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nuevas corrientes intelectuales

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Zygmunt Bauman

revista de s a n t a n d e r
¿Múltiples culturas, una sola humanidad?
¿Múltiples culturas, una sola humanidad?

zygmunt bauman

El «multiculturalismo» es una de las palabras de moda entre los


“gestores culturales” y universitarios colombianos, correspondiente a la política
cultural de los funcionarios del Ministerio respectivo. Para ellos, se trata del
canon de la «corrección política». Lo que no saben es que, en el fondo, se trata
de una renuncia al ejercicio de la responsabilidad nacional, un “dejar hacer y
pasar” para no proponer metas educativas ni culturales. Se trata entonces de
28 una traición de los intelectuales (trahison des clercs) a su misión propia, una
irresponsabilidad con el destino de sus respectivas naciones. Es preciso someter
a crítica esa corriente traidora. Por ello, esta sección acoge un brillante ensayo
de Zygmunt Bauman sobre las consecuencias prácticas del multiculturalismo
para el proyecto de construcción de las comunidades nacionales, es decir, para
el avance de las promesas de la ciudadanía moderna.

El
«multiculturalismo» es
la respuesta más habitual
Este ensayo fue incluido en la compilación del autor que
entre las clases cultas y
originalmente fue titulada Community. Seeking Safety in an
creadoras de opinión a
Insecure World (Polity Press, 2001). La traducción española
la incertidumbre mun-
fue hecha por Jesús Alborés y publicada como capítulo 9 de
dial respecto a qué tipos de valores merecen
la obra Comunidad. En busca de seguridad en un mundo hostil
ser estimados y cultivados y qué direcciones
(Madrid: Siglo XXI, 2003; p. 145-168). En esta obra, el autor
deben seguirse con firme determinación. Esa
advirtió que la palabra «comunidad», pese a transmitir una
respuesta se está convirtiendo rápidamente
buena sensación, por desgracia representa el tipo de mun-
en el canon de la «corrección política»; es
do al que no podemos acceder. La «comunidad realmente
más, se convierte en un axioma que ya no
existente» nos pide renunciar a nuestra libertad, obediencia,
es necesario explicitar, en el prolegómeno a
desconfianza respecto de los extraños y una renuncia a enten-
cualquier deli­beración posterior, la piedra
derlos o hablar con ellos. El precio de «estar en comunidad»
angular de la doxa: no en un co­nocimiento
puede ser el de la renuncia a la autonomía. Por derivación,
en sí mismo, sino en la asunción tácita, no
la propuesta del «multiculturalismo» debe ser examinada
pensada, de todo pensamiento que lleva al
con sumo cuidado. Nacido en 1925 en Pozna (Polonia),
conocimiento.
emigró de su patria en 1968 por razones políticas y se con-
En pocas palabras, la invocación
virtió en uno de los grandes sociólogos de nuestro tiempo.
del «multiculturalismo», en boca de las clases
Es profesor emérito en la Universidad de Leeds (Inglaterra).
cultas, esa encarnación contemporánea de
los intelectuales modernos, significa: lo sien-
to, no podemos sacarte del lío en el que estás
metido. Sí, hay confusión sobre los valo­res,

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¿Múltiples culturas, una sola humanidad?

una cualidad que intelectuales famosos en


Russell Jacoby dio el título de El final de la utopía tiempos por su vo­ciferante radicalismo han
perdido en el camino hacia sus nue­vos pa-
a su in­cisiva exposición de la fatuidad del credo
peles y «nichos» como expertos, académicos
«multiculturalista». Ese título tiene un mensaje: las o celebri­dades mediáticas. Uno siente la
tentación de aceptar esta versión levemente
clases cultas de nuestra época no tie­nen nada que
actualizada de le trahison des clercs como la
decir sobre la forma preferible de la condición expli­cación al enigma de la resignación e in-
diferencia de las clases cultas.
humana. Es por esta razón por la que buscan un Sin embargo, es preciso resistirse a
escape en el «multiculturalismo», esa «ideología del esa tentación. Tras el via­je de los intelectua-
listas hasta su actual ecuanimidad hay una
final de la ideología». razón más importante que la cobardía de las
clases cultas. Las clases cultas no han hecho
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solas el viaje. Han viajado con una compañía
muy numerosa: en compañía de los poderes
sobre el significado de «ser humano», sobre econó­micos cada vez más extraterritoriales,
las formas ade­cuadas de convivir; pero de ti en compañía de una so­ciedad que vincula
depende arreglártelas a tu modo y atenerte a a sus miembros cada vez más a su papel de
las consecuencias en el caso de que no te sa- consumidores en vez de al de productores,
tisfagan los resultados. Sí, hay una cacofonía y en compañía de una modernidad cada vez
de voces y es improbable que se cante una más fluida, «licuada», «desregulada». Y en el
canción al unísono, pero no hay que preocu­ curso de ese viaje han sufrido transforma-
parse: ninguna canción es necesariamente ciones parecidas a las que les tocó en suerte
mejor que la siguiente, y si lo fuera, no habría al resto de sus compañeros de viaje. En­tre las
de todos modos forma de saberlo, así que transformaciones compartidas por todos los
canta con entera libertad (compón, si sabes) viajeros des­tacan sobre todo dos como expli-
tu propia can­ción (en cualquier caso, no au- caciones plausibles de la es­pectacular carrera
mentarás la cacofonía; ya es en­sordecedora y de la «ideología del fin de la ideología». La
una canción más no cambiará nada). primera es la desvinculación como la nueva
Russell Jacoby dio el título de El estrategia del poder y de la dominación; la
final de la utopía1 a su in­cisiva exposición de segunda el exceso como el actual sustitu­to de
la fatuidad del credo «multiculturalista». Ese la regulación normativa.
título tiene un mensaje: las clases cultas de Los intelectuales modernos eran
nuestra época no tie­nen nada que decir sobre gente con una misión: la vocación que les
la forma preferible de la condición humana. había sido asignada y que se tomaron en serio
Es por esta razón por la que buscan un escape fue ayudar a «rearraigar lo desarraigado» (o,
en el «multiculturalismo», esa «ideología del utilizando los tér­minos que los sociólogos
final de la ideología». prefieren actualmente, «reintegrar lo desinte-
Enfrentarse al statu quo siempre grado»). Esa misión se dividía en dos tareas.
requiere valor, conside­rando las tremendas La primera de ellas era «ilustrar
fuerzas que se reúnen tras él; y el valor es al pueblo», es decir, proveer a los desorien-
tados hombres y mujeres arrancados de la
mo­nótona rutina de la vida comunal de gi-
1) Véase Russell Jacoby (1999), The End of Utopia: Politics róscopos axiológicos y mar­cos cognitivos que
and Culture in an Age of Apathy, Nueva York, Basic permitieran a cada uno de ellos navegar en
Books. aguas desconocidas y turbulentas que exigían

