Le besé la cima de la cabeza, respirando su
champú. Ella siempre olía tan condenadamente bien.
—¿El abuelo y la abuela enloquecieron con esto?
Mi estómago se tensó ante los recuerdos que inundaron mi mente. —
Estaban muy triste, sobre todo. Creo la abuela lo tomó peor. Le dolía saber
que algo me ocurría y no lo podía arreglar ni mejorarlo.
Cassie asintió en mi pecho. —Pobre abuela.
—Sí. Fue una mierda. Me sentía horrible, joder. Todavía lo hago. —Mi 29
respiración se detuvo.
Arqueó su cuello, tirando hacia atrás la cabeza para mirarme
mientras el aire frío llenaba el espacio ahora vacío en mi pecho. —No te
hagas esto, Jack. Ya se acabó. —Su boca formó una sonrisa, y traté de
devolvérsela, pero fracasé.
—¿Saben qué estás aquí, conmigo? —preguntó con voz temblorosa.
¿Por qué demonios iba Cassie a estar nerviosa cuando se trata de mis
abuelos? Ellos la adoran. Tenía que saber eso.
—Lo saben. Están jodidamente emocionados al respecto.
—¿En serio? ¿No están asustados por todo lo que dejas atrás? —Sus
ojos se clavaron en los míos con intención.
Sonreí. —En realidad no.
Su boca se abrió ligeramente. —¿Qué quieres decir con “en realidad
no”?
—La abuela dijo que sabía que era amor verdadero cuando lo vio.
Estaba convencida de que me perdonarías. Que tal vez no fuera fácil,
pero con el tiempo volverías.
Los labios de Cassie formaron una mueca con la boca cerrada. —La
abuela es inteligente.
Mis dedos pasaban por largos mechones rubios de su cabello
mientras mi mente vagaba por un momento, convencido de que esto era
sólo un sueño. Había deseado estar aquí, sosteniendo a esta chica en mis
brazos, por tanto tiempo que casi no podía creer que estuviera
sucediendo de verdad.
—Sigue con la historia. —Sus palabras atravesaron mis pensamientos.
***
***
38
3
Quédate
Traducido por CrisCras
Corregido por Aimetz
Cassie
Regresé a la sala de estar, llevando una nueva tanga y nada más. 39
Jack se encontraba sentado en el sofá, sus pantalones cortos estaban
subidos pero todavía desabotonados, su camiseta amontonada en el
suelo junto a la que había estado llevando yo. Cogí la camiseta arrugada,
deslizándola de nuevo por encima de mi cabeza antes de dejarme caer
junto a él.
—Esa era una gran distracción —dije, recostando mi cuerpo contra
sus brazos a la espera.
Sus dedos peinaron mis mechones desordenados antes de
colocarlos detrás de mi oreja. —¿Más historias o más distracciones? —
preguntó con tono pícaro.
Mi teléfono móvil sonó en el fondo, y lo miré, pensando en si debía
ver quién me había escrito un mensaje. —Voy a ver quién es.
Él asintió y golpeó mi trasero mientras corría a la habitación. Me
acomodé de nuevo en sus brazos antes de tocar la pantalla de mi
teléfono. —Oooh, es de Melissa. —Me giré, mirando sus profundos ojos
marrones—. ¿Sabe que estás aquí?
Jack se encogió de hombros. —Se habrá informado de la
transacción para estas alturas, así que ella podría estar deseando saber.
Otro pitido sonó y esta vez Jack cogió su teléfono antes de reírse. —
Mensaje de Dean.
—Son tan predecibles.
Presionando los botones, leí el mensaje de Melissa:
¡OH, DIOS MÍO! ¡CASSIE! ¡JACK SE TRASPASÓ A LOS METS! ¿SABÍAS
ESO? ¿ESTÁ ALLÍ? SI NO LO ESTÁ, PROBABLEMENTE LO ESTARÁ PRONTO, ¡ASÍ
QUE ATENTA! ¡Y LLÁMAME LO ANTES POSIBLE!
Me reí a carcajadas.
—¿Qué te dijo? —preguntó Jack, elevando sus cejas.
—Bueno, puso todo en mayúsculas, por lo que este es un mensaje
muy serio. —Sonreí, tendiéndole mi teléfono para que pudiera leerlo.
—Oh, está gritándote. ¿No es eso lo que significan las mayúsculas?
—Sí, pero creo que es su forma de mostrarme que está
enloqueciendo. O emocionada. O gritando —concordé con una sonrisa.
—Atenta. Yo podría estar de camino. —Jack presionó los labios
contra mi frente y cerré los ojos ante su toque. Habían pasado tantas cosas
entre nosotros. Mucho más de lo que cualquier pareja debería haber
atravesado, pero allí estábamos. Juntos.
—Probablemente debería contestarla o no se detendrá jamás. —
Rápidamente le escribí una respuesta.
40
Él está aquí. Estamos hablando. Trabajando en las cosas. Te llamo el
lunes desde la oficina.
Presioné el botón para bajar el volumen de mi teléfono antes de que
pitara otra vez.
¿¿¡¡LUNES!!?? ¡Cómo demonios me vas a hacer esperar tanto!
Me reí y escribí un último mensaje antes de poner mi teléfono en
silencio.
Sobrevivirás. No puedo hablar ahora. Hablamos más tarde. Te quiero.
—¿Qué dijo Dean?
Él escaneó la pantalla del teléfono antes de sonreír y tendérmelo.
Amigo, ¿te trasladas a los Mets y no me lo dices? ¿Es debido a
Cassie? Por supuesto que es debido a ella. ¿Cómo demonios conseguiste
que te dejaran hacerlo? Buena suerte. Llámame después de que la veas.
—¿Cómo puedes no amar a Dean? —Le devolví el teléfono,
sonriendo.
Enderezó la espalda y se apartó de mí ligeramente. —Buena
pregunta. Hablando de Dean, ¿por qué Melissa no le ama?
—¿Qué? —Mi tono salió más sorprendido de lo que pretendía.
—No, de verdad. ¿Qué pasa con ella? Dean está totalmente tras
ella, pero no le corresponde. No lo entiendo.
El tono y la actitud de Jack revelaban el hecho de que le
preocupaba esta situación. Lo encontré dulce, si quieres saber la verdad.
Se preocupaba por su hermanito, y ya que yo no había tenido hermanas
pequeñas por las que preocuparme, lo encontraba inspirador. —Siempre
ha sido de esa manera. —Sabía que respondí su pregunta de forma
insatisfactoria, pero era todo lo que tenía cuando se trataba de ella.
Negó con la cabeza, sin aceptar mi respuesta. —La conoces desde
siempre, Kitten. ¿Nunca ha tenido un novio?
Me rasqué la cabeza, contemplando su pregunta y formando mi
respuesta. —En realidad no. Quiero decir, siempre ha salido con chicos,
pero nunca ha tenido un novio serio.
—¿Por qué no? —preguntó, aparentemente determinado a llegar al
fondo de este misterio.
—No lo sé.
—¿Cómo es posible que tú, de todas las personas, no lo sepas? Eres 41
su mejor amiga. Son chicas. Las chicas hablan sobre este tipo de mierda
todo el tiempo.
Mi cuerpo se erizó con calor mientras mis defensas se alzaban
rápidamente. —Primero de todo, cálmate. Segundo, no tengo ni puta
idea. Nunca he pensado en ello. A los chicos siempre le gusta Melissa, y
sale con ellos o lo que sea, pero en verdad nunca me dijo nada acerca de
corresponderles. Nunca pregunté porque simplemente lo aceptaba. Ella es
así. No sé por qué. No sé cuándo cambiará. Y no sé por qué demonios no
se enamora perdidamente de Dean. Tal vez deberías preguntarle a ella en
vez de sentarte aquí a interrogarme.
Empecé a levantarme del sofá, pero me agarró del brazo y volvió a
jalarme hacia abajo. Alcanzó mi rostro, girándolo y obligándome a mirarlo.
—Lo siento, Kitten. No quería alterarme tanto. Es sólo que no lo entiendo. Mi
hermano es un buen tipo. Y sé que le gusta. Simplemente no tiene sentido
para mí por qué no le corresponde.
Aflojó su agarre sobre mi cara, pero me negué a apartar la mirada
de él. —No puedo responder a eso. —Me encogí de hombros, mi enfado
desvaneciéndose.
—Lo siento. No quería gritar. —Los labios de Jack se torcieron en una
sonrisa, forzando a que aparezcan sus hoyuelos.
Adoro tanto esos hoyuelos.
—Vamos a volver a nuestra historia —sugirió. Con su énfasis sobre la
palabra “nuestra” mi ira desapareció rápidamente.
—Está bien. Pero ahora estoy demasiado enojada como para
recordar dónde estábamos —admití.
Envolvió los brazos alrededor de mí y le permití acercarme más. —
Hablábamos sobre el abuelo y la abuela. No te enfades conmigo.
Mi respiración se detuvo. —Bien —cedí, sintiendo que mi molestia se
desvanecía con su cercanía. Odiaba la forma en que me afectaba a
veces—. Entonces, ¿cuánto te quedaste allí con ellos?
Inhaló una larga respiración antes de liberarla contra la cima de mi
cabeza, haciendo que mechones de mi cabello cayeran delante de mis
ojos. Los aparté mientras esperaba por su respuesta. —Mucho más de lo
que pretendía. Mi plan era quedarme allí durante un par de semanas
antes de regresar a Alabama para empacar mis cosas y finalizar la
anulación. Honestamente, supuse que dos o tres semanas sería tiempo
suficiente. Que esa perra lo firmaría y estaría de camino aquí antes de
navidades.
—Es bueno que no contuviera la respiración. 42
Resopló. —Sí. Los pasados seis meses no han sido nada excepto
drama, Kitten. No lamento haberte dejado fuera de ello, pero siento
haberlo dejado continuar durante tanto tiempo.
Me incliné para apartarme del calor de su cuerpo y me apoyé en los
cojines fríos, cuadrando los hombros hacia él. —¿Cómo tardó tanto
tiempo? ¿Cómo pudo luchar contra la anulación?
***
***
—Oh, Dios mío. ¡Esa zorra! ¿Tenía un doctor que le daba papeleo
falso sobre el embarazo? —Mis ojos se abrieron mientras la sorpresa y la
rabia se hundían en mis huesos.
—Sí. —Eso es todo lo fue capaz de decir.
—No me extraña que la creyeras —dije, sacudiendo la cabeza.
—¿Qué quieres decir? —Su cuerpo se tensó y su mandíbula se
apretó.
—Bueno, nunca entendí por qué creíste que estaba embarazada.
Sin revisar o asegurarte, quiero decir —traté de explicar.
Jack hizo crujir su cuello mientras la tensión brotaba visiblemente de
su cuerpo y rodaba sobre mí. —¿Pensabas que simplemente acepté su
palabra estúpidamente? ¿Qué me casé con ella sin ninguna prueba? ¿Por
qué no me preguntaste?
Su tono amargo me impactó, haciendo que mis defensas se
elevaran. —No lo sé. Tal vez porque estaba demasiado atrapada en mi
propia angustia como para preguntarte cuando tuve la oportunidad. Y no
es como si estuviéramos hablando realmente en ese momento.
Extendió una mano para tocarme, dejándola en mi pierna. Ese único
movimiento destrozó mis defensas y quería retirar todo de lo que acababa
de acusarlo. —Lo siento, Jack. Es que…
—No lo hagas. Lo siento. —Su mano se elevó en un gesto de derrota
en el espacio entre nosotros—. Tú no estabas allí. No sabías lo que pasaba.
Estoy seguro de que parecía muy sombrío desde el exterior. 45
Un escalofrío me atravesó. Nunca jamás quería ser “el exterior” de
nada cuando se trataba de Jack Carter. —Pero no debí haberlo asumido
simplemente.
—No lo sabías.
—Por lo tanto, ¿tenía las visitas al médico y todas las cosas? —Mi
mente seguía corriendo para asimilar las elaboradas conspiraciones y
mentiras. ¿Cómo podía ser tan maliciosa una chica?
—Citas, papeleo, vitaminas, libros de bebés, cuadros, calendarios; lo
tenía todo. —Suspiró y tomé su mano en la mía, entrelazando nuestros
dedos mientras me recostaba contra él.
—¿Puedo preguntarte algo más? —Mi voz sonó amortiguada contra
su pecho.
Besó la cima de mi cabeza. —Cualquier cosa.
—¿Alguna vez pensaste que el bebé no era tuyo? Quiero decir,
entiendo que pensaste que estaba embarazada, pero ¿alguna vez
pensaste que era de otra persona?
—Ella era una mentirosa muy convincente. Estuvo de acuerdo sin
reservas en hacer una prueba de ADN después de que naciera el bebé.
Honestamente, pensé que si estuviera mintiendo, habría estado nerviosa, o
al menos habría peleado conmigo con todo el asunto, pero lo alentó.
Y luego me volvió a llevar a cuando su mundo comenzó a
derrumbarse a su alrededor. Cuando vivía en Alabama y jugaba en el
equipo Triple A para los Diamondbacks. La noche después de que lanzó su
juego perfecto, cuando Chrystle se acercó a él en el bar donde celebraba
con sus compañeros de equipo y finalmente dejó de resistirse a ella. Cedió
a los avances de ella esa noche, y mi vida como la conocía nunca será la
misma. Me estremecí al recordar la forma en que mi mundo empezó a dar
vueltas a mi alrededor y mi corazón se sintió como si estuviera haciéndose
pedazos dentro de mi pecho cuando Jack me llamó esa tarde para
darme la noticia. No sólo me había engañado, sino que además, la chica
con la que había dormido estaba embarazada.
***
***
51
4
Mejores amigos
Traducido por katyandrea & Alexa Colton
Corregido por Pau!!
Jack
Agarré la mano de Cassie, apretando nuestros dedos mientras 52
caminábamos fuera. Eché un vistazo alrededor de la ciudad, observando
los edificios y lo diferentes que eran todos comparado con el sur de
California. Nueva York se veía tan viejo como lo era. Pero era muy fresco.
Incluso en el aire frío, la ciudad bullía de una energía que nunca había
experimentado antes. Nueva York tenía arrogancia. Ya me gustaba.
—Ahí está —dijo Cassie con una sonrisa, señalando hacia un
pequeño toldo verde.
Eso fue rápido.
—Genial. —Parecía muy pequeño. Me apresuré en frente de Cass,
abriendo la puerta antes de anunciarnos en su interior, colocando mi
mano firmemente en su culo.
El olor a pan fresco, queso y salsas abrumó mis sentidos. Mi estómago
gruñó cuando examinamos el menú en la pared y el viejo hombre detrás
del mostrador me estudiaba. Me había acostumbrado a que me miren,
pero me convencí de que este tipo no podía saber quién era. Claro, la
industria informó en los periódicos y en línea, pero todavía no había
empezado a jugar con el equipo.
—¿Qué quieres, cariño? —le pregunté a mi chica, hipnotizado por el
pelo rubio largo que se extendió por su espalda.
Ella es tan caliente. Sólo quiero atar ese pelo en un nudo a mi pata
de la cama.
—Voy a buscar un par de rebanadas.
—¿Quieres simplemente obtener una pizza entera y luego podemos
traer el resto a casa para más tarde?
Asintió con entusiasmo. —¡Sí! ¡Gran idea! Eres muy inteligente —dijo,
antes de elevarse en los dedos del pie para besar mi mejilla.
—Inteligente y hambriento. No tienes comida en tu casa. Tú me
matas, mujer.
—¡Sé quién eres! —La expresión del hombre se volvió alegre mientras
ondeaba un dedo gordo en el aire—. ¡Eres nuestro nuevo lanzador! Jack...
—hizo una pausa y entrecerró los ojos—... Carter, ¿verdad?
La boca de Cassie se quedó boquiabierta mientras miraba en
estado de shock entre el hombre detrás del mostrador y yo. —Sí, señor —le
contesté con un gesto rápido. Su mano se extendió a través del mostrador
de acero frío hacia mí antes de extenderla hacia Cass.
—Soy Sal, cariño —sonrió ampliamente, mirándola.
Ves, Kitten, incluso los viejos piensan que estás caliente.
—Soy Cassie. Gusto en conocerte. ¿Cómo sabías quién era él? —
53
preguntó Cassie, su voz un poco estresada.
Le soltó la mano. —Soy un gran fanático de los Mets. Sigo a todo lo
relacionado con el equipo. Estamos todos muy contentos de tenerte aquí.
¡Bienvenido a Nueva York!
Su voz resonó con tanto entusiasmo sincero que empapó mi piel y
mis huesos. —Gracias. Estoy muy feliz de estar aquí. —Al decir las últimas
palabras, miré directamente a Cassie.
—¿Cómo es que no estás con el equipo en Chicago? —Sus ojos
grises se fijaron en mí con curiosidad.
—Me hicieron un favor y no me pusieron en la rotación hasta el lunes
por la noche. Volé directamente aquí para establecerme.
—Eso es maravilloso. ¿Ustedes viven en el Lower East?
Mis ojos se encontraron con Cassie de forma rápida antes de
responder—: Por ahora sí.
—Bueno, soy Sal. Cualquier cosa que deseen es cortesía de la casa.
—Oh no, Sal, no tienes que hacer eso. Sin embargo, gracias —
contestó Cassie dulcemente antes de que pudiera responder yo. Esa era
una de las cosas de ser conocido o famoso, o cualquier cosa que quisieras
llamarlo, nunca tuvo ningún sentido para mí. La gente disfrutaba de dar
cosas gratis cuando tú puedes claramente costearlo. No entendía la ironía
de dar cosas gratis a la gente con un montón de dinero.
—Es un placer conocerte, Sal. Y en serio, estamos más que dispuestos
a apoyar tu negocio, ya que supongo que estarás apoyando el mío. —Le
sonreí, tomando nota de las banderas de los Mets y los carteles colgados
en las paredes.
—Entonces, ¿qué puedo hacer por ustedes?
Cassie me miró hacia mí. —Sólo quiero pepperoni.
—¿Podemos conseguir dos pizzas grandes de pepperoni?
—Claro que sí, Jack. —Sal se volvió hacia la cocina detrás de él y
gritó—: Dos tartas grandes de pepperoni.
¿Tartas?
Como si leyera mi mente, Cassie se inclinó a mi oído y susurró—: Aquí
las llaman tartas. Y si quieres un pedazo de pizza, lo llaman una rebanada.
Le sonreí, agradecido por mi primera lección en Nueva York. Le besé
la cima de la cabeza, observando el pequeño restaurante. Dos mesas
pequeñas acurrucadas con viejas sillas verdes junto a la ventana de gran
54
tamaño. —¿Quieres sentarte?
Asintió, eligió de una mesa y luego se sentó. Casi me pellizqué para
asegurarme que me estuviera pasando. Tener a Cass de vuelta en mi vida
me renovaba. Me sentía como un jodido hombre nuevo... como si pudiera
hacer cualquier cosa simplemente porque esta chica estaba conmigo.
Puse la mano sobre la mesa antes de que Cass estirara las suyas,
poniéndolas encima de la mía. Sus dedos se movieron por mi piel, y me
despertó al instante.
Cálmate.
—Todavía me asombra que ella luchara contra la anulación. Y
tuviera todo el papeleo falso y esas cosas. Me parece una locura —dijo
mientras sacudía la cabeza.
—Es una locura.
—Y vengativo. Y malicioso. Y horrible.
Solté una bocanada de aire. —Sí. Es todas esas cosas.
—Así que, ¿cuándo fuiste a Alabama?
Me aparté de su agarre, echándome hacia atrás y uniendo las
manos detrás de la cabeza mientras miraba a sus ojos verdes. —Estuve
sentado allí, esperando. Pasó todo un mes y ella todavía no había firmado
los papeles. Sentí que no tenía control de mi propia vida, y me enojaba
bastante.
***
—Jack, tus tartas estarán en un minuto, ¿de acuerdo? —La voz grave
de Sal se hizo eco en todo el pequeño restaurante, liberándome de mis
recuerdos.
—Suena bien, Sal. Gracias.
—¿Qué dijo Marc acerca de ir a Alabama?
—No se lo dije.
Se rió, pasándose los dedos por el pelo, y yo quería estirarme y tocar
cada jodida parte de ella. —Por supuesto que no.
—Bueno, ¡por favor! Él me habría aconsejado que no me vaya. Yo
seguía pagando el alquiler de una casa en la que no vivía. Tenía que sacar
mis cosas antes de que comenzaran los entrenamientos de primavera en
febrero, y sólo faltaba un poco más de un mes.
—¿Eso te volvía loco? —Su frente se arrugó por la preocupación, y
me moría de ganas de evitar todo esto, pero recordando las reglas de
mucha importancia para una relación con Cassie, me negué a mentir.
Regla número uno: No mientas.
Cerré los ojos antes de abrirlos de nuevo. —Definitivamente sí. Verás,
Kitten, aparte de toda la mierda que ocurría... que mis cosas siguieran en
Alabama... que Chrystle no firmara la anulación... siempre se trataba de ti.
Lo único que importaba era regresar a ti. Y lamento que el tiempo se me
escapara tan rápido, pero…
—No te hagas eso —me interrumpió ella—. Ahora lo entiendo mejor.
Me metí la mano en el pelo, tirando de las mechas como tendía a
hacer cerca de ella. —Sé que debí haber llamado. Pero mientras pasaba
todo, yo estaba inmerso en arreglar las cosas. Me obsesioné con que cada
detalle estuviera en perfecto orden antes de venir aquí. Sin excepciones.
—Pero ahora estás aquí. Y eso es todo lo que importa. —Sus ojos
hermosos brillaban, y yo sabía que iba a perder mi mierda aquí, delante de
Sal si ella lloraba. Sus lágrimas podían destriparme completamente.
—Para llevar, ¿no? —nos gritó Sal, y puso mis emociones bajo control.
Eché un vistazo a Cass, que asintió con acuerdo. —Para llevar, Sal.
Gracias —contesté.
Empujé mi silla hacia atrás y me dirigí hacia el pequeño mostrador. — 57
¿Tienes un coche, Jack? —Sal inclinó la cabeza en dirección a mí, con los
ojos entrecerrados.
Inicialmente confundido por su pregunta extraña, me eché hacia
atrás y pensé por un momento. —No —le dije con voz entrecortada,
preguntándome por qué un extraño averiguaba si yo tenía un coche.
—Sólo pregunto porque mi primo Matteo es chófer. Tú no deberías
tomar el tren al estadio todos los días, y ni pienses en tomar un taxi. Voy a
escribir el número de su coche de empresa y tú pregunta directamente
por él, así se ocupará de ti. —Garabateó el nombre y número de Matteo
en la parte posterior de una tarjeta de visita antes de pasármela.
El alivio se apoderó de mí. Sal no era un acosador espeluznante, sino
un buen tipo. —Gracias. Ni siquiera había pensado en eso —le dije con una
sonrisa, metiendo la tarjeta en el bolsillo trasero y haciendo una nota
mental para llamar al número más tarde.
—No hay de qué. Sólo asegúrense de volver aquí y visitarme de vez
en cuando, ¿de acuerdo? —Deslizó las dos grandes cajas en mi dirección.
—Por supuesto. —Extendí la mano, y agarré firmemente.
—Nos vemos pronto. Gracias. —Cassie sonrió antes de sostener la
puerta abierta para mí y nuestras tartas grandes.
¿Ves? Aprendo rápido.
Caminábamos de regreso a nuestro apartamento cuando Cassie se
echó a reír. —No puedo creer que él supiera quién eras.
—Eso fue una locura, ¿no?
—¡Sí!
Me encogí de hombros, mientras equilibraba las pizzas. —Siempre he
escuchado que los neoyorquinos son intensos.
Cassie se detuvo brevemente, levantando las cejas. —Oh. No tienes
ni idea.
Su tono me hizo sonreír. —Creo que voy a aprender muy pronto.
—Será mejor que gane sus juegos, señor —me advirtió, con un tono
que sonaba medio burlón y nervioso.
Entramos en el edificio de apartamentos donde las puertas del
ascensor esperaban en posición abierta. Cassie apretó el botón y cuando
las puertas se cerraron, me encontré con ganas de dejar caer las cajas al
suelo y sujetarla contra la pared del ascensor. Mis pantalones se apretaron
cuando mis pensamientos siguieron su destino. En mi mente, me incliné y
presioné mis labios en su cuello, lamiendo y mordisqueando un camino 58
hasta su mandíbula mientras los gemidos escapaban de sus labios. Pensé
en presionar mi boca contra la de ella, para silenciar sus grititos dulces
mientras nuestras lenguas jugaban a las escondidas. Se aclaró la garganta,
y levanté la vista para ver que las puertas del ascensor estaban abiertas.
—¿El ascensor y tú necesitan un poco de tiempo a solas? —preguntó
ella, parpadeando hacia el bulto en los pantalones.
—Pensaba en todas las cosas que me gustaría hacerte aquí. —Le
guiñe un ojo y me mordí el labio inferior, esperando una reacción por su
pate.
Inclinó la cabeza hacia un lado, con los labios fruncidos de ese
modo lindo que siempre me excita. —¿En serio? Los ascensores son
desagradables. Eres asqueroso. —Me dio la espalda y tintineó las llaves
hacia la puerta mientras se me escapaba una leve sonrisa.
Una vez dentro, puse las cajas de pizza calientes como el infierno en
la mesa de la cocina y sacudí las manos para liberarlas del calor. —Tan
pronto como te sientes, te contaré las mejores partes —le grité mientras se
alejaba.
—Oh, ¿en serio? —Me miró desde la puerta del baño con una
sonrisa—. Sólo déjame lavarme las manos.
Después de una búsqueda rápida, tomé dos platos de la alacena y
los coloqué sobre el mostrador antes de llenar dos vasos de agua.
Nota mental: conseguir un poco de cerveza.
Cassie entró en la cocina, muy sonriente. —Estoy lista —dijo,
agarrando los vasos de agua cuando prácticamente saltó a la mesa de la
cocina.
***
***
***
***
***
***
Los tres caminábamos hacia la salida del bar, cuando Chrystle saltó
delante de mí, agarrándome por el brazo. Me liberé de su despreciable
toque antes de gritarle—: No me toques, perra loca.
—Sólo quiero hablar contigo, Jack. —Pestañeó e inclinó la cabeza
en un intento de mierda de parecer dulce.
—¿Qué tal si hablamos después de firmar los papeles?
Al instante, su boca se frunció por la frustración. —No voy a firmarlos. 64
No puedes demostrar nada y lo sabes.
—Sigue diciéndote eso —mentí, esperando a que lo creyera.
—Estás mintiendo.
Joder.
—Sólo recuerda la cantidad de amigos que tienes antes de que
todos ellos reciban una citación y los haga atestiguar contra ti. Si consigues
que mientan en el estrado, me aseguraré de que vayan a la cárcel.
—¡No te atreverías! —escupió.
—Y una mierda. —Me incliné hacia su rostro, enlazando mis palabras
con ira y odio.
—No va a funcionar. He cubierto todas mis bases, por así decirlo. —
Sonrió con picardía, y me pregunté qué diablos hice en una vida pasada
para merecer esto.
—Sólo firma los malditos papeles, Chrystle.
—No.
—¿Por qué diablos no?
—Porque me niego a que te resulte fácil deshacerte de mí. —Sonrió,
y yo quería golpearla.
—¿Es esto un maldito juego para ti? —le pregunté con los dientes
apretados, mientras mi ira aumentaba casi hasta el punto de hervir.
—Quiero seguir casada, así que no voy a firmar nada si puedo
evitarlo.
La petulancia irradiaba de ella con tanta fuerza que tuve que
reprimir el impulso de gritar como un loco en el centro del bar.
Mantén la calma, Carter. No dejes que esta perra loca te lleve al
extremo.
—¿Evitarlo? ¿Crees que puedes evitar esto?
—En realidad, sí. —Su voz, llena de engaño y confianza, me dio
ganas de vomitar.
—No eres más que una mala persona. —Lancé las manos en el aire
con frustración.
—Tú también —contraatacó.
—No, yo soy un imbécil. Hay una diferencia.
Esta chica me sacaba de cada maldita casilla. Y no en el buen 65
sentido. Casi deseaba que Melissa se acercara y acabara con ella. Dios
sabe que yo no podía. Si golpear a una chica fuera socialmente
aceptable, éste podría haber sido el momento en que consideraría
hacerlo. Si ella fuera un hombre, ya le hubiese hecho tragarse los dientes
por su maldita garganta.
—Voy a hacer lo que sea necesario para librarme de ti. ¿Me
escuchas? Lo que sea necesario.
—¿Me estás amenazando? —preguntó, elevando abiertamente la
voz.
—Si te estuviera amenazando, lo sabrías. Firma los malditos papeles.
—Me aparté de ella, abriendo la puerta del bar con mi puño.
***
—No creía que fuese posible odiarla más. —Cassie suspiró mientras
sacudía la cabeza con incredulidad—. ¿Quién hace ese tipo de cosas?
—Las perras locas. Juro que nunca volveré a hablar con otra chica
que no seas tú.
En realidad no era tan mala idea. Si nunca hablaba con otra
fanática, nunca me metería en problemas con Cass y ella confiará en mí
de nuevo.
—La abuela podría ponerse triste. —Su voz dulce interrumpió mi
nuevo plan.
—Cierto. La abuela y tú —modifiqué, antes de continuar—: Así que,
al día siguiente Chrystle presentó una orden de restricción en contra de
nosotros tres.
—¡Cierra la maldita boca! ¿Contra Dean, Melissa y tú?
Asentí. —Dijo que amenazamos su vida y temía por su seguridad.
—¿Es una broma? Será mejor que esa perra desee nunca toparse
conmigo porque deberá temer por su seguridad. —Sus dedos tocaron
ligeramente la cima de su plato, haciendo un ruido con cada toque.
Me reí a carcajadas. —Me gusta cuando te pones protectora
conmigo, Kitten. Es lindo.
—Deberías haberla encerrado en un manicomio o algo cuando
tuviste la oportunidad. —Su voz se llenó de ira, y me encontré sorprendido 66
por la cantidad de locura en mi vida en los últimos años—. Todavía no
puedo creer que Meli no me haya dicho nada de esto. Es decir, después
de que te vi en el juego esa noche, la llamé de inmediato. Me dijo que te
superara. Que necesitaba un cierre definitivo, pero ella sabía todo lo que
sucedía, todo el tiempo.
Me agarré la nuca ante el malestar del recuerdo de ver a Cassie con
otro chico en mi juego de béisbol y también por lo irritada que se puso
Melissa. —Sí. Se enojó mucho conmigo en ese momento.
—¿Por qué?
Moví el cuello hacia la izquierda, para hacerlo crujir, antes de exhalar
con fuerza. —Me dijo que tenía una fecha límite. O yo te decía en una
fecha determinada, o lo haría ella.
—¿Cuándo fue la fecha límite?
Aparté la vista de sus ojos, ya que la verdad seguía siendo un
recuerdo doloroso. —Antes de irme a los entrenamientos de primavera de
esta temporada.
La miré mientras pensaba, ubicando las piezas en su lugar como un
rompecabezas que sólo encajaba en una manera determinada. Ella hacía
la conexión entre las demandas de Melissa hace meses y su conversación
después de verme en el juego de hace unas semanas. —Pero nunca me lo
dijo. Es decir, nunca dijo nada. Y, obviamente, tú tampoco. —Se detuvo,
arrugando la frente con su continua confusión al darse cuenta de que
Melissa amenazó con confesar todo, pero nunca lo hizo—. ¿Por qué no me
lo dijo? Ella sabía lo herida que estaba.
Asentí. —Lo sé. Dijo que tú por fin eras feliz aquí. Que le dabas una
oportunidad a la gente y que te encantaba todo lo que experimentabas.
Y le asustaba que si te contaba todo, te pusieras triste nuevamente y te
cerraras a todos. Pensó que al decírtelo, te haría dar pasos hacia atrás, en
lugar de hacia adelante.
Vi como su frente se suavizó, liberando algo de tensión. —¿Debido a
Joey? —preguntó en voz baja.
—Sí. Dijo que a pesar de que no era lo mismo, podía escuchar la
emoción sutil en tu voz cada vez que hablabas de él. —Forcé una sonrisa
mientras mi estómago se revolvía y retorcía de celos.
—Así que por eso me insistió tanto en salir con él. —Dejó de quitarse
su esmalte de uñas y me miró—. Tú sabías de él, ¿no? Quiero decir, ¿antes
de la noche en el campo?
—Ajá. —No confiaba en mí mismo para responder otra cosa. No
tenía derecho a estar enfadado, pero pensar en otra persona con mi 67
chica me daba ganas de hacer agujeros en la pared. O en su cara.
—¿Por Dean? —preguntó, con su voz curiosa.
—Mayormente. Después de que Melissa se enojó conmigo, creo que
a ella le gustaba decirme que ya tenías a alguien más en tu vida. Me
atacó una noche después de que Chrystle firmó por fin los papeles, pero
yo todavía no te había llamado. Le dije que trataba de resolver las cosas,
pero ella jodidamente continuaba arremetiendo contra mí y gritando en el
teléfono.
Me estremecí ante el recuerdo de una Melissa muy enojada, más de
lo que nunca la había escuchado. Para ser alguien pequeña, era bastante
ruidosa. —Exigió saber qué coño era lo que todavía tenía que resolver.
Entonces me dijo que te dejara en paz y no me metiera en tu vida nunca
más.
Cassie se tapó la boca abierta con una de sus manos y tenía los ojos
muy abiertos, mientras escuchaba.
—En ese momento, yo esperaba para ver si se haría la transacción.
Nadie sabía que trataba de ser transferido. Ni siquiera Dean.
—Yo... —Cassie se detuvo, exhalando—, ni siquiera sé qué decir.
—Me siento como alguien sacado de una jodida película de
Lifetime. O un pedazo de mierda del show de Maury Povich2. Diciendo
todo esto en voz alta. —Me detuve para mirar sus ojos verdes.
Dios, es tan hermosa. ¿Cómo pude haberla lastimado?
—Es todo tan loco para mí.
—Es mucho para asimilar —concordó.
68
Cassie
Revivirlo todo, cuando no se encontraba lo bastante lejos en el 69
tiempo como para hacerlo, era más allá de abrumador. No tenía idea de
las cosas por las que pasó Jack durante el tiempo en el que estuvimos
separados. Parte de ello me rompe el corazón y las otras me molestan.
Estuve media tentada a decirle que se detuviera. Que no quería escuchar
nada más. Que escuché lo suficiente. ¿Qué podría faltar?
Pero mi mente —mi loca, abandonada por Dios, e idiota mente— no
lo dejaba pasar. Ella sería el mayor problema que se metería en nuestro
camino para volver a estar juntos. No quería ser estúpida. Ya acepté las
disculpas de Jack y lo recibí en mi casa con los brazos abiertos, pero en
serio, no quería ser tonta de nuevo. Si la jodía, no habría una próxima vez.
No habría más oportunidades. Una chica sólo podía soportar una cantidad
de sufrimiento.
—Otro descanso —sugerí, y supe inmediatamente lo que cruzó la
mente de Jack cuando vi la mirada conocedora en su rostro—. No ese tipo
de descanso.
—¿Por qué no? —Se lamió los labios y mi mandíbula cayó.
—Un descanso para cambiar de tema.
—¿Un descanso para cambiar de lugar? —Asintió en dirección a la
habitación.
Estreché los ojos, apenas capaz de verlo a través de las pequeñas
ranuras. —Bien. Pero primero sólo para hablar.
Jack se rió. —Primero hablar. Después sexo.
—¡Jack! —grité, sonrojándome.
—Vamos, de todas formas apenas puedo moverme, ya que estoy
demasiado lleno. La pizza de Nueva York es tan malditamente buena.
—Lo sé, ¿verdad? —dije. La pizza de Nueva York era muy diferente a
las que comíamos en California. No me malentiendan, en casa teníamos
muchos sitios donde vendían pizza al “estilo de Nueva York”, pero no eran
para nada como estos. La pizza de aquí se convirtió, sin lugar a dudas, en
mi pizza favorita—. Dicen que es al agua.
—¿Dicen qué? ¿Qué agua? —preguntó Jack mientras colocaba los
platos sucios en el lavabo.
—La pizza. Dicen que es muy buena aquí debido al agua. Le hace
algo a la masa. No sé si es verdad, pero lo creo totalmente. —Cada vez
que compartía un cotilleo que aprendí sobre Nueva York, desde que vivía
aquí, un escalofrío emocionado recorría mi columna vertebral. Me
encantaba ser la persona que le enseñaba a Jack todas esas cosas.
—Suena bien para mí. —Agarró una toalla y se secó las manos antes 70
de volverse hacia mí—. ¿Vamos?
—Si insistes —le dije.
—Oh, insisto.
Caminé hacia la habitación y comencé a desnudarme, cuando
Jack soltó—: Creí que dijiste que no íbamos a…
—¡Sólo voy a ponerme mi pijama! —lo interrumpí—. Odio acostarme
en vaqueros.
—Maldita sea.
—Pensé que estabas lleno.
Se lamió los labios. —Estoy lleno, pero siempre hay espacio para K-i-t-
e-n. —Cantó la palabra como la sintonía de Jell-O, y me reí.
—Olvidaste una “t”.
—No funcionaría. Trata de cantarlo con dos T. —Palmeó la cima de
la cama antes de inclinar la cabeza contra una almohada, mientras la
canción de Jell-O se reproducía en mi cabeza—. Ven aquí.
Me deslicé en un par de pantalones cortos de hombre y una
camiseta antes de saltar literalmente a la cama. Cuando puse la cabeza
en el hueco de su hombro y envolví el brazo a su alrededor, suspiró
alegremente y puso una manta sobre nosotros.
—Así que, ¿de qué va el cambio de tema? —preguntó.
—De tu nuevo equipo de béisbol. —Sonreí contra su camisa.
—¿Qué hay con eso? —Su pecho subía y bajaba debajo de mi
mejilla.
