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Todo tiene dos A asas Guia estoica para conquistar el arte de la vida HUMANIDADES © 3404807 ISBN 978-84-206-4339-7 co a > a «Todo tiene dos asas —dijo una vez el fildsofo Epicteto-, una que sirve y otra que no.» gPor qué tomar las-cosas, pues, de esta Ultima? Pese a contener la palabra «estoica» en su subtitulo, esta Guia para conquistar el arte de la vida no esta dirigida a filosofos, sino a satisfacer la curiosidad del profana y, sobre todo, a orientar a aquel que desee aprender a vivir, a vivir feliz. Aunque parte de las ideas de los antiguos, Ronald Pies no quiere dar un catdlogo de las mismas, sino que apunta mas bien a que estas afloren en la menie del lector contribuyendo asi a modificar su manera de concebir el mundo. Sirviéndose a menudo de casos reales 0 tipicos provistos por su experiencia médica (el autor es psiquiatra y psicoterapeuta, ademas de profesor y escritor), Pies va recorriendo aquellas experiencias que mas dafio y trastorno nos causan a todos en nuestra vida cotidiana para tejer con mimo y sabidurla este pequefio libro que sorprendera a mas de un lector cuando descubra en él una auténtica joya. Alianza editorial — £1 tioro de bolsillo Ronald Pies Todo tiene dos asas Guia estoica para conquistar el arte de la vida Alianza editorial El libro de bolsillo Titulo original: Everything Has Two Handles. The Stoic’s Guide to the Art of Living Traduccién de: Paloma Tejada Esta obra ha sido publicada originalmente en Estados Unidos por Hamilton Books, de Rowman & Littlefield Publishing Group, Lanham, Maryland USA. Traduccién autorizada. Todos los derechos reservados Diseiio de coleccién: Estudio de Manuel Estrada con la colaboracién de Roberto Turégano y Lynda Bozarth Disefio de cubierta: Manuel Estrada Reservados todas los derechos. El contenido de esta obra esté protegido por la Ley, que establece penas de prisién y/o multas, ademas de las correspondientes indemnizaciones por dafios y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren piblicamente, en todo o en parte, una obra lteraria, artistica 0 cientiica, 0 su transformacidn, interpretaci6n o ejecucién artista fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorizacién. Copyright © 2008 by Hamilton Books © dela traduccién, Paloma Tejada Caller, 2011 © Alianza Editorial, S. A., Madrid, 2011 Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15; 28027 Madrid; teléfono 91 393 88 88 www.alianzaeditorial.es ISBN: 978-84-206-4339-7 \: Grificas Blanco, $. L. Impreso en Huertas Industrias Graficas, S. A. Printed in Spain Si quiere recibir informacién periédica sobre las novedades de Alianza Editorial, envie un correo electrdnico a la direccién: alianzaeditorial@anaya.es Indice 13 15 23 45 55 61 79 97 ill 123 129 135 147 155 159 Agradecimientos Introduccién 1. Razén y emocién 2. Mortalidad y sentido de la vida 3. Moralidad y el respeto hacia uno mismo 4. El control de la adversidad 5. Perfeccionismo, virtud y aceptacién de uno mismo 6. Cémo vivir en armonia con el universo 7. Cémo vivir nuestro aqui y ahora 8. La opinién de los demas 9. El vinculo comin de la existencia 10. Felicidad y talante 11. Satisfechos con lo que tenemos Bibliografia Indice analitico El libro estd dedicado a la memoria de mi madre, Frances Pies Oliver, que tan bien supo ver esa «racionalidad esencial» que subyace a la perspectiva estoica del mundo, y que con tanta dulzura nos la transmitio a sus bijos. Toda cosa tiene dos asas, una que sirve y otra que no.' 1. Los textos de Epicteto en espafiol se han tomado de la traduccién de Reyes Alonso, 1993. (Epicteto, Manual, Madrid, Civitas). Agradecimientos Quiero dar las gracias a Ira Allen y a Linda Orlando por la profesionalidad con que han acometido la edicién del presente libro. Quiero asimismo expre- sar mi gratitud al doctor Richard Berlin, que se brind6 a leer el manuscrito; a la doctora Cynthia Geppert por haberme servido en tantas ocasiones de inspiracién espiritual y profesional; y a Robert Deluty, doctor en Medicina, por animarme a seguir cuando el libro estaba todavia en ciernes. Por dlti- mo, agradezco a mi mujer, Nancy Butters, trabaja- dora social clinica, la paciencia y el apoyo que me ha dedicado. 13 Introduccién Quede claro desde el principio que el volumen que el lector tiene entre las manos no va dirigido a filé- sofos, ni pretende dar muestra de elevada erudi- cidn. Se trata simplemente de un libro destinado a satisfacer la curiosidad del profano que desee aprender a vivir, a vivir feliz. Si bien los principios de que vamos a hablar estan tomados de los anti- guos griegos y romanos, creo que en nuestro aqui y ahora siguen manteniendo su vigencia. Y, como la vida moderna nos obliga a afrontar nuevos retos y miedos probablemente mayores que los que inquie- taban a los antiguos estoicos, las lecciones que ex- traigamos de aquellos sabios resultarén mds rele- vantes hoy incluso que hace dos milenios. Mas que presentar las ideas del pensamiento es- toico como si estuviera dando una conferencia, lo que me propongo es dejar que tales ideas «afloren» 15 Todo tiene dos asas ala superficie y afecten a nuestra manera de conce- bir el mundo. Espero que a medida que ledis los distintos fragmentos filos6ficos no sdlo vaydis en- tendiendo mejor qué es el estoicismo, sino que ad- virtdis hasta qué punto esta filosoffa contribuye a ver la vida de manera notablemente distinta. Pese a que en el libro me centro en uno de los pensadores del estoicismo tardio -el gran emperador romano, Marco Aurelio (121-180 d. C.)— recurriré a otras fuentes antiguas y modernas cuando resulte necesa- rio, sin descartar lo que pueden ofrecernos la tradi- cién judia y la cristiana. Erréneamente suele pensarse que el estoicismo carece de base espiritual, que no es mas que «légica pura y dura», En realidad la filosofia estoica se nu- tre de profundas fuentes espirituales y en muchos casos los creyentes encontraran paralelismos entre lo que decimos y lo que sostiene su fe. (Quienes es- tén familiarizados con el budismo 0 el taoismo van a reconocer en el estoicismo muchos rasgos com- partidos.) Pero ademas de citar convenientemente la existencia de tales fuentes religiosas y espiritua- les, me he tomado la libertad de ofrecer comenta- tios personales y de incluir casos elaborados a partir de mi experiencia como psiquiatra. (Todos los nom- bres que aparecen son ficticios y la mayoria de los personajes que intervienen en los retratos robot to- man rasgos de distintos pacientes reales o de enfer- mos tipicos.) Llegaré incluso a intercalar algiin chis- 16 Introduccién te, pero sdlo de vez en cuando: aunque los estoicos no eran precisamente conocidos por su desenfrena- do sentido del humor, sabemos que mantenerlo re- sulta clave para fortalecer la salud y la felicidad. Antes de introducirnos en la filosofia estoica, qui- za debamos dar algunas pautas. Cuando oimos la palabra «estoico», ¢qué es lo primero que nos viene a la cabeza? ¢Un personaje de una obra de teatro clasico de las que ofrecfa el espacio Estudio 1? ¢Uno de esos tipos flemAticos y distantes del siglo x1x in- glés, que contenfan sus emociones hasta el punto de parecer impasibles? O, si hemos nacido entre los afios cincuenta y sesenta, el término puede que nos evoque a Mr. Spock, el personaje la serie Star Trek, una de mis favoritas. Y, si lo analizamos, el caso es que Mr. Spock manifiesta rasgos de los antiguos fi- lésofos estoicos, aunque no siempre. (Entre otras cosas, Mr. Spock parece normalmente mas interesa- do en dominar sus emociones que en adoptar una vi- sin del mundo que permita en ultimo término pres- cindir de dicho control afectivo.) Sin duda, el «estoicismo» no goza de particular buena fama. Para quienes crecimos en la década de los sesenta, en que el lema era «¢qué més te da?», «deja que las cosas sigan su curso», la idea de com- portarse «estoicamente» nos parecia, bueno, retré- grada y un tanto «neura». En nuestra época se ha valorado mucho mis el expresar las emociones que el entenderlas; 0, al menos, no hemos sabido cali- 17 Todo tiene dos asas brar hasta qué punto los excesos de nuestras mani- festaciones emocionales estaban privandonos de la felicidad. Y sin embargo, investigadores como Al- bert Ellis o Aaron Beck, pioneros de la terapia cog- nitiva o cognitiva conductual (CBT en inglés), ya llevaban tiempo hablando de esto. Ellis, concreta- mente, se aproxima mucho a los estoicos (sobre todo al esclavo Epicteto) cuando formula lo que de- nomina «Terapia Racional Emotiva Conductual» (REBT, por sus siglas en inglés). En las paginas que siguen confio en poder demos- trar que el auténtico estoicismo no consiste simple- mente en mantenerse impasible ante la adversidad o en aplacar los sentimientos con mano de hierro. El estoicismo es mucho més; es una especie de acti- tud mental y espiritual. Podriamos decir que el es- toico es alguien que pretende vivir de acuerdo con las eternas leyes de la naturaleza o con las eternas leyes divinas, segin como interpretemos el concepto es- toico de «logos», en este caso. Es cierto que muchos textos escritos por diversos fildsofos defienden la idea de modulacién emocional; pero de ahi no debe- mos concluir que el ideal sea lograr seres humanos apaticos e imperturbables. Muy al contrario, existe un «4rea de moderacién intermedia» que es la que mas se ajusta a nosotros en tanto que criaturas ra- cionales. Como indica Marco Aurelio: «La perfec- cién moral tiene esto: pasar cada dia como el ulti- mo, no sufrir convulsiones, no estar entorpecido, 18 Introduccién no ser falso» (Meditaciones, VII: 69)'. De hecho, di- cen que los estoicos se esfuerzan por alcanzar la apatheia, pero seria erréneo entender este término como «apatia», en su acepcién negativa; apatheia implica més bien una especie de ecuanimidad espiri- tual. Marco Autelio dice: «La alegria de un hombre es hacer lo que es propio de un hombre. Propio de un hombre es la bondad para con sus semejantes...» (Meditaciones, VIII: 26). ;Aqui comprobamos que Marco Aurelio no desea ni mucho menos que su- primamos nuestras alegrias! Lo que pretende es ensefiarnos a encontrar la verdadera alegria en la benevolencia, tal y como marca la razén natural. Encontramos un sentimiento similar en las paginas del sabio judio Rav Eliyahu de Vilna, conocido como el Vilna Gaon o Gaon de Vilna (1720-1727), cuando nos dice: «Los deseos hay que purificarlos e idealizarlos, no exterminarlos». Los estoicos pretenden entender «cédmo son las cosas» y vivir de acuerdo con ello. De ahi que aunque para ser estoico no hay que creer en Dios, si hay que entender cémo esta, digamos, organizado el universo. Cuando comprendemos cémo funcionan las cosas y lo aceptamos, nos serenamos por dentro y nos liberamos, lo cual nos permite perseguir pla- ceres mas elevados. Si nos empefiamos en rechazar 1, Las traducciones de Marco Aurelio al espafiol se han tomado de la edicién de Bartolomé Segura, Marco Aurelio: Meditaciones. Madrid, Alianza. 1999. 