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Derribando los altares de Baal

(Tearing Down the Altars of Baal)

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Por David Wilkerson


21 de octubre de 2002
__________

Preste atención al primer versículo de Jueces 6: “Los hijos de Israel


hicieron lo malo ante los ojos de Jehová; y Jehová los entregó en mano de
Madián por siete años.” (Jueces 6:1). Estas palabras describen el
interminable ciclo que se repitió en Israel por generaciones.

En los capítulos anteriores, encontramos estas palabras una y otra vez. Lee
así, en esencia: “Y los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos del
Señor, y sirvieron a Baalim… y Dios, en su furor, los vendió en las manos de
sus enemigos.”

El primer ejemplo ocurre en el capítulo 3. Nos dice: “Y reposó la tierra


cuarenta años;… Volvieron los hijos de Israel a hacer lo malo ante los ojos
de Jehová;” (3:11-12). Dios entregó a su pueblo a un enemigo, Moab: “…
por cuanto habían hecho lo malo ante los ojos de Jehová.” (3:12). E Israel
sirvió a este enemigo impío por dieciocho años, soportando penuria y terror.

Entonces en el capítulo 4, leemos: “… los hijos de Israel volvieron a hacer lo


malo ante los ojos de Jehová… Y Jehová los vendió en mano de Jabín rey de
Canaán…” (4:1-2). Esta vez los cananitas cautivaron al pueblo de Dios.

Por supuesto, Israel clamó a Dios cada vez que fue esclavizado. Y cada vez,
el Señor fue fiel en enviarles un libertador. Pero tan pronto que ese líder
recto moría, el pueblo, como era de esperar, volvía a su pecado. Y el ciclo
volvía a empezar de nuevo. Continua con nuestro versículo de texto, en el
capítulo 6: “Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová; y
Jehová los entrego en mano de Madián por siete años.” (Jueces 6:1).

Durante este periodo, Israel era derrotado continuamente por su enemigo


Madián. Como un reloj, los madianitas incursionaban a Israel anualmente,
saqueando sus cosechas y sus bienes. Los líderes de caravanas de Madián
soltaban todos sus camellos y ganado para que pastaran en los campos de
Israel. Y las bestias devoraban la cosecha por completo, barriendo por los
campos como langostas.

Cada vez que Israel se resistía, los madianitas los corrían a las lomas y
montañas. El pueblo de Dios terminó buscando refugio en cuevas y
guaridas, obligados a rebuscar por su alimento. “De este modo empobrecía
Israel en gran manera por causa de Madián;” (6:6). Israel perdió todo por
este enemigo: sus casas, su comida, sus bienes. Ellos vivían como
mendigos, desamparados y despojados.

Una vez más las Escrituras dicen: “… y los hijos de Israel clamaron a
Jehová.” (6:6). Sin embargo, este clamor no era de arrepentimiento. Israel
clamaba porque eran oprimidos por los madianitas. Era un grito de
angustia, a causa de su pobreza, sus pérdidas y su inseguridad.

Esta vez, antes de Dios enviarle un libertador a Israel, les mandó un


profeta. Este hombre de Dios puso su dedo sobre la razón por la cual el
pueblo estaba siendo tan acosado. Él señaló: “Mira tu historia. En cada
caso, Dios te libertó de la mano de todos los que te oprimían. Él te sacó de
la esclavitud en Egipto. Y él te dijo que no temieras a los dioses de los
amonitas, en la tierra de los cuales morabas. Pero no le has obedecido. Aún
haces homenajes a dioses falsos.” (Ver 6:8-10).

El Señor le estaba diciendo a su pueblo, en esencia: “Lo hice claro desde un


principio, no debes temerle a nadie excepto a tu Padre celestial. No
permitas que otro temor entre en tu corazón. Pero una vez más, me has
desobedecido. Has permitido que toda clase de temores entren en ti. Y me
has forzado a entregarte a tu enemigo, para hacerte volver a mí.”

