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ENSAYOS SELECCIONADOS DEL CONCURSO LA EDUCACIÓN EN ESCENARIOS LATINOAMERICANOS FUTUROS 1

La educación, constructora
de ciudadanía y fundamento
del genuino desarrollo
de América Latina

Lucas Ignacio Utrera

ARGENTINA
ENSAYOS SELECCIONADOS DEL CONCURSO LA EDUCACIÓN EN ESCENARIOS LATINOAMERICANOS FUTUROS 2

INTRODUCCIÓN

“La América del Sud es a la vez rica y miserable. Es rica por la manera de ser de su suelo.
Es pobre por el modo de ser de su pueblo. La riqueza propiamente
tal es la obra combinada del suelo y del hombre. Por rico que un territorio sea,
el pueblo que lo habita será pobre si no sabe sacar de su seno la riqueza que contiene
en germen por la obra de su trabajo inteligente y enérgico”
Juan Bautista Alberdi
“La educación: sus deficiencias en Sudamérica y su reforma”

Para proyectar escenarios futuros referidos a la educación en América Latina se necesita responder una serie
de interrogantes, tales como: ¿Cuál es el sentido y la importancia de la educación? ¿Cómo es la situación de
las instituciones educativas latinoamericanas en la actualidad? ¿Sobre qué líneas de cambio se deben dirigir
las políticas públicas para que finalmente la educación sea artífice del desarrollo de América Latina? ¿Qué
oportunidades y desafíos acompañan estos posibles procesos de cambio?

A lo largo de este ensayo se buscará dar respuesta a estas preguntas. De esta manera, una primera cuestión es
comprender íntegramente el sentido y la función social de la educación para el desarrollo de cualquier sociedad.
Hay que recordar que la educación no se limita al desarrollo de la persona en cuanto lo actitudinal e intelectual,
sino que, además, se trata de un elemento clave para el crecimiento y el armonioso funcionamiento de la
sociedad en su conjunto.

Es a partir de lo anterior que se analizará la situación actual en que se encuentra la educación en la región,
específicamente, el evidente proceso de deterioro que ha sufrido en los últimos años. En este sentido, se
observarán fenómenos como la fragmentación del sistema educativo y la saturación de la escuela como
institución receptora de demandas sociales que la exceden ampliamente.

A partir de este diagnóstico sobre las instituciones educativas, y con la pretensión de revertirlo en el mediano
plazo, se procederá a presentar una serie de aspectos que deberían considerarse al momento de diseñar e
implementar políticas educativas.

Así se podrá apreciar la enorme distancia existente entre la realidad que se debe enfrentar y las aspiraciones
que se pretenden como sociedad. La brecha existente entre el estado actual en que se encuentra la educación
en América Latina y el sentido que adquiere la misma como bien público indiscutible.

Ser conscientes de esta brecha es un primer paso indispensable para comenzar a imaginar escenarios futuros
y planificar políticas públicas eficaces en cuanto el desarrollo y el fortalecimiento de la educación en la región.
Se trata de implementar políticas educativas que incluyan a los excluidos, que contribuyan con la desarrollo
de capital humano y que permitan la formación de personas autónomas y capaces de afrontar los desafíos que
presenta el mundo globalizado.
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Siguiendo el pensamiento de Bernardo Kliksberg, se requiere romper el círculo de deficiencias educativas que
afecta a América Latina. Esta es la clave para potenciar el perfil de los países de la región, para el funcionamiento
de las instituciones democráticas, y para el acceso de la región a la nueva economía mundial basada en
tecnologías, conocimientos y educación.

EL SENTIDO DE LA EDUCACIÓN

La educación es uno de los derechos inherentes al hombre; además, se trata de uno de los bienes sociales más
nobles y valiosos que posee una sociedad democrática. De hecho, toda Constitución Nacional y cualquier
Declaración Universal o Regional sobre Derecho Humanos le darán a la educación un lugar preponderante.