—Cuéntame sobre ello. ¿Cómo funciona en las Grandes Ligas? ¿Qué
tienes que hacer?
—Tengo que reportarme en el campo el lunes por la mañana. Debo
estar allí a las ocho, así puedo llenar algunos papeleos. Y pasaré todo el
día allí hasta el juego.
—Pero el juego es en la noche, ¿cierto?
—Sí.
—¿Estarás allí todo el día?
—Sí, bueno, tengo que reportarme, conseguir mi casillero,
asegurarme de que mi uniforme esté bien, conocer al director técnico,
ejercitarme, echarle un vistazo al campo, practicar el bateo, almorzar,
asistir a reuniones… —se detuvo abruptamente antes de continuar—… y
extrañar a mi Kitten.
Me reí antes de sentarme y mirarlo. Tanto como me encantaba estar
71
recostada junto a su cuerpo cincelado, también disfrutaba mirar a esos
ojos chocolates cuando hablábamos. Llámame loca.
—¿Debería ir al campo cuando salga del trabajo? ¿Vas a lanzar?
¿Me quieres allí si no lanzarás? —Trabajar en la oficina de lunes a viernes
hacía que me perdiese muchos de los juegos de Jack. Mientras que por
una parte odiaba saber lo que me perdía, por otra disfrutaba de los sueños
y metas que había alcanzado por mí misma. Me mudé a Nueva York para
avanzar en mi carrera, no para seguir a Jack por el país. Aun así, me
llenaba de tristeza el pensar en él viajando y jugando en los estadios sin mí.
Me siento como una contradicción andante.
Sus cejas se juntaron. —No tengo idea de si voy a lanzar o no. Pero te
quiero allí sin importar nada. —Alcanzó mi mano, frotando mis nudillos con
su pulgar—. Te quiero allí siempre, Kitten.
Mi corazón saltó ante su toque y sus palabras. —Entonces estaré allí.
—Sonreí suavemente mientras levantaba la mano y la llevaba a sus labios.
La verdad me dio de lleno. Había un escalofrío que me recorría cada vez
que veía jugar a Jack. Nada se comparaba a estar sentada en un estadio,
sin importar cuán grande o pequeño era, y ver a Jack en la cima de ese
montículo de tierra. Era mágico.
—Te conseguiré una entrada por Will Call y tendrás una credencial,
así puedes ir a verme después del juego.
—¿Una credencial?
—Se utiliza en la mayoría de los juegos lejos de casa. De esa forma la
seguridad sabe que eres la esposa de un jugador… —Se ahogó antes de
retractarse rápidamente—… o novia. Así saben que estás con el equipo.
Todos estos extraños sentimientos me salieron de golpe mientras los
celos se asentaban en mi estómago. Como si estuviese leyendo mi mente,
Jack añadió—: Ella nunca tuvo una.
Exhalé e inhalé rápidamente. —Sé que es estúpido pensar en cosas
como esa, pero no puedo evitarlo.
Jack sacudió la cabeza rápidamente. —No es estúpido. Esos
pensamientos están en tu cabeza porque yo los puse ahí. —Llevó la boca
hacia mi oído, su respiración cálida y seductora—. No lo arruinaré de
nuevo. Lo prometo. —Mordisqueó mi lóbulo antes de alejarse.
Cerré los ojos, absorbiendo su promesa. Parte de mí se encogió,
reconociendo la vulnerabilidad que fluía dentro de mí. Necesitaba ser
fuerte, pero la verdad era que Jack estaría fuera un montón y no sería
capaz de estar con él. Por más que quisiera creer que su error con Chrystle
fue de sólo una vez, me estaría mintiendo a mí misma si decía que no me 72
sentía asustada.
Lo estaba.
Y no sabía con seguridad si alguna vez iba dejar de estarlo.
—¿Me crees? —preguntó, frunciendo el ceño con preocupación.
Luché contra las lágrimas que se formaban en mis ojos. —Quiero
hacerlo. —Lo que quería hacer era embotellar mi ansiedad y ponerlo en
una repisa de donde sólo saldría en pequeñas dosis, pero no sabía cómo.
Ahora mismo, vivía en el exterior de mi piel, como una capa extra que no
podía quitar sin importar qué. Mis emociones tomaban el control total de
cada parte de mí. Me convertí en una víctima de mis propias
inseguridades.
—Te lo demostraré. —Su frente se presionó contra la mía mientras
continuaba—: No te perderé de nuevo.
—¿Y si quiero que me pierdas? —bromeé con un tono medio serio
mientras lo observaba alejarse de mí.
—No te lo permitiré.
—¿No me lo permitirás? —me burlé, amando secretamente la forma
en que me quería.
Jesús, Cassie, te estás comportando como una maldita chiflada
ahora mismo. Decídete. Finge como si estuvieras a cargo.
—No. No te dejaré. Fin de la discusión. —Su boca permaneció
estoica.
—Eso no fue lo que alguien consideraría una discusión.
—Porque no hay nada que discutir. No voy a dejarte de nuevo. Y tú
tampoco vas a hacerlo. No importa cuánto te haga enfadar, o cómo te
frustre. Te amo, joder, y no voy a ir a ninguna parte.
Intenté luchar contra la sonrisa que comenzaba a formarse. —Yo
también te amo. Pero en serio, si me engañas de nuevo, te cortaré las
pelotas y las colgaré del edificio Empire State.
73
6
Eres una mandona
Traducido por Yure8
Corregido por Pau!!
Jack
Ahora necesitaba cambiar de tema. Reviví mi error con Chrystle 74
cada momento desde que lo cometí, y hablar sobre el engaño con Cassie
me destrozó jodidamente. —Sabes, no hay mucho más para contar de la
historia, si quieres dejar de interrumpirme y me dejas terminar. —Esbocé
una sonrisa.
Arrugó la nariz en respuesta a mis palabras y una leve sonrisa se
extendía por sus mejillas. Esperé lo que estaba seguro que sería un
comentario de listilla cuando simplemente dijo—: Está bien. Termina.
Te equivocas de nuevo, amigo.
Aspiré una larga y firme bocanada de aire antes de seguir donde lo
dejé.
***
***
***
***
78
—No sabía que me llevaba al juego. —Sus cejas se arrugaron y su
expresión lucía arrepentida.
—Eso... —hice una pausa, reviviendo la sensación de haberlo visto
arrojar el brazo alrededor de sus hombros—… casi me hizo enloquecer.
—Bueno, me alegro de que no lo hicieras. Siento que me vieras allí
con otra persona.
—Eso ahora está en el pasado. ¿Lista para oír lo nervioso que estaba
cuando llegué aquí anoche? —Jugué con su pelo otra vez.
Se movió a horcajadas sobre mí, deslizando las piernas a cada lado
de mi cintura. —Me gustaría oírte hablar de eso en un minuto. —Se inclinó
hacia abajo, chupando mi labio inferior dentro de su boca y frotando sus
caderas contra mi cintura.
Cree que tiene el control.
En un movimiento rápido, la volteé sobre su espalda. Sujetándola
debajo de mí, presioné mi erección contra sus pantalones cortos. —¿Esto
es lo que quieres en lugar de la historia? —Hundí la boca en su cuello,
mordiendo suavemente antes de lamer y besar su oído—. ¿Esto es lo que
quieres, Kitten? —Respiré contra ella.
—Ajá —gimió suavemente, arqueando la espalda.
—Dilo. —Mis manos vagaron por sus muslos antes de encontrar el
punto dulce entre sus piernas—. Estás ardiendo ahí abajo —le dije. Saber lo
caliente que estaba para mí, alimentó más mi erección.
Gimió mi nombre, y cubrí su boca con la mía.
—Dilo —exigí, respirando en ella.
Abrió los ojos, mientras su pecho subía y bajaba. —Te quiero a ti en
lugar de la historia. Ahora, deja de joder. —Sus manos se envolvieron
alrededor de mi nuca, tirando y jalando mi pelo. Me incliné lejos de ella,
disfrutando del control.
Saqué su ropa, lanzándola sobre mi hombro antes de añadir la mía a
la pila. Acercando los dedos y cuerpo de nuevo a ella, arqueó su espalda
y se retorció mientras suplicaba—: Jack, por favor.
—Necesitas aprender algo de paciencia.
—Al diablo con la paciencia. ¡Te quiero dentro de mí! —
prácticamente gritó, envolviendo la mano a mi alrededor. Fui contra ella
suavemente antes de separar su mano. Traté de ser fuerte, pero ¿a quién
engañaba? La quería tanto como ella a mí. 79
Quizás más.
Puse los brazos a cada lado de su hermoso cuerpo desnudo antes
de guiarme dentro de ella. —Tan mojada, Kitten —le dije, y el instinto y la
necesidad tomaron el control.
Cerró los ojos mientras sus dedos presionaban contra mis hombros,
abriéndose camino por mi espalda y colocándolos en mi culo. Me moví
dentro y fuera de ella, lentamente al principio. La sensación de su
estrechez me rodeaba. Junto con mis sentimientos por ella, sabía que no
iba a durar mucho.
Esta chica está arruinando mi capacidad para durar en la cama.
—Jack. Más rápido. —Su voz era entrecortada y llena de necesidad.
Maldita sea, ella será mi muerte.
Aceleré mi ritmo mientras ella se presionaba contra mí, acelerando
su respiración. Me impulsé dentro con más fuerza, luchando contra el
impulso de estallar en ese momento. Me incliné hacia su boca, deslizando
mi lengua por su labio inferior antes de empujarla dentro de su boca.
Respirábamos uno en el otro, lenguas desesperadas y necesitadas,
mientras su cuerpo empezaba a temblar.
Hay un Dios.
Me negué a parar, empujando más profundo cuando los gritos de
placer salieron de sus labios y llenó el aire entre nosotros. Su cuerpo
temblaba mientras yo aumentaba con más fuerza, drenando la sangre del
resto de mi cuerpo y agrupándola en un lugar central.
Sus ojos se clavaron en mí mientras cerraba los míos. Un gruñido
escapó mientras llamaba su nombre. Me liberé dentro de ella, y bajé el
ritmo de mis caderas antes de detenerme finalmente. Me derrumbé sobre
ella con una sonrisa.
—¿En serio? Córrete —exigió, jadeando mientras exageraba su
incapacidad para respirar.
—Creo que acabo de hacerlo.
Cassie rodó los ojos, empujándome con todas sus fuerzas.
—Vale, Vale. Me moveré. —Envolví las manos sobre sus hombros y
nos rodé a ambos. Tiré de su cuerpo desnudo contra el mío, negándome a
soltarla.
—Ahora tengo hambre de nuevo. —Me besó la cima de mi nariz—. Y
estoy lista para el resto de la historia.
—Eres una mandona.
—Te gusta.
80
7
Nunca te volveré a dejar
Traducido por Juli
Corregido por Meliizza
Jack
Esperé a Cassie en el sofá de la pequeña sala de estar. Mirando 81
alrededor, examiné el pequeño apartamento y pensé en que pronto
necesitaríamos un lugar más grande. Y yo necesitaba un gimnasio. Pero
podríamos ocuparnos de eso más tarde. Ella salió en su pijama, agarró una
de las cajas de pizza y la arrojó en la mesita de café cerca de nuestras
piernas.
—Ya estoy lista.
***
***
***
91
8
Bienvenido a las Grandes Ligas
Traducido por Marie.Ang
Corregido por Aimetz
Cassie 92
—Y aquí estamos. —Sequé las lágrimas que caían por mis mejillas.
—Aquí estamos. —Jack extendió la mano, rozando mi mandíbula
con su pulgar.
—No puedo creer que todo fue anoche. ¿Cómo es posible que se
sienta como hace tanto tiempo? —pregunté, sintiéndome como una
maldita lunática.
Él suspiró antes de responder—: Porque hoy ha sido como seis meses
todo metido en un solo día. Estoy malditamente exhausto.
—Yo también —me reí.
Escaneando su cuerpo musculoso con mis ojos, me distraje
momentáneamente cuando preguntó—: ¿Crees que mañana debería
llamar al primo de Sal? Quiero decir, ¿crees que colocar un chófer es una
buena idea?
Asentí antes de contestar—: De hecho, sí. Creo que es una gran
idea. Deberías ver si puedes contratarlo exclusivamente.
—Entonces, ¿no llevaría a nadie más por ahí?
—No. Así no —intenté explicar, mi cerebro literalmente sonaba
fatigado—. Sólo ver si tener el mismo chófer todo el tiempo es una opción.
Creo que sería beneficioso si sólo tenemos a una persona que nos lleve a
los lugares.
—¿Nos? —Arqueó una ceja, burlándose de mí.
—Bien. Contrataré mi propio chofer —respondí.
Jack se abalanzó, sujetándome debajo de él mientras plantaba un
beso en mi nariz. —Cómo demonios quieras. Él será nuestro chofer. Si me
gusta, lo será.
—Bien.
—¿Bien? No me vas a dar algún comentario listillo como, “¿qué pasa
si me gusta y a ti no?” ¿Sólo, bien?
—Lo siento. Estoy demasiado cansada para pretender discutir. —
Bostecé, incapaz de esconder mi cansancio por más tiempo.
—¿Cama? —preguntó, moviendo las cejas.
—Sí. Pero para dormir.
—De acuerdo, Kitten. Para dormir.
***
93
El lunes por la tarde, el teléfono en mi escritorio sonó sin cesar,
rogándome que lo recogiera. Las palabras “Entrada Principal” se
visualizaban en la pequeña pantalla y me estiré para agarrarlo antes de
que se detuviera.
—Es Cassie.
—Hola, Cassie. Tu chófer está aquí.
¿Mi qué?
Oh, cierto. El primo de Sal.
—De acuerdo, gracias. ¿Puedes decirle que voy enseguida?
—Por supuesto. Nos vemos pronto.
Colgué el teléfono sin decir adiós y metí en mi bolso la cámara que
Jack me compró después de que mi original fuera robada la noche que
me asaltaron en Fullton State. Me apresuré a archivar mis fotos de último
minuto en sus correspondientes carpetas en línea antes de caminar
velozmente al elevador.
—Que te diviertas esta noche, Cassie. —El claro acento de Boston de
Joey llenó el aire, y me giré rápidamente hacia él.
Un incómodo rubor se apoderó de mis mejillas. —Gracias, Joey —dije
con una sonrisa forzada—. Nos vemos mañana. —Presioné el botón del
elevador, deseando que se diera prisa y me salvara. Trabajar con Joey
ahora que Jack regresó a mi vida no era necesariamente la más relajada
de las situaciones. Debería haber agregado una regla número cinco a mi
lista después de esa noche: Nunca salir con alguien con quien trabajas.
Porque cuando se termina mal, es incómodo para todos. Y no hay escape.
El elevador sonó y entré al espacio lleno de gente. Abriéndome
camino, me intercalé entre dos hombres que afortunadamente no olían
terrible. Cada vez que el ascensor se detenía y las puertas se abrían, la
gente que esperaba en el otro lado se daba cuenta de que estaba
demasiado lleno como para entrar. Se alejarían un paso mientras les
ofrecía una simpática sonrisa, y las puertas se cerraban. Esto sucedió
repetidamente por veinte pisos hasta que llegamos al vestíbulo.
Al fin libre de jugar a las sardinas, salí corriendo al vestíbulo,
buscando un chófer que se pareciera a Sal, completado con un vientre
lleno y ojos amables. Recorrí la habitación antes de detenerme en un
hombre alto y prominente vestido con un traje negro y corbata. Un par de
gafas de sol negras descansaban en la parte superior de su cabello oscuro
en puntas, e incluso a través de su traje, pude distinguir el cuerpo
musculosos que acechaba debajo. 94
Dios mío, ese es un hombre guapo.
El guardia de seguridad llamó la atención del hombre y luego me
apuntó con una amplia sonrisa cruzando su rostro. El apetecible hombre
miró en mi dirección y preguntó—: ¿Señorita Andrews? —Me acerqué a él,
con mis entrañas temblando.
Tienes que estar bromeando.
—Por favor, llámame Cassie. —Sonreí, haciendo mi mejor esfuerzo en
no mirarlo de arriba abajo.
—Soy Matteo. El señor Carter me envió para llevarte al juego. ¿Estás
lista?
—Sip —chillé cuando me di cuenta del atisbo de un tatuaje
asomándose por debajo de su cuello.
Jack envió a un modelo a recogerme. Un tatuado y malditamente
caliente modelo.
Matteo abrió la puerta trasera, y me instalé en el interior. De repente,
sintiéndome como una snob titulada, luché contra la urgencia de pasar
por encima del asiento y sentarme al frente con mi nuevo chófer. A menos
que estuviera en un taxi, sentarme sola en el asiento trasero mientras
alguien más conducía, siempre me pareció extraño. Cogí mi teléfono,
comprobando mis correos electrónicos personales mientras el auto se
tambaleaba hacia adelante. Miré brevemente durante el viaje tranquilo
para encontrar los ojos azules de Matteo mirándome por el espejo
retrovisor. Aparté la mirada y regresé a mi teléfono, jugueteando con él
para parecer ocupada.
Bajando mi teléfono, miré por la ventana mientras la ciudad pasaba
volando. Constantemente me encontré temiendo de este lugar, con sus
enormes edificios y antigua arquitectura. Era el escenario ideal para el
fotógrafo en mí.
—Así que, eres el primo de Sal, ¿eh? —pregunté, rompiendo el
incómodo silencio entre nosotros.
—Sí. ¿Ves el parecido? —Inclinó la cabeza hacia el asiento trasero
por un momento y alcancé a ver la sonrisa que se extendía por su piel
bronceada.
Le sonreí en respuesta, mis labios firmemente presionados mientras
imaginaba el vientre prominente de Sal y las entradas de cabello. —
Definitivamente. Podrían pasar por gemelos.
Se rió en voz alta.
—¿Qué te parece Jack? —pregunté, tratando de traer a mi novio a 95
la conversación.
Novio.
Todavía era extraño.
—El señor Carter es bueno. Es un tipo genial, si no te importa que lo
diga —ofreció cortésmente, y me pregunté qué ideas pasaban por su
cabeza.
—¿Por qué me importaría que lo digas?
Resopló de forma rápida. —Porque no es muy profesional de mi
parte utilizar la palabra “genial”. Y probablemente no debería dar mi
opinión personal sobre los clientes.
Ahora yo resoplé ruidosamente. —Jack es genial, así que lo entiendo.
Y yo pregunté. Simplemente respondías a mi pregunta. —Me preguntaba
cuanto le gustaba Matteo a Jack y si lo contrataríamos como nuestro
chófer habitual. Hasta que tuviera esas respuestas, me negaba a ser
demasiado sociable con Matteo. Chryst demostró que no se puede confiar
en los extraños. Al menos, en este negocio no.
—Es genial que él juegue béisbol para vivir. Debe encantarte, ¿eh?
—preguntó sinceramente.
Mi corazón se precipitó a mi garganta. Luché para formular una
respuesta a su aparentemente pregunta simple mientras que cada
emoción posible me recorría en un tiempo record. —Sí. Es bastante bueno
—mentí.
Nos detuvimos en Citi Field y Matteo aparcó el auto en frente de la
ventana de Will Call y salió. Abrió mi puerta y me ofreció una mano. La
decliné, saliendo por mi cuenta del asiento de cuero de lujo.
—Tu entrada está en la cabina. Estaré estacionado justo aquí
después de que termine el juego, pero el señor Carter me advirtió que
podría tomar un tiempo —agregó con una sonrisa.
Recordé las muchas veces que había esperado a Jack después de
que terminaban sus juegos. —Sí, cuesta un poco salir una vez que termina
el juego. Lo siento por eso.
—No hay problema. Te veré alrededor de las once.
—Muchas gracias. Fue un placer conocerte. —Sonreí antes de
alejarme.
***
96
Con mi ticket fuertemente agarrado en la mano, luché por avanzar
entre la multitud hacia la sección de asientos reservados para las esposas y
familiares de los jugadores. El olor de las palomitas de maíz y los perros
calientes flotaba en el aire. Miré el número impreso en tinta negra y
caminé lentamente por las escaleras, observando el número de la fila en
cada paso. Casi pasando de largo, me detuve abruptamente. Eché un
vistazo al grupo de mujeres muy maquilladas en mi sección, vigilando
cada uno de mis movimientos. Sus ojos recorrieron la longitud de mi cuerpo
desde la parte superior de mi corte de pelo natural hasta mis zapatos
baratos. Me apresuré a mi asiento asignado antes de sentarme y poner mi
bolso negro entre el lado de mi pierna y el apoyabrazos.
Me giré hacia las mujeres, que seguían mirándome, sus rostros
desprovistos de cualquier emoción. —Hola. Soy Cassie —dije lo bastante
alto para que escucharan las ocupantes de las tres filas de asientos. Las
mujeres simplemente continuaron mirándome, ofreciendo literalmente
nada a cambio. Ni una sonrisa, ni un sonido. Empecé a preguntarme si
tenía algo en la cara.
Me volví para hablarles a las mujeres en la fila detrás de mí, antes de
pensarlo mejor. Evalué a cada una en cambio, tomando nota metal de sus
ropas caras, accesorios de marca, cabello perfectamente arreglado y
maquillaje excesivo. Una mujer con un evidente bronceado de aerosol y
cabello rubio teñido me miró antes de levantar las cejas con disgusto y
sacudir la cabeza con un audible bufido.
—¿Viste su bolso? ¿Qué es eso, marca Target3? —Escuché una voz
susurrar antes de que le siguiera un coro de risas.
¿Qué demonios?
Luché contra la urgencia de defenderme. De qué exactamente, no
estaba segura. Pero de pronto, quería proteger mi cuerpo de la exposición
y los sentimientos crudos que se hicieron cargo. Ni siquiera se me había
ocurrido que esas mujeres serían groseras o descorteses. Era algo en lo que
no había pensado. Diablos, no había pensado en ello en lo absoluto.
¿Por qué no me advirtió Jack?
Él no debe saber. ¿Cómo podría?
Empujando mi vulnerabilidad en mi interior donde descansaba como
una roca gigante, mis ojos cayeron en la enorme piedra brillando desde el
dedo de señorita Bronceado de Aerosol. Era el diamante más grande y
más ridículo que había visto jamás, y soy de Los Ángeles.
¿Me pregunto por qué el exceso de compensación de su esposo? 97
Mi mirada rápidamente se lanzó a las manos izquierdas de todas las
otras mujeres, dándome cuenta que cada una portaba su propia roca de
tamaño robusto. Sintiendo como si estuviera rodeada por una nueva clase
de chicas de fraternidad, retorné de mi escrutinio de ellas y miré el campo.
Claramente no estaría haciendo amigos esta noche.
Pensé que dejé en la universidad a este tipo de perras.
Estiré la cabeza en dirección a la zona de calentamiento al final del
campo, olvidándome de las mujeres groseras que me rodeaban cuando
mis ojos se posaron en la fornida constitución de Jack. El calor inundó mi
cuerpo y se filtraba en mis venas con una sola mirada a él mientras trotaba
hacia el montículo del lanzador. Los músculos en sus piernas se flexionaban
cada vez que sus pies aplastaban el suelo, y una sonrisa se deslizó por mis
mejillas.
Dios, extrañaba verlo jugar.
Su uniforme de los Mets me recordaba tanto al que usaba en la
universidad que no pude evitar que los recuerdos se reprodujeran. Imaginé
con claridad la primera vez que lo vi lanzar. Había sido una experiencia
hermosa, aunque nunca lo admití en su momento. Su transformación en
una persona completamente diferente una vez que pisó la cima de ese
***
Jack
Salí de la casa club, con ganas de ver a Kitten. Era mi primera salida 103
como un Met de Nueva York, y había sido acreditado con la victoria.
Lancé seis entradas y di tres hits, sin base por bolas y una carrera. Recorrí la
multitud de mujeres y niños que esperaban, en busca de la que era dueña
de mi corazón.
Ahí está mi chica.
Sonreí en cuanto nuestros ojos se encontraron, la pura alegría que
me trajo verla me hizo sentir como el marica más grande en la tierra. Noté
a la chica caliente de pie junto a ella, pero no me importaba una mierda.
Mi corazón pertenecía a mi Kitten, y nunca volvería a joder esto. Me
apresuré hacia ella, tomándola en mis brazos antes de plantar un beso
largo y dramático en su boca. Mi lengua rogaba que sus labios se abrieran
y una vez que los abrió, tuve que recordarme dónde estábamos. Me
aparté de ella lentamente, sosteniendo su cara en mi mano. —Te extrañé
—susurré, dándome palmaditas mentalmente en la espalda cuando sus
mejillas se sonrojaron.
—Eh, bebé. Esta es Trina, es la novia de Kyle —tartamudeó la voz de
Cassie, y me detuve de anunciarlo a todo el túnel.
¡Jack Carter hace que su novia pierda la compostura con sólo un
beso! Oh sí, él es así de bueno.
Extendí la mano hacia Trina, sacudiendo la de ella con firmeza. —
Encantado de conocerte.
Así se hace, Peters.
—Gracias por salir con Kitten.
La frente de Trina se arrugó y disparó a Cassie una mirada confusa.
—¿Kitten?
—Oh, Dios mío, no lo escuches. —Cassie me dio un manotazo en el
brazo—. No me llames así delante de otras personas como si ese fuera mi
nombre —exigió, lo que me dio ganas de llevarla a un lado y demostrarle
quién mandaba.
Era ella.
—Fue un placer conocerte, Trina. Tengo que llevarla a casa ahora. —
Le guiñé un ojo y entrelacé mis dedos con los de Cassie, para alejarla de la
multitud.
Salimos del estadio, donde los aficionados se quedaron a la espera
de autógrafos, fotos y cualquier otra cosa que pudieran obtener de
nosotros, los jugadores. Las cámaras tomaban fotos mientras Cassie y yo
pasábamos por delante, y fingí no darme cuenta cuando dos mujeres
gritaron mi nombre. Cassie saltó ante el sonido de sus voces. —Está bien,
Kitten. —Mis dedos rozaron su hombro. Incluso con ella a mi lado, las
mujeres todavía se comportaban como locas. 104
—¡¿Jack, firmarías el balón de mi hijo?! —La voz de un hombre hizo
eco en el aire nocturno.
Eché un vistazo a Cass y me sonrió, ralentizando su paso hasta
detenerse. —Por supuesto. —Rápidamente el resto de los fanáticos se
reunieron alrededor, y escaneé el grupo, firmé pelotas y posé para las fotos
con los niños o chicos.
—¿Puedo obtener una foto, Jack? —Levanté la mirada para ver una
rubia delgada como un lápiz y con pechos grandes que pestañeaba en mi
dirección. Quería vomitar, joder.
Miré a Cass con simpatía y ella asintió, haciéndome saber que no le
importaba. Con un lacónico—: Esta noche no —apenas miré en dirección
a la mujer antes de poner mi brazo alrededor de Cass y caminar hacia el
coche.
La mujer murmuró “imbécil” en voz baja, y los hombros de Cassie se
tensaron.
Deseoso de ponerme en marcha, examiné lo que nos rodeaba, sin
querer ser sorprendido por nada ni por nadie mientras caminábamos hacia
el coche que nos esperaba. Vi una silueta grande y musculosa en la
distancia. —¿Te gusta Matteo?
Cassie se detuvo bruscamente, volviéndose hacia mí. —¿Puedes
creer que es primo de Sal?
Me reí porque yo había pensado exactamente lo mismo cuando me
vio con anterioridad. —¡No! Casi me muero cuando vi a este tipo. Es
guapo, ¿no?
El chico parecía ser alguien que verías en una cartelera o una bolsa
de compras en el centro comercial. Contraté a un puto modelo para que
lleve a mi ardiente e increíblemente amable novia por la ciudad.
Soy un idiota.
—Sí, él es muy guapo —respondió sin rodeos.
Siempre podía despedirlo.
O golpearlo.
—No vas a dejarme por un chófer. —Mi cuerpo se tensó cuando la
inseguridad celosa me atravesó con rabia.
Su rostro se contorsionó, y noté que asimilaba mis palabras. —Uh,
estás loco.
—Podría ser una locura, pero lo digo en serio. No puedes dejarme
por otra persona. —La muy puta idea de Kitten dejándome por otro chico
me hizo querer arrancarle la cabeza a alguien. Moriría antes de permitir
105
que suceda eso. Esta chica es mi mundo.
—Jack, ¿de dónde viene todo esto?
—No lo sé. Tal vez creo que ya que la jodí tanto, el único modo de
que estemos a mano es que hagas lo mismo. —Me encogí de hombros y vi
como su cara cambió de preocupación a ira.
Colocó la mano firmemente contra su cadera y me regañó. —En
primer lugar, no vas a decirme lo que debo hacer. Tampoco vas a ser el
que dicte lo que hará que estemos a mano cuando se trate de tu cagada
colosal. ¿Entiendes?
Sabía que ella no quería una respuesta, así que me quedé en
silencio mientras continuaba con su perorata. —Y lo más importante, no
vas a volver esto en mi contra. Yo no hice nada malo. No soy la que hizo
trampa, embarazó a alguien de mentira, y luego se casó. Así que no vas a
hacer de esto un problema dónde tú eres el que se siente mal y yo tengo
que sentirme culpable por algo de lo que no tenía control. Es una tontería,
Jack, y lo sabes.
Los escalofríos se dispararon en mi cuello, provocando que los pelos
se erizaran con sus demandas. Es jodidamente sexy cuando se enfada.
Quería arrancarle la ropa y tomarla allí mismo, mientras observaba nuestro
chófer modelo. —Tienes razón. Tienes toda la razón. Lo siento.
Con la respiración todavía errática, me tomó la mano, jalándome
hacia la sombra gigante que nos esperaba. —No seas así. No es justo para
mí. Yo soy la que tiene que estar molesta y tener inseguridades, y encontrar
la manera de confiar en ti otra vez. No al revés. —Su voz se convirtió en un
susurro mientras nos acercábamos a Matteo.
—Buenas noches, señor Carter, señorita Andrews. —La voz de Matteo
sonó mientras abría la puerta trasera.
—En serio, Matteo, llámame Jack. O al menos Carter. Pero deja el
señor. Por favor.
—¿Seguro? —preguntó una vez más.
—Muy seguro, joder —respondí con una sonrisa, esperando que la
palabra con “j” rompiera aún más el hielo.
—Está bien, jefe. Si usted insiste.
Eso es correcto. Soy tu jefe, niño modelo. E insisto.
—¿Y usted, señorita Andrews?
Cassie inclinó la cabeza hacia un lado, con los labios fruncidos. —¿Y
yo, qué?
106
¿Está coqueteando con él?
—¿Cómo prefiere que la llame? —Sus ojos se clavaron en los de ella,
y yo quería introducir mi puño en su mandíbula. O mear encima de Cassie
en un esfuerzo para reclamarla como mía.
Cálmate, Carter.
—Sería genial simplemente Cassie. Señorita Andrews no. Es algo
extraño y espeluznante.
—Eres rara y espeluznante —susurré, inclinándome hacia su oído.
Ella giró la cabeza para mirarme, y la agarré de la nuca, trayendo su
boca a la mía. Su lengua separó mis labios, y profundicé el beso, mientras
mis manos vagaban por la espalda a su culo. Apreté y ella gimió. La parte
inferior de mi cuerpo dispuesta y capaz, deseó de repente que hubiera un
cristal de privacidad para que pudiera tomarla en la parte trasera de este
coche.
Matteo se aclaró la garganta cuando puso el coche en marcha. —
Lo siento. Sólo quería asegurarme de que nos dirigíamos a casa y no nos
detendremos en ninguna parte.
—Tenemos que parar en algún lugar. Me muero de hambre —dije—.
Pero pizza no. Necesito carne.
El sonido del celular de Cass me distrajo de mi estómago hambriento
ya que me pregunté quién le enviaba mensajes de texto tan tarde. Como
si sintiera mi pregunta, dijo—: Es Melissa. Quiere saber si ya estamos
peleando. —Se rascó un lado de la cabeza y su pelo colgaba alrededor
de sus dedos.
—¿Qué diablos significa eso?
—No lo sé. Le estoy preguntando. —Apenas respondió mientras sus
dedos se deslizaban rápidamente por la pantalla del celular.
—Siempre me olvido de que allí es tres horas antes, ¿sabes?
—Lo sé, ¿verdad? Yo también —dijo y continuaba escribiendo.
Vi como se acercaban los rascacielos de Manhattan con cada
momento que pasaba, maravillado por el carácter sin igual de esta
ciudad. Nunca antes había visto tantos edificios altos en un espacio tan
pequeño. Sabía que parecía estúpido, pero no había nada como esto en
el sur de California. Joder, ya me encantaba este lugar. El teléfono de
Cassie volvió a sonar. Y, de nuevo, me volví hacia ella.
—Oh, Dios mío. 107
—¿Qué es? —Me enfoqué cuando se tapó la boca con la mano—.
¿Cass?
Hizo un gesto con el dedo en el aire. —Ya hay fotos de nosotros en
línea. De cuando hablábamos hace unos minutos. Se ven mal.
Cassie puso el celular en frente de mi cara, y miré fijamente las tres
fotos adjuntas, todas mostrando a Cassie molesta mientras yo estaba allí
como un idiota. El pie de foto decía: “¡Jack hace un jonrón en el campo,
pero falla en casa!”
—¿Qué quieres que haga? —preguntó con voz temblorosa.
Arrojé el brazo alrededor de su hombro, acercando su cuerpo al mío.
—No hay nada que puedas hacer. Probablemente deberíamos ser más
conscientes a partir de ahora cuando estamos en público. —La rabia se
abrió camino en mí mientras yo digería el simple hecho de que en ninguna
parte me hallaba a salvo de miradas indiscretas. Era una parte que odiaba
de ser un atleta profesional. Odiaba no tener ningún control sobre las
imágenes qué y cuándo se publicaran de mi vida personal. Sinceramente,
no me importaba una mierda lo que publicaban sobre mí, pero publicar
cosas de Cassie cruzaba la línea.
—Lo siento mucho, Jack. Ni siquiera pensé que podrían estar
mirando. —Su aliento calentaba mi pecho.
—No es tu culpa. —Le di un beso en la cima de la cabeza—. Antes
no teníamos que lidiar con este tipo de cosas.
—Me veo como una perra en esas fotos.
—No importa —traté de tranquilizarla, pero terminé molestándola en
su lugar.
Se apartó de mi pecho, cuadrando los hombros hacia mí cuando su
respiración se aceleró. —¿Qué quieres decir con que no importa?
Me incliné hacia delante, acunando su mejilla en mi mano. —Sólo
digo que la gente va a pensar lo que quieran, sin importar cómo nos
veamos en alguna de las fotos en línea.
Cerró los ojos y su respiración se regularizó. —Pero no quiero que la
gente piense que tienes una novia medio loca que te grita después de tus
juegos.
—No lo harán —dije. No podía prometerle que la gente no pensaría
mal de ella, pero haría mi mejor maldito esfuerzo por intentarlo. Lucharía
contra la prensa por ella. Haría cualquier cosa para que siga sintiéndose
segura, feliz y amada. No se merecía ser denigrada en línea por ninguna 108
razón. Diablos, si la gente supiera algo sobre nuestra relación, me estarían
persiguiendo diariamente con horquetas y cantitos—. Pero tienes que
prometerme algo, Cass.
Frunció el ceño. —¿Qué? —Puso mala cara, mirándome con esos
grandes ojos verdes.
—No puedes dejar que te afecte. La prensa escribirá y publicará
todo lo que crea que va a vender anuncios o atraer la atención. Dicen
cosas todo el tiempo que no son ciertas, y sólo tienes que recordar lo que
es y lo que no. ¿De acuerdo?
Había experimentado lo fanática que puede ser la prensa cuando
se trata de jugadores. Escapé del escrutinio en lo que respecta a todo lo
que pasó entre Chrystle y yo. Siempre me pregunté si Marc tuvo algo que
ver con eso, pero nunca se lo había preguntado. Vi cómo las relaciones de
mis compañeros de equipo se desmoronaban bajo la presión y ni una sola
vez los culparon a ellos ni a sus novias por no ser capaz de manejar la
situación. Pero yo sabía que no podía dejar que eso nos pasara a Cassie y
a mí. Me aseguraría de ello.
—¿Cass? Sólo trata de no leer nada si puedes evitarlo. Dile a Melissa
que filtre lo que te envía —sugerí.
—¿Que sólo me envíe algo si es bueno? —Se encogió de hombros.
—Sí, Kitten. —Presioné los labios contra su frente—. Dile que envíe sólo
las cosas buenas.
10
Cuando la vida te dé limones
Traducido por Eni & aa.tesares
Corregido por Gaz W. Finley
Cassie
Sin querer despertar a Jack, agarré mis cosas para el trabajo lo más 109
silenciosamente posible y me dirigí a la puerta de entrada. Una vez fuera
del edificio de apartamentos, corrí hacia la estación del metro, notando la
hora. Si perdía mi tren, tendría que tomar un taxi. Y tomar un taxi me
tomaría una eternidad a esta hora de la mañana.
Pasaba por un puesto de periódicos local cuando un encabezado
llamó mi atención: “¡Bienvenido a la gran manzana, Jack Carter! ¡Toma un
asiento y espera por un buen tiempo!” Jack tenía una relación de amor y
odio con la prensa. Una vez me dijo que a la prensa sólo le gustabas
cuando ganas. Pero al instante en que pierdes, eres el primero al que
culpan. No le servía de nada leer las cosas que extraños escribían sobre él,
así que nunca lo hacía. Siempre decía que sabía que necesitaba mejorar,
y que no necesitaba que los periodistas que no sabían que era pararse en
ese montículo le metieran ideas en la cabeza.
Además, los artículos malos lo hacían enojar, y una vez casi que le
da un puñetazo a un reportero. Después de un largo sermón en la oficina
del mánager con la presencia del director de medios, Jack juró nunca más
leer noticias sobre el equipo.
