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En cuanto a la instrumentación, si bien Beethoven ocupa una orquesta igual a la

de sus dos primeras sinfonías, hay dos innovaciones muy llamativas: la primera es
que contiene tres trompas o corno francés, disposición muy rara y quizá única en
la historia de la orquesta sinfónica, que por lo general emplea dos o cuatro y más
raramente, en la música moderna, un número mayor. Hoy, en las grandes
orquestas, es frecuente ejecutar la tercera con seis trompas, en lugar de las tres
indicadas, duplicando también las maderas. Otro detalle es que, a partir de la
heroica, Beethoven escribe en dos partes violoncelos y contrabajos, en lugar de
una sola, como se hacía antiguamente. Es un concepto moderno de tratar las
partes graves de la cuerda, independizándolas y así transformar el cuarteto
orquestal en quinteto.
Hablando de la evolución en cuanto a lo musical, es importante destacar la
longitud de la obra, la cual dura aproximadamente tres cuartos de hora. Sólo con
su primer movimiento ya alcanza la duración habitual de cualquier sinfonía de
Mozart o Haydn. Pero también su lenguaje es innovador y dio pie a una larga serie
de exploraciones en el campo de la armonía que se desarrollaron ampliamente
durante el Romanticismo. El lenguaje musical del momento no alcanzaba para
equiparar la vigorosa persona que el compositor veía en Bonaparte, para
interpretar semejante poderío en la música se requerían nuevos medios y de allí
que la originalidad de la sinfonía fuera una consecuencia inevitable del significado
que se le quería dar. Beethoven juega con conexiones inéditas entre tonalidades
con una libertad ciertamente heroica para la época y que no sería reconocida en
su justa medida hasta muchos años después, cuando otros compositores
siguieron el camino emprendido por Beethoven y profundizaron en el desarrollo de
estos nuevos esquemas sinfónicos. En efecto, nada parecía prefigurar el
monumento musical logrado por Beethoven en su Heroica. Dos poderosos
acordes para llamar nuestra atención, y de inmediato el primer tema de la sinfonía;
así comienza Beethoven el discurso musical con el que habría de asombrar a su
generación y a las generaciones venideras. Más tarde, una marcha fúnebre de
insondable profundidad, quizá para acompañar el funeral de la memoria de ese
otro Napoleón que se le murió a Beethoven.
En cuanto a la marcha fúnebre, la cual es la parte más francesa dentro de la
sinfonía, podemos mencionar que alrededor de las fechas mencionadas
anteriormente, en Viena se estrenaron muchas operas de origen francés de
Cherubini(uno de sus favoritos) y francois Gossec, periodo en que se reafirmaría
el interés de Beethoven por la música francesa posterior a la revolución. La
inclusión de esta marcha es lo que vincula esta sinfonía con Francia y con los
experimentos revolucionarios que se llevaban a cabo allá. Muchos de los
elementos le fueron sugeridos por las marchas solemnes que se ejecutaban en
ceremonias públicas, como la Marche lugubre de François Gossecs Gossec. La
sección central o trío de la marcha de Beethoven también se inspira, en
apariencia, en otra fuente francesa: los himnos y cantatas cantados en loor de los
ideales y los héroes republicanos, como el Hymne à la liberté (1791) de Ignace
Pleyel o Aux manes de la Gironde de Gossec.

Después del nacimiento de la Heroica, ningún compositor posterior pudo ignorarla.


El desarrollo de la música sinfónica del siglo XIX se puede rastrear hasta la
Heroica más que a cualquier otra obra, y le llevó a los compositores más de un
siglo agotar su trascendencia.

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