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CALUMNIOSA
diciembre 03, 2012
3. CONSIDERANDOS:
PRIMERO.- Habiéndose declarado procedente uno de los recursos de casación, por errores
procesales, -debe analizarse en primer lugar la causal procesal, pues debido a su naturaleza
y a los efectos que produce, si mereciera amparo carecería de objeto pronunciarse respecto
de la infracción normativa sustantiva, por las cuales el recurso también ha sido admitido;
SEGUNDO.- Que, la Procuraduría Pública a cargo de los asuntos judiciales del Ministerio de
Promoción de la Mujer y Desarrollo Social – MIMDES, en relación a la infracción normativa
procesal, denuncia específicamente dos agravios: i) la afectación del derecho al debido
proceso y principio de congruencia, sobre la base de que se le condena al pago de una
indemnización a pesar que no existe relación causal con su representada estando a que los
hechos que motiva la presente demanda, son de fecha anterior a la creación de su
representada, esto es, octubre de mil novecientos noventa y seis, considerando que el
petitorio es jurídicamente imposible; y, ii) afectación al principio de motivación de las
resoluciones judiciales, bajo el razonamiento que el fallo carece de una debida motivación
además de ser la misma aparente, por cuanto no existe relación en el fallo con la realidad
que aparece del proceso penal acompañado, soslayando las atribuciones del Ministerio
Publico y las razones que conllevaron a expedir el auto apertorio de instrucción con mandato
de detención, razón por la que incluso alega la afectación al principio de valoración conjunta
de los medios probatorios.
TERCERO.- Que, a fin de verificar la infracción de las normas procesales denunciadas, debe
en primer término hacerse una síntesis de lo ocurrido en el proceso objeto de análisis. Así se
aprecia: 1) que el actor mediante la demanda de autos, solicita que en forma solidaria las
entidades demandadas le paguen la suma ascendente a seiscientos mil dólares americanos
por responsabilidad extracontractual, más intereses legales, como consecuencia de la
denuncia penal formulada en su contra por la Sociedad de Beneficencia de Lima
Metropolitana, en la que se le imputó la venta de ladrillos de propiedad de la denunciante a
favor de la Constructora Manrique Ugarte SRL, mediante los recibos ascendentes a mil
ochocientos noventa y seis mil nuevos soles con noventa y seis céntimos de nuevo sol y
cuatro mil seiscientos diez nuevos soles, cuyos montos no ingresaron a la cuenta de la
denunciante, motivando el inicio del proceso penal en su contra por el delito de Peculado, en
agravio del Estado, dictándosele mandato de detención, e ingresando al centro penitenciario
el veinticuatro de agosto de dos mil, concediéndosele libertad provisional el veinte de
setiembre de dos mil, proceso penal del que finalmente fue absuelto por sentencia del
veintitrés de noviembre de dos mil; 2) Tramitado el proceso, por los cauces que a su
naturaleza corresponde, el Juez de la causa mediante sentencia de fojas setecientos treinta y
uno, declaró fundada en parte la demanda, ordenando el pago ascendente a doscientos
cincuenta mil nuevos soles, por el daño moral ocasionado al actor, más intereses legales,
sustentándose en la previsión contenida en el numeral 1982 del Código Civil, considerando
que la denunciante no tuvo motivo razonable para atribuir al actor la comisión de delitos
señalados en su denuncia; 3) Dicha decisión ha sido confirmada en un extremo y revocada
en otro por la Sala Civil, con el mismo razonamiento del juez de primer grado, esto es, la
ausencia de motivo razonable para denunciar al demandante, y reduciendo el monto de la
indemnización a cincuenta mil nuevos soles.
CUARTO.- Que, en relación a la afectación al principio de congruencia, indicado en el
apartado i), es del caso advertir que, efectivamente por mandato del Decreto Legislativo Nº
866 publicado el veintinueve de Octubre de mil novecientos noventa y seis, se creó el
Ministerio de Promoción de la Mujer y del Desarrollo Humano – Promudeh, estableciéndose
en su artículo 5 modificado por el artículo 1 del Decreto Legislativo No. 893 (publicado el diez
de noviembre de mil novecientos noventa y seis), la estructura organizativa del aludido
Ministerio, conformado por diferentes -organismos públicos descentralizados-, entre ellos el
Instituto Nacional de Bienestar Familiar -INABIF-.
QUINTO.- Que, si bien a la fecha en que ocurrieron los hechos que motivan la denuncia
interpuesta por el actor, la Beneficencia Pública de Lima, entidad en la que trabajaba el
actor, en su calidad de Sub-Gerente de Cementerios y Servicios Funerarios, no formaba
parte del Promudeh; también es verdad, que estando a lo dispuesto en la Tercera
Disposición Complementaria del acotado decreto, se transfirieron todas las beneficencias del
país al INABIF, órgano que depende funcionalmente y presupuestariamente del Promudeh,
hoy MIMDES , razón por la que corresponde a dicha institución asumir, no sólo los derechos
sino las obligaciones que mantiene la Beneficencia Pública de Lima Metropolitana. Asimismo,
sobre el alegado petitorio jurídicamente imposible, ello ya ha sido dilucidado, con la
expedición de la resolución de fecha diecinueve de octubre del dos mil cinco, corriente a
fojas cincuenta y cuatro, expedida por la Sala Superior, al revocar la resolución número
veintiuno, de fecha dieciocho de enero del dos mil cinco, que rechazó la demanda, no
advirtiéndose la afectación al debido proceso y la incongruencia denunciada en el apartado i)
de la causal procesal, por lo que debe desestimarse el agravio expuesto.
SEXTO.- Que, en cuanto al apartado ii) de la causal procesal, está sustentada en la
afectación del debido proceso y al principio de motivación de las resoluciones judiciales.
Sobre el particular, el derecho a un debido proceso ha sido ampliamente determinado a
través de abundante jurisprudencia expedida por el Tribunal Constitucional como la recaída
en el Expediente número 03926-2008-PHC/TC de fecha trece de marzo del año dos mil
nueve, la cual en sus fundamentos sétimo, octavo y décimo primero, ha establecido lo
siguiente: El debido proceso es entendido como un principio de la jurisdicción con la calidad
de ser un "continente", es decir, en su seno alberga un conjunto de subprincipios o derechos
que le dan contenido; en tal sentido, el Tribunal Constitucional ha señalado lo siguiente: "[…]
El derecho al debido proceso, como ha señalado en reiterada jurisprudencia este Tribunal,
comprende, a su vez, diversos derechos fundamentales de orden procesal, de modo que se
configura, por así decirlo, un derecho "continente" [...] (STC. 10490-2006-AA/TC) (...)
Dentro de esta línea de ideas, el Colegiado Constitucional ha señalado que: "[…] El derecho
al debido proceso significa la observancia de los derechos fundamentales esenciales del
procesado y de las reglas esenciales exigibles dentro del proceso como instrumento de tutela
de los derechos subjetivos. El debido proceso tiene, a su vez, dos expresiones: una formal y
otra sustantiva; en la de carácter formal, los principios y reglas que lo integran tienen que
ver con las formalidades estatuidas, tales como las que establecen el juez natural, el
procedimiento preestablecido, el derecho de defensa, la motivación de las resoluciones [...]"
(STC 8817-2005-HC/TC). Una situación diferente se presenta en los casos en los cuales se
pone de manifiesto una insuficiencia en la motivación de las resoluciones judiciales. En este
tipo de casos, la resolución lidia con lo arbitrario, es decir, casos en los que es imposible
apreciar el nexo lógico entre la decisión adoptada y la argumentación que le sirve de
fundamento (principio de congruencia de las resoluciones judiciales); respecto a este tema,
el Tribunal Constitucional ha establecido: "Uno de los contenidos del derecho al debido
proceso es el derecho a obtener de los órganos judiciales una respuesta razonada, motivada
y congruente con las pretensiones ello garantiza que los jueces, cualquiera que sea la
instancia a la que pertenezcan, expresen el proceso mental que los ha llevado a decidir una
controversia, asegurando que el ejercicio de la potestad de administrar justicia se haga con
sujeción a la Constitución" (STC 1230-2002-PHC/TC);
SETIMO.- Que, se alega que el fallo no tendría una debida motivación y que la misma
resultaría aparente, pero relacionado con la denuncia penal efectuada por el representante
del Ministerio Público, y su actuación en el proceso penal instaurado en contra del actor, y
principalmente en lo dispuesto en el artículo 197 del Código Procesal Civil. Al respecto el
acotado artículo dispone que: “todos los medios probatorios son valorados por el Juez en
forma conjunta utilizando su apreciación razonada. Sin embargo, en la resolución sólo serán
expresadas las valoraciones esenciales y determinantes que sustentan su decisión”. Nuestro
Código Procesal Civil ha acogido el “sistema de la apreciación razonada de la prueba” en
mérito del cual el juzgador se encuentra en libertad de asumir convicción de su propio
análisis de las pruebas actuadas en el proceso, sujetándose a las reglas de la lógica jurídica
expresando criterios objetivos razonables veraces con la actividad probatoria desplegada y
sustentada en la experiencia y la técnica que el juzgador considere aplicable al caso.
OCTAVO.- Que, la función básica de un juez es la de resolver un conflicto de intereses o
eliminar una incertidumbre, ambas con relevancia jurídica, solución que, debidamente
fundamentada es plasmada en una sentencia, en donde se establecen las valoraciones
esenciales que determinan el sentido de la resolución; que, en el caso de autos, la Sala ha
expresado las valoraciones que -a su criterio- conllevan a estimar la demanda, no obstante
dicho razonamiento no siempre está en concordancia con la tesis que defiende una de las
partes en el proceso, lo que en modo alguno, puede ser justificación para alegar la violación
al principio de motivación de las resoluciones judiciales ni de valoración de los medios
probatorios, desde que sólo puede acogerse en sede casatoria, si dicha fundamentación lidia
con lo arbitrario, esto es, si resulta imposible apreciar el razonamiento lógico empleado, y
que la valoración que efectúa, no se sujeta a las reglas previstas por el ordenamiento
procesal civil, apareciendo por el contrario en el caso de autos, una suerte de
cuestionamiento al criterio asumido por el Colegiado, pues la decisión no le resulta favorable
a sus intereses, lo que transciende en el principio básico de independencia en la función
jurisdiccional del que se encuentra investido todo magistrado y se haya contenido en el
artículo dieciséis del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial, por tanto,
este agravio también debe ser desestimado al no verificarse la infracción de las normas
procesales denunciadas, debiendo en tal virtud, proceder al análisis de las infracciones
normativas sustantivas, admitidas también en los recursos planteados.
NOVENO.- Que, la infracción del artículo 1971 inciso 1) del Código Civil, ha sido denunciadas
tanto en el recurso de casación interpuesto por la Procuraduría Pública a cargo de los
asuntos judiciales del Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social – MIMDES, así como la
Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana, mientras que ésta última institución añade
la infracción del numeral 1982 del mismo cuerpo legal, debiendo resolverse de manera
conjunta al ser ambas denuncias conexas.
DECIMO.- Que, como señala el segundo motivo de la recurrida (apartados 2.4, 2.5 y 2.6)
acogiendo la conclusión arribada en el proceso penal de no haberse demostrado la existencia
del delito ni la responsabilidad del procesado, establece que la demandada no ha presentado
prueba que hiciera al menos razonable la existencia de sospechas sobre la conducta del
demandante, razón por la que subsume la conducta de la entidad demandada en la previsión
contenida en el numeral 1982 del Código Civil, considerando que la ausencia de motivo
razonable para denunciar al actor se comprueba por la imposibilidad de acreditar no sólo la
responsabilidad del imputado, sino la existencia del delito que le fuera imputado, arribando a
la conclusión que no es posible sostener que se haya ejercido regularmente un derecho.
DECIMO PRIMERO.- Que, el artículo 1982 del Código Civil, bajo análisis, contiene dos
hipótesis; la primera, se refiere a la denuncia intencional, a sabiendas, de un hecho que no
se ha producido; la segunda, que se presenta en forma disyuntiva con relación a la primera,
se refiere a la ausencia de motivo razonable para la denuncia, lo que necesariamente debe
concordarse con los conceptos de ejercicio regular de un derecho, que exime de
responsabilidad conforme al artículo 1971 del mismo Código, y el abuso del derecho,
reprobado en el artículo Segundo del Título Preliminar del acotado. El doctor Fernando de
Trazegnies , comentando el artículo, señala que "el primer criterio no ofrece dificultades,
salvo las inherentes a la probanza del dolo, en cambio, en el segundo, introduce una idea de
razonabilidad que puede ser materia controvertible", y concluye: "que no sólo habría que
probar que hubo dolo en la denuncia sino que bastaría que se estableciera que no hubo
motivo razonable para denunciar...".
DECIMO SEGUNDO.- Que, debe tenerse presente que la denuncia penal no puede ser
considerada en la misma forma que cualquier acto lesivo del derecho ajeno, pues en
protección del interés público la ley autoriza, y en ciertos casos obliga, a quien tiene
conocimiento de hechos que estima constitutivos de delitos a denunciarlos e indicar los
medios de prueba que conozca, sin exigirle comprobaciones preventivas concretas, que
paralizarían el ejercicio de la facultad, y el deber y haría difícil la colaboración con el interés
social, y por eso tal denuncia, si es presentada por un funcionario público, es un acto relativo
al ejercicio de sus funciones públicas, como lo obligan los artículo 407 y 377 del Código
Penal.