Aun así, ver ese periódico causó que mi corazón aumentara de
tamaño. Su primera victoria con los Mets fue impresa con tinta negra y
quería mantener el recuerdo, incluso si él no lo quería. Pensé que ya que el
artículo era positivo, quizás a Jack no le importaría. Así que, compré una
copia para leerla y otra para guardarla.
Bajé corriendo las escaleras húmedas del metro con mis periódicos
sostenidos firmemente en la mano cuando llegó mi tren. Los frenos
rechinaron mientras se detenían completamente antes que las puertas se
abrieran. Me apresuré a pasar entre la multitud y me metí en el vagón del
metro lleno. Sin querer ir de pie todo el camino, le agradecí a Dios en
silencio por el puesto vacío que vi. Una vez sentada, abrí rápidamente el
periódico en la sección de deportes y le eché un vistazo al artículo sobre
Jack. Después de leer con rapidez los aspectos más destacados, decidí
erróneamente dar la vuelta en la sección de Entretenimiento y Artes.
Mi corazón lleno de orgullo de repente explotó dentro de mi pecho,
y casi me atraganté con el aire a mi alrededor cuando vi una foto
conocida. Me quedé mirando a la llamativa foto de mí señalando con el
dedo a Jack, y mi rostro lucía claramente retorcido por la ira. Parecía
furiosa mientras él simplemente se quedaba allí de pie con el abatimiento
escrito en toda su cara. Mis ojos se posaron en el pie de foto donde mi
primer nombre estaba publicado tan claro como el día. “El nuevo chico
dorado de los Mets es regañado fuera del campo por su novia Cassie”.
Mierda. ¿Cómo averiguaron quién soy?
Cerré el periódico de golpe y miré a las personas que se hallaban
110
sentadas a mi alrededor. Rogué para que nadie hubiera visto la imagen o
se diera cuenta que yo era la que aparecía allí.
Mierda. Mierda. Mierda.
Esa estúpida foto apareció en línea anoche y ahora estaba impresa
en los periódicos para que todo el mundo la viera. Me recordé que nadie
en realidad lee periódicos impresos antes de darme cuenta de que la
versión en línea probablemente incluiría las mismas fotos. Sacudiéndome la
vergüenza, me removí en mi asiento hasta mi parada.
Entrando a la oficina, tiré mis cosas sobre mi escritorio desordenado
antes de dirigirme a la pequeña cocina de la empresa. La jefa editora de
la revista, Nora, pasaba las páginas de un periódico antes de echarme un
vistazo.
—Buenos días, Cassie. Veo que anoche tuviste bastante. —Sus ojos
grises se suavizaron mientras sostenía el periódico para que lo viera yo.
Solté un suspiro tenso. —Sí. Eso no es lo que parece —intenté
defenderme, metiendo una bolsa de té chai en mi taza de agua caliente.
Sonrió, su cabello corto perfectamente rizado. —Nunca lo es. —Su
voz calmó mis nervios deshilachados.
—Se ve muy mal, ¿cierto? ¿Como si fuera una loca enojada?
Bajó la mirada hacia la foto. —Te ves bastante enojada. —Su mirada
regresó a mí mientras yo hacía una mueca—. No te preocupes por eso.
Sólo es una foto y nadie pensará nada de eso. —Movió la mano en el aire,
y quería creerle.
—Gracias, Nora. —Sonreí, agradecida por sus palabras amables. Me
di la vuelta para irme cuando me llamó.
—Siéntate conmigo por un minuto. —Señaló la silla en frente de ella.
Oh.
Mis piernas empezaron a temblar mientras la ansiedad me consumía.
Esa foto podría ser mala para la revista. Y dudaba de que ellos quisieran ser
asociados con cualquier publicidad negativa. ¿Y si me despedía por esto?
—Deja de mirarme como si hubiera robado tu carro y siéntate. No
estás en problemas. —Me relajé en la silla fría, todavía sosteniendo la taza
de té caliente en mi mano—. Sólo quería escuchar sobre tu primer juego
de los Mets como la novia de un jugador.
Un pequeño suspiro escapó de mis labios mientras me relajaba aún
más. Nora había sido amable conmigo desde el día en que empecé a 111
trabajar en esta oficina. Me felicitaba por mi trabajo y me animaba a
aprender, y también me retaba a crecer diariamente. La respetaba y
quería ganarme su respeto a cambio.
—¿Entonces, cómo es? —Inclinó la cabeza hacia un lado con sus
ojos fijos en los míos.
—Fue… —dudé—, diferente a lo que esperaba.
—¿Diferente cómo? —preguntó, antes de darle un sorbo a su café.
Levanté la mirada a los azulejos blancos del techo, tratando de
formular mis palabras en pensamientos coherentes antes de responder. —
Fue maravilloso ver a Jack jugar otra vez. Nada en el mundo se compara
con cómo es eso. —Mi corazón se comprimió dentro de mi pecho—. Pero
las mujeres del equipo son insoportables. Como que ninguna de ellas
hablaría conmigo.
Soltó una carcajada, inclinando la cabeza hacia atrás. —Estás
bromeando.
Sacudí la cabeza. —Desearía estar bromeando.
—¿Entonces no hablaron contigo?
—No. Sólo me miraron fijamente al principio y después se negaron a
conocerme en absoluto. Fue como si ni siquiera estuviera allí. —Rodé los
ojos, molesta por el hecho que tendría que ver a esas mujeres otra vez.
—Eso es horrible. Y tan innecesario. ¿Por qué nosotras, las mujeres,
nos tratamos con tan poco respeto? —preguntó mientras mis compañeros
de trabajo entraban y salían de la pequeña cocina, lanzando miradas
curiosas en nuestra dirección.
—No sé. —De repente me acordé de un rayo de luz en la noche—.
¡Oh, sí! Una mujer me dirigió la palabra. Fue muy agradable. Su nombre era
Trina. Es modelo. Extremadamente hermosa. —Me mordí el labio inferior.
—¿Trina Delacoy? ¿Hermosa, cabello castaño, brillantes ojos color
avellana?
—Sí. ¿Cómo la conoces? —pregunté sorprendida.
—Ha trabajado antes con nosotros, una chica muy agradable. ¿Con
quién del equipo está saliendo? —preguntó, llevándose la taza de
cerámica de vuelta a los labios.
—Con la segunda base, Kyle Peters.
—Asegúrate de saludarla de mi parte. —Las líneas alrededor de sus
ojos se profundizaron con su sonrisa.
—Lo haré. 112
—Entonces, Cassie, ahora que tu hermoso súper atleta regresó a tu
vida, no vas a renunciar a la revista, ¿verdad? —Me sonrió con suficiencia
mientras fruncía el ceño.
—No. ¿Por qué diablos iba a renunciar? —Lo último que quería era
dejar este trabajo.
Mientras que la idea de Jack de regreso en mi vida hacía que mi
alma irradiara amor, aún tenía metas profesionales que quería alcanzar.
Me mudé al otro lado del país para trabajar en esta revista, y Jack no
afectaba a mis sentimientos acerca de eso.
—Siempre y cuando me aceptes, soy tuya —dije con una sonrisa
nerviosa.
—Bien. Supongo que viajarás con el equipo a veces, ¿cierto?
Mi respiración se detuvo cuando la pregunta resonó en mis oídos. —
No lo sé. Ni siquiera he pensado en eso, para ser honesta. El trabajo es mi
prioridad, así que supongo que iré a algunos juegos fuera los fines de
semana si no estoy ocupada.
El horario de Jack ni siquiera entró en mi mente. Había estado tan
feliz simplemente por tenerlo de vuelta en mi vida que nunca se me
ocurrió. No tenía ni idea de cuánto tiempo estaría en la ciudad antes de
irse de nuevo. Hice una nota mental para hablar sobre su programa de
viaje esta noche, después del juego.
—Tal vez podemos programar algún trabajo para la revista con los
partidos de tu chico por fuera. ¿Matar dos pájaros de un solo tiro? —
ofreció con un guiño.
Luché contra la quemazón de las lágrimas formándose en mis ojos.
No lloraría, sin importar lo amable e increíble que fuera esta mujer
conmigo. —Si eso funciona y le sirve a la revista, sería maravilloso. Pero no
tienes que hacer eso.
—Lo sé. Y no estoy haciendo promesas. Sólo tráeme una copia del
horario de Jack, y voy a hacer que mi asistente se encargue de ello. —Sus
ojos vagaron, vidriosos mientras ella golpeteaba un dedo contra sus
labios—. Quizás podamos trabajar en un documental en línea donde
nosotros viajemos contigo, destacando algunas historias locales de interés
desde donde te encuentres. O podemos destacar el equipo y las
organizaciones de beneficencia que visitan cuando viajan —canturreó a
la ligera—. Demasiadas posibilidades. Aunque no estoy segura cómo
trabajarán, ya que los equipos están generalmente dentro y fuera de las
ciudades con bastante rapidez. Sin embargo, es algo a tener en cuenta.
Escuché los pensamientos e ideas que se derramaban de la mente
de mi jefa, silenciosamente esperando que me despidiera mientras crecía
113
mi propio entusiasmo. La idea de estar posiblemente trabajando y
viajando con Jack al mismo tiempo me emocionaba, pero me negué a
hacerme ilusiones por algo que podría no ser factible.
—Vamos —me despidió ondeando la mano—, hablaremos de eso
más tarde.
Salí corriendo de la cocina antes de encender mi computadora y
revisar rápidamente mis correos electrónicos de la noche anterior. Sonreí
cuando vi el nombre de Melissa en mi bandeja de entrada.
Cass:
Sólo recuerda una cosa… cuando la vida te dé limones, ¡ábrelos y
exprime el jugo en su rostro! ¡Eso le enseñará a la vida a no meterse
contigo! ¡Ja!
Aguanta. La foto pronto estará olvidada. Siempre puedes llamar a
mamá y hablar con ella si la mierda te golpea. Mientras tanto, voy a
supervisar todos los sitios web en los que aparecen ustedes y ver si puedo
sabotearlos. Ya sabes, enviar cosas anónimas para tratar de ayudar. Ya
tengo mis páginas webs favoritas neoyorquinas de chismes así que te
tengo cubierta, amiga.
Te quiero. Te extraño.
Su mamá era dueña de una exitosa empresa de publicidad en Los
Ángeles. Se encargaba del mantenimiento de un grupo exclusivo de
clientes de renombre, pero siempre se aseguraba de mantener esa
sensación de pequeña empresa. Sin darme cuenta, había aprendido
mucho de ella en todos estos años con sólo oir sus reuniones de negocios y
llamadas telefónicas. Le encantaban este tipo de cosas, y sabía que
estaría más que feliz de ayudarme si llegaba a ese punto.
Por favor, querido Dios, no me dejes llegar hasta ese punto.
Apreté el botón de respuesta y escribí rápidamente antes de
ocuparme de mis deberes diarios.
Meli:
Esa imagen estaba en el periódico esta mañana. ¡La versión real
IMPRESA! Y escribieron mi nombre, pero sólo mi primer nombre, gracias a
Dios. Estoy extremadamente avergonzada, pero ¿qué puedo hacer,
cierto? Puf. Definitivamente llamaré a mamá si las cosas se salen de
control, pero voy a tratar de estar más consciente de mi entorno a partir
de ahora. Con suerte, no tendrán más nada que publicar de mí, a menos
que sea mi cara con una gran sonrisa de idiota :)Te llamo pronto.
Besos.
114
Mi celular vibró cuando buscaba en línea los próximos eventos que
nuestros lectorías podrían estar interesados en ver. La revista publicaba
historias de interés humano, con la inclusión de la política local, noticias y
acontecimientos en torno a los cinco condados. Cuando comencé, me
encargaba de la investigación de las próximas publicaciones, pero una
vez fui asignada para cubrir y fotografiar un evento general. Mis jefes
nunca me prometieron que utilizarían mis fotografías, pero desde que
empecé a trabajar aquí hace seis meses, siempre las han usado.
Le eché un vistazo a mi teléfono, viendo un nuevo mensaje de Jack
en la pantalla. Mi cuerpo tembló por el simple hecho de ver su nombre.
Presioné el botón, mostrando el mensaje:
Matteo te recogerá a las seis. Tienes que ir a la oficina de ventas y
recoger tu carné de identificación. Te veo después del juego. Te amo.
Sin responder, puse mi teléfono a un lado. Mientras completaba mis
asignaciones de trabajo, mis pensamientos fueron hacia la conversación
que tuve antes con Nora, y la esperanza llenó mi mente.
***
Matteo se detuvo fuera de la taquilla otra vez, y aparté los ojos del
inicio del tatuaje que se mostraba por debajo de su camisa blanca. Me
pregunté qué era, pero estaba demasiado avergonzada para preguntar.
Alcancé a ver sus ojos azules observándome por el espejo retrovisor, y
sonreí. Se volteó para salir del coche cuando lo detuve.
—No tienes que abrir la puerta para mí. Yo lo hago. Sin embargo,
muchas gracias. Te veré después. —Me deslicé fuera del asiento trasero,
cerrando la puerta detrás de mí. Matteo se despidió con la mano antes de
marcharse.
Me acerqué a la ventana de la cabina. —Hola. Soy Cassie Andrews,
la novia de Jack Carter. Él dijo que tenía que recoger ¿mi carné de
identificación?
La chica joven sonrió. —¿Ve el edificio de allí? —Señaló hacia mi
derecha, y asentí—. Sólo ve adentro y allí le tomarán una foto e imprimirán
su carné.
—Gracias. —Confundida e insegura, pregunté—: ¿Necesito un
boleto para entrar?
—Sí. El carné de identificación es para que pueda entrar a los
vestuarios del estadio. —Me entregó un sobre con un boleto dentro.
115
—Ah. Eso tiene sentido. Muchas gracias. —Me di la vuelta para irme,
caminando hacia el otro edificio.
Con mi carné de identificación recién impreso en mi mano, me dirigí
a mi asiento asignado. No era el mismo asiento del partido de anoche,
pero se encontraba en la misma dirección. La tensión galopaba a través
de mi cuerpo como un caballo de carreras mientras me acercaba a los
asientos llenos con las chicas insoportables.
—¡Trata de no gritarle a tu novio esta noche, Cassie! —se burló una
voz masculina desde atrás y me detuve a medio paso.
—Perra —murmuró otra al alcance de mi oído.
Tienen que estar bromeando.
Resistiendo la tentación de mirar por encima del hombro y
confrontar a los provocadores, enderecé mis hombros y continué hacia mi
fila designada. Mi corazón latía rápidamente contra mi piel.
—¡Si el pobre Jack es insultado cuando gana, imaginen lo que ella le
hace cuando pierde! —vociferó otra voz, apenas más fuerte que los
golpeteos que resonaban en mis oídos.
Sintiéndome de repente vulnerable, aceleré el paso por las escaleras
de cemento. Me arrastré en mi asiento, reconociendo de inmediato a la
esposa malvada, Kymber, mientras observaba toda la situación. Ella rió y
susurró algo en el oído de la mujer sentada a su lado. Las dos me miraron
antes de dirigir su atención a otra parte.
Así que, esto va a ser así. Impresionante.
Mi celular vibró, y lo saqué de mi bolsillo. Agradecida por ver el
nombre de Melissa en la pantalla, hice clic en el botón de mensaje de
texto.
¡Pon esa sonrisa de idiota, nena!
Eso fue todo lo que escribió, seguido de una foto mía caminando en
el estadio con una mirada incómoda estampada en mi rostro.
Metí el celular en mi bolso, sintiéndome nerviosa y extremadamente
expuesta. Una cosa era estar en un estadio lleno de gente cuando nadie
sabe quién eres, pero otra muy diferente cuando eres reconocida. Me he
convertido en alguien completamente identificable para las miles de
personas a mi alrededor, quienes me conocen —gracias a las fotos
circulando en internet y en la prensa— como la novia de Jack Carter.
Esos fanáticos ya habían formado sus propias opiniones sobre la
imagen publicada en el periódico esta mañana. Asumían que me 116
conocían, que sabían la clase de persona que era. Hicieron juicios sobre mi
personalidad basados simplemente en nada más que una simple foto
tomada completamente fuera de contexto, lo cual, como fotógrafa, me
molestó mucho. Me esfuerzo por mantener mi honestidad cuando estoy
fotografiando, asegurándome que mis fotografías y ediciones siempre
capturen lo que sucede verdaderamente en la escena. Nunca he
intentado crear una ilusión falsa con mis fotos. Al parecer, era demasiado
pedir a los otros que hicieran lo mismo.
Si la gente quería tomarme fotos sin mi consentimiento, podían
absolutamente… y lo harían. Si querían acercarse a mí, no había nada que
los detuviera. Me faltaba algún tipo de auto-protección y eso me
preocupaba. Si las otras esposas no fueran unas perras rabiosas, les hubiera
preguntado cómo conseguirlo. Me sorprendió que ninguna de ellas se
ofreciera a ayudar, o a preguntarme si estaba bien. Miré alrededor
buscando a Trina, pero ella no estaba por ninguna parte. Y ya que Jack
lanzó anoche, no lanzaría en toda la noche.
Jugué con la idea de llamar a Matteo y regresar a casa, pero los
potenciales efectos colaterales cimentaron mi culo en mi asiento. Imaginé
fotos de mi abandono temprano del juego, seguido de titulares falsos y
desagradables.
No. No me movería. Mi orgullo se negaba a abandonarme.
Mi teléfono vibró de nuevo y consideré no agarrarlo. Más tarde vibró
una notificación, así que alcancé mi bolso y lo saqué. Otro mensaje de
Melissa. ¿Quería ver esto? Resignada a lo que el destino me arrojaba esta
noche, hice clic en el botón “leer”.
Recuerda: ¡Limones! En. Sus. Rostros.
Una sonrisa apareció en mi cara mientras reprimía una carcajada, al
oír su voz en mi cabeza. Meli tenía razón. Aspiré una bocanada de aire,
determinada a superar toda esta locura. No dejaría que me golpearan. Ni
los fanáticos malvados. Ni las esposas horribles. Ni los periódicos o las
páginas en internet.
Veía este juego por una sola y única razón.
Jack. Jodido. Carter.
Nadie en este estadio tenía idea de la clase de infierno que sufrimos
Jack y yo, y estaría condenada si alguien iba a arruinar esto después de
todo lo que pasamos. Crucé mis piernas y apoyé la espalda contra el
asiento frío y duro, deseando silenciosamente que Trina apareciera pronto.
Sí, quería demostrarles a todos que se equivocaban. Quería
mostrarles que esta experiencia no me iba a derrumbar ni a destruir. Pero
quería asegurarme de tener una amiga a mi lado mientras permanecía 117
fuerte en la cara de tanta fealdad deliberada.
Estarás bien, Cass. Puedes hacer esto.
Y lo estuve.
Sobreviví durante nueve largas entradas, sin Trina a mi lado.
Abandoné mi asiento antes de que el juego se acabara oficialmente con
el fin de separarme de la multitud ruidosa a medida que salía. Mientras
subía las escaleras, el sonido de alguien resoplando y tosiendo con rapidez
llamó mi atención. Seguí subiendo las escaleras, pero el sonido de la
humedad golpeando el pavimento me obligó a bajar la mirada, que se
detuvo en la burbuja de saliva a escasos centímetros de mi pie.
—Estúpida perra. —Era claramente una voz de ebria.
Sin pensarlo, levanté el dedo corazón de mi mano derecha y se lo
mostré a la multitud mientras salía al pasillo y entraba en los túneles.
Mierda. Probablemente no debí haber hecho eso.
***
***
Jack
Después del partido y la reunión del equipo, me cambié, tomé una 121
ducha rápida y me dirigí a la puerta de la habitación de casilleros azul
marino. Me asomé en busca de su cara. En el momento que miré sus
cansados ojos verdes, supe que pasó algo.
—¿Qué pasa? —pregunté, mis instintos protectores se encendieron.
Sus labios formaron una sonrisa tensa y miré la camisa de los Mets
que abrazaba las curvas de su cuerpo. —No pasa nada. ¿Te gusta mi
nueva camisa?
Se dio la vuelta, levantándose el cabello para mostrar con orgullo mi
apellido y el número de mi camiseta escrito en la espalda. Carter 23.
—¿Qué si me gusta? Joder, la amo —respondí y su rostro se suavizó,
pero permanecieron las líneas de preocupación entre sus ojos.
Mi mente al instante volvió a la noche en que fue asaltada en la
estación Fullton. Ella estaba con un grupo de mis compañeros de equipo
dirigiéndose al campus para reunirse conmigo, cuando un chico drogado
y borracho los agredió y les aseguró tener un arma. Yo estaba programado
para lanzar la primera bola para el equipo de softbol esa noche, pero me
fui en el segundo que oí susurros de lo que pasó, chocando con Dean y
Brett a lo largo del camino. Recuerdo que corrí por el estacionamiento lo
más rápido que mis piernas podían moverme hacia la calle en busca de
alguna señal de ella. Cuando vi su silueta, siendo ayudada por mi amigo
Cole mientras caminaban, casi me desplomé de dolor. Era mi trabajo
protegerla y mantenerla a salvo, y fallé.
Ver su hermoso rostro magullado y golpeado, causó que en mi
mente comenzara a hervir la sangre. Le prometí esa noche que nunca
dejaría que alguien le volviera a hacer daño, y lo dije en serio. Sólo
pensarlo, podría desquiciarme completamente. Nadie podría joder así a mi
Kitten nunca más.
—¿Vas decirme qué está mal? —insistí de nuevo, pero ella evitó mis
ojos.
—No es nada. Sólo quiero ir a casa. Estoy exhausta.
Incliné la cabeza hacia ella, rozando su oído con mis labios y le
susurré—: Sé que estás mintiendo. Me lo cuentas en el coche. —Le besé el
oído antes de retirar mis labios y colocar mi brazo alrededor de su hombro.
Me relajé en el momento que acercó su cuerpo al mío y confesó—:
Te amo. Estoy condenadamente feliz de que estés aquí. Que estemos aquí
juntos. Ya lo sabes, ¿verdad? —Sonrió mientras las palabras salían de sus
labios.
Dios, amaba esa sonrisa. Amaba todo de esta mujer.
—Yo también te amo. 122
Me negué a parar por cualquier fan que quisiera autógrafos o fotos,
en cambio, caminé directamente hacia el coche con mi brazo alrededor
de mi chica. El cuerpo de Cassie se tensó con los pequeños destellos de luz
que detonaban a nuestro alrededor. Yo me encontraba acostumbrado a
esto, pero ella no. La apreté con más fuerza, deseando tranquilizarla de lo
que sea que le molestaba.
—Hola, Matteo.
—Hola, Jack. Cassie. —Su sonrisa se desvaneció cuando dijo su
nombre. Él también lo sintió. Algo andaba mal.
Una vez en la privacidad de nuestro coche, cogí la mano de Cassie,
acariciando la parte superior con mi pulgar. —Dime qué ocurre, Kitten.
El coche arrancó y Matteo nos miró por el retrovisor.
—Estoy muy cansada, Jack. ¿Sabes? Es un largo día cuando vengo
directamente después del trabajo.
Tenía razón. Cass se había ido por la mañana antes de despertarme,
y no llegábamos a casa hasta después de las once.
—No tienes que venir a todos los juegos. —Le ofrecí una salida. ¿La
quería allí? Por supuesto que sí. Quería a esta chica en donde esté yo. Tal
vez fui irrazonable al pedirle que viniera a los juegos cuando ni siquiera
jugaba.
Sus ojos se suavizaron y tuve que tocarla. Le agarré la barbilla con la
palma de la mano y cerró los ojos. —Quiero estar en tus juegos, Jack. Me
perderé un montón por el trabajo. Quiero ver todos los que pueda.
Suspiré.
Un jodido suspiro.
Seguro que Matteo pensaba que yo era un gran imbécil. Diablos, yo
también lo pensaba.
Cambié de tema. Ella evitaba mi pregunta por una razón y me
negaba a presionarla en el coche. Le preguntaré de nuevo una vez que
estuviéramos en casa... y solos. Le entregué un sobre lleno de papeles.
—¿Qué es esto? —Arrugó la nariz, y era tan malditamente linda que
al instante me puse duro.
—Es mi programa de viaje para las próximas tres semanas.
Sus ojos se abrieron —¡Oh! Quise preguntarte sobre eso la otra noche,
pero lo olvidé completamente.
—Bueno, aquí está. —Deslicé la mano por su muslo—. Una parte de
todos modos —añadí antes de que me apartara la mano.
123
—Basta —susurró, y sus mejillas se sonrojaron.
Me encantaba la forma en que la afectaba. Me calentó más, así
que me acomodé los pantalones tratando de aliviar la presión. Hojeó los
periódicos, deteniéndose para leer más a fondo unas páginas que
otras. Me incliné hacia su cuello y el olor de su piel abrumó mis sentidos. La
besé suavemente, permitiendo que mi lengua se deslizara por su cuello
cuando ella soltó un leve suspiro.
—Voy a follarte en la parte trasera de este coche mientras Matteo
observa, si no dejas de hacer esos ruidos.
Abrió la boca y sus ojos cayeron al bulto en mis pantalones antes de
que se ampliaran por la vergüenza. —¡Jack!
—Gritar mi nombre no va a ayudarte —bromeé, deslizando la lengua
alrededor del lóbulo de su oreja mientras suavemente lo chupaba en mi
boca.
—Oh, Dios mío —susurró—. Detente. —Ajustó su cuerpo, moviendo mi
rostro con sus manos—. Espera hasta que lleguemos a casa —me rogó,
lanzando una mirada en la dirección de Matteo.
Moví la mano por su muslo de nuevo, deteniéndome antes de llegar
a su lugar. El deseo llenaba sus ojos, a pesar de que constantemente me
suplicara que me detenga. Me alejé rápidamente, poniendo las manos
detrás de mi cabeza y apoyándome en ellas. —Está bien. Puedo esperar.
Su pecho se movía y su respiración era irregular.
Mierda. No podía esperar, pero valía la pena burlarse de ella.
Con manos temblorosas, trató de distraerse al hojear los papeles. —
Así que ésta es toda la información de tu viaje. ¿Vuelo, hotel, autobús y las
horas de los juegos?
—Sip. Ahí está todo. —Traté de ignorar la punzada entre mis piernas.
—Tengo una pregunta.
¿Cómo diablos hacen las mujeres para apagar la capacidad de
estar encendidas? Es como si fueran superhéroes o algo. Pueden pasar de
excitadas a completamente tranquilas en dos segundos. Los chicos no
funcionan así.
—Tengo una respuesta —le dije de la forma más uniforme posible.
—¿Quién hace todo esto para ustedes? Alguien tiene que reservar
sus vuelos y coordinarlo todo. Moriría si tuviera que hacer esa mierda
administrativa —admitió, sacudiendo la cabeza.
—Tenemos una secretaria de viajes. Su nombre es Alison, y te voy a
dar toda su información de contacto en caso de que necesites hablar con
124
ella. —Ladeé la cabeza a ambos lados, tronando mi cuello con fuerza.
—¿Qué pasa cuando quiera ir a un partido fuera de casa? ¿La llamo
para que también prepare mi viaje?
Me reí. —No. Ella sólo hace las reservas de viajes del equipo. Todo lo
de las esposas, novias y los niños son por cuenta propia.
—Por Dios. Pero si quiero subirme en el mismo vuelo contigo, puedo,
¿verdad? —preguntó cuándo dos líneas de preocupación aparecieron en
el puente de su nariz.
Sacudí la cabeza. —No. Tenemos un avión para el equipo que…
—¿Tienen un avión para el equipo? ¿Cómo un avión de los Mets?
Me froté los ojos con el dorso de la mano. —No. Si me dejaras
terminar.
—Termina —me interrumpió con una sonrisa, y yo quería acabarla.
—Tenemos una línea aérea comercial que alquilamos, para que
nadie más pueda ir allí. Es sólo el equipo, el representante, los
entrenadores, los instructores, y los chicos del equipo. No nos sentamos en
el aeropuerto ni nada. Usamos un área separada por lo que no tenemos
que tratar con los aficionados.
—No tenía idea de que pasara eso y está muy bien para ustedes. Es
un poco molesto para mí —sus labios formaron una pequeña mueca
falsa—, pero da igual.
—¿Qué significa esa mueca?
Resopló —Bueno, Nora mencionó que podría hacer algunas sesiones
de fotos junto con tus viajes por carretera. Pero no está confirmado ni
nada.
—¿Podrías viajar conmigo y trabajar? Me encanta. —La idea de
tenerla de viaje conmigo todo el tiempo era exactamente lo que quería, y
me negué a ocultar mi entusiasmo por la sugerencia.
—No te emociones demasiado. Sólo lo menciono una vez y también
dijo que podría no funcionar. —Ladeó la cabeza hacia un lado antes de
preguntar—: ¿Muchas de las esposas van a los partidos de visitantes? Es
decir, ¿qué pasa con los que tienen hijos?
—La mayoría de ellas no viajan con el equipo. Creo que es más fácil
quedarse en casa.
Asintió. —Está bien. Entonces si quiero ir a un partido fuera de casa, 125
tengo que reservar mi propio vuelo, ¿qué más?
—Tendrías que conseguir un coche de alquiler. El equipo viaja en
autobús. Y avisarme que vienes porque Alison tendría que cambiar mi
habitación.
—Cambiar tu habitación, ¿cómo?
Me moví en mi asiento, incómodo por la información que iba a
divulgar. —Si una esposa o novia va a cualquier partido fuera de casa, nos
ponen en un piso diferente del hotel que el resto del equipo. O si hay otra
ala en el hotel, nos trasladan allá.
Me preparé, preguntándome qué pasaba por su linda cabecita. —
¿Si va una esposa o novia, ustedes son separados del resto del equipo? No
lo entiendo.
Oh, Jesús.
—Básicamente es por tu propio bien. Hay cosas que no quieres ver
en el camino, Kitten. Y si no estamos en el mismo piso que ellos, entonces
no las verás necesariamente. —Tosí en mi mano—. A menos que entres en
el bar del hotel. Nunca entres ahí. Ni siquiera a mirar, ¿me escuchaste?
Todavía parecía perdida. Necesitaba explicárselo, y no quería, joder.
No con nuestra historia, ni nuestro doloroso pasado. Me imaginaba a las
groupies y cazadoras de jugadores que aparecen en los bares del hotel
todas las noches después de nuestros juegos. Siempre sabían en que hotel
se quedaba el equipo y no dudaban en ponerse a disposición para
cualquier jugador que las quisiera.
Había visto las cosas que suceden en esos bares y deseaba poder
borrarlas de mi memoria, así que no quería que dañen la suya. Odiaba
herirla. Miré a Matteo, que sin duda sabía lo que iba a decir. Rápidamente
movió la cabeza, como si me aconsejara no decírselo.
—Muchos de los chicos engañan a sus esposas, Kitten. Por eso somos
puestos en otro piso si estamos con nuestras esposas o novias. Por eso
debes evitar el bar del hotel a toda costa. Hay cosas que no quieres ver
allí. ¿De acuerdo?
Los ojos de Matteo se estrecharon en el espejo mientras movía la
mirada de la carretera a Cassie y viceversa. Ella parecía sorprendida,
perdiendo el color de su cara. —Oh. Bien.
Cogí su barbilla, girándola hacia mí, y su pelo rubio se derramó
alrededor de mi mano. —Los otros chicos pueden engañar todo lo que
quieran. Pero yo no. He aprendido la lección. Ni siquiera entraré a los bares
de los hoteles. Me niego a ponerme en esa situación otra vez. Pediré estar
en el piso de las esposas en cada viaje si eso te hace feliz. 126
Golpeé mi pie contra la alfombra del piso, ya que la energía nerviosa
corría por mis venas mientras ella se alejaba de mí. Esperé su respuesta. —
¿Cass? —Sus ojos se encontraron con los míos—. Di algo. Cualquier cosa.
—No tengo nada que decir.
—Siempre tienes algo que decir. Sólo dilo. Por favor, háblame —le
supliqué. Esta chica me trajo de rodillas, y siempre caería al suelo por ella
voluntariamente.
Tragó saliva antes de inhalar profundamente. —Creo que es una
mierda. Obviamente la gerencia sabe de los engaños y al colocar a las
esposas en pisos separados, es como si lo toleraran. No entiendo, ¿por qué
la integridad que les exigen en el campo, no la piden una vez que están
fuera de él?
—No es eso, nena. Siempre va a haber engaños, sin importar lo que
les digan. Con el tiempo, las esposas empezaron a pedir que las pusieran
en pisos diferentes, ya que no querían ver a las chicas saliendo de las
habitaciones de los maridos de sus amigas.
El coche redujo la velocidad antes de detenerse por completo. En
plena conversación, olvidé donde nos encontrábamos. Matteo salió del
coche antes de que pudiera detenerlo, abrió la puerta y le extendió una
mano a Cass. La sacó con cuidado del asiento trasero, guiándola hacia la
entrada del edificio, colocando la mano sobre su hombro.
—Gracias —dijo ella amablemente.
—Gracias, hombre. —Extendí la mano hacia Matteo y apreté la suya
con fuerza. Él la agarró con la misma firmeza en respuesta y contuve el
impulso de apretarlo hasta que crujieran sus huesos. Si íbamos a tener una
especie de concurso de machos, yo sería el ganador—. ¿Te veo mañana?
—Por supuesto. Buenas noches y buena suerte. —Levantó una ceja, y
me dio unas palmaditas en la espalda.
—Gracias.
Caminamos por el vestíbulo, saludando a Fred antes de tomar el
ascensor hasta el apartamento. Cuando atravesamos la puerta, saqué las
monedas de los bolsillos y las puse sobre la mesa. Las revisé, agarrando
todos los centavos y separándolos del montón.
—¿Qué haces? —preguntó, asomándose desde la puerta del
refrigerador para mirarme.
—Sacando los centavos.
—¿Poooor qué? —me preguntó, alargando el sonido de la “o” para
dar énfasis. 127
—Sabes el motivo —le dije con un guiño.
—Sígueme la corriente.
—Ya no gasto los centavos, Kitten. Los guardo y los pongo en esa
caja de ahí. —Señalé a la caja llena de centavos en el estante que Fred
entregó aquella noche.
—Le debo un montón de detalles, señor Carter.
—Si tú lo dices. ¿Por qué crees que sigo añadiendo más a la caja?
Se echó a reír, y vi su rostro iluminarse antes de que desapareciera su
sonrisa. —Ahora que estamos solos, ¿me dirás qué está mal, por favor? Sé
que estás cansada, pero algo más sucedió esta noche. ¿Qué fue? —Dudó,
y sentí que no quería decirme—. Cass. Por favor. Empiezo a volverme loco,
joder. ¿Alguien te lastimó?
—No. —Sacudió la cabeza, evitando mi mirada—. Nadie me lastimó.
—Sé que pasó algo. Lo veo en tu cara. Tal vez no hay heridas en esta
ocasión, pero puedo verlo de todas formas.
Ella se estremeció por traer a colación el robo. Casi no hablamos de
esa noche, en parte porque cogieron al tipo, pero sobre todo porque me
hacía enojar incontrolablemente. Apenas podía pensar en esa noche, el
aspecto que tenía y la manera en que temblaba en mis brazos, sin querer
entrar a la cárcel y matar a ese cabrón con mis propias manos.
Busqué en mi memoria algo que pude haber dicho o hecho
recientemente para hacerla enojar. —¿Por qué diablos me haces sacarte
esto así? ¡Habla conmigo! —Mi irritación comenzó a construirse y subí mi
tono.
¿Por qué no me hablaba? —¡Maldita sea, Cassie, solamente dilo!
¿Estás enojada conmigo? ¿Hice algo mal?
Sonó mi teléfono, mostrando un mensaje de texto. Irritado, lo cogí y
apreté los botones.
Cass me matará por enviarte esto, Jack, pero tienes que verlo. Es del
juego de esta noche.
Adjunta al texto de mi hermano, había una foto de Cassie en la que
le lanzaban un vaso de cerveza en la espalda.
128
12
No necesito una niñera
Traducido por Chachii
Corregido por Cami G.
Cassie
Odié que Jack inmediatamente pensara que fue algo que hizo. No 129
quería decirle acerca de los fans. O las mujeres. O nada, en realidad. Lo
último que necesitaba era preocuparse por mí mientras se encontraba en
el campo. El béisbol era su trabajo, no un hobby que jugaba por diversión
los fines de semana. No quería ser el tipo de chica que lo distraía y de
repente, haría lo que fuera para evitar que me viese como una carga. El
estadio se llenaba de cientos de personas cada noche. No es como si él
pudiese detenerlos de decirme lo que quisieran.
Jack se impacientaba y necesitaba decirle algo. Recordé la última
vez que le escondí mis sentimientos en la universidad. Aquel primer lejano
juego fue un completo desastre. Las imágenes en el celular que la chica
me mostró donde Jack y una morena caminaban hacia la habitación de
un hotel parecía motivo suficiente. Me convencí de que él me engañaba
mientras su equipo jugaba en Texas, y me negué a responder sus llamadas
o mensajes de texto hasta que básicamente se desquitó con todos a su
alrededor. Resultó que la morena de las fotos se encontraba allí para ver a
Brett, el compañero de Jack por el fin de semana, pero nunca le di la
oportunidad de decirme nada de esto hasta que regresó del viaje,
completamente enojado conmigo. ¿No había aprendido nada de eso?
Sonó su teléfono y vi su actitud de irritación cambiar por completo.
—Kitten —prácticamente susurró mientras sus ojos quemaban con una
mezcla de ira y tristeza.
Mientras me inclinaba contra la fría encimera de granito, no supe
qué decir. No sabía por dónde empezar.
—¿Qué ocurrió esta noche? —Inmediatamente estuvo a mi lado,
enterrando los labios en mi cuello. Sentí su moderación. Intentaba
mantener la calma desesperadamente, pero mi vacilación en contestar su
pregunta puso a prueba su determinación.