¿Cuál era esta gran maldad en


la cual Israel seguía cayendo
una y otra vez?

El profeta le mostró claramente a Israel cuál era su pecado: ellos olvidaron


la orden del Señor a no temerle a los dioses de este mundo. En Jueces 10,
vemos al pueblo de Dios admitiendo su pecado: “Entonces los hijos de
Israel clamaron a Jehová, diciendo: Nosotros hemos pecado contra ti;
porque hemos dejado a nuestro Dios, y servido a los baales.” (Jueces
10:10).

Que quisieron decir los israelitas aquí, cuando dijeron que ellos le habían
servido los baales? La palabra baales está en forma plural. Denota a todos
los dioses falsos del mundo. La raíz de baales es Baal, el cual reconocemos
de las Escrituras como un espíritu demoníaco. La misión de Baal es robar a
Dios de toda adoración y confianza de su pueblo. Logra esto al enfocar
nuestra atención en nuestras circunstancias en vez de en el Señor.

Eso es exactamente lo que le sucedió a Israel. Su pecado le trajo tristeza,


desastre económico, terrorismo de sus enemigos, e incertidumbre. El hecho
es que Dios ya no los estaba protegiendo. Por supuesto que él aún amaba a
Israel, pero él tuvo que ponerlos a la merced de sus enemigos para
despertarlos. Él estaba tratando de hacerles volver a sus alas protectoras.
Pero Israel rehusaba reconocer que la causa de su crisis era su propio
pecado. Increíblemente, esta gente estaban sacrificando bebés, derramando
sangre inocente, volviéndose sensuales y adictos al placer. Como resultado,
un desastre detrás de otro cayó sobre ellos. Sin embargo, ni una vez
asociaron estos desastres con su rebeldía. No pudieron llegar a creer que
Dios lo estaba permitiendo todo para llevarlos al arrepentimiento.

Píenselo: en los últimos seis meses, América ha visto los peores fuegos en
su historia. Una tercera parte de la nación ha estado en llamas. También
hemos visto cambios drásticos en el tiempo e inundaciones devastadoras. Y
los escarabajos japoneses están devorando acres de bosques.

Ahora estamos viendo otro brote del Virus del Nilo Occidental. Y en el Medio
Oeste, una terrible enfermedad cerebral está acabando con la población de
ciervos. Más de 50,000 ciervos tuvieron que ser sacrificados para tratar de
contener la enfermedad. Pero algunos expertos dicen que 200,000 ciervos
más tendrán que ser sacrificados antes que la enfermedad sea erradicada.

Cada vez que damos la vuelta, parece que enfrentamos otra crisis. Les
pregunto: ¿puede Dios hacer su mensaje más claro? Él está diciendo:
“Estoy tocándote en el hombro, tratando de despertarte. Sin embargo
sigues ignorándome. Eso sólo hará que te toque más fuerte.”

Te pregunto: ¿crees que Dios pudo detener a esos secuestradores


musulmanes que volaron los aviones contra las Torres? Por supuesto que él
pudo hacerlo. Él ha descubierto tales tramas una y otra vez. Pero él no lo
hizo el año pasado. ¿Por qué? Él está tratando de hablarnos, de que le
pongamos atención. Él permitió la destrucción de nuestros símbolos de
prosperidad, porque es allí donde pusimos todo nuestro orgullo y confianza.

Nuestro Presidente, nuestros líderes en el Congreso y los oficiales de


seguridad nos han estado avisando: “El gran ataque está por venir.” Ahora
escucho a algunos cristianos diciendo: “Sólo espera el grande. Puede ser
una bomba en una valija. O, alguien puede esparcir viruela o ántrax en una
ciudad importante. Pase lo que pase, habrá miles de víctimas. Y eso
obtendrá la atención de América. La gente sabrá que Dios está llamando a
esta nación a él mismo. Multitudes clamarán al Señor.”

No estoy de acuerdo. Déjame decirte por que.

Aunque América “clame a Dios,” como lo


hizo Israel, Dios desea algo más.