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habilidades vita­les que no habían necesitado miento del orden moderno requería gestores
jamás y que nunca habían tenido la oportu- y profesores. La era de la construcción del
nidad de aprender; establecer nuevos puntos estado-nación tenía que ser, y fue, una época’
de orien­tación, nuevos fines vitales, nuevas de vinculación directa entre los gobernantes y
lealtades y nuevos estánda­res de conformidad los gobernados.
en sustitución de los que solían proveer las Eso ya no ocurre; en todo caso,
comunidades en las que estaba inscrita la vida ocurre cada vez menos. Los nuestros son
humana de la cuna a la sepultura, pero que tiempos de desvinculación. El modelo pa-
ahora habían perecido, ya no eran accesibles nóptico de dominación que utilizaba la vigi-
o habían caído rápidamente en desuso. lancia y el control hora a hora y la corrección
La otra tarea era contribuir a la de la conducta de los dominados como su
empresa acometida por los legisladores: dise- estrategia principal está siendo rápidamente
ñar y construir nuevos entornos bien estruc­ desmantelado y deja paso a la autovigilancia
turados y cartografiados que hicieran posible y autocontrol por parte de los do­minados,
y eficaz semejante navegación, y dar forma a algo que es tan eficaz para suscitar el tipo 31
una «masa» temporalmente amorfa; estable- de conduc­ta «correcta» (funcional para el
cer el «orden social», o, más exactamente, una sistema) como el antiguo método de domi-
«sociedad ordenada». nación… sólo que considerablemente menos
Ambas tareas derivaban de la mis- costoso. En lugar de columnas en avance,
ma gran empresa de la re­volución moderna: enjambres.
la construcción del estado y la nación: la A diferencia de las columnas en
sus­titución de un mosaico de comunidades avance, los enjambres no requieren sargentos
locales por un sistema más estrechamente ni cabos; los enjambres encuentran su ca­
integrado de estado-nación, de «sociedad mino infaliblemente sin los oficiales del es-
imaginada». Y ambas tareas requerían una tado mayor ni sus ór­denes de marcha. Nadie
confrontación di­recta, cara a cara, de todos conduce a un enjambre hacia los pra­dos flo-
sus agentes –económicos, políticos o espi- ridos, nadie tiene que reconvenir y sermonear
rituales– con los cuerpos y las almas de los a los remolones, ni fustigarlos para que vuel-
objetos de la gran transformación en marcha. van a la fila. Quien quie­ra mantener a un en-
Construir la industria moder­na se reducía al jambre centrado en su objetivo debe atender
desafío de transplantar a los productores de
la rutina tradicional, ligada a la comunidad,
a otra rutina diseña­da y administrada por los
propietarios de las fábricas y sus supervisores Tras el via­je de los intelectualistas hasta su actual
a sueldo. Construir el estado moderno consis- ecuanimidad hay una razón más importante que la
tía en sustituir las antiguas lealtades hacia la
parroquia, la comunidad del vecindario o el cobardía de las clases cultas. Las clases cultas no han
gremio artesano por nuevas lealtades de corte
hecho solas el viaje. Han viajado con una compañía
ciudadano hacia la totalidad abstracta y dis-
tante de la nación y de las leyes del país. Las muy numerosa: en compañía de los poderes econó­
nuevas lealtades, a diferencia de las an­tiguas y
micos cada vez más extraterritoriales, en compañía
obsoletas, no podían confiar en mecanismos
de auto-reproducción espontáneos y que se de una so­ciedad que vincula a sus miembros cada
seguían sin más; tenían que ser cuidadosa-
vez más a su papel de consumidores en vez de al de
mente diseñadas y meticulosamente instala-
das en un proceso de educación organizada productores…
de las masas. La cons­trucción y manteni-

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a las flores del prado, no a la trayectoria de la Según la versión del drama de la