19 ‘Todo tiene dos asas que las cosas son como son, nos impedimos ser feli- ces (e impedimos que los demas lo sean). Si vivimos de acuerdo con los principios estoicos, no tendre- mos necesidad de aplacar nuestros sentimientos, porque se trata de que nuestros sentimientos se ajusten a «como son las cosas». Puede que en este momento el lector esté pensan- do: «zAcaso no hay ocasiones en que zo debamos aceptar que las cosas son como son?» «Cuando ve- mos casos de terrible injusticia social, por ejemplo, eno estamos obligados a cambiar el status quo?». Son preguntas excelentes, a las que, por lo que en- tiendo, los estoicos contestan con un claro y rotun- do «jSil». Y para comprenderlo, debemos enten- der que una parte de ese «como son las cosas» esta definida por nuestros propios valores y aspiraciones personales. El hecho de que pretendamos mejorar el mundo forma parte de la realidad tanto como las rocas, los arboles o las tortugas, y, desde luego, no tiene menos entidad real que los males sociales que deseamos erradicar. Es decir, tenemos todo el dere- cho a intentar cambiar las cosas a mejor, incluso la responsabilidad de hacerlo, Pero si, después de es- forzarnos al maximo, fracasamos, jnada nos obliga a asumir ademas el abatimiento! De ahi que el estoicismo tiene mucho en comtin con esa invocacién, un tanto manida que suele apa- recer en las guias de consejos para aprender a diri- git «reuniones paso a paso»: «Dame serenidad, Se- 20 Introduccién fior, para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que puedo cambiar y la sabi- duria que hace falta para discernir entre unas y otras». El estoicismo no supone una meta acepta- ci6n pasiva del status quo; lo que busca es compren- der fundadamente cémo son las cosas y mejorar lo que se pueda mejorar racionalmente, incluidos no- sotros mismos. Dicho esto, también es verdad que los sabios a ve- ces no saben por dénde andan. Y no es raro encon- trar casos, por ejemplo, en que los filésofos estoicos van algo més all4 de lo que para mi resulta acepta- ble a la hora de inducirnos a contener las emocio- nes. Esto ocurre normalmente cuando hablan del periodo de duelo o de la alegria desbordante. Pero lo que est claro es que no tenemos por qué sentir- nos obligados a seguir ciegamente los principios es- toicos en lo referente a tales estados emocionales. Como nos recuerda el filésofo A. C. Grayling -y como han reconocido ultimamente los neurélogos conductuales— «la razon y el sentimiento son dones igualmente valiosos e igualmente necesarios. Si uno no atempera al otro, lo Gnico que se consigue es el empobrecimiento espiritual e intelectual» (2002: 5). Y Samuel Johnson defiende esta misma idea, acaso con mds fuerza: Hay muchos... que nos aconsejan no entregarnos a nuestros placeres favoritos, no permitirnos el lujo del 21 Todo tiene dos asas carifio y mantener siempre la mente suspendida en un estado de indiferencia, para que podamos cambiar lo que nos rodea sin sentirnos afectados... pero el intento de mantenernos vivos en tal estado de neutralidad va contra la raz6n y resulta vano. Johnson, 1750 Bueno, ya esta bien de prdlogo. Escuchemos a los maestros y veamos en qué medida podemos aprove- char su sabidurfa para nuestros fines, para nuestra personal bisqueda de una vida mejor. 22 1. Razén y emocién Las cosas no afectan al alma, sino que permanecen fuera, inméviles, y las perturbaciones nacen sélo de la opinion interior... El mundo es alteracion, la vida, opinion. Marco Aurelio, Meditaciones, IV: 3 «Las cosas no afectan al alma.» Esta afirmacion aparentemente tan sencilla representa la piedra angular del estoicismo. Consideremos el caso de Angela, una mujer de 28 afios, divorciada, madre de dos hijos, que se esfuerza por «ser buena ma- dre y esposa». En cuanto su hija Tiffany de cinco afios empezé a «dar la lata» en el colegio y a tener pataletas en casa, Angela cayé en una depresién de manera fulminante. Cada vez pasaba mas tiempo en la cama, dejé de hacer lo que hacia normalmen- te y empez6 a perder la confianza en su valor como persona y como madre. «; Tiffany me esta volvien- do loca!», le dijo Angela al terapeuta. «No hace més que chillarme, independientemente de lo que haga, y siempre me est4 espetando lo mala madre 23 Todo tiene dos asas que soy. Se lo comenté a una amiga y lo inico que consegui es que me criticara por no “saber impo- ner la adecuada disciplina” a Tiffany, jcomo si no lo hubiera intentado! Y eso fue lo que més me hundié. Realmente no debo ser muy buena madre, si tanto mi hija como mi amiga me consideran tan inutil.» Todos -tanto mas si tenemos nifios pequefios— nos podemos poner en la situacién de Angela. Qui- z4 incluso lleguemos a reconocer que: «;Uf!, yo, en su caso, también me deprimirfa». Puede ser. Pero lo curioso es que vo todas las madres que viven exacta- mente esas mismas circunstancias tan desgraciadas sufren una depresion clinica. Una cosa es que estén tristes y otra que caigan en una depresién aguda. ¢A qué se puede deber esto? La respuesta que ofrecen los estoicos es muy similar a la que hoy en dia nos proporcionan los terapeutas cognitivo-conductua- les: Angela no esté deprimida porque Tiffany la «vuelva loca», ni por tener una amiga tan insensi- ble, sino por su propia manera de pensar.’ Angela se pasa el dia atormentandose con una serie de ideas 1. Los psiquiatras afiadirfan una salvedad importante a este respecto: en casos de depresién severa, casi siempre se observan factores genéticos, biolégicos 0 quimicos que inciden negativamente en la enfermedad. Con frecuencia gracias a una medicacién adecuada, se puede conseguir que los individuos se encuentren mejor. Para quienes estén interesados en profun- dizar sobre estas cuestiones bioldgicas, les recomiendo fervientemente el excelente ensayo, de facil lectura, escrito por el doctor John Medina: Depression: How it Happens. How it is Healed (New Harbinger Publica- tions, 1998). 24 1, Razén y emocién contraproducentes e irracionales, como por ejem- plo: «Si mi hija me chilla, debe ser porque no soy buena madre» o «Si mi amiga me critica es porque tengo que estar mas pendiente». En términos estoicos, es la opinion que Angela vier- te sobre los acontecimientos externos lo que la esta al- terando, no los acontecimientos en si. ; Cambia de opi- nién, cambia tu manera de sentir las cosas! No cabe duda de que esto es mucho mis facil de decir que de hacer y por muy estoico que uno sea, si te dan un buen pisotén, no podras evitar lanzar un jay! Las personas no controlamos completamente el modo en que nos afectan las cosas, pero ejerce- mos una influencia sobre nuestras emociones mu- cho mayor que la que nos vemos obligados a asumir por las peliculas, las canciones 0 Ia cultura «victi- mista» en la que estamos inmersos. Pero ¢qué es lo que defiende Marco Aurelio sobre el universo y la «transformacién»? Supongo que ira quedando claro a medida que avancemos. De mo- mento, la préxima vez que te encuentres preocupa- do por algo razonablemente trivial, pregtintate lo si- guiente: ¢En qué medida va a influir este problema en mio en quien sea dentro de mil afios? Y ¢dentro de un afio? ¢Y dentro de una semana? En Ja ma- yoria de los casos, probablemente contestes: «No mucho». El universo es esencialmente variacién y cambio y lo que tt pienses sobre esa variaci6n regira tu propia manera de sentir. Como dijo Shakespeare 25 Todo tiene dos asas en Hamlet (ILii: 253): «Porque nada hay bueno ni malo si el pensamiento no lo hace tal». * Todos los estados encuentran su origen en la mente. La mente es su fundamento y son creaciones de la mente... Si uno habla o acttia con un pensamiento puro, entonces la felicidad le sigue como una sombra que jamés le abandona... Cualquier dafio que un ene- migo puede hacer a su enemigo, o uno que odia a uno que es odiado, mayor dafio puede ocasionar una men- te mal dirigida.... El bien que ni la madre, ni el padre, ni cualquier otro pariente pueda hacer a un hombre, se lo proporciona una mente bien dirigida, ennoblecién- dolo de este modo’. El Dhammapada Al amanecer, dite a ti mismo: me voy a tropezar con un indiscreto, un desagradecido, un insolente, un envidio- so, un insociable. Todo esto les sucede por su ignorancia 2. Traduccién espafiola de Luis Astrana Marin, Hamlet, Madrid, Alianza Editorial, 2005. 3. Traduccién espafiola de: http://www.oshogulaab.com/BUDA/TEXTOS/ budadamapada,htm#Cap%C3% ADtulo%201:%20Versos%20gemelos; Editado en espajiol: 2006. Biblioteca de la sabiduria oriental [Monografia]. RBA coleccionable ISBN 13: 978-84-473-4753-7 ISBN 10: 84-473-4753-2 26 1, Razén y emocién del bien y del mal... [pero] no puedo sufrir dafio por obra de ninguno de ellos... y no puedo enfadarme con un pariente ni odiarlo. Marco Aurelio, Meditaciones, Il: 1 * Cuando te encuentres con quien sea, dite al punto a ti mismo: «Este ¢qué idea tiene del bien y del mal?»... {entonces] no me parecerd asombroso ni extrafio si hace estas cosas... Marco Aurelio, Meditaciones, VII: 14 Todos los dias Jim llegaba a la oficina hecho un de- sastre. Como vivia a unos 80 km de Boston y te- nia que coger el coche, terminaba invariablemente echando pestes contra «esos imbéciles que no sa- ben conducir». Una vez que tuvo que frenar un poco en la autopista por algin listillo, Jim aceleré y, segin él mismo contaba, «estuve tocando la bo- cina durante diez minutos, todo el rato, hasta Bos- ton», todo eso a unos 3 metros de distancia del otro conductor, y a 100 km por hora. Pero Jim no solo tenia problemas en carretera. Cuando llegaba a la oficina y veia que no habia ya sitio libre para aparcar, se encabritaba. Un dia que el coche de de- lante le quitd un sitio que habia a pocos metros, 27 Todo tiene dos asas Jim empez6 a tocarle el claxon, a insultar al con- ductor y estuvo a punto de llegar a las manos. ¢Cémo habria reaccionado Jim si hubiera enta- blado este «didlogo consigo mismo»? «Vale, es una lata que este tio me haya quitado el sitio en mis narices. Ha sido un grosero. Pero ima- ginate que también llega tarde y que tiene la misma prisa que yo por entrar en la oficina. Puede que na- die le haya ensefiado a ser educado, o puede que no me haya visto y que no supiera que iba a aparcar. Da igual, como dice Tony Soprano, “Qué se le va a ha- cer?”. jEn todos lados hay miles de personas male- ducadas e irreflexivas, y seguro que hoy me toca to- parme con dos o tres! jPero por eso no se acaba el mundo, supongo!» Marco Aurelio afiade el argumento de que esas personas irreflexivas tan groseras o tienen siquiera la capacidad de herirnos, precisamente porque no ven las cosas, ni nosotros tenemos por qué «odiar- las», Curiosamente, el impulsor de la Terapia Ra- cional Emotiva Conductual, el Dr. Albert Ellis, nos diria que el mero hecho de llamar a alguien «grose- ro irreflexivo» supone una reaccién excesiva. Y es cierto, hay gente que se comporta normalmente de manera irreflexiva o grosera, pero eso no basta para que la clasifiquemos con la etiqueta de «grosero» para los restos. Y si nos ponemos a pensar por qué las personas cargantes han llegado a ser como son e intentamos comprender qué idea tienen del bien y 28 1. Razén y emocién del mal, probablemente nos enojemos menos y dis- culpemos mds a la persona que tenemos delante. Puede que veamos, por ejemplo, que el tipo que se metié en el sitio de Jim quizé venga de una familia en la que a los nifios se les inducfa a ser siempre el Numero Uno, por encima de todo. Quizé parezca éste un modo un tanto sensiblero de reaccionar contra los sinvergiienzas o los imper- tinentes, pero la tesis de Ellis realmente expresa un principio profundamente ético y religioso: a saber, que las personas son algo mds que la suma de sus malas acciones. Todos albergamos una dignidad in- trinseca por el mero hecho de compartir la misma naturaleza y puede que quien se comporte hoy de manera ruda, majiana cambie. En la tradici6n judia, encontramos esta idea recogida en el Talmud: «No desprecies a ningin hombre, y no seas indiferente a nada. Porque no hay hombre que no tenga su hora, y no hay cosa que no tenga su lugar» (Pirkei Avot, 4: 3)*. El rabino Shlomo Toperoff afiade, «cuando desprecias a alguien, est4s despreciando a Dios... por ello, no desprecies a nadie globalmente, ni siquiera cuando descubras rasgos censurables en su caracter. Ten paciencia y asi quizd llegues a des- cubrir que posee virtudes admirables» (Tope- roff, 203). En la tradicién cristiana, encontramos 4. Traduccién espafiola de http://casahillel.com/casahilleV/index php? option=com_contentétask=viewécid=18éeltemid=41 (27.11.09) 29 Todo tiene dos asas también este sentimiento humanitario tan maravi- lloso en el capitulo de Tomas de Kempis, «Soportar los defectos ajenos»: «No hay nadie sin defecto, na- die sin carga, nadie para si es suficiente, nadie lo bastante sabio, sino que es necesario llevarnos unos a otros, consolarnos, ayudarnos igualmente, ins- truirnos y aconsejarnos»” (Consejos utiles para la vida espiritual). Sé que resulta muy dificil ser tan «comprensivo» cuando te acaban de quitar jel tnico sitio de apar- camiento que habia! Pero si empezamos a interpre- tar tales comportamientos de manera distinta hoy, nos sera mucho mas facil mantener la tranquilidad en el futuro. EI rabino Joseph Gelberman tiene fama reconocida como maestro de la Cabala, una de las principales colecciones de escritos de mistica judia. Y ademas es un psicoterapeuta que ofrece recomendaciones muy sensatas sobre las emociones: De todos los tiranos del mundo, nuestras actitudes se ponen a la cabeza de los mas crueles caudillos, la tira- nia de uno mismo sobre si mismo. La irritacién es una 5. La traduccién de los fragmentos del Kempis esté tomada de http:// www.multimedios.org/docs/d001289/p000001.htm#0-p0.1 (27.11.09), Ver- sién del original latino por Luis Otero Linares 30 1, Raz6n y emocién tirania que nos imponemos a nosotros mismos, sobre la mente y el corazén... Lo Gnico que consigue la céle- ra es arrebatarnos la libertad. Es mejor aceptar la ad- versidad que nos toque vivir, rechazar la irritacién y la derrota y dejar que esas emociones tan dafiinas des- aparezcan (2000, 54). El miedo no es sino un tirano que se envalentona al ver que le dan rienda suelta. Somos nosotros los que le