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Análisis de la normatividad que ha regulado a las Instituciones encargadas de la restitución de

tierras en Colombia y la eficiencia de estas en la sociedad

Trabajo Presentado por:

Yasmin Eliana Gutiérrez Vásquez


Diego Alejandro Rudas Echeverry
John Fredy Castillo Viuche
Ricardo Andrés Ossa Vallejo
José Leonardo Rodríguez Lescano

A los docentes

Carlos Andrés García Velásquez


Rubén Darío Mejía González

Fundación Universitaria del Área Andina


Facultad de Derecho
Programa de Derecho
Proyecto Integrado de Semestre
Pereira, Risaralda
2019
ÍNDICE

Pg.
Introducción …………………………………………………………………………….. 3
Planteamiento del Problema …………………………………………………………….. 10
OBJETIVO GENERAL….……………………………………………………………… 13
Objetivos Específicos……………………………………………………………………. 14
Justificación …………………………………………………………………………….. 15
Marco Normativo ……………………………………………………………………….. 20
Marco Teórico…………………………………………………………………………… 22
Conclusiones …………………………………………………………………………….. 30
Bibliografía………………………………………………………………………………. 34

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INTRODUCCIÓN

Con este Proyecto Integrado de Semestre (PIS), se pretende realizar un análisis a la


normatividad que ha regido a las instituciones encargadas de la restitución de tierras en
Colombia y su eficiencia en la sociedad, teniendo como referente principal la Constitución
Política de Colombia de 1.991, que en su Artículo 63 reza lo siguiente:
Artículo 63º Los bienes de uso público, los parques naturales, las tierras comunales de
grupos étnicos, las tierras de resguardo, el patrimonio arqueológico de la Nación y los
demás bienes que determine la ley, son inalienables, imprescriptibles e inembargables.
Por ende, las poblaciones campesinas, los grupos afrodescendientes, los grupos indígenas
que se vieron obligados abandonar sus tierras por culpa de la violencia generada por el conflicto
armado interno y por el narcotráfico como principales factores contribuyentes, fueron amparados
legalmente y que a la vez se le imponen unas obligaciones al estado como lo expresa la CPC en
el su Artículo 64, así:
Artículo 64º. Es deber del Estado promover el acceso progresivo a la propiedad de la
tierra de los trabajadores agrarios, en forma individual o asociativa, y a los servicios de
educación, salud, vivienda, seguridad social, recreación, crédito, comunicaciones,
comercialización de los productos, asistencia técnica y empresarial, con el fin de
mejorar el ingreso y calidad de vida de los campesinos.
Por ende, debido al despojo y desplazamiento forzado de tierras al que se vieron
sometidos miles de familias a lo largo de la geografía colombiana, en su mayoría campesinos,
comunidades afrodescendientes e indígenas, se suma el agravante de tener que abandonar los
cuerpos de familiares que fueron asesinados sin compasión a manos de estos grupos al margen
de la ley y presenciar cómo sus hijos e hijas eran reclutados de manera forzosa para engrosar las
filas de estos grupos, como lo señala el informe nacional de reclutamiento y utilización de niños,
niñas y adolescentes en el conflicto armado colombiano “Un guerra sin edad” (Centro Nacional
de Memoria Histórica y otros, 2017) y según como lo mencionaba la Revista RITA, (N°3 : Abril
2010, (en Línea)).
Según la Alcaldía de Bogotá (2004), cerca del 70% de los desplazados tiene vínculos
rurales. Las mujeres representan el 56 % de la población desplazada, el 55% son jóvenes
menores de 18 años y el 36% son mujeres cabezas de hogar. El 56% de las víctimas se
vio forzado a huir por causa de amenazas, el 11% por causa de masacres, asesinatos y

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atentados, el 18% por la sensación de desprotección y miedo. El 47.7% busca refugio en
las ciudades capitales.
Siendo lo anteriormente descrito, regulado por la jurisprudencia mediante Sentencia C-
795, 2014, que trata de la demanda de Inconstitucionalidad contra el artículo 100, de la Ley 1448
de 2011, el cual hace referencia al derecho que tienen las personas respecto del derecho real del
dominio de sus tierras, indicando:
Los titulares de este derecho son aquellos que antes del despojo o el abandono
tenían una relación particular con la tierra. Se trata de aquellos que eran
titulares del derecho real de dominio -por reunir título y modo o que se
comporten con ánimo de señor y dueño como en el caso de los poseedores en vía
de adquirir por prescripción –derecho real provisional o los explotadores de
baldíos que a pesar de sus actividades de explotación no pueden adquirir por
prescripción atendiendo la naturaleza de los bienes ocupados.
Siendo conteste a lo enunciado en la Sentencia C-330 de 2016, que trata de la demanda
de inconstitucionalidad contra los artículos 88, 91, 98 y 105 (parciales) de la Ley 1448 de 2011
Bogotá, D.C., enfocándose en el abandono y el despojo forzado de la tierra, las viviendas y el
patrimonio, el cual trata desde el punto de vista jurídico lo siguiente:
La historia descrita muestra cómo, mientras la vida campesina se desenvuelve en
el marco de la ocupación de hecho, la explotación agrícola, la producción de
alimentos y la celebración de contratos informales, el sistema jurídico privilegia
la constitución formal de la propiedad, afincada en el registro en el folio de
matrícula. Por ello, la prueba de la propiedad o los conflictos derivados de
negocios simulados o afectados por cualquier otro tipo de irregularidad, afectan
intensamente a la población titular de las medidas de reforma agraria y favorece
a los poderosos, que pueden acceder a notarías y oficinas de registro con
asesoría legal calificada”. “El despojo asumió varias modalidades, desde las
compras forzadas a menor valor hasta el destierro, la usurpación física de la
posesión y la destrucción de las viviendas y cercas que delimitaban los predios.
El despojo de tierras fue legalizado, muchas veces, con transferencias forzadas,
con la participación de notarios y registradores, y el rastro de los despojadores
fue borrado por testaferros y múltiples traspasos a terceros de aparente buena fe.
Otras veces el despojo afectó derechos de tenencia y posesión, interrumpiendo el

