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En los inicios de la existencia de la humanidad se requirieron instrumentos para la

sobrevivencia de la misma, ya sea para la caza o para la defensa de depredadores


que acechaban al hombre en aquellas épocas; para lo cual se tomaron materiales
proporcionados por la naturaleza, a fin de obtener un beneficio de ellos mediante la
elaboración de herramientas de trabajo o armas (Gómez J.M., 1980). El primer
mineral metálico del que se tiene registro de uso por parte de las culturas antiguas
es el óxido de hierro hidratado (Fe2 O3 •H2 O) mezclado con arcilla; el cual se
utilizaba como pigmento para las pinturas que plasmaban en las rocas, así como
para la decoración. Posteriormente, el primer metal trabajado fue el cobre,
aproximadamente entre los años 4000-3000 a. C., debido a que era posible
trabajarlo en frío, generalmente por martillado (Rodríguez J., et al., 2006)
El aluminio es un elemento químico abundante en la corteza terrestre, pero no se
encuentra en estado puro. Este metal se extrae de un mineral llamado bauxita, a
través de una serie de procesos. Dadas sus propiedades físicas, químicas y
mecánicas el aluminio está presente en casi todo lo que nos rodea: aviones, barcos,
coches, ventanas, envoltorios, latas de refresco, cables eléctricos, etc.
Hoy en día, el aluminio es un material universal y generalizado que abunda en
nuestro entorno en múltiples productos, pero, evidentemente, no siempre ha sido
así. La industria metalúrgica ha ido evolucionando durante el último siglo, y con ella
la del aluminio. Para la fabricación de latas de aluminio, por ejemplo, se emplea una
tecnología tan sofisticada como la de la industria aeroespacial. De hecho,
actualmente el aluminio es el metal no férreo más utilizado del mundo, y está
presente en sectores tan diferentes como el transporte, los envases, la construcción
o la medicina. Se calcula que se consumen aproximadamente 25 millones de
toneladas al año, que se producen cada día 300 millones de latas de aluminio en
Estados Unidos y que se consumen 90 latas en España por persona y año.
El aluminio representa aproximadamente el 8% de nuestra corteza terrestre,
convirtiéndolo en el tercer elemento más común después del silicio y el oxígeno,
aunque siempre combinado con otros elementos, formando diversos minerales,
entre los que destacan: el corindón, la bauxita, la criolita, los feldespatos, las micas,
el caolín y las arcillas. El aluminio también está presente en la mayoría de las
gemas, tales como el zafiro, el rubí, la esmeralda, el topacio, la turquesa, el jade,
entre otros.

El aluminio, metal que se extrajo por primera vez en 1850, empezó a ser utilizado
para aplicaciones civiles en la década de 1950. Su primer uso conocido en
edificación se remonta a 1898 cuando la cúpula de la iglesia de San Joaquín en
Roma fue revestida con láminas de aluminio. Le sigue el impresionante Empire
State Building en Nueva York, primer edificio dónde se utilizaron componentes del
aluminio anodizado en 1931.
Actualmente, el aluminio es utilizado en gran cantidad de aplicaciones de la
construcción y es el mejor material para muros cortinas, marcos de ventanas, y otras
estructuras de cristal. Se utiliza también para persianas enrollables, puertas,
cerramientos exteriores y cubiertos, falsos techos, paneles de pared y tabiques,
equipos de calefacción y ventilación, protecciones solares, reflectores de luz y
edificios prefabricados. Otras como las estructuras de alta mar, plataformas de
aterrizaje, barandillas, andamios, o escaleras de mano, también acostumbran a
realizarse con aluminio.

La bauxita es el principal mineral de aluminio y se encuentra principalmente en los


climas tropicales y lluviosos, ya que estas condiciones favorecen directamente la
formación del mineral. Recibe este nombre por Les Baux (Francia), lugar donde se
encontró por primera vez en 1821. Sin embargo, ya desde el año 5000 a.C., Iraq
tenía capacidades para fabricar vasijas que se confeccionaban con una arcilla rica
en silicatos hidratados de aluminio.
Alrededor de 2.000 años a.C. se utilizaron en Egipto y Babilonia una sal “alum”
(sulfato de potasio de aluminio) con la que se confeccionaban pigmentos y
medicamentos.
En 1782, el químico francés, Lavoisier, indica que hay una alta probabilidad de que
la sustancia alúmina, presente en la corteza terrestre, sea un óxido del mismo metal.
En 1809 Davys funde alúmina con hierro, utilizando un arco eléctrico y produce una
aleación de hierro-aluminio. En este proceso, el aluminio en estado libre fue visto
por primera vez como un metal separado, instantes antes de que se combinara con
el hierro. En 1854, Sainte Claire Deville, quien le da el presente nombre al aluminio,
produce un pequeño trozo del metal al fundir amalgama de sodio con cloruro de
aluminio. Tanto la Academia Francesa como el mismo emperador Napoleón
contribuyen y apoyan a Deville para que siga con el desarrollo del metal y para que
éste pueda ser utilizado para confeccionar armaduras y armas para sus tropas.
En 1882 el aluminio era considerado un metal de asombrosa rareza del que se
producían en todo el mundo menos de 2 toneladas anuales.
En 1884 se seleccionó el aluminio como material para realizar el vértice del
Monumento a Washington, en una época en que la onza (30 gramos) costaba el
equivalente al sueldo diario de los obreros que intervenían en el proyecto; tenía el
mismo valor que la plata. Se exhibieron barras de aluminio junto con las joyas de la
corona de Francia en la Exposición Universal de 1855 y se dijo que Napoleón III
había encargado un juego de platos de aluminio para sus más ilustres invitados.