abeja indivi­dual. Es como si el bicentenario gran desvinculación que ofrece Daniel Co-
oráculo de Claude Saint-Simon y la visión hen2, economista de la Sorbona, la función de
del comunismo de Karl Marx se hubieran la empresa ya no es guiar, regular y controlar
realizado: la gestión de los seres humanos está a sus emplea­dos; ahora es al revés: compete a
siendo sustituida por la gestión de las cosas los empleados probar su ca­pacidad, demos-
(confiándose en que los seres humanos sigan trar que aportan valores de los que carecen
a las cosas y ajusten sus propias acciones a la otros empleados. En una curiosa inversión
lógica de éstas). del modelo de relación ca­pitalista-trabajador
A diferencia de las columnas en de Karl Marx, en la que los capitalistas paga-
avance, los enjambres es­tán coordinados sin ban únicamente por el mínimo estrictamen-
estar integrados. A diferencia de las colum­nas te imprescindible para que se reprodujera
en avance, cada una de las «unidades» que la capacidad de trabajar de los obre­ros, su
se combinan en un enjambre es «volunta- «fuerza de trabajo», pero exigían un trabajo
ria», autopropulsada y autodirigida, pero, muy supe­rior a su gasto, las actuales empresas
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una vez más, a diferencia de las columnas, el pagan a los empleados por el tiempo que se
posible com­portamiento errático derivado les exige trabajar para la compañía pero rei­
de los efectos globales de la autonomía se vindican todas sus demás capacidades, toda
anula sin recurrir a la integración mediante su vida y toda su per­sonalidad. La competen-
la obe­diencia a las órdenes. No se da ninguna cia a muerte ha pasado de fuera a den­tro de
orden, no se escucha ninguna llamada a la las oficinas de la empresa: el trabajo significa
disciplina. Si se escucha alguna apelación, esta exámenes diarios de capacidad y dedicación,
se dirige al «interés individual» y al enten- los méritos acumulados no garantizan la es-
dimiento. La san­ción que se cierne sobre la tabilidad futura. Cohen cita un informe de la
conducta inapropiada es el perjuicio autoin- Agencia Nacional de Condiciones Laborales:
fligido, y el perjuicio se achaca a la ignorancia la «frustración, el aislamiento, la competen-
del interés... del interés individual, no del cia dominan» la situación de los em­pleados.
«bien de la totalidad». El enjam­bre puede mo- Cita también a Alain Ehrenberg3: las neurosis
verse de forma sincronizada sin que ninguna provo­cadas por los conflictos con las figuras
de sus entidades tenga la menor idea de qué de la autoridad han sido sustituidos por «de-
puede querer decir «bien común». Al igual presiones causadas por el temor de no estar
que las torres de vigilancia del panóp­tico, se “a la altura” y no aportar un “rendimiento”
han hecho redundantes esos otros costosos tan bueno como el del colega más cercano». Y
aditamentos del «poder vinculado», el adoc- finalmente a Robert Linhart4: la otra cara de
trinamiento ideológico y la mo­vilización. la autonomía y del espíritu de iniciativa son
el «su­frimiento, la confusión, el malestar, los
sentimientos de impo­tencia, estrés y temor».
Si el esfuerzo laboral se ha transforma­do en
una lucha cotidiana por la supervivencia,
2) Daniel Cohen (1996), Nos temps modernes, París,
¿quién necesita supervisores? Si los emplea-
Flammarion, pp. 56, 60-61 [edición en español:
dos son fustigados por su propio ho­rror a la
Nuestros tiempos modernos, traducción de Ale­
inseguridad endémica, ¿quién necesita gesto-
jandra Montoro, Barcelona, Tusquets, 2001].
res que chasqueen las fustas?
3) Alain Ehrenberg (1998), La fatigue d’étre; París,
De columnas en avance a enjam-
Odile Jacob.
bres; de las aulas a la red mediática, Internet y
4) Robert Linhart (1998), «L’évolution de l’organisa-
tion de travail», en Jacques Kergouat et al. (eds.),
el software de aprendizaje, cada vez más difí-
Le monde du travail, París, La Découverte. cil de distinguir de los juegos de ordenador.

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Se espera (y se confía en) que los demandan- la crisálida de la sociedad capitalista de pro-
tes de empleo «se movilicen» o contraten los ductores surgió, metafóricamente hablando,
servicios de un amable consultor de pequeñas la mariposa de la sociedad de consumidores.
empresas (Gordon Brown, el ministro de Esta metáfora sólo es parcialmente correc-
Economía británico, propuso que se dotara ta, sin embargo, puesto que la transición en
a todos los demandantes de empleo de telé- cuestión no fue ni mucho menos tan abrupta
fonos móviles gratuitos para garantizar su como el nacimiento de una mariposa. Requi-
continua disponibilidad); igual que ocurre rió mucho tiempo advertir que habían cam-
con las acciones y las monedas, se espera (y se biado demasiadas cosas en las condi­ciones de
confía en) que quienes aprenden «encuentren la vida humana y en los fines de la vida hu-
su propio nivel». En ningún caso se requiere mana para que el estado de cosas emergente
la anticuada vincula­ción, esa mezcla de rigu- no pudiera considerarse ya como una versión
rosa supervisión y vigilancia solícita. Lo que nueva y mejorada del antiguo; para que el
queda de gestión significa manipulación a juego de la vida adquiriera las suficientes nor-
través de la se­ducción oblicua, indirecta: ges- mas y apuestas como para merecer un nom-
tión a distancia. bre propio! Retrospectivamente, sin embargo,
La segunda desviación fecunda podemos situar el nacimiento de la sociedad
–la sustitución de la regu­lación y control de con­sumo y de la mentalidad de consumo
normativo por los poderes seductores del aproximadamente en el úl­timo cuarto del
ex­ceso– está estrechamente relacionada con siglo pasado, cuando la teoría del trabajo de
la transformación de las estrategias de domi- Smith/Ricardo/Marx/Mill fue puesta en tela
nación y el surgimiento de la coordi­nación de juicio por la teoría de la utilidad marginal
sin integración. de Menger/Jevons/Walras: cuando se afirmó
Nunca se dictó oficialmente, y mu- a las claras que lo que da a las cosas su valor
cho menos llegó a los ti­tulares, la sentencia no es el sudor requerido para producirlas
de muerte contra las normas, pero el desti­no (como diría Marx), o la autorrenuncia que
de la norma quedó sellado cuando a partir de se precisa para obtenerlas (como diría Georg

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efecto de la tentación y la esencia de la seduc-