abrimos la puerta y le dejamos entrar (49). * Si suprimieses tus suposiciones sobre lo que parece en- tristecerte, estarias anclado en la posicién més segura. Marco Aurelio, Meditaciones, VIII: 40 Linda llevaba meses deseando que llegara el dia dela boda de Jen, una intima amiga suya de la universi- dad, y estaba segura de que estaria entre las damas de honor. Pero cuando le llegé la invitacién, vio que era una invitacién corriente, en la que no le daban nin- gin trato especial. Linda se vino abajo. Empezé a re- pasar palabra por palabra todas las conversaciones que ella y Jen habian tenido durante el afio anterior y a revisar los correos que se habian mandado una a otra para ver si encontraba algo que pudiera darle una pista sobre lo ocurrido. Aunque no encontré nada particularmente relevante, Linda siguio ru- 31 Todo tiene dos asas miando la idea de que le habfan hecho un feo. Pensa- ba que Jen estaba enfadada con ella por algo, o que «Jen ya se habia cansado de tenerme como amiga». A ratos Linda se sentia molesta y se reconocia pensan- do: «¢Cémo es posible que Jen se atreva a hacerme esto a mi, después de todo lo que hemos pasado jun- tas?». Linda queria llamar a su amiga para que le die- ra alguna explicaci6n, pero se sentia demasiado doli- da y le daba vergiienza. Con el paso de los dias Linda se iba encontrando cada vez més abatida. Hasta que dos semanas antes de la boda, Linda recibié una lla- mada de Jen para disculparse por «el lio que habia tenido con las invitaciones». Jen le explicé a Linda que le habia legado una tarjeta equivocada y que, desde luego, contaba con ella como dama de honor. Este retrato da muestra de cémo nuestra opinién o interpretacién de las cosas forjan nuestros sentimien- tos, y sirve ademas de cuento con moraleja: si inter- pretamos las cosas especulando sobre bases infunda- das, lo pagamos. Linda se podria haber ahorrado semanas de sufrimiento interior, evitando interpreta- ciones 0 contemplando posibles alternativas; por ejemplo: «Puede que la invitaci6n original se perdie- ra... 0 puede que Jen mezclara las tarjetas. Y ademés, supo6n que Jen no quisiera que yo fuera dama de ho- nor. ¢Pasa algo? A lo mejor tenia primas 0 parientes cercanas que se sentirian realmente heridas si no les invitara a ser damas de honor. Desde luego no tiene por qué ser que ya no me valore como amiga». 32 1. Razén y emoci6n En el Antiguo Testamento ya se nos advierte: «con justicia juzgards a tu prdjimo» (Levitico, 19: 15). Y en el Talmud, se nos dice: «Sed circunspectos en el jui- cio» (Pirkei Avot, 1: 1); y «juzga a toda persona para bien» (Pirkei Avot, 1: 6), En la tradicién cristiana, Tomas de Kempis nos sugiere: «Al juzgar a los de- més, uno trabaja inutilmente... se equivoca muchas veces... Como recibimos las cosas segiin nuestros sentimientos, de acuerdo con eso frecuentemente las juzgamos; por causa del amor propio facilmente per- demos su verdadero sentido» (Capitulo XIV: «Evi- tar los juicios temerarios»). Los estoicos van mas all4 en su anilisis de las opiniones, sobre todo cuando juzgamos a otros. Marco Aurelio se pregunta: «¢Co- mete otro una falta contra mi? El vera». (Meditacio- nes, V: 25); y afiade: «las perturbaciones nacen sdlo de la opinién interior» (Meditaciones, IV: 3). El rabino Zelig Pliskin nos descubre que hay un grupo en Israel que se retine periddicamente para intentar buscar «excusas» que expliquen los desai- res sufridos por algan miembro del mismo. Tomo un ejemplo del rabino Joseph Telushkin (2006: 35), tal como lo cita él mismo: Esperabas que alguien te invitara a cenar a su casa, pero no lo hizo: a) A lo mejor se ha puesto enfermo alguien de su familia. b) Alo mejor estaba pensando irse de viaje. 33 Todo tiene dos asas c) Alo mejor no tenia comida en casa para pre- parar la cena. En resumen, la felicidad viene en gran medida (aun- que no del todo) en funcién del modo en que juz- guemos las cosas, de la generosidad, la tranquilidad y la precisi6n con que lo hagamos, y no en funcién de las cosas en si. Y cuando nos sentimos «heridos» por algo o por algiin acontecimiento, tenemos que reflexionar para ver qué opinién nos hemos forma- do de estas circunstancias externas. Hay una historia que se cuenta de Epicteto, el pen- sador que de joven fue convertido en esclavo. Una vez que su amo le retorcié la pierna de manera tor- turante, Epicteto observ6 con tranquilidad: «Me va a romper la pierna». Y cuando de hecho se la rom- pid, afiadié con similar serenidad: «¢No se lo dije?» (Bonforte, vii). Sin embargo, también es cierto que el rabino Jo- seph Telushkin establece una excepcién por lo que se refiere a la idea defendida por el estoicismo clasi- co de que la irritacién nunca resulta apropiada. Te- lushkin sefiala: El argumento que defienden Filén y Séneca me resulta llamativamente excesivo. Por ejemplo, los que se enfu- 34 1. Raz6n y emocién recieron contra Hitler, como Winston Churchill, esta- ban mas dispuestos a combatirlo y a terminar con él que otros que no se sintieron particularmente irrita- dos... ¥ siguiendo su argumento, ¢quién iba a querer vivir en una ciudad en la que los agentes de policia no se sintieran indignados frente a los asesinos, violadores o pederastas a los que tenian que detener? Como dejé dicho el rabino Abraham Joshua Heschel: «Si suprimi- mos del todo la irritacién ante los estallidos de maldad, estaremos rindiéndonos y capitulando ante lo perver- so... La ausencia absoluta de indignacion atrofia la sen- sibilidad moral». Telushkin, 2006 Los rabinos Telushkin y Heschel aportan observa- ciones impecables. Si nos enfrentamos a una atroci- dad, mas que suprimir del todo nuestra irritacion, lo que tenemos que hacer es permitirnos el grado de irritacién suficiente para conseguir el objetivo. Re- sulta probablemente mis inteligente. Pero ¢cuél es el objetivo? ;Derrotar el mal, no sufrir una apople- jia! Y lo que también esta claro es que dejandonos sobrepasar por la ira, también contribuimos a que se atrofie la sensibilidad moral. Toda cosa tiene dos asas, una que sirve para Ilevarla y otra que no, Si tu hermano comete faltas, no lo agarres 35 ‘Todo tiene dos asas de la primera, del hecho que cometa faltas (pues este —sic— asa es la que no sitve para llevarlo); agarralo me- jor de la segunda, del hecho de que es tu hermano, porque ha sido criado contigo: asi lo tomards por la que sirve para llevarlo. Epicteto, 86 Eva era una profesora de danza de 45 afios, que Ilevaba 20 afios casada con George, informatico de profesién. Aunque Eva cuando describia a George decia que era «un tio muy decente», lo cierto es que le resultaba muy dificil hablar con él. «Intenta escuchar, pero es como si no le importara nada. Alli no bay nada»°, explicaba Eva con pesar. Geor- ge tampoco la habia apoyado demasiado cuando intentaba montar su propio estudio de danza, algo que consideraba «poco practico» y «autocompla- ciente» y la presionaba para que buscara un traba- jo que le reportara un «salario seguro». Eva y George habian ido a un reconocido asesor matri- monial y durante unos afios las cosas parecian ir mejor, segtin Eva. Pero desde hacia poco George estaba empezando a sentir que el matrimonio para 6. Una de las citas mas conocidas de Gertrude Stein, Everybody's Autobio- graphy (1937, reimpreso en 1971, p. 289): «What was the use of my having come from Oakland it was not natural to have come from there yes write about it if I like or anything if I like but not there, there is no there there». (N. de la T) 36 1. Razén y emocién él «ya no funcionaba». Y por eso le habia dicho a Eva, de manera suave pero inequivoca, que queria el divorcio. Los dos acordaron separarse de mutuo acuerdo y Eva se alquilé un piso en una ciudad cercana. Las primeras semanas parecia arreglarse bien, pero pasado un tiempo Eva empezo a sentir- se «vieja, fea» y a pensar «que nadie la queria». Le dio por preguntarse: «¢cémo es posible que Geor- ge me haya largado asf, como si nada? ¢Qué tengo yo de malo? ¢Era demasiado boba? ¢Era tan poco atractiva? ¢Cémo ha podido hacerme esto?». Eva empez6 a comer compulsivamente, dormia entre diez y doce horas al dia y dejé de arreglarse. Deci- dié acudir a un psicoterapeuta para ver si conse- guia superar la depresién y el desprecio que sentia de sf misma. En términos de Epicteto, podrfamos decir que Eva habia agarrado su ruptura matrimonial por «el asa equivocada». Indudablemente a nadie le resulta dificil comprender que semejante vacio provocaria una enorme /risteza tanto en George como en Eva. Pero Eva terminé viviendo la ruptura como algo que afectaba a su propia dignidad y a su atractivo, mas que como desgraciado final de un trayecto ini- ciado con metas y temperamentos divergentes. ¢Cual habria sido «la otra asa», en este caso? Eva podria haberse hecho la siguiente reflexion: «Bien, me da pena que nuestro matrimonio se rompa, no tengo por qué negarlo. Pero parece que no estaba- 37 Todo tiene dos asas mos hechos para vivir juntos. George es un buen tio, pero no parece capaz de comprender mis nece- sidades emocionales, ni tampoco me apoya de- masiado en lo que a mi mds me importa. Por duro que resulte esto del divorcio, a lo mejor no hay mal que por bien no venga. Puede que encuentre la oportunidad de vivir la «danza» como siempre he querido, abrir mi propio estudio, ponerme por mi cuenta. ¢Quién sabe? A lo mejor hay alguien por ahi esperandome, jun auténtico compafiero senti- mental! Pero si no, aunque tenga que estar sola, vale, sé que podré». Nadie pretende que sea facil tomar las cosas por «el asa correcta» cuando la vida nos depara una desgracia. Pero lo cierto es que la maxima de Epic- teto funciona como piedra de toque no sélo en el estoicismo, sino en otras muchas tradiciones espiri- tuales. Por ejemplo en el judaismo jasidico encon- tramos la misma tecomendacién en las lecciones de Baal Shem Tov (1700-1760), fundador de esta co- rriente: «Ante [toda persona] hay siempre un com- ponente de bien y un componente de mal... el indi- viduo tiene que aislar el componente malo y rechazarlo, al tiempo que aisla y refuerza el elemen- to bueno» (Besserman, 142). Esto también es coger las cosas por «el asa adecuada». * 38 1. Raz6n y emocién Budismo y estoicismo Hay mucha afinidad entre ciertas creencias estoi- cas y las budistas, aunque el budismo es tan diver- so que resulta dificil generalizar. En cualquier caso, el siguiente fragmento escrito por un teélo- go de esta religién ilustra bien algunas de las simi- litudes: La sabiduria budista se centra en tres cualidades fun- damentales que estan presentes en todas las cosas... La primera es la adversidad o el suftimiento; la se- gunda, la falta de permanencia. Nadie es inmune a la tristeza o la desilusién. Nadie tiene la llave del éxito ni de la auténtica alegria. Y todo tiene un fin. Todo. La tercera cualidad... es la idea de que no existe un niicleo indestructible, permanente, un «alma» que resida en el interior de ningiin ser... [EI] Buda no pre- tendia despojar a la vida de su significado. Lo que buscaba era que la gente cambiara de idea a la hora de ver qué es lo mas importante. Piensa bien qué es lo que te motiva... Indaga profundamente en las razo- nes que te han movido y vers que lo que buscas no te lo va a dar ni ese objeto, ni esa persona... Es un error tratar al mundo que te rodea como si existiera por ti. Renard, 2004: 318 39 Todo tiene dos asas Ensefianzas del Buda Amigos, no conozco nada que provoque més sufri- miento que un coraz6n descontrolado, indisciplinado, desatendido e irrefrenable. Este corazén hace sufrir. Amigos, no conozco nada que produzca més alegria que un corazén controlado, disciplinado, atendido y refrenable. Este coraz6n provoca dicha. Anguttara Nikaya, traducido al inglés por G. Fronsdal; en Kornfield 1993: 86 El que injuria... no te ultraja, sino el juicio que haces sobre ellos, de que te estan ultrajando. Cuando te irrite alguien, ten la certeza de que quien te ha irritado ha sido tu opinién. Por tanto, procura sobre todo no de- jarte llevar por el prejuicio; pues una vez que logres tiempo y demora, més facilmente tendras dominio de ti mismo. Epicteto, Manual, XX Burt, un hombre de 50 afios, supervisor de una li- nea de ensamblaje en una empresa automovilis- tica, confiaba en la «justicia expeditiva». Y lo ex- plicaba asf: «Si alguno de los que esta en mi equipo de trabajo me crea problemas, o empieza a despotri- 40 1, Razén y emocin car contra mi, me enfrento a él sin perder un minu- to. Lo corto de raiz y andando». Pero esta actitud le habia metido en lios en mas de una ocasién. Por ejemplo, una vez uno de los empleados a los que supervisaba