Tragué el nudo en mi garganta antes de girarme hacia él. —Um, a
veces tus fans son malos y las mujeres del equipo son unas verdaderas
perras. —Me encogí con mi admisión.
Su cuerpo se tensó y sus manos se cerraron en puños. —Bañarte de
cerveza es algo más que malo, Cass.
—¿Cómo sabes acerca de la cerveza?
Deslizó su teléfono hacia mí. —Dean. —Asentí, sabiendo que ni
siquiera Melissa podría haber detenido a Dean de enviarle a Jack esa
imagen.
—¿Qué más? —preguntó entre dientes, y me hice la tonta.
—¿Qué más, qué?
—¿Qué más ha estado pasando durante los juegos? Y deja de tratar
de protegerme, o lo que sea esa cosa retorcida en tu cabeza que estás 130
haciendo, porque estoy a punto de jodidamente perder el control.
—Los fans a veces me molestan.
—¿A qué te refieres con eso? ¿Molestarte cómo?
—Un par de chicos dijeron algo acerca de las imágenes que habían
impreso, eso es todo. —Aparté los ojos de los suyos cuando los estrechó.
Intenté que mi voz sonara indiferente, como si todo hubiese sido
sobrevalorado, pero Jack no se lo tragó.
—¿Qué imágenes? —Su voz sonó amarga y confundida.
Repentinamente se me ocurrió que él no había sido avisado de
ninguna de ellas. Por supuesto que no. No es como si se molestase en leer
el periódico, y si Dean no le dijo, ¿quién más lo haría? La prensa del equipo
y el departamento de relaciones públicas se mantenían lejos de cualquier
cosa que no tuviera que ver con el equipo o un jugador directamente. No
surgiría cualquier cosa que me hubiese ocurrido a mí.
—La imagen que Meli me envió la otra noche fue impresa en el
periódico a la mañana siguiente. Y ha habido otras pocas ocasiones más,
desde entonces. —Evité deliberadamente sacar a colación la vez que les
saqué el dedo corazón a la multitud.
—¿Es una maldita broma?
—No —dije, mirando un punto fijo en la pared detrás de él.
—¿Algo más que no estés diciendo?
Mis ojos se volvieron a enfocar en sus oscuros iris, y entonces volví a
parpadear antes de hacer la siguiente confesión. Exhalé lentamente—:
Alguien intentó escupirme la otra noche. Pero eso es todo.
—Oh, ¿eso es todo? —Sacudió la cabeza en desacuerdo antes de
arrojar las manos al aire—. Esto no está bien… Esto no está nada bien,
joder. —Se acercó y su cuerpo temblaba de ira mientras me atraía hacia
su pecho. Envolvió los brazos fuertemente alrededor de mi cintura antes
de descansar la cabeza contra la mía—. No puedes esconderme estas
cosas. No puedo detenerlas si no sé lo que está ocurriendo. Tienes que
dejarme entrar.
—No quería ser una carga para ti —admití, sintiéndome un poco
estúpida una vez que dije las palabras en voz alta.
Apretó mi cuerpo contra el suyo más fuerte. —Nunca serás una
carga. ¿Me oyes? —preguntó, alzando mi rostro hacia el suyo. Sus ojos se
cerraron antes de volver a abrirse—. No puedo creer que te esté pasando
esto. Lo siento tanto, Kitten. —Empezó a pasearse, tirándose del pelo negro
azabache mientras la culpa me inundaba. 131
Esto es lo que no quería que pasara. Que se preocupara tanto por mí
que no pudiera pensar con claridad. —No lo lamentes, Jack. No es tu
culpa. No es que yo no esté segura. Hay seguridad por todos lados. Por
favor, no te hagas esto. No te preocupes por mí. Estaré bien. —Puse la
mejor expresión de novia confiada, pero me ahogaba por dentro. La
verdad era que no me había sentido completamente segura, y no sabía
cuán bien estaría.
—¿Que no me preocupe por ti? —Se rió y resopló al mismo tiempo—.
¡Eso es como pedirle al edificio Chrysler que no sea alto!
Amaba la pasión de Jack por mí, pero tenía que calmarlo. Quería ser
la única persona en su mundo que pudiera traerle paz y serenidad, no
agitación con mi presencia.
—Tal vez Matteo debería ir a los juegos contigo —sugirió lentamente,
antes de emocionarse con la idea a medida que la asimilaba—. Sí —
asintió—. Eso es, él irá contigo a los juegos.
—¿Qué? Eso es ridículo. No puedes pedirle eso. Es nuestro chófer, no
una niñera.
—¿Por qué eres tan terca? Preferiría saber que estás segura y con
alguien como Matteo, que sola y vulnerable en un estadio gigante donde
todo el mundo sabe exactamente dónde te sientas.
—No. Esto es ridículo. —Y no sabía por qué discutía, honestamente,
ya que era una idea brillante, y me sentí más segura de inmediato al
pensar en alguien como Matteo a mi lado. Era fuerte e intimidante, y sabía
que lucharía por mantenerme a salvo. Honestamente, creía que haría lo
que fuese que le pidiera Jack.
—Esta no es una jodida discusión, Kitten. —Se inclinó hacia mí y su
aliento cálido golpeó mi cara—. No puedo estar en el campo, intentando
concentrarme en mi juego, mientras me preocupo por ti y lo que la gente
te hace o dice en las gradas. Matteo estará contigo, y eso es todo. —Alzó
las manos al aire como si yo no tuviera opciones, y mis defensas se alzaron.
—¿Y eso es todo? ¿Qué tengo, doce años? ¿Ni siquiera puedo decir
una palabra de lo que ocurre en mi propia vida? ¿Soy prisionera de tu
prensa y tus fans cuando estoy en el estadio, y ahora soy prisionera en
casa también?
—Maldición, Cassie, ¡sólo escúchame! —rugió y salté, impresionada
por la intensidad—. Haría lo que fuera para mantenerte a salvo. ¡Lo que
sea! ¡Pero no puedo protegerte cuando estoy en el jodido campo! —Tomó
una breve bocanada de aire—. Y te prometí que después de esa noche
en el Fullton no dejaría que nadie te hiciera daño otra vez. ¿Lo recuerdas?
132
Porque yo sí. Recuerdo cada detalle de esa noche. No viste lo que vi yo.
No sabes cómo te ves a través de mis ojos. Sentí que toda mi razón de
existir se iba al carajo cuando la chica que amaba se encontraba sentada
escupiendo sangre. —Sus ojos brillaron ante el recuerdo—. Te fallé esa
noche, Cassie. Nunca me perdonaré por no asegurarme de que estuvieras
bien y protegida. Eso nunca debió haberte pasado a ti. Y no pasará nunca
más. Te prometí que no dejaría que alguien te hiriera así. Sólo déjame
mantener mi jodida promesa —terminó, exasperado mientras las líneas de
preocupación se profundizaban en su rostro.
Contuve las emociones provocadas por sus palabras y solté un
pequeño suspiro. —Está bien, bebé. Me sentaré con Matteo.
Cerró los ojos y desaparecieron las líneas de tensión. —Gracias. Es mi
trabajo protegerte. Es mi trabajo mantenerte segura. Déjame hacerlo o me
volveré jodidamente loco.
—Ya dije bien. —Jack tenía razón, y no quería pelear más.
—¿Ya dijiste bien? —Me imitó la voz y lo miré—. Es cierto, dijiste bien.
—Dio dos pasos en mi dirección y mi estómago se revolvió ante su
cercanía.
Sin previo aviso, mi espalda fue estampada contra la pared, y su
caliente y húmeda boca por todo mi cuello. —Te amo —susurró contra mi
piel y mis piernas estuvieron a punto de ceder—. No discutas conmigo
acerca de tu seguridad otra vez —demandó y gemí en respuesta—.
Maldita sea, Cassie. ¿Qué te dije acerca de hacer esos sonidos? —Su
lengua hizo su camino hacia mi boca y abrí los labios en anticipación.
Estábamos famélicos. Teníamos tanta hambre por el otro, como si no
pudiéramos dejar de comer esto aún si quisiéramos.
Yo no quiero.
Chupó mi labio inferior, llevándolo hacia su boca antes de
mordisquearlo y tomarlo entre sus dientes. No podía controlar los sonidos
que se escapaban de mis labios mientras mi lengua era lamida y
explorada por su boca, hasta que él se apartó un poco.
—Dime que me amas. —Su tono era caliente, incitándome a
obedecer.
Y obedecí. —Por supuesto que te amo.
Alzó mis brazos con una de sus manos, y con la otra me quitó la
remera y la dejó caer al suelo. Sus oscuros ojos color chocolate atraparon
los míos antes de que su cabeza cayera y enterrara su rostro entre mis
pechos. Sus dedos desabrocharon mi corpiño y desapareció el material 133
entre sus labios y mi piel, dejándome desnuda ante él.
Enredé las manos en su pelo mientras su dureza presionaba contra
mí. Tomó mi trasero y me alzó. Instintivamente envolví las piernas alrededor
de su cintura, apretando ante cada paso que él daba en dirección a la
habitación.
—Jesús, Kitten. Voy a follarte en este piso si no dejas de hacer eso.
Reí y metió la lengua en mi boca con nueva determinación. Me
colocó sobre la cama antes de posicionarse sobre mí. Mis manos buscaron
a tientas su espalda, enterrando los dedos en sus músculos mientras movía
las caderas para encontrar la suyas.
Tracé las líneas de los músculos en sus brazos antes de meter la mano
entre nuestras caderas. Busqué el botón de sus vaqueros hasta que él
gentilmente se levantó, asegurándose de no dejar todo su peso sobre mí.
Desabroché el botón, bajé el cierre y comencé a bajarle los pantalones
por su culo duro.
Se apartó de la cama, parándose para quitarse el resto de la ropa.
Entonces me miró y apareció una profunda sonrisa. Me tambaleé hacia
adelante, desesperada por plantar besos en cada hoyuelo suyo, cuando
me forzó a acostarme de nuevo. Me quitó los pantalones y la ropa interior,
y me recosté contra el cabezal, completamente expuesta.
—Eres tan hermosa. Amo todo de ti. —Plantó un beso en la punta de
mi pie—. Incluso cuando eres terca… —Su lengua se deslizó hasta mi
tobillo, mientras la excitación atravesaba cada fibra de mi cuerpo—. Y
mandona. —Besó mi muslo, mientras seguía el asalto con su lengua—. Y un
dolor en el culo. —Su respiración calentó la piel cercana a mi cadera.
Deslizó un dedo en mi interior y gemí de placer. Me sacudí contra él,
me lamió la parte baja de mi estómago antes de subir hacia mis pechos.
Los chupó y mordisqueó mientras mi espalda se arqueaba por el placer. —
¿Te gusta eso? —gimió contra mi piel.
—Ajá —canturreé, enredando nuevamente mis dedos entre su
cabello—. Entra en mí —dije y movió su dureza hacia mí antes de
apartarse—. Entra —repetí, y metió la punta en mi interior.
Me quedé sin aliento y me estremecí ante la sensación de su invasión
mientras lo impulsaba a hundirse más. Lo hizo, y mis piernas se abrieron,
dándole la bienvenida. Entró y salió mientras mis caderas golpeaban
contra la suyas, creando esa sensación familiar. Se empujó con intensidad,
lamiendo con su boca violentamente desde mis pechos hasta mi cuello, y
de mi cuello a mis pechos otra vez. Gemí y su boca se unió a la mía,
silenciando mi placer. Empujó más fuerte y más rápido en lo que yo me
movía contra él, queriendo llegar al clímax.
134
—Te sientes tan bien. Siempre te sientes tan jodidamente bien —
susurró, flexionando los brazos por encima de mí.
Mis manos siguieron las líneas de su espalda hasta que éstas llegaron
a su culo. Lo apreté, jalándolo con fuerza hacia mí. —Oh, Jack. Justo así. —
Me moví contra él, empujando, gimiendo y llenándome de placer. Él
aceleró y nuestros cuerpos se movían al unísono mientras a ambos nos
corría el mismo éxtasis acrecentado.
—Joder. Sí, Jack. Oh mi Dios. —Jadeé, mientras mi cuerpo se sacudía
y temblaba por la excitación. El calor se precipitó y mi cuerpo palpitaba
en lo que Jack iba con frenesí contra mí.
—Joder, Cassie. Eres tan jodidamente caliente. —Su boca chupó mis
pechos, tomándolo entre sus dientes. Yo tomé su cabello, tirándolo
suavemente al tiempo que mi cuerpo se movía contra el suyo. Su miembro
me penetró incluso más, todavía entrando y saliendo mientras entraba
más profundo una última vez. Gruñendo en voz alta, explotó dentro de mí,
palpitando con cada pequeño empuje.
Salió lentamente antes de colapsar junto a mí. —Ve a hacer pis. Sé
que tienes que hacerlo. —Le pegué en el hombro antes de saltar de la
cama para ir a nuestro baño.
Un momento después, me uní a él en la cama, presionando mi
cabeza contra su pecho mientras envolvía un brazo a mi alrededor. —
Sobre lo del tema de la seguridad…
—No estamos con el tema de la seguridad —bromeé antes de
continuar—: ya no.
Su pecho subió y bajó con fuerza, y mi cabeza se movió con él. —
Creo que deberíamos tratar de conseguir una nueva casa. No es que esta
no sea genial, pero creo que nos podemos permitir algo más grande
con un portero a tiempo completo.
No podía negar el hecho de que yo también había pensado
exactamente en lo mismo. Y me sentiría muchísimo más segura teniendo
un portero a tiempo completo en lugar de uno a medio tiempo que
estaba solo a la noche. —Yo también he pensado en eso.
—Si quieres, podríamos buscar algún lugar más cercano a Central
Park. —Me emocioné ante su sugerencia. Adoraba Central Park, y quise
vivir cerca inicialmente, pero no podía costear un lugar por mi cuenta. Al
menos no donde había buscado. Antes de responder, él asintió—. Sé que
está lejos de tu oficina…
—No es que esté muy lejos —interrumpí, alzando la cabeza desde su
pecho—. Quiero decir, lo está, pero no me importa. Amo Central Park,
especialmente el área cercana al Hotel Plaza. ¿Cómo lo sabías? 135
Sonrió de forma traviesa. —Tus fotos en línea para la revista.
Recordé las fotos que había tomado del parque y sus alrededores
cuando me mudé aquí. —Oh, cierto. De cuando me acosabas.
Sin ningún esfuerzo, se abalanzó, retorciendo y girando mi cuerpo a
su antojo. Me encontraba de espaldas antes de que siquiera pudiera
pensar en ello. —Sí. Cuando te acosaba, mocosa —dijo, sentándose sobre
mí—. Tomaste una foto de esa fuente y de aquel bonito hotel. O al menos
en tus fotos parecía lindo.
Sonreí, intentando empujarlo, pero mis movimientos eran inservibles
contra él. —Ese es el Hotel Plaza. No me necesita a mí para parecer bonito.
Es asombroso, y estoy bastante segura de estar enamorada de él.
—Todavía no he visto nada de eso, ¿sabes? —Sujetó mis brazos
encima de mi cabeza antes de acercar su rostro al mío—. Eres una mala
huésped. —Sus labios rozaron los míos, al principio lentamente antes de
que profundizara el beso. Las emociones y el calor se arremolinaron en mi
interior.
Gracia a Dios ya me encontraba acostada, porque mis rodillas
habrían cedido completamente en el instante en que comenzó ese beso.
Me esforcé por recordar de qué hablábamos antes de que borrara todos
mis pensamientos. —¿Huésped? No soy un chico, ni tú mi visitante. Ahora
vives aquí.
Unos magníficos hoyuelos aparecieron en cada mejilla. —Cierto.
Pero sigo pensando que deberías mostrarme los alrededores. Tengo el
jueves libre.
—Bueno, yo no. Tengo que trabajar.
—Entonces llama y di que estás enferma —sugirió y mi
temperamento comenzó a fuego lento—. Es mi único día libre este mes.
—¡No voy a llamar por eso! —Lo empujé, y cedió. Deslizando su
cuerpo lejos del mío, me levanté de la cama y me senté—. Espera. ¿El
jueves es tu único día libre en todo el mes? ¿En serio?
Ladeó la cabeza y la simpatía brillaba en sus ojos. —Sólo tenemos
dos días libres al mes, Kitten. Y usualmente esos son días de viaje.
—Eso es una locura —dije, mi sorpresa tomando el control—. Quiero
decir, sabía que estarías fuera la mitad del mes por juegos, pero supongo
que no me di cuenta que nunca tendrías un día libre. —El calendario de
béisbol no era su culpa. No es como si él lo manejara. Era sólo una cosa
más que ajustar a nuestra nueva vida juntos.
Se encogió. —Sé que es mucho. Pero escucha. —Tomó mis manos—. 136
Tengo el jueves libre. Me encantaría conocer nuevos sitios si tenemos
tiempo, y quisiera que tú me mostraras tus lugares favoritos en la ciudad.
¿Bien? ¿Tal vez podrías tomarte medio día? —Me acarició la mano con el
pulgar. Como si sintiera mi vacilación, agregó—: Haremos que esto
funcione.
—Lo sé. Está bien. —Traté de ocultar mi preocupación.
—No, no lo está. ¿Qué está mal? ¿Qué te preocupa? ¿Son las otras
chicas?
Sacudí la cabeza. —No, no es eso. Al menos, ahora no. —Fingí una
sonrisa—. No lo sé. ¿Quizá sea el hecho de que apenas nos veremos los
siguientes meses?
—Siempre puedes dejar tu trabajo y venir conmigo. Entonces nunca
nos separaríamos. —Sonrió, mi estómago dio un vuelco y mi pulso se
aceleró.
—No digas eso. Sabes que odio cuando dices mierda como esa —
advertí mientras el calor subía por mis mejillas.
—Ah, Kitten. Sólo estoy jugando.
—Bueno, no lo hagas. —Mi tono fue áspero y lleno con amargura.
Esta no era la primera vez que Jack me había mencionado el no trabajar.
Recordé cuando nos juntamos con los abuelos por primera vez, que él dijo
lo mismo—. Con mi trabajo no, ¿está bien? Es importante para mí. Quiero
trabajar. Y si eso significa que no estaremos juntos en lo que dure tu
temporada, entonces —me volví a encoger de hombros—, supongo que
no esteremos juntos muy a menudo.
—Sólo quiero que seas feliz —admitió dulcemente, pero era muy
tarde. Tocó el único tema que me obligaba a reaccionar de una forma
violenta, y quería estirarme por la cama y arrancarle el corazón. Mis
defensas se arrastraron por cada fibra de mi cuerpo, extendiendo su capa
protectora de alambre de púas por todas partes.
—Entonces no me pidas que renuncie otra vez. Ni siquiera en broma.
Me desgarra por dentro. —Mi trabajo era lo único que tenía por completo
para mí. No se trataba de Jack, ni de nosotros. No era sobre nada ni nadie
más—. La fotografía es mi pasión. Tengo parte de mi alma en ello, mis
entrañas, todo dentro de mí. Todo mi cuerpo vuelve a la vida donde sea
que me pare tras el lente, y trabajé muy duro para llegar a este punto.
—Sé que lo has hecho. Y lo siento. —Se echó atrás—. Sólo quise decir
que te extrañaré. Quiero que estés conmigo todo el tiempo. Odio viajar y
deseaba que estuvieras allí. Pero nunca tendremos eso mientras estés
trabajando.
137
Me volteé en su dirección, mi mirada deslumbrante. —No puedo
dejar de trabajar, Jack. ¿No lo entiendes? ¿Cómo puedes tú, de toda la
gente, no entender eso?
Aprendí hace mucho tiempo que nadie haría las cosas por mí. Si
tenía un sueño que quería alcanzar, tenía que pelear por él y obtenerlo por
mi cuenta. No renunciaría a algo por lo que me había esforzado tanto. No
dejaría que nadie me quite eso. Jack, de todas las personas, tenía que ser
capaz de entenderlo. Trabajaba tan duro como yo para conseguir las
cosas que quería. Ambos habíamos sido abandonados por las pocas
personas en el mundo en las que se suponía que podíamos confiar
implícitamente. Todas las promesas sin cumplir de mi papá pasaron por mi
mente, pero la decepción constante que sentía crecer palideció en
comparación a que los padres de Jack eligieran abandonarlo.
—Lo entiendo. ¿De qué diablos estás hablando? —Tiró de su cabello.
—Si dejara de tomar fotos y dejase de trabajar, estaría perdida. No
sabría quién sería sin eso —admití, y la simple idea causaba que mi interior
se sintiera vacío.
—¿Cómo crees que me voy a sentir cuando termine mi carrera en el
béisbol? —Se sentó derecho y me miró.
—Pero una vez dijiste que renunciarías. ¡Por mí! ¿Cómo puedes decir
eso? —No podía imaginar renunciar a esa parte de mi vida por nadie. Ni
siquiera por Jack.
—Porque, demonios, ¡es la verdad! Voy a ser un jodido perdedor sin
este deporte. No sé quién soy sin el béisbol y me va a llevar algo de tiempo
entender todo esto cuando llegue ese día. Pero seré capaz de lograrlo
tanto como tú.
Sacudí la cabeza, mientras la incredulidad corría furiosamente a
través de mí. —Escúchame —demandó—. Un día el béisbol se terminará. Es
un hecho. Y ese día será uno de los peores en mi vida. Pero, ¿si tuviera que
pasar por el final de mi carrera sin ti? —resopló—. Entonces bien podrías
ponerme a pastorear como una de esas viejas y jodidas vacas. Porque no
existo sin ti. Jack Carter no existe como una persona completa sin Cassie
Andrews. —Mi pecho se agitó al luchar contra las lágrimas calientes que
amenazaban con brotar desde mis ojos mientras él continuaba—: Sin ti,
sería el cascarón de un hombre. Ahuecado, vacío, un esqueleto sin vida. Y
lo sé porque he estado ahí. Pasé por ello. Soporté perderte justamente por
mi propia estupidez, y nunca podré explicarte cómo se sintió eso. —Permití
que las lágrimas cayeran, pero no podía llegar a decir nada—. Cass, no
quiero que dejes de trabajar. No quiero que renuncies a nada por mí. Pero
necesito que sepas que he aprendido a base de perderte. Sé lo mal que
se siente no tenerte en mi vida, y nunca más quiero volver a experimentar 138
eso.
Tomé una bocanada de aire. —No puedo imaginar mi vida sin ti,
Jack —admití de todo corazón—. Incluso cuando estábamos separados,
siempre tuve la esperanza de que encontráramos una forma de volver a
estar juntos. Pero no me gusta sentirme presionada a elegir entre tú o mi
trabajo. No es justo, y es una decisión que no quiero llegar a tener que
tomar.
—¿Debido a que no ganaré? —preguntó, su voz suave pero firme.
—No lo sé —respondí honestamente—. Pero no puedo creer que ya
estemos peleando.
—No peleamos. Sólo estamos resolviendo las cosas.
—No. Estoy bastante segura de que estamos peleando.
13
No permitiré que nada le suceda
Traducido por Diss Herzig & yure8
Corregido por CrisCras
Jack
Sabía lo que quiso decir Kitten la noche pasada, aun si ella no. Se 139
sintió como si elegir entre su trabajo o su corazón fuera como si literalmente
le pidiera que me eligiera por encima de ella misma. Quería culparla, pero
no podía. Ella no sabía lo que era eso. En realidad no. Vivir sin la única
persona con la que sabes que estás destinado. Yo experimenté el dolor de
verme forzado a vivir sin ella mientras que lograba conseguir mi sueño más
grande.
No fue suficiente.
Tener el béisbol, pero no a Cassie, no me hizo feliz. Estaba bastante
seguro de que era lo mismo para ella con la fotografía y sin mí; pero aún
no se había dado cuenta. No se vio forzada a ello. Al menos, no desde la
perspectiva en la que yo sí. Lo jodí. La perdí. Es diferente cuando eres el
que cometió los errores.
Traté de no despertar a Cassie mientras llamaba a la oficina en la
que trabajaba Matteo. A propósito me desperté antes que su alarma para
apagarla mientras manejaba esto.
—Buenos días, señor Lombardi. Es Jack Carter.
—Buenos días, señor Carter. ¿Está todo resuelto con Matteo? —Su
acento hizo eco a través del teléfono.
—En realidad, llamo por eso. —Traté de explicar antes de que
interviniera.
—Si Matteo no le funciona, tenemos otros muchos conductores.
Solté un suspiro irritado. —No, señor Lombardi, Matteo está bien.
Quería hablar acerca de contratarlo más tiempo en los días que tengo los
partidos en casa.
—Ah, ¿cuánto tiempo más?
—Necesito que se quede en el campo desde el momento en que
deja a Cassie hasta que nos vayamos. —No quería contarle a este tipo mis
razones para necesitarlo. Quería mantener esos asuntos lo más privados
posible—. Así que probablemente eso es un extra de cuatro o cinco horas.
¿Es posible?
—¿Cuántos días a la semana tiene usted partidos en casa?
—Tenemos alrededor de trece partidos en casa al mes, por lo
general con seis o siete seguidos.
Oí garabatos y el sonido de los papeles revueltos en el otro extremo
de la línea. —Eso no debería ser un problema.
—¿Está seguro? Porque si es así, voy a tener que buscar otras
opciones. —Necesitaba una respuesta directa, sin mentiras. Si este tipo no
iba a darme tiempo de Matteo, se le quitaría y lo contrataría 140
exclusivamente. O encontraría a alguien para hacer el trabajo.
—Está bien, sólo asegúrese de darle a Matteo una copia de su
horario de modo que podamos descartarlo en los libros.
—Genial. ¿Puede hacer que Matteo me llame cuando revise eso?
—No hay problema, señor.
—Gracias. —Colgué el teléfono antes de exhalar un suspiro de alivio.
Había medio esperado una batalla por el tiempo de Matteo. Aprecié que
no llegara a eso. Ahora tenía que hablar con él. Necesitaba a alguien que
quisiera cuidarla, y él tenía que ser capaz de poner la seguridad de Cassie
por encima de la suya propia. Tal vez no le gustaría la idea de que su cara
bonita de modelo fuera puesta en riesgo. Supongo que lo averiguaría.
—Oye, te has levantado temprano. —Me di la vuelta para ver a
Cassie de pie en la puerta, mirándome. Lucía tan hermosa que no pude
resistirme. Caminé ansiosamente hacia ella, envolviéndola en mis brazos, y
apreté. Besé su cuello, aspirando el olor de su piel.
—Lo siento mucho por lo de anoche. —Inclinó la cabeza para
mirarme—. Creo que me pongo muy a la defensiva cuando se trata de mi
trabajo.
La miré a sus verdes ojos, apartando el pelo de su cara y metiéndolo
detrás de su oreja. —Lo sé. Está bien. Lo entiendo.
—No me gusta pelear contigo. —Sus labios sobresalieron en un
puchero, y sonreí.
—Te dije que no peleábamos. Sólo estamos pensando las cosas, ¿de
acuerdo? —Me agaché, plantando un beso en su mejilla—. Así que
escucha, he hablado con el jefe de Matteo esta mañana, y le parece bien
que se quede para los juegos. Voy a reunirme con Matteo más tarde para
asegurarme de que puede manejar la situación.
Lanzó un suspiro. —Manejarla, ¿cómo?
—Sólo quiero asegurarme de que está de acuerdo con esto. No le
pediré que haga esto por nosotros si no está cómodo. Él tiene una opción
en el asunto.
—Bueno, me alegro por él —dijo, su voz mezclada con amargura.
Dejé caer las manos. —¿Estoy haciendo algo mal, Cass? Sólo trato
de asegurarme de que estés a salvo y protegida cuando no estoy yo. ¿Eso
no te parece bien?
Esta chica está volviéndome jodidamente loco.
—No. —Hizo una pausa antes de mirar al suelo—. Dios, lo siento, Jack. 141
No sé qué me pasa. —Sus ojos se cerraron mientras bajaba el rostro entre
sus manos—. No estoy acostumbrada a que nadie me cuide de la manera
en que lo haces tú. Es un cambio para mí, es todo. Lo siento.
—No lo sientas. Por favor, no peles conmigo por esto. No voy a ser
capaz de concentrarme en el campo si creo que la gente te está
acosando, siendo mala contigo o te hace daño.
—Lo sé. —Asintió en acuerdo antes de tragar—. Voy a tratar de ser
menos loca. Te amo.
—Tú no estás loca. —Sonreí—. Y yo también te amo. —Besé sus labios
antes de que ella se apartara.
—Tengo que prepararme para el trabajo. —Su rostro se suavizó.
—Ve, entonces. Deja de perder el tiempo en peleas falsas conmigo.
—Golpeé su culo y ella gritó.
—¡Jack!
Me hallaba medio tentado de perseguir su culo directamente hasta
el baño pero me distrajo el sonido de mi teléfono. —Hola, Matteo —dije al
responder, después de ver su nombre y número en la pantalla.
—Buenos días, Jack. ¿El señor Lombardi dijo que querías hablar
conmigo?
—Sí. ¿Hay alguna manera de que pudiéramos encontrarnos un poco
más tarde para repasar algunas cosas? Te pagaré por tu tiempo, por
supuesto.
—Espera un segundo. —El teléfono sonó como si fuera lanzado sobre
el escritorio—. Tengo un par de clientes esta mañana, pero estoy libre
alrededor de las once. ¿Es demasiado tarde?
—No, eso es perfecto. ¿Nos vemos en Sal’s? —sugerí.
—Sí. Sal’s está bien —respondió con voz emocionada.
—Vale, Matteo. Nos vemos.
Presioné finalizar, dejando caer mi teléfono en el pequeño mostrador
antes de entrar en el cuarto de baño. Miré en torno a la cortina de la
ducha para ver a Cassie y estuve despierto instantáneamente.
Abajo, chico.
—Voy a comer con Matteo en Sal’s. Te escribiré un mensaje después
para hacerte saber cómo va, ¿de acuerdo?
Giró su cuerpo hacia mí, y la vergüenza difundió color rosa en sus
mejillas.
142
—Magnifico. Ahora sal de aquí antes de que me hagas llegar tarde
al trabajo. Sé lo que estás pensando, Carter.
Me encantaba que ella me llamara por mi apellido. Su voz siempre
sonaba sumamente descarada, y me excitaba aún más.
—¿Puedes culparme? Joder, mujer, mírate. Sexy como el infierno —
bromeé, sabiendo que la hacía sentir incómoda. Pero se veía hermosa,
desnuda y mojada, y ahora todo en lo que podía pensar era en las cosas
que quería hacer con ella.
Apretó los labios con fuerza. —Vale. Vete ya. Adiós. Gracias.
***
145
14
Puede llevarme en cualquier
momento
Traducido por Blaire Grey
Corregido por LIZZY’
Cassie 146
Matteo llegó a mi oficina a la seis, justo como me avisó Jack. Me
esperó abajo junto al coche mientras yo terminaba la edición de fotos de
último minuto. Esta noche sería el primer juego al que asistiría conmigo y
me sentía nerviosa. No por estar a solas con Matteo, sino porque sería
fotografiada con un tipo que no era Jack.
No era como si él no fuera un tipo guapo. Era simplemente hermoso.
Empecé a preguntarme si era una buena idea. ¿Nos dábamos
intencionalmente más munición en mi contra?
Suspiré antes de dirigirme al ascensor ya que el estrés de la situación
comenzaba a roerme. Odiaba las cosas que tenía que pensar justo antes
de salir por la puerta. Todo el drama añadido afectaba a mi capacidad
de ser feliz. Me preocupaba mucho todo lo que me rodeaba como para
simplemente sentarme y disfrutar del tiempo de Jack en el campo.
Odiaba esto.
Vi a Matteo en el momento en que salí del ascensor. Sonrió, y no
pude evitar devolverle la sonrisa.
—Voy a ser tu cita esta noche —dijo con un guiño.
¿Cita?
—Supongo que sí —dije, regañándome silenciosamente por estar de
acuerdo con la elección de palabras.
Caminé hacia el coche, y cuando él abrió la puerta de atrás, me
negué, abriendo del acompañante en su lugar. —No me gusta sentarme
allí mientras me llevan. Es tonto.
—¿Estás segura? —preguntó con sorpresa.
—Sí. —Asentí antes de deslizarme adentro y cerrar la puerta detrás
de mí.
Me puse el cinturón de seguridad mientras Matteo se deslizaba en el
asiento del conductor, iniciando la elegante limusina con un movimiento
de muñeca. —Esto debe de ser divertido, ¿eh?
—Ojalá. Honestamente creo que al principio podría crear más
drama, pero espero que se calme con el tiempo.
—Más drama, ¿cómo? ¿Porque voy contigo?
Me pregunté cómo expresar lo que quería decir. Matteo era muy
sexy, pero no iba a decirle eso. —Matteo, no eres feo. Así que estoy segura
que esto va a causar caos.
Se echó a reír, y noté un toque de color en sus mejillas. —¿Crees que
soy guapo? 147
—No —tragué—. Dije que creo que no eres feo.
—Bueno, gracias. —Sonrió—. Creo que tampoco eres fea.
Insegura de cómo responder, lancé una sonrisa rápida con los labios
apretados. Lo último que quería era poner las cosas incómodas entre
nosotros, por lo que abandoné el tema por completo y cogí mi teléfono. Le
escribí un mensaje rápidamente a Melissa antes de mirar por la ventanilla
del coche a la ciudad que pasaba en un borrón.
—Así que, dime que hay para mí esta noche —pidió.
—Um, bueno, tenemos a los aficionados parlanchines y a las esposas
crueles.
—Oh. Háblame de las esposas. —Me miró antes de retomar su
atención a la carretera.
—Sólo son muy desagradables. No hablarán conmigo.
—¿En absoluto?
—En absoluto.
—¿Qué les has hecho? —preguntó con una sonrisa.
—Cállate. —Apreté los labios antes de golpearle el hombro con la
mano—. No les hice nada, excepto unirme a su estúpido equipo con mi
novio.
—¡Cómo te atreves! —exclamó, con voz alarmada y me reí—. ¿Por
eso te ignoran?
Asentí. —Más o menos. Es como si no estuviera allí.
Sus labios formaron un leve gruñido. —Las mujeres prefieren ser malas
entre sí, ¿por qué eso?
—Le preguntas a la chica equivocada. No soy una de esas mujeres.
A menos que seas malo conmigo primero; entonces soy una perra. Pero en
realidad, tú lo has querido, así que no me puedes culpar. —Sonreí
inocentemente.
—Bueno, esto debe ser divertido.
***
***
155
Jack
Cassie no podía tomarse el día libre, pero prometió encontrarme
para el almuerzo. Inseguro de qué hacer con mis raras horas de libertad,
me conecté a internet y busqué los alquileres disponibles cerca del Hotel
Plaza. Imprimí una lista de lugares tanto en el Upper West Side y el Upper
East Side. No sabía cuál era la diferencia entre ambos, pero tal vez Cassie
sí.
Después de llamar a alguno de los números, establecí una cita para
un lugar en el East Side después de que ella saliera del trabajo. Miré por
encima al horario de béisbol para las próximas tres semanas, prestando
especial atención a todos los días que no estaría aquí. El equipo saldría
pronto en un viaje de once días, y me preguntaba si Cass sería capaz de
llegar a cualquiera de los juegos lejos de aquí.
Sabía que era una mierda pensar en ello, pero en cierto modo
apestaba que Cassie trabaje a tiempo completo. Significaba que nunca
estaríamos juntos cuando yo jugaba fuera de casa. E iba a estar fuera un
promedio de diecisiete días cada mes. Es mucho tiempo sin ver a tu chica.
Sin embargo nunca se lo admitiría, y sabía que era egoísta quererla
cerca de mí todo el tiempo. Especialmente después de todo lo que le hice
pasar. Se había mudado a Nueva York para seguir sus propios sueños, y
quería ser de apoyo.
Aparte de mi mierda llena de orgullo, odiaba la idea de dejarla sola
sinceramente. La prensa y los fans me estresaban, y necesitaba saber que
ella estaba protegida cuando no me encontraba cerca. Necesitábamos
mudarnos a un lugar con portero veinticuatro horas al día más temprano
que tarde, y antes de que perdiera la maldita cabeza.
¿Tal vez le compraré un perro? Siempre he querido un perro. Jesús,
Carter, ¿algo no se trata de ti?
Tirando de mi gorra de béisbol, salí del edificio hacia la estación del
metro. La brisa fría azotaba mi cara y el sol era tan brillante que casi volvía
por mis gafas. Cassie me envió un mensaje con las indicaciones para llegar
al restaurante donde nos reuniríamos para comer ya que tenía ni puta idea
de dónde me dirigía, o lo que hacía. Estaba medio tentado de llamar a
Matteo y hacer que me llevara, pero sabía que Cass me patearía el culo
por no tener la “experiencia de la ciudad de Nueva York”, como le
gustaba llamarlo. Además, necesitaba conocer los alrededores.
Seguí las escaleras subterráneas, parando en la primera máquina
expendedora vacante que podía encontrar. Empujé un billete de diez
dólares en la ranura, y una tarjeta de metro azul y amarillo saltó fuera.
Mirando a mi alrededor, vi cómo la gente deslizaba sus tarjetas en los
156
lectores electrónicos antes de pasar por los torniquete de acceso. Los
recuerdos de visitar Disneyland de niño pasaron por mi mente cuando
deslicé la tarjeta. La luz se puso en verde y el torniquete se desbloqueó con
un clic.
Me abrí paso, sintiéndome como un jodido turista perdido y
esperando que nadie me reconociera. Caminando por otro conjunto de
escaleras, llegué al andén del metro.
Qué viaje.
La iluminación era tenue y el aire amortiguado. Un chico en el otro
extremo del andén golpeaba algunos tambores y el sonido viajaba por
toda la estación. La idea de tener mi espalda al descuido no me caía bien,
así que la presioné contra la pared y esperé por el tren.