Es por ello, que al momento de reflexionar sobre el sentido y la finalidad de la educación son muchos los
instrumentos normativos y declarativos que pueden considerarse. No obstante, a los efectos de simplificar el
análisis, se seguirán los lineamientos presentados por la UNESCO, concretamente, a través del informe “La
educación encierra un tesoro”, elaborado por su Comisión Internacional de Expertos. Dicho informe fue
presentado al mundo en el año 1996 y pronto se convirtió en un referente sobre cuestiones vinculadas a la
educación y sus desafíos para el siglo XXI.

El trabajo de UNESCO destaca la importancia de la educación “a lo largo de la vida” y la sustenta en


cuatro pilares:

Aprender a conocer: este pilar siempre ha sido crucial, pero su importancia actualmente es mayor debido
al desarrollo de la “Sociedad de la Información” 1. Esta sociedad representa una nueva forma de organización
de la economía y de la sociedad, basada en el desarrollo de conocimiento y en el ilimitado acceso que se
tiene a la información. Su manifestación más evidente es el vertiginoso desarrollo de las telecomunicaciones,
la tecnología y la globalización de los mercados financieros.

Estos cambios se constituyen en verdaderos desafíos para la educación, ya que tendrá que adaptarse para
poder transmitir, masiva y eficazmente, una cantidad cada vez mayor de conocimientos y tecnología. Las
instituciones educativas tendrán que ser capaces de elaborar estrategias y tácticas pedagógicas capaces de
incorporar la tecnología en los procesos de aprendizaje y desarrollar la creatividad en los niños y jóvenes.


Aprender a hacer: se trata de adquirir no sólo una calificación profesional sino, más generalmente, una
competencia que capacite al individuo para hacer frente a un gran número de situaciones y a trabajar
en equipo.

1
Fundación Telefónica en “La sociedad de la información en Argentina. Presente y perspectivas 2004/2006” entiende que
“Sociedad de la información es un estadio de desarrollo social caracterizado por la capacidad de sus miembros (ciudadanos,
empresas y administración pública) para obtener y compartir cualquier información, instantáneamente, desde cualquier lugar y
en la forma en que se prefiera.”
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Muchos pensarán que entre las competencias más importantes se encuentran la computación y el idioma
inglés; todo lo contrario, las competencias más demandadas por los distintos actores del sector público y
privado son: la capacidad para comunicarse eficazmente (tener capacidad de tratamiento de información
y de interpretación para la correcta toma de decisiones), adaptarse a entornos cambiantes, capacidad de
autoaprendizaje y autoformación, capacidad de gestión y capacidades relacionales.

Así, la educación se convierte en una instancia indispensable para el desarrollo de estas competencias, ya
que en el mundo del trabajo es difícil poder incorporarlas. No ocurre lo mismo con los conocimientos
técnicos debido a que son específicos de cada ámbito productivo, por lo tanto, se aprenden en los mismos
lugares de trabajo.

En definitiva, es importante que la educación pueda convertirse en una instancia capaz de poner en
práctica los conocimientos adquiridos, al mismo tiempo que adaptar la enseñanza y sus contenidos según
las características del mercado de trabajo.


Aprender a ser: además de entender que la educación es “a lo largo de la vida”, UNESCO afirma que la
educación abarca la totalidad del hombre:
“…mientras los sistemas educativos formales propenden a dar prioridad a la adquisición de conocimientos en
detrimento de otras formas de aprendizaje, importa concebir la educación como un todo.” 2

Esta idea en alguna medida se encuentra presente en todas las instancias de la educación formal, de
hecho, desde su origen la escuela ha desempeñado un rol central en lo referido a la formación de los
valores. La escuela siempre ha tratado de ser una institución integradora, abarcativa de todos los sectores
y transmisora de los valores fundamentales que guían a la sociedad. No obstante, este aspecto ético,
emocional y humano en muchas ocasiones no ha logrado sistematizarse y desarrollarse adecuadamente a
nivel pedagógico.


Aprender a vivir juntos: para completar esta visión integral del hombre, para “aprender a vivir juntos”
se requiere alcanzar una cabal comprensión del otro, así como la adecuada percepción de las formas de
interdependencia, respetando valores como el pluralismo, tolerancia y paz.

Esta idea aspira lograr un fuerte compromiso personal y colectivo en pos de la integración social. Una
forma de alcanzar estos objetivos es generando programas y proyectos educativos que despierten y canalicen
las inquietudes de los niños y jóvenes por instancias de cooperación y actividades sociales.