Israel lloró fuertemente, clamando a Dios en su angustia. Así que el Señor


envió un profeta para mostrarles que el pecado había hecho que el juicio
cayera sobre ellos. Ahora, para estar verdaderamente arrepentidos, Israel
tenía que reconocer su pecado como causa de sus problemas. Y ellos
hicieron precisamente eso, reconocieron que habían pecado.

Pero aun había otro paso que tomar. Ves, aunque clamemos a Dios en
arrepentimiento, él requiere algo más de nosotros. Y si no se toma este
paso, Dios no mostrará su brazo poderoso a favor nuestro. Vemos
exactamente cuál es este paso, en la próxima orden de Dios: Derriba a
Baal.

El Señor dijo está palabra a Gedeón: “… Toma un toro del hato de tu padre,
el segundo toro de siete años, y derriba el altar de baal que tu padre tiene,
y corta también la imagen de Asera que está junto a él.” (Jueces 6:25).

Antes de esto, Gedeón probablemente pensaba que estaba suficientemente


arrepentido. Después de todo, él había clamado al Señor. Él había
escuchado la palabra profética de Dios enviada a Israel. Y el respondió
plenamente a ella, reconociendo su pecado.

Hoy veo el mismo tipo de actitud arrepentida entre muchos cristianos. En


iglesias de costa a costa, la gente está sobre sus rodillas clamando a Dios. Y
eso es bueno. Pero según el Señor, un problema permanece. Es un ídolo en
nuestros medios: Baal.

Sí, Baal sigue siendo un ídolo en la actualidad. Y si nuestro arrepentimiento


ha de ser pleno, debemos derribar a este ídolo. De lo contrario, no
importara cuanto clamamos a Dios, oramos y ayunamos. Ningunas de
nuestras acciones tendrá impacto alguno, hasta que derribemos el ídolo que
ha tomado control de tantos corazones.

Puedes preguntar: “Entonces, ¿qué es este Baal? ¿Dónde lo veo obrando?


¿Cómo puede un antiguo dios falso estar presente en nuestra sociedad
moderna?”

En el Antiguo Testamento, Baal fue representado por un ídolo tallado, hecho


de madera, piedra o metal. Fue formado en la imagen de un hombre, un
Adonis atractivo. Aunque este ídolo sólo era un pedazo de material muerto,
había un espíritu poderoso detrás de él.

En nuestra era educada, no podemos imaginar a una persona inteligente


inclinándose ante un ídolo tallado. Por supuesto que aun existen religiones
impías que usan tales imágenes en adoración, incluyendo el Budismo, Hare
Krishna e Hinduismo. Pero sea el ídolo Baal, Buda o cualquiera de los
millones de dioses hindúes, el mismo espíritu satánico está detrás de ellos.
Y este espíritu sale del infierno con un sólo propósito: hacer que la gente
dude de la realidad de Dios. Simple y llanamente, es un espíritu de
incredulidad. Y asalta nuestras mentes con dudas acerca de la fidelidad de
Dios.

Es absolutamente peligroso entretener a este espíritu. Si no es echado fuera


inmediatamente del primer ataque, se infiltrará en la mente. Y una vez que
se permite entrar a la duda y el temor, el espíritu de Baal toma posesión del
alma.
Si no se le presenta un desafío,
el espíritu de Baal de incredulidad
entra y establece un altar.

Sin lugar a dudas, la incredulidad es un ídolo. Te dobla en sumisión a su


poder. Y abre tu alma a toda clase de maldad. En efecto, el versículo que
vemos repetido a través de Jueces — “Los hijos de Israel hicieron lo malo
ante los ojos de Jehová” — no se refiere a un pecado grotesco, sino a la
incredulidad del pueblo.