Los frenos chirriaron cuando el tren se detenía, y la voz del conductor
aparecía y desaparecía. Cuando las puertas se abrieron, esperé que todos
salieran antes de saltar dentro. Se hallaba prácticamente vacío, así que
pude elegir mi asiento. Agarré el más cercano a la puerta. Dos paradas
después, salté fuera y me dirigí hacia el conjunto de escaleras; la luz del sol
prácticamente me cegaba así que desvié la mirada al suelo.
—¿No eres tú el jugador de béisbol súper-caliente? —Su voz detuvo
mi trayecto y levanté la mirada para ver a esos ojos verdes familiares
mirándome fijo.
—¿No eres tú la novia caliente de dicho jugador de béisbol? —Me
lamí los labios y su boca se abrió. Me encantaba meterme con ella.
Cassie retiró las gafas de sus ojos y me jaló de la salida del metro. —
Vamos —rió, y quería besarla como un adolescente enamorado en la
parte posterior de una sala de cine.
—¿Pensé que íbamos a encontrarnos en el café? —Me estiré hacia
su mano, entrelazando sus dedos con los míos.
—Nora me dio la tarde libre. Ella no aceptó un no por respuesta, así
que soy toda tuya, Carter.
—Probablemente sabía que me perdería.
—Probablemente. —Sonrió. Sus labios eran tan tentadores que quería
chuparlos dentro de mi boca y nunca soltarlos—. Entonces, ¿cómo fue tu
primer viaje en metro?
Sacudiendo la imagen de mi mente y deseando que mi polla se
calmara, reorienté mis pensamientos. —Interesante.
—Pero increíble, ¿verdad? Me refiero a todas las diferentes personas
de muchas clases sociales reunidas en un mismo lugar. Amo malditamente 157
las estaciones de tren.
Sacudí la cabeza con un resoplido. —Claro que sí.
—¿Qué significa eso? —Me golpeó el hombro.
—Que tú ves belleza en todo. Incluso en las feas, oscuras y
repugnantes estaciones de metro.
—Creo que son geniales. A veces un poco escalofriantes, pero aun
así geniales.
Cassie señaló un toldo rojo y blanco más delante. —Allí es donde
vamos a comer.
—Tengo que ser sincero, Kitten. Siento como si traicionáramos a Sal.
—No —se quejó—. No es así, lo prometo. Este lugar ni siquiera es
italiano. Es francés.
Di un paso delante de ella para abrir la puerta cuando la voz de una
mujer dijo—: Oh, Dios mío, ¿eres Jack Carter?
Me volví hacia a la mujer mientras Cassie se detenía a medio paso.
—Oh mi Dios, ¡ERES Jack Carter! Soy una gran fan. Eres un lanzador
increíble. ¿Puedo tener una foto contigo, por favor?
Miré a Cassie y vi sus labios en una apretada sonrisa. Así que la
acerqué a mí, puse una amable pero firme sonrisa en mi cara y le dije a la
mujer—: Lo siento, pero estoy a punto de comer con mi chica. En otro
momento.
—¡Por favor! ¿Sólo una foto? ¿O un autógrafo? ¿Puedes firmar algo
para mí? —Observé cómo enterró las manos en su bolso de gran tamaño,
en busca de Dios sabe qué.
—Por favor, entiéndelo, intento tener algo de tiempo personal. Lo
siento. —Le di la espalda a la fan demasiado entusiasta y mantuve la
puerta abierta para Cassie—. Lo siento, cariño —le dije, acariciándole el
pelo.
—Está bien. ¿Por qué no le diste lo que quería?
La anfitriona sonrió pero no nos interrumpió. En cambio tomó dos
menús y nos agitó el brazo hacia la parte posterior del pequeño café
mientras la seguíamos. —Yo no quería.
Tiré la silla de Cassie para ella antes de sentarme al otro lado de la
mesa y remover mi gorra.
—Su camarera estará con ustedes en breve —dijo la pequeña
morena antes de alejarse. 158
—¿Qué quieres decir? —Cassie se inclinó hacia adelante, y se le
cayó el cabello frente a sus ojos mientras lo apartaba con mis dedos.
Tomé una bocanada de aire. No le había dicho nada de esto, esta
parte de mi plan maestro, pero supuse que este era un buen momento. —
Estoy tratando de limitar mi contacto con ellos.
Sus ojos se estrecharon. —¿Tratas de limitar tu contacto con quién?
¿Tus fans?
Me incliné sobre la mesa. —Sólo las femeninas.
Ya está. Lo admití.
Quería limitar mi contacto con mis fans femeninas si estaba dentro o
fuera del campo. Nunca quise darles a ellas ni a la prensa nada para
hablar, escribir o anunciar.
—Jack. —Cerró los ojos por un momento antes de encontrar mis
ojos—. No puedes ignorar a tus fans. Es mezquino y terminarán odiándote.
Me recosté en la silla dura y me encogí de hombros. —Si soy malo
con ellos, van a dejarme en paz. Y si me dejan en paz, no tendrán nada
que decir. Y si no tienen nada que decir, entonces tú nunca tendrás nada
de qué preocuparte.
Sacudió la cabeza. —No quiero que las personas te odien.
—Entonces, ¿qué dices? ¿Te parece bien que hable con ellos?
—Por supuesto que sí. No quiero que duermas con ellas. —Una leve
risa escapó de sus labios—. O besarte con ellas o hacer algo con ellas.
Me estiré hacia ella, tomando su mano en la mía. —No volveré a
cometer el mismo error. Te lo demostraré todos los días por el resto de
nuestras vidas. Quería ignorarlas por ti, para que puedas ver que soy digno
de confianza y no debías estar preocupada.
—No quiero que vayas a esos extremos por mí. No está bien. Y la
parte de la confianza vendrá con el tiempo, ¿bien?
—Está bien —concordé, llevando su mano a mis labios.
Cuando acabamos de comer, pagué la cuenta con la camarera y
esperé que me trajera el cambio. Se acercó a nuestra mesa, con una
expresión extraña en la cara.
—¿Está todo bien? —pregunté.
—Aquí está el cambio —dijo, y me entregó la cartera de la cuenta
de cuero suave—. Y lo siento mucho, pero hay una multitud afuera
esperando a que te vayas.
Eché un vistazo a Cassie mientras la sorpresa brillaba en sus ojos. 159
—No podríamos dejarlos entrar, obviamente. Pero saben que estás
aquí. De verdad lo sentimos. —La camarera miró a sus pies.
—Está bien. No es tu culpa. —Traté de tranquilizarla antes de mirar a
Cass—. ¿Estás bien?
Asintió y miró a la camarera. —¿Cómo sabían que estábamos aquí?
—Alguien lo publicó en ese sitio web Spotted.
Fruncí el ceño. —No sé qué es eso.
—Es un sitio web donde la gente puede poner donde vieron a una
celebridad o un atleta. Alguien publicó que ustedes estaban comiendo el
almuerzo aquí.
Incliné la cabeza hacia atrás lentamente. —Sorprendente. Gracias.
—Empujé mi silla hacia atrás antes de estirarme. Corriendo los dedos por mi
pelo, agarré mi gorra y la coloqué firmemente en mi cabeza.
—¿Estás lista? —pregunté a Cass, estirando la mano hacia ella para
agarrarla. Se puso de pie lentamente, mirando fuera.
Exhaló. —Está bien, no hay mucha gente fuera. Hay como diez.
—Van a querer que yo firme cosas. ¿Te importa o quieres que los
ignore? —Haría lo que sea que quisiera ella.
—Por supuesto que deberías firmar cosas —sonrió.
Apreté su mano, llevándola hacia la puerta. La abrí, sosteniéndola
para que ella la atravesara antes de seguirla. El sonido de mi nombre
llenaba el aire a nuestro alrededor mientras la gente se agolpaba para
acercarse, empujando sus teléfonos con cámara hacia nosotros.
Instintivamente, quise proteger a Cassie del ataque de cuerpos, pero sólo
terminé apretando mi agarre en ella.
—Oh, Jack. —Hizo una mueca, tirando su mano de la mía y
sacudiéndola.
—Mierda. Lo siento, Kitten.
—Está bien —sonrió.
—Jack, ¿qué tal una foto? —gritó una mujer por encima de los
demás. Tendría que haber estado ciego para no notar lo bien que lucía.
—Claro —dije, recordando las palabras de Cassie.
A regañadientes posé, manteniendo las manos a mí mismo, pero
esta chica se cubrió por todo mi cuerpo como un maldito traje barato.
Disgustado, quité sus manos de mi cuerpo. —No más fotos, pero voy a
firmar lo que quieran —anuncié al grupo, frunciendo el ceño a la que 160
había arruinado las fotos para el resto. Forzando una gran sonrisa en mi
cara, firmé papeles, recibos de taxi, y un par de pelotas de béisbol.
—Cassie, Cassie cariño. Mira aquí. —Mi atención se dirigió al chico
de pelo largo, con aspecto grasiento con una cámara profesional
tomando fotos de Kitten mientras esperaba a que yo terminara. Vi como
ella reaccionó al oír su nombre, lo que claramente la atrapó con la
guardia baja, buscando en la multitud por quien la llamaba.
—Déjala en paz —grité en su dirección, y me miró. El maldito me
fulminó, dirigiendo de nuevo la cámara hacia Cassie y apretando el botón.
Me imaginé saltando por encima de todo el mundo y rompiendo esa
cámara en el lado de su puto cráneo.
—Eres muy bonita cuando sonríes, Cassie. ¿No quieres sonreír para la
cámara? ¿Quién estaba contigo en el juego la noche pasada? ¿Cassie?
¿Jack y tú hicieron las paces? ¿Por qué te enojaste con él? —La porquería
era implacable.
—Dije que la dejaras en paz —amenacé, y mi paciencia
desaparecía.
Cassie apareció de repente a mi lado, susurrando en mi oído—: Ese
hombre está asustándome.
—Nos iremos —le susurré—. Tengo que irme. Lo siento. —Me abrí paso
a través de la multitud, que había crecido en número desde que empecé.
Me abrí camino suavemente entre las personas, firmando un par de trozos
de papel en el camino, y nunca soltando la mano de Cassie.
Caminamos por la acera y miré hacia atrás, notando que el tipo
continuaba tomándonos fotos y seguía todos nuestros movimientos. —Ese
tipo nos está siguiendo. Debe ser paparazzi.
—Cuando me llamó por mi nombre —hizo una pausa—, me asustó. Y
todas las preguntas. Es raro cuando la gente sabe acerca de tu vida de
esa manera.
—Lo sé. Vamos, vamos a alcanzar a un taxi. —Dejé de caminar y el
chico también lo hizo.
Así es, imbécil. Mantén tu distancia.
—Déjamelo a mí. —Me guiñó antes de dar un paso hacia el borde
de la calle muy transitada. Lucía muy sexy llamando a un taxi, destacando
su cadera mientras agitaba el brazo. El taxi se detuvo como un tren a toda
velocidad antes de presionar los frenos y nos subimos.
—¿Nos está siguiendo? —preguntó Cassie con suavidad.
Miré hacia atrás. —Nop. Creo que sabe que lo golpearé —dije con 161
una risa, y ella me besó la mejilla.
Cuando el taxista se detuvo frente a un edificio de apartamentos de
oro adornado con un chico uniformado de pie fuera de la puerta giratoria,
sonreí, y mi nivel de comodidad comenzó a aumentar.
De esto es de lo que estoy hablando.
Ayudé a Cass a salir del taxi, y caminamos hacia la puerta.
—¿Puedo ayudarle? —preguntó el portero.
Bien. Él te pregunta qué haces aquí antes de que entres, eso me
gusta.
—Tenemos una cita con Ruth.
—Que tenga un buen día. —Asintió, permitiéndonos entrar.
Una mujer de mediana edad nos saludó al momento en que
entramos. Su voz era tan ronca que sonaba como si ella fumara veinte
cajetillas al día. —Soy Ruth. Ustedes deben ser Jack y Cassie. Un placer
conocerlos. Resulta que tenemos un apartamento vacante de dos
dormitorios en el vigésimo tercer piso que quiero mostrarles. ¿Están listos?
Me volví a Cassie. —¿Vigésimo tercer piso? Es mi número, nena. Esa
es una señal.
Los jugadores de béisbol son supersticiosos.
Cassie sonrió, siguiendo a Ruth dentro del ascensor que nos llevó al
vigésimo tercer piso en muy poco tiempo. Ruth nos condujo por el pasillo,
abrió la puerta y nos hizo un gesto para que entremos. —Voy a estar por
aquí, así ustedes pueden tomarse su tiempo para mirarlo todo.
Mierda.
Este lugar era asombroso. Sabía que Kitten ya estaba convencida
por la expresión de su cara.
—¿Nos podemos permitir esto? —susurró.
—Podemos. Fácilmente. No es tanto como piensas.
—Lo encuentro difícil de creer.
Me imaginaba el motivo. Cassie comenzó por las encimeras de
granito y electrodomésticos de acero inoxidable, y chilló cuando entró en
el baño principal. No sabía ni la mitad de la mierda de la que hablaba,
pero la sonrisa en su cara no tenía precio.
Sacaría un puto préstamo para vivir aquí si tuviera que hacerlo.
—Creo que aquí podemos meter diez apartamentos del tamaño del
tuyo —bromeé, antes de caminar hacia el balcón. La ciudad ajetreada
162
debajo y los edificios proporcionaban el paisaje perfecto. Seguro a Kitten
le encantaría fotografiar cosas desde aquí arriba.
—¿Un balcón? Cielo. Estoy en el cielo. —Su rostro se arrugó con
deleite.
—Quiero hacerte cosas malas en este balcón, Kitten.
—Escandaloso —dijo mientras rodaba los ojos.
—¿Te gusta? —le pregunté, tomándola por la cintura y atrayéndola
hacia mí. Antes de que pudiera responder, presioné mis labios contra los
suyos, sintiendo que su cuerpo se relajaba en mis brazos. Me aparté
lentamente, alargando el beso antes de terminar con un pico contra su
mejilla.
—Es magnífico, Jack. Creo que podría vivir aquí para siempre.
—¿Incluso si es un poco más lejos de Central Park de lo que querías?
—le pregunté sólo para estar seguro, sabiendo cuál sería su respuesta.
—Es perfecto. Y el parque no está tan lejos.
—Entonces lo voy a comprar.
—Ni siquiera viste el dormitorio principal. Ni el cuarto de huéspedes.
¿Aunque sea miraste los alrededores? —Se pasó los dedos por el pelo.
—No lo necesito. Si te gusta, es todo lo que importa. —Entré y grité
hacia la puerta principal abierta—. Ruth. —Se asomó por el marco de la
puerta y sonrió—. Lo queremos. ¿Qué tenemos que hacer?
163
16
Ser atrapados
Traducido por Majo ♥
Corregido por Victoria
Cassie 164
Jack persuadió a Ruth para que nos dejara mudarnos lo más pronto
posible, diciendo que quería saber que yo estaría a salvo mientras él se
encontraba fuera durante once días. El movimiento mantiene mi cerebro
ocupado, así que en lugar de centrarme en el hecho de que Jack se
habrá ido por tanto tiempo, pensé en el embalaje. Eso evitaba mis
pequeños ataques de nervios con respecto a Jack y el engaño. No quería
preocuparme por eso, pero a veces no puedes evitar la manera en que te
sientes.
Pasamos la semana siguiente empacando las cosas de nuestro
pequeño apartamento y permanecí lejos del campo cuando Jack no era
el lanzador y así tener más tiempo para ordenar todo. Me di cuenta que
no me gustaba quedarme en casa cuando el equipo jugaba un partido
de local. Pensé que me sentiría diferente porque él no lanzaba, pero no
fue así. Quería estar donde él, ya sea que jugara o no.
Pero quedarme lejos del campo también significaba que no habías
fotos en línea de mí y ese pequeño respiro trajo de nuevo una sensación
de normalidad en mi vida que casi había olvidado. Es increíble lo rápido
que nos adaptamos a las cosas en nuestras vidas cuando creemos que no
tenemos una opción en el asunto.
Cerré la tapa de una caja, encintándola mientras Jack entraba por
la puerta principal. Sonreí, parándome de un salto para saludarlo. Envolví
los brazos alrededor de su cuello y acaricié su piel cálida. —Hola, bebé.
¿Cómo estuvo el juego?
—No me gusta cuando no estás allí —admitió, y una parte de mí se
derritió con sus palabras.
—A mí tampoco. —Cerré los ojos, respirando su olor.
—Y perdimos. —Su tono se volvió gruñón y molesto.
—Lo siento.
Se inclinó hacia abajo, dándome un beso rápido en la boca antes
de caminar hacia la cocina. —Tengo hambre, Kitten, y todo está
empaquetado. —Abrió y cerró nuestros armarios.
—Hay pasta en la nevera que hice para cenar. Sólo es necesario
calentarla.
Se volvió hacia el refrigerador y abrió la puerta. —Oh, toma —dijo,
metiendo la mano en su bolsillo trasero. Sacó un pedazo de papel doblado
y lo arrojó hacia mí.
—¿Qué es?
165
—Es el itinerario de viaje detallado para los próximos juegos.
—Oh. —Lo desdoblé—. ¿Es mi copia o necesito escribir todo esto en
alguna parte?
—Esa es toda tuya. Yo tengo la mía en mi casillero.
—Gracias. —Revisé el papel, buscando su hora de vuelo. Respiré con
alivio cuando leí seis de la tarde—. Me alegra tanto que tu vuelo no sea
hasta las seis.
—Lo sé. Sólo son unas dos horas y media a Miami desde aquí, así que
tuvimos suerte. —Esbozó una amplia sonrisa con hoyuelos antes de que el
microondas emitiera un pitido, señalando que su comida se hallaba lista.
Asentí y exploré la sala de estar vacía. —No pensé que podía verse
más pequeño aquí, pero en realidad se puede. Lo que no tiene sentido.
—Nuestra nueva casa se va a sentirse como un palacio para ti.
—Puede que nunca abandone nuestro cuarto de baño —bromeé y
él levantó una ceja—. Ni siquiera sabes de lo que hablo, porque no lo has
visto. ¡Sólo espera hasta que lo veas!
Comencé a sentirme muy emocionada. Nuestro nuevo apartamento
se veía increíble, y no podía esperar para comenzar a vivir allí. —Matteo
sabe que nos mudamos, ¿no? ¿Tú le dijiste?
Asintió antes de tragar un bocado de comida. —Sí, le dije. Él sabe
exactamente donde es.
Empecé a repasar la lista de verificación en mi cabeza. Cambiar y
reactivar los servicios públicos, limpiar el viejo apartamento, reservar un
servicio de mudanzas, embalar las cosas de la casa, y actualizar la
dirección en línea y con la oficina de correos. —¿Kitten? —La voz de Jack
irrumpió en mi cerebro demasiado organizado.
—¿Hmm?
—¿Has oído una palabra de lo que dije?
Negué con la cabeza. —Lo siento. ¿Qué dijiste?
—Pregunté si pensabas venir en alguno de los partidos de visitante.
—Iba a preguntarte si podía ir a la eliminatoria de Chicago. —Me
tumbé en el sofá.
—¿Preguntarme? Kitten, si quieres puedes venir a cada jodido juego.
No tienes que preguntarme.
—Bueno, nunca he estado en Chicago. —Sonreí, imaginando a
Cloud Gate, la famosa escultura en forma de frijol de acero inoxidable
166
sobre la que la gente siempre habla. Quería fotografiar a ese frijol.
El sofá se hundió cuando Jack se sentó a mi lado. —Está bien, pero
escucha. Chicago es una ciudad muy grande y a veces no es segura.
Puesto que andarás sola, no creo que debas tomar el L alrededor de la
ciudad. Sólo toma un taxi.
—¿El L? —pregunté.
—Es el sistema de trenes de Chicago, que estoy seguro que está muy
bien, pero voy a perder los estribos pensando en que estés ahí sola.
—Tomo los trenes sola en Nueva York todo el tiempo. No puede ser
tan diferente.
—Probablemente no lo es, pero me sentiría mejor si tomas un taxi.
—Bueno. Voy a tomar un taxi —concordé antes de sentir que los
pequeños nervios hormigueaban arriba y abajo de mi espina dorsal.
Necesitaba acostumbrarme a viajar sola a lugares extraños. No sólo era
una parte de salir con Jack, sino también una parte de mi futura carrera.
Mis asignaciones de trabajo, garantizan ser casi siempre en un territorio
desconocido.
—No bromeo, Kitten. Y por mucho que te quiero allí, ahora me
vuelvo loco con la idea de que andes sola. —Juntó las cejas.
—No voy a estar sola. Estaré contigo.
Negó con la cabeza. —En realidad no. Voy a estar en el campo la
mayor parte del tiempo. No creo que haya un día en el que siquiera esté
para el almuerzo. Nos iremos antes de eso.
—Eso es horrible. —Ahora comprendía por qué las mujeres no iban a
los partidos como visitante.
Jack cuadró los hombros y me enfrentó. —Sé que es mucho tiempo
a solas. No tienes que venir.
—Quiero. Al menos debería ver lo que es, ¿verdad? Tal vez me guste
tener tiempo para explorar —ofrecí, sin saber si trataba de convencerlo a
él o a mí.
Permaneció la tensión en su rostro. —¿Tal vez deberíamos llevar a
Matteo así tú no estás sola?
Incliné la cabeza hacia atrás, sorprendida. —¡No! ¡No llevaremos a
Matteo! ¿Estás loco?
—Fue sólo una idea.
—Bueno, deja de pensar así. No quiero que Matteo venga conmigo
a todas partes. —Imaginé el disfrute que la prensa local tendría con eso. 167
Jack se estiró, tomando mi mano entre las suyas. —Me preocupó por
ti, eso es todo.
—Lo sé, pero en algún momento tienes que dejarme ser una chica
grande y cuidarme sola. Me encontraba perfectamente bien antes de que
vinieras aquí, ya sabes. —Su expresión cayó, y sabía que le hice daño—. No
quise decir eso. Sólo me refería a que antes no necesitaba una niñera.
—Tampoco eras acosada por la prensa o los aficionados.
—Eso es verdad —admití, y mi estómago revoloteó de sólo pensarlo.
—Sé qué piensas que estoy loco, Kitten, pero no puedo funcionar si
me preocupo por ti. —Bajó la cabeza, y una horrible sensación se apoderó
de mí. Odiaba ser la fuente de su dolor.
—No creo que estés loco, pero odio causarte tanto estrés.
Sus oscuros ojos se volvieron hacia mi cara. —No me causas estrés.
Yo me causo estrés porque no puedo relajarme cuando se trata de ti.
Porque te amo demasiado.
No sabía cómo responder. Jack me hacía plenamente consciente
de que yo era su prioridad número uno en la vida, y nunca experimenté
esa sensación. Lo miré fijamente, permitiendo que mis propios sentimientos
por él circulen por cada onza de mi cuerpo. Sintiéndome pesada con mis
propias emociones, anhelé aligerar el estado de ánimo.
—¿Importa a qué hora aterrice el viernes?
Llevó mi mano a sus labios y besó los nudillos. —Aunque reserves un
vuelo para llegar al mismo tiempo que yo, no estoy autorizado a viajar
contigo al hotel. Así que no te preocupes por tratar de coordinar tu vuelo
con el mío ni nada.
—Está bien. Entonces voy a volar después del trabajo.
—¿Así que puede que te pierdas el partido?
—No debería. Ahora tenemos los viernes de verano en la oficina por
lo que tenemos que salir temprano.
—¿Qué demonios son los viernes de verano? —se mofó.
Sonreí. —Toda esta jodida ciudad va a los Hamptons los fines de
semana en verano. Así que todo el mundo sale temprano el viernes, para
así poder conducir hasta allí.
—Cállate.
Me eché a reír. —No estoy bromeando.
—¿Podrías imaginarte si hiciéramos esa mierda en Los Ángeles? 168
¿Qué tendríamos, viernes de Malibú?
—¡Viernes de casa de playa! —grité.
Jack sonrió e inclinó la cabeza. —Eres tan adorable. Te amo tanto.
Sus palabras atravesaron mis pulmones como una flecha, haciendo
que me quede sin aliento. —Yo también te amo.
—¿A qué hora llega mañana el servicio de mudanza?
—A las ocho. —Miré a mi alrededor por última vez—. Tengo todo,
¿verdad?
Jack giró la cabeza en todas direcciones, escaneando nuestra
pequeñísima habitación. —Me parece que sí. Lo hiciste bien, Kitten.
—Gracias. —Mis mejillas se calentaron con el cumplido y su mano
acunó mi rostro.
—Deberíamos dejar este lugar de manera espectacular.
—¿Qué tienes en mente? —Me chupé el labio inferior.
—Creo que lo sabes. —Se levantó del sofá antes de deslizar las
manos por debajo de mi cuerpo y levantarme—. Creo que tengo dos
centavos en mi bolsillo. —Su lengua se deslizó por mis labios mientras me
llevaba a nuestra pequeña habitación una última vez.
***
Cassie
Jack y yo caímos en una cómoda rutina durante las siguientes seis 174
semanas. Matteo me acompañó a cada partido en casa y los abucheos
básicamente se detuvieron. Hasta que Jack obtuvo su primera derrota
para el equipo, eso es. Esa noche me vi obligada a escuchar un par de
cosas acerca de cómo “Jack apestaba” y cómo yo tenía que “ponerle la
cabeza en su lugar”. Los fanáticos incondicionales estaban rabiosos.
Cuando ganabas, te amaban con tanta fuerza que no podías hacer nada
mal. Pero el momento en que perdías, pasaban sobre ti en su camino
hacia la puerta.
Hablábamos por teléfono constantemente cuando se iba de viaje. Él
quería que viniera a tantos partidos como pudiera, pero no era tan
divertido como pensé. Pasaba la mayor parte de mi tiempo vagando sola
en una extraña ciudad o comiendo sola en restaurantes. Desde el exterior,
parecía tan glamoroso ser la novia de un jugador de Grandes Ligas, pero
es muy solitario. Por no mencionar el hecho de que ver a los otros
jugadores engañando constantemente a sus esposas me revuelve el
estómago.
Tuve pequeños ataques de inseguridad de vez en cuando, pero hice
todo lo posible para mantener mis temores bajo control. Jack también hizo
todo lo posible, manteniéndose en el teléfono conmigo hasta altas horas
de la noche, optando por el servicio de habitación en vez de salir con los
chicos, sin importar cuántos veces le dije que no.
El béisbol le obligaba a irse durante, literalmente, la mitad de cada
mes. El mayor número consecutivo de días que una vez estuvo en casa fue
siete.
Siete.
La confianza era algo difícil. A veces, parecía como una entidad
viva, una cosa respirante a la que le di forma, construí y conformé para
adaptarse a mis necesidades en ese momento. Y otras veces, se movía
como una emoción incontrolable que iba y venía como las mareas en el
océano. Un día estaría perfectamente bien y al siguiente sería una ruina,
convencida de que Jack no era mejor que sus compañeros de equipo.
Deseaba que nuestra relación fuera más fácil, pero éramos un
trabajo en progreso. La parte más difícil era estar bien con eso. Tenía una
elección cuando Jack regresaba. No tenía que dejarlo atravesar mi puerta
principal, pero quería. Necesitaba seguir adelante y creer que no me haría
daño otra vez. Mi corazón anhelaba aceptar sus acciones y dar un salto
de fe, pero mi cabeza se negaba a ceder.
Cabeza estúpida.
Que Jack estuviera fuera no significaba que los mensajes en línea 175
sobre nosotros se detuvieron. No lo hicieron. Y no importaba cuanto
trataba de convencerme de no leerlos, usualmente no podía resistirme. Mi
propia curiosidad me mataba. Leía las cosas escritas acerca de Jack o de
mí y juré que nunca las leería de nuevo, porque me causaban mucha
angustia. Se convirtió en un ciclo vicioso de autocrítica y tenía que trabajar
en mi fuerza de voluntad.
Y Melissa, Dios la bendiga, no siempre facilitaba las cosas. Estaba al
tanto de cada sitio que publicaba cosas de mí o Jack y aunque ella
demandaba no compartir todo conmigo, parecía que me alertaba de
una nueva publicación cada día. Me agotaba de simplemente escuchar
sobre eso.
Decidida a mantener la concentración en el trabajo y no en la
prensa, escudriñé el Internet en mi escritorio, buscando en fotografías viejas
y recortes de prensa sobre la investigación de otro fotógrafo. Una alerta de
correo electrónico de Matteo apareció en mi pantalla.
¿Quieres almorzar hoy? No tengo clientes y Jack sigue fuera de la
ciudad.
Casi respondí “sí”, pero me contuve. Disfrutaba de la compañía de
Matteo, y nos habíamos hecho muy buenos amigos, pero sabía lo que
pasaría. Alguien nos vería juntos y tomaría una foto. Esa imagen sería
bombardeada por todo el Internet en cuestión de minutos y estaría muy
probablemente impresa en el periódico al día siguiente con algún falso
encabezado e historia inventada de una “fuente anónima”.
Odiaba sentir que no podía ir a ninguna parte con nadie cuando
Jack se encontraba fuera de la ciudad, pero todo lo que tomó para
detenerme fue un encabezado que gritaba: “Mientras Jack está lejos,
Cassie va a jugar”. El encabezado se hallaba impreso sobre una imagen
de Matteo y yo riendo durante la cena, y dio lugar a una serie de
acusaciones de Internet, por no hablar de mi necesidad de tranquilizar a
Jack de que absolutamente nada sospechoso pasaba entre nosotros.
Eso fue una pesadilla que no tenía intención de repetir. Rápidamente
escribí una respuesta al correo electrónico de Matteo:
Esto trabajando en un proyecto. Lo siento. Nos vemos cuando Jack
llegue a casa.
Esperaba que mi última línea le deje claro que no iba a hacer planes
con él hasta que Jack regresara a la ciudad.
Seguí trabajando durante el almuerzo y para el momento en que
dejé la oficina, me moría de hambre.
176
Después de sudar sin parar en el viaje en tren a casa sin aire
acondicionado, decidí parar en una cafetería.
—Buenas noches, Cassie. ¿Quieres pedir algo para llevar? —
preguntó el hombre bajo. Yo sólo había estado aquí un puñado de veces,
pero Roman siempre me recordaba y me saludaba por mi nombre.
—En realidad, Roman, creo que voy a comer aquí esta noche. —
Sonreí mientras él apretaba sus manos con deleite.
—Sigue adelante y siéntate en cualquier lugar que quieras.
—Gracias. —Miré a las mesas vacías antes de elegir una en la
esquina cerca de la ventana. Roman apareció en mi mesa, con un té
helado en mano.
—¿Necesitas ver el menú? —preguntó.
—Creo que voy a pedir tu famoso sándwich East Side y papas fritas.
—Hecho, hermosa dama. —Sonrió y se extendió por toda su cara,
obligándome a devolverle la sonrisa.
Apoyé la espalda contra la silla de madera y observé a las personas
pasar rápidamente. Nueva York era una ciudad tan atareada todo el
tiempo. Día o noche, nieve o sol, la gente siempre andaba a las apuradas.
Mi teléfono vibró contra mi bolsillo de la cadera. Lo saqué y leí el
mensaje de texto de Melissa.
Top lindo.
¿Qué diablos?
Miré a mi alrededor ansiosamente, con el deseo repentino de que
ella estuviera aquí para una visita y simplemente se escondiera de mí.
Escribí una respuesta:
¿De qué hablas?
Estás de nuevo en ese sitio web Spotted, y dice: “La novia de Jack
Carter cenando sola cerca de su apartamento en Sutton Place”.
Inmediatamente, me sentí mareada.
Bromeas.
Antes de escribir algo más, mi teléfono sonó de nuevo. Melissa envió
una captura de pantalla de la página web a mi teléfono, completa con
una foto mía, mirando por la ventana como me encontraba actualmente.
Maldita sea.
Agarré mi bolso, dejando más que suficiente dinero sobre la mesa
para cubrir la cuenta y mirando alrededor en busca de Roman. —Roman, 177
¿puedo pedirlo para llevar? Tengo que llegar a casa. Ha surgido algo. Lo
siento.
—Claro, Cassie. No hay problema. Dile a Jack que le mando saludos.
—Transfirió mi comida del plato que llevaba a una caja antes de
entregármelo.
—Lo haré… Gracias. —Sonreí antes de salir corriendo por la puerta.
Miré por encima de mi hombro todo el camino de regreso a mi
apartamento. No podía llegar lo suficientemente rápido. Cada paso me
recordaba lo expuesta que se había vuelto mi vida. Desde detrás de mis
lentes de sol, eché un vistazo a la gente que pasaba, preguntándome si los
celulares que tenían actualmente estaban siendo utilizados para ayudar a
esparcir mi vida por las pantallas de computadoras en todo el país. Cada
turista con una cámara, parecía un posible cómplice en mi confusión
mental de medios.
Una vez dentro de la seguridad y protección de nuestro edificio de
apartamentos, me permití desplomarme.
—¿Está bien, señorita Andrews? —preguntó el portero y su gran
tupido bigote rebotaba mientras hablaba.
—Lo siento, Antonio. Estoy un poco afectada por todos los mensajes
y cosas en línea. No pueden entrar aquí, ¿verdad?
—No, señora. No pueden entrar aquí. —Enderezó la espalda—. No
voy a dejarlos.
—Gracias —murmuré, mirando fuera y agradecida de que nadie
estuviera parado embobado u observando. Insistiendo en que todos mis
pasos eran rastreados, me había vuelto paranoica. La prensa, los fans, las
fotos, nunca parecían detenerse. Había poco alivio. Un pequeño refugio.
Traté de fingir que no importaba, pero la constante presión me afectaba.
Partes de mí eran esparcidas a diario. ¿Por qué yo era interesante para el
consumo público? Ni siquiera era la celebridad en la relación.
Llamé a Melissa desde el ascensor tan pronto como las puertas se
cerraron.
—¿Estás bien? —respondió en vez de saludar.
—No, me estoy volviendo loca. ¿Cómo diablos toda la ciudad sabe
quién soy? Y lo más importante ¿por qué les importa?
—Porque eres la novia de Jack. Y ahora él es el lanzador número uno
para el equipo. Ya sabes cómo la gente se pone con cosas como esas.
Están obsesionados con la vida personal de las celebridades.
178
Exhalé, abriendo la puerta de mi apartamento y entrando. —Pero ni
siquiera puedo cenar sin que alguien lo publique en línea. Incluso tú sabes
que yo no soy tan interesante. —Traté de reír.
—Pero ellos no saben eso. Todo lo que ven es a la chica que tiene el
caliente e impresionante corazón de Jack Carter. No saben por lo que han
pasado.
—Pero se comportan como si lo supieran. —Me tumbe en el sofá—.
Publican todo tipo de mierda reclamando saber todo sobre nosotros.
Melissa se rió. —Sí, y las dos sabemos cuán correctas son esas
publicaciones. Son casi tan buenas como los que están en ese sitio web de
esposas calientes.
Mi corazón latió a un ritmo doble. —¿Qué sitio web de esposas
calientes?
—Mierda. —Hizo una pausa—. Lo siento, Cass. Es sólo un sitio web
estúpido.
—¿Qué hay en él? —pregunté, antes de sentarme para tomar mi
portátil de la mesa de café.
Ella vaciló y yo sabía que ocultaba algo. —Imágenes.
—¿Qué más? Dime —exigí.
—Nada. Son sólo imágenes en su mayoría, pero te califican.
—¿Cómo me califican?
—Basado en lo caliente que es una persona.
Escribí una descripción en el motor de búsqueda de cientos de sitios
web nombrados asquerosamente que aparecían. Añadí “deportista” en mi
búsqueda y bingo. Hice clic en el primer enlace enlistado y apareció mi
nombre, junto con cuatro fotografías recientes de mí. Había una
descripción que declaraba que Jack y yo nos conocimos en la
universidad, rompimos por un breve tiempo antes de volver a estar juntos
después de que fue trasladado. Un párrafo describía lo qué hice para
trabajar, pero no mencionaba dónde.
Gracias a Dios.
Una escala de calificación de uno a diez estrellas esperaba al final
de la publicación para ser votada.
Debajo el número de estrellas, la mía actualmente se posaba en seis,
y por cierto, era una sección de comentarios.
—Encontré el sitio web. —Respiré en el teléfono.
—Oh Dios. No. Cass. No lo hagas —suplicó a través del teléfono. 179
Hice clic en el enlace de comentario cuando mi estómago se
revolvió.
“He oído que engaña a Jack cada vez que él está fuera de la
ciudad con ese tipo Matteo. Tal vez alguien tiene que ayudar a Jack a
vengarse de ella. Soy voluntaria”.
“La vi besándose con ese chico que siempre está con ella en los
juegos. Hubiera tomado una foto, pero no tenía mi teléfono conmigo. La
próxima vez”.
“Mi amigo fue a la escuela con ella en California y dijo que era una
perra con todo el mundo allí y nadie la quería”.
“Pensé que se suponía que los jugadores de béisbol tienen novias
calientes. Dónde habrá encontrado a esta… es asquerosa. Y debería
ponerse a dieta”.
—¿Hola? ¿Cassie?
—Estoy aquí —inhalé.
—¿Tenemos que repasar uno por uno? Obviamente no engañas a
Jack cuando está lejos. No te besaste con tu chófer súper caliente, pero si
me dejas, yo lo haría totalmente. En la universidad no eras una perra con
quien no lo merecía y no eres gorda ni fea. Las que lo creen son todas las
chicas celosas que quieren lo que tienes.
Mis ojos se llenaron de lágrimas cuando le pregunté a mi mejor
amiga—: ¿Qué hago?
—Tienes que dejar de leerlo. Ahora —insistió e hice clic en la
pequeña X roja en la parte superior de la pantalla, cerrando la página—. Y
voy a dejar de decirte todo lo que todo el mundo está diciendo. Nada de
eso importa de todos modos y te está destrozando.