De esta manera, se puede desarrollar la creatividad y la aplicación concreta del saber teórico, además de
contribuir enormemente con la construcción de ciudadanía participativa y de capital social, elementos
indispensables para el genuino desarrollo de una sociedad.

2
Delors, Jacques; “La educación encierra un tesoro”; Santillana - Ediciones UNESCO; Madrid; 1996; pág. 109.
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Es incorporando y fortaleciendo estas cuatro dimensiones que la educación pasa a ocupar el lugar preponderante
en el desarrollo de una sociedad. Priorizar la adquisición de conocimientos en detrimento de otras formas de
aprendizaje es tener una visión limitada de la realidad. Hay que entender a la educación como un proceso
que dura toda la vida y que abarca la totalidad del hombre. Sólo así es como se podrán desarrollar sistemas
educativos eficaces; sólo así una sociedad tendrá individuos que actúen como ciudadanos responsables, críticos
de sus problemas, e innovadores y transformadores de la realidad que afrontan y de los desafíos que presenta
el mundo globalizado de este siglo.

EL DETERIORO DE LA EDUCACIÓN EN AMÉRICA LATINA

América Latina ha sido una región que históricamente se caracterizó por sus dualismos y asimetrías, incluso
desde las tempranas épocas de dominación colonial, mucho antes de que sus países existiesen como tales.

Los problemas estructurales en la región aún perduran, sin embargo, podría afirmarse que desde finales de los
años 70’s las situaciones críticas se manifestaron con mayor intensidad. Problemas políticos, democracias
incipientes, crisis económicas y crecimiento de la brecha entre ricos y pobres.

A este panorama hay que completarlo con las concepciones ideológicas que se consolidaron en la década de
los 90’s, concepciones que fundamentalmente se sustentaban en la lógica del mercado y el mayor achicamiento
posible de las instituciones estatales. Como consecuencia de ésto, procesos desreguladores y privatizadores
acompañados de serias falencias políticas produjeron importantes cambios que agudizaron los problemas
estructurales que persistían en la región.

En todo este trasfondo, la educación no fue una excepción. No obstante, al tomar indicadores vinculados con
la educación, la afirmación anterior podría refutarse y las preocupaciones atenuarse. Según datos extraídos de
CEPAL 3, entre 1990 y 2000, la tasa de analfabetismo de la población mayor de quince años disminuyó en
los veinte países de la región relevados. Estas mejoras indican que en promedio para América Latina, este
indicador pasó del 14,9% (1990) al 11,1% (2000).

Si indicadores como el anterior no muestran problemas, entonces, ¿por qué se afirma que en los últimos años
la educación ha sufrido un considerable deterioro? La respuesta encuentra sustento en cuestiones mucho más
profundas que los indicadores no siempre logran reflejar.

En primer lugar, hay que tener en cuenta la incidencia de la pobreza en toda la región; pobreza que es generada,
reproducida y ampliada por la creciente desigualdad distributiva entre los distintos sectores socioeconómicos
de la sociedad 4. Bernardo Kliksberg señala que pese a su potencial económico y su riqueza de recursos naturales,

3
Comisión Económica para América Latina y Caribe en su informe “Panorama social de América Latina 2002-2003”; pág. 70.
4
A partir de datos extraídos de CEPAL, en su informe “Panorama social de América Latina 2002-2003”, (pág. 72) se observa
que el total de ingresos para el 40% más pobre de los hogares latinoamericanos se ubica en torno al 13,6%.
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cerca del 50% de la población latinoamericana vive por debajo de la línea de pobreza, el 60% de los niños es
pobre y el habitante promedio de la región no tiene en su haber más de cinco años de escolaridad. Dice
Kliksberg al respecto 5:
“Las elevadas tasas de deserción y repetición de la región resultan en un índice de escolaridad promedio por habitante
de 5,2 años… (éstas) están vinculadas a la pobreza y al patrón de inequidad general. Se estima que el 60% de los
niños de la región son pobres. Estos niños tienen posibilidad de ingresar al sistema educativo, pero su probabilidad
de completar los ciclos escolares está totalmente condicionada a su situación socioeconómica.”