Burt estaba comentando algo con un compaiiero y dio la casualidad que Burt lo oyé. Lo que se dijo fue: «jTen cuidado, porque Burt te aprieta las teclas si das la vara!». Pero Burt creia que lo que el empleado habia dicho era: «jBurt siempre te aprieta las teclas, para que no des la vara!». Como consecuencia, Burt termin6 intimi- dando al empleado y montando, segin el propio Burt, «un numerito desagradable. Me eché sobre él como una pantera y no le golpeé de milagro. Hasta que se acercaron unos cuantos de mis empleados y me dijeron lo que el tipo ese habia dicho realmen- te, que no era para tanto. Quiero decir, estoy muy orgulloso de apretar las clavijas a la gente que da la vara, pero lo hago honestamente. Al final terminé metiéndome en lios con mi jefe por haber perdido el control», Ya hemos comentado la frase de Marco Aurelio en la que afirma que «las cosas no afectan al alma, sino que permanecen fuera, inmoviles, y las perturbacio- nes nacen sdlo de la opini6n interior...». Epicteto, que pertenece a una generacién anterior a la de Marco Aurelio, propone dos cosas que presagian e incluso superan la maxima de aquél. Primero, ad- vierte que solemos sentirnos «obnubilados por las 41 Todo tiene dos asas apariencias». La idea de que las cosas no siempre son como parecen se remonta al menos hasta la filo- sofia platénica (427-347 a. C.) con su famoso «mito de la Caverna». Para transmitir la percepcidn tan imperfecta que tenemos de la realidad, Platén evocd la imagen de un grupo de personas que, encerradas en una caverna, sdlo podian saber lo que pasaba en el mundo por los movimientos de las sombras que se reflejaban en las paredes de la cueva. De manera muy similar, en el hinduismo, encontramos el con- cepto de maya, que a veces se ha definido como «la teoria de la ilusién césmica» (Hume, 38). Basica- mente lo que esta idea nos dice es que nuestros sen- tidos y nuestras impresiones suelen confundirnos, o al menos que se quedan tinicamente en los aspectos superficiales de la realidad. Epicteto nos insta a mi- rar més all4 de las primeras impresiones, y a ahon- dar en ellas, ya procedan de una conversacién oida por casualidad o de la idea rapida que nos hemos forjado de alguien a quien acabamos de conocer. La segunda gran leccién que recibimos de Epicte- to es que «... si consigues sacar tiempo pata pensar una vez, conseguirds controlarte més facilmente a ti mismo». Si sacamos conclusiones baséndonos en unas pruebas demasiado fragiles, como le pasd a Burt, lo mas normal es que nos descontrolemos. Cuando nos sintamos irritados, tenemos que respi- rat hondo, estudiar las pruebas que tengamos y ana- lizar seriamente lo que esté pasando. También en el 42 1, Razén y emoci6n Talmud se nos dice: «Sed circunspectos en el jui- cio...» (Pirkei Avot, 1: 1). Y sobre este punto el rabi- no Shlomo Toperoff advierte: «un juicio superficial puede acarrear un dafio incalculable» (Toperoff, 21). * Cémo manejar la célera Séneca se pregunta: «¢De qué sirve... guiar el caba- Ilo y moderar con el freno su carrera y, en cambio, verse arrastrado por las pasiones mas desenfrena- das? ¢De qué sirve superar a muchos en la lucha yo el pugilato para verse luego dominado por la ira?» (Epistolas morales a Lucilio, LXXXVII, 19)’. Los rabinos decian que hay tres maneras de medir el cardcter de un individuo: por lo generoso que es; por lo que bebe; y por la manera que tiene de mani- festar el enfado. En los Proverbios se nos indica: «La blanda respuesta quita la ira» (15: 1). Y el rabi- no Lori Forman afiade: «La préxima vez que te veas asaltado por la célera, mira a ver si puedes respon- der con una palabra suave o amable, para evitar que vaya a mas» (Olitzky & Forman, 26). Y si tienes que enfadarte, aprende cuando y cé6mo manifestar la ira. Como Nachman de Bratislava ob- serv6: «He llegado a dominar mi hostilidad ponién- dola a un lado, por si algan dia la necesito». 7. Para la traduccién de las Epistolas morales de Séneca he utilizado la versién de Ismael Roca Melia (Madrid, Gredos, 1989, 2 vols.), con ligeras adaptaciones. (N. de la T) 43 Todo tiene dos asas ¢Quién es poderoso? El libro de los Proverbios nos dice: «Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se ensefiorea de su espiritu, que el que toma una ciudad»*. El ra- bino Joseph Telushkin recoge una parabola relati- vamente moderna para ilustrar esto. Nos descubre que John Jay (1743-1829), el primer presidente del Tribunal Supremo estadounidense, perdié la carre- ta a gobernador de Nueva York en 1792. Tras su derrota le envié la siguiente nota a su mujer: «pasa- dos unos afios todos seremos polvo y para entonces me ser4 mas importante haber sabido gobernarme a mi mismo que haber gobernado el estado» (Telush- kin. 2006: 54). 8. Traduccién espajiola en-http://www.google.es/search?q=proverbios+1 68chl=es&sourceid=gd&rlz=1 D2SNYK_esES355ES355 44 2. Mortalidad y sentido de la vida Como si ya te fuese posible marcharte de la vida, ast es preciso que lo hagas, digas y pienses cada cosa. Marco Aurelio, Meditaciones, II: 11 [Tanto el que vive muchisimo tiem- po como el que ha de morir rapida- mente, sufren la misma pérdida. Marco Aurelio, Meditaciones, II: 15 La cultura en que estamos inmetsos no sabe muy bien cémo tratar el tema de la muerte. Rara vez de- cimos que un ser muy querido ha «muerto»; prefe- rimos referirnos a que «se ha ido» o que «nos ha dejado». El escritor Ernest Becker comentaba en alguna ocasién como ha calado en nuestras vidas «la negacién de la muerte». Y lo cierto.es que mientras no admitamos lo inexorable de la muer- te, no seremos capaces de hacernos con las riendas de nuestra propia vida. Ni podremos tampoco 45 Todo tiene dos asas sentir el patetismo y la dignidad que compartimos como seres humanos. Creo que esta idea estaba implicita en el discurso que pronuncié el presi- dente John F. Kennedy en la Universidad Ame- ricana, en junio de 1963, cuando hablaba de «los vinculos mas basicos que a todos nos unen... Todos sofiamos con el futuro de nuestros hijos. Y to- dos tenemos que morit». En Cimbelino (1V.ID), Shakespeare lo expresa asi’: Mozos y mozas guarnecidas de oro Deben, como los deshollinadores, dirigirse al polvo. EI rey, el sabio, el médico, todos Deben seguir tu suerte y dirigirse al polvo. Y los estoicos reconocian que tener profunda con- ciencia de la muerte nos permite dar sentido a nues- tras vidas. Puede que la idea de vivir como «si fuéramos a partir mafiana» nos resulte un tanto chocante y patoldgico. Pero recordemos que Marco Aurelio jera emperador! y no tenia tiempo de sen- tarse tranquilamente a meditar sobre la muerte. Por eso, sabiendo que podia morir en cualquier mo- mento, quiso vivir la vida al maximo. Lo cual no quiere decir «comer, beber y divertirse», sino vivir una vida integra y provechosa. 1. Traduccién espafiola de Luis Astrana Marin, Comedias oscuras. Ma- drid, Espasa Calpe, 2000. 46 2. Mortalidad y sentido de la vida Y pese a que siempre nos resulta «cruel» ver cémo se trunca la vida de una persona joven con todo el futuro por delante, los estoicos nos recuer- dan que -en el 4mbito mas amplio de lo eterno— apenas hay diferencia entre quien «vive muchisimo tiempo» y «el que ha de morir rapidamente». Algo muy dificil de aceptar para la mayoria de nosotros, puesto que estamos acostumbrados a pensar en términos de /ongevidad, mas que en la profundidad y la calidad de la vida. Desde luego, esta claro que dentro de cien afios o de mil, dara igual que ha- yamos vivido 35 0 95 afios. Y por el contrario, las cosas si seran distintas si en la vida nos hemos en- tregado a las buenas acciones, a descubrir un trata- miento contra el céncer o a escribir un libro de poemas que sirva de ayuda a las generaciones veni- deras. Marco Aurelio nos transmite una verdad muy cruda, que realmente pocos interiorizarén. Dice que el individuo de «buen raciocinio» sabe que la muerte es «uno de los entes que la naturaleza quie- re. Pues igual que ser joven y envejecer, crecer y lle- gar a la plenitud, echar dientes, barba y canas, fe- cundar, gestar el parto y parir y otros procesos naturales, que las etapas de la vida traen, tal es tam- bién desintegrarse» (Meditaciones, IX: 3). O como, muchos siglos después, dijo el gran ensayista fran- cés Montaigne: «Quiero... que me halle la muerte plantando coles, mas indiferente a ella y atin mds a 47 Todo tiene dos asas mi imperfecto jardin» (Ensayos, I: 20, «De cémo fi- losofar es aprender a morir»)’. La vida no queda incompleta, cuando es honesta. En el punto en que uno termina, si termina bien, queda consumada. Séneca, Epéstolas morales a Lucilio, L XXVIL 4 En 2005 la temprana muerte del periodista Peter Jennings generé miltiples reflexiones entre sus co- legas acerca de la mortalidad, la longevidad y la idea de haber tenido una «vida plena». La redaccién del espacio de noticias Nightline, lo expresaba asi: «Hoy es un dia triste para quienes estamos en todas las salas de la cadena americana ABC, pero también debemos celebrar que se ha cerrado una vida rica y plenamente fecunda». No desprecies la muerte, sino dale tu aquiescencia por ser ella también uno de los entes que la naturaleza quiere. Pues igual que... fecundar, gestar el parto y pa- 2. Traduccién de los textos de Montaigne tomada de Ensayos completos, version de Almudena Montojo, Madrid, Catedra, 2003. 48 2. Mortalidad y sentido de la vida tir y otros procesos naturales, que las etapas de la vida traen, tal es también desintegrarse. Marco Aurelio, Meditaciones, IX: 2 Fuera del Universo no cae lo que muere. Si permanece aqui, también cambia aqui y se disuelve en los elemen- tos del mundo. También ellos cambian y no murmuran. Marco Aurelio, Meditaciones, VIII: 18 Quizé lo que menos convincente resulta de la filoso- fia estoica es precisamente el tratamiento que conce- de a temas relacionados con la muerte, el morir y el dolor. Por ejemplo, Marco Aurelio considera que el dolor es «un signo de debilidad>, jlo cual esta cla- to que no es! Pero si los utilizamos adecuadamente hay elementos del estoicismo que pueden consolar- nos para afrontar nuestra naturaleza mortal, e inclu- so la pérdida de los mas queridos. Esto lo refleja muy bien un caso que describe el Dr. Lou Marinoff en su libro Therapy for the Sane (2003). En él recoge la experiencia de una joven que ha perdido a su ma- rido en el ataque a las Torres Gemelas del 11 de sep- tiembre de 2001. «Michaela —-escribe Marinoff- no encontraba consuelo. Al afio todavia no habia quita- do del armario los trajes y la ropa de Ron, seguia manteniendo todos sus objetos personales en el es- tudio, tal y como su marido los dejé, y no habia cam- 49 Todo tiene dos asas biado las fundas de almohada de la cama, que toda- via olian a él. Todas las noches se acostaba llorando y se abrazaba a la almohada como si fuera Ron.» Es evidente que ante una situacién tan tragica los consejos simplones no sirven: «jSal de ahi!», o «jPonte las pilas!». Lo mas probable es que comen- tarios de este tipo sélo consigan agudizar el dolor de los que estan sufriendo el duelo de la ausencia, quiz4 hasta limites poco saludables, como en este caso. Hay personas que caen en una depresién importante tras la pérdida de un ser querido y algunas hasta re- quieren tratamiento con psicoterapia o con antide- presivos, si el episodio es muy agudo. Pero lo nor- mal es que la gente sdélo necesite que le ayuden a superar la pardlisis en que les ha sumido el dolor, y en este sentido, la filosofia estoica, si se aplica de ma- nera adecuada, puede resultar util. Marinoff nos describe cémo funcioné en el caso de Michaela: Lo primero y lo mas importante, la clave para lograr que Michaela se recuperara, es que no guardaba odio a los terroristas que asesinaron a su marido, ni tampo- co odiaba a Dios por habérselo arrebatado. Descarta- do el odio, uno de los peores venenos, resultaba mu- cho més facil mejorar el terrible estado de 4nimo en que se encontraba. Mientras que el odio nos ciega, la tristeza puede abrirnos los ojos... En segundo lugar, en cuanto empezé a afrontar su tristeza y a asumirla me- 50 2, Mortalidad y sentido de la vida ditando y reflexionando calmadamente sobre el sufri- miento que pueden provocarnos los apegos y los afectos, Michaela empezo a comprender y a aceptat que Ron se habia ido para bien. Dormir con su espectro (la almo- hada que olia a él), intentar quererlo... no servia mas que para torturarse a si misma y para prolongar su amargura. Michaela tendria que intentar ver, en su lu- gar, que la vida de Ron habia sido maravillosa, que ella habia tenido la suerte de compartir con él unos afios estupendos... Y cuando consiguiera dejarlo ir, recorda- ria el amor que se tuvieron unas veces con alegria y otras con tristeza, pero sin atormentarse. 