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término de prescripción, y terceros obtuvieron títulos de adjudicación o titularon
por vía judicial a su favor. En ocasiones el Instituto Colombiano de la Reforma
Agraria (INCORA) o el INCODER declararon caducados los títulos de
beneficiarios de reforma agraria cuando se desplazaron y re adjudicaron las
parcelas a otras personas. Otras veces el IGAC englobó los predios despojados
en otro mayor, alterando el catastro para desaparecer la cédula catastral de los
despojados. en circunstancias tan irregulares y masivas, la posibilidad de la
restitución depende de diseñar un sistema de justicia transicional capaz de
restablecer los derechos usurpados por violencia, y para lograrlo requiere contar
con normas excepcionales, adecuadas a las modalidades del despojo, que den
prelación a los derechos perdidos, aunque cuenten con pruebas precarias y una
gran debilidad de defensa legal, sobre los derechos usurpados, pero que ostenten
todas las pruebas legales y grandes capacidades de defensa judicial.
Razón anterior, a que la rama jurisdiccional del Estado Colombiano, al observar la
ineficiencia de la Ley, se viera en la necesidad de aplicar la sociología jurídica generando
Jurisprudencia por medio de la Sentencia C-795 de 2014 que trata de la Demanda de
inconstitucionalidad en contra del Artículo 100 de la Ley 1448 de 2011, donde se hace referencia
al derecho que tienen las personas respecto del derecho real del dominio de sus tierras, donde
indica:
Los titulares de este derecho son aquellos que antes del despojo o el abandono tenían
una relación particular con la tierra. Se trata de aquellos que eran titulares del derecho
real de dominio -por reunir título y modo o que se comporten con ánimo de señor y
dueño como en el caso de los poseedores en vía de adquirir por prescripción –derecho
real provisional o los explotadores de baldíos que a pesar de sus actividades de
explotación no pueden adquirir por prescripción atendiendo la naturaleza de los bienes
ocupados.
Esta situación es tan solo una de las consecuencias que ha generado el conflicto armado
en Colombia, el narcotráfico y otros flagelos, que al final de cuentas terminaron afectando a todo
el país, puesto que las familias desplazadas terminaron desempleadas, desubicadas y migrando
en grandes masas a las principales ciudades del territorio nacional (Rita 2010), aumentando los
niveles de pobreza y delincuencia.
A raíz de las diferentes vulneraciones de los derechos constitucionales en las que se
vieron inmersos estos ciudadanos desplazados, y aplicando la teoría de la sociología del derecho
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de Max Weber, el gobierno nacional en cumplimiento con sus funciones inmersas en la
Constitución Política tal y como lo expresa el artículo 150 en sus numerales 4 y 18, que dicen:
Artículo 150º. Corresponde al Congreso hacer las leyes. Por medio de ellas ejerce las
siguientes funciones: (…) Numeral 4. Definir la división general del territorio con
arreglo a lo previsto en esta Constitución, fijar las bases y condiciones para crear,
eliminar, modificar o fusionar entidades territoriales y establecer sus competencias. (…)
Numeral 18 Dictar las normas sobre apropiación o adjudicación y recuperación de
tierras baldías.
Es así, que por mandato legal, el Congreso expidió leyes las cuales pretendían regular el
problema social que estaba enfrentando Colombia en ese momento, promulgando entre otras la
Ley 387 de 1997 “por la cual se adoptan medidas para la prevención del desplazamiento
forzado; la atención, protección, consolidación y esta estabilización socioeconómica de los
desplazados internos por la violencia en la República de Colombia”, también expide la Ley 135
de 1961 por la cual se crea el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (INCORA) la cual
tenía como función principal “Inspirada en el principio del bien común y en la necesidad de
extender a sectores cada vez más numerosos de la población rural colombiana el ejercicio del
derecho natural a la propiedad, organizándolo en su conservación y uso con el interés social”,
la cual fue posteriormente reformada por la Ley 160 de 1994 en donde en su artículo 2º,
establece claramente la creación del Sistema Nacional de Reforma Agraria y Desarrollo Rural
Campesino, en donde dentro de su contenido normativo, en el artículo 2° se plasmó los siguiente:
ARTÍCULO 2o. Créase el Sistema Nacional de Reforma Agraria y Desarrollo Rural
Campesino, como mecanismo obligatorio de planeación, coordinación, ejecución y
evaluación de las actividades dirigidas a prestar los servicios relacionados con el
desarrollo de la economía campesina y a promover el acceso progresivo a la propiedad
de la tierra de los trabajadores agrarios, con el fin de mejorar el ingreso y calidad de
vida de los hombres y mujeres campesinos de escasos recursos. Integran el Sistema
Nacional de Reforma Agraria y Desarrollo Rural Campesino las entidades oficiales y las
del Sistema Nacional de Crédito Agropecuario que realicen actividades relacionadas con
los objetivos señalados en el inciso anterior, y además las organizaciones campesinas.
Los organismos integrantes del sistema deberán obrar con arreglo a las políticas
gubernamentales. El Gobierno reglamentará la organización y funcionamiento del
Sistema Nacional de Reforma Agraria y Desarrollo Rural Campesino
Debido a la ineficiencia y la corrupción presentada en el manejo de tierras por parte del
Instituto Colombiano de Reforma Agraria (INCORA), en el año 2003 el Congreso de la
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República expidió el Decreto 1292, norma que ordenó la supresión y liquidación del INCORA,
dando paso a la creación del Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (INCODER) mediante
Decreto 1300 del 2003, donde se integraron la diversas instituciones que funcionaban en
correlación con el INCORA de esta manera se institucionalizó el INCODER junto con el
Instituto Nacional de Adecuación de Tierras (Inat), el Fondo de Cofinanciación para la Inversión
Rural (DRI) y el Instituto Nacional de Pesca y Acuicultura (INPA)siendo igualmente removido
de la normatividad Colombiana por las mismas causales (ineficacia y corrupción), siendo
reemplazado por la Ley 1448 del 10 de junio del 2011 con la que se crea la Unidad Nacional de
Restitución de Tierras, describiendo dentro de su marco legal los artículos 1, 2 y 3 de la Ley
1448 del 2011 en la que se estipulan garantías para las víctimas de conflicto armado en el país.
La Ley 1448 del 10 de junio del 2011, en los artículos 1, 2 y 3, expresa cuales son las
garantías de las víctimas de conflicto armado, dichos artículos consolidan la idea inicial que
estipula “Por la cual se dictan un conjunto de medidas judiciales administrativas, sociales y
económicas, individuales y económicas en beneficio de las víctimas de las violaciones que están
contempladas en el artículo de esta misma ley con el fin de ofrecer herramientas para que estas
reivindiquen su dignidad y asuman su plena ciudadanía”.
En el artículo 3 de la Ley 1448 de 2011 se establecen los requisitos para que las personas
se puedan acoger a esta Ley:
“...se consideran víctimas para efectos de esta ley aquellas personas que individual o
colectivamente hayan sufrido un daño por hechos ocurridos a partir del 1ro de enero de
1985, como consecuencia de infracciones al derecho internacional humanitario o de
manifiestas a las normas internacionales de derechos humanos, ocurridas con ocasión del
conflicto armado interno”
Del mismo modo estipula la reglamentación de la aplicación Ley 1448 del 2011, por
medio de los Decretos 4633 de 2011, 4634 de 2011, 4635 de 2011, 4800 de 2011, 4801 de 2011,
4802 de 2011, 4829 de 2011, 0599 de 2012, normatividad que fuera enfocada a la atención,
asistencia y reparación integral a las víctimas del conflicto armado interno y se dictan otras
disposiciones, en la que se plasma el siguiente objetivo primordial:
“Establecer un conjunto de medidas judiciales, administrativas, sociales y económicas,
individuales y colectivas, en beneficio de las víctimas de las violaciones contempladas en
el artículo 3º de la presente ley, dentro de un marco de justicia transicional, que
posibiliten hacer efectivo el goce de sus derechos a la verdad, la justicia y la reparación