En palabras de Jacques Ellul, el temor y la angustia ción. Y en ausencia de normas, el exceso es la
única esperanza de la vida. En una sociedad
son hoy las «características esenciales» del de productores, exceso equivalía a de­rroche,
«hombre occidental», arrai­gadas como están y por esa razón ofendía y se predicaba con-
tra él; pero nació como una enfermedad de
en la «imposibilidad de reflexionar sobre una la vida orientada a normas (una enferme-
multiplicidad de opciones tan enorme». dad terminal, como acabó viéndose). En un
mun­do carente de normas, el exceso había
pasado de ser un vene­no a convertirse en una
medicina para las enfermedades de la vida;
Simmel), sino un deseo que busca satisfacción; quizá en el único apoyo a la vida disponible.
cuando la antigua que­relle respecto a si era el El exceso, el enemigo jurado de la norma, se
productor del usuario el mejor juez del valor había convertido él mismo en la norma. Una
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de las cosas se resolvió sin ningún tipo de norma curiosa, qué duda cabe; una norma
ambigüedad a favor del usuario, y la cuestión que elude toda definición. Habiendo roto las
del derecho a emitir un juicio competente se cadenas norma­tivas, el exceso perdió su sig-
mezcló con el tema de los derechos de valor- nificado. Nada es excesivo cuan­do el exceso es
autoría. Cuando ocurrió eso quedó claro que, la norma.
como dijo Jean-Joseph Goux, «para crear va- En palabras de Jacques Ellul6, el
lor, todo lo que se necesita es crear una inten- temor y la angustia son hoy las «característi-
sidad de deseo suficiente a través de cualquier cas esenciales» del «hombre occidental», arrai­
medio posible», y que «lo que en último gadas como están en la «imposibilidad de
término crea una plusvalía excedentaria es la reflexionar sobre una multiplicidad de opcio-
manipulación del deseo excedentario»5. nes tan enorme». Se construyen nuevas ca-
En efecto, como más tarde afirmó rreteras y se bloquea la entrada a las antiguas;
célebremente Pierre Bourdieu, la tentación las incorpora­ciones, salidas y direcciones del
y la seducción han llegado a sustituir a la re- tráfico permitido cambian in­cesantemente, y
gulación normativa y al control obstructivo Land-Rovers recientemente de moda (tanto
como los prin­cipales medios de construcción los de cuatro ruedas como, aún más, aque-
de sistemas e integración so­cial. El quebran- llos que se componen de señales eléctricas)
tamiento de las normas (o más bien, el tras­ han hecho totalmente redundantes las sen­
cender la norma con un apresuramiento que das trilladas y las carreteras señalizadas. El
priva a los hábitos del tiempo que requieren nuevo cálculo de ga­nancias y pérdidas hace
para coagularse en normas) es el principal que los viajeros de día valoren su li­bertad
de movimientos y exhiban orgullosamente
su velocidad y la potencia de aceleración de
sus vehículos, mientras que de noche sueñan
también con más seguridad y confianza en sí
5) Jean-Joseph Goux (1990), Symbolic Economies:
mis­mos para cuando, ya de día, tengan que
After Marx and Freud, Ithaca, Cornell University
decidir qué camino es­coger y a qué destino
Press, pp. 200, 202.
orientarse.
6) Jacques Ellul (1998), Métamorphose du bourgeois,
París, La Table Ronde, p.277.
Heather Höpfl7 observó hace pocos
7) Heather Höpfl (1997), «The melancholy of the
años que el abasteci­miento del exceso se está
black widow», en Kevin Hetherington y Rolland convirtiendo en la principal preocu­pación de
Munro (eds.), Ideas of Difference, Oxford, Black­ la vida social tardomoderna, y arreglárselas
well, pp. 236-237. con el ex­ceso es lo que ha llegado a conside-

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rarse libertad individual en la sociedad tar- y el principal motivo por el que ofendían en
domoderna: la única forma de libertad que el modo sobrio, fríamente calculador de la
co­nocen los hombres y mujeres de nuestra racionalidad instrumental era, al fin y al cabo,
época. su «inutilidad»; pero en una vida de expe­
rimentación, el exceso y el derroche son cual-
A medida que se acerca el final del siglo quier cosa menos inútiles. En realidad, son
XX hay una creciente preo­cupación por la las condiciones indispensables de la búsqueda
producción elaborada, aparentemente para racional de fines. ¿Cuándo se hace excesivo
servir al interés del consumo, y una prolife- el exce­so? ¿Cuándo se hace derrochador el
ración del exceso, una proliferación de una derroche? Estas pregun­tas no tienen ninguna
heterogeneidad de elección y experiencia respuesta obvia y, con toda certeza, no hay
que prometen libe­ración, de construcción y forma alguna de responderlas de antemano.
persecución de sublimes objetos de deseo. La Uno puede la­mentar los años derrochados
construcción de artefactos sublimes, objetos y los gastos excesivos de energía y de dine-
de deseo, personali­dades, «estilos de vida», ro, pero uno no puede distinguir la medida 35
estilos de interacción, formas de actuar, excesiva de la adecuada ni el derroche de la
formas de construir la identidad, etc. se con- necesidad antes de que nos hayamos quema-
vierte en una opresiva rutina enmascarada do los dedos y haya llegado el momento de
como una elección continuamente amplia- arrepentirse.
da. La materia llena por completo la totali- Sugiero que la mejor forma de
dad del espacio. La elección es una ilusión interpretar la «ideología multiculturalista
desconcertante. del final de la ideología» es como glosa inte-
lectual de la condición humana tal como la
Ilusión o no, esas son las condiciones de configura el doble impacto del poder-me-
vida a las que he­mos sido arrojados: eso es diante-la-desvinculación y la regulación-
lo único respecto a lo que no hay elección. mediante-el-exceso. El «multiculturalismo»
Si la secuencia de pasos no está predetermi- es una forma de ajustar el papel de las clases
nada por una norma (y no digamos por una cultas a esas nuevas realidades. Es un mani-
norma carente de ambigüe­dad), la experi- fiesto en pro de la reconciliación: nos rendi-
mentación continua es lo único que alienta la mos a las nue­vas realidades, no las desafiamos
es­peranza de encontrar alguna vez el objetivo, ni las combatimos; dejemos que las cosas (los
y semejante expe­rimentación exige nume- sujetos humanos, sus elecciones y el destino
rosos caminos alternativos. George Bernard que determinan) «sigan su propio curso». Es
Shaw, gran ingenioso y gran aficionado a la también un producto del mimetismo de un
fotografía, afirmó humorísticamente en cier- mundo caracterizado por la desvinculación
ta ocasión que, igual que el bacalao necesita como la principal estrategia del poder y por
diseminar miríadas de huevos para que pue­ la sustitución de normas con un objeto por
dan sobrevivir hasta la madurez unos pocos la variedad y el exceso. Si no se cues­tionan
descendientes, un fotógrafo necesita hacer las realidades y se supone que no permiten
una miríada de tomas para que unas po­cas ninguna al­ternativa, uno sólo puede hacerlas
fotografías logren auténtica calidad. Ahora tolerables replicando su mo­delo en la propia
parece que to­dos seguimos la receta que em- forma de vida.
plea el bacalao para sobrevivir. El exceso se En la nueva Weltanschauung de
convierte en un precepto de la razón. El ex- los creadores y diseminadores de opinión, las
ceso ya no parece excesivo, como el derroche realidades en cuestión se visualizan con­forme
tampoco parece derro­chador. El significado al modelo del Dios tardomedieval construido
principal de «excesivo» y de «derrocha­dor» por los fran­ciscanos (en particular los fratri-