135-136 (Enfasis de este autor). La idea de que hay afectos que provocan dolor se encuentra recogida en el estoicismo y en el budismo, y tiene resonancias en la tradicién hindd y en la judia (cf. Pies, 2000). El budismo, concretamente, nos re- cuerda que la infelicidad de la existencia humana tiene dos raices distintas: esta la dukba, la infelicidad que sobreviene inevitablemente a partir del sufri- miento humano, de la fragilidad, la enfermedad, la pérdida de los seres queridos y, por supuesto, de la muerte. Y la tanha, que se traduce como «exigen- cia ciega». E. A. Burtt describe este concepto como ese componente de Ja naturaleza humana «que nos induce a pedir del universo... mas de lo que éste sabe o incluso puede darnos» (Burtt, 1982: 28). Por 51 Todo tiene dos asas ejemplo, pedir a Dios 0 al Destino o al Universo que nunca nos arrebate a nuestros seres mas queridos seria una forma de tanha. Desde luego no es facil se- pararnos de estos afectos, pero cuando lo consegui- mos, empezamos normalmente a ver cémo va dilu- yéndose poco a poco el regusto amargo del dolor. En este sentido, haremos bien en traer a colacién las palabras de Shakespeare: «Todo cuanto vive debe morir, cruzando por la vida hacia la eterni- dad» (Hamlet, Li: 72). Y finalmente, encontramos un sentimiento muy similar expresado en el Tal- mud: «La muerte es el puerto de la vida, y la vejez el barco que entra en el fondeadero» (Lankevich, 47). * Cicerén (106 a. C. - 43 a. C.) sobre la vejez La carrera de la edad es certera y el camino de la natu- raleza, uno solo y, ademas, sencillo: a cada fase de la vida se le da su propia oportunidad, y asf la debilidad de los nifios, la arrogancia de los jovenes, la seriedad de la edad adulta y la madurez de la vejez tienen algo de natural, que debe tomarse a su debido tiempo. [Pero]... hay que resistir a la vejez.., y compensar con diligencia sus problemas: hay que pelear contra la ve- jez como contra la enfermedad. Hay que cuidar la sa- lud, hay que hacer ejercicio moderado, hay que comer 52 2. Mortalidad y sentido de la vida y beber para reponer fuerzas, no para aplastarlas. Y no sélo hay que ayudar al cuerpo, sino mucho més a la mente y al animo, pues éstos también se extinguen en la vejez, como la lampara, si no se impregna de aceite... [Los cuerpos se hacen mas pesados con el cansancio del ejercicio]; las mentes, al revés, se aligeran haciéndolo. En efecto, cuando Cecilio habla de «esttpidos viejos de comedia», se refiere a los crédulos, los desmemoriados, los negligentes; estos defectos no son de la vejez, sino de una vejez somnolienta, perezosa e indolente... Sdlo asi es honesta la vejez, defendiéndose ella misma, retenien- do su derecho y no sometiéndose a nadie, manteniendo hasta el ultimo suspiro el poder sobre los suyos. Cicerén, Sobre la vejez, X: 33-38° Las grandes hazafias no se llevan a cabo con las fuerzas, la velocidad 0 la agilidad de los cuerpos, sino con el con- sejo, el prestigio y el juicio: de todo esto, la vejez no sélo no est huérfana, sino que suele estar incluso sobrada. Cicerén, Sobre la vejez, VI: 17 Meditacién sobre la vida Michel de Montaigne (1533-1592), posiblemente el mejor ensayista sobre temas intimos desde San Agus- tin, reconocia verse hondamente influido por los es- 3. Traduccién de Esperanza Torrego. Madrid, Alianza, 2009 53 Todo tiene dos asas. toicos, particularmente por Séneca (4-65 d. C.), gran filésofo y dramaturgo. Y sin embargo, el propio Montaigne recelaba un tanto de la importancia que algunos textos conceden a los «preparativos de la muerte». Montaigne observa lo siguiente: Nos ordena la filosofia tener siempre la muerte presen- te, preverla y considerarla antes de que Ilegue... Si no hemos sabido vivir, es injusto ensefiarnos a morir... Ja- mas vi a campesino alguno de mis vecinos meditar con qué serenidad y seguridad pasaria ese ultimo momento. La naturaleza le ensefia a no pensar en Ja muerte sino cuando se muere. Y entonces, le va mejor que a Arist6- teles, Ensayos, Il: 12, «De la Fisonomia» Otro de los grandes filésofos profundamente influi- do por los estoicos, Baruch Spinoza (1623-1677), lo expresaba de este modo: «El hombre libre, en nin- guna cosa piensa menos que en la muerte y su sabi- duria no es meditacién de la muerte, sino de la vida». O, como en mi casa dirfan, cuando brinda- mos: «L’jaim» («jPor la vida!»). 54 3. Moralidad y el respeto hacia uno mismo No estimes jamds por conveniente para ti lo que alguna vex te obligard a traicionar la leal- tad, a abandonar el pudor, a odiar a alguien, a sospechar, a maldecir, ser hipécrita... Marco Aurelio, Meditaciones, TI: 7 Porque ya sea que sélo lo honesto es bueno, como piensan los estoicos; 0 que lo honesto es el sumo bien... es cierto que la utilidad nunca puede estar en conflicto con la hones- tidad... Porque el sumo bien, segtin los estoi- cos, que no es otra cosa que el vivir conforme a la naturaleza, significa esto: estar siempre de acuerdo con la virtud, y las demds cosas que son conformes a la naturaleza escogerlas en cuanto no se oponen a la virtud. Cicerén, Sobre los deberes, TI: 11-13" En la pelicula Algo mds que un jefe («In Good Com- pany»), el protagonista, Dan Foreman (representa- do por Dennis Quaid), decide no vender su alma al 1. Traduccién de José Guillén, Madrid, Alianza, 1989 (2001). 55 ‘Todo tiene dos asas diablo y renunciar al poder y a sus propias aspira- ciones empresariales, En el polo opuesto, su jefe, un chico mucho més joven, parece haberse sumado en principio a la filosofia despiadadamente competiti- va que suele darse en el mundo de los grandes nego- cios. Aunque al final comprobamos que el joven ha hecho suyas algunas de las ensefianzas vitales que ha aprendido de su mas maduro compaiiero. Cicerén (106-43 a. C.), nuestro conocido politico y escritor romano, habria entendido perfectamente a Dan Foreman. Cicer6n observa que la verdadera utilidad nunca puede entrar en conflicto con la ho- nestidad. Pues aunque parezca que nos hemos im- puesto sobre el rival metiéndole un rején o hacién- dole firmar un acuerdo un tanto turbio, estamos perdiendo una batalla mucho més importante, la del alma. Mas claramente estamos enfrentandonos a la propia Naturaleza, si por «Naturaleza» enten- demos el sistema completo de valores humanos y le- yes morales universales. Puede que este concepto de Naturaleza y de ley natural nos suene algo raro a quienes vivimos en la era del relativismo cultural, donde todo valor moral queda reducido al particular interés, ya sea «histéri- co» o de «calendario», de determinado grupo so- cial. Y, sin embargo, cuando en la Declaracién de Independencia Thomas Jefferson deca: «Sostene- mos como evidentes por si mismas dichas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son 56 3. Moralidad y el respeto hacia uno mismo dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables»?, se estaba refiriendo precisamente a este concepto de ley natural. De modo similar, el gran filésofo americano Ralph Waldo Emerson re- producia en buena medida el pensamiento cicero- niano cuando recordaba: «... en el alma del hombre hay una justicia cuya retribucién es instantanea y completa. El que hace una buena accién queda ins- tanténeamente ennoblecido. El que actiia mal que- da reducido en virtud de la propia accién... Si el hombre disimula 0 engafia, se esté engafiando a si mismo y pierde la relaci6n con su propio yo». * De qué le servird al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? Mateo, 16: 26° A la luz de este famoso pasaje del Nuevo Testa- mento, alguien relacionado con el Atma Jyoti As- 2. http://es.wikipedia.org/wiki/Declaraci%C3%B3n_de_Independen- cia_de_los_Estados_Unidos#Texto_de_la_Declaraci.C3.B3n 3. Traduccién tomada de la Biblia de Jerusalén, en hitp://es.catholic.net/ biblioteca/libro.phtml?consecutivo=295 &capitulo=4162. (N. de la T.) La palabra griega significa alma, vida o uno mismo. La expresién pierde su alma en el v. 26 equivale a arruina su vida (o se pierde a si mismo, como en efecto lo expresa Lc 9: 25), Tomado de http://www biblegateway.com/pas sage/?search=Matco+16é&version=RVR1995#es-RVR1995- 23701 (diciembre 2009) 57 Todo tiene dos asas hram, una institucién de espiritualidad hindi, es- cribia: «... me he pasado la vida viendo cémo la gente gana un pequefio fragmento de mundo y pier- de su alma. Y al final pierden también el mundo, bien por los caprichos de la fortuna terrenal, bien por la inexorabilidad de la muerte (en inglés, toma- do de http://www.atmajyoti.org/up_isha_upanis- had_2.asp). Yo hago lo que es mi deber. Lo dems no me atrae. Marco Aurelio, Meditaciones, VI: 22 Sarah mantenia una relacién complicada con su madre. Pese a los esfuerzos que habia hecho duran- te afios, la madre nunca le perdoné que se «hubiera ido de casa tan joven y que no hubiera organizado su vida junto a un hombre decente». En realidad Sarah se fue de casa para entrar en la universidad, pero su madre habria preferido que se quedara en casa y le ayudara a llevar el negocio familiar que te- nian en una ciudad de provincias, ahora que se habia muerto el marido. Su madre también habia comentado que lo que Sarah «debia hacer era esta- blecerse, casarse y formar una familia por alli cer- ca». Sarah tenia otros planes; entré en la universi- dad y se licencié en Administracién de Empresas. 58 3. Moralidad y el respeto hacia uno mismo Al terminar, Sarah se organiz6 para pasar seis meses en casa y ayudar a su madre a resolver unos asuntos fiscales que afectaban a la tienda de ropa. También la acompaiié a diversos médicos, le arreglé algunas cosas de la casa que se habian estropeado y le solu- cioné otras cuestiones relativas a su economia per- sonal. Y a pesar de todo, la madre de Sara se mos- traba distante y «quejumbrosa». No iba a permitir que Sarah se le escapara ahora, después de «haber- me abandonado de semejante forma, cuando te lar- gaste hace unos afios». Sarah, sin duda, era una persona con enorme sentido de la responsabilidad y de la obligacion. Y si en su dia no acaté los deseos de su madre, era porque queria seguir su propio rumbo. Y ahora es- taba haciendo todo lo posible por su madre. En re- sumen, Satah «habia hecho lo que debia». Lamen- tablemente, aunque muchos cumplamos nuestras responsabilidades, puede que nos quedemos cor- tos frente a lo que otros esperan o desean de noso- tros. Y a veces, por mas que ayudemos a nuestros seres queridos, no podremos evitar que caigan en- fermos, que tengan problemas econdémicos o que se metan en lfos legales. Marco Aurelio nos indica que si hemos hecho lo que debiamos, eso es todo lo que buenamente debemos esperar. Y Epicteto se pronuncia en términos similares: «Si cumples con tu deber, ya tienes lo que te corresponde». Y équé quiere decir con esto? Creo que Epicteto nos 59 Todo tiene dos asas esta exponiendo que e/ unico bien que podemos reivindicar es el de nuestra propia integridad moral. En la vida, todo lo demas o bien corresponde a otros o bien escapa a lo que nosotros podamos hacer. 60 4. El control de la adversidad Consecuentemente, el sabio no debe- ria alarmarse cuando se enfrenta con Ia fortuna, de la misma manera que el esforzado soldado no se alarma cuando suena el grito de combate. Boecio, La Consolacién de la Filo- sofia, TV: 6 Como Boecio también dijo, «La tnica alegria ver- dadera surge del control que de uno mismo tenga- mos ante la adversidad» (La consolacién de la Filo- sofia. Titulo resumen del libro II, 4). Y de manera mucho mis jocosa algtin bromista recogié esta mis- ma idea: «Si la vida no te da mas que limones, pro- cura encontrar una botella de tequila y sal». En fin, yo no es que recomiende esta forma de ver las cosas, pero a veces reirse sirve para poner las cosas en perspectiva, aunque los estoicos no destacaran des- de luego por su sentido del humor. * 1. Traduccién de Pedro Rodriguez Santidrian. Madrid, Alianza, 2004. 61 Todo tiene dos asas Maiménides (1135-1204) sobre la auto- disciplina Cuanta més virtud adquiera el hombre, menos afecta- do se sentird por estas dos cuestiones: lo bueno y lo malo. De forma que aunque le sobrevenga uno de los grandes bienes del mundo... no se excitard por ello, no lo magnificara. Cuando le Hegue un gran perjuicio y una de las grandes adversidades de la vida... no le con- fundiré ni le perjudicara, sino que sabr soportarlas con entereza. Regimen sanitatis? El famoso filésofo, tedlogo y médico medieval, tam- bién conocido por el acrénimo Rambam, experi- menté la buena y la mala fortuna en muchas ocasio- nes. Dicen que la muerte de su hermano pequeiio, David, en el mar, dejé a Maiménides sumido en un desconsuelo de afios. Y sin embargo, parece que sus ideas sobre la disciplina emocional le sirvie- ron de mucho a lo largo de su vida, profusa y com- plicada. 