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Desde la antigüedad y hasta nuestros días, puede afirmarse que las plantas y

las hierbas, así como sus frutos y flores han tenido un papel preponderante
para el desarrollo de la humanidad. Han servido como alimento y para la
elaboración de esencias, perfumes, inciensos, baños y una extensa gama de
remedios naturales que procuran el bienestar físico y espiritual.
Al revisarse las distintas religiones, se encontrará un indiscutible punto
en común en el cual los practicantes emplean las plantas para venerar sus
simbolismos e invocar sus virtudes. También son utilizadas como ofrendas
para atraer los favores de un santo, deidad o entidad espiritual.
En la práctica de la Regla de Ocha y la Regla de Palo Monte, las plantas
representan la energía y el espíritu desde donde surgen todas las fuerzas.
El dueño de la vegetación es Osain, quien nació de las entrañas de la tierra.
Para hacer Osain se requiere un continuo estudio y destreza en el corte,
rezo y manipulaciones de las plantas. Como la mayoría de los fundamentos
que rigen estas prácticas religiosas están basados en la oralidad, es usual que la
información en algunas ocasiones se extravíe o se omita. El panteón yoruba
está formado por un conjunto de deidades a las que se les asocia un poder,
atributos específicos, determinadas fuerzas de la naturaleza y partes del
cuerpo. En la práctica de la medicina yoruba cada orisha requiere hierbas y
alimentos específicos para fortalecer o restablecer la energía y así mostrar
su equilibrio. Se parte de la relación entre el órgano afectado y el orisha
que lo rige, y se indican las hierbas y tratamientos basados en las plantas
que les pertenecen. Esta obra recopila mi experiencia en

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