Esto es ilustrado claramente en Ezequiel 8. El Espíritu Santo tomó al profeta


Ezequiel en un viaje visionario al santuario santo. Allí el le reveló al profeta
cuatro abominaciones deplorables que el pueblo de Dios estaba cometiendo.
Entonces, él le mostró a Ezequiel una abominación aún más grande: “Y me
dijo: Hijo de hombre, cava ahora en la pared. Y cavé en la pared, y he aquí
una puerta. Me dijo luego: Entra, y ve las malvadas abominaciones que
estos hacen allí. Entré, pues, y miré;…” (Ezequiel 8:8-10).

Lo que Ezequiel vio lo horrorizó. Las paredes de la habitación estaban llenas


de pinturas de “toda forma de reptiles y bestias abominables; y todos los
ídolos de la casa de Israel,…” (8:10). Frente a estas paredes habían setenta
ancianos de Israel, moviendo incensarios. Ellos estaban adorando al espíritu
detrás de las pinturas.

El Espíritu Santo le dijo a Ezequiel que esta escena revelaba lo que estaba
llenando las mentes de los ancianos de Israel. Y esto es lo que estos
hombres pensaban: “No nos ve Jehová; Jehová ha abandonado la tierra.”
(8:12).

Amados, aquí el espíritu de Baal fue plenamente descubierto. A través de


una visión dada por el Espíritu Santo. Ezequiel vio de primera mano como
este espíritu levanta un altar en la mente de una persona y toma control.
Como resultado, los líderes de Israel descartaron el cuidado de Dios por
ellos. Mientras ellos comparaban su pobreza con la aparente prosperidad de
los madianitas, ellos pensaron: “¿Dónde está Dios? Nuestras oraciones no
son contestadas. No vemos ninguna evidencia de que él está obrando por
nosotros. El Señor nos ha abandonado.”

Satanás había cumplido su única y primordial misión: implantar en las


mentes de creyentes que Dios no es quien la Biblia dice que es. El diablo
quiere convencerte que Dios no tiene todo conocimiento, es Todopoderoso y
tiene el cuidado de todo. Él está trabajando constantemente sembrando
semillas de dudas en ti. Él te hace pensar que Dios no escucha tus
oraciones, que él no cumple sus promesas. El diablo envía el espíritu de
Baal para terminar su obra en ti.
El espíritu de Baal siempre está presente junto a la cama de un niño
moribundo o un familiar enfermo. Mientras observamos el sufrimiento de
nuestro ser querido, nos preguntamos acerca de los propósitos de Dios. Y
de repente, un temor es inyectado en nuestra mente. Después, cuando la
muerte azota, esa semilla de duda es regada. Pronto nos encontramos
preguntando: “¿Cómo un Dios amante puede permitir que esto pase?”

El mes pasado, estaba escuchando reportajes radiales acerca del


aniversario de los ataques del 9/11. Cientos de gentes eran entrevistadas.
La gran mayoría dijeron que después de los ataques perdieron toda
confianza en Dios. La respuesta típica era: “¿Cómo un Dios justo y amante
puede quedarse tranquilo y permitir que esto pase? No puedo seguir
creyendo en un Dios que permite que tanta gente muera.” Varias personas
declararon: “Mi Dios murió el 11 de septiembre.”

No importa si eres un devoto amante de Jesús o un incrédulo. Después de


cada desastre, calamidad o accidente fatal Satanás despacha una multitud
de espíritus demoníacos a hacer la obra de Baal. Ellos se mueven
inmediatamente, susurrando: “¿Dónde estaba Dios? ¿Cómo puede él
permitir que tal cosa acontezca?”

Ahora mismo, hay una incertidumbre propagada por nuestra sociedad.


Bancarrotas están en su apogeo. Trabajadores temen perder sus empleos.
Mientras la gente mira el futuro, están abrumados por el temor. Te digo, en
tal tiempo como este, Satanás lanza un ataque campal. Él quiere entrar en
tu mente, para sembrar semillas y levantar un altar de Baal. Él quiere que
dudes todo lo que has conocido acerca de la palabra de Dios.

¿Qué tiene que ver con nosotros la


orden de Dios de “derribar a Baal”?