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celli, su fracción de «Hermanos Menores») conformidad con el espíritu de los tiempos,


y por los nominalistas (el más célebre de los en una frase rotunda: «Ya no hay salvación
cuales es Guillermo de Ockham). Según el por la sociedad». Depende ahora de los indi-
resumen de Michael Allen Gillespie8, aquel viduos humanos plantear el caso «con­forme a
Dios franciscano/nominalista era «capri- su deseo y criterio», probar ese caso y defen-
choso, temible en Su poder, incognoscible, derlo con­tra los promotores de otros casos.
impredecible, irrestricto por la naturaleza o No tiene sentido invocar los veredictos de la
por la razón e indiferente al bien y al mal». sociedad (la última de las autoridades a las
Por encima de todo, Él se mantenía inmuta- que el oído moderno se prestaba a escuchar)
blemente más allá del alcance de la capacidad para apoyar el propio caso: primero, esa invo-
intelectual y pragmática humana. Nada podía cación no sería creíble porque los vere­dictos
ganarse a través de los esfuerzos por forzar –si es que hay alguno– son desconocidos y
la mano de Dios, y como todos los intentos seguirán siéndolo; en segundo lugar, algo que
de hacerlo estaban condenados a la futilidad se sabe a ciencia cierta de los veredictos de la
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y a dar testimonio de la soberbia humana, sociedad es que nunca rigen durante mucho
eran pecaminosos e indignos de intentarse. tiempo y que no hay forma de saber qué de-
Dios no debía nada a los hu­manos. Una vez rrotero van a seguir después; y en tercer lugar,
que los había hecho independientes y les como el Dios del Medioevo tardío, la socie-
había encomendado que buscaran su propio dad es «indiferente al bien y al mal».
camino, Él se quedó al margen y se retiró. El «multuculturalismo» sólo es
En el ensayo sobre la Dignidad del hombre, sostenible cuando se supone que la sociedad
Giovanni Pico della Mirándola9, el gran co- tiene una naturaleza de ese tipo. Si la «socie­
dificador de las am­biciones renacentistas, dad» no tiene más preferencia que la de que
llenas de seguridad en sí mismas, extra­jo las los seres humanos, aislada o colectivamente,
únicas conclusiones que podían derivarse construyan sus propias preferencias, entonces
razonablemen­te de la retirada de Dios. Dios, no hay manera de saber si una preferencia es
afirmó, hizo mejor que otra. Comentando el llamamien-
to de Charles Taylor a acep­tar y respetar las
del hombre la hechura de una forma indefi- diferencias entre culturas comunalmente
nida y, colocado en el cen­tro del mundo, le ele­gidas, Fred Constant10 observaba que de
habló de esta manera: «No te dimos ningún ese llamamiento tenía un efecto doble: se re-
pues­to fijo, ni una faz propia, ni un oficio conoce el derecho a ser diferente junto con el
peculiar, ¡oh Adán!, para que el puesto, derecho a la indiferencia. Añadiré que aunque
la imagen y los empleos que desees para el derecho a la diferencia se otorga a otros,
ti, esos los tengas y poseas por tu propia es la norma que quienes otorgan semejante
decisión y elección. Para los demás, una derecho usurpen para sí mismos el derecho a
na­turaleza contraída dentro de ciertas leyes permanecer indiferentes; a abstenerse de juz-
que les hemos prescrito. Tú, no sometido a
cauces algunos angostos, te la definirás se-
gún tu arbitrio al que te entregué. 8) Michael Alien Gillespie (1999), «The theological
origins of modernity», Critical Review, 13:1-2, pp.
Ahora le toca a la sociedad seguir el ejemplo 1-30.
del Dios fran­ciscano/nominalista y retirarse. 9) Pico della Mirandola (1984), De la dignidad del
Peter Drucker, ese Guillermo de Ockham y hombre, edición pre­parada por Luis Martínez
Pico della Mirándola de la época del capita- Gómez, Madrid, Editora Nacional, p. 105.
lismo «líquido moderno» combinados en una 10)Fred Constant (2000), Le multiculturalisme, París,
sola persona, resumía la nueva sabiduría, en Flammarion, pp. 89-94.