Asentí, sabiendo que ella no podía verme. —Tienes que ayudar.
Melissa tenía razón. Esas publicaciones y opiniones me destrozaban.
Trataba de que no me importara y ser más fuerte, pero era difícil cuando
eran constantemente empujados en tu cara. Y era aún más difícil cuando
las cosas publicadas eran mentiras evidentes.
—Lo haré. No más textos ni mensajes con imágenes, ¿bien? Lo
prometo. Te sentirás un millón de veces mejor una vez que dejes de leer las
cosas que están publicando.
—Puedo hacer eso —le dije, obviamente, tratando de convencernos
a ambas.
—Sé que es difícil mantenerse alejada, pero créeme, estarás mejor. 180
—Gracias, Meli. —Mi teléfono sonó y lo alejé de mi cara, mirando a
la pantalla—. Oye, tengo que irme. Jack está llamando por la otra línea.
—Está bien. Hablamos más tarde. ¡Te quiero! —gritó antes de colgar.
—Hola, bebé —contesté.
—Kitten. —Su voz ronroneó en mi oído—. Te extraño.
Solté un suspiro. —También te extraño. ¿Cómo fue el partido de hoy?
—Eh, perdimos. Batearon mejor que nosotros.
—Lo siento, bebé.
—Está bien. Voy a estar en casa pronto y tengo una sorpresa para ti
—bromeó a través del teléfono.
Sonreí, metiendo los pies debajo de una de las almohadas en el sofá.
—¿Qué tipo de sorpresa?
Se rió. —Me puse en contacto con mi amigo Jake. Vi que pronto
tenía un concierto en el Madison Square Garden. Así que lo contacté por
algunas entradas.
—¿Jake quién? —pregunté, ya que nunca antes oí hablar de este
amigo en una banda.
—Jake Wethers —respondió.
—¿De The Mighty Storm? —Me atraganté antes de ponerme en
posición vertical.
Volvió a reír. —Sí, ¿has escuchado de la banda?
—Cállate, Jack. Todo el mundo ha oído de la banda. ¿Cómo diablos
conoces a Jake Wethers?
—Tenemos algunos amigos en común en Los Ángeles, y nos reunimos
un par de veces en los últimos años. Congeniamos y quedamos en
contacto. Vas a amarlo.
—Mierda, ya lo amo —dije—. No puedo creer que vayamos a un
concierto de Mighty Storm. ¡Y no puedo creer que conozcas a Jake,
maldita sea!
—¿Entonces lo hice bien? —preguntó, su voz era una mezcla de
dulzura y arrogancia.
—Mejor que bien. No puedo esperar a verte.
—Sólo recuerda que me amas a mí y no a Jake Wethers, ¿sí? Quiero
a Jake, pero voy a patearle el trasero si tengo que hacerlo.
—Ya es bastante difícil salir contigo. Lo último que necesito es salir
181
con una maldita estrella de rock —gemí
—Sí, y Jake no es fácil como yo —dijo y no me perdí la ironía.
—Oh, estoy segura. Porque salir contigo ha sido un verdadero paseo
por el parque —bromeé, mientras mis entrañas seguían revueltas por el
conocimiento de que Jack y Jake eran amigos.
—Voy a ir a comer algo, Kitten. Te amo. Te veo mañana.
—También te amo —le dije, antes de colgar el teléfono y colapsar en
el sofá.
***
Jack entró por la puerta principal con una amplia sonrisa en su rostro
y prácticamente lo derribé en mi emoción. —Dios, te extrañé —susurró en
mi cabello, enredando sus dedos en él.
Besé cada uno de sus hoyuelos antes de presionar mi boca en la
suya. —También te extrañé —dije, antes de deslizar mi lengua por su labio
inferior. Él sabía a canela caliente y chupé su labio inferior en mi boca,
mordisqueando suavemente.
Jack dejó caer la bolsa en el piso con un ruido sordo y me levantó
del suelo con un brazo. Nos llevó a nuestra habitación y me arrojó sobre
nuestra nueva cama. —Desnúdate —exigió con una ceja arqueada.
—Tú primero —jugué, mirándolo fijamente.
Con una sonrisa arrogante, se encogió de hombros y luego se quitó
su camiseta negra. Quería lamer cada centímetro de su bronceado pecho
y abdominales. Se desabrochó los pantalones cortos y removió el resto de
su ropa en un movimiento rápido. Tomé cada deliciosa onza de él, mis ojos
vagaban de pies a cabeza.
—Tu turno —dijo, sin moverse de donde se encontraba parado en el
extremo de la cama.
Levanté mi camiseta blanca antes de quitarme los pantalones cortos
y ropa interior. Entonces desabroché mi sujetador y lo dejé caer al lado de
la cama. Jack estaba encima de mí, lamiendo, mordisqueando y besando
mi cuerpo como un hombre hambriento de ello.
—Te necesito —susurró contra mi piel antes de lamerme el cuello.
No quería el juego previo, estuvo ausente durante tanto tiempo que 182
ansiaba su toque. Atraje su cuerpo, sufriendo por tenerlo dentro. No quería
esperar un segundo más sin tenerlo dentro de mí.
—Jack —exhalé, mientras besaba mis pechos y gemía contra ellos—.
Jack, entra. Te quiero. Ahora.
Su boca se movió hacia la mía, mientras su lengua entraba y salía de
mi boca apasionadamente. Él estaba febril y yo desesperada. —Dilo de
nuevo. Di que me deseas.
Me besó en la boca con más fuerza al mismo tiempo que su cuerpo
se movía sobre el mío. Traté de forzarlo a entrar en mi interior pero se
resistió. Mis dedos se clavaron en su espalda baja mientras intentaba
guiarlo. —Dilo.
—Te quiero, Jack. Te necesito.
—¿Dónde? —Sus manos me agarraban por todos lados—. ¿Dónde
me quieres?
—Dentro de mí. Te quiero dentro de mí ahora —suspiré y gemí al
unísono.
Con un impulso profundo, se empujó dentro de mí. Gemí, y el placer
se mezcló con el dolor. —Oh Dios. Estás tan profundo.
Se movía dentro y fuera, profundizando más con cada embestida
hasta que no pudo ir más allá. Envolví las piernas alrededor de su cintura,
llevándolo tan profundo como podía. —No voy a durar, Kitten.
Apreté mi agarre, empujando mis caderas contra las suyas más duro
y más rápido a medida que crecía dentro de mí. Moví mi cuerpo y Jack
nos dio la vuelta, así yo me encontraba arriba. Tomándolo más profundo
en esta posición, grité de placer. Bajé la vista hacia Jack, a sus ojos fijos en
los míos.
—Te sientes tan jodidamente bien —gimió.
Me incliné hacia delante, metiendo mi lengua en su boca mientras
movía mis caderas hacia arriba y abajo en un ritmo apresurado. La
sensación de tenerlo dentro de mí era diferente a cualquier otra cosa y yo
gemía mientras él presionaba contra el lugar correcto. Ráfagas de
sentimiento se dispararon a través de mi cuerpo mientras gritaba con el
placer que me dio. Moví mis caderas contra las suyas mientras gemía y sus
manos agarraron las mías con fuerza. Él vibró en mi interior mientras gemía
con respiraciones rasposas. Nuestros movimientos redujeron la velocidad y
él me jaló contra su pecho jadeante.
—Es bueno tenerte en casa —susurré contra su pecho.
Resopló. —Es bueno estar en casa.
—Te amo, Jack. —Amaba a Jack más de lo que nunca había 183
amado a nadie en mi vida, pero era difícil salir con él. Quería decirle sobre
todos los sitios de Internet y las cosas que publicaban, pero tenía suficiente
en lo que concentrarse durante la temporada. Así que metí mi infelicidad
en el fondo, pidiéndole a Dios que se quedara allí.
Corrió los dedos por mi cabello mientras se inclinaba para plantar un
beso en la cima de mi cabeza. —Te amo, Kitten.
18
No estoy hecha para esto
Traducido por Julieyrr & becky_abc2
Corregido por Tessa
Cassie
Pocas veces podía asistir a la tarde de juegos en casa de Jack a 184
causa del trabajo, así que seguía un juego en línea cuando mi celular sonó
con el tono de Melissa. Lo alcancé, silenciándolo inmediatamente. Le
contesté en voz baja—: ¿Qué pasa, chica?
—Sé que dijimos no más, pero tengo que decirte algo.
Mi pecho se apretó mientras contenía el aliento. —¿Qué?
—Chrystle vendió su historia a un tabloide.
Mi estómago cayó. —¿Qué historia, exactamente? —Me las arreglé
para preguntarle a pesar de mi estado de shock.
—Oh, esa en donde eres una puta rompe-hogares que le robó a su
marido después de perder a su bebé en un aborto involuntario.
Mi cabeza comenzó a latir mientras las paredes de la oficina daban
vueltas a mi alrededor. Agarré con fuerza el teléfono contra mi mejilla,
deseando que disminuyera la bilis en mi garganta.
—Cass, ¿estás ahí?
—Estoy aquí.
—Hay más.
—¿Más? —Me atraganté, preguntándome qué más podría haber.
—Hay fotos en línea de su boda. Y fotos de ti. Y el artículo está lleno
de mentiras. La gente está comiéndoselo, Cass. Creyendo cada palabra
de la historia de esa puta mentirosa. Los tabloides de mensajes en línea te
están arruinando, llamándote derribadora de hogares y el diablo. ¡Es una
locura!
Mi cuerpo empezó a temblar de furia. Odiaba a Chrystle por todo lo
que había hecho suceder entre Jack y yo. Y pensé que ella estaba fuera
de nuestras vidas para siempre. —¿Por qué no termina de irse?
—Porque es una puta hambrienta de dinero. Voy a matarla, joder.
Voy a asesinar a la perra.
Logré una sonrisa a través de mis lágrimas llenas de rabia. —Yo
primero.
—Cassie, ¿puedo verte por favor? —gritó Nora, al otro lado del piso
de la oficina bulliciosa.
—Meli, tengo que irme. Mi jefa me está llamando. —Tiré mi teléfono
en un cajón antes de que mis piernas nerviosas me guiaran a la oficina de
Nora. Sus paredes se hallaban cubiertas con varias portadas de revistas de
los últimos años y fotos de Nora con celebridades y políticos locales.
—Cierra la puerta y siéntate —dijo, sin levantar la vista cuando entré.
Hice lo que me pidió, temblando mientras me desplomaba en la silla de 185
cuero blanco mullido—. Háblame de este artículo que acaba de salir.
—¿Qué quieres saber? —pregunté, mis ojos saltando al instante.
Se inclinó hacia delante sobre sus codos y me miró directamente. —
¿Cuánto de ello es verdad?
—Me acabo de enterar sobre eso, así que no estoy muy segura de lo
que dice.
—¿Jack estaba casado con otra persona?
Asentí. —Sí.
—Y ella quedó embarazada. —Me di cuenta de que asumió que
esas partes de la historia eran correctas.
—No. Ella le mintió. Le dijo que estaba embarazada pero nunca lo
estuvo. Al minuto en que Jack se enteró, la dejó.
—Así que, ¿no la dejó por ti?
—Primero estuvo conmigo. —De repente quería defender lo que
Jack y yo teníamos en el pasado, antes de que llegara Chrystle y lo jodiera
todo—. Estábamos juntos cuando la conoció.
—Así que, ¿te engañó? —preguntó con total naturalidad.
—Sí.
—¿Sabía ella de ti? —Nora me miró y sentí que una idea se formaba
en su cerebro.
—Sí, sabía. No le importó. Dijo que siempre quiso un marido jugador
de béisbol, así que eso es lo que obtuvo. —La ira y la vergüenza chocaron
dentro de mí mientras luchaba por mantener mis emociones equilibradas.
—¿Quieres hacer frente a este artículo públicamente? Podríamos
hacer una declaración en tu nombre, disputando todas las alegaciones y
acusaciones de esta mujer. —Nora cruzó las manos y apoyó la barbilla en
la parte superior—. O podríamos hacer circular un artículo de Jack y tú.
Ni siquiera pensé en defenderme. En los últimos meses, aprendí a
guardar silencio cuando se trataba de todas las cosas que la gente
escribía sobre mí. Me dije que defenderme terminaría haciéndome quedar
mal, que nunca lo entendería. Pero tenía que estar de acuerdo con eso,
porque no sabía que otra cosa hacer.
—Si te defiendes, te atacarán con más fuerza —me advirtió una vez
la madre de Melissa—. No les des más munición. La gente como esa ama
conseguir una reacción de ti. Así que cuando no consiguen lo que quieren,
con el tiempo se van. —Pero no se iban. 186
—¿Crees que eso es lo que debería hacer? —le pregunté a Nora—.
¿Hacer una declaración? ¿No va a empeorar las cosas?
Su ceño se frunció. —Es posible. Déjame pensar en esto durante un
par de días.
—Está bien.
—Me preocupo por ti. No sé como aguantas toda esta mierda. Estar
con este chico seguro tienes sus caídas, ¿no? Espero que valga la pena.
Mis pulmones se contrajeron como si todo el aire hubiera sido
succionado de la habitación. Quería ahogarme, pero no podía. Luché por
mantener la compostura mientras las lágrimas se derramaban. Y así como
así, me quebré. No podía soportarlo más. La mala prensa, el acoso
constante, los sitios en línea juzgándome cada día. Se había convertido en
demasiado peso para transportar.
—Oh, cariño. —Nora se apartó de su escritorio y se acercó a mí—. Lo
siento. Lo que quería decir era que es demasiado para soportar.
—Lo sé. No es lo que dijiste, es cómo me siento —traté de explicar a
través de mis sollozos.
—¿Por qué no te tomas unos días de descanso? Ve a despejar tu
cabeza. Demonios, tómate unas vacaciones o algo así. Sal de la ciudad
por un tiempo.
Me limpié los ojos y sollocé. —Tal vez me vaya a casa. ¿Segura que
está bien?
—Por supuesto. Vamos a elaborar una estrategia cuando regreses. —
Me apretó el hombro antes de regresar a su silla.
—Gracias, Nora. —Forcé una sonrisa antes de salir de su oficina.
Recogí mis cosas, escribí una rápida notificación de ausencia para mi
correo electrónico y apagué mi ordenador. Me detuve en la tienda del
vestíbulo, agarrando una copia del diario sensacionalista mientras me
temblaban las piernas. La foto de la boda de Jack con Chrystle me causó
puñaladas agudas de dolor mientras la miraba.
Avergonzada, me metí el periódico bajo el brazo y salí a la calle. No
podía tomar el metro hasta la casa, nunca terminaría de rodear a toda
esta gente, así que llamé a la única persona que se me ocurrió mientras
regresaba al vestíbulo.
—Matteo, ¿puedes venir a mi trabajo y llevarme a casa? —Mi voz
temblaba mientras prácticamente le rogaba.
—Por supuesto. ¿Estás bien, Cassie?
187
—Sí. Sólo necesito un viaje a casa, por favor. —Se dio cuenta que yo
mentía pero no insistió en el asunto.
—Voy a estar allí en diez minutos.
Matteo llegó justo a tiempo y salí por las puertas del vestíbulo hacia
el coche. Él salió corriendo del asiento del conductor, y la preocupación se
hallaba escrita por toda su cara. Me tomó de la mano, abriendo la puerta
para mí y cerrándola con suavidad. Una vez dentro, me doblé y esperé por
la inquisición que nunca llegó. Si él tenía un millón de preguntas, no hizo
ninguna.
Detuvo el coche frente a mi edificio mientras lo rodearon hordas de
camarógrafos. —Oh, Dios mío —dije, el shock claramente escrito por toda
mi cara.
—Cassie, ¿qué está pasando? —preguntó Matteo.
La prensa se dio cuenta de que me encontraba en el coche y se
tardó menos de dos segundos para que pulularan al lado de mi asiento, y
las cámaras tomaban fotos sin parar, prácticamente cegándome, incluso
en la luz del día. —Yo me encargo —dijo Matteo, antes de salir del coche.
Le oí exigir que se movieran cuando abrió mi puerta y me ayudó a salir.
Bajé la cabeza, negándome a hacer contacto visual con nadie.
Los reporteros gritaban preguntas mientras Matteo envolvía un brazo
protector a mi alrededor y se abría paso entre la multitud.
—¿Sabías que estaba embarazada?
—¿Jack la dejó por ti?
—¿Tenías una aventura con Jack cuando todavía era casado?
—¿Crees que el estrés la hizo perder al bebé?
—¡Déjenla en paz! —gritó él, tratando de meterme en mi edificio.
Una vez dentro del edificio, el portero bloqueó los reporteros mientras
Matteo me protegía de la vista y apretaba el botón del ascensor. Se
quedó a mi lado hasta que se abrió. —Gracias —dije, con ojos llorosos.
—¿Vas a estar bien? ¿Segura que quieres estar sola en este
momento? —Sostuvo la puerta del ascensor abierta con su mano.
—Irás a buscar pronto a Jack, ¿no? Estaré bien hasta que llegue a
casa. Pero puede que necesite que me lleves a algún lugar más adelante.
En ese caso, te llamaré —dije, sabiendo que era críptica.
—Puedes contar conmigo para cualquier cosa que necesites —me
tranquilizó.
—Gracias de nuevo. —Tragué saliva antes de permitir que las puertas 188
se cerraran y bloquearan todo excepto mi propio reflejo de la vista.
En la seguridad de nuestro apartamento, me desplomé en la cama,
llevando las rodillas a mi pecho. Dejé que mis lágrimas se derramaran sobre
mi almohada. No podía creer que esto estuviera ocurriendo de nuevo.
Nunca había experimentado a alguien tan vengativo y cruel, y todavía ni
siquiera había leído el maldito artículo.
Recordé de nuevo estar en Fullton, cuando empezaron a llegar
informes sobre el casamiento de Jack y cómo fui retratada como la mujer
que dejó atrás. Pensé que nunca volvería a experimentar tal dolor y
humillación, pero esto era mucho peor. Ahora que él jugaba en las
Grandes Ligas, se amplificaba todo. Nuestras vidas eran más que otra
historia local; eran las noticias nacionales. Y esta historia de Chrystle llamó
la atención de todos.
Mi estómago se retorcía y giraba mientras trataba de bloquear todo,
pero no pude. Mi celular sonó, haciendo que saltara al mirar el número
que parpadeaba en la pantalla. No lo reconocí, pero respondí de todos
modos. —¿Hola?
—¿Es Cassie Andrews? —preguntó una voz masculina desde el otro
extremo de la línea.
Dudé. —Sí.
—Quería hacerle unas preguntas sobre el artículo de hoy para
nuestro sitio web, ¿está bien?
—No, no está bien. ¿Cómo conseguiste este número? No vuelvas a
llamar.
Horrorizada, terminé la llamada tan pronto como pude. Supongo
que debería haberme sorprendido que les tomara tanto tiempo
localizarme, pero me volvía completamente loca. No quería que la prensa
tuviera mi número de teléfono. Odiaba bastante que supieran dónde
vivíamos.
Cerré los ojos después de poner mi teléfono en silencio, cayendo en
la comodidad del sueño. Me despertó el sonido de un portazo.
—¿Cass? ¿Cassie? ¿Dónde estás? —La voz de Jack sonaba frenética
mientras el sonido de sus pasos golpeaba contra el piso de madera. Me
quedé en silencio, sabiendo que eventualmente me encontraría aquí—.
Kitten. ¿Estás bien? —Se acurrucó a mi lado en la cama, sosteniendo mi
cuerpo temblaroso en sus brazos. Todo lo que quería hacer era correr.
Literalmente—. Háblame, Cass.
—¿Todavía están abajo? ¿La prensa? —Evité mirarlo.
—Sí. Son unos jodidos buitres.
189
Salí de la cama y me dirigí a la cocina. Abrí el armario y saqué un
vaso, lo llené de agua y me la tragué toda. —¿Cómo te enteraste sobre el
artículo?
—El equipo publicista lo vio y me alertó. Están llevando a cabo una
declaración oficial en mi nombre.
—¿Cuál es tu estado? —pregunté, colocando el vaso en la encimera
de granito fría.
—No lo sé. —Se encogió.
—¿A qué te refieres con que no lo sabes? —Empecé a sentirme
enojada, mientras el calor subía por mi vientre.
—El equipo hace una declaración, y estoy obligado a estar de
acuerdo con eso —dijo, tratando de hacerme sentir mejor, pero fallando
miserablemente.
—¿Qué pasa si no estás de acuerdo con eso? ¿Y si es una estúpida
declaración horrible? ¿Se supone que sólo sonrías y asientas?
—Es lo que pasa, Kitten. Sacan un comunicado que es lo mejor para
el equipo y se supone que tengo que estar de acuerdo con él. No tengo
nada que decir.
Le di la espalda, irrumpiendo en nuestro dormitorio. —¡Eso es
jodidamente ridículo! ¡Estamos hablando de tu vida! Y mi vida. Esas son
mentiras terribles sobre tú y yo. No podemos sentarnos aquí y estar de
acuerdo con una declaración que tú ni siquiera hiciste.
Siguió justo detrás de mí. —¿Qué quieres hacer? ¿Hacer nuestra
propia declaración?
Agarré mis zapatillas de correr del armario. —Tengo que largarme de
aquí. —El calor se extendió rápidamente a través de todo mi cuerpo
cuando mi temperamento estalló fuera de control.
—¿Qué estás haciendo? ¿A dónde vas?
—Tú no eres el único que tiene un temperamento, Jack. ¡Nada más
porque no voy por ahí poniendo el puño en la cara de la gente no quiere
decir que no me moleste, mierda!
—Huir no es mostrar que tienes un temperamento. Esto demuestra
que tú tienes… —hizo una pausa—, piernas.
Até los cordones de mis zapatos de gimnasia. —Déjame en paz.
—¿Ves? Piernas para huir en vez de quedarte aquí y hablarlo —gritó,
con voz frustrada.
—No puedo pensar con claridad cuando estoy cerca de ti. Necesito
190
estar lejos de ti. —Sus ojos. Su rostro. Todo me distraía de mis pensamientos
internos.
Cerré la puerta y bajé las escaleras a nuestro gimnasio, agradecida
de que estuviera vacío. Encendí una caminadora antes de conectar mi
iPod. La música de Imagine Dragons llegó a mis oídos mientras empezaba
a correr más y más rápido, y toda la frustración de los últimos meses salía a
raudales en las gotas de sudor de mi frente. Deseando poder pisotear
todas las entradas de blog, artículos periodísticos, crónicas de sociedad,
discusiones en los foros y a Chrytle de mi memoria con cada paso, golpeé
mis pies contra la superficie en movimiento.
Después de una hora de correr en adrenalina pura, nada cambió.
No me sentía mejor, aliviada o calmada. Las mismas presiones y el dolor se
mantuvieron. Me di cuenta de que esto era algo que ya no podía ignorar.
No era feliz.
Los últimos cuatro meses habían ayudado a disolver mi fuerza en la
duda y la miseria. Estar con Jack significaba aceptar todas las cosas que
vienen con él y las odiaba. La cabeza me latía con fuerza mientras
caminaba de regreso a nuestro apartamento. Ignorando a Jack, caminé
junto a él y hacia la ducha. Trató de seguirme, pero cerré la puerta. Me
tomé mi tiempo, esperando que el agua caliente lavara mis dudas, pero
nada ayudó. Después, sequé mi cabello con una toalla antes de salir con
otra envuelta alrededor de mi cuerpo.
Jack se sentó en la cama, observando todos mis movimientos
mientras me cambiaba a un par de pantalones vaqueros y una camiseta
sin mangas.
—No pedí esto, Jack —espeté con los ojos cerrados, deseando que
las fotografías en línea y el artículo sensacionalista desaparecieran de mi
mente.
—¿No pediste qué? —preguntó con cautela, inclinando la cabeza
hacia un lado.
Suspiré. —No pedí esta vida. Esta invasión constante de mi
privacidad… este escrutinio. Este juicio. Que la gente diga y escriba lo que
quieran de mí y que simplemente tenga que sentarme aquí y aceptarlo.
No puedo soportarlo más.
Las lágrimas comenzaron a caer y no me molesté en detenerlas. —
¿Sabías que fotos mías están plasmadas en sitios web donde la gente vota
si creen o no si soy lo suficientemente caliente para ti? —grité, a través de
mi frustración. Lógicamente sabía que no era culpa de Jack, pero mi
vergüenza anuló toda mi lógica en ese momento—. ¿Sabes lo horrible que
se siente que un montón de jodidos extraños juzguen mi apariencia? Dios 191
no quiera que en realidad sea una buena persona que ama a su novio,
trabaja duro y trata bien a la gente. Pero eso no cuenta. ¡Nada de eso
importa! —Tiré mis manos, sacudiendo la cabeza—. Todo se trata de lo que
me pongo y como luce mi cabello y la cantidad de peso que necesito
perder. ¿Por qué la gente piensa que está bien destrozar la manera en que
luzco? ¿Sabías que hay todo un tema en el sitio web de béisbol dedicado
a odiarme? No les gusto, me odian. ¿Qué diablos le hice a alguien?
—¿Qué? ¿Por qué nunca me dijiste? —preguntó—. ¡Voy a buscar a
administración y conseguiré que eliminen esa mierda ahora mismo! No voy
a dejar que haya ningún tema sobre ti en un sitio web de béisbol. A menos
que sea bueno. —Forzó una pequeña sonrisa, apenas mostrando sus
hoyuelos.
—Me dijeron de todo. Puta, zorra, cazafortunas, fea, gorda, perra,
vagabunda… y no puedo aceptarlo, joder. No sé cómo alguien puede
hacerlo.
—¿Qué dices, Kitten? —Dio dos pasos hacia mí y yo instintivamente
di un paso atrás.
—No sé lo que estoy diciendo. —Mi corazón golpeó contra mi pecho
mientras negaba la verdad. Sabía exactamente lo que decía… lo único es
que al parecer no podía formar las palabras reales.
Él empezó a pasearse nerviosamente. Con toda sinceridad, incluso
mis nervios me abrumaron en ese momento. —No hagas nada estúpido,
Cass. Sabes que no somos buenos el uno sin el otro.
Asentí mientras escaparon más lágrimas. —Tampoco estoy segura de
que seamos algo bueno junto al otro.
—No lo dices en serio. Sólo estás molesta. —La voz de Jack tembló
mientras metía las manos en los bolsillos delanteros. Cuando no respondí, él
rogó—: ¡No hagas esto! ¡No te atrevas a renunciar a nosotros!
—Siento como si me estuviera perdiendo. —Me di la vuelta, incapaz
de soportar su mirada—. Estar en esta relación contigo me está jodiendo
completamente —admití mientras las lágrimas caían por mis mejillas sin
piedad. La culpa me atravesó mientas las palabras salían de mi boca.
Nunca tuve la intención de admitirle todo esto durante la temporada de
béisbol. Quería ser lo suficientemente fuerte para poder con esto, para
hablar con él cuando la temporada terminara pero no podía soportarlo
más. Mis entrañas se habían apretado tan fuerte que temía que fueran a
explotar. El artículo acusatorio de Chrystle fue la última gota.
Jack se acercó a mí y apoyó las manos sobre mis hombros mientras 192
me daba la vuelta hacia él. —No tienes que renunciar —dijo, tratando de
alcanzar mi barbilla con sus manos temblorosas—. No tienes que alejarte
de esto.
Quería vomitar. Mis sentimientos se contorsionaban en mi interior y el
conflicto irradiaba una vez más. Una parte de mí quería salir corriendo tan
rápido como pudiera de todo lo que era Jack Carter, mientras que el resto
de mí quería envolverme en sus brazos y nunca soltarlo.
—Tengo que descubrir cómo estar contigo y mantener mi cordura.
Me siento como una lunática. Como si no tuviera el control absoluto de mi
vida. No puedo seguir viviendo así. —Lloré hasta que se nubló mi visión.
Me guió al sillón, llevándome hacia abajo con él mientras yo lloraba
en su pecho. ¿Cómo había llegado a estar tan confundida y retorcida?
Sabía que amaba a Jack, pero no estaba segura si podía estar así con él
por más tiempo. Me aparté de su agarre, limpiándome los ojos con el dorso
de mi mano, mientras él regresaba a mi vista, tan guapo como siempre.
Puso la mano en mi mejilla, y la humedad se filtraba de sus oscuros
ojos. —No quiero estar aquí sin ti, podemos arreglar esto. Pero no podremos
arreglarlo si tú te vas. No puedo hacer funcionar esto solo.
—Necesito encontrar algún tipo de equilibrio entre tu trabajo y el mío
y toda la presión que viene con ellos… —me detuve mientras trataba de
ordenar mis ideas—. Es demasiado, necesito mantener la compostura. Me
estoy cayendo a pedazos.
Apoyó la cabeza entre sus manos y tironeó su cabello oscuro con los
dedos. Vi como su pecho subía y bajaba, y sacudió la cabeza antes de
voltearse para mirarme. —Bien —comenzó con una respiración
entrecortada—, entonces mantén la compostura pero no me abandones,
maldición, después de todo lo que hemos pasado, no dejes que esto nos
rompa, por favor.
Las lágrimas cayeron por mis mejillas ante sus palabras. Amaba a
Jack, pero esto se trataba de mí. Amar a Jack ponía mi autoestima en
riesgo. Una chica podía soportar una cierta cantidad de críticas y golpes
hasta que su autoestima comenzaba a caer en picada y eso no era
saludable para ninguno de los dos.
—Me voy a tomar algunos días de descanso del trabajo y me iré a
quedar con Melissa. —Las palabras salieron de mis labios sin esfuerzo. Ni
siquiera le avisé a ella pero sabía que me recibiría.
Bajó la cabeza y la mirada de derrota reemplazó toda esperanza
que haya tenido. —De acuerdo Kitten, ve.
Asentí, buscando el celular y marcando el número de Matteo. —Hola
Matteo, es Cassie ¿podrías llevarme lo más pronto posible al aeropuerto 193
JFK o estás muy ocupado?
Me pidió que lo esperara un momento mientras reorganizaba su
agenda con otro conductor. Esperé, evitando todo contacto visual con
Jack. Matteo regresó a la línea informándome que me recogería en veinte
minutos y que me llamaría cuando estuviera abajo. Le agradecí antes de
que terminara la llamada y encendiera el timbre del celular.
Lo quisiera o no, era hora de hacer las maletas.
Sentí que Jack me miraba desde la puerta de la habitación que
compartíamos mientras yo arrojaba ropa a mi maleta abierta. A propósito,
me obligué a no mirarlo. Él podría tomar las piezas rotas de mí y romperlas
incluso más. Si lo miraba, me cuestionaría todo, podía hacer que me
quedara y yo necesitaba desesperadamente irme. Después de agregar
dos pares más de zapatos, cerré la maleta y la levanté de la cama.
—Déjame ayudarte —ofreció detrás de mí, y sentí su aliento en mi
espalda.
—Está bien, yo puedo —dije con fuerza, negándome a mirarlo.
—¿Cuánto tiempo estarás fuera? —preguntó y su tono era desolado.
Me encogí de hombros, insegura de mi plan actual. —No lo sé,
algunos días, una semana tal vez. Te mandaré un mensaje —dije con una
mirada en su dirección.
La cara de Jack se volvió hosca cuando el color desapareció al
instante de sus mejillas. Estiró la mano hacia mí y sus dedos apretaron mi
muñeca, deteniendo cualquier movimiento para avanzar. —Vas a volver,
Kitten, ¿cierto? —Una mirada de impotencia cubrió su rostro.
Mi estómago cayó a mis pies con su pregunta. Tomé unas cuantas
respiraciones cortas antes de responder—: Sí, Jack, regresaré.
No era una mentira, pero la verdad era casi igual de dolorosa. Por
supuesto que iba a regresar, pero no estaba segura a qué regresaría. —
Tengo un trabajo aquí.
Juntó las cejas, y sus ojos se llenaron de lágrimas cuando me soltó el
brazo. Mi teléfono sonó, rompiendo el momento de dolor y pesadez que
llenó la habitación. —Hola, Matteo. De acuerdo, estaré ahí. Tengo que
irme. —Me incliné hacia Jack y le di un beso suave en la mejilla antes de
darme la vuelta e irme.
Él me agarró la muñeca y me dio vuelta para verlo. —Ven aquí —dijo
con voz ronca, mientras atraía mi cuerpo al suyo sin esfuerzo. Antes de que
pudiera acomodar mis brazos, me rodeó con los suyos, estrechándome
contra su pecho. 194
Oh Dios mío, él está llorando.
—Te amo más que a nada. Necesitas saber eso antes de que te
vayas por esa puerta. —El calor de su aliento palpitó contra mi piel. Mis ojos
se encontraron con los suyos, y las lágrimas que rodaban por sus mejillas
hicieron que mi corazón se rompiera.
—Yo también te amo. —Mi disfunción actual no tenía nada que ver
con mis sentimientos por Jack. Lo amaba más de lo que creía posible, pero
a veces el amor no era suficiente y a fin de estar con él por siempre, tenía
que asegurarme que podía manejar cualquier cosa que viniera en mi
camino.
—Haré cualquier cosa para hacerte feliz, cualquier cosa, Kitten. Sólo
dime que tengo que hacer y lo haré. Dime qué quieres y te lo daré. Si
quieres presentar una demanda contra Chrystle, mañana comienzo el
papeleo. ¿Quieres que deje el béisbol? Dejaré de jugar.
Me dolía oír cómo su voz sonaba tan desesperada y tan necesitada.
—No quiero eso. —Me ahogué y mi corazón desbocado golpeteaba
dolorosamente y desgarradoramente—. En este momento, necesito algo
de espacio.
Apartó los brazos de mi cuerpo y al instante ansié su atención de
nuevo, pero me negué a ceder. —De acuerdo, espacio —susurró en
respuesta, sus mejillas lucían enrojecidas—. Pero no para siempre, no dejaré
que termines con lo nuestro. Sé que todo es mi culpa. Un maldito error que
nunca desaparece. Lo siento mucho por todo esto.
—Lo sé —susurré—, y yo también lo siento.
Jalé mi maleta por la puerta principal, dejando a Jack atrás.
***
Jack
Anoche, ver a Cassie huir por nuestra puerta casi me rompió en dos. 20
Sabía que tenía que dejarla ir, pero me mató jodidamente quedarme
quieto y mirar cómo sucedía. Esperaba que Melissa fuera capaz de 0
hacerla entrar en razón. A pesar de todo el tormento y el dolor que causé
en el pasado, sabía que ella seguía creyendo que Cassie y yo estábamos
destinados a estar juntos. Pensé que podría contar con eso.
Me convencí de que Cassie sólo necesitaba un poco de tiempo
lejos. Ella iba a ver todo con claridad en unos pocos días, y volvería a casa
conmigo. Sabía que estar en el ojo público podría ser insoportable a veces,
pero con suerte valdría la pena aguantarlo con el fin de estar juntos.
¿Verdad?
Sabía lo que quería. Y lo que quería era pasar el resto de mi vida con
Cassie. Siempre lo supe, pero tener que dejarla ir sólo constató el hecho de
que me negaba a vivir mi vida sin ella. Quería que ella supiera que iba muy
en con lo nuestro. Nada ni nadie se interpondría entre nosotros otra vez. No
conocía una mierda de joyas, pero todos los chicos sabían de Tiffany's. El
anillo que Chrystle usó en su pequeño dedo había sido lo último de su
abuela, de modo que todo esto de comprar un anillo era nuevo para mí. Y
no lo haría de ninguna otra manera.
Me moví rápidamente por las transitadas calles de Nueva York hacia
la tienda más cercana a seis o más manzanas. Eché mi gorra sobre mis ojos
y me puse las gafas de sol, esperando que nadie me reconociera y tratara
de detenerme para hacer fotos. A dos pasos de Tiffany's una voz gritó—:
¿Jack Carter? —Mis pies dejaron de moverse—. Oh, Dios mío, ¿Eres Jack
Carter?
Levanté la mirada para ver a una adolescente casi bailando en la
acera. —Hola. —Sonreí, sin querer que atrajera la atención a mí, o la tienda
en la que iba a entrar.
—¿Puedo hacerme una foto contigo? ¿Por favor? —Su voz tembló.
—Por supuesto. —Me incliné hacia ella mientras intentaba tomar una
foto de nosotros. Cogí el teléfono de sus manos temblorosas—. Yo me
encargo. —Extendí el brazo mientras apuntaba el móvil hacia nosotros
antes de pulsar el botón de su teléfono.
—Muchas gracias. Oh, Dios mío. No puedo esperar para mostrarle a
mi padre. Y a todas mis amigas. Creen que eres muy caliente —aventuró,
demasiado efusiva.
—¿Sólo tus amigas creen que soy caliente? —bromeé, con la
esperanza de aliviar los nervios de la adolescente.
Se echó a reír, y su rostro se convirtió en un tono brillante de color rojo
antes de irse, chillando—: Gracias nuevamente. Adiós. 201
Me di la vuelta, explorando la zona en busca de fotógrafos y pasé la
entrada de Tiffany's simplemente para estar seguro. Cuando nadie se
acercó a mí, me di la vuelta y caminé a toda prisa por la puerta giratoria.
Una vez dentro, quería vomitar. Hablando de cosas abrumadoras.
Escaparates de vidrio cubrían toda la longitud de la tienda. ¿Dónde
diablos se suponía que debía empezar?
—Hola, señor. ¿Puedo ayudarle en algo? —Una morena se paró
delante de mí con una sonrisa falsa.
—Um. —Me quedé helado—. Los anillos de compromiso.
Su sonrisa falsa se profundizó. —Por aquí.
Me hizo pasar a una multitud de personas que se cernían sobre algo
y me dirigió a un par de vitrinas. —Todos nuestros anillos de compromiso
están aquí. Voy a buscar a un especialista que le ayude.
—Gracias —fue todo lo que murmuré en respuesta.