Puedes pensar: “No tengo idolatría alguna en mi vida. ¿Cómo puedo


derribar el altar de Baal?” Déjame enfatizar otra vez: Baal es un espíritu de
incredulidad. Puede que te hayas arrepentido de pecado, clamado a Dios
por misericordia, y haber hecho caso a los avisos proféticos. Pero si tienes
dudas en tu corazón acerca de la fidelidad de Dios hacia ti, estás sujeto al
espíritu de Baal. Y Dios te está diciendo: “Debes derribar ese espíritu de
incredulidad de tu alma.”

El profeta Jeremías describe la incredulidad como pecado “escrito está como


cincel de hierro y con punta de diamante; esculpido está en la tabla de su
corazón….” (Jeremías 17:1). Según él, Dios le dijo a Israel: “Porque fuego
habéis encendido en mi furor, que para siempre arderá.” (17:4). ¿Cuál fue
su pecado? “Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su
brazo, y su corazón se aparta de Jehová… Bendito el varón que confía en
Jehová, y cuya confianza es Jehová.” (17:5, 7).
Mantén estas fuertes palabras en mente al volver nuestra atención a
Gedeón. Aquí estaba un hombre que clamaba a Dios, quien fue visitado por
una fuerte palabra profética, y quien hizo caso a esa palabra. Sin embargo,
Gedeón aun albergaba dudas y temores. ¿Por qué?

El padre de Gedeón había erigido un altar a Baal en su propiedad.


Solamente era una estatua de madera. Pero el espíritu detrás de ella había
edificado una fortaleza en el corazón de Gedeón. Cada vez que Gedeón le
pasaba por el lado, la voz de ese ídolo hablaba a su alma: “Mira tu pobreza,
tu penuria y tus necesidades sin cumplir. ¿Dónde está Dios?” Ciertamente,
el ídolo estaba como testimonio a cada israelita que lo miraba: “Dios no
está contigo. Tú no le importas. Él está muy ocupado con los asuntos
mundiales para preocuparse por alimentar y proteger a un pueblo tan
insignificante. El Señor te ha abandonado.”

Ahora en Jueces 6, un ángel le trae estas palabra a Gedeón: “Jehová está


contigo, varón esforzado y valiente.” (Jueces 6:12). Dios solo dice ocho
palabras aquí. Y las primeras cinco están dirigidas no sólo a Gedeón sino a
todo el pueblo, incluyendo la iglesia actual: “Jehová está contigo.” En
esencia, el Señor está diciendo: “Esta promesa es todo lo que tu necesitas:
Yo estoy contigo.”

Amados, esta verdad debe convertirse en el mismo fundamento de nuestra


fe. No importa lo que enfrentemos—penuria, tragedia, enfermedad,
pobreza, tentación—la promesa de nuestro Padre es verdadera: “Yo estoy
contigo.” En todas nuestras pruebas, especialmente mientras somos
inundados y abrumados, debemos asirnos a esta palabra. Debemos clamar
en fe: “Yo se que estás conmigo, Señor. Y si tú estás conmigo, ¿quién
contra mí?”

Sin embargo cuando Gedeón se encontró con el ángel del Señor, el tenía un
espíritu de incredulidad en su corazón. Él le contesto al ángel: “Si Jehová
está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? Y donde están
todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No
nos sacó Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha
entregado en mando de los madianitas.” (6:13).

¿Te suenan familiares las palabras de Gedeón? Él estaba diciendo las


mismas cosas que llenaban las mentes de aquellos setenta ancianos en la
visión Ezequiel: “No nos ve Jehová; Jehová ha abandonado la tierra.”
(8:12). Ellos se decían a sí mismos: “Si, existe Dios. Él existe y es el
Creador de todo. Pero él no nos hace caso. Él no ve nuestra situación. Él
nos ha abandonado.”