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con garantía de no repetición, de modo que se reconozca su condición de víctimas y se
dignifique a través de la materialización de sus derechos constitucionales”.
Por lo anterior se infiere que esta normatividad y las entidades creadas por el estado,
fueron en su momento y en la actualidad, las directamente responsables de brindar garantías de
protección a las víctimas del desplazamiento forzado, restitución de tierras y garantía de no
repetición.
Así mismo, se tiene que el Marco Normativo de la Ley 1448 del 2011 dispone los fines
sociales, jurídicos, económicos, administrativos a los cuales se debe ir direccionado, pero ante
todo hace un reconocimiento a la Dignidad humana, por encima de los demás derechos,
significando con esto, que la Ley busca que sea efectiva para la sociedad, ya dentro de su
estructuración fundamental, pretende de manera articulada reparar a las víctimas del conflicto
armado, garantizándoles el derecho a la verdad, a la justicia, a la reparación y a la no repetición,
derechos que sí son verdaderamente protegidos y garantizados por el Estado Colombiano,
pueden lograr que los desplazados puedan regresar a sus tierras y empezar a reconstruir sus
vidas, como lo dice la Constitución Política en su Artículo Transitorio 55:
Artículo Transitorio 55º. Dentro de los dos años siguientes a la entrada en vigencia de la
presente Constitución, el Congreso expedirá, previo estudio por parte de una comisión
especial que el Gobierno creará para tal efecto, una ley que les reconozca a las
comunidades negras que han venido ocupando tierras baldías en las zonas rurales
ribereñas de los ríos de la Cuenca del Pacífico, de acuerdo con sus prácticas
tradicionales de producción, el derecho a la propiedad colectiva sobre las áreas que
habrá de demarcar la misma ley.
Es en razón a este artículo transitorio constitucional, y a pesar de haber sido creadas las
entidades mencionadas, estas tienen como misionalidad principal el devolver las tierras, y que
por nocivo que sea decirlo, hasta la fecha este objetivo no se ha visto cumplido a cabalidad,
debido a que no se enmarca dentro de los principios sociológicos jurídicos de la creación de la
norma para que sea efectiva, debido a que dentro de sus propósitos de ayuda social y
organización estatal, se vieron y empañaron al advertir diferentes episodios de corrupción, a los
que se les suma la falta de interés social, tal y como se evidencia en periódicos virtuales, noticias
radiales, en los que lastimosamente aún se ven envueltos diariamente los funcionarios estatales
del país, y que como siempre los únicos que se benefician los más ricos.
Es de esta manera que se tiene como ejemplo claro de lo anteriormente descrito, la
creación de la Ley 1448 de 2011, la cual se establece como entidad responsable a la Unidad
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Administrativa Especial de Gestión de Restitución de Tierras Despojadas, dependiente del
Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, en la que se han conocido casos en los cuales los
derechos que ampara y pretende proteger dicha ley son vulnerados, haciendo ver la ineficiencia
de la ley ante la sociedad por una multiplicidad de factores entre ellos la violencia en las zonas
de restitución, por lo que se siente en la opinión pública, las víctimas y las entidades garantes que
la Ley queda en lo llamado comúnmente en “letra muerta” o un “saludo a la bandera”, por lo que
no se soluciona nada y las víctimas siguen sin recibir lo que les pertenece legalmente.
Con base a los argumentos anteriormente expuestos, este trabajo de investigación
abordara el marco normativo que ha regido la problemática social de Restitución de Tierras en
Colombia, y la eficiencia de dichas normas en la sociedad.

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PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

Colombia ha sufrido múltiples problemas sociales, que terminan afectando a todos los
sectores económicos del país y con la ayuda de la idiosincrasia de los colombianos,
increíblemente cada uno de esos problemas se ha ido entrelazando uno con el otro, al punto que
terminan afectando a más personas de las que inicialmente estaban involucradas en el problema.
El marco normativo del Programa de Restitución de Tierras deja en evidencia el
reconocimiento por parte del Gobierno Nacional al conflicto armado y la corrupción en
Colombia, como problemática social y ha puesto en marcha la normatividad necesaria con el
objetivo de apaciguar, contener y desarrollar estrategias que permitan garantizar la reparación
integral de las víctimas.
Para el caso de los desplazados por la violencia, quienes la defensoría del pueblo los
define como:
Se describe como toda persona que se ha visto forzada a migrar dentro del territorio
nacional, abandonando su localidad de residencia o actividades económicas habituales,
toda vez que su vida, integridad física, seguridad o libertad personales han sido
vulneradas o se encuentran directamente amenazadas, dadas las siguientes situaciones:
conflicto armado interno, disturbios y tensiones interiores, violencia generalizada,
violaciones masivas de los derechos humanos, infracciones al derecho internacional
humanitario u otras circunstancias emanadas de las situaciones anteriores que puedan
alterar, o alteren, drásticamente el orden público. (Artículo 1 de Ley 387 de 1997).
Así mismo la Ley 1448 de 2011 en su Artículo 3º define a las víctimas, de la siguiente
manera:
Se consideran víctimas, para los efectos de esta ley, aquellas personas que individual o
colectivamente hayan sufrido un daño por hechos ocurridos a partir del 1º de enero de
1985, como consecuencia de infracciones al derecho internacional humanitario o de
violaciones graves y manifiestas a las normas Internacionales de derechos humanos,
ocurridas con ocasión del conflicto armado interno.
De igual manera, se tiene el marco jurisprudencial de la Sentencia C-330 de 2016, que
trata de la Demanda de inconstitucionalidad contra los artículos 88, 91, 98 y 105 (parciales) de la
ley 1448 de 2011, donde aborda el tema del abandono y el despojo forzado de la tierra, las
viviendas y el patrimonio; entre violencia y derecho, la cual argumenta que:

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Estos hechos han generado el desplazamiento de millones de personas y el abandono de
un enorme número de predios rurales. Tras el miedo, la coacción y la violencia, se
desarrolla un amplio conjunto de estrategias para dar apariencia de legalidad al
despojo.
En ese sentido, la Ley de víctimas y restitución de tierras hace parte de un conjunto de
medidas de transición, caracterizadas por su carácter temporal y un objetivo específico;
superar las consecuencias de la guerra, en un marco normativo respetuoso de los
derechos de las víctimas, y consciente de la necesidad de medidas excepcionales para
alcanzar los fines propuestos y principalmente, para asegurar a los colombianos una paz
estable. La ley de tierras pretende alcanzar sus objetivos en un término de diez años y
ampara a un universo específico de víctimas. Fue propósito del Legislador incorporar en
ella, directamente, las normas referentes al proceso judicial”.
Por ende, no solo se trata de estipular objetivos y normas para devolver unas tierras a un
grupo de personas, por el contrario, otros de los propósitos de estas normas, es romper fronteras
e ir más allá de lo material, como lo es resarcir el daño psicológico, efectuar una restauración
social, recuperar una vida digna, que permita el goce total de sus derechos constitucionales
consagrados en los Artículos 63, 64 y 65, y sobre todo algo trascendental en todos los aspectos
como lo es el que nunca más se vuelva a repetir.
Para esto, el Estado colombiano con el pasar del tiempo ha intentado subsanar dichos
hechos, con el propósito de adjudicar las tierras a los campesinos y reparar el daño causado por
el conflicto armado, el narcotráfico y otros flagelos, por lo que el mismo Estado, se vio en la
necesidad de crear diferentes organismos gubernamentales para la administración, desarrollo y
materialización de la Ley, entre ellos el INCORA, INCODER y en la actualidad la Unidad
Administrativa Especial de Gestión de Restitución de Tierras Despojadas, esto con el fin de fijar
normas que tratarán de brindar soluciones a la problemática de las tierras.
Sin embargo, a pesar de tantos esfuerzos normativos, económicos y sociales, la labor
principal de dichas entidades se empaña al verse sus funcionarios comprometidos en reiterados
casos de corrupción por malos manejos administrativos y económicos, tal y como lo afirma el
señor Mauro Palta Cerón en su entrevista a la revista “Semana Sostenible” el día 23 de diciembre
de 2016 cuando habla de la liquidación del INCODER:
S.S.: ¿Hubo corrupción en el INCODER?
M.P.C.: El INCODER como muchas entidades del Estado tuvo problemas de
corrupción y ese fue el factor principal para que el presidente ordenará su supresión y

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liquidación. En el proceso liquidatorio identificamos qué estaba mal para recomponerlo.
Se lograron presentar las denuncias y abrir las investigaciones disciplinarias pertinentes
dentro de nuestra competencia. (Palta, 2016, p.1)
Debido a esto, se tiene que a lo largo de la historia, el Programa de Restitución de Tierras
para las víctimas del conflicto armado en Colombia, se ha convertido en un plan cambiante, poco
eficiente e inestable, por lo que se ha decidido plantear el siguiente problema jurídico: ¿Cuál ha
sido la normatividad que ha regulado a las Instituciones encargadas de la restitución de tierras en
Colombia y cuál ha sido la eficiencia de estas en la sociedad?

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OBJETIVO GENERAL

Analizar la normatividad que regula las Instituciones encargadas de la restitución de


tierras en Colombia y la eficiencia de estas en la sociedad.

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OBJETIVOS ESPECÍFICOS

1. Recopilar la normatividad empleada para la restitución de tierras


2. Enunciar las funciones de las instituciones creadas por el gobierno para la restitución de
tierras.
3. Mencionar los factores sociales que impidieron que las instituciones creadas por el
gobierno para la restitución de tierras no fueran eficientes.

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JUSTIFICACIÓN.