Bajé la mirada. No era de extrañar que a las chicas les encante esta
mierda. Había diamantes de todos los tamaños y los colores brillaban
como las luces en el estadio de béisbol. Todo parecía tan elegante y
llamativo —ninguno era el estilo de Kitten. Continué mirando los llamativos
anillos cuando una voz rompió mi concentración.
—Buenas tardes. Mi nombre es Elizabeth. Sasha me dijo que buscaba
anillos de compromiso. ¿Tiene un estilo específico en mente?
Sí. De los que entran en el dedo y le haga decir que sí cuando le
proponga matrimonio.
—Um, no. No tengo idea de lo que estoy haciendo.
—¿Qué tal si empezamos por los precios? ¿Tiene una cierta cantidad
en mente para gastar? —Sonrió, cegándome con sus dientes demasiado
blancos.
—Eso no importa.
Su rostro se iluminó. En serio… Se. Jodidamente. Iluminó. Como si le
hubiera dicho que ganó la lotería.
—Estupendo. Entonces, ¿Hay alguna forma determinada en que le
guste a ella?
—Sinceramente —hice una pausa—, Elizabeth, ¿cierto? —asintió
con—, no tengo idea de qué tipo de forma le guste a ella. Simplemente
me gustaría tener un anillo que se ajuste a su personalidad.
—Bien. ¿Hay una forma que desee usted? Hay diamantes redondos,
corte cojín, corte princesa...
—No sé lo que significa nada de eso a excepción de redondo. ¿Por
202
qué no veo algunos, y te digo los que más me gustan?
—Por supuesto. Sígame.
Diablos, los vendedores son molestos.
Di vueltas en torno a las vitrinas en busca de un anillo que se viera
bien. Pasé de todos los llamados diamantes “de fantasía”, asumiendo que
Cassie probablemente odiaría un gran diamante rosa o amarillo en su
dedo.
Me detuve en una vitrina llena de piezas más ingeniosas. Parecían
más clásicos, incluso atemporal, y me gustó como se veían. Y en ese
momento, lo noté. Un diamante redondo bordeado por diamante más
pequeños. Una alianza rodeada de diamantes.
—Elizabeth, ¿puedo ver este anillo, por favor? —Levanté la mirada,
en busca de ella.
Sonrió de nuevo, apresurándose. —¿Cuál?
—El redondo de allí con todos los diamantes a su alrededor —dije,
señalándolo.
—Preciosa elección. Esta alianza viene con ya sea dos y medio, tres
o cuatro quilates en el centro.
—Me he perdido —admití.
—El tamaño del diamante. El centro de esta alianza puede
adaptarse a cualquiera de los tamaños que he mencionado.
Medité sus palabras, pero seguía sin tener idea de qué significaban.
—¿Puedo ver la diferencia de las tamaños? No tengo ni idea de lo grande
o pequeño que sea.
—Por supuesto, vamos a la parte de atrás.
Me llevó hacia una oficina privada en la parte trasera y trajo el anillo
que elegí con nosotros en una pequeña bolsa de papel blanco. —Por
favor, siéntese —me señaló una silla de cuero negro, y me senté.
Elizabeth desplegó un soporte de anillo de terciopelo negro y colocó
suavemente el anillo de diamantes en el interior antes de desplegar otro
soporte pequeño y volcó tres diamantes. Se las arregló sin problemas para
desenrollar el terciopelo con sus pinzas.
Me acomodé y los admiré. —Bien, creo que ella odiaría el de cuatro
quilates. Esa cosa es enorme y ocupará toda la mano. —Solté un largo
suspiro, con ganas de elegir el anillo y el tamaño correcto. Tiré de mi
camisa para aliviar la presión que me recorría—. ¿De qué tamaño te gusta
más con esa alianza? 203
—Sinceramente, creo que el de tres quilates es divino. Y la alianza en
sí es preciosa. Se complementan muy bien.
Asentí en acuerdo. —Creo que tienes razón. Vamos con el de tres
quilates.
—¡Maravilloso! —Sonrió—. Una pregunta más. ¿Quiere este diamante
en particular, o le gustaría que buscara uno mejor?
—¿Qué piensas tú?
—¿Honestamente? —Colocó un artefacto negro contra su ojo
mientras examinaba el diamante—. Creo que es un diamante hermoso. No
veo ninguna inclusión, rasguño ni marca.
—Así que no es un pedazo de mierda, ¿verdad?
Se rió incómodamente, claramente sorprendida por mi lenguaje. —
No, señor. Definitivamente no. No vendemos ninguna mierda en nuestra
tienda.
—Muy bien. Por lo tanto, me lo llevo.
20
Fuerza
Traducido por Vanessa Farrow
Corregido por Gabbita
Cassie
Le dije a Melissa que no quería hablar en el viaje de regreso desde el 20
Aeropuerto Internacional de Los Ángeles. Apoyé la cabeza contra la
ventana del pasajero de su coche y cerré los ojos parte del tiempo, y vi las 4
palmeras mientras pasaban. Cuando entré a nuestro viejo departamento,
el alivio filtró todo su peso en cada grieta de en mis huesos. La presión que
tuve que soportar al vivir en Nueva York se convirtió en una compañera tan
constante que dejé de ser consciente de la pesadumbre que se
abalanzaba sobre mí.
Miré por encima del hombro a Melissa, y respiré larga y
profundamente, llenando mis pulmones antes de prácticamente
derrumbarme sobre el sofá.
—¿Ya podemos hablar? —preguntó, lanzándome una botella de
agua de la nevera.
La miré fijamente, queriendo confesarle todo, pero sin saber por
dónde empezar. —Es un alivio estar lejos de todo y de todos. No tenía ni
idea de lo estresada que me encontraba hasta que salí de allí. ¿Sabes? —
Enterré la cabeza en mis manos.
—Tengo algo para ti. —Sonrió antes de desaparecer en su
habitación.
Mis ojos se estrecharon mientras me preguntaba lo que podría tener
para mí. Ni siquiera sabía que iba a volar hasta anoche. Ella volvió a
aparecer con una bolsita de malla roja en la mano y se sentó a mi lado.
—Iba a enviártelo por correo, pero ahora no tengo que hacerlo.
Ábrelo. —Sus brillantes ojos azules bailaban mientras me miraba.
Tiré de las cuerdas de raso y el contenido de la bolsita cayó en mi
mano. Apareció una cadena de bolitas de metal que sujetaba una llave
de plata vieja. Confundida, pero aun así agradándome la idea, miré a mi
mejor amiga. —Es genial. ¿Conseguiste una para ti también?
Rodó los ojos antes de agarrar la llave de mi mano abierta y darle la
vuelta. —Léela.
Inspeccioné las diminutas letras estampadas arriba, sosteniéndola
cerca de mis ojos. Decía: Fuerza. Sonreí, pasando mi cabeza por el espacio
abierto del collar sin desengancharlo. Vi la llave caer entre mis pechos y
me encantó que, de quererlo, sería capaz de ocultarla debajo de mi ropa.
—Esto es increíble. Gracias.
—Hay una historia que va con esto —comenzó y volví mi atención
hacia ella—. Entonces te compré esta palabra en particular porque creo
que con todo lo que pasa en tú vida en este momento, podría venirte bien
la Fuerza adicional. Pero llegará un día en que verás a alguien que
necesitará la llave y la palabra más que tú. Y cuando llegue ese día, tienes 205
que devolver el favor y darle tu collar.
Mi respiración se aceleró. —¿Entonces tengo que regalarlo? —le
pregunté, frotando el obsequio que no estaba dispuesta a regalar por el
momento.
—Sip. Esa es la idea detrás de estos collares. Que los regalemos en
algún momento. Cuando alguien necesite la palabra más que tú. —
Alcanzó la llave, tocándola brevemente antes de soltarla—. Pero en este
momento no. Ahora lo necesitas tú.
Inhalé profundamente antes de exhalar. —Es genial. Quiero decir,
todo esto. El collar. La palabra. El tener que regalarlo. Todo el concepto y
la idea. Me encanta. Muchas gracias. —Me incliné hacia ella y la apreté
tanto como pude sin levantarme.
—Sabía que te gustaría. Y de nada. Así que, vas a decirme ¿qué está
pasando? No volaste hasta aquí a última hora sin ninguna razón.
Mi sonrisa desapareció y mi labio inferior sobresalió en un puchero. —
Deja de tratar de psicoanalizarme.
—¡De ninguna manera! —Sacudió la cabeza—. Soy buena en eso.
Además, me gusta señalar todas tus partes rotas —añadió con una sonrisa.
—¿Para poder estar agradecida de que no eres tú?
—¡Perra! No. Para poder ayudarte a solucionarlo. —Me dio un
codazo—. ¿Qué dijo Jack sobre el artículo?
—No mucho, en verdad. Creo que sólo le preocupó.
—Todos estamos preocupados. —Puso la cabeza en mi hombro, y se
apoyó en él.
Hubo dos golpes rápidos en la puerta antes de que se abriera y
Dean irrumpiera dentro. —¿Le dijiste que me encontraba aquí? —le susurré
a Melissa.
—No —susurró en respuesta.
—Hermanita. ¿Qué pasa? —Dean prácticamente corrió hacia mí.
Me encantaba cuando me llamaba así, a pesar de que no era oficial.
—¿Cómo sabías que estaba aquí? —le pregunté, antes de que me
levantara del sofá en un abrazo de oso. Extrañaba a Dean y el verlo me
obligó a darme cuenta de cuánto.
—Jack me llamó, fuera de sí. Me dijo que viniera a verte y me
asegurara de que te encontrabas bien. Dijo que cree que rompiste con él.
¿Eso es cierto? —Su voz sonaba incrédula.
—¿Qué? ¿Qué hiciste? —preguntó Melissa sorprendida.
—No sé lo que hice. Sólo lo dejé y le dije que no sabía si podría seguir
206
con esto.
—¡Jesús, Cassie! ¿Estás tratando de matar al jodido chico? —Sacudió
la cabeza—. ¿Después de todo lo que han pasado?
—¿Por qué siempre todo se trata de Jack y de cómo lo afectan mis
decisiones? ¿Por qué nunca es sobre mí y todo lo que me hace esta
mierda? —Me rompí, derramando lágrimas mientras me recostaba en el
sofá.
Dean se dejó caer al otro lado, envolviendo los brazos alrededor de
mí. —No quiero que ustedes se separen.
—Por dentro, soy una maldita ruina. ¿No te das cuenta? —Lo miré
antes de apartar la mirada. Odiaba decepcionar a Dean—. El estúpido
artículo de Chrystle me empujó al límite. No puedo soportar otra foto mía
en la que escriben “la rompe hogares” o “la zorra roba hombres”. —Hundí
la cabeza en mis manos, apretando las palmas contra mis ojos.
—Sin embargo, ¿qué tiene que ver eso con Jack? Quiero decir, ¿de
verdad? —Melissa arrugó la frente.
—¡Todo tiene que ver con Jack! —grité, lanzando las manos al aire—.
Lidio con todo esto porque estoy saliendo con él. Me sigue sucediendo,
porque soy su novia.
—¿Así que si ustedes dos no estuvieran juntos, entonces nadie iba a
publicar cosas sobre ti? —preguntó.
Exhalé un suspiro irritado y ruidoso. —¡Obviamente! No les importaría
yo si no estuviera con él.
Melissa apoyó la mano en mi muslo. —Bueno. Definitivamente
deberías dejar que estos desconocidos dicten tu vida amorosa.
—No seas una idiota. —Entrecerré los ojos.
—No lo soy. Honestamente, no puedo creer que esté aquí sentada
escuchando esto. ¿Te alejarías de Jack sólo para detener algunos chismes
estúpidos?
Negué con la cabeza. —No sabes lo que se siente. Sé que parece
que no debería importarme, ni debería dejar que me afecte, pero la gente
lee esas cosas y las creen sin cuestionarlo. Todo el tiempo, en los juegos de
Jack, me gritan cosas horribles. Nueva York podría ser una gran ciudad,
pero se siente muy pequeña. Tengo que lidiar con todo lo que consiguen
publicar. Nadie más. Yo. —Señalé a mi pecho—. Y apesta.
Dean alcanzó mi hombro. —Cassie, dejar a Jack no es la respuesta.
Me encogí de hombros. —Todo el acoso se detendría.
—¿De verdad crees que estarías bien al no estar con él? —suplicó 207
Dean, con la voz cada vez más agitada.
—No lo sé, pero no estoy bien en este momento y estoy con él.
Melissa se aclaró la garganta. —Tú sabes que no eres una persona
real para ellos.
—¿Una persona real para quién?
—La gente que publica en esos sitios web, no te conocen. No saben
nada de ti. Es muy fácil para la gente hablar mierda de alguien que no
conocen. Especialmente cuando es alguien que creen que nunca verán
en la vida real.
Nunca fui del tipo de escribir cosas desagradables en línea acerca
de las personas que no conocía. ¿Leí sitios de chismes y vi programas sobre
las celebridades? Por supuesto que sí. Pero siempre recordé que había dos
lados en cada historia, y nunca confié en lo que se informaba. La madre
de Melissa nos inculcó eso desde una edad temprana. Gajes del oficio, lo
llamaba ella.
Inhalé, enjugándome una lágrima mientras Meli continuaba—: Tú lo
sabes. Sólo que nunca has estado en el extremo receptor. El año pasado
fue malo, pero no fue para nada como esto. Es horrible y doloroso, pero la
gente lo hace porque puede. Se esconden detrás de una pantalla de
computadora donde nadie más puede verlos. Ellos no son responsables de
sus palabras. Pueden escribirlas, pulsan enviar y se marchan.
—Pero leo esas palabras y se quedan conmigo. Cuando alguien
toma una foto de mí en el almuerzo comiendo una hamburguesa con una
leyenda que dice: “Tal vez debería dejar las hamburguesas...” —Miré mis
muslos antes de quedarme viendo la pared al frente.
—Lo sé. Hemos crecido aquí, rodeadas de rumores de celebridades
y paparazzi y toda la locura. Sabes que la gente disfruta de criticar a otras
personas. Se regodean viendo que te derrumbas —agregó Melissa con un
gruñido.
—Nunca he entendido eso. ¿Por qué a la gente le encanta ver a
otras personas heridas?
—No lo sé. ¿Porque la gente es mezquina, superficial y celosa?
¿Porque piensan que quieren lo que tienes y cuando esto no es tan
glamoroso, son felices de que todo no sea tan bueno como parece?
Dean suspiró y le dirigí mi mirada brillante. —Ya sabes, generalmente
son chicas.
—¿Qué, generalmente chicas? —replicó Melissa con su tono
defensivo.
208
—Las que leen esas revistas, ven esos espectáculos y publican en los
sitios web. A ustedes les encanta reprimir el entusiasmo de las otras chicas.
Asentí en acuerdo. —Es tan cierto. Tienes toda la razón.
—Bueno, eso nunca va a cambiar. —Melissa puso los ojos y exhaló
con fuerza—. Las chicas son perras competitivas.
—¿Pero por qué? ¿Por qué nos gusta eso? Quiero decir, si todas esas
personas que hablaron mierda sobre mí llegaran a conocerme, estoy
bastante segura de que les agradaría. —Miré entre ellos, anhelando
consuelo.
Melissa me agarró por los hombros. —¡Eso es lo que trato de decirte!
No te conocen. Y nunca lo harán. Eres una persona que ven en televisión o
en una revista, en línea o incluso en un partido. ¡No eres una persona que
tiene una cena en su casa el domingo por la noche!
—¿Estás diciendo que debería comenzar a planear cenas con
desconocidos? —Contuve una sonrisa.
—Perra. Estoy diciendo que estas personas apestan. Ellos apestan. No
tú. Y estás castigando a Jack por lo que te hacen estas personas.
—Tiene razón, hermanita —añadió Dean con una sonrisa—. La gente
siempre publicó cosas de Jack en Facebook, en línea y otras partes. En su
mayoría eran mentiras, pero él nunca lee nada de eso. Por lo tanto, nunca
le afectó.
—Traté de dejar de leer todo. Entonces salió esta cosa estúpida de
Chrystle. —Giré hacia Melissa—. De todos modos, ¿cómo puede decir
todas esas cosas? Son puras mentiras.
—No es como si fuera una revista de buena reputación. Es un
tabloide de mala calidad. Son una especie de conocidos por publicar
verdades a medias. —Inclinó la cabeza.
—¿Puedo demandarla por difamación o calumnia? Algo así... —
reflexioné en voz alta, antes de apoyar mis pies sobre la mesa de café.
—No valdría tu tiempo ni esfuerzo. En este tipo de casos, tienes que
probar que fuiste afectada por su historia. Que tu reputación fue
difamada, por ejemplo, con una pérdida de empleo o ingresos debido a
las cosas que dijo. —Se detuvo para tomar un trago de agua—. Lo mismo
con calumnia. Tienes que demostrar que sus declaraciones fueron hechas
maliciosamente para causar daño. Y tienes que probar el daño causado.
Dejé caer la cabeza en los almohadones del sofá. —Juro que ella
sabe todo esto antes de hacerlo. Es la misma mierda que le hizo a Jack
con la anulación, sabiendo que él tendría que demostrar que sus
afirmaciones eran falsas. 209
Dean hizo un sonido de disgusto. —Estoy convencido de que la perra
sabe exactamente lo que está haciendo.
Bostecé, tapándome la boca con la mano antes de restregarme los
ojos cansados. —Estoy muy cansada. Dean, ¿puedo ir mañana a ver a los
abuelos?
—Más te vale. Saben que estás aquí.
Todos nos pusimos de pie al mismo tiempo y abracé fuerte a Dean,
agradecida porque se detuvo a verme, antes de entrar en mi antigua
habitación. Miré a las paredes vacías; los recuerdos seguían existiendo
dentro de los límites de este espacio, a pesar de que los mementos no. La
puerta principal se cerró y Melissa golpeó suavemente antes de abrirla.
—¿Extrañas vivir aquí?
Sonreí. —Te extraño a ti.
—Obvio. —Su cara se arrugó con placer.
Me moví para sentarme en la cama y acaricié el espacio vacío a mi
lado. —Entonces, dime cuál es el trato raro entre ustedes dos. —Asentí en
dirección a la puerta por donde Dean acababa de salir. Se encogió de
hombros y me apoyé en ella—. Sé que te gusta. ¿Por qué lo torturas?
—¿Quién dice que me gusta?
—Lo noto. Lo que no puedo entender es por qué no se lo dises.
—No sé —admitió antes de cambiar el tema—. Pero yo sé que estás
desquitando tus frustraciones en la única persona que, literalmente, hace
algo por ti. Romper con Jack no te arreglará ni te hará mejor. Sólo te
romperá más. Y lo sabes. Así que deja de fingir que no.
—Lindo cambio de tema.
Saltó de la cama, dejándome con sus palabras antes de soplar un
beso en el aire y cerrar la puerta tras de sí. Mocosa. Odiaba lo bien que me
conocía.
***
213
21
El amor hace que valga la pena
vivir
Traducido por Diss Herzig & Gaz W. Finley
Corregido por Key
214
Cassie
Después de casi una hora de discutir, convencí a Melissa de llevarme
a la casa de los abuelos. Aún no sé por qué, pero ella quería mantener su
distancia de Dean, y reunirnos con ellos no era parte de su plan maestro.
—¿Podemos pasar muy rápido por la tienda así puedo recoger un
poco de vino?
—Síp. Yo también conseguiré un poco. Lo necesitaré —sugirió ella,
aparcando en el estacionamiento del supermercado.
Miré a mi alrededor por la forma en que todo parecía extenso y
espacioso. Nueva York era tan compacto. Olvidé lo diferente que era el sur
de California. Y extrañaba las palmeras. Mi corazón se estrujo cuando les
eché tomaba.
—¿Vienes? —pregunté a Meli antes de cerrar la puerta del coche.
—Ya voy, ya voy. —Escribió un mensaje de texto antes de lanzar su
teléfono en la guantera.
Después de tomar dos botellas de vino y un pequeño arreglo de
flores, nos dirigimos hacia la caja registradora. Fotos de la boda de Jack y
Chrystle aparecieron de repente en mi visión desde el tabloide apoyado
sobre una rejilla de alambre, burlándose de mí. —Melissa —traté de chillar,
pero me fallaron todos los sonidos.
—Oh, mierda. Cass. ¿Cassie?
Me volví hacia ella, con el cuerpo entumecido y los ojos húmedos.
Ella pasó nuestros artículos sobre la cinta transportadora. —Vamos a llevar
esto, gracias.
—¿Puedo ver su identificación? —preguntó el empleado y por suerte
ella sacó su licencia de la cartera.
Me quedé mirando con horror la más reciente y convencional
revista. Chrystle había vendido la historia no sólo a una revista, sino a dos.
¿Qué más había hecho? —¿Quieres agarrar eso? —preguntó Melissa a
través de mi conmoción.
Me las arreglé para sacudir la cabeza cuando la vendedora me
dijo—: ¿Lo conoces? ¿Jack Carter? Solía vivir aquí, pero ahora juega para
los Mets. ¿Puedes creer todas las cosas que su nueva novia y él le hicieron
a esa pobre chica? Es una locura. Supongo que la fama te hace hacer
cosas horribles.
Me volví hacia ella y múltiples emociones me recorrían como un
maldito tornado. Jadeó cuando notó mi cara y su boca se retorció en un
ligero gruñido. —Oh, Dios mío. ¡Eres ella! La novia de Jack, Cassie. ¿Cierto? 215
—Sus ojos se estrecharon en acusación.
Abrí la boca para decir Dios sabe qué cuando Melissa me rescató. —
¿Qué? Cassie vive en Nueva York con Jack. ¿Por qué diablos estaría aquí?
—Tomó el recibo antes de jalarme de la muñeca hacia la puerta—. Jesús,
Cassie.
Salí de mi aturdimiento por la foto. —Lo siento —me disculpé, aunque
no estaba muy segura de por qué.
—No. —Meli sacudió la cabeza—. Eso fue brutal.
—Bienvenida a mi vida. —Extendí las manos con un encogimiento de
hombros.
Mi mente no paraba de pensar en Chrystle y en Jack, y cómo ni
siquiera en el otro lado del país podía escapar de la pesadilla de medios
en la que vivía ahora. En este momento quería centrarme en ser feliz y
emocionarme por ver a los abuelos. Permití que esos pensamientos se
hicieran cargo.
—Vas a amar a los abuelos, Meli. Son impresionantes. —La miré y
plasmé una gran sonrisa falsa en mi cara.
—No quiero amarlos —respondió sin siquiera una mirada.
—¿Qué diablos te pasa? Después de que logremos arreglarme, sin
duda tenemos que trabajar en tu culo disfuncional.
Eso consiguió una mirada. Una malvada y desagradable. Detuvo el
coche en el bordillo y yo salté fuera, emocionada por ver a la familia que
me esperaba dentro. Dean asomó la cabeza por detrás de la puerta de
malla y encontró mi mirada. Amplié los ojos, y él se dio cuenta de lo que
trataba de transmitirle y echó a correr hasta el lado de nuestro coche.
—Me alegro de que hayas venido, Melissa. —Le sonrió, agarrando la
bolsa de la tienda.
—Has tratado de traerme aquí por meses. —Me lanzó una mirada,
señalándome.
¿Qué demonios?
—¿Cassie? —La voz de la abuela vino de una ventana abierta.
—¿La gatita ya está aquí? —Siguió la voz del abuelo rápidamente.
Arqueé las cejas a Dean. —¿La gatita? —pregunté con una sonrisa.
—No preguntes. Comenzó a llamarte de ese modo después de que
te mudaste. Creemos que es divertido, así que nunca lo corregimos.
Dean abrió la puerta para nosotras y cuando entré, mi corazón se
llenó con amor de inmediato. Nada cambió desde mi última visita, a
216
excepción de las tres nuevas fotografías en blanco y negro de la pared.
Melissa las señaló. —Cass, tú tomaste esas, ¿verdad?
—Sí —le respondí con una pequeña sonrisa antes de lanzar una
rápida mirada a Dean. Volví la cabeza, notando un nuevo retrato. Fue
tomado el día que Jack firmó para jugar con los Diamondbacks. Cinco
personas se encontraban en la foto, y yo era una de ellas.
—Ya eres prácticamente de la familia —dijo Melissa mientras miraba
la imagen. Si un corazón podía agrandarse, el mío se amplió al segundo.
Había estado más en casa aquí con esta familia que con la que se suponía
era propia.
Tomando la bolsa de Dean, comencé a caminar hacia la cocina.
—Te voy a enseñar la casa. —Dean agarró de la mano a Melissa,
dejándome sola.
Los abuelos se encontraban sentados en la mesa, bebiendo de las
tazas de café. La abuela se deslizó de su silla y arrastró los pies hacia mí,
con los brazos extendidos. —Oh, Cassie. Es tan bueno verte. Te echamos
de menos. —Besó mi mejilla y me abrazó tan fuerte como pudieron sus
frágiles brazos.
—Yo también te echo de menos. Toma, he traído esto. —Saqué las
flores y el vino.
—¡La gatita está aquí! —prácticamente gritó el abuelo antes de
envolver sus brazos fornidos a mi alrededor, trayendo el persistente olor del
tabaco en su ropa.
Lo aspiré, ya que el olor me recordaba a estar aquí con Jack. —
¡Abuelo! Te extraño más. No le digas a la abuela —susurré cerca de su
oído.
—¡Lo escuché! —gritó la abuela desde el fregadero, donde situaba
las flores en un florero.
—Ven, siéntate —dijo él mientras se dejaba caer de nuevo en su silla.
—¿Debería abrir el vino? —preguntó ella, todavía arreglando las
flores.
—Estoy bien. Les trajimos esas botellas a ustedes, para que disfruten
con la cena. Guárdenlas. —Le guiñé al abuelo, y sonrió.
La abuela puso la mano en mi hombro mientras me pasaba para
sentarse. Bebió de su taza antes de mirarme. —Querida, ¿cómo va todo?
Mi sonrisa se desvaneció más rápidamente de lo que pretendía. —
Está bien. Todo está bien —mentí, mientras comprendía que estar cerca de 217
la familia de Jack sin él era más difícil de lo que pensaba. Lo echaba de
menos. Y supe que no podía engañar a la abuela.
Ella extendió una mano, tocando mis dedos suavemente. —Vimos
esa revista horrible. ¿Por qué ella no acaba de irse?
—No lo sé, pero me he preguntado lo mismo.
—Jack dijo que estás teniendo dificultades para hacer frente a todo.
Cuéntanos lo que está pasando. —Ella tenía una manera de hacerme
hablar de las cosas que quería evitar.
Miré a los ojos cansados del abuelo, y las líneas de preocupación
alrededor de ellos eran cada vez mayores. —Tiene razón. Estoy teniendo
dificultades para hacer frente a toda la prensa y los sitios de Internet.
—¿Por qué? ¿Qué dicen? —preguntó la abuela con confusión.
—Un montón de cosas malas acerca de cómo no soy lo bastante
caliente para Jack. Estoy demasiado gorda. Toman mi foto y básicamente
dicen lo que quieran sobre el tema. Sólo inventan cosas. Y ahora, con todo
el asunto de Chrystle, siento como que no puedo soportarlo más.
—Cassie, sabes lo mucho que te queremos, ¿verdad? —preguntó la
abuela, y asentí—. Me rompió el corazón lo que te hizo Jack. Nos sentimos
muy decepcionados y tristes. Pero saber que lo has aceptado después de
todo, no podemos decirte lo feliz que nos hace. —Extendió la mano para
apretar la del abuelo—. La prensa suena terrible. Verdaderamente horrible.
Y no puedo imaginar lo que debe ser lidiar con eso todos los días. Pero,
querida, un día, todo eso se desvanecerá. La prensa, el Internet, los sitios
web, Chrystle —hizo una pausa—, todo serán cosas del pasado.
Se inclinó hacia delante, acunando mi cara en su mano. —Sé que
puedes vivir tu vida sin todas esas cosas, pero ¿de verdad puedes vivir sin
Jack?
Ellos ya supieron la respuesta cuando parpadeé para alejar mis
lágrimas. —Creo que sería triste sin él.
—Porque lo amas —gritó el abuelo y la alegría llenaba su voz.
—Por supuesto que lo amo.
—Entonces no te rindas. Un día mirarás a tu alrededor y te darás
cuenta de que todas las cosas que pensaste que importaban tanto en
realidad no importan mucho. —La abuela miró al abuelo y el amor entre
ellos era evidente—. Lo que más importa es lo que quieres tú. Porque
cuando todo lo demás sea un recuerdo lejano, las personas que amas son
todo lo que queda. Y el amor es lo más importante que podemos hacer en
nuestra vida. Darlo. Recibirlo. Enseñar a otros cómo hacerlo.
218
Mis ojos se llenaron de lágrimas. —¿El amor es lo más importante?
¿Por encima de todo lo demás?
—Absolutamente —dijo el abuelo con una sonrisa torcida—. Es
curioso las cosas que crees que van a durar para siempre cuando sé es
joven. Pensé que iba a trabajar hasta morir. Pero hasta el trabajo se
detiene en algún momento. Y te encuentras mirando alrededor, haciendo
un balance de tu vida, y te das cuenta de que no te importa una mierda
de lo que trabajaste o lo que hiciste para ganar dinero, pero te importan
las vidas a las que afectaste. El amor que compartiste. La familia que has
creado. Te importa quién está de pie a tu lado cuando te ocurren cosas
jodidas.
La abuela le dio un manotazo dos veces, presumiblemente por cada
vez que maldijo, pero falló. —Es cierto —dijo—. Cuanto más viejo te haces,
más te das cuenta de que no se trata de las cosas materiales, o el orgullo o
el ego. Se trata de nuestros corazones y lo que hiciste con ellos. Sé que tu
corazón late por Jack en la misma forma en que su corazón late por ti. No
creo que uno pueda sobrevivir sin el otro. ¿Y tú?
Me sequé las lágrimas que rodaban por mis mejillas, ya que sus
palabras tocaron la fibra sensible dentro de mi alma. ¿Cómo podría creer
que estaría bien sin Jack en mi vida? Podría ser capaz de distraerme por un
rato, pero al final me daría cuenta de que mi corazón se hallaba vacío y
frío. —No. Estaría triste sin él.
—Entonces tienes que encontrar una manera de olvidar todas las
otras cosas. Tienes que dejar que Jack lleve parte de la carga. Si le ocultas
cosas, no puede ayudar.
El abuelo levantó la mano antes de agregar rápidamente—: Sé que
a las mujeres les gusta pensar que podemos leer sus mentes, pero no es así.
No sabemos nada de lo que pasa en sus cabezas a menos que nos digan.
Asentí. —Sé que tienes razón. Es más fácil decirlo que hacerlo ahora
mismo.
La abuela no se perdía nada. —Si dejas a Jack, les estás dando a
cada uno lo que quieren. Chrystle gana. Y odiaría verla ganar en cualquier
cosa. —Sus ojos se estrecharon—. Pero Jack y tú serían los verdaderos
perdedores porque se perderían. Las personas pasan toda su vida
buscando el tipo de amor que comparten ustedes dos. La vida se trata de
eso.
El abuelo intervino—: El amor es la vida. Si te pierdes el amor, te
pierdes la vida.
Melissa y Dean volvieron a la cocina con sonrisas tontas en sus rostros.
—Abuelos, esta es la mejor amiga de Cassie, Melissa. —Sonrió con orgullo 219
mientras la presentaba a su familia.
El abuelo sonrió. —Hola, Melissa. Eres tan bonita como la gatita —dijo
con un guiño, y ella no pudo evitar una sonrisa aún más amplia.
—Es un placer conocerte. —La abuela extendió la mano antes de
mirar en mi dirección y susurrar—: Esta necesita un poco de trabajo con
Dean, ¿no es así? —Asentí, preguntándome cómo diablos parecía saberlo
todo instintivamente.
Después de un par de horas de conversación educada y de que la
abuela nos forzara a comer sándwiches, Melissa y yo nos despedimos.
Dean se encontraba en el pórtico con una mueca en su rostro mientras nos
observaba marchar. Ella le pidió un tiempo a solas conmigo, pero él afirmó
que también quería pasar tiempo conmigo. Se comprometieron a tiempo
de chicas esta noche y mañana tiempo con Dean. Me reí de su
conversación.
—Te gustan, ¿verdad? —le pregunté a Melissa mientras bajaba la
radio del coche.
—Son bastante increíbles. ¿Cómo fue tu tiempo a solas con ellos?
Dean insistió en dejarlos a solas. —Sonaba un poco molesta por esa
sugerencia.
—Me gustó —admití, con la esperanza de aliviar su irritación—. Son
tan impresionantes. Siempre parecen saber exactamente qué decir y
cómo expresarlo.
—¿Qué han dicho esta vez? —preguntó, centrando la mirada
directamente en frente de ella.
—Hablaron de la importancia del amor. Y cómo, al final, es lo que
importa realmente, y es lo que queda cuando todo lo demás se ha ido.
—Suenan casi tan inteligentes como yo —dijo, y le golpeé el hombro
con la palma de mi mano—. ¡Oye!
Vi cómo pasamos el restaurante donde Jack y yo tuvimos nuestra
primera cita con sacudidas rápidas de dolor de mi corazón recordándome
lo mucho que le echaba de menos.
—Así que, ¿te aclararon?
—Todavía tengo que descubrir la manera de encontrar un cierto
equilibrio, pero todos ustedes tienen razón. Romper con Jack no va a
resolver nada a largo plazo. Me arrepentiría, y probablemente nunca lo
superaría. 220
—Sabes, Cass, Jack no es el único que ha cambiado. Quiero decir,
tú lo cambiaste. Pero él también te ha cambiado. Si te das cuenta o no, es
la verdad.
Oírle decir esas palabras confirmó lo que sabía hace tiempo. Ella me
dijo lo mismo en la universidad, pero ahora parecía tener más peso. Me
sentí como si hubiera crecido veinte años en el transcurso de los dos
últimos.
—Tienes razón. Honestamente, no puedo imaginar mi vida sin él. Y no
quiero.
—Entonces tienes que dejar de huir de él cuando las cosas se ponen
difíciles. Lo haces mucho, y al final se va a poner furioso.
—Yo no huyo —solté la defensiva.
—¿En serio? ¡Dejaste el estado! O huyes o le dejas completamente. Y
las dos cosas apestan.
Vi las palmeras pasar borrosas entre rayas verdes por el cielo azul de
fondo. Ella tenía razón. —Voy a trabajar en ello. —Había embotellado
tantas de mis emociones porque no quería ser una carga para Jack. Y
tenía que aprender a aclararme la cabeza con él cerca en lugar de
dejarle fuera.
El teléfono de Melissa comenzó a sonar. —¿Puedes ver quién es?
Agarré el teléfono y noté el nombre de Jack parpadeando en la
pantalla. —Es Jack.
—Hablando del diablo. Responde.
Mi estómago se cayó al suelo. —Hola —respondí con nerviosismo.
—¿Dónde está tu teléfono? —La voz de Jack era tensa y agitada.
—Lo dejé en el apartamento. ¿Por qué? ¿Qué pasa?
—Compruébalo en cuanto regreses y luego llámame, joder —dijo
lacónicamente.
—¿Jack? ¿Hola? —Saqué el teléfono de mi oreja para mirar la
pantalla—. Mierda, me colgó.
—¿Qué está pasando? —Melissa sonaba preocupada.
—No tengo ni idea. Me dijo que revisara mi teléfono. —Mi cabeza
empezó a dar vueltas mientras me preguntaba qué diablos podía haber
sucedido.
221
22
No
Traducido por Katita
Corregido por gabihhbelieber
Jack
Mi celular sonó, avisándome de que tenía un nuevo mensaje de 222
texto. En lugar de un número de teléfono, el remitente era un correo
electrónico anónimo. Consideré no abrir el mensaje, sabiendo que nada
bueno podía venir de una fuente anónima. Después de una corta batalla
conmigo mismo, hice clic en el mensaje y apareció la imagen.
¿Qué mierda?
Matteo besando a Cassie apareció en mi pantalla y la furia arrasó
de mis entrañas al instante. Mi temperamento se encendió mientras un
fuego ardía en cada uno de mis poros. Quería romper la puta cabeza de
Matteo. ¿Cómo se atrevía a poner sus labios sobre mi chica? ¿Cómo se
atrevía siquiera a pensar jodidamente en tocarla?
Pero ella lo dejó. En la foto no lo alejaba, sino que le devolvió el
beso. Joder, ¡incluso sus malditos ojos estaban cerrados!
Marqué el número de Cassie, pero fui directamente al correo de voz.
Una vez más. ¿Dónde diablos se encontraba? Le envié el mensaje con la
imagen a su móvil.
Me dejó por todo el drama de Chrystle y ahora esto. ¿Cómo iba a
explicarlo? Lo miré, claro como el día con mis propios ojos. Los malditos y
sucios labios de Matteo pegados a los de mi hermosa Kitten. ¿Había sido
engañado todo este tiempo?
Entré en nuestro dormitorio y saqué la caja de terciopelo del anillo
que enterré en mi cajón de los calcetines. Chirrió cuando lo abrí para mirar
el diamante brillante en el interior. ¿Cómo pudo hacerme esto a mí? ¿A
nosotros? Sacudiendo la cabeza, cerré los ojos fuertemente antes de
abrirlos de nuevo. La imagen de Matteo besando a Cassie invadía todos
mis pensamientos.
Cerré la caja, y lo lancé con fuerza a través de la puerta abierta del
armario. Se estrelló contra algo con un fuerte golpe, y salí de la habitación
sin importarme lo que pasara con el contenido.
Tal vez todo era una estratagema elaborada, ¿su incapacidad para
manejar la prensa? ¿Cuánto tiempo habían estado engañándome a mis
espaldas Cassie y Matteo? ¿Los obligué a estar juntos al pedirle a él que la
mantuviera a salvo durante mis juegos? ¿Era mi culpa todo esto? Me
pregunté cuánto tiempo tenía hasta que los medios de comunicación
lanzaran al mundo esta foto. Con mi suerte, ya estaría publicada en todas
partes.