Dios ya le había ordenado a Gedeón: “Ve y


libera a Israel. Yo estaré contigo.” Pero
todavía había que tratar un asunto del corazón.”
El Señor le dijo a Gedeón: “Aún dudas que estoy contigo. Eso es idolatría,
Gedeón. Es el espíritu de Baal. Ahora ve, busca el buey de tu padre, y
derriba ese ídolo. Entonces corta todos los árboles en la arboleda, y úsalos
para construir un altar nuevo. Vas a consumir el ídolo de tu padre sobre ese
altar. Quiero que derribes ese símbolo de incredulidad y lo destruyas por
completo.”

¿Por que escogió el Señor a este hombre incrédulo para derribar a Baal?
Fue simplemente un acto de la tierna misericordia de Dios. Él era un
hombre con fuertes dudas, luchando para creer que Dios tenía cuidado de
él. Él estaba tan lleno de incredulidad, que le podía decir a un ángel: “Dios
nos ha abandonado.” Y él probó a Dios, una y otra vez. Pero en cada
ocasión, el Señor contestó la duda de Gedeón.

Déjame darte un ejemplo. Después, cuando Gedeón estaba listo para entrar
en batalla, probó a Dios. La situación de Israel se veía imposible. Así que
Gedeón oro: “Señor, si realmente vas con nosotros a la batalla,
demuéstramelo. Voy a colocar un vellón de lana sobre la hierba esta noche.
Mañana sabré que estás con nosotros, si el vellón está mojado pero la tierra
a su alrededor está seca.”

Puedes quedarte estupefacto por la audacia de Gedeón. Sin embargo, la


próxima mañana, Gedeón vio que la tierra estaba seca. Y cuando levanto el
vellón, chorreaba con agua, como el había pedido.

Muchos de nosotros somos como Gedeón. Dios fielmente nos suple en


prueba tras prueba, liberándonos y haciendo provisión por nuestras
necesidades. Pero entonces enfrentamos aun otra situación, que nos obliga
a decir: “Señor, esta crisis es mayor. Nunca he enfrentado una como ésta.
Tengo dudas.”

¿Existe una medida de incredulidad en ti? Estás luchando, haciendo


preguntas, tales como: “¿Donde estás, Señor? ¿No has visto mis lágrimas?
¿Dónde está la evidencia que estas conmigo en esta prueba? ¿Me has
abandonado? Mi fe, ¿no conmueve tu corazón? ¿Por qué no quitas estas
cargas de mí?”

El Señor no condena ni menosprecia a nadie por sus tiempos de dudas y


temor. La verdad es, Dios sabía que las dudas de Gedeón no eran
acusaciones. Eran preguntas. Gedeón simplemente estaba buscando
respuestas.

Te digo, el Dios de misericordia quien se encontró con el incrédulo Gedeón y


lo llamó a la acción quiere hacer lo mismo contigo. Él tiene grandes victorias
planeadas para ti. Y el desea vencer a cada enemigo en tu vida. Por lo
tanto, él quiere darte su poder y autoridad para derribar cada fortaleza:
cada duda, cada temor, cada pensamiento de incredulidad.
El Señor me ha indicado que está a punto de hacer una obra particular en
las vidas de muchos cristianos. En efecto, él está a punto de llevarlos a su
victoria más importante. Él ya los está llevando a lugares nuevos de paz y
descanso en Cristo. Y él está a punto de revelar su brazo fuerte a su favor.

Yo creo que este es el propósito de Dios para muchos lectores de este


mensaje. Él está a punto de hacer algo nuevo en ti. Pero primero, debes
derribar cada pensamiento de duda, y rendir cada temor. Dios quiere que
derribes por completo el espíritu de Baal en tu corazón y comiences a vivir y
hablar en fe.

El Señor proveerá el poderoso buey necesario para derribar el ídolo. ¡Él te


dará su poder y fuerza del Espíritu Santo! Así que avísale al enemigo: “¡Dios
está conmigo, diablo! No puedes hacerme daño. ¡Y no puedes detener sus
planes para mi vida! ¡El Señor tiene victorias por delante para mí!”

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