Este proyecto integral de semestre (PIS), pretende analizar la normatividad y las


instituciones creadas por el estado colombiano para la restitución de tierras en el país, con el fin
de poder reconocer la relación estrecha que existe entre el derecho y la sociedad, y así determinar
si estas normas han sido eficientes, efectivas y suficientes para atacar a esta problemática social,
donde se pueda establecer como la sociología jurídica ha inferido en la evolución del derecho a
medida que la sociedad Colombiana genera nuevas problemáticas, las cuales necesitan ser
reglamentadas por medio de una Ley.
Por ende, el Proyecto Integrado de Semestre (PIS) “Análisis de la normatividad que ha
regulado a las instituciones encargadas de la restitución de tierras en Colombia y la eficiencia de
estas en la sociedad” va a ser un tema enfocado a la problemática social de restitución de tierras,
el cual va a permitir desarrollar habilidades comunicativas, argumentativas e investigativas en el
campo normativo y jurídico, que ayudará a comprender por qué la legislación frente a este tema
ha sido tan cambiante y volátil al pasar del tiempo, demostrando con un claro ejemplo de esa
situación es el artículo de la revista Semana Sostenible (Semana, 2018) cuando en uno de sus
artículos dice:
Durante décadas ha sido imposible lograr una reforma rural exitosa que responda a las
necesidades de los campesinos y permita cerrar las brechas de la desigualdad. El
Acuerdo de Paz obligaba a que esta reforma no se aplazará más, pero sus exigencias son
tan concretas y completas que se han convertido en un dolor de cabeza gigante para el
Gobierno, pues varias de sus propuestas se han hundido en el Congreso durante el 2017.
Por lo anterior, este análisis se desarrollará con un barrido normativo histórico, que
reflejará las diferentes directrices que se han planteado desde el punto de vista del derecho,
enfocadas hacia las múltiples reformas rurales para la restitución de tierras, pasando entre ellas
por la ley 200 de 1936 destinada a solucionar los conflictos agrarios, tal y como lo menciona en
el artículo del diario el Tiempo (El Tiempo, 2001):
Con este discreto nombre se expidió la Ley 200 de 1936, destinada a solucionar los
conflictos agrarios de la época, que venían de tiempo atrás y cobraban particular
vigencia en Cundinamarca y en el Tolima, en casos como los de la hacienda Tolima y la
hacienda El Chocho, en donde los invasores reclamaban como baldíos las tierras que
ocupaban por la fuerza, mientras que los propietarios invocaban sus títulos de notaría
que los acreditaban como dueños.
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Sin embargo, se logrará establecer dentro de la presente, que dicha ley no fue eficiente en
su momento para que fuera aplicada, puesto que en dentro del mismo artículo señala:
La solución salomónica del maestro Echandía consistió en exigir la posesión y
explotación material para demostrar el dominio, limitando de esta manera el alcance del
título notarial. Sin embargo, y es la razón para que yo la llame salomónica, les obviaba a
los propietarios la prueba diabólica, que era demostrar, de transferencia en
transferencia, hasta la eternidad, desde cuándo había salido del patrimonio del Estado,
para dejar de ser baldía la tierra en disputa.
Fue así como se superó el primer conflicto agrario del siglo XX, no sin las protestas de
los propietarios, que fundaron la Apen, de oposición contra el gobierno. No se hablaba
de reforma agraria sino de ley de tierras, y, en mi despistada opinión, pienso que
deberíamos volver al concepto de que en Colombia se necesita una ley de tierras y sobra
la irreal pretensión de la llamada reforma agraria.
Luego de esto, se mostrará cómo es que el Estado crea la Ley 387 de 1997 por la cual se
adoptan medidas para la prevención del desplazamiento forzado, y que fuera esta misma
derogada por el gobierno por la falta de resultados efectivos, así como lo comenta el Doctor
Alfaro en su artículo “Un año de la ley de víctimas, a la espera de respuestas efectivas” en el
2012:
Este estado de cosas inconstitucional se profirió frente a los resultados de la aplicación
de la Ley 387 de 1997, que para muchos conocedores de la materia no es un mal
instrumento legal y preveía logros importantes, más aún, habría permitido el desarrollo
de una política garantista y bien intencionada en procura de la satisfacción de los
derechos de esta población específica, tal como expresamente lo ha sostenido la misma
Corte Constitucional en los diferentes autos de seguimiento de la Sentencia T-025.
Lamentablemente y, tal como ha ocurrido con tantas normas en Colombia, su atractivo
contenido no fue suficiente para lograr una aplicación consecuente y pertinente con lo
que en ella se regulaba.
La Ley 135 de 1961 por la cual se crea el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria
(INCORA), y años después la Ley 160 de 1994 Por la cual se crea el Sistema Nacional de Reforma
Agraria y Desarrollo Rural Campesino, se establece un subsidio para la adquisición de tierras, se
reforma el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria y se dictan otras disposiciones, donde César
Jerez en su artículo web en la página de prensa rural expresa la ineficiencia de dicha ley cuando
cita:

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La Sociedad de Agricultores de Colombia -SAC acaba de decir hoy en la Universidad
Externado de Colombia, que el debate sobre las tierras no debe centrarse en el artículo
72 de la ley 160, que debe ser sobre el modelo de desarrollo rural que necesita el país.
Consideran que este artículo y las Zonas de Reserva Campesina incuban miseria en el
campo. También han dicho que se debe separar el paramilitarismo de estado, el despojo
y el desplazamiento forzado del acaparamiento de tierras y de la exhacerbada
concentración de la propiedad rural ¿Se están lavando las manos y la conciencia?
Y también se hace mención en el artículo del diario matutino “el Tiempo” cuando habla
sobre la ineficiencia del INCORA:
Llevamos 40 años de estar intentando la reforma agraria y para tal efecto se creó el
Incora, sin que hasta el presente se le pueda presentar a la opinión pública nacional o
internacional ningún fruto de una inversión anual, que debe sumar a estas alturas algo
así como seis y medio billones de pesos, para tan encomiable propósito y tan pobres
resultados. Una suma comparable al 80 por ciento del IVA en el año 2000, al 20 por
ciento de la deuda externa del sector privado, al 14 por ciento de la del sector público y
al 8 por ciento del total de la deuda externa
De este modo es que nace entonces el Decreto 1300 del 2003 por medio del cual se crea
al Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (INCODER), entidad que se vio implicada en serios
problemas por la vinculación de grupos armados al margen de la ley, y por ende su poca
efectividad en materia social, esto se evidencia en el artículo de María Alejandra Medina del
diario el espectador cuando dice:
Con el decreto 1300 de 2003 se depositaron en el Incoder funciones como hacer planes
para el desarrollo agropecuario y rural, proponer y adoptar la distribución de recursos
de esos programas de desarrollo, trabajar por el adecuado uso del agua, regular la
ocupación de baldíos, expropiar, titular, planificar resguardos indígenas, regular la
actividad pesquera y promover la investigación en ese campo, etcétera. Su gestión,
además, se ensució con la influencia paramilitar que venía desde los 90, como se ha visto
en casos emblemáticos como el del despojo en Las Tulapas, en el Urabá. Restrepo afirmó
que a su llegada al Ministerio de Agricultura en 2010 se encontró con un Incoder
“cooptado por el paramilitarismo”. Le dijo a este diario: “Hubo una época en que
prácticamente el Incoder no daba pasos si no era autorizado por los paramilitares. Los
procesos de restitución, de recuperación de tierras, quedaron a la deriva”.