Marqué el celular de Melissa, decidido a encontrarla. Lo escuché
sonar tres veces. Cassie contestó, y parecía nerviosa cuando me saludó. Le
pregunté dónde estaba su teléfono, sin poder ocultar mi enfado. Su voz se
elevó, y en realidad sonaba confundida y preocupada cuando me dijo
que lo dejó en el apartamento de Melissa y preguntó qué pasaba.
223
—Compruébalo en cuanto regreses y luego llámame, joder —dije y
terminé la llamada. No quería oír ni una palabra de su boca hasta que ella
mirara la misma imagen que tenía yo. Esperé. Y me puse más inquieto con
cada minuto que pasaba. La prensa ya pasaba un día de campo con
todas las acusaciones de Chrystle, ahora tendría aún más mierda de la
que hablar.
Por encima de todo, tenía que encontrar un nuevo chófer. El trabajo
de Matteo aquí había terminado.
No importaba cuál fuera la historia, no quería ver su cara en ningún
cerca de la mía de nuevo. Caminé de un lado a otro en nuestro
apartamento, y mi ira crecía a medida que mi paciencia se agotaba.
Medio tentado a llamar otra vez a Melissa, mi teléfono sonó de repente.
Respondí a la llamada, pero no dije nada.
—¿Jack? ¿Estás ahí? No es lo que parece, lo juro —declaró a través
del teléfono, y me encontré sorprendido por mi falta de simpatía.
—Por lo tanto, ¿él no te besó? Porque parece que te está besando.
Vaciló. —Sí, me besó, pero...
La interrumpí. —¿Por cuánto tiempo?
—¿Cuánto tiempo, ¿qué? —preguntó, con la respiración inestable.
—¿Cuánto tiempo ha estado sucediendo esto?
Respiró hondo. —¿Qué? No está pasando nada, Jack, te lo juro. No
hay nada entre Matteo y yo. Me besó, y le empujé.
—No parece que lo estuvieras empujando en esta foto. ¿Te gustó?
Sus labios sobre los tuyos. Parece que te gusta.
—¡Lo empujé, Jack! ¡Le dije que no! Le dije que te amaba a ti. —
Comenzó a llorar.
El sonido de su llanto apretujó mi pecho, pero fingí indiferencia. —
¿Por qué no me dijiste lo del beso?
—Porque ni siquiera lo hablamos. Debido a que no significó nada. Se
disculpó. Estaba asustado de morir o perder su puesto de trabajo.
—Debería. Porque estoy a punto de despedirlo o matarlo, joder. —O
las dos cosas—. ¿Sabes qué, Cass? No culpo al tipo por enamorarse de ti.
No lo hago. Pero... nunca esperé esto de ti, de todas las personas. Siento
como si no te conociera.
—No digas eso, Jack. Por supuesto que me conoces. Te amo. Iré a
casa mañana. Vamos a arreglar esto. Te voy a contar todo.
—No —paré su diatriba. 22
—No, ¿qué? ¿Qué no vuelva a casa? —Sonaba como si no pudiera 4
creer lo que dije.
—No quiero verte —admití, sintiendo como si mis tripas acabaran de
ser trituradas.
—¿Qué? No hagas esto. Jack, por favor —rogó
Me apoyé en la encimera de granito, mis pensamientos iban de un
lado a otro y mis emociones discrepaban. Estaba enojado. Me esforcé
tanto por romper los muros de esta chica, pero sin importar lo que hiciera,
nunca era lo bastante bueno. Ella siempre terminaba bloqueándome y yo
no me lo merecía.
—¡Esto es una mierda, Cassie! Desde que volví a tu vida no he hecho
nada más que tratar de ser un mejor hombre para ti. Trato cada día de
hacer lo correcto por ti. Todo lo que quiero es ser lo suficientemente bueno.
Para compensar el error que cometí. Haría cualquier cosa por ti.
Mis frustraciones se amontonaban mientras me desahogaba. —Pero
tú sigues dando vueltas, sacando a relucir mi mierda constantemente. Y
cuando las cosas se ponen muy complicadas para ti, ¿qué haces? Huyes.
Sé que estás acostumbrada a que te defrauden y decepcionen, pero se
supone que debemos ser un equipo. Sostener al otro cuando está a punto
de caer. No huir y dejar que nuestra otra mitad se valga por sí mismo. —Ella
permaneció en silencio, teniendo claro que no había defensa para sus
acciones, así que continué—: Me dejaste solo para que lidie con Chrystle y
su mierda. Sé que estás herida y enojada, pero yo también. ¿Aunque sea
una vez te detuviste a pensar en cómo me sentía yo? ¿En cómo me afectó
y me hizo ver su artículo? No. Porque me dejaste aquí y te fuiste.
—Lo siento. Lo siento mucho —dijo con un sollozo.
—¿Sí? ¿Por qué parte? —pregunté, y podía oír sus sollozos en el
fondo.
—Lo siento por todo esto, Jack. Tienes razón. No lidio bien con las
cosas y te prometo que voy a trabajar en ello.
Exhalé por la nariz mientras miraba por la ventana del balcón. —Es
más que eso. Mantienes las cosas dentro y...
—Porque no quiero molestarte con cosas que creo que son
estúpidas. No quiero que te preocupes por las cosas cuando estás en el
campo. Ya tienes bastante de qué preocuparte.
—Tú no debes decidir qué es estúpido y qué no. Si te molesta,
entonces tienes que decírmelo. Necesitas comunicarte conmigo. Joder, te
lo cuento todo. Comparto todo contigo, porque no quiero volver a tener 225
un secreto entre nosotros. No me gusta esconderte cosas y tampoco que
lo hagas tú.
—No sé qué decir aparte de que lo siento. Sé que no soy buena en
ser un libro abierto, pero voy a tratar de ser mejor.
—Y yo sé que te he decepcionado antes y que no confías en mí por
completo. Pero esto va más allá de eso, y creo que ambos lo sabemos. —
Sorbió, y su respiración se aceleró varias veces mientras continuaba—:
Después del partido de esta noche, vamos a estar de viaje durante unos
días. Creo que debemos aprovechar este momento para averiguar lo que
los dos queremos.
—Sé lo que quiero —insistió.
—Yo no —mentí. Por supuesto que quería a Cassie, pero me sentía
herido. Perdí su confianza en un momento en que tomé una decisión
terrible, pero ella perdía partes de la mía cada vez que me excluía, me
mantenía a distancia, o no le importaba lo suficiente nuestra relación para
quedarse y luchar. Quería saber que éramos sólidos, pero sus acciones sólo
me confundían.
—Está bien —dijo con dolor en su voz—. Haré lo que sea para
solucionar esto, Jack. Dime lo que necesitas que haga.
Tomé una larga y profunda bocanada de aire. Por fin era mi turno.
—Pruébalo —dije antes de terminar la llamada. Ahora sabría cómo
se sentía al estar en el otro extremo de esa maldita petición.
Inmediatamente marqué al servicio de coches donde trabajaba
Matteo y pregunté por el dueño.
—Hola, señor Lombardi, soy Jack Carter. Necesito cancelar todos los
servicios con Matteo y solicito un nuevo chófer a partir de hoy.
—Por supuesto, señor Carter. ¿Matteo hizo algo malo?
Los medios de comunicación le informarían muy pronto, si no lo sabía
ya. —Sólo quiero un chófer nuevo. Hoy no lo envíe aquí o voy a perder mi
mierda. ¿Entiende?
Se aclaró la garganta. —Yo... lo entiendo.
—Gracias.
—¿Todavía necesita que el conductor permanezca durante los
juegos?
—No, no lo creo.
Presioné finalizar en mi celular y escribí un mensaje de texto a Matteo
por si acaso. 226
Estás despedido. No vuelvas a mostrar tu cara aquí y permanece
jodidamente lejos de Cassie.
Arrojé mi teléfono, sin esperar una respuesta pero sonó enseguida.
Jack, lo siento mucho. ¿Puedo ir allí y hablar contigo?
Giré mi cuello de lado a lado, haciéndolo crujir, ya que la idea de
ver a Matteo encendía las llamas de mi temperamento.
No es una buena idea, hombre. En este momento no.
Sólo tomará dos segundos. Por favor. Sé que quieres matarme.
Déjame explicarme.
¿Explicarse? ¿Explicar cómo sus labios tocaron los de mi novia? ¿Qué
demonios había que explicar? ¿Tal vez quería que le pateara el culo? Eché
un vistazo al reloj de la pared. Tenía tiempo.
Bien. Pero no digas que no te lo advertí.
Mi cuerpo se tensó cuando la imagen de él besando a Cassie
quemó en mi mente.
En cuestión de minutos, llamó a mi puerta. Dudé, sabiendo que si
empezaba a golpearlo, no estaba seguro de que fuera capaz de parar.
Abrí la puerta, y la mirada abatida en su rostro casi me hizo sentir
pena por él.
Casi. Apreté las manos, convirtiéndolas en puños mientras mi mente
daba vueltas. Di un paso atrás, sin querer estar cerca de él. No lo invité a
entrar.
—Jack, lo siento mucho. No hay excusa para mi comportamiento. Es
sólo que ella se veía tan triste y tan angustiada que me mató verla así. Yo
sólo quería que fuera feliz. Mis emociones tomaron el control y no pude
pararlas.
Él sentía algo por ella.
Lo miré, obligándome a mantener la calma mientras continuaba—:
Me siento horrible y sé que nunca podrás perdonarme, pero tienes que
saber que Cassie me detuvo. Me apartó de un empujón y me puso en mi
lugar.
Buena chica.
—Nunca fue mi intención faltarte el respeto a ti ni a tu relación. En
algún momento a lo largo del camino, al cuidarla durante los juegos, se
involucraron mis sentimientos. Pero ella no tiene sentimientos por mí. Lo dejó
todo muy claro. Sé que nunca me perdonarás, pero espero que la
perdones a ella. 227
No sé por qué, pero ese comentario bondadoso me enojó. —No me
digas qué hacer con ella. No es de tu incumbencia.
Su expresión se endureció. —Tienes razón. Sólo quería disculparme
contigo y explicarme. Lo siento, Jack.
Me tragué mi orgullo. Y luego casi me atraganté con él. No podía
culparlo por preocuparse por ella cuando eso es exactamente lo que yo le
pedí que hiciera. No era extraño que las líneas quedaran borrosas. Él la
protegió con tanta frecuencia que no supo cómo dejar sus sentimientos a
un lado. —Entiendo que tus sentimientos por ella crecieron. —La tensión
entre sus cejas disminuyó levemente—. En este momento no te perdono
por besarla. Pero tal vez con el tiempo, lo haré.
Asintió. —Gracias. Eso significa mucho. —Se dio la vuelta para irse.
—Matteo —grité—, gracias por venir.
Un hombre de verdad admitía sus errores y se enfrentaba a ellos.
Incluso cuando le advertí que no viniera aquí, él siguió insistiendo. Era difícil
no respetar ese tipo de integridad. Por no mencionar el hecho de que me
agradaba él. Tal vez podría llegar a apreciarlo de nuevo. Quizás.
23
Cambio de Juego
Traducido por ElyCasdel
Corregido por CarolHerondale
Cassie
Me senté en el piso, mirando a mi teléfono mientras Melissa 228
prácticamente bailaba a mi alrededor. —¿Qué diablos sucede? —Busqué
en mi teléfono la fotografía de Matteo besándome y se la puse en la
cara—. Oh, mierda. ¿Cuándo demonios te besó?
—La noche que me llevó al aeropuerto. —Negué con la cabeza,
preguntándome cómo iba a arreglar esto.
—¿Por qué no me dijiste?
—Lo olvidé —admití.
—¿Lo olvidaste? —preguntó incrédula.
—Me encontraba tan inmersa en todo lo demás que lo bloqueé
completamente. No era importante. Lo empujé y le dije que amaba a
Jack. Fin de la historia.
—¿Fin de la historia? —Negó con la cabeza y sus dedos golpeaban
en la base de su cadera—. Mierda, Cassie. Esto está mal.
Levanté la mirada hacia ella. —Lo sé.
—¿Cuán molesto está Jack?
—Mucho. Pero también está molesto por otras cosas. Básicamente
me dijo que se suponía que éramos un equipo, pero que no estoy
colaborando.
—Tienes que arreglar esto —demandó Melissa, como si me estuviera
diciendo algo que no supiera.
—Soy consciente. Lo entiendo. —Hice una pausa, para mirarla
directo a los ojos—. Me dijo que lo probara.
Una risa aguda salió de la boca de Melissa antes de que se la tapara
con la mano. —Lo siento —murmuró detrás de su mano—. Pero hay una
mierda irónica en eso.
—Dímelo a mí. —Rodé los ojos.
Se sentó a mi lado en el piso y nuestras piernas se rozaron. —Primero
lo primero, tienes que despedir a Matteo. Digo, deberías hacerlo para que
Jack sepa que vas en serio.
—Estoy muy segura de que Jack le despidió en el momento en que
me colgó. Pero si no lo hizo, lo haré yo. —Recargué la cabeza contra la
pared—. ¿Crees que debería llamar a Matteo y obligarle a ir allí? Tiene que
decirle a Jack que no hice nada. ¡Él creó todo este desastre!
Negó con la cabeza. —No lo sé. Jack podría darle la vuelta y
enojarse de que hayas hablado con el tipo. Además, por ahora yo no lo
mandaría a hablar con Jack. A menos que quieras ir a su funeral después.
Suspiré, y mis dedos temblaron mientras sacaba mi teléfono para 229
enviar un mensaje de texto.
Tienes que decirle a Jack que no hice nada. Tienes que arreglar esto.
—¿A quién les mandas mensajes? ¿Matteo? —Inclinó la cabeza a un
lado, frunciendo los labios en un gesto desaprobatorio—. ¿No escuchas
una palabra de lo que digo?
Me encogí de hombros cuando mi teléfono sonó.
Lo tengo cubierto. Lo siento.
—Bueno —golpeó el dedo contra la mano impacientemente—,
¿qué dice?
Moví la pantalla de mi teléfono en su dirección y esperé a que leyera
la breve respuesta. No había nada más que quisiera decirle a Matteo, así
que puse mi teléfono en el suelo.
—Espero que disfrutaras conocer al chico.
—Esto apesta. Y todo pudo hacer sido evitado si sólo me hubiera
quedado y hablado con Jack en lugar de huir.
—No te rindas, Cassie. Necesitas salir de esa escena. Te tomó dos
segundos de estar lejos de Jack, para darte cuenta de que no podrías vivir
sin él.
—¿Crees que esta foto ya esté en los periódicos?
—Absolutamente.
—Joder.
—Entonces tenemos los locos alegatos de Chrystile. —Levantó un
dedo—. Y una foto de Matteo y tú besándose. —Un segundo dedo se unió
al primero—. Y fotos tuyas dejando el apartamento con una maleta,
cuando Jack tuvo partidos en casa.
—Se ve mal, ¿cierto?
Torció la boca. —No se ve bien. Pero primero necesitas preocuparte
por Jack y por todos los demás después. Iré con tu jefa y hablaré con ella
de mis ideas para la historia de interés humano de Jack y tú. La colmaré de
todos los detalles que necesite saber sobre Chrystile, e incluiré también a
Matteo. Dijiste que es genial, ¿cierto?
—Es fenomenal. Y quiere ayudar, así que creo que aceptará las
ideas que tienes. Tal vez quieras redactarle que has escuchado que ella
quería hacer circular esa historia para que crea que todo fue su idea —
sugerí con una sonrisa.
—No puede hacer daño.
—¿Pero y si Jack no acepta la entrevista? Digo, ¿si no me perdona? 230
Golpeó el azulejo del suelo con las palmas. —Si no te perdona, ¡iré
ahí y personalmente lo patearé en las bolas! Después de todo, tú lo has
perdonado, absolutamente tiene que superar esto.
—¿Y si no lo hace? —Mariposas nerviosas aleteaban en mi
estómago. Odiaba estar de este lado de las cosas. Era mucho más fácil ser
la enojada. Apestaba ser la persona con la que estaban molestos.
—Tal vez es un idiota obstinado, Cass. Pero te ama. Te perdonará y
dejarán esto atrás. Tal vez mate a Matteo, pero creo que todos esperamos
eso.
—Hasta Matteo espera eso —reí.
—Entonces, ¿cuándo te vas?
Miré a las fotografías que cubrían las paredes, preguntándome
cómo demonios me conocía tan bien. —Mañana.
—¿Jack estará ahí?
—No. Estará de viaje.
—Bueno, eso te da algo de tiempo para recomponerte y probarlo.
—Me golpeó en el hombro con el suyo—. Aunque creo que al retractar a
la mentirosa tramposa se probaría todo, pero ¿qué diablos sé yo?
—Sabes mucho y te quiero. ¿Qué haría sin ti?
Me miró y sus brillantes ojos azules resplandecían. —Estarías perdida
por siempre, buscándome —rió—. Ha sido lindo estar aquí y no en línea,
¿cierto?
Respiré profundo, sin darme cuenta de la verdad antes de que ella
lo preguntara. —Entre eso y tener mi teléfono apagado, ha sido menos
estresante. —Incliné la cabeza a un lado—. Es decir, todo eso era antes de
todo el asunto de besar a Matteo.
—Sólo recuerda que cuando regreses no hay sitios de chismes. Aún
no estamos listas para ellos.
—Nada de leerlos, anotado —concordé completamente.
Puso su meñique en el espacio entre nosotras y lo envolví con el mío.
***
***
235
24
No puedo creer lo que hice
Traducido por florbarbero
Corregido por Alexa Colton
Cassie
Salté fuera de la cama el lunes por la mañana llena de anticipación. 236
Se supone que la entrevista será hecha aquí, en nuestro departamento,
pero Nora quiere vernos primero en la oficina. La solicitud es un poco rara,
pero como ella nos iba a hacer éste gran favor, estuve de acuerdo. Sin
mencionar que todavía me pagaba mientras yo estaba de vacaciones.
Me hice una cola de caballo en mi largo pelo y me quedé mirando
las bolsas bajo mis ojos antes de colocarme un poco de corrector. Me
apresuré con el resto de mi rutina de maquillaje mientras Jack se hallaba
en la ducha.
—¿Tenemos un nuevo chófer, o debo llamar a un taxi? —Me encogí
al traer a colación la situación de Matteo y el conductor.
—No he contratado a una nueva persona. Sólo he estado utilizando
conductores al azar.
—Así que, ¿quieres llamar a la empresa de alquiler o tomar un taxi?
—Apreté los labios, extendiendo mi lápiz labial.
—Como quieras. No me importa.
Fruncí el ceño por la aparente indiferencia de Jack. —Tomaremos
un taxi. —Terminé de prepararme mientras Jack se vestía y desaparecía en
la sala de estar. Odiaba la forma en que lucía hermoso sin ningún tipo de
esfuerzo.
Cuando estuve lista, encontré a Jack leyendo en línea, con una
mirada amarga en su rostro. Me acerqué por detrás y puse los brazos
alrededor de sus hombros antes de mirar en la pantalla del ordenador. Un
artículo desagradable que se titulaba “Ramera rompe hogares” estaba en
la pantalla. Obviamente, se trataba de mí.
Él negó con la cabeza, levantando la mano para agarrar la mía. —
Lo siento mucho, Kitten. No tenía idea de éste tipo de cosas que se dice
sobre ti.
Me incliné y lo besé en la mejilla. —No es tu culpa, cariño.
—Sí, lo es. Todo esto es mi culpa. No me extraña que enloquecieras.
Esta mierda es horrible.
Me encogí de hombros. —Nada de eso importa. Es todo mentira, y
los dos lo sabemos.
—¿De verdad no te importa?
—Me preocupo por lo que tú sientes por mí. No por un montón de
gente que no conozco. Al menos trato de no preocuparme por lo que
piensan —admití honestamente.
***
237
24
4
25
Una propuesta
Traducido por Adriana Tate
Corregido por AriannysG
Cassie
245
Varias semanas después…
Las cosas cambiaron una vez que el artículo salió a la luz con todas
las revelaciones de Vanessa. El deseo del público de saber todo no mejoró,
pero al menos Jack y yo ya no éramos vistos como los chicos malos. Melissa
me dijo que los foros de internet se llenaron con comentarios sobre lo
mucho que debo amar a Jack para perdonarlo por todo y cuán fuerte
debemos ser como pareja para haber soportado todo eso y todavía estar
juntos. Fiel a mi palabra, no había estado en internet para leer algo de eso
desde la noche que me quebré. Y Melissa tenía razón, sí me siento mejor.
Supongo que a veces la ignorancia es felicidad.
También acudí al juego de Jack sin temor a ser ridiculizada o
mofada… a menos que él perdiera, entonces los aficionados serían
implacables. Incluso algunos de los comentarios de las esposas malas sobre
el artículo y la horrible cosa que nos pasó a Jack y a mí. Seguían sin
desviarse para hablarme, pero al menos reconocían mi existencia. Lo cual
admitiré que algunas veces fue difícil, considerando que sabía lo que
algunos de sus esposos le hacían a sus espaldas.
El trabajo se puso más atareado para mí, y fui asignada a mi primera
sesión fotográfica en escenarios naturales después de que un tornado
prácticamente destruyera una cuidad completa en el Medio Oeste.
Tomarle fotos a la devastación y ser testigo del dolor de las personas de
cerca y en persona fue más difícil de lo que me imaginé. Mi corazón dolía
literalmente con cada foto que capturé.
Algunas veces me cuestioné si lo que hacía tenía verdadero valor. Y
me pregunté cómo era mejor que los paparazzi, al invadir el espacio
personal de la gente por una fotografía.
Pero cuando una de mis fotos fue elegida para solicitar donaciones y
otra fue usada para centrarse en la reconstrucción de la ciudad, se
aliviaron mis temores. Me convencí que mis fotos hacían bien y ayudaban
a traer luz a la verdadera devastación, para que otros pudieran verla y ser
llamados para ayudar.
***
***
Jack
Quería hacerlo bien. Por eso me acerqué a su padre y le pedí su
bendición días atrás.
Sabía que no tenía que hacer eso. Cassie habría insistido que no era
necesario, pero la abuela me habría matado si averiguaba que no lo hice. 247
Pensé que era lo correcto, lo cual debería haberme apuntado hacia la
dirección opuesta dado mi pasado, pero seguí mi instinto de todos modos.
El teléfono sonaba mientras mi corazón latía en mis oídos. —Hola —
contestó una suave voz.
—¿Señora Andrews?
—Sí.
—Hola, es Jack Carter. Me preguntaba si su esposo se encontraba
en casa y si podría hablar con él —pedí tan educadamente como pude.
—Oh hola, Jack. ¿Está todo bien? ¿Cassie está bien? —preguntó
nerviosamente.
—Cassie está bien. Todo está bien.
—Oh, está bien. Es bueno escucharlo. Espera un segundo y buscaré
a su padre.
—Gracias —exhalé, esperando terminar con esto lo más pronto
posible.
El teléfono hizo un ruido metálico en el otro extremo y se aclaró una
garganta masculina. —¿Hola? ¿Jack?
—Sí, señor Andrews. ¿Cómo está, señor? —Odiaba ser respetuoso
cuando él decepcionó a Cassie tantas veces al pasar los años.
—No me puedo quejar. ¿Qué puedo hacer por ti?
—Bueno, señor —me atasqué y me aclaré la garganta antes de
continuar—: Primero que todo, quiero que sepa cuánto amo a su hija. Ella
es la persona más increíble que jamás he conocido en mi vida.
—Ajá —dijo.
Sabía que debía pedirle permiso para casarme con su hija, pero no
quería. Y sabía malditamente bien que no lo necesitaría. Él no me podría
detener de casarme con ella si lo intentaba. Así que lo expresé de una
manera diferente. —Simplemente quería que supiera que planeo pedirle a
Cassie que se case conmigo y quería pedirle su bendición.
—¿Crees que va a decir que sí?
¿Qué clase de pregunta era esa? Me agarré el cabello con la mano
libre. —Sí señor, lo creo.
—¡Bueno, está bien! —dijo felizmente en el receptor—. Tienes mi
bendición.
—Gracias. —Sonreí y al escuchar gritos en el fondo, pregunté—:
¿Puedo hablar con su esposa de nuevo rápidamente? 248
—Oh claro, por supuesto. ¡Felicitaciones! Y haznos saber si podemos
hacer algo. Pagaremos por cualquier cosa que necesites y manejaremos
lo que quieran.
Dudé antes de darme cuenta que él nunca cumpliría esas ofertas.
Cassie tenía razón acerca de lo fácil que era dejarse atrapar en su carisma
y entusiasmo.
—¿Jack? ¡Dime que le pediste lo que yo creo!
Me reí en el teléfono. —Sí.
Ella gritó de alegría. —¿Cuándo se lo pedirás?
—No estoy seguro, así que no le diga nada si ustedes dos hablan, por
favor.
—No diré una palabra. ¡Esperaremos a que ella nos llame con la gran
noticia!
Exhalé con alivio. —Genial, gracias. Hablaré con usted más tarde,
¿De acuerdo?
—Muy bien, Jack. Y oye —hizo una pausa antes de continuar con un
tono bajo—, gracias por llamar. Sé que no tenías que hacerlo, pero fue
agradable.
Sonreí para mis adentros, finalmente convencido que en realidad
había hecho lo correcto por una vez.
***
Cassie
Después de la cena, Jack llevó todos los platos a la cocina y al
lavavajillas. Se rehusaba a dejarme ayudar. Miré por la ventana hacia el
horizonte. Amaba vivir en Nueva York.
De repente, Jack se arrodilló al lado de mi silla. Mientras colocaba mi
mano en la suya y empezó hablar, mi corazón comenzó a acelerarse. —No
conozco a ninguna otra pareja que haya estado en el infierno y de regreso
más que nosotros dos. Siento que todo por lo que hemos pasado sólo nos
ha hecho más fuerte. Hemos tenido que aprender a trabajar juntos. A ser
un equipo. A apoyarnos y respaldarnos mutuamente.
Comencé a temblar. Me consumía una energía nerviosa y apenas
podía escuchar la mitad de las palabras que decía. Mi cerebro comenzó a
dar vueltas y no podía concentrarme en ninguna otra cosa más que en el
hecho de que Jack se encontraba arrodillado junto a mí.
***
Jack
Sus ojos lucían vidriosos y conociendo a Cass de la manera en que la
conozco, no estaba seguro de si seguía escuchándome, pero continué
hablando—: Te prometo estar a tu lado, sostenerte cuando estés a punto
de caer y siempre mantenerte segura. Nunca creí que hubiera una chica
allá fuera para mí, hasta que te conocí. Cambiaste todo. Y nunca quiero
vivir sin ti. Te amo más de lo que nunca pensé posible.
Cerré los ojos antes de tomar una respiración profunda. Toda mi
confianza flaqueó en ese momento cuando me di cuenta que Cassie
tenía mi futuro en la palma de sus manos.
—Kitten. Sé mi esposa. Cásate conmigo. —Abrí la caja de terciopelo
negro del anillo de Tiffany’s.
*** 250
Cassie
Ver el diamante dentro me hizo jadear. Brillaba y bailaba a la luz. El
diamante del centro era enorme y se hallaba rodeado de pequeños
diamantes. Parecía demasiado hermoso para tocarlo.
—¿Kitten? —La voz de Jack atravesó mi coma centelleante cuando
me di cuenta que todavía no había respondido.
Moví la mirada para que se encontrara con la suya. —Sí. Por
supuesto que me casaré contigo. ¿Quién diablos más lo haría? —Sonreí,
todavía sin alcanzar el hermoso anillo.
Sonrió y sus hoyuelos aparecieron mientras buscaba dentro de la
caja y sacaba el anillo. Le tendí la mano izquierda y colocó esa hermosa
pieza de joya en su lugar. Mis ojos se fijaron en los diamantes que
iluminaban mi dedo. —Es enorme —dije, sin aliento.
—¿No te gusta? Podemos regresarlo.
Aparté mi mano de la de él, apretándola contra mi pecho. —De
ninguna manera. Es increíble.
—Vamos a ser muy felices.
—Ya lo soy.
251
Epílogo
12 de enero, dieciséis meses
después
Traducido por Adriana Tate
Corregido por Melii
252
Jack
Me encontraba parado al final de un pasillo improvisado en el
exuberante patio trasero de la abuela y el abuelo. Había sido
transformado en un país de las maravillas lleno de luz. Cada árbol, arbusto
y rama estaba cubierta con pequeñas luces blancas y brillantes. Esperé
debajo del gran árbol donde los faroles parpadeaban con la luz de las
velas que colgaban de las ramas. Los inmensos frascos se hallaban
alineados en dos filas, formando el pasillo y cada frasco se encontraba
lleno con unos cuantos centavos para sostener la vela blanca encendida
adentro. Eché un vistazo a unas pocas mesas redondas decoradas todas
de blanco, y sonreí.
Mis ojos se posaron más allá en mis viejos compañeros de equipo del
estado de Fullton, los padres de Melissa, los padres de Cassie, la abuela,
Nora y por último Matteo y Trina, que empezaron a salir tan pronto después
de que terminaron Trina y Kyle. Me encontré sonriéndole a nuestro grupo
de amigos y familia que llenaba el pequeño espacio, emocionados de
compartir nuestro momento íntimo con nosotros.
Me encantó el hecho de que Kitten y yo compartiéramos los mismos
puntos de vista cuando se trataba de hoy. Afortunadamente, ninguno de
los dos necesitaba una gran boda formal para hacer la ocasión especial.
Aunque con toda honestidad, le habría dado cualquier cosa que quisiera,
pero ambos ansiábamos la privacidad y seguridad que sólo nos podían
dar nuestros amigos más cercanos y familiares. Así que optamos por un
ambiente y vestido más casual. Bajé la mirada hacia mi traje color gris
plomo y ajusté mi lazo color negro.
¿Dónde demonios se encontraba Dean?
Le sonreí a la abuela, que ya sostenía un pañuelo en sus ojos,
mientras me alejaba del altar. Bajó su mano y preguntó—: ¿Jack? ¿A
dónde vas?
—Voy a encontrar a Dean.
Entré hecho una furia dentro de la casa, tratando de no ver a Cassie
accidentalmente mientras buscaba a mi hermano, que simplemente
desapareció minutos antes de que me casara. Me asomé en la cocina
vacía. Después de mirar en el patio delantero y en la sala de estar y
encontrarlos vacíos, me encaminé de regreso hacia nuestras habitaciones.
Las dos puertas estaban cerradas. Sabía que Cassie se encontraba en mi
habitación, así que toqué en la habitación de Dean antes de girar la
manija. No esperé por una respuesta antes de abrir la puerta e irrumpir
dentro. 253
—Mierda. ¿En serio? —Miré a mi hermano, acostado encima de
Melissa parcialmente vestida, con su lengua hasta la garganta y sus manos
quien sabe dónde.
—¡Vete, Jack! ¡Jesús! —gritó Dean, cubriendo el cuerpo de Melissa
protectoramente.
—¿No creen que ustedes dos podían resolver su mierda después de
los votos? Me gustaría casarme en algún momento de hoy —grité, con mi
paciencia vacilante. Cerré la puerta de un portazo y toqué la puerta de mi
antigua habitación—. ¿Kitten?
—¡No entres aquí, Jack! —gritó y me reí.
—No voy a entrar. Sólo quería decir que no puedo esperar para
verte. Asegúrate que esos dos salgan de la habitación, por favor. Diles que
pueden follar después de los votos.
—Oh Dios mío —gritó a través de la puerta—. ¿Ahí está Melissa? ¡He
estado esperándola para que regrese como por media hora!
—Bueno vas a estar esperando por siempre si no la sacas de ahí. Te
veré pronto —dije, inclinando mi mejilla contra la puerta.
Con otro golpe brusco, toqué en la puerta de Dean y grité—: ¡Para
hoy hermanito! ¡Vamos! —Desde que obviamente no se podía confiar en
él a solas con Melissa, esperé a que saliera de su habitación antes de
regresar afuera. Le di un codazo mientras nos dirigíamos por el pasillo hacia
el árbol—. ¿En serio no podías esperar hasta más tarde? —le susurré.
—¿Estás bromeando? Con ella, más tarde podría significar nunca.
Tengo que tomar lo que puedo conseguir.
Sacudí la cabeza. —No te envidio, hermano.
—¿Sí? —Me dio una mirada—. Bueno, yo estoy muy seguro de que sí
te envidio.
—Deberías —le dije y lo decía en serio.
Si no fuera yo, me envidiaría. Cambié mi peso de un pie al otro
mientras esperaba para que comenzara el mejor día de mi vida. La gente
siempre hablaba de estar nervioso el día de su boda, pero en mi caso no
era así. Si alguna emoción surgía a través de mi cuerpo, era entusiasmo. No
podía esperar para convertir a esta chica en mi esposa y pasar el resto de
mi vida haciéndola sonreír.
Comenzó la música procesional y todos se pusieron de pie. Me
quedé mirando a la puerta trasera como si mi vida dependiera de ello.
Melissa salió primero, con una gran sonrisa en su rostro. Me di cuenta que 254
fijó su mirada en la de Dean y nunca dejó de mirarlo todo su paseo por el
pasillo. Ella no engañaba a nadie.
Todos mis pensamientos desaparecieron y mi mente se puso en
blanco en el momento que vi a Cass en la sombras. Cuando salió de la
oscuridad y entró en el patio trasero, mi corazón saltó de mi pecho y voló a
sus manos. Se veía tan jodidamente hermosa caminando hacia mí en ese
vestido blanco sin tirantes. Sonreí como un idiota. Sabía porque mis mejillas
ardían y no podía parar la sensación ni aunque lo intentara. No es que
quisiera intentarlo.
Llevaba el cabello recogido, dejando al descubierto su delicado
cuello y mi mente daba vueltas con pensamientos sucios. Toda la sangre
corrió desde mi cuerpo hacia un solo lugar en el segundo en que empecé
a pensar en todas las cosas que quería hacer con ella. Mierda, no me
podía casar con una maldita erección. Piensa en algo más, piensa en algo
más. Piensa en béisbol.
Mierda.
Cuando por fin llegó a mi lado, tomé su mano, acariciándola con mi
pulgar mientras ella me daba un ligero apretón. —Te ves hermosa —le
susurré mientras me inclinaba hacia ella.
—Te ves ardiente —susurró y me dio un pequeño guiño.
El abuelo se aclaró la garganta y lo miré. Estaba parado enfrente de
nosotros con una expresión seria en su rostro. Después de que consiguió el
decreto por internet con la ayuda de Dean, la abuela me dijo que se tomó
su papel en la boda muy seriamente. “¡Tengo el trabajo más importante de
todos! ¡Tengo que hacerlo bien!” me dijo ella que había dicho él.
El abuelo tragó saliva una vez antes de preguntar—: ¿Podemos
comenzar? —empezó a leer las primeras líneas de la ceremonia y luché
para mantener mi impaciencia bajo control.
Me encontraba parado ante mi familia y amigos, casándome con la
única persona en el mundo con la que siempre he querido casarme. No
habrá ninguna anulación en este matrimonio. Ningún final para este
comienzo. Ninguna compraventa para este equipo.
Las personas pasan sus vidas buscando a su único y verdadero amor,
a su otra mitad. Encontré la mía en la universidad, bailando en un camino
de entrada en una casa de fraternidad.
Afortunadamente para mí, ella también me encontró.
No puedo esperar hasta que esté embarazada.
255
Fin.
The Sweetest Game
¡Esta es la tercera (y última) entrega de la
historia de Jack y Cassie!
“Es un gran mazazo en el pecho cuando tu
carrera en el béisbol llega a su fin. Es como
si finalmente te dieras cuenta de que el
béisbol nunca te amó de la misma manera.
Todas las noches sin dormir, las horas
pasadas en el gimnasio tratando de
mantenerte en forma, el entrenamiento, la
formación, la preparación mental, las
vacaciones perdidas, los cumpleaños
pasados, los recuerdos que no llegaste a
256
crear con tu familia... ¿todo para qué? No
es como si el béisbol hubiera perdido el
sueño por ti. No se quedó despierto durante
noches enteras tratando de averiguar
cómo hacerte un mejor jugador. No le importaba. El béisbol es un negocio.
Un deporte. Un juego. Y por más que toda mi vida haya estado envuelta
en él, es el momento de dejarlo ir”.
—Jack Carter.
Sobre la autora
Jenn Sterling es oriunda del sur de
California y creció viendo a los Dodgers y
jugando al softbol. Ella tiene su licenciatura
en Radio / TV / Cine, y ha trabajado en la
industria del entretenimiento durante la
mayor parte de su vida. Le encanta
escuchar a sus lectores y puede ser
encontrada en:
http://www.j-sterling.com
http://www.twitter.com/RealJSterling
http://www.facebook.com/TheRealJSterlin 257
g
Agradecimientos
Gracias.
Esto será corto y dulce porque la verdad del asunto es que este libro
nunca se suponía que existiera. Y sólo existe debido al feroz amor que
ustedes, mis queridos lectores, sienten por Jack Jodido Carter y Cassie. ¡Lo
querían! ¡Lo exigieron! ¡E insistieron que escriba más de su historia…! Y aquí
estamos. Espero que les haya gustado. Les aprecio mucho a todos, y
siempre quiero hacer lo correcto por ustedes. Gracias por soportarme,
gracias por creer en mí, animarme, desafiarme y ser los mejores lectores
que una chica podría pedir. ¡No sé qué haría sin ustedes! :)
Gracias a mi equipo: Pam Berehulke, Jane Dystel, Michelle Warren,
Carmen Johnson y Rebecca Friedman. La edición, la promoción y el 258
diseño no sería lo mismo sin ninguno de ustedes.
Y a toda mi familia y amigos: la vida tiene una divertida manera de
mostrarte quién cubre tu espalda y quién no. Gracias por siempre cubrir la
mía.