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Algunos de los grandes artistas del siglo XX han compartido sus opiniones sobre estas
cuestiones. Una vez leí una entrevista con Rubinstein (puede ser que con Horowitz – no lo
recuerdo exactamente, en la que afirmó que nadie debería estudiar más de cuatro horas al
día, explicando que si uno necesitaba practicar más de cuatro horas al día, probablemente
no lo estuviera haciendo bien.
Otros grandes artistas han expresado sentimientos similares. Se dice del violinista Nathan
Milstein que una vez preguntó a su maestro Leopold Auer cuántas horas al día debería
practicar. “Si practicas solo con los dedos, no hay cantidad suficiente”, fue la respuesta de
Auer. “Si practicas con la cabeza, dos horas es bastante”.
Heifetz también indicaba que él nunca había creído en el hecho de practicar demasiado, y
que “la práctica excesiva es igual de mala que practicar demasiado poco”. Afirmaba que no
practicaba más de tres horas como media por día y que no practicaba en absoluto los
domingos. Sabéis, esto no es mala idea – uno de mis profesores, Donald Weilerstein, me
sugirió una vez establecer un período de 24 horas a la semana donde no me permitiera
acercarme al instrumento.
¿Qué dicen los psicólogos?
¿Habéis escuchado alguna vez practicar a alguien? ¿Os habéis escuchado practicar?
Grabaos practicando durante una hora, dad un paseo por la zona de estudio y fisgonead a
vuestros compañeros, o pedid a vuestros alumnso que hagan como si estuvieran en casa y
observadles practicar en una clase. ¿Qué veis?
Os daréis cuenta de que la mayoría de los colegas practican más bien sin fijarse, o
repitiendo simplemente (“practica este pasaje diez veces” o “practica esta pieza durante 30
minutos”) o practicando “poniendo el piloto automático” (esto es cuando tocamos la pieza
hasta que escuchamos algo que no nos gusta, paramos, repetimos el pasaje hasta que suene
mejor y continuamos tocando la pieza hasta que oigamos lo siguiente con lo que no estemos
satisfechos, repitiendo el círculo vicioso).
Además, practicar de esta manera, no te crea confianza en ti mismo, porque una parte de ti
se da cuenta de que no sabes cómo conseguir los resultados que estás persiguiendo. Incluso
si estableces un índice elevado de éxito en los pasajes más difíciles a través de la práctica
inconsciente y consigues acertar en tres o cuatro de cada cinco intentos, tu seguridad no se
afianzará.
(a) Ser capaz de hacerlo bien el cien por ciento de las veces.
(b) Saber que esto no es una coincidencia sino que lo puedes hacer bien cuando quieres.
(c) Saber precisamente porqué aciertas o fallas – es decir, saber perfectamente qué necesitas
hacer desde un punto de vista técnico para tocar el pasaje correctamente todas las veces.
Puede que no seas capaz de tocar el pasaje perfectamente todas las veces al principio, pero
para esto sirve la repetición, para reforzar los hábitos correctos hasta que sean más fuertes
que los vicios. Es un poco como hacer crecer un bonito césped. En vez de luchar
eternamente contra las malas hierbas, empleas tu tiempo en cultivar el césped, de manera
que con el tiempo la hierba vaya desplazando a la maleza.
Practicar inconscientemente es muy aburrido. La música puede ser una de las actividades
basadas en una destreza en la que los objetivos de práctica se miden en unidades de tiempo.
Todos hemos tenido profesores que nos dicen que volvamos a casa a practicar un pasaje
cierto número de veces, o practicar cierto número de horas, ¿verdad? Lo que necesitamos
realmente son objetivos más específicos respecto al resultado – tales como, “practica este
pasaje hasta que suene como_______” o practica este pasaje hasta que puedas
comprender cómo hacerlo sonar así________”
Después de todo, realmente no importa cúanto tiempo necesitamos practicar algo, solo que
sepamos cómo conseguir los resultados que queremos y hacerlo de una manera consistente,
a voluntad.
Práctica deliberada
Digamos que la nota fue demasiado alta y larga, con falta de ataque. Bien, ¿cómo fue de
alta? ¿Poco? ¿Mucho? ¿Cómo se pasó de larga respecto a lo que tú querías? ¿Cuánto más
ataque necesitaba?
De acuerdo, la nota fue un poco demasiado alta, un pelín larga, y requería un ataque mucho
más claro para ser coherente con la articulación y dinámicas marcadas. Entonces, ¿por qué
la nota salió alta? ¿Qué hiciste? ¿Qué necesitas para asegurarte de que la nota esté siempre
afinada? ¿Cómo te aseguras de que la longitud es la que deseas y cómo consigues un ataque
limpio y claro para empezar la nota de manera que comience en el carácter adecuado?
Ahora, imaginemos que grabaste todo esto y pudieras escuchar cómo sonó este último
intento. ¿Esa combinación de ingredientes da el resultado deseado? Dicho de otra manera,
¿esa combinación de ingredientes transmite el carácter que quieres comunicar al oyente tan
efectivamente como pensaste que podrías? Pocos músicos se toman el tiempo de parar,
analizar qué salió mal, porqué sucedió y cómo pueden corregir el error permanentemente.
Los estudios han variado la longitud de la práctica diaria de una a ocho horas, y
los resultados sugieren que normalmente hay poco provecho en practicar más de cuatro
horas al día. Los beneficios empiezan a declinar a partir de las dos horas. La clave está en
mantener tus propias marcas en el nivel de concentración que seas capaz de mantener.
1. Duración
Limita tus prácticas al tiempo que puedes mantener estando concentrado. Podría ser en
períodos desde 10 ó 20 minutos para niños más pequeños, hasta 45 ó 60 para más edad.
2. Horarios
Registra los momentos del día en los que tiendes a tener más concentración. Podría ser en
la primera hora de la mañana, justo antes de comer, etc. Intenta practicar en esos períodos
productivos, porque en esos momentos serás capaz de concentrarte y pensar con más
claridad.
3. Objetivos
Intenta usar un cuaderno de práctica. Registra tus objetivos y lo que descubras durante el
estudio. La clave de ingreso en la “zona” al practicar es intentar constantemente tener
claridad en la intención. En otras palabras, tener una idea clara del sonido que quieres
producir, o el fraseo particular que te gustaría realizar, o la articulación específica,
afinación, etcétera, que te gustaría ejecutar de una manera competente.
Cuando descubras algo, anótalo. Cuando empecé a practicar más conscientemente, empecé
a aprender tanto durante la práctica que si no lo escribía todo, se me olvidaba.
4. Más eficiente, no más duro.
A veces si un pasaje en particular no sale como queremos, eso significa que necesitamos
practicar más. Sin embargo, hay veces en las que no necesitamos trabajar más duramente,
sino que necesitamos una técnica o una estrategia diferente.
Considera este modelo general de resolución de problemas en seis pasos resumidos debajo.
( adaptación de otros procesos de resolución de problemas online).
O, aún más simple, revisa este modelo del libro de Daniel Coyle “The talent’s code”.
1. Escoge un objetivo.
2. Alcánzalo.
Después de todo, ¿quién quiere pasarse el día estudiando? ¡Ponte a estudiar, consigue lo
que quieres y vete!