2. Traduccién espafiola de Lola Ferre. Maimonides, Obras médicas. Gra- nada, Eds. El Almendro, 1996 (p. 80). 62, 4. El control de la adversidad El arte de vivir es mas semejante a la lucha que a la danza... Marco Aurelio, Meditaciones, VII: 61 Por qué a la lucha? Marco Aurelio explica que en la vida, como en la lucha, debemos «mantenernos inamovibles y preparados para lo que nos pueda caer». Mas facil es decirlo que hacerlo, claro. Vamos a ver lo que le pasé a Fred, un progra- mador informatico de 47 afios que estaba espe- rando un ascenso dentro de la empresa en la que Ievaba trabajando mas de 20 afios. Cuando la «burbuja tecnolégica» explotd, el jefe de Fred le Ilamé a su despacho para informarle de que le iban a hacer una «oferta de jubilacién». Fred no daba crédito a lo que ofa y se lo tomé fatal, pero accedié a leerse la propuesta. Resulté que a Fred efectivamente lo despedian del trabajo a cambio de una indemnizaci6n y unos beneficios muy es- casos. Los primeros diez o quince dias Fred se sumié en una crisis emocional. Como él mismo conta- ba: «Andaba alicaido por la casa de aca para alla, me quedaba en la cama hasta mediodia y comia lo que encontraba en la nevera. ¢Para qué moles- tarme en ir a trabajar? Me iban a echar igual». Después, cuando su mujer le insté a que visitara a un «asesor laboral», Fred se animé un poco. Deci- 63 Todo tiene dos asas di6 enfrentarse a su jefe y luchar por conseguir una mejor oferta. Cuando su jefe le dijo «esto es lo més que te podemos dar», Fred contraté un abo- gado y advirtié a la empresa de que pensaba de- fender su indemnizacién por encima de todo. La empresa decidié mejorarle el despido, aumentan- do los beneficios en un 30 pot ciento, lo cual hizo posible que Fred montara con éxito su propia con- sultoria. Shakespeare nos recuerda que «Dulce es el fruto de la adversidad...» (Como gustéis, I: 1-12), Peto la mayoria de las veces tenemos que /uchar contra la adversidad para ver si le podemos «arrebatar» al- gtin inesperado tesoro, El ejemplo mas famoso en este sentido es la lucha de Jacob con el Angel, que describe el Génesis, 32: 25-33, Recordaremos que el arcangel Miguel después de pasar la noche lu- chando con Jacob «hasta que tayaba el alba», al fi- nal le pide que lo suelte. Jacob le contesta: «No te soltaré si antes no me bendices». El Angel accede y desde entonces Jacob pasé a llamarse Israel, «... porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido». Pero la batalla tuvo sus costes: «Ja- cob fue tocado en Ia articulacién del fémur, en el nervio cidtico». La ensefianza que extraemos de esta parabola, creo, es que debemos a estar dispuestos a «pelear» con la vida y con la muerte, si queremos recibir las bendiciones que suponen el crecimiento personal 64 4, El control de la adversidad y la integridad espiritual. Puede que nos lastime- mos en la batalla, es cierto, pero a menudo merece la pena. Estad preparados por ello nada hay que no deba ser previsto. Nues- tro 4nimo debe anticiparse a todo acontecimiento y pensar no ya en todo lo que suele suceder, sino en todo lo que puede suceder.., Tomemos en conside- racién todas las posibilidades del destino humano y anticipémonos mentalmente no sdlo a cuantos accidentes suceden con frecuencia, sino a cuan- tos en el mayor ntimero puedan suceder, si no quere- mos vernos abatidos y quedar aténitos ante tales acontecimientos insélitos como si fueran excepcio- nales. Séneca, Epistolas morales a Lucilio, XCI: 4-8 Estoy escribiendo este texto tras el desastre del huracén Katrina y cuando se cumple el 4.° aniversa- rio de los ataques terroristas del 11 de septiembre. Es indudable que ambos —pese a las muchas diferencias que los separan— comparten el hecho 65 Todo tiene dos asas de haber burlado todas las previsiones. Quiero de- cir con ello que ninguno fue previsto de manera eficaz; que las previsiones no sirvieron para prote- ger a la poblacién americana ni evitaron la catastro- fe que después le sobrevino. Ni que decir tiene que los expertos en terrorismo y las fuerzas de inteligen- cia ya habian advertido de que podia producirse algo similar al 11-S; y muchos expertos en hura- canes y riadas habian pronosticado los efectos de- vastadores que podria tener el impacto de un po- tente huracdn sobre Nueva Orleans. Pero por la razon que sea, nuestra imaginacién no consiguid reclutar a la voluntad para su causa. E incluso mu- chas «autoridades», cuando se les presentaron al- guno de los articulos escritos afios antes del Katri- na, en los que literalmente se predecian los horrores que iban a producirse, muchas se excusaban con frases como: «Mire Ud., si, sabiamos que los diques podian desbordarse, pero no habiamos contado con que se rompieran realmente». The New York Times (9/11/05) decia que muchas de las perso- nas que residfan en Nueva Orleans creian firme- mente que la ciudad estaba protegida por Dios y que los huracanes potentes se desviarian en el al- timo momento. Séneca se entristeceria al escuchar estas cosas. «E] azar discurre algiin nuevo medio con que imponernos su dominio, cuando nos he- mos olvidado de él» (Epistolas morales a Lucilio, XCTI: 5). 66 4. El control de la adversidad La fuerza sdlo se obtiene de una manera: te levantas al amanecer y afrontas lo que te manden, procurando no despeinarte. Reynolds Price en Kate Vaiden ¢El pepino es amargo?: tiralo. Hay zarzas en el cami- no: esquivalas. Basta con ello. No afiadas: «¢Por qué existen estas cosas en el mundo? Marco Aurelio, Meditaciones, VIII: 50 Helen era una profesora de Matemiticas, jubilada, de 67 afios, que habia perdido a su marido el otofio anterior después de unos 40 afios de casados. Des- de que se jubilé a los 65, Helen no hacia mas que amargarse pensando lo «injusta» que habia sido la vida con ella, «Siempre me ha tocado bailar con la mas fea», le decia, quejéndose, a una amiga. «Lo primero, yo realmente no queria jubilarme, pero no andaba bien de salud y me dijeron que no estaba rindiendo lo suficiente. Luego este noviembre pasa- do se murié Bill y el “colchoncito” que habiamos ido haciéndonos con los ahorros, result6 poco me- nos que en nada. Ahora tengo que completar la pensién dando clases particulares, que no me gusta. Pero ¢por qué me toca todo a mi?, eso es lo que no 67 Todo tiene dos asas puedo quitarme de la cabeza.» Helen se encontraba dandole vueltas una y otra vez a la muerte de Bill, pero pensando sélo en lo «injusto» que habia sido que le «hubieran separado» de ella. Pero lo malo no termina ahi. Helen acababa de saber que tenia un bulto en el pecho y tenia que afrontar el miedo a la biopsia y quiz al cancer. «Es como si el mundo se volviera contra mi, y yo no pu- diera hacer nada», le decia resentida al terapeuta. «Si Dios existe, jdesde luego tiene un sentido del humor bien dcido!», afiadia con amargura. Como dijo Harold S. Kushner en su conoci- da sentencia, a veces «a la gente buena le suceden cosas malas». Esta claro que la mayoria pode- mos ponernos en el lugar de Helen y entender su amargura. Claramente ha perdido personas y cosas importantes y ha sufrido muchas frustraciones. Pero jcasi todos diremos lo mismo cuando tenga- mos la edad de Helen! Y no todos vamos a terminar con una amargura crénica, ni estaremos siempre quejandonos de «bailar con la mas fea». La auténti- ca verdad es que 0 nos atormentamos intentando entender por qué el mundo es tan absolutamente «injusto», o damos pasos para mejorar la situaci6n en la que nos encontramos; es decir, «esquivamos las zarzas». El fildsofo Lou Marinoff lo expresa de esta forma: éSirve de algo decir «Sé que me acabo de quedar sin trabajo, pero no voy a amargarme por eso»? 68 4. El control de la adversidad Desde luego que si. Perder el trabajo seguro que produce tristeza, pero también podemos tomarlo como ocasién para encontrar otro mejor. Y esto funciona con muchos tipos de pérdidas (Marinoff, 2003: 139). Y de hecho podemos incluso utilizar las adversi- dades de la vida para conseguir mayor profundidad de cardcter y mayor madurez emocional. Lo cual no es facil, desde luego; requiere practica y disciplina. Los antiguos rabinos apuntan: «El corazén roto prepara al hombre para servir a Dios...» (Buber, en Besserman, 1994: 185). Y probablemente se refie- ran a algo relacionado con esto. El que ha sufrido un poco est4 mejor equipado para entender lo que sufren los demas y para ayudarlos. Por eso, aunque casi nadie elija pasarlo mal voluntariamente, tam- poco hay que rechazar las adversidades 0 verlas como una carga indtil que nos impone un Dios in- justo. No pienses en la enfermedad Epicuro dice: Durante mi enfermedad no etan mis conversaciones sobre mis sufrimientos fisicos ni hablaba... con quie- nes me visitaban de cosas semejantes, sino que seguia adelante con los principios de las ciencias naturales, intentando es especial ver cémo la inteligencia, que 69 Todo tiene dos asas participa de tales afecciones corporales, se mantiene en calma, velando por su propio bien, y tampoco per- mitia a los médicos... encabritarse por lo que hacen, sino que mi vida transcurria feliz y digna. Marco Aurelio, Meditaciones, IX: 41 Desde una perspectiva budista, Robert Thurman aboga por la meditacién como via de acometer el sufrimiento: «Piensa... las miles de maneras con que pueden abatirnos la enfermedad, el dolor, los agravios, el desconsuelo, la muerte. ¢Para qué ha- cemos esto? ¢Por qué lo hacemos? Porque re- flexionar sobre la presencia tan extendida que tiene el sufrimiento nos ayuda a sobrellevar nues- tro dolor, poniéndolo en perspectiva» (Thur- man, 170). ¢Cuanto es sufrir mucho? Séneca era terco, pero no del todo insensible al do- lor y al duelo. Dice, ... Mas a nosotros se nos puede disculpar que nos haya- mos dejado arrastrar por las ldgrimas, si no las hemos derramado con exceso, si nosottos mismos las hemos contenido... Las lagrimas han de brotar, pero no se ha de sollozar... [E]s preciso que evoquemos con una cierta 70 4, El control de la adversidad congoja el nombre de los difuntos que amamos, pero tal congoja tiene también su placer. Séneca, Epistolas morales a Lucilio, LXTI: 1-4 Probablemente muchos psicdlogos y psiquiatras no estén de acuerdo con Séneca en este aspecto, con el argumento de que «cada uno tiene que encontrar la mejor manera de llorar la muerte de alguien... no se puede acotar el duelo de manera artificial». Y hay buena parte de razén en lo que sostienen. Pero tam- bién hay un puntito de verdad en la idea senequista de que al final hay que buscar el modo de poner li- mite al sufrimiento. Sin esos limites, estaremos entregandonos en vida al espiritu de la muerte. El médico y erudito Moses ben Maimon (Maiméni- des) también lo veia asi en el siglo xu. Para él el duelo era necesario, digamos, después de la muerte de un ser querido, pero recomendaba no prolon- garlo, ni exagerarlo demasiado. Por eso en su obra Mishnet Torah (Hilkhot Avet, 13: 1), Maiménides aconseja lo siguiente: «Tres dias para el Ianto, siete para el panegirico, treinta para la abstencién de cortarse el cabello»’ (Halkin y Hartman, 291). Y por sorprendente que resulte, sugiere una manera de actuar muy concreta para conseguir que el des- consolado abandone el proceso de duelo: 3. Traduccién espafiola de Abrahm Platkin, et al. Tel Aviv: El dérbol de la vida, 1982 7 Todo tiene dos asas Durante los tres primeros dias, el que ha sufrido la pérdida de su ser querido deberfa sentirse como si tu- viera un cuchillo al cuello; los cuatro dias siguientes, como si la amenaza le esperara a la vuelta de la esqui- na; y a partir de ahi como si le fueran a sorprender por la calle. Este tipo de pensamientos le ayudar a dar lo mejor de si y empezard a moverse. Halkin y Hartman, 292; Hilchot Avel, 13: 12 Y realmente, esto no es sino una forma de «visuali- zacion guiada» muy similar a la que se utiliza en el tratamiento de problemas fébicos o postraumiaticos. El mensaje viene a ser el siguiente: «El dolor esta bien, siempre que esté razonablemente controlado. Pero a veces hay que luchar por superar ese dolor». * Créeme, también en el lecho hay un sitio para la virtud. Séneca, Epéstolas morales a Lucilio, LXXVIU: 21 No, al pronunciar esta sentencia, Séneca no estaba pensando en la potencia sexual, sino en el heroismo que pueden mostrar quienes se enfrentan a una en- fermedad grave. Consideremos el caso de Lenny, un