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gar. Cuando la tolerancia mutua se combina


con la indiferencia, las culturas comunales Algo que se sabe a ciencia cierta de los veredictos
pueden vivir unas junto a otras, pero rara vez
hablan entre sí, y si lo hacen tienden a utilizar de la sociedad es que nunca rigen durante mucho
el cañón de una pistola como teléfono. En un
tiempo y que no hay forma de saber qué derrotero
mundo de «multiculturalismo» las cul­turas
pueden coexistir pero les resulta difícil bene- van a seguir después.
ficiarse de una vida compartida.
Constant pregunta: ¿es el plura-
lismo cultural un valor por derecho propio,
o su valor se deriva de la sugerencia (y la expedición hallazgos que difieren en algo. A
es­peranza) de que pueda mejorar la calidad priori, no puede declararse que ninguno de
de la existencia com­partida? No está claro esos hallazgos carezca de valor, y ningún es­
sin más cuál de las dos respuestas pre­fiere el fuerzo sincero por encontrar la mejor forma
programa multiculturalista; la pregunta no es para la humanidad común puede descartarse
retórica, ni mucho menos, y la elección entre de antemano como errado e indigno de be-
respuestas requeriría que se precisara mejor névola atención. Al contrario: la variedad de
qué se entiende por «derecho a la diferen­cia». hallazgos hace más probable que sean menos
Caben dos interpretaciones de ese derecho, las posibilidades humanas que se pasen por
cuyas conse­cuencias difieren drásticamente. alto y se dejen sin ensayar. Cualquier hallazgo
Una interpretación implica la soli- pue­de beneficiar a todos los exploradores,
daridad de los explorado­res: como todos, ais- con independencia del camino que hayan ele-
lada o colectivamente, estamos embarcados gido. Eso no significa que todos los ha­llazgos
en la búsqueda de la mejor forma de huma- tengan idéntico valor, sino que su auténtico
nidad, puesto que a fin de cuentas todos qui- valor quizá sólo pueda establecerse mediante
siéramos beneficiarnos de ella, cada uno de un prolongado diálogo en el que se permita
nosotros explora una vía diferente y trae de la que sean escuchadas todas las voces y puedan

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¿Múltiples culturas, una sola humanidad?

es­tablecerse comparaciones bona fide, bien de los intelectuales. Y fiel a la naturaleza de


intencionadas. En otras palabras, el reconoci- la profesión académica, sería tan erróneo
miento de la variedad cultural es el principio, como extraño esperar un juicio meditado sin
no el fin, del asunto; no es más que un punto un «proyecto de estu­dio» diseñado y desa-
de partida para un proceso político largo y qui- rrollado sine ira et studio. «Tras el exa­men, o
zá tortuoso, pero a fin de cuentas beneficioso. encontramos algo de gran valor en la cultura
Si hubiera que asumir desde el C o no lo encontramos.» Sin embargo, somos
principio la superioridad de algunos conten- nosotros, los investidos de cargos académicos,
dientes y la inferioridad de otros, se impe- quienes tenemos competencia para consi-
diría y haría inviable un auténtico proceso derar que un hallazgo es un hallazgo. Taylor
político de diálogo y nego­ciación y orientado reprocha a los in­telectuales de predisposición
a una resolución acordada. Pero ese proce­so «multiculturalista» la traición a su vocación
también se detendría antes de empezar si se académica, en tanto que debería censurar-
impusiera la se­gunda interpretación de la los por elu­dir los deberes del homo politicus,
38
pluralidad cultural: es decir, si se asumiera miembro de la comunidad política.
(como hace, abierta o tácitamente, el pro- Taylor prosigue sugiriendo que en
grama «multiculturalista» en su versión más los casos en los que nos parezca que sabe-
habitual) que cada una de las diferencias exis- mos que una determinada cultura es valiosa
tentes es digna de perpetuación por el solo en sí misma y por tanto también digna de
he­cho de ser una diferencia. perpetuación no de­bería quedar ninguna
Charles Taylor11 rechaza acertada- duda de que la diferencia encarnada por una
mente la segunda posibilidad: determinada comunidad tiene que ser preser-
vada para el futuro, y por tanto es necesario
un respeto adecuado por la igualdad requiere restringir los derechos de los individuos ac-
algo más que la suposición de que el posterior tualmente vivos a tomar elecciones tales que
estudio nos hará ver las cosas de ese modo, hi­cieran dudoso el futuro de esa diferencia.
pero que en el momento actual hay que juzgar Al obligar a sus habitantes a enviar a sus hijos
de igual valor las costumbres y creaciones de a escuelas francófonas, Quebec –de ningún
esas culturas diferentes […]. En esta forma, modo un ejemplo exótico y misterioso, sino
la demanda de igualdad de reconocimiento es cabalmente estudiado y conocido– propor-
inaceptable. ciona a Taylor un modelo de lo que podría (o
debería) hacerse en un caso seme­jante:
Sin embargo, Taylor hace depender su negati-
va de la afirmación de que la pregunta por el No se trata únicamente de hacer accesible
valor relativo de las eleccio­nes culturales tiene el idioma francés a todos quie­nes pudieran
que dejarse al estudio posterior: «en esta fase, elegirlo […]. También implica cerciorarse
lo último que uno desea de los intelectuales de que en el fu­turo exista una comunidad de
eurocentristas son juicios positivos sobre personas que podrá beneficiarse de la opor-
el valor de culturas que no han estudiado tunidad de utilizar el idioma francés. Las
intensamente». Está claro que el reconoci- políticas orientadas a la supervivencia tratan
miento del valor sigue siendo competencia de crear activamente miembros de la comu-
nidad asegurándose, por ejemplo, de que
generaciones futuras sigan identi­ficándose
11) Charles Taylor (1994), «The policy of recogni- como francófonas.
tion», en Amy Gutman (ed.), Multiculturalism,
Princeton, Princeton University Press, pp. 98-99, Quebec es un caso «blando» (podríamos de-
88-89. cir que inocuo), lo que hace mucho más fácil