De esta manera, es posible que la mayoría de los latinoamericanos no sea considerado por las estadísticas como
un analfabeto, sin embargo, cuestiones vinculadas a la calidad y a la capacidad de leer, escribir y comprender
lo que se lee estarían poniendo en duda la viabilidad y consistencia de indicadores de ese tipo.

Además, hay que destacar un aspecto vinculado a las representaciones sociales que se consolidan en el imaginario
colectivo de los países latinoamericanos. Se trata de la percepción generalizada de que en los últimos años la
escuela ha dejado de ser una institución que garantice la movilidad social ascendente. Lentamente se está
imponiendo un cierto descreimiento respecto a que tener acceso a la educación significa tener mayores
oportunidades en el futuro; de hecho, esta sería la primera generación de padres que está viendo que es
posible que sus hijos estén peor de lo que ellos estaban en su niñez y juventud 6.

Otra cuestión que se desprende del paradigma neoliberal y de la existencia de grandes desigualdades en cuanto
la distribución de la renta en la región, es el surgimiento de lo que Manuel Castells vaticina como consecuencia
del desarrollo del “espacio de flujos”. Se trata de la existencia de “sociedades duales”. Ricos y pobres, incluidos
y excluidos conviven en un mismo espacio físico pero con distintas pautas culturales y lógicas de consumo
que prácticamente nunca se entrecruzan.

En este contexto de dualidad, las instituciones educativas están perdiendo su histórico rol de integradoras
sociales y los sistemas educativos comienzan a fragmentarse y regirse bajo las reglas de la lógica de los mercados.
Dice al respecto Cecilia Veleda 7:
“Los establecimientos pueden convertirse en un producto: no se piensa en términos de cada escuela como miembro
de un conjunto más amplio –el sistema educativo– con intereses y objetivos comunes que aludirían a cierta solidaridad
entre las partes que lo integran; sino que se elaboran estrategias en función de los objetivos particulares de cada una
de ellas, en competencia con otras instituciones”

5
Kliksberg, Bernardo; “Hacia una economía con rostro humano”; Fondo de Cultura Económica; Méjico; 2001; pág. 42.
6
Filmus, Daniel; “El aprendizaje de la solidaridad”; ponencia presentada en el 3° Seminario Internacional “Escuela y
Comunidad”, realizado en Buenos Aires en 1999.
7
Veleda, Cecilia; “Mercados educativos y segregación social. Las clases medias y la elección de la escuela en el conurbano
bonaerense”; Fundación CIPPEC, Documento de trabajo N° 1.; Bs. As.; 2003; pág. 21.
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Así es que la competencia entre instituciones educativas se ha transformado en una disputa por “atraer clientes”,
haciendo que cada una de ellas se preocupe por invertir la mayor cantidad de recursos para ofrecer servicios
educativos que (siguiendo los lemas de muchas instituciones educativas) permitan formar personas capacitadas
para afrontar las exigencias del mundo actual.

Es en esta competencia que la educación pública se encuentra en situación de desventaja, sobre todo si se tiene
presente la imposibilidad y, muchas veces, la falta de voluntad política para invertir mayores recursos en los
sistemas educativos de los países de la región (hay que recordar que para los presupuestos gubernamentales la
educación sigue siendo un gasto).

En relación a esto, desde hace algunos años se observa un cierto patrón de comportamiento en cuanto la elección
de instituciones educativas, especialmente en el nivel inicial y medio de educación formal. Los sectores más
desfavorecidos de la sociedad son los que tienen que recurrir a deterioradas instituciones educativas (en la
mayoría de los casos se trata de escuelas estatales), mientras que los sectores de mayores recursos las descartan
como opción válida 8, apelando a los cuantiosos beneficios ofrecidos por las escuelas privadas. De esta manera,
las diferencias entre los estudiantes latinoamericanos en cuanto la calidad de educación recibida comienza a
manifestarse con una mayor notoriedad.

Finalmente, otro aspecto que refleja el deterioro de los sistemas educativos en los últimos años se refiere al nivel
de sobre-demanda al que han sido sometidos los espacios educativos.