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Frente a todas las situaciones planteadas y mencionadas el INCODER no pudo avanzar
en unas solución inicialmente por la corrupción y la complicidad con los desplazamientos
forzados que mostró a los largo de su existencia, partiendo de su objetivo inicial planteado en la
Ley 160 de 1994 que impone como deber y obligación promover y consolidar la paz con
proyectos encaminados a alcanzar la justicia social, bienestar de la población campesina y la
democracia participativa pero en vista de que tuvo problemas internos ya mencionados no es
legítimo y tampoco cuenta con la capacidad de adelantar las tareas planteadas por estas razones
llevan a su liquidación, por lo que María Alejandra Medina del diario el espectador dice:
La gestión del Incoder no ha garantizado el cumplimiento de los fines establecidos en la
Ley 160 de 1994; por el contrario, ha contribuido a acrecentar los fenómenos de despojo
y concentración de tierras en la medida que muchos de sus ex funcionarios participaron
en proyectos encaminados a despojar de tierra tanto a campesinos sujetos de reforma
agraria como a la nación.
La misión y gestión del INCODER, se ve viciada y limitada por su debilidad
inconstitucional junto con su falta de legitimidad además de su poca credibilidad esto inmerso en
su nula eficiencia que hace necesario una reforma al organismo siendo así su inminente
supresión, en donde María Alejandra Medina diciendo indica:
Se requiere una institucionalidad fuerte para el campo, incluso sin un escenario de
posconflicto. De hecho, el conflicto en el campo ha devenido por el incumplimiento de las
obligaciones sociales del Estado con la población campesina, contenidas en los artículos
64 y 65 de la Constitución Política, normas que deben ser acatadas para el beneficio
social, económico y ambiental de la población campesina colombiana.
De este modo y debido a la ineficiencia de las anteriores normas, el Congreso de la
República expide la Ley 1448 del 10 de junio del 2011, ley que fue reglamentada por los
Decretos 4633 de 2011, 4634 de 2011, 4635 de 2011, 4800 de 2011, 4801 de 2011, 4802 de
2011, 4829 de 2011, 0599 de 2012, en los cuales dejan en evidencia en cada una de estas normas,
en que el Estado Colombiano por medio de normatividad no deja espacios para que no se cumpla
con los fines constitucionales, tratando de lograr la restitución de tierras a las víctimas sin
discriminar a ningún ciudadano, ya que como se ve dentro de los decretos reglamentarios, cada
uno se enfoca a una de las comunidades vulnerables que existen en el país, como los pueblos
indígenas (Decreto 4634 de 2011), los pueblos Rrom o Gitano (Decreto 4635 de 2011) y por
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último, las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras (Decreto 4635 de
2011), es así como se visualiza de qué manera el Estado dirige sus esfuerzos a tratar de resolver
el problema de tierras de una manera organizada y equilibrada.
Por ende, se puede evidenciar como una problemática social nos demuestra que no solo
basta con crear las normas sobre las normas, sino que también se necesita de coacción y
legitimidad para ejercer su función en la sociedad. De esta manera, nace por medio de este
Proyecto Integrador de Semestre, la necesidad de indagar la normatividad que ha regido desde
sus inicios a la restitución de tierras y las funciones de las entidades encargadas de devolver las
tierras a las diferentes comunidades vulneradas.
Los conocimientos aprendidos y la experiencia académica adquirida durante la
realización de esta investigación socio-jurídica serán aplicadas con mayor criterio con base a las
asignaturas relacionadas con este P.I.S, los conocimientos de las leyes interiorizados en la
asignatura Derecho Civil Bienes y los conceptos de Sociología Jurídica y Sociología del Derecho
serán aplicados para el análisis de la normatividad que ha regulado a estas instituciones
encargadas de restitución de tierras en Colombia.

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MARCO NORMATIVO

El presente marco normativo será el aplicable a cada una de las acciones tenidas en
cuenta para el presente Proyecto Integrador de Semestre, el cual está estructurado básicamente en
las siguientes normas:
● Constitución Política de Colombia
● Ley 200 del 16 de diciembre de 1936 “Sobre régimen de tierras.”
● Ley 1448 del 10 de junio de 2011 “Por la cual se dictan medidas de atención, asistencia,
y reparación integral a las víctimas del conflicto armado interno y se dictan otras
disposiciones.
● Corte Constitucional de Colombia. Sentencia T-025 “Estado de Cosas Inconstitucionales.
M.P Manuel José Cepeda Espinosa. del 22 de enero de 2004.
● Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-795 de 2014. M.P. Jorge Iván Palacio
Palacio de Agosto 30 de 2014.
● Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-330 de 2016. M.P María Victoria Calle
Correa de Junio 23 de 2016.
● Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal. Proceso T-5.844.534. M.P Cristina
Pardo Schlesinger; octubre 19 de 2017.
● Decreto 2933 del 05 de agosto de 2010 “por el cual se organiza el Sistema
Administrativo Nacional de Consolidación”
● Decreto Ley 4633 del 09 de diciembre de 2011 “por medio del cual se dictan medidas de
asistencia, atención, reparación integral y restitución de derechos territoriales a las
víctimas pertenecientes a los pueblos y comunidades indígenas”
● Decreto Ley 4634 del 09 de diciembre de 2011 “por medio del cual se dictan medidas de
asistencia, atención, reparación integral y restitución de derechos territoriales a las
víctimas pertenecientes al pueblo Rrom o Gitano”
● Decreto Ley 4635 del 09 de diciembre de 2011 “por medio del cual se dictan medidas de
asistencia, atención, reparación integral y restitución de derechos territoriales a las
víctimas pertenecientes a las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y
palenqueras”.
● Decreto 4800 del 20 de diciembre de 2011 “Por el cual se reglamenta la Ley 1448 de
2011 y se dictan otras disposiciones”
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● Decreto 4801 del 20 de diciembre de 2011 “Por el cual se establece la estructura interna
de la Unidad Administrativa Especial de Gestión de Restitución de Tierras Despojadas”
● Decreto 4802 del 20 de diciembre de 2011 “Por el cual se establece la estructura de la
unidad administrativa especial para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas”
● Decreto 4829 del 20 de diciembre de 2011 “por el cual se reglamenta el capítulo III del
título IV de la Ley 1448 de 2011 en relación con la restitución de tierras”
● Decreto 0599 del 21 de marzo de 2012 “Por el cual se regula la instancia de coordinación
local para la micro focalización e implementación gradual y progresiva del registro de
Tierras Despojadas y Abandonadas Forzosamente”
● Resolución 03068 de 2016 [Policía Nacional de Colombia]. Por la cual se crea La
Unidad.
● Nacional de Restitución de Tierras y Antiterrorismo (UNIRET), Se define su estructura
orgánica interna, se termina en sus funciones y se dictan unas disposiciones. Agosto 12
de 2013.
● Directiva Operativa Permanente 002 DIPON- DICAR-23.1 de 2012 [Policía Nacional de
Colombia]. Actuación Institucional en el marco de implementación del proceso de
restitución de tierras. Octubre 25 de 2012.

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MARCO TEÓRICO

Para comprender la normatividad correspondiente a las Instituciones encargadas de la