DECIMO TERCERO.- Que, en el caso de los delitos perseguibles de oficio, la actividad del
Ministerio Público es la que se impone a este, por ser titular de la acción penal, cuyo derecho
y poder (acción) es el que da inicio a la relación jurídica procesal, pone en movimiento la
jurisdicción penal. La comunicación que efectuara la entidad demandada al Ministerio Público
de por sí no promueve la acción penal, sino que constituye el cumplimiento del deber que le
impone el artículo 407 del Código Penal ya invocado en el considerando anterior, y por tanto
constituye el ejercicio regular de un derecho. Constituye función del fiscal penal acoger la
denuncia y trasladarla al juez, en cuyo caso, es él quien formula la denuncia, sustentándola
en los indicios que éste reúne y considera razonables, ó en caso contrario, decide archivar la
investigación y no formular denuncia penal. Argumento que sirve para justificar que la
actividad que realiza la entidad demandada, de poner en conocimiento de los hechos al
fiscal, debe considerarse cubierta por la del Ministerio Público, como así resulta de lo
dispuesto en los artículos 1, 5, 11 y 14 de la Ley Orgánica del Ministerio Público, Decreto
Legislativo N° 052.
DECIMO CUARTO.- Que, lo que la ley reprueba, en la primera hipótesis, es la denuncia
calumniosa, es decir formulada a sabiendas de que no se ha cometido el delito; y en el
segundo caso, la ausencia de motivo razonable para formularla, entendiendo que el móvil
que impulsa a la acción, es la de perjudicar al denunciado al no demostrarse la razonabilidad
del comportamiento, supuestos que tampoco se ha acreditado con prueba alguna que haya
operado en la realidad, sino que por lo contrario, ha quedado desvirtuado al haber acogido,
el Juez Penal, la Denuncia Fiscal, al encontrar indicios razonables de la comisión del delito,
sustento con el cual, a su vez, dictó auto apertorio de instrucción; por lo que no se ha
acreditado haberse producido, por la parte demandada, la conducta exigida por el Artículo
1982 del Código Civil, para declarar fundada la demanda.
DECIMO QUINTO.- Que, además, tratándose de una acción de reparación de daños, estos
deben ser demostrados, así como también la relación causa – efecto entre la acción del
denunciante y el daño sufrido, ya que de faltar ésta la consecuencia sería la inexistencia de
responsabilidad, toda vez que los daños y la relación de causalidad constituyen presupuestos
de toda responsabilidad civil.
DECIMO SEXTO.- Que, se genera responsabilidad como consecuencia de denuncia formulada
al prójimo, por un hecho punible, del que luego es absuelto, cuando el agente, infringiendo
deberes, vulnera derechos de la víctima, causándole daños; contrario sensu, no hay
responsabilidad civil cuando a pesar de causar un daño no se vulnera un deber jurídico, ni
derecho alguno del perjudicado, y ello acaecerá, como señala Antonio Borrell Macía : a)
Cuando se daña o perjudica en virtud de un deber del autor del daño; b) cuando se ejercita
un derecho que realmente lo sea; c) cuando se realiza un acto en interés del perjudicado y
de acuerdo con su voluntad expresa o presunta (gestión de negocios, etc.); d) si por error
excusable, según ennecerus, el autor de la lesión creía en la licitud de su gestión; e) no
existe vulneración de un deber jurídico cuando la acción se realiza por quien, por defecto de
la inteligencia o de la voluntad, no puede ser considerado libre, pues la culpa es propia de
personas que son libres en sus actos.
DECIMO SETIMO.- Que, es evidente que todos tenemos la obligación de dirigir nuestros
actos hacia el bien común, por ello no nos es permitido abusar de nuestro derecho para
perjudicar al prójimo sin un interés legítimo y debe entenderse que no hay motivo razonable
para proceder cuando se denuncia un hecho inexistente, que se está en la convicción de que
no se ha producido, lo que se debe diferenciar del caso de la existencia de indicios de la
participación del denunciado en ese hecho y su posible responsabilidad penal; lo cual
corresponde determinar a la autoridad competente.
DECIMO OCTAVO.- Que, en tal sentido, si bien el actor finalmente ha sido absuelto de los
cargos que se le imputaron en el proceso penal, con motivo de la denuncia formulada por la
institución demandada, ello no constituye la ausencia de motivo razonable, tanto más, si por
los mismos hechos fue destituido de su cargo, y como reconoce la recurrida en la resolución
recurrida, dicha destitución administrativa sufrida por el actor no fue contradicha
oportunamente por él, apreciando que la relación laboral que mantuvo con la Sociedad de
Beneficencia finalizó sin su protesta, lo que lleva a concluir que efectivamente la Sala aplicó
indebidamente lo dispuesto en el numeral 1982 del Código Civil, no configurándose supuesto
alguno para la existencia de responsabilidad civil, verificándose que la conducta realizada por
la entidad demandada ha sido dentro del ámbito amparado por el derecho, lo cual equivale al
ejercicio regular de un derecho contenido en el inciso 1 del artículo 1971 del Código Civil,
cuya norma evidentemente ha sido inaplicada, de conformidad con el razonamiento antes
glosado;
4.DECISION:
Por las consideraciones expuestas, y en aplicación de lo previsto en el artículo 396 del
Código Procesal Civil, modificado por la Ley 29364:
a) declararon FUNDADOS los Recursos de Casación interpuestos por la Procuraduría Pública a
cargo de los asuntos judiciales del Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social – MIMDES y
Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana; en consecuencia, CASARON la sentencia de
vista de fojas novecientos cuarenta, su fecha nueve de noviembre del dos mil nueve;
b) actuando como sede de instancia, REVOCARON la sentencia apelada de fojas setecientos
treinta y uno, su fecha treinta de diciembre de dos mil ocho, que declarara fundada en parte
la demanda de fojas ciento veintidós, interpuesta por don Teobaldo Isaac Pacheco Pinillos, y
ordena que las entidades demandadas le paguen al actor la suma de S/. 250,000.00 nuevos
soles, por concepto de daños y perjuicios; y, REFORMÁNDOLA, declararon INFUNDADA la
demanda; exoneraron expresamente al demandante de las costas y costos del proceso;
c) DISPUSIERON la publicación de la presente resolución en el Diario Oficial El Peruano, bajo
responsabilidad; en los seguidos por Teobaldo Isaac pacheco Pinillos con el Ministerio de la
mujer y Desarrollo Social y otro sobre indemnización por daños y perjuicios; y los
devolvieron. Interviene como ponente el Juez Supremo Castañeda Serrano.
SS.
ALMENARA BRYSON
DE VALDIVIA CANO
WALDE JAUREGUI
VINATEA MEDINA
CASTAÑEDA SERRANO Nj/at
LOS HECHOS ILICITOS: Los clasificamos en Delitos y ciertas Culpas Civiles que ocasionan un
daño, lo que en la época del Derecho Romano llamaron los Cuasidelitos. Ciertas conductas
de las personas, ciertos hechos en que incurren las personas que ocasionan daños, ambos
engendran la responsabilidad Civil Extracontractual, tanto los delitos como las culpas civiles
(negligencia, impericia e imprudencia) producen daños.
En materia de responsabilidad Civil extracontractual, no nos interesa que la conducta de la
persona sea sancionada desde el punto de vista del derecho penal. Ese es un problema del
derecho Penal, de la jurisdicción lograr sancionar la conducta, en materia de derecho Civil lo
que nos interesa es que la conducta que produce ese daño sea reparada tal y como lo
pregona el Art. 2341 del C.C.
ART. 2341.—El que ha cometido un delito o culpa, que ha inferido daño a otro, es obligado a
la indemnización, sin perjuicio de la pena principal que la ley imponga por la culpa o el delito
cometido.
En materia de derecho Civil lo que nos interesa es la reparación del perjuicio, una cosa es la
sanción Penal y otra es la reparación del perjuicio, el perjuicio se materializa con la probanza
del daño sufrido, que se den circunstancias, como la justificación del hecho, legítima
defensa, estado de necesidad y otras no tiene en materia de reparación del perjuicio la
misma trascendencia que materia penal. Todo daño debe ser reparado, es la invariable
premisa de la cual hay que partir en materia de responsabilidad civil extracontractual, quien
mata a otro en legítima defensa, causa un daño igual a quien lo hace planeando el crimen,
se dispuso de la vida de una persona, hay un perjuicio si reclama su pago debe repararse.
Al derecho Civil lo que interesa es que no haya daño sobre la tierra que no encuentre una
indemnización en el patrimonio del causante del daño. El problema es encontrar el
patrimonio que debe reparar el daño y además que este en capacidad de hacerlo, es decir
tenga el respaldo económico necesario.
El problema de si el hecho generador es un Delito o es una Culpa Civil sólo se tiene en
cuenta para efectos de determinar el término para intentar la acción de reparación en uno o
en otro caso.
El Contrato de Transporte es el único caso en que uno puede demandar por Responsabilidad
contractual deriva del contrato de Transporte y por responsabilidad Civil Extracontractual, si
hay culpa del transportador. Ejemplo: Un bus de transporte de pasajeros tiene un percance,
se lesionan las personas, la ley mercantil establece unas indemnizaciones a favor de los
pasajeros lesionados, ellas son Contractuales, pero si se prueba además que hubo culpa del
conductor se generará una responsabilidad civil extracontractual.
Solidaridad y litisconsorcio en la
responsabilidad civil extracontractual
mayo 05, 2011
Solidaridad y litisconsorcio en la responsabilidad civil extracontractual
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http://www.iuriscivilis.com/2009/10/solidaridad-y-litisconsorcio-en-la.html
La jurisprudencia de nuestro Tribunal Supremo tiene declarada, de forma reiterada, la
aplicación de la solidaridad en lo referente a la responsabilidad civil extracontractual. La
aplicabilidad de las reglas de la solidaridad responde a razones de seguridad e interés social,
por cuanto constituye un medio para asegurar la protección de la víctima.
Ahora bien, esta concurrencia causal no impide, como señala acertadamente las STS de 8 de
febrero de 1994 y de 27 de marzo de 2002, la existencia de una pluralidad de sujetos y de
conductas u omisiones que pueden ser independientes, autónomas, simultáneas o sucesivas.
En cualquier caso, esta pluralidad de agentes y comportamientos deben de concurrir o
concatenarse en la producción del resultado dañoso. No se requiere que sean concausas y sí
que tengan un valor relevante en dicha producción. De esta forma, quedarán excluidos
aquéllos comportamientos que puedan tener un carácter secundario, entendiendo por causa
no sólo la cooperación material, sino también la situación fáctica o jurídica que conduce a la
unidad de responsabilidad. En estos casos, se mantendrá la solidaridad aun tratándose de
actos independientes de los deudores que provocan el daño y se impone aquélla cuando se
deduce de la naturaleza de la obligación siempre que cada deudor esté individualmente
sujeto al complimiento íntegro de la obligación.
Por el contrario, cuando no hay concurrencia causal única y sí posibles acciones u omisiones
convergentes y ha podido concretarse e individualizarse su repercusión y relevancia con
respecto al resultado, es cuando no procede decretar la responsabilidad solidaria de la
obligación de los demandados frente a los perjudicados, por lo que se impone la necesidad
de especificar el grado de participación que en la causación de un daño tienen los que se
consideran causantes del mismo y si esta circunstancia queda perfectamente determinada, la
solidaridad queda sustituida por la mancomunidad de cada partícipe. Esta solidaridad es
conocida como impropia, en contraposición a la propia, pues no tiene su origen en la ley o en
un pacto expreso o tácito, sino que nace con la sentencia de condena (vid STS de 7 de
diciembre de 2006).
En este sentido, la STS de 14 de marzo de 2003, siendo ponente D. José Almagro Nosete,
realiza una transcripción de una consulta sobre la cuestión jurídica a debatir, formulada a la
Junta General de los Magistrados de la Sala Primera del Tribunal Supremo, celebrada el día
27 de marzo de 2003. Así por mayoría de votos la citada Junta adoptó la conclusión
siguiente:
"el párrafo primero del artículo 1.974 del Código civil únicamente contempla efecto
interruptivo en el supuesto de las obligaciones solidarias en sentido propio cuando tal
carácter deriva de norma legal o pacto convencional, sin que pueda extenderse al ámbito de
la solidaridad impropia, como es la derivada de responsabilidad extracontractual cuando son
varios los condenados judicialmente (...) sin perjuicio de aquellos casos en los que por
razones de conexidad o dependencia, pueda presumirse el conocimiento previo del hecho de
la interrupción, siempre que el sujeto en cuestión haya sido también demandado»
«(...) A esta última especie de solidaridad no son aplicables todas las reglas prevenidas para
la solidaridad propia y, en especial, no cabe que se tome en consideración el artículo 1.974
del Código civil en su párrafo primero, mucho menos, cuando el hecho alegado quedó
imprejuzgado, por propia definición, respecto de los que no fueron traídos al proceso,
basándose en una presunta responsabilidad "in solidum" (la solidaridad no se presume
conforme al artículo 1.137 del Código civil), que fue declarada para unos sujetos distintos de
los luego por designio del reiteradamente actor vinculados, a los que no puede extenderse la
singularidad de un pronunciamiento que se establece con base en las circunstancias fácticas
alegadas y probadas en el asunto previo, sin que fuera de tal condena, precisamente, por
inexistencia del expresado vínculo antecedente "ex voluntate" o "ex lege", puedan
formularse representaciones unilaterales de solidaridad sin causa demostrada.»
