Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El modelo de la pintura
Toda descripción literaria es una “vista”. Describir es colocar el marco vacío que el autor realista
siempre lleva consigo delante de una colección de objetos. El escritor transforma en primer lugar lo “real” en
objeto pintado, después de lo cual puede sacarlo de su pintura; en una palabra, describirlo. Así, el realismo no
consiste en copiar lo real, sino en copiar una copia (pintada) de lo real. Por esto el realismo no puede ser tildado
de “copiador”, son más bien de “plagiario”.
XXV. El retrato
En el retrato, los sentidos pululan a través de una forma que no obstante los disciplina: esta forma es a la
vez un orden retórico (el anuncio y el detalle) y una distribución anatómica (el cuerpo y el rostro); estos dos
protocolos son también códigos; estos códigos se sobreimprimen a la anarquía de los significados, apareciendo
como operadores de la naturaleza (o de la razón), Así pues, la imagen final proporcionada por el discurso (por
el retrato) es la de una forma natural. La naturalidad del retrato proviene del hecho de que, al superponerse, los
múltiples códigos no coinciden: sus unidades no tienen el mismo emplazamiento ni el mismo tamaño, y esta
disparidad produce el desplazamiento del discurso, se produce una imagen de movimiento, de vida (en este caso
un retrato). El retrato no es una representación realista, una copia continua, de la que podría darnos una idea la
puntura figurativa; es una escena ocupada por bloques de sentido, a la vez variados, repetidos y discontinuos;
del ordenamiento de estos bloques surge no una copia sino un diagrama del cuerpo. La lectura del retrato
“realista” no es una lectura realista, es una lectura cubista: Los sentidos son cubos apilados, separados,
imbricados, sin embargo unos en otros, cuya traslación produce todo el espacio del cuadro: la figura no es el
total, el marco o soporte de los sentidos, es un sentido más.