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suponer su valor general. La vali­dez de lo que Jürgen Habermas12 introduce en el debate


se defiende sería más difícil de sostener si se otro valor, el «estado constitucional demo-
hu­biera elegido otro ejemplo de la distin- crático», en gran par­te ausente del razona-
ción-cultural-con-separación; un caso que, a miento de Taylor. Si estamos de acuerdo en
diferencia del idioma francés (o de cualquier que el reconocimiento de la variedad cultural
otro idioma), a nosotros, los «intelectuales es el punto de partida correcto y adecuado
eurocentristas», multilingües como somos, para toda discusión razonable de los valores
aunque por lo demás aficionados a nues­tras humanos compartidos, también deberíamos
manías y debilidades habituales, nos pare- estar de acuerdo en que el «estado consti-
ciera detestable y frente al que prefiriéramos tucional» es el único marco en el que puede
guardar las distancias, ocultándo­nos tras pro- desarrollarse semejante debate. Para aclarar
yectos de investigación todavía-no-empren- me­jor qué es lo que implica la noción, pre-
didos o aún-por-concluir. La generalización feriría hablar de «repú­blica», o siguiendo a
también nos parecería mu­cho menos con- Cornelius Castoriadis, de «sociedad autóno-
vincente si recordáramos que el francés en el ma»: Una sociedad autónoma es inconcebi- 39
caso de Quebec no es más que un miembro, ble sin la autonomía de sus miembros; una
inusualmente be­nigno, de una gran familia república es inconcebible sin los dere­chos
de casos, la mayoría de los cuales son consi- sólidamente arraigados del ciudadano indi-
derablemente más malignos, que tienden a vidual. Esta con­sideración no resuelve nece-
utilizarse por co­munidades de todo el mundo sariamente la cuestión del conflicto entre la
para mantener entre sus filas los miembros comunidad y los derechos individuales, pero
vivos y para «crear nuevos miembros» (es sí eviden­cia que sin una praxis democrática
decir, para obligar a los recién nacidos o ú los por parte de individuos con libertad para au-
no nacidos a permanecer en­tre sus filas, pre- toafirmarse esa cuestión no puede abordarse,
determinando por eso mismo sus elecciones y mucho menos resolverse. La protección del
y per­petuando la separación comunal); otros individuo de la exi­gencia de conformidad de
miembros de esa fami­lia son, por ejemplo, la su comunidad puede que no sea una tarea
circuncisión femenina o los tocados rituales «naturalmente» superior a la del empeño de
de las escolares. Si se recuerda esto, puede que la comunidad en su supervivencia como enti-
estemos más dispuestos a aceptar que, tanto dad separada. Pero proteger al individuo/ciu-
como debemos respetar el derecho de una dadano de la república tanto de las presiones
comunidad a protegerse frente a las fuerzas an­ticomunales como de las comunales es la
asimilatorias o atomizadoras administradas condición preliminar para desempeñar cual-
por el estado o por la cultura dominante, quiera de esas tareas.
debemos respetar igualmente el derecho de Como afirma Habermas,
los individuos a protegerse contra presiones
comunales que de­niegan la elección o que Una teoría de los derechos adecuadamente
impiden la elección. Es notoriamente difícil entendida requiere una política del reco-
reconciliar y respetar ambos derechos simul- nocimiento que proteja la integridad del
táneamente, y la pregunta que se nos plantea individuo en los contextos de la vida en los
a diario y que debemos res­ponder a diario es que se forma su identidad […]. Todo lo que
cómo actuar cuando chocan. ¿Cuál de los dos
derechos es más fuerte, lo suficientemente
fuerte como para anular o marginar las de- 12) Jürgen Habermas (1994), «Struggles for recog-
mandas que invoca el otro? nition in the democratic constitutional regime»,
Replicando a la interpretación de en Amy Gutman (ed.), Multiculturalism, op. cit.,
Charles Taylor del derecho al reconocimiento, pp. 125, 113.

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¿Múltiples culturas, una sola humanidad?