Por todo ello, cabe concluir que la presencia de diversos sujetos en la producción del daño
mediante la culpa extracontractual, en cuanto que puede dar lugar a una solidaridad
impropia, no invalida la relación jurídica procesal porque no haya demandado alguno de los
posibles responsables. El perjudicado puede dirigir su acción contra todos o algunos de los
presuntos responsables civiles, sin perjuicio de que, al permanecer preexistentes las
relaciones internas, se puedan utilizar las acciones de repetición que en su caso procedan por
los que se declaren responsables y resultan condenados respecto a los demás intervinientes.
En este sentido, la STS de 7 de septiembre de 2006, siendo ponente D. Juan Antonio Xiol
Ríos, el Fundamento Jurídico Noveno, letra c) señala en referencia a la situación de
litisconsorcio que:
«La doctrina del litisconsorcio pasivo necesario exige llamar al juicio a todas las personas
que, en virtud de disposición legal o por no ser escindible la relación jurídica material,
puedan estar interesadas directamente o puedan resultar afectadas en la misma medida por
la resolución que se dicte en el proceso. Es una exigencia de naturaleza procesal que se
funda en el principio de audiencia y de prohibición de la indefensión y que robustece la
eficacia del proceso evitando resultados procesales inútiles por no poder hacerse efectivos
contra los que no fueron llamados a juicio e impidiendo sentencias contradictorias (SSTS de
4 de noviembre de 2002, 2 de abril de 2003, 18 de junio de 2003 y, entre las más recientes,
21 de enero de 2006 y 31 de mayo de 2006 ) (...) que requiere para su apreciación que
entre los litisconsortes exista un nexo común o, lo que es lo mismo, una comunidad de
riesgo procesal (SSTS de 30 de junio de 1967, 6 de diciembre de 1977, 24 de noviembre de
1998, 28 de diciembre de 1999 y 20 de diciembre de 2005 ), nacida de vinculaciones
subjetivas resultantes de los derechos deducidos en juicio, de modo que pueda preverse que
todos ellos quedarán afectados por la resolución (SSTS de 4 de junio de 1999 y 30 de
septiembre de 1999 ) de manera directa y no meramente refleja (SSTS de 2 de abril de
2003, y 18 de junio de 2003, 22 de abril de 2005 y 21 de marzo de 2006, recurso núm.
2627/99 )».
«es doctrina consolidada que la participación de diversos agentes en la producción del daño
mediante culpa extracontractual, en cuanto ordinariamente puede dar lugar a una
solidaridad impropia, no exige que se demande a todos los posibles responsables (SSTS de
18 de diciembre de 2003, 2 de febrero de 2004 y, entre las más recientes, SSTS de 31 de
mayo de 2006 y 18 de abril de 2006 ) y menos aún en los casos en los cuales concurre una
Administración pública, respecto de la cual el título de imputación de la responsabilidad
extracontractual es de distinta naturaleza del aplicable a los particulares. Como es bien
sabido, la denominada solidaridad impropia ha sido aplicada tradicionalmente, y de forma
casi general, en tres ámbitos: la responsabilidad decenal del artículo 1591 CC, la fianza
mercantil y la responsabilidad civil extracontractual.»
Fuente Consultada:
José Antonio Seijas Quintana. Responsabilidad Civil. Aspectos fundamentales. Editorial Sepín.
2007. Páginas 55 a 58.
Si nos remontamos a los primeros grupos humanos, la venganza era un mecanismo privado
mediante el cual se castigaba a quien causaba daño al ofensor, es decir la venganza era
personal, no intervenía la sociedad.
La Ley del Talión “ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie” daba al
ofendido la aprobación para vengar la ofensor, en etapas históricas posteriores, la víctima
del daño comenzó a perdonar al agresor a cambio de una suma de dinero literalmente
aceptada.
Para algunos tratadistas según señala Alfonso Orasmos el momento histórico en que el
ofendido perdonaba al agresor a cambio de algo se estableció la incipiente relación entre él
deber de responder y la obligación de resarcir el daño. Uno de los preceptos de las XII Tablas
lo señalaba “Mutilado el miembro, si no hay transacción, impónganse al autor la Ley del
Talión”
La propia Ley de las XII Tablas, iba establecer cambien la transición entre la composición
voluntaria y la legal existían ciertos delitos establecidos para los cuales la posibilidad de
escoger entre la venganza o la suma de dinero, era voluntaria, en cambio, para actos ilícitos
la autoridad imponía una suma de dinero que el ofendido debía aceptar y el ofensor tenia
que pagar, como por ejemplo lo señala IGNACIO MORALES :
Tabla III
El depositario que dolosamente malversare él deposito, pague el daño causado.
Tabla VII
Quien perjudicare sin derecho o por casualidad, este tenido al resarcimiento del daño.
Tabla VIII
Con el daño causado injustamente.....(como no sea por accidente fortuito), condénese a la
reparación.
Justiniano considero necesario precisar de una manera elemental los principios de la
jurisprudencia, para tal efecto comisiono a Triboniano, Teófilo y Doroteo para que llevarán a
cabo tal encargo, publicando el 21 de noviembre de l año 533 con el nombre de Institutas o
Instituciones. Los dos primeros títulos del primer libro hablan de la justicia, de la
jurisprudencia y el derecho en general, los veinticuatro libros siguientes se refieren al
derecho de personas, por su parte el segundo y tercer libro hasta el libro decimocuarto
tratan de las cosas, el libro cuarto habla de las obligaciones de los contratos, cuasi contratos
delitos,
Luego de muchas resoluciones y existiendo muchas contradicciones Justiniano “Las cincuenta
Decisiones”
En el año 534 Constantino y Juan, Menna, Doroteo y Triboniano publicaron con el nombre de
Codees Justinianeus Repetitae Praelectionis.
El Corpus Juris Civile de JUSTINIANO aparece en edición impresa en Barcelona en 1874 de la
cual podemos extraer :
Ley X La justicia es una voluntad firme y perpetua de dar a cada uno lo que le pertenece.
1. Los principios del derecho son estos: vive como se debe, no hacer daño a otro, y dar a
cada uno lo que es suyo
En Roma existían algunas reglas tales como:
1. En casos fortuitos no se presume culpa si no se prueba (culpa in casibus fortuitis non
praesumitur nisi probetur)
2. En caso fortuito nadie esta obligado sino por culpa, pacto o tardanza.
3. Ninguno hace daño o injuria, sino aquel que hace lo que no tiene derecho de hacer (nemo
damnum facit, nisi qui id facit, quod facere jus non habet)
4. La ley ve los hechos y no las voluntades (lex opus inspicit non voluntatem)
5. Las leyes favorecen al diligente y no al omiso (Vigilantibus et non durmientibus jura
subvenium)
6. Los pactos contra las buenas costumbres, las leyes o la honestidad no tienen fuerza
alguna (Pacta contra bonos mores, vel leges, vel contra honestas consuetudines nullius sunt
momenti).
7. El que promete hacer algo, esta obligado a hacerlo, si no lo hace o no puede hacerlo, está
obligado al interes (Qui factum promisissit, ad factum tenetur, si non fecit, vel amplius non
potest fieri, ad interesse obliogatur)
En Roma el derecho se dividían en públicos y privados, los primeros dan lugar a una
instancia penal que recibe el nombre de publicum judicium; y los segundos son aquellos en
los cuales una persona ha sufrido lesión de sus derechos y corresponde solamente a ella la
persecución que da lugar a la instancia privada denomina privatum judicium, dentro de este
tenemos a los que atacan los bienes o honor de una persona y son: a) hurto, b) la rapiña, c)
el daño material y d) la injuria.
Corresponde entonces a nosotros tratar el daño material en Roma, que era el daño inferido
injustamente a una persona que recibía el nombre de dammum injuria factum, y su castigo
surgió a propuesta del tribuno Aquilio mediante la Lex Aquilia de danno.
La Ley Aquilia especifico las penas a que debía ser condenado el delincuente que había
matado injustamente al esclavo ajeno o si hubiera matado a un animal perteneciente al
ganado, ya fuera a rebaños de ovejas y cabras, a recuas de caballos, mulas, asnos, sin
derecho a hacerlo, causando un daño consistente en la disminución de la fortuna del otro.
La misma ley estableció una pena contra el adstipulante que defraudaba al estipulante, y
condonaba la deuda del deudor por medio de una aceptación. La misma Ley Aquilia
estableció una pena aplicable a los que cometieran daños no especificados de los citados.
Sin embargo existen muchos doctrinarios y tratadistas como Hugo Grocio que atribuyen el
desarrollo de la responsabilidad a la Escuela de derecho Natural, que señala que cada
persona es responsable del daño causado por su hecho ilícito.
Domat y Pothier recogieron este precepto estableciendo así una doctrina especifica en el
campo de la responsabilidad, llegando a establecer las fuentes de las obligaciones que
sustentaba nuestro derogado Código Civil y en las cuales se hace referencia a los delitos y
cuasi delitos.
SILVA hace referencia al derecho Anglosajón señalando que recién en el siglo XII y de
manera muy incipiente con el recurso denominado trespass que era un remedio contra daños
directos y físicos a personas o a la propiedad, se desarrolla el tema.
RESPONSABILIDAD CIVIL
Partiendo del principio romano es deber genérico de causar daño a nadie, si este no es
cumplido, su correlato es la obligación de reparar el perjuicio causado por su responsable.
Consideramos que esta constituye la base de la responsabilidad y de sus distintos regímenes
jurídicos que derivan de el, sobre la naturaleza del hecho ilícito, entendido claro esta como
ilícito civil y del daño ocasionado.
La responsabilidad civil que nació de una misma fuente, fue dividida así en dos áreas,
diferenciadas según su concepción, de esta génesis única, el ALTERUM NON LAEDERE, ha
nacido la responsabilidad civil contractual y la extracontractual.
LA RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL
Los antecedentes sobre la responsabilidad civil extracontractual en nuestro derecho data del
Código Civil de 1852, que adopta el principio de culpa como base para la determinación de
culpa, la culpa debe ser demostrada por el demandante; en el Código Civil de 1936 mantuvo
igual la teoría de la culpa y en nuestro actual Código Civil de 1984 la responsabilidad
extracontractual se encuentra regulada en el Libro VII, Fuente de Obligaciones Sección
Sexta, tanto como responsabilidad objetiva como subjetiva.
AGUILA GRADOS y CAPCHA VERA señala que “la responsabilidad esta referida al aspecto
fundamental de indemnizar los daños ocasionados a la vida de relación de los particulares,
bien se trate de daños producidos como consecuencia del incumplimiento de una obligación
voluntaria, principalmente contractual, o bien se trate de daños que sean el resultado de una
conducta sin que exista entre los sujetos ningún vinculo de orden obligacional.
Cuando el daño se produce sin que exista ninguna relaciona jurídica previa entre las partes,
o incluso existiendo ella, el daño es consecuencia, no del incumplimiento de una obligación
voluntaria, sino simplemente del deber jurídico genérico de no causar daño a otro, nos
encontramos en el ámbito de la denominada responsabilidad extracontractual”.
En consecuencia podemos afirmar que la responsabilidad civil extracontractual es un deber
jurídico general de no hacer daño a nadie.
Los criterios de información en materia de responsabilidad civil extracontractual se proyecta
bajo tres criterios de información:
a) La Responsabilidad Subjetiva; contemplada en el art. 1969 del CC, siendo sus elementos:
• la determinación de la culpa por acción u omisión.
• la determinación del dolo por acción u omisión.
b) La Responsabilidad Objetiva, La responsabilidad por el empleo de cosas riesgosas o
actividades peligrosas; contemplado en el Art. 1970 CC, no se requiere que medie una
conducta dolosa o culposa, basta que exista un nexo causal entre el desarrollo de la
actividad peligrosa con el daño causado al agraviado a consecuencia de dicha actividad.
a. la antijuridicidad
b. el daño causado
c. el nexo causal y
d. los factores de atribución
Jurisprudencia
Cas. Nº 1072-2003-Ica
www.pj.gob.pe
Arts. 1969, 1970 y 1985
“De acuerdo a los artículos 1969, 1970 y 1985 del Código Civil, para la procedencia de la
responsabilidad civil extracontractual, deben concurrir los siguientes requisitos: a) la
antijuridicidad de la conducta, b) el daño causado, c) la relación de causalidad entre el hecho
generador y el daño producido y , d) los factores de atribución.
1. LA ANTIJURIDICIDAD
Es todo comportamiento humano que causa daño a otro mediante acciones u omisiones no
amparadas por el derecho, por contravenir una norma, el orden público, la moral y las
buenas costumbres.
Las conductas que pueden causar daños y dar lugar a una responsabilidad civil pueden ser:
a. Conductas Típicas.- Cuando están previstas en abstracto en supuestos de hecho
normativo. Es decir la conducta contraviene una norma.
b. Conductas Atípicas.- Aquellas que no están reguladas en normas legales, pero vulneran el
ordenamiento jurídico. La conducta contraviene valores y principios.
La antijuricidad genérica es aceptada en el ámbito de la responsabilidad extracontractual,
porque incluye las conductas típicas y atípicas.