restitución de tierras en Colombia y la eficiencia de estas en la sociedad, es necesario abordar la
historia de Colombia el tema de tierras en la sociedad, mucho antes de existir entidades
gubernamentales encargadas de ejercer dicha labor.
Para realizar esto, se toma como base el artículo realizado por Angélica-María Franco
sobre el tema de reforma agraria, en donde enfatiza la evolución histórica que ha tenido el tema
de tierras desde los años precolombinos hasta el 2010, dónde permitirá comprender el origen de
las normas que regularon las entidades creadas para la restitución de tierras.
La autora comienza exponiendo un análisis desde diferentes periodos históricos:
- Período 1: La vida agraria precolombina (1200-1498): Este período se toma desde el
año 1200 hasta la conquista española. En este período histórico de partida, se muestran
de forma general los principios de la estructura agraria precolombina, donde la tenencia
de la tierra era un derecho de los indígenas, coordinado por mandos altos de las clases
sociales diferenciadas, y que era heredado a las nuevas generaciones. Además del
derecho a 100 cuad. desarrollo rural, Bogotá (Colombia) 8 (67) 93-119, julio-diciembre
2011 la propiedad privada de la tierra, existía la obligación de trabajar las tierras de los
jefes de tribus, para así producir excedentes comercializables.
- Período 2. Origen de la reforma agraria en Colombia (1499-1537): La primera RA
consistió, entonces, en un mecanismo para la adquisición autoritaria de tierras
(generalmente latifundios), con el propósito de crear nuevas ciudades españolas y
aprovechar todos los recursos naturales disponibles. En ese momento histórico se pasó
de un modelo de propiedad y explotación individual (101 Reforma agraria en Colombia:
evolución histórica del concepto. Hacia un enfoque integral actual y Angélica-María
Franco-Cañas, Ignacio De los Ríos-Carmenado gena de subsistencia) al modelo
hacendario español, compuesto por el territorio, hacendados españoles y peones
indígenas.
- Período 3. Evolución de los primeros mecanismos de apropiación de la tierra (1538-
1885): La evolución del concepto de RA en este período se dio en dos etapas: una inicial,
en la que persistía la adquisición de tierras por parte de la Corona española, a través de
cédulas reales, y la segunda, como un mecanismo para la adquisición de tierras a través
de títulos de propiedad regidos por leyes, lo que originó la 102 cuad. desarrollo rural,
Bogotá (Colombia) 8 (67) 93-119, julio-diciembre 2011 justificación de la propiedad,
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valorando en mayor medida el trabajo de la tierra, su ocupación permanente y la
protección de los indígenas.
- Período 4. Inicio de las leyes de tierras (1936-1961): En el período anterior ya se habían
expedido leyes que involucraban temas agrarios, pero sólo hasta 1936, con la Ley 200,
también denominada “Ley de Tierras”, se abordaron como un tema único y concreto que
desarrollar. Esta ley pretendió corregir la problemática de dominio y concentración de
la propiedad rural y estableció la figura de “extinción de dominio” de terrenos baldíos,
lo cual llevó a un período de improductividad de diez años.
- Período 5. Organización institucional – Incora (1962-1967): Con esta ley se pretendió
reformar, principalmente, la estructura social agraria, aplicando medidas técnicas de
redistribución y eliminando la inequitativa concentración de la propiedad, así como su
fraccionamiento antieconómico.
- Período 6. Consolidación institucional (1968-1972): Una nueva fase se inició con la Ley
1ª de 1968, introduciendo modificaciones a la Ley 135 de 1961 sobre Reforma Social
Agraria, como intento del Estado de intensificar los procedimientos para afectar la
tenencia de la tierra. En esta fase, por primera vez, se considera de gran importancia la
opinión de los campesinos, por parte del Estado. La nueva forma de la estructura
agraria no sólo contempló al campesino como un factor o elemento, sino también como
un actor que expone sus puntos de vista
- Período 7. Declive institucional (1973-1982): Con la Ley 4 de 1973 se propusieron
cambios para mitigar los efectos de la Ley 1 de 1968; se establecieron nuevos criterios
para la calificación de predios como adecuadamente explotados, mediante mínimos de
productividad; se redujeron los trámites de adquisición de tierras, a través de
negociaciones directas; y la adjudicación de tierras a los beneficiarios se agilizó,
apareciendo la renta presuntiva agrícola como herramienta para ejercer presión a favor
del uso productivo de la tierra y penalizar su apropiación improductiva
- Período 8. Restructuración institucional (1983-1987): El Incora adquirió nuevos
objetivos, ubicados en un contexto de guerra en el campo, como la pobreza y el
desplazamiento forzado. A través de la Ley 35 de 1982, o “Ley de Amnistía”, se autorizó
a la institución (RA) para negociar y comprar tierras con precios inferiores al avalúo
comercial fijado por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC), pero efectuando el
pago en un menor plazo.
- Período 9. Impulso institucional hacia el mercado de tierras (1988-1993): En estos años
se registró la mayor dinámica de adquisición de tierras en modalidad de compra por
parte del Incora; sin embargo, este comportamiento fue atribuido a causas negativas.
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- Período 10. Mercado de tierras (1994-2002): El concepto de RA en esta fase consistió en
un mecanismo para afectar la estructura agraria, a través de la redistribución de tierras
por mercado, es decir, mediante la compra directa de tierras por parte de los
campesinos, subsidiada de forma parcial por el Estado y mediada por la acción
institucional del Incora.
- Período 11. Cambio institucional – Incoder (2003-2010): El concepto de RA en esta fase
se mantiene en el mercado de tierras como mecanismo para afectar la estructura
agraria; sin embargo, varían las condiciones en las que se subsidia, de forma total o
parcial por El estado, y la coordinación, que esta vez es realizada por el Incoder.
Se puede observar entonces que a medida que se iban generando diferentes problemáticas
sociales en torno al tema de tierras en Colombia, se generaba nuevas normatividades para
subsanar dichas problemáticas, viéndolo entonces de manera resumida una en línea cronológica
según el artículo de Angélica María Franco:

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* Imagen extraída de http://proxy.bidig.areandina.edu.co:2048/login?url=https://search-proquest-com.proxy.bidig.areandina.edu.co/docview/1771616734?accountid=50441

Según la línea cronológica sobre la restitución de las tierras, se puede observar que la
población que ha sufrido el abandono del estado y el despojo de sus tierras, también ha sido en
virtud a causa del conflicto armado del país, por lo que esto se convirtió en una de las
contribuciones más importantes para terminar con el ciclo de violencia que ha azotado al país, si

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el derecho aplicado en cada una de las etapas del problema se hubiese logrado cumplir, se
hubiera logrado una solución integral con bases muy firmes para la construcción de una sociedad
más justa y democrática.
La restitución de tierras ha afrontado grandes dificultades gracias a la magnitud y
masividad del problema. Esta magnitud desborda las capacidades ordinarias de respuesta del
Estado, por lo que requiere modelos de intervención específicos y excepcionales, casi al mismo
tiempo, otra de las dificultades es la complejidad del asunto, se deriva del propio hecho de que el
despojo se produjo en un marco violento y multidimensional de violaciones graves a los
Derechos Humanos, y para ello la restitución de tierras no puede abordarse como un hecho
independiente o separado de su contexto, para enfrentar estos desafíos.
La Ley 1448 de 2011 establece que la acción de restitución de tierras se enmarca dentro
de los estándares de la justicia transicional, a partir de la interpretación de este marco se busca
dotar a todas las autoridades públicas y judiciales, de herramientas jurídicas que les permitan dar
una respuesta que seguramente no podrían otorgar si tuvieran únicamente acceso a las normas
sustantivas y procesales ordinarias, las cuales están diseñadas para ser aplicadas.
Aunado a la evolución normativa contemplada anteriormente respecto a la restitución de
tierras en el País, véase como la Constitución Política de Colombia de 1991 dentro de su
codificación, establece una serie de valores y principios que ofrecen garantías en contra de las
violaciones a los derechos humanos y afectaciones graves al derecho internacional humanitario,
teniendo como base la persona y no al estado como tal; es así que en este marco, se consagra a
favor de las víctimas del conflicto armado los derechos a la verdad, a la justicia, a la reparación
y a la garantía de no repetición, los cuales pretenden restablecer su situación al estado anterior
de la afectación y permitirles retornar a una vida digna. (Derecho Fundamental a la Restitución
de Tierras de las Víctimas del Conflicto Armado, 2017).
Entonces, nótese que también la Corte Constitucional por medio de jurisprudencia ha ido
más allá de la norma y ha reconocido “la restitución de tierras” como elemento esencial de la
reparación de las víctimas del conflicto armado en Colombia como lo manifiesta en la Sentencia
Unificada 648 del 19 octubre de 2017, en donde sentencia que “en Colombia, la restitución de
tierras es un derecho fundamental que permite a las víctimas del conflicto armado retornar a los
predios que debieron abandonar por causa de la violencia”. (Derecho Fundamental a la
Restitución de Tierras de las Víctimas del Conflicto Armado, 2017).