se precisa es la actualización consistente del Indudablemente, la visión de lo


sistema de derechos. Esto sería poco proba- desigual amedrenta. Pero también puede mo-
ble, por supuesto, sin movimientos sociales vilizar para un esfuerzo mayor. Una respuesta
y luchas políticas […] el proceso de actua- posible a la indeterminación es la «ideología
lización de derechos está, efec­tivamente, del fin de la ideo­logía» y la práctica de la
integrado en contextos que requieren tales desvinculación. Otra respuesta, igual­mente
discursos como un componente importante razonable pero mucho más prometedora, es
de la política: discusiones sobre una con­ asumir que la búsqueda intensa de una sola
cepción compartida de lo bueno y una for- humanidad común y la praxis que se sigue de
ma deseada de vida que se reconozca como semejante asunción en ningún otro momen-
auténtica. to ha sido tan imperativa y urgente como es
ahora.
La universalidad de la ciudadanía es la condi- Fred Constant cita a Amin Maalo-
ción prelimi­nar de toda «política del recono- uf, el escritor franco-libanés establecido en
40 cimiento» que tenga sentido. Y, permítaseme Francia, a propósito de las reacciones de las
añadir, la universalidad de la humanidad es el «minorías étnicas» a las presiones culturales
horizonte respecto al que tiene que orientarse entrecruzadas a las que se exponen en su
toda política de reconocimiento para tener país de acogida. La conclusión de Maa­louf
sentido. La universalidad de la hu­manidad no es que cuanto más perciban los inmigrantes
está en oposición al pluralismo de las formas que su acervo cultural original se respeta en
de vida humana; pero el test de la humanidad su nuevo hogar, y cuanto menos perciban
auténticamente uni­versal es su capacidad que ofenden, son expulsados, amenazados o
para acomodar el pluralismo y hacer que el discri­minados debido a su identidad diferen-
pluralismo sirva a la causa de la humanidad: te, tanto mejor dispues­tos estarán a abrirse a
permitir y alentar una «discusión continuada las ofertas culturales del nuevo país y tan­to
sobre la concepción compartida de lo bue- menos convulsivamente se aferrarán a sus
no». Semejante test puede aprobarse sólo si se propios hábitos separados. Esta es una idea
cumplen las condiciones de la vida republica- crucial para las perspectivas del diálogo inter-
na. Como Jeffrey Weeks se­ñala con agudeza13, cultural. Apunta una vez más a lo que tantas
la discusión sobre los valores comunes que veces he­mos vislumbrado antes: por un lado,
buscamos requiere «la potenciación de las a la estrecha relación en­tre el grado de segu-
expectativas de vida y la maximización de la ridad, por otro, a la «difuminación» del tema
libertad humana»: de la pluralidad cultural, con la superación
de la separación cul­tural y la disposición a
No existe un agente social privilegiado para participar en la búsqueda de una única hu-
alcanzar los fines; única­mente la multiplici- manidad.
dad de las luchas locales contra el peso de la La inseguridad (tanto entre los
historia y las diversas formas de dominación inmigrantes como entre la población nativa)
y subordinación. La contingen­cia, no el tiende a transformar la multiculturalidad en
determinismo, es lo que subyace a nuestro «multicomunitarismo». Diferencias cultura-
complejo pre­sente. les profundas o tri­viales, conspicuas o apenas
perceptibles se utilizan como mate­riales de
obra en la frenética construcción de muros
defensivos y rampas de lanzamiento de misi-
13) Jeffrey Weeks (1993), «Rediscovering values», en les. La «cultura» se convierte en sinónimo de
Judith Squires (ed.), Principled Positions, Lon- fortaleza asediada, y en una fortaleza sitiada
dres, Lawrence and Wishart, pp. 208-209. se exige a sus habitantes que manifiesten dia-

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riamente su lealtad inquebrantable y que se de la separación entre comunidades. Limitar


abstengan de cualquier trato familiar con los la cuestión de la inseguridad endémica a las
de fuera. La «defensa de la comunidad» debe amenazas genuinas o supuestas a la unicidad
ser prioritaria frente a cualquier otro com- sostenida por la comunidad es un error que
promiso. El sentarse a la misma mesa con «los desvía la atención de las auténticas fuentes de
extraños», alternar con ellos frecuentando los esa inseguri­dad. Hoy, se busca la comunidad
mismos lugares, y no digamos enamorarse y como refugio de las oleadas de turbulencia
casarse cruzando las fron­teras de la comuni- global que se están acumulando: oleadas que,
dad, son signos de traición y razones para el por lo general, se originan en lugares remotos
ostracismo y el destierro. Las comunidades que ninguna comu­nidad local puede con-
así construidas se convierten en instrumentos trolar por sí sola. Las fuentes del abru­mador
orientados principalmente a la per­petuación sentimiento de inseguridad están estrecha-
de la división, la separación, el aislamiento y mente arrai­gadas en la brecha cada vez mayor
el ex­trañamiento. entre la condición de la «individualidad de
La seguridad es el enemigo de la jure» y la tarea de adquirir la «individualidad 41
comunidad amurallada y cercada. El sentirse de facto». La construcción de comunidades
seguro hace que el temible océano que nos se- amuralladas no con­tribuye en nada a cerrar
para a «nosotros» de «ellos» parezca más bien esa brecha, sino todo a hacer que ce­rrarla sea
una atracti­va piscina. El tremendo precipicio más difícil, mejor dicho, imposible. En vez de
que se abre entre la comu­nidad y sus vecinos apun­tar a las fuentes de la inseguridad, desvía
parece más bien un ameno y cómodo te­rreno de ellas la atención y la energía. Ninguno de
para deambular, vagabundear y pasear, reple- los adversarios de la actual guerra de «noso-
to de gratas aventuras. Comprensiblemente, tros contra ellos» obtiene más seguridad de
los defensores del aislamien­to comunal tien- ella; todos, por el contrario, se convierten en
den a quedarse perplejos ante los síntomas objetivos más fáciles, en «blancos fijos», para
que muestran que los temores que acosan a las fuerzas globalizadoras, las únicas fuerzas
la comunidad se están disipando; a sabien- que probablemente se beneficien de la sus-
das o no, acaban por tener intereses crea­dos pensión de la búsqueda de una sola huma-
en los cañones enemigos que apuntan a los nidad común y un control conjunto sobre la
muros de la comunidad. Cuanto mayor es la condición humana. ❖
amenaza, más profunda la in­seguridad, tanto
más probable es que se cierren estrechamen­te
las filas de los defensores y que permanezcan
cerradas en el futuro previsible.
La seguridad es una condición
necesaria para el diálogo en­tre culturas. Sin
ella hay pocas posibilidades de que las comu­
nidades se abran unas a otras y traben una
conversación que pueda enriquecerlas a todas
y potenciar la humanidad de su convivencia.
Con ella, las perspectivas para la humanidad
parecen esperanzadoras.
La seguridad en cuestión, sin em-
bargo, es un problema más amplio de lo que
está dispuesta a admitir la mayoría de los
abo­gados del multiculturalismo, en colusión
tácita (o inconsciente) con los predicadores

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