Nace la obligación de indemnizar cuando se causa daño a otro u otros mediante:
b. un comportamiento no amparado en el derecho,
c. por contravenir una norma de carácter imperativo,
d. por contravenir los principios que conforman el orden publico o
e. las reglas de convivencia social que constituyen las buenas costumbres.
Resulta evidente que siempre es necesaria una conducta antijurídica o ilegitima para poder
dar nacimiento a la obligación de indemnizar.
Se entiende, entonces, que la antijuridicidad es toda manifestación, actitud o hecho que
contraría los principios básicos del derecho, por lo cual el autor del daño no será responsable
si la conducta realizada se efectuó dentro de los limites de lo licito.
Ejemplo:
No existe responsabilidad civil en los casos de daños causados en el ejercicio regular de un
derecho, pues se trataría de daños producidos dentro del ámbito de lo permitido por el
sistema jurídico: pueden ser supuestos autorizados o justificados por el ordenamiento
jurídico.
En el ámbito de la responsabilidad no rige el criterio de la tipicidad en materia de conductas
que pueden causar daños y dar lugar a la obligación legal de indemnizar, sino que dichas
conductas pueden ser típicas en cuanto se encuentre previstas en abstracto en supuestos
legales, la producción de las mismas viole o contravenga el ordenamiento jurídico. Este
amplio concepto de antijuridicidad es reconocido por la responsabilidad extracontractual,
pues en ella no se encuentran predeterminadas las conductas, por lo cual se entiende que
cualquier conducta será susceptible de dar lugar a una responsabilidad civil en la medida que
se trate de una conducta ilícita que cause daño.
En cambio en la responsabilidad contractual la antijuridicidad debe ser siempre típica, ya que
es consecuencia de un incumplimiento, cumplimiento tardío o defectuoso de una obligación,
por tanto la conducta que puede dar lugar a una indemnización son siempre conductas
tipificadas legalmente.
a. HECHO ILICITO.- Son todas aquellas acciones u omisiones que son contrarias al
ordenamiento jurídico. TORRES VASQUEZ señala que la ilicitud se deduce del Art. V del Titulo
Preliminar del Código Civil que dispone que “es nulo el acto jurídico contrario a las leyes
imperativas que interesan al orden publico y a las buenas costumbres” señalando que la
distinción entre lo licito o ilícito se debe mas que a la naturaleza voluntaria del acto, a la
naturaleza de las consecuencias. La acepción subjetiva de ilicitud es acogida en el Código
Civil al regular la responsabilidad civil contractual y extracontractual. Con relación a la
responsabilidad extracontractual la obligación de indemnizar surge, no del incumplimiento de
una obligación jurídica preexistente, sino del mero hecho de haberse causado el daño, la
relación jurídica nace recién con el daño causado. Y establece los elementos de la ilicitud:
• la voluntariedad del acto
• la reprobación del ordenamiento jurídico
• dolo y culpa
Nuestro ordenamiento jurídico establece como responsabilidad subjetiva ”aquel que por dolo
o culpa causa un daño a otro esta obligado a indemnizarlo. El descargo por falta de dolo o
culpa corresponde a su autor” (Art. 1969 C.C).
Podemos afirmar que es doloso cuando contraviene un deber y el culposo cuando ha sido
realizado sin voluntad de causar daño por negligencia (descuido, imprudencia, impericia).
La responsabilidad subjetiva es el principio rector de la responsabilidad extracontractual,
pero admite también una responsabilidad objetiva en su Art. 1970 “Aquel que mediante un
bien riesgoso o peligroso, o por el ejercicio de una actividad riesgosa o peligrosa, causa un
daño a otro esta obligado a repararlo”.
RESPONSABILIDAD SUBJETIVA - acto ilícito - dolo o culpa
RESPONSABILIDAD OBJETIVA - acto licito - riesgo o peligro
A efectos de no caer en confusión es necesario marcar diferencias en relación a la
responsabilidad penal:
El proceso penal nacional, regulado por el Código de Procedimientos Penales, acumula
obligatoriamente la pretensión penal y la pretensión civil. El objeto del proceso penal,
entonces es doble, el penal y el civil. Así lo dispone categóricamente el Art. 92 del Código
Penal “La reparación civil se determina conjuntamente con la pena”, y su satisfacción, más
allá del interés de la víctima – que no ostenta la titularidad del derecho de penar, pero tiene
el derecho a ser reparada por los daños y perjuicios que produzca la comisión de un delito –
debe ser instado por el Ministerio Público, tal como lo prevé el articulo 1 de su Ley Orgánica.
El objeto civil se rige por los artículos 54º al 58º, 225.4, 227 y 285 del Código de
Procedimientos Penales y los artículos 92 al 101 del Código Penal – este ultimo precepto
remite, en lo pertinente, a las disposiciones del Código Civil “la reparación civil se rige,
además, por las disposiciones pertinentes del Código Civil”.
A partir de esas normas, nuestro proceso penal cumple con una de sus funciones
primordiales, la protección de la víctima y el aseguramiento de la reparación de los derechos
afectados por la comisión de un delito en cuya virtud garantiza “(...) la satisfacción de
intereses que el Estado no puede dejar sin protección” .
La reparación civil, que legalmente define el ámbito del objeto civil del proceso penal esta
regulada por él articula 93º del Código Penal, desde luego, presenta elementos
diferenciadores de la sanción penal, existen notas propias, finalidades y criterios de
imputación distintos entre la responsabilidad penal y responsabilidad civil, aun cuando
comparten un mismo presupuesto: El acto ilícito causado por un hecho antijurídico, a partir
de la cual surgen las diferencias respecto de su regulación jurídica y contenido entre el ilícito
penal y el ilícito civil. Así las cosas, se tiene que el fundamento de la responsabilidad civil que
origina la obligación de reparar, es la existencia de un daño civil causado por un ilícito penal,
el que obviamente no puede identificarse con “ofensa penal” – lesión o puesta en peligro de
un bien jurídico protegido, cuya base se encuentra en la culpabilidad del agente (la causa
inmediata de la responsabilidad penal y la civil ex delito infracción/daño, es distinta); el
resultado dañoso y el objeto sobre el que recae la lesión son distintos.
Desde la perspectiva del daño civil debe entenderse como aquellos efectos negativos que
derivan de la lesión de un interés protegido, lesión que puede originar consecuencias
patrimoniales o extrapatrimoniales. Una concreta conducta puede ocasionar tanto daños
patrimoniales que consisten en la lesión de derechos de naturaleza económica, que debe ser
reparada, radicada en la disminución de la esfera patrimonial del dañado y en el no
incremento del patrimonio dañado o ganancia patrimonial neta dejada de percibir –
menoscabo patrimonial; como daños extrapatrimoniales circunscrita a la lesión de derechos
o legítimos intereses existenciales – no patrimoniales – tanto en las personas naturales como
jurídicas – se afectan como acota ALASTUEY DOBON, bienes inmateriales del perjudicado,
que no tienen reflejo patrimonial alguno
En consecuencia no es procedente, el que se constituya en parte civil en el proceso penal, no
puede solicitar la reparación en la vía civil, puesto que en el proceso penal se tramita
acumulativamente la reparación civil. La reparación civil fijada en la vía penal surte efectos
sobre el agraviado que se constituyo en parte civil.
La reparación civil no es diferente de la indemnización, pero es más amplia pues incluye a la
indemnización por daños y perjuicios y además la restitución del bien o el pago del valor
cuando la restitución no es posible.
El plazo de prescripción dispuesto en él articula 100º del Código Penal no afecta el plazo de
prescripción extintiva de la acción en materia civil, pues este plazo no corre mientras no se
extinga la acción penal, lo cual no quiere decir que prescrita la acción penal se compute a
partir de ahí el plazo de dos años de la prescripción de la acción civil.
b. EL HECHO ABUSIVO.- En torno al hecho abusivo se han desarrollado una serie de
discusiones teóricas, las han intentado de precisar los criterios que los analistas de la
responsabilidad civil deben de tener en cuenta para establecer cuando estamos ante un
hecho de tal naturaleza.
En el desarrollo de estos derechos observamos que el titular puede tener dos actitudes
anormales, que se excedan de los limites de la funcionalidad del derecho, lo que implica “ir
un mas allá” que dará lugar a perjuicios a otro particular.
Ejemplo: El propietario de un bien inmueble tiene derecho a usar, disfrutar, disponer y
reivindicar dicho bien, en ejercicio de ese derecho este propietario decide derrumbar su
inmueble para construir otro, utilizando una tractor conducido por el mismo sin ser experto
en ello, por lo que ocasiona daños a los inmuebles colindantes, se demuestra que se ha
excedido de su derecho que posee sobre su propiedad.
c. EL HECHO EXCESIVO.- Para muchos tratadistas el hecho excesivo no debe ser regulado en
forma independiente del hecho abusivo, dado que ambos responden a una lógica idéntica.
• Estado de Necesidad.- Suele ser definido como el sacrificio del bien jurídicamente inferior a
favor de un jurídicamente superior, frente a un estado de peligro inminente.
Según él articulo 1971º inc 3) del Código Civil se establece que no hay responsabilidad
“(...)en la perdida, destrucción o deterioro de un bien por causa de la remoción de un peligro
inminente, producidos por estado de necesidad, que no exceda lo indispensable para
conjurar el peligro y siempre que haya notoria diferencia entre el bien sacrificado y el bien
salvado. La prueba de la perdida, deterioro o destrucción del bien es de cargo del liberado
del peligro”
Todo daño a efectos de ser indemnizado debe ser cierto, esto implica que quien alegué haber
sufrido un daño debe demostrar su ocurrencia, tal como lo exige además nuestra legislación,
ya en el plano procesal, así el Art. 424º del Código Procesal civil hace referencia a los
fundamentos de hecho, de derecho y a los medios probatorios.
Doctrinariamente se exige que el daño sea cierto o real, esto es, efectivo. El daño futuro
también es indemnizable, en la medida que sea real, esto es, que necesariamente se tenga
que producir. En cambio el daño eventual no es indemnizable porque no es cierto, se
entiende por daño eventual al hipotético, fundado en suposiciones.
El daño indemnizable debe ser directo, debe provenir directamente del hecho del autor o del
incumplimiento de una obligación contractual. El daño indirecto no se indemniza jamas
porque no existe nexo causal entre el incumplimiento o el hecho dañoso por un lado, y el
daño por el otro.
Finalmente el daño moral es indemnizable en ambas responsabilidades entendiéndose por tal
a toda molestia, angustia, dolor o sufrimiento de la víctima, aunque no tenga una
apreciación pecuniaria.
Cabe señalar que en la responsabilidad extracontractual los daños imprevistos no se
indemnizan jamas: “la previsibilidad de los daños no tiene cabida en la responsabilidad
delincuencial o culposa, puesto que al ejecutarse el hecho dañoso no existe un vinculo
jurídico previo que ligue al dañador con la víctima.
Los requisitos son:
a) Afectación personal del daño
En todo supuesto indemnizatorio se verifica la existencia de una relación entre el sujeto
responsable y la víctima, siendo esta ultima la llamada a solicitar la reparación por haberse
perjudicado su interés.
La presente necesidad se complementa con la exigencia establecida en el Art. 424 del Código
Procesal Civil de identificar al sujeto demandante y al demandado, es decir en
correspondencia que en materia procesal esta considerada como una condición de acción.
El daño se va concebir como el menoscabo de un interés, diferenciándolo con el bien jurídico
que es concretamente afectado, por ende, la víctima no necesariamente va ser el afectado
en forma concreta, sino también cuyo interés se ve perjudicado.
Ejemplo
Una persona sufre un atropello quedando invalido, este sujeto antes del accidente trabaja en
una mina, percibiendo un ingreso suficiente para cubrir las necesidades de su cónyuge e
hijos quienes dependían económicamente de el, en este caso no solo es víctima el
atropellado, sino también su cónyuge e hijos quienes no podrán seguir estudiando, ni cubrir
sus necesidades, toda vez que el padre era el único ingreso económico de la familia.
Hay que diferenciar entre los sujetos damnificados, considerando que pueden existir
damnificados directos, que son los que se ven afectados de manera directa con el resultado
dañoso al haber participado en forma concreta en el evento (víctima) y damnificados
indirectos que son aquellos que ven afectados sus intereses sin que hayan participado
directamente me manera concreta en el evento (cónyuge, hijos, etc).
b. Que el daño sea injusto
Hacemos referencia con este requisito a que el daño debe haberse producido por efectos de
un hecho generador de un supuesto de responsabilidad civil, en otras palabras un daño cuya
realización no sea “justificada” por el ordenamiento jurídico.
d. Subsistencia del Daño:
Que no haya sido indemnizado con anterioridad.
Para solicitar y obtener una indemnización, el interés dañado es reparar, no debe haber sido
objeto de un resarcimiento previo que haya dado lugar a su satisfacción, puesto que permitir
su indemnización se estaría incurriendo en un supuesto de enriquecimiento indebido al
considerarse que se pago doblemente por un mismo concepto.
e. Certeza
Analizándose dos aspectos de la certeza:
Una certeza lógica y una certeza fáctica, este requisito esta relacionado, e implica una
seguridad en cuanto a su existencia y que haya irrumpido a la realidad actual, daño que
recién se hace patente en virtud al accionar del sujeto pasivo u obligado.