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Es así, que para superar el daño ocasionado, existen los procesos de justicia transicional
adelantados con grupos armados organizados dieron como resultado la creación de dos
regímenes jurídicos las leyes 975 de 2004, 1448 de 2011 y 1592 de 2012 dirigidos a evacuar
eficientemente las reclamaciones de las víctimas de este conflicto armado.
Respecto al derecho a la justicia de las víctimas la Sala Plena de la Corte Constitucional
identificó trece reglas básicas:
“(i) la obligación del Estado de prevenir las graves violaciones de derechos humanos,
especialmente cuando se trata de violaciones masivas, continuas y sistemáticas como el
desplazamiento forzado interno; || (ii) la obligación del estado de luchar contra la
impunidad; || (iii) la obligación de establecer mecanismos de acceso ágil, oportuno, pronto
y eficaz a la justicia para la protección judicial efectiva de los derechos de las víctimas de
delitos. En este sentido, se fija la obligación del Estado de diseñar y garantizar recursos
judiciales efectivos para que las personas afectadas puedan ser oídas, y de impulsar las
investigaciones y hacer valer los intereses de las víctimas en el juicio; || (iv) el deber de
investigar, procesar y sancionar judicialmente a los responsables de graves violaciones de
derechos humanos como el desplazamiento forzado; || (v) el respeto del debido proceso y
de que las reglas de procedimiento se establezcan con respeto del mismo; || (vi) la
obligación de establecer plazos razonables para los procesos judiciales, teniendo en cuenta
que los términos desproporcionadamente reducidos pueden dar lugar a la denegación del
derecho a la justicia de las víctimas y a la no obtención de una justa reparación; ||(vii) el
deber de iniciar ex officio las investigaciones en casos de graves violaciones contra los
derechos humanos; || (viii) el mandato constitucional de velar porque los mecanismos
judiciales internos tanto de justicia ordinaria, como de procesos de transición hacia la paz,
tales como amnistías e indultos, no conduzcan a la impunidad y al ocultamiento de la
verdad; || (ix) el establecimiento de limitantes y restricciones derivadas de los derechos de
las víctimas, frente a figuras de seguridad jurídica tales como el non bis in ídem y la
prescriptibilidad de la acción penal y de las penas, en casos de violaciones protuberantes a
los derechos humanos, el derecho internacional humanitario y el derecho internacional de
los derechos humanos; || (x) la determinación de límites frente a figuras de exclusión de
responsabilidad penal o de disminución de las penas en procesos de transición, en cuanto
no es admisible la exoneración de los responsables de graves violaciones a los derechos
humanos y al Derecho Internacional Humanitario, y por tanto el deber de juzgar y
condenar a penas adecuadas y proporcionales a los responsables de los crímenes
investigados. Esta regla, como lo ha señalado la Corte, sólo puede tener excepciones en
procesos de justicia transicional en los cuales se investiguen a fondo las violaciones de
derechos humanos y se restablezcan los derechos mínimos de las víctimas a la verdad y a la
reparación integral y se diseñen medidas de no repetición destinadas a evitar que los
crímenes se repitan; || (xi) la legitimidad de la víctima y de la sociedad, en casos de graves
violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario para hacerse
parte civil dentro de los procesos penales con el fin de obtener la verdad y la reparación del
daño; || (xii) la importancia de la participación de las víctimas dentro del proceso penal, de
conformidad con los artículos 29, 229 de la Constitución y 8 y 25 de la Convención
Interamericana sobre Derechos Humanos; || (xiii) la garantía indispensable del derecho a
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la justicia para que se garantice así mismo el derecho a la verdad y a la reparación de las
víctimas”.
En este sentido, se puede observar que el problema de restitución de tierras en Colombia
ha tenido un extenso proceso normativo, que a medida que iba evolucionando la sociedad, y
consigo las problemáticas, el tema de tierras se iba convirtiendo en un huracán que creció y se
envolvió de manera contundente con problemáticas sociales ajenas a él (tal y como lo hemos
visto en esta investigación), en donde por ejemplo revisando la base de datos de la página web de
la unidad de administración especial de gestión de restitución de tierras despojadas, existen 788
sentencias que tratan sobre el problema de desplazamiento forzado Rural, lo que demuestra que
el derecho aún ejerce su función creadora de normas para suplir las problemáticas sociales que
actualmente existen, a pesar de que mediante la Sentencia T - 024 del 22 de enero del año 2004
“ESTADO DE COSAS INCONSTITUCIONALES (ECI)” emanada de la Corte Constitucional
estableciera órdenes de protección de los Derechos de los Desplazados, debido precisamente a
que las autoridades competentes a pesar de observar que su vulneración ha persistido a lo largo
del tiempo, éstas no han adoptado de manera contundente ordenar los correctivos necesarios para
su protección, respeto a su dignidad, reintegro de sus bienes y garantía de no repetición; tal como
lo reza en su parte inicial al mencionar:
El patrón de violación de los derechos de la población desplazada ha persistido
en el tiempo, sin que las autoridades competentes hayan adoptado los correctivos
suficientes para superar esas violaciones, y sin que las soluciones puntuales
ordenadas por la Corte frente a las violaciones detectadas en las sentencias
dictadas hasta el momento, hayan contribuido a impedir la reincidencia de las
autoridades demandadas en tutela. Inclusive, se ha llegado a agravar la situación
de afectación de los derechos de la población desplazada ante la exigencia
impuesta por algunos funcionarios de la interposición de acciones de tutela como
requisito previo para que las autoridades encargadas de su atención cumplan con
sus deberes de protección.
Por ende, véase con lo anteriormente plasmado que simplemente así el Gobierno
Colombiano a pesar de tener el poder de crear y establecer normatividad y establecer entidades
gubernamentales que supuestamente van a garantizar la restitución de tierras a las personas que
realmente le pertenecen por derecho, y a pesar de la vinculación y participación de las Fuerzas
Militares y la Policía Nacional para garantizar la seguridad del retorno de los ciudadanos y
demás garantías constitucionales que estas personas se les debe garantizar, estas normas nunca se
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podrán materializar, ya que simplemente por la falta de voluntad política y de los grandes
vínculos tan evidentes que existen en la actualidad por la permeabilidad que existe de los grandes
terratenientes en la política y entidades, que lo que buscan es siempre es el beneficio propio al
lograr obtener grandes extensiones de tierra, los hace lastimosamente ser más poderosos y acabar
prácticamente con el campesinado colombiano, razón por la cual, se puede observar en la
actualidad que a pesar de contar con esas tierras, el país no tiene la capacidad lastimosamente por
así decirlo, de cultivar sus propios alimentos, por lo que el estado se ve en la necesidad de
traerlos del exterior, y de allí que se desprenda la falta de oportunidad, la desigualdad, inequidad,
la violencia y la pobreza que se ve día a día en Colombia.