arquitecto de 55 afios, al que tres afios antes se le habia diagnosticado una artritis reumatoide. Ade- 72 4, El control de la adversidad mas de que los dolores y la hinchazén de las manos le impedfan trabajar, Lenny sentia que poco a poco se iba desmoronando animicamente, tanto mas cuanto mAs limitado se vefa. «Y yo ¢para qué valgo ahora?», le decia a su mujer. «A lo Gnico que me he dedicado es a la arquitectura, y la arquitectura es lo nico que me ha gustado.» Lenny iba sumiéndose progresivamente en la apatia y el abandono. A Lenny, Séneca le contestaria lo mismo que le contest6 a su amigo Lucilio, enfermo de una tos cronica y aguda: La mala salud afecta a tu cuerpo, no a tu alma... pero si acostumbras a tener tu alma igualmente en activo, aconsejards, ensefiards, escuchards, aprenderds, inda- gards, recordaras. Pues, ¢qué? ¢Piensas que no haces nada, si eres un enfermo temperante? Demostraras que la enfermedad puede dominarse 0, por lo menos, soportarse. Créeme, también en el lecho hay un sitio para la virtud... Tienes de qué ocuparte: combate con denuedo tu enfermedad... ;Oh, qué gran oportunidad de gloria tendriamos si nos contemplaran en nues- tra enfermedad! Contémplate ta mismo, felicitate ti mismo. Séneca, Epistolas morales a Lucilio, LXXVII: 20-21 Séneca sabia de lo que hablaba. Desde niiio sufria ataques de asma y en algin momento reconocid 73 Todo tiene dos asas que si no se suicidaba era porque crefa que su padre no podria superar la pérdida de un hijo (Campbell, 7). Y aun asi, cuando escribié las cartas a Lucilio, cumplidos los 60 afios, Séneca seguia manteniendo una plena actividad mental, politica y social. Y para aquellos casos en que el miedo a la muerte nos cercena, Séneca escribié: «Una sola jor- nada del hombre instruido cunde mas que la vida muy larga del ignorante» (Epistolas Morales a Luci- lio, LXXVIIL: 28). La buena fortuna siempre engafia; la adversa instruye. Boecio, La consolaci6n de la Filosofia, Il: viii Calcula, espera todo. De la célera, II: 31.44 Cuando te vuelvas a encontrar triste, pensando que te ha tocado vivir una vida «dura», léete la biografia de Boecio o de Séneca. Boecio (C 480-524 d.C.), po- litico y fildsofo romano, intenté eliminar la corrup- cién del gobierno, y terminé en la carcel acusado de conspiracion y «sacrilegio» a través de falsos cargos. Mientras cumplia su pena, Boecio escribié una de 4, Traduccién espafiola de Enrique Otén. Madrid, Alianza, 2004 74 4, El control de la adversidad las obras filoséficas més influyentes de la Edad Me- dia, La consolacion de la filosofia. Desde la sima de su aislamiento, Boecio decia: Quizé no entiendas todavia lo que estoy diciendo. Tra- to de decir algo muy particular; por eso apenas si en- cuentro palabras para explicartelo. Pienso, en efecto, que la fortuna aprovecha mas a los hombres cuando les es adversa que cuando les es propicia. La buena fortu- na siempre engafia con sus falsas apariencias de felici- dad... [La adversa], en cambio, libera a los hombres por el reconocimiento de lo fragil que es la felicidad. Boecio, Libro II: viii Puede que nos parezca un tanto amarga esta re- flexién, pero gqué culpa tenia el autor? ¢Estaba de- tras de algo? Cuando vuelvas a ver uno de esos con- cursos televisivos en los que el ganador de un coche se pone a dar saltos de alegria, piensa en las caute- losas palabras de Boecio. Séneca tuvo la mala suerte de vivir en la época de Nerén, un emperador perturbado de quien habia sido preceptor. Como Boecio, Séneca se vio falsa- mente acusado de conspiracién y obligado a suici- darse. (Nerén, que habia matado a su propia madre y a su propio hermano, seguro que habria termi- nado con Séneca, si éste no se hubiera suicidado.) El filésofo permanecié imperturbable, y sentencié: 75 Todo tiene dos asas «jDespués de matar a su madre y a su hermano, lo tnico que le quedaba era matar a su profesor y pre- ceptor!» (De Bottom, 2000). Cuando Séneca insi- nia: «calcula, espera todo», hablaba desde la expe- riencia mds profunda y dolorosa. * Vas de aca para alla a fin de sacudir el peso que te abruma, que por el mismo ajetreo resulta mas molesto. Séneca, Epistolas morales a Lucilio, XXVIILL: 3 Kate era una indolente crénica. Mujer brillante y creativa, siempre dejaba «lo dificil» para el final, cuando apenas tenia tiempo ya de hacerlo pausada- mente. El problema le surgia en su vida personal y en la profesional. En el periddico donde trabajaba como correctora de pruebas, siempre posponia la «comprobacién de los datos», hasta poco antes de tener que entregar el trabajo a su jefe. La mayoria de las veces Kate conseguia arreglarselas para sacar el trabajo adelante, pero en alguna ocasién tenia que pedirle al jefe que le diera algo mas de plazo, lo cual no contribuia demasiado al buen humor del direc- tor, ni hacia aumentar la confianza que éste pudiera depositar en ella. En su vida personal Kate también diferia en el tiempo la toma de decisiones dificiles. Su marido le habia estado insistiendo mucho en que 76 4, El control de la adversidad debian redactar juntos un «testamento vital» y un «poder» para que cada uno pudiera decidir sobre los cuidados médicos que deberian darle al otro, en caso de necesidad. Pero Kate siempre lo posponia. «Me saca de quicio siquiera pensar en todo este ro- Ilo de Ja muerte», le reconocia a una intima amiga suya. Este continuo evitar los temas habia provoca- do bastantes roces con su marido, que interpretaba la indolencia de Kate como signo de que «no le im- porta un bledo lo que nos pase en el futuro». Los psicdlogos Albert Ellis y Robert Harper lo describen de esta forma: Para la media, incluso para gente superior a la media, es dificil luchar permanentemente contra su predispo- sici6n normal a ceder ante Jas tareas dificiles, a dejar para mafiana lo que pueden hacer hoy... Bien, es dificil. Pero hay que hacerlo y hay que hacerlo de manera continuada, si uno quiere acometer y resolver adecua- damente las mil y una responsabilidades que se tienen en la vida... Y no se puede hacer de otra forma. Pode- mos protestar y poner los reparos que queramos, pero la factura hay que pagarla. Ellis y Harper, 149 Ellis y Harper van mas all4 y observan perspicaz- mente que, en la mayoria de los casos, la indolencia surge realmente de un irracional miedo al fracaso. 77 Todo tiene dos asas En vez de abordar esa tarea tan ardua, escribir esa «gran novela de las Letras Hispanas» o buscar la pareja ideal, nos ponemos excusas, todo para ocul- tarnos que tenemos miedo a fracasar en la empresa. Pero como Séneca advirtid, no por poner pies en polvorosa, el enemigo va a dejar de darnos alcance. Para Séneca, concretamente, «en efecto, es tinico el puerto de esta vida agitada y turbulenta: menospre- ciar cuanto debe suceder, erguirse confiado y dis- puesto a recibir de frente los dardos de la fortuna sin esconderse, ni dar la espalda» (Epistolas morales a Lucilio, CIV: 22), 78 5. Perfeccionismo, virtud y aceptacién de uno mismo No te disgustes, ni abandones, ni te desanimes, sino te es posible realizar siempre cada cosa a tenor con rectos principios, sino que cuando fracases vuelve de nuevo. Marco Aurelio, Meditaciones, V:9 Louise era una mujer de 35 afios, contable de profe- sién, que arrastraba desde hacfa tiempo un proble- ma de peso. Habia seguido al menos tres dietas distintas, de las que ninguna le habia funcionado. «Nunca conseguia hacerlo todo al pie de la letra», decfa pesarosa. Pero al final, al cuarto intento, Loui- se logré perder 7 kilos en tres meses. Estaba radian- te, hasta que se fue a Europa tres semanas con su marido y recuperé 12 kilos. Regresé a casa profun- damente disgustada, «irritada conmigo misma» y «sintiéndome otra vez una fracasada». Los terapeutas cognitivo-conductuales, siguiendo alos estoicos, aconsejarian a Louise que no se trata- ra tan mal y que «teanudara» sus esfuerzos dietéti- cos, sin condenarse a ser siempre una «fracasada». 79 Todo tiene dos asas Todos caemos alguna vez, nos dicen los estoicos. Pero en esos casos, tenemos que recomponernos, sacudirnos la ropa y volver a lo que estabamos ha- ciendo. Este espiritu anti-perfeccionista también esta pre- sente en el judaismo, como ilustra el siguiente frag- mento del Talmud: «No eres ta quien da por con- cluida la tarea, pero tampoco eres libre para dejarla a medias» (Pirkei Avot, 2: 21). Y en el cristianismo, de forma similar, leemos en Tomas de Kempis: «Es- forcémonos cuanto podamos porque asi y todo fa- Ilaremos con facilidad en muchas cosas. No obstan- te, siempre debe proponerse algo muy concreto principalmente contra aquello que més se opone a nuestro progreso» (Consejos utiles para la vida es- piritual: Capitulo: XIX, «La actividad del buen reli- gioso»). Y en la tradicion hindi se nos ensefia: «Haz todo lo que hagas como si de algo sagrado se trata- ra, y libérate del apego a los resultados» (Bhagavad Gita, 3: 9; Browne, 105). Thornton Wilder: Sobre el perfeccionismo Hasta ahora mas de uno de nuestros conciudadanos se estan dejando la vida por conseguir lo perfecto, lo ab- soluto, y lo infinito en ambitos en los que sdlo a algu- 80 5. Perfeccionismo, virtud y aceptacién de uno mismo nos les estén reservados estos horizontes, el del amor 0 el de la amistad, por ejemplo. Puede que las doctrinas de la moderacién y la bendita mediocridad florecieran en Roma o en China... aqui, desde luego, no, salvo cuando se trata de dar consejos desesperados. De la Conferencia «La soledad americana», pronun- ciada en Harvard y publicada en el Atlantic Monthly, agosto de 1952 Cémo superar el miedo al fracaso En The Boston Globe (5/13/05) aparecié un articu- lo que trataba sobre dos jévenes, licenciados por la Universidad de Brandeis (Waltham/Boston, Massa- chusetts), que llevados por la pasién que sentian por los libros y las librerias, decidieron embarcarse en una aventura un tanto incierta: abrir su propia empresa independiente en un momento en que las grandes cadenas estaban obligando a cerrar mu- chos de los negocios pequefios. El Globe lo titulaba asi: «Ilusionados ante el fracaso» y el redactor co- mentaba: «Atrevimiento tienen... pese a la dificul- tad del éxito». El articulo recogia las palabras de uno de los propietarios, Alex Green: «¢Qué puede pasar en el peor de los casos? Esto es algo que nos encanta y a lo que dedicamos muchas horas. Esta- mos dispuestos a asumir el fracaso». 81 Todo tiene dos asas Marco Aurelio habria entendido muy bien la va- lentia con que los jévenes habian tomado su deci- sién. Nos dice: «Si realizas la tarea presente siguiendo la recta razén diligentemente, enérgica- mente, benévolamente, y no te sales por la tangen- te, sino que conservas en estado de pureza tu divi- nidad... si afiades a esto no esperar ni rehuir nada, sino estar satisfecho con la actividad presente, acorde con la naturaleza... viviras feliz» Meditacio- nes, 11I:12). Y para que todo vaya bien, Marco Au- relio afiade, «Toma sin orgullo, abandona sin es- fuerzo» (Meditaciones, VIII: 33). Parte de este atrevimiento y de la serenidad a la hora de decidir puede verse también en la obra del sabio americano Ralph Waldo Emerson, cuando dice: «No sigas el camino. Abre camino y deja hue- Ila». Y para las veces en que las cosas no salen segin lo previsto, Emerson observa: «cardcter es poder prescindir del éxito». % Echar en cara a otros aquello por lo que uno mismo tiene una contrariedad, es propio de una persona no formada; echarselo en cara a uno mismo, es propio de uno que ha empezado a adquirir una formaci6n, y no culpar ni a uno mismo ni a otro es de alguien que ya est4 formado. Epicteto, V 82 5. Perfeccionismo, virtud y aceptacién de uno mismo Entremos en las oficinas de Meta-Life, una de las grandes compajfifas de seguros americanas. Durante los ultimos afios ha habido un equipo de tres perso- nas encargado de los casos de incapacidad transito- tia. Rhonda, de 25 afios y recién licenciada en Em- presariales, es una persona trabajadora y responsable, pero tiene una costumbre muy irritante: cuando sur- gen problemas con una reclamacién, la culpa siem- pre es de otro. Si en el archivo de un demandante fal- ta un documento importante, a Rhonda le falta tiempo para manifestar que «eso lo tenia que haber revisado algin compafiero». Si un demandante se enfada por teléfono, Rhonda siempre sale con lo mis- mo: «Este tio es un capullo». Russ, un colega suyo de treinta y tantos afios, tiende justo a lo contrario. Cuando algo sale mal, asume la culpa. Una vez que la compafifa fue demandada por no haber indemniza- do debidamente a un cliente, Russ cavé su propia tumba: «Si hubiera Ilevado el caso de otra