Exp. Nº 4347-1998
Daño moral. Fijación del monto indemnizatorio.
El monto indemnizatorio por el daño moral debe ser fijado prudencialmente teniendo en
cuenta la condición de mujer de la actora y lo que las cicatrices pueden causar en el animo
de la persona, las que desaparecerían de alguna manera con operaciones quirúrgicas.
b. Daño a la persona.- Viene a ser el daño que lesiona a la persona en sí misma estimada
como un valor espiritual, psicológico, inmaterial. Afecta y compromete a la persona en
cuanto en ella carece de connotación económica-patrimonial.
Jurisprudencia
De conformidad a la concordancia jurisprudencial del Pleno Jurisdiccional de las Salas Penales
Permanente y Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República - Acuerdo Plenario
Nº 6-2006/CJ-116 Reparación Civil y Delitos de Peligro – señala que:
“daño es una deuda de valor y no deuda de dinero, y que por lo tanto, en concordancia con
la función esencialmente reparadora o resarcitoria de la indemnización, debe buscarse la
actualización del monto de la indemnización al momento en que ésta sea pagada, de modo
tal que el perjudicado vea verdaderamente satisfecha su pretensión indemnizatoria,
recibiendo un importe que efectivamente lo restituya o lo aproxime lo más posible a la
situación que se encontraba antes del hecho dañoso..
Que para la estimación y cuantificación del daño debe tomarse en cuenta las cualidades
personales de la víctima y del agente productor del daño.
Que, la prueba de los daños es posible a través de los medios probatorios típicos, atípicos y
los sucedáneos de los medios probatorios.
Que para acreditar el daño moral y su cuantificación basta la prueba indirecta, de indicios y
presunciones.
Que, el daño moral no puede ser sufrido por personas jurídicas.
Podemos definirla como el nexo o relación existente entre el hecho determinante del daño y
el daño propiamente dicho, es una relación de causa efecto, esta relación causal nos
permitirá establecer hechos susceptibles de ser considerados hechos determinantes del
daño, cual es aquel que ocasiono el daño que produce finalmente el detrimento, así como
entre una serie de daños susceptibles de ser indemnizados los cuales merecerán ser
reparados. Nuestra legislación hace uso del criterio adoptado en la teoría sobre la relación
causal, plasmada en nuestro Código Civil vigente, y esta presente también en nuestra
jurisprudencia.
Jurisprudencia
CAUSA DIRECTA.-
Por la cual se llama causa solamente a aquella de las diversas condiciones
necesarias de un resultado que se halla temporalmente más próxima a
esta, las otras serán solamente condiciones.
Mario se encuentra manejando una moto, cuando intempestivamente cruza por la misma vía
en dirección contraria Justina, chocando contra Mario, siendo arrojada contra a la pista y
muerta por un trailer que pasaba por ese momento. Aquí queda establecido que el accidente
se produjo por negligencia de Justina, pues invadió la zona reservada al trafico en sentido
contrario, sin haberse asegurado que la pista se encontraba libre.
Es necesario además señalar que existen hechos de terceros que no son eximentes en virtud
de la Ley, no todo hecho determinante de tercero exonera de responsabilidad ya que nuestro
Código Civil establece ciertos casos en los que estamos obligados a pagar indemnización, por
ejemplo:
En todos los casos de fractura causal debe dejarse de lado el análisis del aspecto subjetivo
del autor de la conducta de la causa inicial, pues lo único revelante es que el daño ha sido
consecuencia de una conducta o evento ajeno o distinto, ya sea un caso fortuito o fuerza
mayor, de hecho de tercero o de hecho de la propia víctima.
Es decir las fracturas causales deben ser invocadas cuando se le impute a un sujeto una
responsabilidad civil por un daño que no ha causado, habiendo sido el mismo consecuencia
de un evento o culpa ajena, siendo que esta no guarda vinculación alguna con la noción de
culpabilidad, tratándose de un asunto objetivo, referido a que conducta o evento es la causa
del daño.
3.2. CONCAUSA
Regulado por el artículo 1973º del Código Civil, en este caso el daño es siempre
consecuencia de la conducta del autor, pero con contribución o participación de la propia
víctima, tratándose de un supuesto totalmente distinto al de la fractura causal.
Se da un supuesto de concausa cuando la víctima contribuye con su propio comportamiento
a la conducía del autor o a la realización de un daño, en este caso el daño no es
consecuencia única y exclusiva de la conducta del autor, sino que la propia víctima ha
contribuido y colaborado objetivamente a la realización del mismo, el cual no se hubiera
producido de no mediar el comportamiento de la propia víctima.
Ejemplo:
Luis Miguel practica ciclismo en la pista de la Av. Javier Prado y no en las ciclovías
existentes, exsistirá concausa en el supuesto de que un conductor de esta vía rápida
atropelle a Luis Miguel. No se trata de una fractura causal puesto que el solo hecho de la
conducta de hacer ciclismo en la pista no es suficiente en si misma para sufrir un accidente
de transito, pero si se tratará de una concausa por cuanto con este comportamiento Luis
Miguel esta contribuyendo objetivamente a la producción del daño.
Usualmente es difícil distinguir cuando se da una fractura causal y cuando la concausa. El
único criterio para diferenciarlos será responder la siguiente pregunta ¿la conducta de la
víctima por si sola es suficiente para la producción del daño?
Si la respuesta es negativa se tratara de una concausa, si es afirmativa será una fractura
causal.
El efecto jurídico de la concausa no es la liberación de la responsabilidad civil del autor, sino
únicamente la reducción de la indemnización a cargo del autor, la reducción deberá ser
determinada por el juez, según las circunstancias.
4. FACTORES DE ATRIBUCION
Podemos resumir los factores de atribución ¿a titulo de que es responsable?
Viene a ser el fundamento del deber de indemnizar, existe dos sistemas de responsabilidad:
el sistema subjetivo y el sistema objetivo, cada uno de ellos fundamentados en distintos
factores de atribución denominados factores de atribución subjetivas y objetivos.
DOLO--------------------DIRECTO
SISTEMA SUBJETIVO EVENTUAL
CULPA-------------------OBJETIVA
SUBJETIVA
A. SISTEMA SUBJETIVO.
DOLO
El derecho tiene diversas acepciones. En sentido lato significa una idea de mala fe, malicia,
fraude, daño.
Por ello entendemos como dolo como la voluntad o él animo deliberado de la persona del
causar el daño, coincide con el artículo 1318º del Código civil en lo referente al
incumplimiento de la obligación.
Se presenta desempeñando una triple función:
• dolo como vicio de la voluntad, es el engaño que se emplea para inducir a alguien a
consentir con la formación de un acto jurídico, que sin ese dolo no se habría realizado o lo
hubiera sido en condiciones diferentes. En este caso puede ser el dolo que falsea la intención
del agente y que este puede aducir para obtener la anulación de un acto celebrado con ese
vicio.
• En materia de actos ilícitos, el dolo designa la intención del agente de provocar el daño que
deriva de un hecho.
• El incumplimiento de la obligación, el dolo alude a la intención con que el deudor ha obrado
para inejecutar la prestación debida.
Es un concepto que ha tomado la responsabilidad civil, y que normalmente se había
confinado al campo penal y puede ser:
Dolo Directo.- En esta el sujeto actúa para provocar el daño. Cuando el propósito va dirigido
a un fin.
Dolo Eventual.- En el cual no se actúa para dañar, pues la persona obra aunque se
represente la posibilidad de un resultado dañoso, que no descarta. Asume el riesgo de que
su conducta pueda causar un daño.
Ejemplo:
Juan conduce un vehículo a excesiva velocidad, asumiendo que con esa conducta puede
ocasionar un accidente, sin embargo no hace nada para asumir la responsabilidad.
CULPA
Es la creación de un riesgo injustificado y para evaluar si ese riesgo sea justificado o no, se
necesitara confrontarlo con la utilidad social de la actividad a la cual este se refiere, teniendo
en cuenta el costo de la remoción de este; cuando más grande es la utilidad social y el costo
de remoción, tanto mas grande es el riesgo creado.
La culpa es el fundamento del sistema subjetivo de responsabilidad civil (fluye, emana
claramente del art. 1969º C.C); y ante la dificultad de probar la culpa del autor, es decir,
dado lo difícil que es conocer el aspecto subjetivo del autor, nuestro ordenamiento ha
considerado que es conveniente establecer presunciones de culpabilidad, invirtiendo la carga
de la prueba, de tal modo que la víctima ya no estará obligado a demostrar la ausencia de
culpa. Esta inversión de la carga de la prueba y correlativa presunción de culpabilidad del
autor en el sistema subjetivo de responsabilidad civil extracontractual presume la culpa del
autor del daño causado.
• Culpa Objetiva o Culpa in abstracto.- Viene a ser la culpa por violación de las leyes, cuando
el ordenamiento determina el parámetro de comportamiento y si la persona no cumple es
responsable. Un ejemplo clásico es el art. 961º del Código Civil. El criterio de la normal
tolerancia sirva para determinar si hay o no culpa.
• Culpa Subjetiva o culpa in concreto.- Se basa en las características personales del agente,
y un ejemplo de ello lo encontramos en él articulo 1314º. Este tipo de culpa engloba a la
imprudencia (el sujeto hace mas de lo debido) y a la negligencia (el sujeto hace menos de
los debido).
• Culpa grave (art. 1319 CC) definido como culpa inexcusable y viene a ser el no uso de la
diligencia que es propia de la mayoría de las personas. Ejemplo se deja a una persona a
cargo de un almacén, deja abierta las puertas de noche y roban los productos.
• Culpa leve.- Es la omisión de la diligencia ordinaria exigida por la naturaleza de la
obligación y que corresponda a la circunstancias de las personas, el tiempo y el lugar.
B. SISTEMA OBJETIVO
RIESGO CREADO
Todo este tipo de bienes y actividades no será necesario examinar la culpabilidad del autor,
pues deberá bastar con acreditar el daño producido, la relación de causalidad y que se trate
de un bien o actividad que suponga un riesgo adicional al normal y común, por lo que
merece la calificación de “riesgosos”. Haya sido el autor culpable o no, igualmente será
responsable por haber causado el daño mediante una actividad riesgosa o peligrosa.
El sistema objetivo de responsabilidad civil no pretende que los daños que se hayan causado
a través de bienes o actividades riegosas, no exista la culpa del autor, lo que se pretende es
la total abstracción de la culpa o ausencia de la culpa del autor, de tal modo que la existencia
de culpa o no sea totalmente intrascendente para la configuración de un supuesto de
responsabilidad civil extracontractual, debiendo acreditarse la relación causal, la calidad del
bien o la actividad como una riesgosa.
El daño puede conllevar consecuencias penales, cuando la acción, omisión o negligencia está
tipificada como delito, consecuencias civiles cuando se entienda que no siendo delito, sea
preciso reparar o reponer la situación anterior al daño o ambas.
La responsabilidad civil basa su fundamento en los artículos 1.902, 1.903 y siguientes del
Código Civil:
El art. 1.902 de Código Civil establece: “El que por acción u omisión causa daño a otro,
interviniendo culpa o negligencia está obligado a reparar el daño causado”.
El art. 1.903 añade: “La obligación que impone el artículo anterior es exigible, no sólo por los
actos u omisiones propios, sino por los de aquellas personas de quienes se debe responder.
Los padres son responsables de los daños causados por los hijos que se encuentren bajo su
guarda. Los tutores lo son de los perjuicios causados por los menores o incapacitados que
están bajo su autoridad y habitan en su compañía. Lo son igualmente los dueños o directores
de un establecimiento y empresa respecto de los perjuicios causados por sus dependientes
en el servicio de los ramos en que los tuvieran empleados, o con ocasión de sus funciones.
Las personas o entidades que sean titulares de un Centro docente de enseñanza no superior
responderán por los daños y perjuicios que causen sus alumnos menores de edad durante
los períodos de tiempo en que los mismos se hallen bajo el control o vigilancia del
profesorado del Centro, desarrollando actividades escolares o extraescolares y
complementarias.
La responsabilidad de que trata este artículo cesará cuando las personas en él mencionadas
prueben que emplearon toda la diligencia de un buen padre de familia para prevenir el daño.
En lo que nos atañe, esto supone, que según el art. 1.902 el que hace un daño (tiene que
haber una relación causal entre la acción u omisión y el daño y que haya culpa o negligencia,
no se aplica por ejemplo en caso de fuerza mayor) debe repararlo, ver indemnizarlo.
Sin embargo, el 1.903 nos dice que no solo somos responsables de lo que nosotros hacemos,
sino que también lo somos de lo que hagan los que dependen de nosotros.
Notar también, que se exime de responsabilidad si se prueba que se actúo con la diligencia
de un buen padre de familia, en la práctica esto se traduce en lo que la doctrina jurídica
denomina una responsabilidad cuasi objetiva, el perjudicado no tiene casi que demostrar la
relación causal entre la acción u omisión y el daño, sino que yo soy el que tengo que
demostrar que hice todo lo humanamente posible para que no se produjese.
En el fondo, subyace el principio, que ante un daño producido y que hay que reparar, aquel
que se beneficia de la existencia del trabajo o servicio debe responder.