Los cambios de paradigmas ideológicos, y el deterioro o desaparición de tradicionales instituciones de seguridad


social, han disminuido notablemente el espacio público necesario para la integración y la contención ante
coyunturas adversas. Estas exigencias han obligado a que las escuelas (en la actualidad percibidas como uno
de los pocos espacios públicos capaces de resolver problemas sociales) dediquen distintas cantidades de tiempo
y trabajo para atender las crecientes demandas sociales.

Las instituciones educativas tienen que actuar como verdaderos centros asistenciales; por lo tanto, deben
resolver problemas que van desde la satisfacción de necesidades básicas de supervivencia como la alimentación
y la vestimenta, hasta situaciones emocionales, afectivas y de violencia vinculadas a crisis familiares.

Hay que recordar que el deterioro de la institución familiar se ha canalizado por el sistema educativo, es por
ello que la sobre-demanda no es un fenómeno exclusivo de los sectores más pobres de una sociedad. Es un
cuadro que en la actualidad afecta a la sociedad en su conjunto debido al desempleo, a la ausencia de ambos
progenitores debido a la gran extensión de las jornadas laborales de ambos, la escasa madurez de los padres,
e inclusive, el fenómeno de padres temerosos de sus hijos.

8
Veleda, Cecilia; “Mercados educativos y segregación social. Las clases medias y la elección de la escuela en el conurbano
bonaerense”; Fundación CIPPEC, Documento de trabajo N° 1.; Bs. As.; 2003; pág. 47.
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Este nuevo rol asumido por la escuela contribuye con la pasividad de las personas y el desarrollo de una
cultura paternalista que dificulta la construcción de ciudadanía, ya que se esperan del sistema educativo las
respuestas a todos los problemas que afectan a los integrantes de la sociedad.

Para concluir este apartado, cabe decir que la educación en América Latina tiene problemas y desafíos que
superar, tanto en términos de calidad como en lo referido a la equidad. Las marcadas disparidades entre los
países de la región y, sobre todo entre los distintos grupos socioeconómicos dentro de cada uno de ellos, son
una realidad innegable que necesita transformaciones y procesos de reforma.

CLAVES PARA ENCARAR PROCESOS DE REFORMA EDUCATIVA


EN AMÉRICA LATINA

¿Cómo se recupera el tesoro que encierra la educación? Son muchas las respuestas posibles, sin embargo,
cualquiera sea el camino elegido tendrá que considerar una serie de aspectos esenciales.

En primer lugar, las instituciones educativas tienen que dejar de ser vistas como objetivos de política social e
instancias de contención. Es necesario que la educación vuelva a ser valorada como un bien público indispen-
sable para la dignidad de cada ser humano y para el desarrollo de la sociedad.

Hay que lograr el compromiso de todos los actores sociales para rearticular los sistemas educativos de cada
uno de los países de la región. Es sobre este convencimiento que tienen que sustentarse las políticas educativas, ya
que se trata de un proceso que debe ser acompañado por acciones que no se limitan al campo educativo; todo
lo contrario, se trata de un desafío que reta a la sociedad en su conjunto.

Una forma de continuar este camino es acabando con el aislamiento de las instituciones educativas. En
demasiadas ocasiones las escuelas han actuado como “campanas de cristal” que optaron por alejarse de los
problemas que afectan a la comunidad en las que se insertan. Así, se fue consolidando una disociación entre
lo aprendido en la escuela y lo vivido en la realidad cotidiana, haciendo que los niños y jóvenes no puedan
prepararse (ni intelectual ni actitudinalmente) para vivir y afrontar el mundo en el que se encuentran.

Se requiere que las instituciones educativas comiencen a tender puentes hacia la comunidad e incorporen en
sus procesos educativos a otros actores sociales y, sobre todo, a la familia.

Algo similar debe ocurrir a nivel pedagógico. Por un lado, los contenidos y mecanismo de evaluación deben
readaptarse a las nuevas pautas del mundo actual. Históricamente, la creatividad no ha sido una preocupación
para las instituciones educativas. De hecho, se enseña con gran dedicación todo aquello que pueda ser
rigurosamente evaluado, haciendo que la memoria sea el factor determinante del aprendizaje.