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CONCLUSIONES

En Colombia, la restitución de tierras ha sido un proceso muy volátil, cambiante y sobre


todo muy fluctuante, que de cierta manera ha envuelto a ciertos sectores económicos y políticos,
y a pesar de las diferentes voluntades del Estado para no solo coaccionar, si no también ayudar a
las víctimas, ha sido completamente ineficiente, porque se nota que las normas han sido tratadas
como simples documentos con bosquejos de ayuda, olvidando aquel factor social e integrador
que en realidad necesita una problemática de tal magnitud como lo es el devolver las tierras a las
personas víctimas del conflicto armado que les pertenece por derecho propio.
Se observó dentro de las diferentes funciones que tuvieron las entidades encargadas de la
restitución de tierras en Colombia, que siempre se ha planteado el de garantizar las tierras a las
personas vulneradas, el retornar sus vidas al campo, su utilidad y sobre todo generar conciencia
sobre el mismo, ya que al pasar los años, mandatarios, planes de gobierno, objetivos con fines
eficientes y reguladores, se fueron esfumando y consigo la credibilidad del tema frente al pueblo
colombiano, porque quedó claro que desde los inicios de la historia del país, este tiene su génesis
en una lucha de terrenos frente a los españoles, dejando marcado en la cultura de sus habitantes,
aquel deseo primitivo de monopolio y lucha por el Campo.
Véase entonces, que desde un inicio, el problema principal ha sido el título de propiedad
y sus maneras de adquirirlo, todo este meollo fue creciendo hasta llegar a la Ley 200 de 1936, en
donde crearon mecanismos para la expropiación de baldíos para la distribución con fines de
explotación económica, seguidamente el país se ve envuelto en una guerra con grupos al margen
de la ley, los cuales convirtieron el problema de tierras en un huracán que arrasó con el territorio
y el derecho a la propiedad de los campesinos.
El desplazamiento forzado es entonces, un problema que sumado a la corrupción y a la
tierra, un obstáculo para que entidades como el INCORA y el INCODER cumplieran su función
social ante el Estado, que las mismas fueran cambiantes ante cada gobierno, puesto que cada
gobernante llegaba al poder con el afán desesperado de buscar alternativas para mitigar la
problemática de guerra, desplazados y corrupción que el país enfrenta.
Del mismo modo, se pudo establecer que en la actualidad la Unidad Administrativa
Especial de Gestión de Restitución de Tierras Despojadas que es dependiente del Ministerio de
Agricultura y Desarrollo Rural, regida por la Ley 1448 de 2011, trata de abarcar problemas como
el desplazamiento, restitución de tierras y daño psicológico que las víctimas del conflicto han

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sufrido, para así poder lograr mitigar el daño social y legal que el país ha enfrentado desde el
inicio de sus tiempos.
Es así, que las instituciones que se han creado con el tiempo en Colombia y con la
finalidad de darle una solución de fondo a los inconvenientes de restitución de tierras en el país,
tienen un alta tendencia al fracaso, como se ve reflejado a lo largo de los años, en múltiples
entidades han buscado dar soluciones a problemas que han trascendido y evolucionado de tal
manera que, precipitadas por la ineptitud e ineficacia por parte de estas entidades para tratar
problema de esta magnitud, por lo que se trae como ejemplo flagrante cuando se crea el
INCODER establecido por el Decreto 1300 de 2003, el cual fue promovido por el entonces
presidente de la república Álvaro Uribe Vélez, se observó cómo se pasa de un INCORA que
trabajaba de la mano con otras instituciones a un INCODER, el cual integrará todas estas
entidades en una sola, es decir el INCODER pasó a integrar todo en un sola institución con este
nuevo Decreto, donde se jerarquiza la composición de este ente en diversas sub-entidades a
cargo como del Instituto Nacional de Adecuación de Tierras (INAT), el Fondo de Cofinanciación
para la Inversión Rural (DRIS) y el Instituto Nacional de Pesca y Agricultura.
De igual manera se puede inferir que se perdió la poca efectividad del ente y de cómo
perdieron el rumbo estos procesos, dado que a una mayor institucionalización, mayor cantidad
de funciones y responsabilidades, como bien se sabe, en Colombia los grupos al margen de la ley
casi siempre están vinculados a estas decisiones que notablemente dejan al descubierto el
objetivo del gobierno, y por ende desde ese entonces se dedica a debilitar y de alguna manera a
hacer imposible la transparencia de las restitución de tierras, por lo que se habla de una
pretensión viciada de reinstitucionalización del ente encargado.
Así las cosas, se pudo analizar las distintas sentencias jurisprudenciales entre las cuales
se tiene la Sentencia C-795, 2014 que trata de la demanda de Inconstitucionalidad contra el
artículo 100, de la Ley 1448 de 2011, en donde se observó que hace referencia al derecho que
tienen las personas respecto del derecho real del dominio de sus tierras, también se tuvo en
cuenta la Sentencia C-330, 2016, que se enfocó hacia la demanda de inconstitucionalidad contra
los artículos 88, 91, 98 y 105 (parciales) de la Ley 1448 de 2011 Bogotá, D.C., direccionando
más específicamente en el abandono y el despojo forzado de la tierra, las viviendas y el
patrimonio, donde se percibió las graves vulneraciones de los Derechos fundamentales de las
personas de todas las regiones de Colombia, poblaciones que fueron sometidas violentamente a
abandonar sus tierras, demostrándose así que los ciudadanos del común o sin recursos

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económicos no tenían oportunidad de acceder a la justicia para exigir sus derechos, por lo que se
vieron obligados a buscar entidades o instituciones facultadas para lograr la restitución de sus
tierras en cualquiera de los casos, reclamaciones que no fueron efectivas, viéndose re-
victimizados por dichos organismos que supuestamente darían una solución a su problemática.
Por lo anterior, se observó que la rama judicial para tratar dar un efectiva solución a la
gran demanda de casos a nivel nacional de despojo, abandono, desplazados de sus tierras y
víctimas de la violencia, la Sala Tercera de revisión de la Corte Constitucional de Colombia
integrada por los magistrados Manuel José Cepeda Espinosa, Jaime Córdoba Triviño y Rodrigo
Escobar Gil, reúne la acumulación de 108 expedientes correspondientes e igual número de
acciones de tutela interpuestas por 1150 núcleos familiares, todos pertenecientes a la población
desplazada, con un promedio de 4 personas por núcleo, y compuestas principalmente por
mujeres cabezas de familia, personas de la tercera edad y menores, así como algunos indígenas,
se pronuncia por medio de la Sentencia T-025 de 2004 que trata del Estado de las Cosas
Inconstitucionales, donde hace un llamado de atención afirmando que La acción de tutela no
puede ser empleada para alterar el orden en que serán entregadas las ayudas solicitadas ni
para desconocer los derechos de otros desplazados que no acudieron a la acción de tutela y que
se encuentran, en igualdad de condiciones, a la espera de una respuesta de la entidad,
(Sentencia T-025 de 2004) ordenando a varias entidades como el Procurador General de la
Nación, Consejo Nacional de Atención Integral a la Población Desplazada por la Violencia,
Defensor del Pueblo, Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados –
ACNUR, Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento – CODHES, que cada
una de las anteriores asumiera sus responsabilidades y se vincularan directamente en la solución
al problema de víctimas, fijándose en la dimensión del esfuerzo presupuestal necesario para
cumplir con la política pública encaminada a proteger los derechos fundamentales, optando por
la necesidad de crear un plan de contingencia para el evento en que los recursos provenientes de
las entidades territoriales se lograran obtener, logrando así, que las organizaciones que
representan a la población desplazada, puedan obtener oportunidades para participar de manera
efectiva en la adopción de las decisiones que se tomen, con el fin de superar la crisis
humanitaria y el estado de cosas inconstitucional e informarles.
Sin embargo, es evidente que a pesar de ser tan cuestionadas y poco efectivas las
entidades encargadas de reconocer derechos reales y restituir la propiedad y/o dominio de las
tierras a las víctimas del conflicto armado en el país, es evidente la cantidad de trámites

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burocráticos, la falta de voluntad tanto política, como la negligencia de los mismos funcionarios
encargados de adelantar los trámites y la misma presión que ejercen los grupos armados ilegales,
los hacendados, los grandes terratenientes, los empresarios, y otros grupos poderosos o
adinerados, quienes usan este poder ilegal para hacer hasta lo imposible, logrando la compra de
conciencias, para quitar lo que no es de ellos, y así hacerse de manera fraudulenta y deshonesta,
de lo único que han trabajado las diferentes familias despojadas de sus terrenos que
consiguieron con el sudor de su frente y la legalidad, por lo cual es increíble decirlo, pero se
observó la ineficiencia flagrante de la restitución de tierras a las personas que verdaderamente le
pertenecen, a pesar que esto sea siempre prometido por el gobernante de turno o por qué no
decirlo, así se haya tratado dentro del proceso de Paz con la ex guerrilla de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia FARC, esto no se ha cumplido y se sigue lamentablemente
incumpliéndole a las víctimas.

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