“En los términos, limites y condiciones pactados (esto de pactados es una forma de hablar,
pues se trata de contratos de adhesión, bien es cierto que a cambio los jueces en caso de
conflicto con la compañía de seguros protegen más al cliente que a la compañía que es la
que “impuso” las condiciones) en las Condiciones Particulares, Especiales y Generales de esta
póliza, el asegurador toma a su cargo las indemnizaciones por responsabilidad civil
extracontractual que en virtud de las disposiciones legales vigentes (Código Civil y LOE)
pudieran resultar a cargo del asegurado como consecuencia de daños materiales, personales
y sus perjuicios directamente consecuenciales ocasionados a terceros durante la vigencia de
la póliza, y que tengan su origen en su actividad descrita en las Condiciones Particulares de
la Póliza”.
Como se puede apreciar, en esta reproducción del objeto de cobertura de una póliza, emerge
una primera distinción; responsabilidad civil extracontractual versus responsabilidad civil
contractual.
La responsabilidad civil contractual es la derivada de los pactos que libremente las partes
hayan alcanzado, por ejemplo hacer la obra en doce meses, suministrar una determinada
cantidad de producto de determinadas características en un determinado plazo, entregar una
traducción en determinados días, etc.
El mercado asegurador NO quiere asegurar este tipo de responsabilidad civil, pues entiende
que estuvo en el ámbito de dominio de las partes el alcanzar ese acuerdo y que el
cumplimiento o no del mismo, depende de la voluntad de las mismas, pudiendo llegar el
caso, que si hubiese un seguro, a una de las partes o a ambas les interesase más su no
cumplimiento.
Las compañías de seguros, lo que están dispuestas a asegurar son los daños causados por
un hecho súbito, accidental e imprevisto, es decir, un siniestro. Aquellas acciones, omisiones
o negligencias, propias o de quienes somos responsables, que producen un daño, no querido
ni previsible y que están fuera del ámbito de voluntad de las partes son las que las
compañías están en disposición de cubrir.
En base a técnicas estadístico – actuariales, las compañías determinan para cada actividad o
profesión, una frecuencia media de siniestros y un coste medio de los mismos, lo cual les da
la prima pura del riesgo, al cual añaden sus gastos internos, externos y beneficio que da
como resultado, la tasa de riesgo para cada actividad o profesión.
A mayor frecuencia de siniestros y/o mayor coste medio de los mismos, mayor será la tasa y
viceversa.
Nos encontramos, para iniciar este trabajo con cierta fortuna, con la necesidad de definir
brevemente la cuestión de qué entendemos por concurrencia o yuxtaposición de
responsabilidad civil contractual y extracontractual (o aquiliana).
En este sentido, y yendo de lo general a lo particular, DIEZ PICAZO Y GULLON1 afirman que
“La responsabilidad civil significa la sujeción de quien vulnera un deber de conducta
impuesto en interés de otro sujeto a la obligación de reparar el daño producido”.
Pero esta R.C. es susceptible de una subdivisión de acuerdo con lo dispuesto en el artículo
1.089 del C.c. (“Las obligaciones nacen de la ley, de los contratos y cuasi contratos, y de los
actos y omisiones ilícitos o en que intervenga cualquier género de culpa o negligencia”); esto
es, no sólo existe una responsabilidad derivada de ley o contrato, sino que de los actos y
omisiones ilícitos nace la responsabilidad civil, de carácter extracontractual, siempre que en
éstos hubiera intervenido cualquier género de culpa o negligencia.
En este sentido, según YZQUIERDO TOLSADA2 la R.C. contractual es aquélla que se produce
cuando, existiendo una relación obligatoria previa entre dos o más partes, una de ellas
incumple su prestación contractual y ello provoca daños a la/s otra/s. Es importante hacer
notar que el daño debe producirse precisamente por el incumplimiento contractual del
deudor y que el acreedor y la prestación ya estaban determinados de antemano.
Pero, continúa el citado autor, hay otro tipo de responsabilidad: la R.C. extracontractual, que
surge cuando la obligación resarcitoria nace entre personas que no se encontraban
previamente vinculadas por un contrato o relación análoga. Aquí no se trata de la violación
de una previa relación obligatoria, sino del genérico deber de no causar daño a otro
(“alterum non laedere”) 3
Ambos tipos de responsabilidad civil -porque, como veremos, son regímenes diferentes de
responsabilidad4- se encuentran definidos en el Código Civil, concretamente en los artículos
1.101 la R.C. contractual (“Quedan sujetos a la indemnización de los daños y perjuicios
causados los que, en el cumplimiento de sus obligaciones incurrieren en dolo, negligencia o
morosidad, y los que de cualquier modo contravinieren el tenor de aquéllas”) y 1.902 la R.C.
aquiliana (el que por acción u omisión causa daño a otro, interviniendo culpa o negligencia,
está obligado a reparar el daño causado”)
Una vez apuntado qué entendemos por R.C. contractual y por R.C. aquiliana, debemos
definir el problema que nos ocupa, esto es, cuando se produce la concurrencia o la
yuxtaposición de ambos tipos de responsabilidades.
En este sentido podemos citar algunas de las definiciones doctrinales más interesantes, que
claramente nos aportan un concepto preciso de lo que llamamos concurrencia de
responsabilidades:
Según CAVANILLAS MUGICA6, que toma como base la anterior definición de GARCIA
VALDECASAS, “nos encontramos ante un caso de concurrencia de responsabilidades siempre
que un hecho pueda incluirse indistintamente en el supuesto de hecho de la responsabilidad
contractual (arts. 1101 y siguientes del C.c.) y en el supuesto de hecho de la responsabilidad
extracontractual (arts. 1902 y siguientes del C.c.)”.
Lo que hace YZQUIERDO TOLSADA, con bastante sentido del humor, es poner de manifiesto
la impropiedad del término “acumulación de responsabilidades contractual y
extracontractual”, dado que estas no se acumulan en ningún caso, sino que el régimen
contractual y el aquiliano pugnan por ser aplicados a unos mismos hechos, según presenten
para las partes en litigio ventajas o inconvenientes. En este sentido, como veremos más
adelante, la aplicación de uno u otro régimen a unos mismos hechos puede conducir a
resultados muy distintos; es por ello que este tema cobra una enorme trascendencia práctica
y ha dado lugar a muy diferentes interpretaciones doctrinales y jurisprudenciales.
Como ejemplo de alguno de estos supuestos de hechos susceptibles de verse afectados por
el problema del concurso de responsabilidades, la doctrina ha señalado el del viajero que
adquiere un billete de transporte y sufre un daño en el vehículo que lo transporta10; el
depositario que pierde o deteriora la cosa depositada (que incumple el contrato de depósito
y, a su vez, su obligación genérica de no causar daño a otro) o la responsabilidad del
arrendador por los daños que el mal estado del inmueble arrendado ocasionan al
arrendatario en su persona o en sus bienes11; YZQUIERDO TOLSADA12 no comparte
algunos de estos ejemplos (como el del depositario incumplidor de GARCIA VALDECASAS),
pues sostiene que en muchos de los casos el daño es meramente contractual, pero se fuerza
la interpretación para dar a la víctima una mayor protección al poder optar por la vía
contractual o por la aquiliana.
Para finalizar, un ejemplo bastante gráfico es el del operario que contratamos para, por
ejemplo, pintar una habitación, y que cumple con su prestación y realiza un impecable
trabajo de pintura, pero que al dejar las brochas y rodillos, mancha de pintura el suelo,
dañándolo. Está claro que se trata de un supuesto de los que YZQUIERDO TOLSADA
incardina en “zonas fronterizas”; es claro que la solución al problema de qué regulación
habrá de aplicarse en este caso -la R.C. contractual o la R.C. aquiliana- puede resultar
controvertido.
La mayor protección de la víctima.
Una vez hemos introducido lo que podemos definir como “concurrencia de responsabilidad
civil contractual y extracontractual” debemos preguntarnos el porqué es interesante para la
víctima (como hemos apuntado en el párrafo anterior) el optar por una u otra vía de
responsabilidad para lograr el resarcimiento o incluso acumular ambas.
Hemos comentado anteriormente que el régimen de los artículo 1.101 del Código Civil es, a
nuestro juicio, independiente del que contempla el artículo 1.903; que ambos son no sólo
independientes sino incompatibles, por lo que a unos mismos hechos sólo podrá ser aplicado
uno de ellos. Es lógico pensar que cualquier damnificado, a la hora de acudir a los
Tribunales, procurará acogerse a la vía que más beneficie sus intereses. Por otro lado, la
propia jurisprudencia ha ido tomando un sesgo bastante acusado hacia la “creación” de una
responsabilidad sin culpa, buscando que cualquier daño sea indemnizado13 y creando para
ello una evolución de los criterios jurisprudenciales en materia de factores de atribución de
responsabilidad, distribución de la carga de la prueba, cláusulas modificativas de la
responsabilidad, extensión del resarcimiento, ..., etc.
Por un lado hay autores que opinan que la R.C. contractual y aquiliana son incompatibles,
que no existe la que hemos venido llamando concurrencia; por ello, existiendo un contrato
no es posible que se produzca R.C. extracontractual; el contrato tiene, pues, fuerza
absorbente15. Estos autores han dado lugar a la llamada Teoría de la Absorción16.
Por otro lado, otra corriente doctrinal afirma que la R.C. contractual y aquiliana son
diferentes y autónomas, pero no incompatibles, por lo que pueden aplicarse ambas a unos
mismos hechos17; estos autores entienden que la responsabilidad aquiliana puede aplicarse
entre los propios contratantes. Por ello el demandante deberá optar, en el momento de
plantear su demanda por una u otra vía (contractual o aquiliana), pudiendo ser dicha opción
bien pura (esto es, optar por una u otra vía18) o bien tener carácter subsidiario (plantear el
petitum de la demanda en forma subsidiaria: la contractual y, en su defecto, la aquiliana.);
en este sentido entendemos. Esta corriente ha dado lugar a la llamada Teoría de la
Opción19.
Pues bien, una vez apuntadas de forma muy sucinta -como no podría ser de otro modo, pues
la única pretensión de esta introducción es apuntar el tema nuclear del presente trabajo, que
es la visión jurisprudencial del la concurrencia de responsabilidad civil contractual y
extracontractual en los accidentes de trabajo- las diversas opciones para solucionar el
problema debatido, estamos en condiciones de plantearnos la cuestión de la responsabilidad
civil derivada del accidente laboral. A ello dedicamos los restantes apartados del presente
trabajo.
2. El problema de la yuxtaposición de responsabilidades contractual y aquiliana derivadas de
un mismo accidente de trabajo.
Vista esta cuestión previa, veamos cual es la posición doctrinal sobre el problema
jurisdiccional. Siguiendo nuevamente a PANTALEÓN PRIETO25, sostiene este autor que
nuestro derecho reconoce la calificación como contractual de la responsabilidad civil del
empresario por accidente de trabajo. Da para ello dos argumentos:
La responsabilidad contractual no tiene porqué derivar de los deberes básicos del contrato,
sino que puede provenir de los deberes accesorios que integran igualmente la relación
laboral.
Del contrato de trabajo nace la obligación para el empleador de adoptar las medidas de
seguridad necesarias para tutelar la integridad física y moral del trabajador.
Parece pues clara la existencia de R.C. contractual derivada del accidente laboral, pero sin
embargo, continúa afirmando PANTALEÓN PRIETO26, se observa una práctica de la
abogacía, avalada por los Tribunales de forma abrumadora, tendente a fundamentar siempre
sus pretensiones en las normas de la R.C. Aquiliana. Este autor argumenta para ello que “se
piensa (erróneamente) que lo que la seguridad social paga es la responsabilidad contractual
del empresario. Y se concluye que la idea de la perfecta compatibilidad de indemnizaciones -
expresamente admitida por el legislador y reiteradamente afirmada por la jurisprudencia-
sólo es congruente con la incardinación de la responsabilidad civil del empresario en el
ámbito extracontractual” y cita las STS de 13 abril 1977 y 9 marzo 1983, al respecto.
El término “civil” del artículo 127.3 de la Ley General de la Seguridad Social29 tiene un
sentido amplio, debe entenderse como opuesto a “penal” y, en consecuencia, incluye la
responsabilidad estrictamente civil y también la derivada de incumplimiento contractual.
Para saber qué orden jurisdiccional es competente, el dato decisivo es que “el daño se
impute a un incumplimiento laboral o no civil” (STS 24 mayo 1994). Si la producción del
daño tiene lugar dentro de un ilícito laboral, la responsabilidad ya no es civil, sino laboral.
Por otra parte, también la Sala de conflictos de competencia del Tribunal Supremo se ha
pronunciado sobre la cuestión, en varias ocasiones30:
Puede citarse, por su interés, el auto de 23 de diciembre de 1993, donde se afirma que:
CUARTO.- Cuantas consideraciones han sido formuladas llevan a concluir que, en el caso
concreto de autos, no obstante la «vis atractiva» que caracteriza el orden jurisdiccional civil
y las concomitancias que ofrece con los supuestos de culpa extracontractual prevenidos en
los arts. 1902 y 1903 del Código Civil, el órgano jurisdiccional competente para conocer del
mismo es el correspondiente al del orden social ...