Ilustración 1: Monumento a
Washington (Punta de aluminio)

Sin embargo, con las mejoras de los procesos los precios bajaron continuamente
hasta colapsarse en 1889 tras descubrirse un método sencillo de extracción del
metal aluminio. Sus aplicaciones industriales son relativamente recientes,
produciéndose a escala industrial desde finales del siglo XIX. Ello posibilitó que el
aluminio pasara a ser un metal común y familiar. Para 1895 su uso como material
de construcción estaba tan extendido que había llegado a Sídney, Australia, donde
se utilizó en la cúpula del Edificio de la Secretaría.
En el siglo XIX, aunque ya se supiera de la existencia de este metal, aun no se
había encontrado la manera de explotarlo de forma rentable a cantidades
industriales, entre otros motivos, porque la extracción de bauxita resultaba una tarea
costosa y difícil. Aunque ya en el año 1825, Hans Christian Oersted había
conseguido separar una pequeña cantidad de aluminio impuro, no fue hasta 1854
que el químico francés Henri-Etienne Sainte-Claire Deville consiguió desarrollar un
proceso para obtener aluminio en cantidades más grandes, y estableció una planta
experimental a gran escala. Un año después exhibió aluminio en estado puro en la
exposición de París. Por entonces, el aluminio era considerado un metal precioso,
pues el kilo se vendía por cientos de dólares. Como anécdota cabe mencionar que
Napoleón III se permitió el lujo de poseer una cubertería de aluminio y, además,
también se usaba para hacer joyería y estatuas conmemorativas.
Por otro lado, en la Universidad de Oberlin, en Ohio, un profesor llamado Frank
Jewett comentó a sus alumnos que aquél que pudiera fabricar aluminio de
forma suficientemente rentable como para venderlo a un precio económico se
haría rico. Un alumno, Charles Martin Hall, impresionado por lo que dijo su profesor,
investigó el mineral; consiguió fabricar óxido de aluminio (alúmina) y creó su propio
crisol de carbono con un baño de criolita conteniendo alúmina y pasando una
corriente eléctrica a través de él.

Ilustración 2: Óxido de aluminio (Alúmina)

De ese proceso extrajo unas pequeñas bolas de aluminio puro; pero para seguir con
sus proyectos necesitó que un grupo de seis industriales, liderados por Alfred E.
Hunt, lo financiara. De ahí se creó la Pittsburgh Reduction Company.El día de
Acción de Gracias de 1888, Hall y su primer empleado, Arthur Vining Davis,
produjeron el primer aluminio comercial, pero para poder venderlo tuvieron que
fabricar algunos productos como, por ejemplo, una tetera de aluminio. A medida que
fue mejorando el proceso y desarrollando aleaciones, consiguió reducir el precio del
lingote de 4,86 dólares a 76 centavos en cinco años. Subsecuentemente, en 1888,
el químico alemán Karl Joseph Bayer inventa el proceso para purificar el mineral y
producir alúmina conforme al proceso descrito por Hall-Heroult, con lo que se
completa el ciclo en la búsqueda de un proceso comercial exitoso en la producción
del aluminio.

A partir de 1893 el negocio fue creciendo, y el aluminio empezó a formar parte de la


vida cotidiana de la sociedad. En 1907, Pittsburgh Reduction Company poseía
minas de bauxita en Arkansas, una refinería en Illinois y tres fundiciones de aluminio
en Nueva York y Canadá. Fue entonces cuando la compañía cambió su nombre por
el de Aluminium Company of America, el que más tarde se conviertió en Alcoa Inc.
Durante la Segunda Guerra Mundial la demanda de aluminio se duplicó, y con ella
su producción, que fue financiada por el gobierno federal. Pero cuando la guerra
terminó, Alcoa fue vendida a empresas de la competencia. Desde entonces ha ido
creciendo a nivel mundial, ampliando su base tecnológica y mejorando sus
productos y los procesos tecnológicos que utiliza para fabricar aluminio. Abriéndose
paso en los mercados mundiales, Alcoa ha conseguido mantenerse en el liderazgo
mundial de producción de aluminio desde sus inicios.

http://www.utm.mx/edi_anteriores/temas61/T61_1E1_El%20aluminio.pdf

http://aluminio.org/?p=944
https://www.ecured.cu/Aluminio
https://www.quiminet.com/articulos/la-historia-del-aluminio-43137.htm
http://www.extrual.com/es/noticias/articulos-tecnicos/la-historia-del-aluminio

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