Por otro lado, se requiere repensar novedosas estrategias pedagógicas que acompañen estos cambios en el
proceso de aprendizaje. En este sentido, un método pedagógico más que interesante es la metodología
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participativa del “aprendizaje-servicio”, mediante la cuál se promueve el trabajo solidario de los niños y jóvenes
como un mecanismo para optimizar el aprendizaje académico y la formación personal, especialmente en
cuanto la solidaridad y el fomento de la participación ciudadana responsable.

Esta metodología parte del supuesto de que las actividades sociales y solidarias desarrolladas por estudiantes
pueden ser en sí mismas una forma de aprender, haciendo de la educación un proceso humano que abarca al
hombre en su totalidad.

Si bien la solidaridad de alguna forma ha estado presente en las instituciones educativas, casi siempre ha
estado limitada al área de formación cívica, formación religiosa, o bien, como proyectos escolares periféricos
o esporádicos concebidos como obras caritativas. Con el “aprendizaje-servicio” se pretende desarrollar proyectos
que encuentren el equilibrio entre la intencionalidad solidaria y la intencionalidad académica, al mismo tiempo
de que generen la participación e involucren al conjunto de la comunidad educativa.

Siguiendo con el replanteo de estrategias pedagógicas, un desafío que tienen los sistemas educativos se vincula
con la masividad que han alcanzado los medios audiovisuales entre los niños y jóvenes latinoamericanos,
básicamente, la televisión y las computadoras.

La disociación entre escuela y el resto de la sociedad ha hecho que en muchos casos los medios audiovisuales
se conviertan en uno de los principales enemigos de la educación, alejando cualquier perspectiva integradora
entre ambas. Asumir el desarrollo de las tecnologías audiovisuales e incorporarlas a los procesos de aprendizaje
es una cuestión prioritaria en la agenda educativa.

Modificar contenidos y elaborar nuevas estrategias pedagógicas son asuntos que no deben ignorarse al
momento de diseñar políticas educativas motivadoras y capaces de dar respuesta a los cambios vertiginosos
que vive el mundo actual y, sobre todo, atender las necesidades que requieren las concepciones de desarrollo
adoptadas en la región.

Cuestiones vinculadas, por ejemplo, a mayores presupuestos para el área educativa, formas de financiamiento
del sistema educativo y cambios en las legislaciones nacionales si bien están supeditadas a la voluntad de la
clase política de los dirigentes latinoamericanos, deben formar parte de un debate que involucre a la sociedad
en su conjunto.

En relación a lo anterior, una cuestión sobre la que se está comenzando a deliberar en los países latinoamericanos
es la referida a los mecanismos de trueque de deuda externa por educación. No se trata de una propuesta simple,
detrás de ella hay concepciones ideológicas respecto al proceso de endeudamiento de los países de América
Latina que dificultan el consenso en la región. No obstante, es un debate que se está iniciando y que merece
atención ya que podría convertirse en una importante contribución para el progreso de la educación de los
países que afrontan serios problemas políticos y económicos.
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En definitiva, este apartado muestra algunas bases sobre las cuáles puede sustentarse una política educativa.
Cualquiera sea el camino elegido, queda en claro que se requiere de un acuerdo colectivo que involucre a
todos los actores sociales, de una visión que valore a la educación como un bien social indispensable para que
finalmente los países de América Latina puedan transitar el camino del desarrollo sostenible.

REFLEXIONES FINALES

“Les propongo entonces, que nos abracemos en un compromiso: salgamos a los espacios abiertos, arriesguémonos por
el otro, esperemos, con quien extiende sus brazos, que una nueva ola de la historia nos levante. Quizás ya lo está
haciendo, de un modo silencioso y subterráneo, como los brotes que laten bajo las tierras del invierno.”
Ernesto Sábato
“Antes del fin”

Cualquier ejercicio de prognosis que se realice va a tener que considerar el deterioro que ha sufrido América
Latina en los últimos años. El cuadro actual de desempleo, pobreza y la brecha cada vez más grande entre
ricos y pobres son verdaderos obstáculos que dificultan la efectividad de cualquier política educativa diseñada
e implementada.