El auto de 4 abril 1994, de la misma sala de conflictos, que detalla con bastante claridad el
porqué los daños ocasionados por falta de cumplimiento de las medidas de seguridad e
higiene en el trabajo han de ser conocidos por el orden social, por formar parte del contenido
del contrato de trabajo:
... En el supuesto de que el daño fuera consecuencia de una infracción empresarial cometida
incumpliendo las obligaciones contractuales (1101 y siguientes Código Civil) o interviniendo
culpa o negligencia dentro del deber genérico de no dañar a nadie (1902 y siguientes Código
Civil) y no llegara a alcanzar la dimensión de infracción penal, surge la obligación de
indemnizar los daños y perjuicios sufridos por el interesado en concepto de responsabilidad
civil, sin que las reclamaciones que se produzcan sobre esta cuestión excedan del ámbito del
Derecho privado.
... Tradicionalmente, los procesos sobre responsabilidad civil derivada de forma no del todo
directa de la relación laboral o de la de aseguramiento social han sido conocidos por los
órganos del orden civil de la jurisdicción, tanto por el ámbito de competencia de los
Tribunales Sociales limitado históricamente a las materias de Derecho del Trabajo y de la
Seguridad Social, como por el carácter residual y extensivo del orden civil, hoy concretado
en el artículo 9.2 LOPJ (RCL 1985\1578, 2635 y ApNDL 8375), que le atribuye todas las
materias que no estén asignadas a otro orden jurisdiccional. Al mismo tiempo, los Tribunales
de lo Social han ensanchado su área de conocimiento, que abarca todo lo relativo a la rama
social del Derecho, como actualmente determina el artículo 9.5 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial y desarrollan los artículos 1 y 2 de la Ley de Procedimiento Laboral (RCL 1990\922 y
1049).
CUARTO.- De acuerdo con esto, los órganos de lo social han venido conociendo de acciones
de responsabilidad civil que exceden de las puras consecuencias legales que previenen las
normas sociales, como pueden ser, a título de ejemplo, la Sentencia de la Sala de lo Social
del Tribunal Supremo de 12 marzo 1987 (RJ 1987\1398) (daños morales por incumplimiento
de contrato); en igual sentido las del Tribunal Central de Trabajo de 10 julio 1979 (RTCT
1979\4856), la del Tribunal Supremo (4.ª) de 20 septiembre 1990 (RJ 1990\7031) (sobre
indemnización de perjuicios por violación de derechos fundamentales); la de la Sala de lo
Social del Tribunal Superior de Justicia de Madrid de 28 octubre 1992 (AS 1992\4952) (sobre
tutela del derecho al honor de unos trabajadores); las del Tribunal Central de Trabajo de 12
noviembre 1976 (RTCT 1976\5182) y 10 diciembre 1977 (responsabilidad sobre incendio o
pérdida de instrumentos musicales de unos trabajadores); las del Tribunal Supremo de 24
abril 1990 (RJ 1990\3486) y 20 abril 1992 (RJ 1992\2662), entre otras muchas
(responsabilidad del INSALUD por daños causados en asistencia sanitaria). Por otra parte el
artículo 75.3 LPL atribuye competencia al Juez de lo Social para las reclamaciones por
perjuicios causados a consecuencia de actos fraudulentos en el proceso laboral que hayan
producido un daño, substrayendo a los órganos de lo civil el conocimiento de unos litigios
que normalmente les correspondía.
Sobre el caso concreto que nos ocupa las Sentencias de la Sala 4.ª del Tribunal Supremo de
6 octubre 1989 (RJ 1989\7120) y 15 noviembre 1990 (RJ 1990\8575) y otras han declarado
la competencia para conocer de demandas iguales a la presente sobre responsabilidad civil
derivada de accidente de trabajo, al entender que el fundamento no estaba en la culpa
extracontractual regulada en los artículos 1902 y siguientes del Código Civil, sino que se
trataba de responsabilidad contractual de los artículos 1101 y siguientes del mismo Texto,
aunque son más abundantes las sentencias de la Sala 1.ª del Tribunal Supremo sobre esta
materia, enfocadas normalmente sobre la culpa extracontractual.
QUINTO.- Sobre esta cuestión se debe entender que la jurisprudencia civil ha superado la
clásica distinción entre la responsabilidad contractual y extracontractual que las consideraba
como categorías separadas con tratamiento diferenciado y así las Sentencias de la Sala 1.ª
del Tribunal Supremo de 5 julio 1983 (RJ 1983\4072) y 19 junio 1984 (RJ 1984\3250),
seguidas por otras muchas entre las que cabe citar las de 3 febrero 1989 (RJ 1989\659), 2
enero 1990 (RJ 1990\30), 10 junio 1991 (RJ 1991\4434) y 20 julio 1992 (RJ 1992\6438),
sientan el criterio de que la responsabilidad aquiliana de los artículos 1902 a 1910 del Código
Civil tiene un carácter subsidiario y complementario de la contractual y que es posible la
concurrencia de ambas clases de responsabilidad en yuxtaposición, pues no es bastante que
haya un contrato entre las partes para que la responsabilidad contractual opere con
exclusión de la aquiliana, sino que ésta aparece cuando el acto causante se presenta como
violación únicamente del deber general de no dañar a nadie, con independencia de que haya
o no una obligación preexistente. Pero en el caso de que el daño se produzca a consecuencia
de un hecho que se presenta como infracción de las obligaciones entre partes nace la
responsabilidad contractual regulada en los artículos 1101 y siguientes del Código Civil.
SEXTO.- Debe entenderse que el daño causado en un accidente de trabajo, cuando concurre
omisión por parte del empresario de las medidas de seguridad legalmente establecidas, se
deriva de un incumplimiento de las obligaciones que constituyen contenido esencial del
contrato de trabajo, pues los deberes y derechos que los constituyen no sólo nacen del
concierto de voluntades producido entre las partes, puesto que el artículo 3 del Estatuto de
los Trabajadores (RCL 1980\607 y ApNDL 3006) enuncia las fuentes de la relación laboral y
establece en su apartado 1.º que tales derechos y obligaciones se regulan por las
disposiciones legales y reglamentarias del Estado, por los convenios colectivos, por la
voluntad de las partes... y por los usos y costumbres.
Desde este enfoque constituye obligación del empresario adoptar las correspondientes
medidas de seguridad e higiene en el trabajo, bajo el llamado deber de protección que le
corresponde y que se garantiza en el artículo 40.2 CE (RCL 1978\2836 y ApNDL 2875),
teniendo derecho el trabajador a su integridad física y a una adecuada política de seguridad
e higiene según los artículos 4.2,d) y 19.1 ET. Para la efectividad de este derecho el
empresario debe cumplir las prescripciones legales sobre esta materia que vienen impuestas
por el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales asumido por el
Estado Español (RCL 1977\894 y ApNDL 3631) (BOE 30 abril 1977), el Convenio núm. 155
de la Organización Internacional de Trabajo de 22 junio 1981 (RCL 1985\2683 y ApNDL
12377), la Directiva CEE 1982/501, de 24 julio (LCEur 1982\346) sobre riesgos de
accidentes graves y el artículo 118,A, añadido al Tratado constitutivo de la Comunidad
(LCEur 1986\8) por el Acta Unica de 17 febrero 1986 (RCL 1987\1562 y LCEur 1987\2040),
en desarrollo del cual se aprobó la Directiva Marco 1989/391 (LCEur 1989\854) que versa
sobre la obligación empresarial básica de garantizar la seguridad y la salud de los
trabajadores en todos los aspectos laborales y la adopción de las medidas preventivas
necesarias para evitar o reducir los posibles riesgos de accidentes laborales. Aparte de estas
normas de rango superior, se ha de aplicar lo dispuesto en la Ordenanza General de
Seguridad e Higiene en el Trabajo de 9 marzo 1971 (RCL 1971\539, 722 y NDL 27211) y en
la Ordenanza Laboral de la Construcción de 28 agosto 1970 (RCL 1970\1481, 1699 y NDL
6930).
Las prescripciones de estas normas forman parte esencial del contenido del contrato de
trabajo y su observancia viene impuesta por los preceptos antes mencionados, en relación
con lo dispuesto en el artículo 1090 del Código Civil sobre las obligaciones derivadas de la
Ley, al mismo tiempo que por su incorporación al contrato de trabajo, de tal manera que su
incumplimiento se encuadra en los artículos 1101 y siguientes del Código Civil, lo que
impone entender que esta reclamación está comprendida dentro de la rama social del
Derecho y de acuerdo con lo dispuesto en los artículos 9.5 LOPJ y 1 y 2,a) LPL, la
competencia para su conocimiento se debe atribuir al Juzgado de lo Social.
De acuerdo con lo anterior y siguiendo el criterio del Auto de esta Sala de 23 diciembre 1993
(RJ 1993\10131), en supuesto igual al presente, se debe resolver el conflicto de competencia
a favor del Juzgado de lo Social.
Por su parte, el auto de 10 de junio de 1996, del que fue ponente un magistrado civilista
como Antonio Gullón Ballesteros, mantiene un criterio homogéneo con las anteriores (y
posteriores) posturas de la Sala de Conflictos:
... SEGUNDO.- Siguiendo el criterio sentado por esta Sala en casos similares (Autos de 23
diciembre 1993 [RJ 1993\10131] y 4 abril 1995), la competencia corresponde a la
jurisdicción social, pues el cumplimiento de los deberes legales impuestos por la legislación
sobre seguridad e higiene en el trabajo se integran en el contenido de la relación laboral,
cuyo conocimiento es materia propia de la jurisdicción social.
O en Auto de 21 de diciembre de 2000:
... Ciertamente que en esta materia se pueden encontrar muchas sentencias de la Sala
Primera del Tribunal Supremo manteniendo la competencia del orden civil en situaciones
sustancialmente iguales a la que aquí se examina (por todas, las de 8 de noviembre de
1.990 y 7 de marzo de 1.994). También la Sala Cuarta de este Tribunal constantemente
viene sosteniendo que es la jurisdicción social la competente para conocer de ellas, pues las
reclamaciones indemnizatorias por accidente de trabajo se insertan plenamente en el ámbito
jurídico-contractual de trabajo, puesto que es en el marco de esa relación en donde se
produce el daño cuyo resarcimiento se pretende (SS. de 3 de mayo de 1.995, 30 de
septiembre de 1.997, 2 de febrero y 23 de junio de 1.998, entre otras muchas).
No obstante, la Sala Primera del Tribunal Supremo, viene distinguiendo últimamente --tal y
como pone acertadamente de relieve el Ministerio Fiscal en su informe-- en sentencias como
las de 11 de febrero y 26 de mayo de 2.000, entre aquellos supuestos en los que la
pretensión indemnizatoria se basa en un incumplimiento por parte del empresario de las
normas de seguridad en el trabajo, en los que se reconoce la competencia del orden social,
de aquellos otros en que tal base o sustrato de la pretensión no existe y la responsabilidad
se hace recaer exclusivamente en la culpa o negligencia a que se refiere el artículo 1.902 del
Código Civil.
Esta es la línea jurisprudencial que ha de seguirse aquí, pues en este caso concreto sobre el
que ahora esta Sala ha de pronunciarse, la imputación que se pretende de responsabilidad
de la empresa, la base de la pretensión indemnizatoria, se construye sobre una supuesta
ausencia de medidas de seguridad imputable a aquélla, tal y como resulta de los términos
literales de la demanda, por lo que estamos en presencia de una responsabilidad contractual
derivada precisamente del contrato de trabajo circunscrita a esa esfera de responsabilidad
laboral, pues el deber de seguridad y protección previsto legalmente se integra plenamente
en el contrato de trabajo (artículos 4.2 d) y 19.1 del Estatuto de los Trabajadores y 14 y 42
de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales) de forma que su inobservancia supondrá el
incumplimiento de una obligación que integra el contenido del contrato de trabajo y el
análisis de los efectos que ello produzca sobre el trabajador que ha sufrido un accidente,
corresponde valorarlos a la jurisdicción social, de conformidad con lo previsto en los citados
preceptos 9.5 de la LOPJ y 1 y 2. a) LPL.
Por lo que parece claro que la Sala de conflictos remite al orden social la cuestión, salvo que
se sustancie una reclamación con base fuera de la relación laboral y únicamente en vía
aquiliana.
Pero la Sala Primera del Tribunal Supremo ha hecho fuerza en la vis atractiva de la
jurisdicción civil de manera casi unánime, absorbiendo para si las reclamaciones que se le
suscitan sobre reclamaciones civiles derivadas de accidente laboral aunque, eso sí, siempre
por la vía aquiliana, nunca por la contractual.
Por último, las resoluciones dictadas por la Sala de Conflictos no crean doctrina
jurisprudencial (por todas, STS de 4 de diciembre de 1995 [ RJ 1995, 9158] ).