Hay que ser conscientes de que en el corto plazo cualquier escenario presentado no será muy optimista, ya
que como todo cambio social, se trata de cambios en las pautas culturales y en las actitudes más arraigadas
de los integrantes de la sociedad. Allí está la clave: comprender que para mejorar el alcance y la calidad de la
educación será necesario el desarrollo de un proceso coherente y sustentable que permita consolidar resultados
en el mediano plazo.

Además, para mejorar los sistemas educativos se requiere de toda una serie de cambios en lo político, económico
y social que exceden ampliamente los efectos que puede alcanzar una política educativa.

En este sentido, pueden observarse una serie de aspectos alentadores. Una primera cuestión es el “acuerdo
colectivo” a lo largo de los países latinoamericanos de que los modelos económicos implementados durante
la década del ’90 no han sido beneficiosos para el desarrollo y el bienestar de estas sociedades. El colapso de
países como Argentina y el deterioro de los indicadores sociales en la mayoría de los países de la región son
una evidencia innegable.

En línea con lo anterior, otro aspecto que se vislumbra como oportunidad es el surgimiento en varios países
latinoamericanos de gobiernos con una fuerte preocupación por lo social. Estos líderes son conscientes de que
el crecimiento económico de la región no generará por sí mismo el bienestar de toda la población. Saben que
el creciente número de excluídos amenaza la gobernabilidad e imposibilita el desarrollo genuino de la región.
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Es importante que estas visiones y valoraciones sobre lo social y lo educativo puedan trascender las fronteras
nacionales y hacerse presente en los procesos de integración regional de los países de América Latina y
también, en el ámbito de la cooperación internacional.

Ya sea por conveniencia o por profunda convicción, la educación tiene que pasar a ocupar un lugar central
en las agendas políticas de los países de la región. La educación debe convertirse en una instancia respetuosa
de las diferencias culturales, integradora de aquellas personas que han sido excluidas del sistema, útil para las
necesidades económicas de los países y motor del correcto funcionamiento de la sociedad.

Se trata de un desafío complejo que requiere de acciones concretas no sólo en la política educativa, sino
también en el ámbito económico, social y cultural. El desafío queda presentado, y si bien los caminos tomados
pueden ser muchos, hay dos grandes escenarios futuros.

O se acentúa el deterioro de la educación, la atomización del sistema educativo y se delega en el mercado la


organización de los sistemas educativos; o bien, la educación se concibe como un instrumento de políticas
públicas que se convierta en una herramienta de cambio y de progreso que garantice la dignidad de cada ser
humano, construya ciudadanía responsable y contribuya con el desarrollo genuino de América Latina.

Ubicarse en algún lugar entre estos dos extremos dependerá de la visión responsable y de las políticas de Estado
que las clases dirigentes de los países latinoamericanos implementen; pero también, del acompañamiento y
del compromiso que asuma la totalidad de la sociedad civil de cada uno de estos países.
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BIBLIOGRAFÍA


Carro, Silvia, Neufeld, M., Padawer A. y Thisted S.; “Las familias en la escuela primaria: transformaciones
recientes en la vida cotidiana”; Propuesta Educativa; Año 7, Número 14; Buenos Aires; Novedades
Educativas/FLACSO; 1996.


Comisión Económica para América Latina y Caribe; “Panorama social de América Latina 2002-2003”.


Convención sobre los derechos del niño.


Delors, Jacques; “La educación encierra un tesoro”; Santillana - Ediciones UNESCO; Madrid; 1996.


Filmus, Daniel; “El aprendizaje de la solidaridad”; ponencia del 3° Seminario Internacional “Escuela y
Comunidad”; Buenos Aires; 1999.


Fundación Telefónica; “La sociedad de la información en la Argentina. Presente y perspectivas 2004-2006”;
Buenos Aires; 2004.


Kliksberg, Bernardo; “Hacia una economía con rostro humano”; Fondo de Cultura Económica; Méjico;
2001.


Tapia, María Nieves; “La solidaridad como pedagogía”; Ciudad Nueva; Buenos Aires; 1997.


Veleda, Cecilia; “Mercados educativos y segregación social. Las clases medias y la elección de la escuela en
el conurbano bonaerense”; Fundación CIPPEC, Documento de trabajo N° 1; Bs. As.; 2003.

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