Por lo tanto, debe quedar claro, para determinar que, en cuanto a las consecuencias civiles
derivadas de un accidente laboral (respecto al que el trabajador afectado por él, o sus
herederos, de haber el mismo fallecido a sus resultas, hayan sido ya satisfechos
indemnizatoriamente por las normas de trabajo -Seguridad Social-), pueda instarse una
reclamación complementaria en el Orden Civil, que ésta deba basarse inexorablemente para
su amparo por normas meramente civiles (por lo tanto, excluidas ya las laborales),
concretamente, en Derecho común, las de los arts. 1902 y 1903 CC ( LEG 1889, 27)
STS de 6 de Octubre de 2004: aun siendo cierto que en el año 1998, ..., esta Sala se apartó
en dos ocasiones de su doctrina tradicional que declaraba la competencia del orden
jurisdiccional civil para conocer de reclamaciones como la planteada por el ahora recurrido,
ocasiones a las que aún habría que sumar una tercera a finales del año 1997, no lo es menos
que pronto retornó la Sala a aquella misma doctrina tradicional, reafirmando la competencia
del orden civil siempre que la demanda se fundara en los arts. 1902 y 1903 CC, y que desde
entonces todos los motivos como los aquí examinados vienen siendo desestimados pese a la
proximidad temporal que pudiera tener la sentencia recurrida en casación con las de esta
Sala de 24 de diciembre de 1997 ( RJ 1997, 8905) y 10 de febrero ( RJ 1998, 979) y 20 de
marzo ( RJ 1998, 1708) de 1998 representativas del cambio de criterio invocado en este
recurso. En tal sentido cabe citar las sentencias de 13 de julio ( RJ 1998, 5122) , 13 de
octubre ( RJ 1998, 8373) , 24 de noviembre de 1998 y 18 de diciembre ( RJ 1998, 9694) de
1998, 1 de febrero, 10 de abril, 13 de julio y 30 de noviembre de 1999, 7 de julio de 2000, 8
de octubre de 2001 (con un examen pormenorizado del cambio de criterio y del retorno al
tradicional), 21 de julio ( RJ 2003, 6039) y 31 de diciembre ( RJ 2004, 367) de 2003 y 29 de
abril del corriente año ( RJ 2004, 2092) , destacándose precisamente en la de 21 de julio de
2003 cómo incluso la Sala de Conflictos de Competencia de este Tribunal Supremo, pese a
seguir declarando la del orden jurisdiccional social en dos autos de 21 de diciembre de 2000
( UJ 2002, 2105 y JUR 2001, 128989) y otro más de 23 de octubre de 2001 ( RJ 2003,
1184) , había reconocido en uno de aquéllos, como línea jurisprudencial a seguir, la de esta
Sala de lo Civil posterior al referido cambio de criterio.
La reserva que la jurisprudencia lleva a cabo a favor del Orden Jurisdiccional Civil es
teniendo en cuenta que la Jurisdicción Laboral viene determinada para las cuestiones que
afectan al propio ámbito del contrato de trabajo y a aquellas relacionadas con los conflictos
colectivos, Seguridad Social y Mutualidades ( Sentencias de 2-10-1994 [ RJ 1994, 7442] ,
31-5-1995 [ RJ 1995, 4106] y 11-12-1997 [ RJ 1997, 8972] ).
STS de 2 de abril de 2004: Para obtener dicha conclusión, que conlleva la estimación del
motivo, hay que tener en cuenta jurisprudencia del Tribunal Supremo ( Sentencias de 8 de
octubre de 1984 [ RJ 1984, 4762] , 19 de febrero [ RJ 1998, 986] y 3 de marzo [ RJ 1998,
1044] de 1998), que declara que la jurisdicción ordinaria no viene vinculada a la laboral,
siendo plenamente independiente para enjuiciar conductas cuando se accione con amparo en
preceptos contenidos en los artículos 1902 y 1903 del Código Civil, reguladores de la
responsabilidad extracontractual, la que es perfectamente compatible con la laboral. Y se
llama la atención en virtud de que la sentencia recurrida tiene muy en cuenta la resolución
dictada en la jurisdicción social respecto al acta de infracción levantada por la Inspección de
Trabajo. Y es que la circunstancia de falta de imposición de sanción por argumentos
formales, no desvirtúa la soberanía de la jurisdicción civil al apreciar dicha acta, que a los
efectos que nos ocupan, es de particular relevancia y de indiscutible neutralidad.
STS de 21 de julio de 2003: la jurisprudencia de esta Sala, pese a haber compartido durante
algún tiempo el criterio de la Sala de Conflictos de Competencia (SSTS 24-12-97 [RJ 1997,
8905], 10-2-98 [RJ 1998, 979], 20-3-98 [RJ 1998, 1708], 23-7-98 [RJ 1998, 5850] y 24-10-
98 [RJ 1998, 8236]), volvió a su doctrina tradicional de afirmar la competencia del orden
jurisdiccional civil para conocer de la responsabilidad del empresario frente al trabajador por
los daños y perjuicios sufridos por éste durante el desempeño de su trabajo, si bien
precisando que para ello la demanda habría de fundarse en los arts. 1902 ó 1903 CC (LEG
1889, 27) y no en la infracción de medidas de seguridad en el trabajo (SSTS 30-11-99 [RJ
1999, 8287], 7-7-00 [RJ 2000, 5928], 8-10-01 [RJ 2001, 7551], 26-4-02 [RJ 2002, 4162],
15-7-02 [RJ 2002, 5911] y 22-4-03 [RJ 2003, 3545] entre otras), precisión que por cierto es
aceptada por la citada Sala de Conflictos de Competencia en su auto de 21 de diciembre de
2000 (conflicto nº 31/2000 [JUR 2001, 128989]).
STS de 22 de abril de 2003: ... de los artículos 24.2 de la Constitución (RCL 1978, 2836),
25.1 y 9.5 de la Ley Orgánica del Poder Judicial (RCL 1985, 1578, 2635), en relación con el
artículo 2 a) del Texto Refundido de la Ley de Procedimiento Laboral (RCL 1995, 1144,
1563), se desprende que la materia para determinar la competencia del orden jurisdiccional
social se refiere a las cuestiones concernientes al ámbito propio del contrato de trabajo y a
aquellas otras relacionadas con los conflictos colectivos, la Seguridad Social y las
Mutualidades; y tal circunstancia vinculante no concurre en el supuesto del debate, donde lo
acontecido fue la producción de un resultado dañoso como consecuencia de un hecho
realizado en los quehaceres laborales, lo cual excede de la órbita específica del contrato de
trabajo, y permite entender que su conocimiento corresponde al orden civil por el carácter
residual y extensivo del mismo, concretado en el artículo 9.2 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial, máxime cuando en la demanda se hace alusión a que la acción ejercitada es la
personal de resarcimiento de daños y perjuicios con cobertura en los artículos 1902 y 1903
del Código Civil (LEG 1889, 27), doctrina, por demás, reiterada en esta Sala (aparte de
otras, SSTS de 21 de marzo de 1997 [RJ 1997, 2186], 13 de octubre de 1998 SIC, 13 de
julio [RJ 1999, 5046] y 30 de noviembre de 1999 [RJ 1999, 8607] y 15 de julio de 2002 [RJ
2002, 5911]).
Por último, las resoluciones dictadas por la Sala de Conflictos no crean doctrina
jurisprudencial (por todas, STS de 4 de diciembre de 1995 [RJ 1995, 9158]).
STS de 31 diciembre de 2002: ... sostiene la jurisprudencia de esta Sala como se ha dicho en
la Sentencia de 19 de mayo de 1997 (RJ 1997, 3885), que no viene vinculada la jurisdicción
ordinaria civil, por la laboral «siendo por tanto independiente -se dice en la citada sentencia-
para enjuiciar conductas cuando se acciona al amparo de los arts. 1902 y 1903 del Código
Civil, ya que la responsabilidad aquiliana es compatible con la derivada en base a la relación
de trabajo», por lo que las infracciones de las normas laborales sirvieron indudablemente
para fundamentar en su día las acciones indemnizatorias a las que dieron lugar en la
jurisdicción laboral, con independencia de la existencia o no de culpa aquiliana, pero no
pueden sin más servir de base para una posterior reclamación indemnizatoria invocando la
culpa aquiliana, pues como bien dice la sentencia recurrida en el fundamento de derecho
citado más arriba, esta descansa en el clásico principio de responsabilidad subjetiva,
consistente en la imputación del hecho u omisión causante del daño a una actitud dolosa o
negligente del agente, como así mismo ha de tener presente la repercusión en el daño que
ha tenido la propia conducta del perjudicado, como se ha puesto de manifiesto en la
jurisprudencia de esta Sala, que en numerosas ocasiones se ha aplicada la llamada
compensación de culpas para atemperar la indemnización a la vista de la participación que la
propia víctima ha tenido en la producción del resultado dañoso, hasta llegar a la exoneración
de la misma, cuando sea debido este, a culpa exclusiva de la víctima y por consiguiente no
se contemple en la producción del resultado, la actividad de la parte demandada.
STS de 26 de abril de 2002: ... la doctrina de esta Sala, que ahora se reitera, es que el daño
causado al trabajador que está cumpliendo su función, no sólo da lugar a las acciones que
contempla la legislación laboral, sino también a las que derivan de los artículos 1902 y 1903
del Código Civil, lo que da lugar a la compatibilidad de las responsabilidades e
indemnizaciones (sentencia de 5 de diciembre de 1995 [RJ 1995, 9259], 27 de febrero de
1996 [RJ 1996, 1267], 30 de noviembre de 1998 [RJ 1998, 8785] y 18 de mayo de 1999 [RJ
1999, 4112]) y a la competencia de la jurisdicción civil para el conocimiento de la llamada
responsabilidad extracontractual (sentencia de 19 de diciembre de 1996 y muchísimas que
cita), lo que se reitera al expresar que el orden jurisdiccional civil es el que conoce de la
acción personal de daños y perjuicios al amparo de los artículos 1902 y 1903 del Código Civil
(sentencia de 12 de mayo de 1997 [RJ 1997, 3833] y las que cita), que excede de la órbita
específica del contrato de trabajo (sentencia de 13 de octubre de 1998 [RJ 1998, 8373]);
competencia del orden jurisdiccional civil para resolver cuestiones como la presente, que se
reitera constantemente (así, la sentencia de 15 de abril de 1999 resume la doctrina
jurisprudencial, que asimismo recoge la de 7 de julio de 2000 [RJ 2000, 5928]).
Pues bien, el auto en cuestión que se declaraba incompetente por no atañer a la jurisdicción
civil el conocimiento de la demanda y sí a la del orden social, no puede ni debe ser
mantenido, ya que tal posición pugna con la reiterada jurisprudencia de esta Sala relativa a
procesos coetáneos y que dice: «ya que es muy notoria y reiterada la consolidada doctrina
jurisprudencial, que con apoyo en las disposiciones en vigor, sostiene respecto de la
responsabilidad y sus respectivos títulos legales la compatibilidad de las indemnizaciones
laboral y civil. Como explica, entre otras, la Sentencia del Tribunal Supremo de 4 de junio de
1993 (RJ 1993, 4479): la jurisprudencia ha reiterado la compatibilidad de la indemnización
satisfecha por accidente de trabajo y la dimanante del acto culposo ya que la reglamentación
especial no sólo no restringe el ámbito de aplicación de los artículos 1902 y 1903,
reguladores de la culpa extracontractual, sino que explícitamente viene admitiendo su
vigencia, al admitir expresamente que puedan derivarse del hecho cuestionado otras
acciones que las regidas por la legislación laboral, exigibles las mismas ante la jurisdicción
civil (sentencia del Tribunal Supremo de 5 de enero [RJ 1982, 182], 4 [RJ 1982, 5538] y 6
de octubre [RJ 1982, 5541] y 8 de noviembre de 1982 [RJ 1982, 6534], 9 de marzo [RJ
1983, 1463], 6 de mayo [RJ 1983, 2672], 5 de julio [RJ 1983, 4072] y 28 de octubre de
1983 [RJ 1983, 5350] y 7 de mayo [RJ 1984, 2398] y 8 de octubre de 1984 [RJ 1984,
4762], siendo así que las prestaciones de carácter laboral nacen de la relación de la
Seguridad Social y, mediatamente al menos, de la misma relación laboral que preexiste a las
responsabilidades de índole extracontractual y que nacen de diferente fuente de las
obligaciones (artículos 1089 y 1093 del Código Civil) que es la culpa o negligencia no
penadas por la Ley; así lo declara el artículo 97.3 y reitera tal compatibilidad el artículo 93.9
ambos de la Ley de Seguridad Social (RCL 1974, 1482 y NDL 27361) (sentencia del Tribunal
Supremo de 2 de enero de 1991 [RJ 1991, 102]). Los argumentos que anteceden,
establecen que corresponde a este orden jurisdiccional el conocimiento del asunto (sentencia
del Tribunal Supremo de 21 de noviembre de 1995 [RJ 1995, 8896]); como remarca,
asimismo, la sentencia del Tribunal Supremo de 5 de diciembre de 1995 (RJ 1995, 9259), la
compatibilidad de responsabilidades en punto a la indemnización por accidente de trabajo y
la dimanante de acto culposo está reconocida por numerosa jurisprudencia, entre otras por
la sentencia de 2 de enero de 1991 (RJ 1991, 102), que dice no se excluyen, sino que, por el
contrario, las reglamentaciones laborales especiales vienen explícitamente reconociendo la
vigencia en estos casos de los artículos 1902 y 1903 del Código Civil, lo mismo que
expresaba la sentencia de 8 de octubre de 1984 (RJ 1984, 4762) al decir que la Jurisdicción
Ordinaria Civil no viene vinculada a la Laboral, siendo por tanto independiente para enjuiciar
conductas cuando se acciona al amparo de los artículos 1902 y 1903 del Código Civil, ya que
la responsabilidad aquiliana es compatible con la derivada en base a relación de trabajo, y la
de 5 de enero de 1982 (RJ 1982, 182) al expresar que son com