manera», dijo haciendo un gesto de contrariedad con la cabe- za, «no nos habriamos metido en este lio». Cada vez que surgia un «embrollo» de estos, Russ cafa en una depresién pasajera. Con Rhonda y Russ trabajaba como supervisora Rose, una mujer de 54 afios. Era la tipica persona que querrias tener al lado en momen- tos de crisis; siempre trataba los temas con serenidad y eficacia, sin acusar a nadie. Cuando algo salia mal, més que buscar culpables, Rose preguntaba: «Bue- no, ¢qué ensefianza podemos sacar de esto?, gen qué 83 Todo tiene dos asas podemos mejorar?». Y si tenia que reconvenir a al- guien por analizar mal los casos una y otra vez, siem- pre lo hacia en privado, procurando no herir los sen- timientos de la persona que tenia delante. No es dificil reconocer que Rhonda, Russ y Rose representan, respectivamente, los tres niveles de «formacién» a los que se refiere Epicteto. Si bien puede haber quien piense que sin atribuir culpas nunca cambiariamos ni mejorariamos nada, debe- mos diferenciar entre reprochar algo a alguien —con lo que ello implica de censura y reprensién moral- y atribuir responsabilidades. Rose esta dispuesta a ha- cer esto Ultimo. Claro que hay casos en que tenemos que echarnos la culpa de lo que ha pasado 0 echérse- la a los demas; y no debemos tomar la sentencia es- toica que nos lega Epicteto como una licencia para «hacer lo que sea» sin miedo a las consecuencias. Por el contrario, la actitud estoica templa nuestros enjui- ciamientos morales con la clarividencia de la natura- leza humana y sus debilidades, con la conciencia de que es mejor «Temed el juzgar, porque todos somos pecadores» (Shakespeare, Henry VI, segunda parte, IIL.iii:31)!, Otra manera de entender lo que nos su- giere Epicteto aparece en Pirkei Avot, el tratado éti- co del Talmud: «Sed circunspectos en el juicio» (Pirkei Avot 1: 1). Segtin el rabino S. Topperoff, estas pala- bras nos «aconsejan ser prudentes y xo realizar jut- 1. Traduccién espafiola de Luis Astrana Marin, 1929, Espasa Calpe. 84 5. Perfeccionismo, vittud y aceptacién de uno mismo cios a la ligera; puede que haya atenuantes que expli- quen por qué la persona actué asi en un momento dado. Los juicios temerarios pueden provocar enor- me dafio» (21, énfasis de este autor). Y esto se aplica a los demas y a nosotros mismos, por igual. Por ejemplo, mientras que es signo de ma- durez aceptar la responsabilidad de los propios etrores, resulta sabio hacerlo sin auto-inculparse. Siempre suele haber «atenuantes» que justifiquen hasta cierto punto por qué obramos de manera in- apropiada o ineficaz: quiz4 nos encontrabamos mal, habiamos dormido poco o habia algo que nos tenia preocupados. Estos mitigantes no deben servir de excusa para escabullirnos del deber; deben més bien ayudarnos a aprender de nuestros propios fallos y hacer que nos afanemos mds la préxima vez. Como recoge el libro de los Proverbios: «El que rechaza la correccién se desprecia a si mismo, el que escucha una reprensién adquiere sensatez» (15: 32), Seguro que Rose lo suscribiria. Cémo acertar en la consideracién de uno mismo Marco Aurelio nos dice: «Breve es pues lo que cada cual vive. Pequefio es el rincén de la tierra donde 85 Todo tiene dos asas vive. Pequefia también la fama péstuma més lar- ga...» (Meditaciones, III: 10). Y afiade —con su ha- bitual crudeza— «dentro de poco tiempo no seras nadie en ninguna parte» (Meditaciones, VIII: 5). Puede que estos pensamientos sirvan de contrape- so a los que vimos en la seccién anterior, segtn los cuales tenemos que respetarnos en tanto que refle- jos de la divinidad. Pero estas visiones del ser hu- mano no se contradicen, pese a resultar contra- puestas. Somos seres irrevocablemente divididos, eternos y efimeros a la vez, dioses y polvo. Mon- taigne lo explica de manera mucho més clara: «Y en el trono mas elevado del mundo seguimos estan- do sentados sobre nuestras posaderas». (Ensayos, Libro III: 13, «De la experiencia»). Semejante paradoja deberia Ilevarnos a una es- pecie de equilibrio interior, a un término medio que nos permita descargar la culpa sin ser arrogan- tes, rechazar la ostentacién sin caer en la impo- tencia. En el judaismo encontramos la misma paradoja y el mismo intento de solucién. Por ejem- plo en Pirkei Avot (3: 1) se nos dice: «Presta aten- cién a tres cosas y no llegards a pecar: saber de dénde has venido, a donde iras y ante Quién de- berds rendir cuentas. ¢De dénde has venido? De una gota fétida. ¢Hacia dénde vas? A un lugar de polvo y gusanos. ¢Y ante Quién deberds rendir cuentas? Delante del Rey de Reyes, el Santo, ben- dito es El». 86 5. Perfeccionismo, virtud y aceptacién de uno mismo jVerdaderamente aleccionador! Aunque tampoco debemos /acerarnos permanentemente pensando en nuestras limitaciones. Veamos lo que nos enseifia el maestro jasidico Bunam de Przysucha: «Todos ten- driamos que tener dos bolsillos. Y en cada uno de- beriamos llevar un papel con una maxima. Cuando surja el caso, tendrfamos que sacar el papel mas ade- cuado a la situaci6n y leerlo. Si nos hemos puesto demasiado altaneros y pedantes, deberemos te- cordar que “Somos polvo y ceniza”; pero si nos sen- timos demasiado deprimidos y lacerantes, tendria- mos que sacar la notita que dice: “por mi se creé el mundo” » (citado en Sherwin & Cohen, 88). * ¢Me preguntas en qué aprovecho? He comenzado a ser mi propio amigo. Séneca, citando al filésofo Hecatén, en una carta a un amigo (De Botton: 114?) Matcie trabajaba de subdirectora ejecutiva en una gran empresa de biotecnologia. A los 50 afios era, desde todos los puntos de vista, una triunfadora. Ademas de haber ascendido en la empresa a un 2, Traducci6n espafiola de Pablo Hermida. Las consolaciones de la filoso- fia. Taurus, 2001. 87 Todo tiene dos asas puesto de responsabilidad, habia conseguido crear una familia, integrarse en la vida cultural como pia- nista y realizar muchas obras de voluntariado en la sinagoga. Pero, pese a todo, Marcie se consideraba «medio fracasada... O sea, no he hecho ni la mitad de las cosas de las que soy capaz. Ya tenfa que haber llegado, por lo menos, a subdirectora general. Por lo que se refiere a la misica, no sirvo mas que para animar reuniones domésticas. Si me hubiera pues- to, si habria conseguido ser una buena pianista. Y de la familia, jmejor ni hablar! Tendria que pasar mucho més tiempo con los nifios. Casi no voy a las actuaciones de baile de la nifia, con el nifio apenas hago nada... y honradamente, mi marido no habla- ria muy bien de la vida sexual que evamos...». Si miramos las cosas objetivamente, Marcie habia ganado varios premios por sus actuaciones pianisti- cas en auditorios locales y sus hijos la describian como «una mami chulisima... Sabemos que siempre est4 ahi». El marido, Ed, no tenia «queja ninguna desde el punto de vista fisico» y creia que «Marcie y él hacian una buena pareja y tenian una vida fami- liar estupenda». Montaigne nos dice: «De nuestras enfermedades, la més salvaje es despreciar nuestro ser» (Ensayos, Libro IT: 13, «De la experiencia»). Y pese a que en la literatura estoica se observa una cierta tendencia a la abnegacién, en sus paginas reconocemos tam- bién la importancia que concedian los autores a lo gs 5. Perfeccionismo, vittud y aceptacién de uno mismo que los psicélogos suelen llamar «visién positiva de uno mismo». Al menos, no tenemos que despreciar- nos hasta la desesperacién. Marco Aurelio nos dice: «No merezco causarme pena a mi mismo, pues ja- mas la he causado a otro voluntariamente». (Med7- taciones, VIII: 42). Y afiade: «No te disgustes, ni abandones, ni te desanimes, si no te es posible reali- zar siempre cada cosa a tenor con rectos principios» (Meditaciones, V: 9). Y en un estilo mas espiritual, el autor nos recuerda que «la inteligencia de cada uno es un dios, y de él ha dimanado» (Meditaciones, XII: 26) y, por tanto, digna de veneracién y respeto. El Talmud recoge sentimientos similares; por ejemplo: «No te consideres perverso» (Pirkei Avot, 2: 18). Reb Nascham de Breslov (1771-1810) nos indica, «Mas que abatirse ante la desgracia, [la per- sona] debe descubrir los elementos positivos que existen en su ser y partiendo de esa base, juzgarse favorablemente» (Lieber, 27). Por ultimo, en el lai- cismo filoséfico que ofrece la Terapia Racional Emotiva, desarrollada por Albert Ellis, se nos dice: «Si las personas tenemos alguna dignidad o valor intrinseco, lo tenemos en virtud de nuestra propia existencia, por nuestro ser en si, mas que por lo que hagamos por conseguirlo... Somos “buenos” o “me- recedores de algo” simplemente por “ser”». En resumen, «jt6mate un respiro!». * 89 Todo tiene dos asas No esperes la Republica de Platén, sino bastete con que progreses por poco que sea, y considera que inclu- so el resultado de esto no es chica cosa. Marco Aurelio, Meditaciones, IX: 29 Muy a menudo las personas nos atormentamos pen- sando que hemos fracasado a la hora de conseguir algo que, bien mirado, resultaba altamente inalcan- zable y pomposo. Apenas nos damos cuenta de los pequefios pasos que vamos dando un dia tras otro para conseguir nuestras propias metas y nuestros propios suefios. En la literatura judia es habitual reconocer parcialmente el mérito del esfuerzo rea- lizado y rehuir los objetivos quiméricos. Cuando comenta el fragmento 2: 21 del Pirkei Avot, el Mar- haral de Praga nos dice: «Estudiar la Tora no es como construir una casa, que no vale nada si no esté terminada. Se parece mas a una siembra: cada semi- lla es completa, independientemente de que uno quiera sembrar un campo entero» (Basser, 138-9). Y Chaim de Zans nos ilustra de manera todavia mas elocuente lo que es Ja renuncia a las metas utdpicas: De joven, cuando senti la llama del amor divino, me vi predicando ese amor a todo el mundo. Pero pronto me di cuenta de que bastaria con convertir a quienes vi- vian en mi ciudad y lo intenté, pero no lo consegui. Después pensé que mi plan seguia siendo demasiado 90 5. Perfeccionismo, virtud y aceptacién de uno mismo ambicioso y me concentré en las personas con las que vivia en casa. Pero tampoco logré convertirlos. Al fi- nal, decidi que bastaba con que me fijara en mi: tengo que ocuparme de servir a Dios adecuadamente. Pero ni siquiera consegui esto ultimo. (Traducido al inglés por Martin Buber, citado en Bes- serman, 116.) Por ello, cuanto te sea posible, ponte a prueba, inves- tiga sobre ti; cumple primero el oficio de acusador, luego el de juez, por ultimo, el de intercesor. Alguna vez procirate un disgusto. Séneca, Epistolas morales a Lucilio, XXVIII: 10 Brett tenia treinta y tantos afios y trabajaba como publicista en una importante empresa de Holly- wood que recibia encargos de artistas famosos. De adolescente, Brett habia sufrido brotes depresivos y tenia la autoestima muy baja. Habia acudido a la consulta de un especialista que creia a pies juntillas en «la visién positiva de uno mismo» y que le habia inducido a «aceptarse» tal como era, sin prestar atenci6n alguna a sus debilidades. Los consejos con- tribuyeron positivamente a que Brett saliera de su depresion adolescente, pero también parece que le 91 Todo tiene dos asas impidieron madurar a tiempo. En la oficina Brett no manifestaba una actitud particularmente critica con su trabajo. Si las cosas no salfan bien con un cliente, Brett se encogia de hombros, soltaba un chascarrillo y se contentaba con decir cosas como: «Bueno, hay dias que te comes el mundo y otros que el mundo te come a ti». Este talante de «despreocupacién» le ayudaba a lidiar con los altibajos de la profesién, pero le impedia también plantearse hondas cuestio- nes personales; por ejemplo: «¢Hay algo recurrente en las cosas que hago mal? ¢Tengo algo que cambiar para ser mejor y mas eficaz?». Aunque los compafie- ros se llevaban bien con él, para el jefe esta falta de aplicacién resultaba a veces indignante y se lo decfa. Como hemos visto, la autoestima es muy impor- tante, pero no es lo Gnico que cuenta a la hora de de- sarrollarnos como seres humanos. En el judaismo hay una practica llamada heshbon ha-nefesh, descri- ta por primera vez por el rabino Mandel de Satanov. Traducida, quiere decir algo asi como «recapitula- cién sobre el estado del alma». Se trata de una espe- cie de inventario moral que nos vemos invitados a hacer periddicamente (no sdlo durante los dias indi- cados en la liturgia, como el Rosh Hashonah o el Yom Kipur). Séneca nos apremia a algo similar, si- guiendo un proceso de varias fases: primero debe- mos plantearnos ciertas cuestiones; después evaluar- nos y por ultimo aceptarnos como somos. De poco sirve que nos amonestemos sin mas. Tenemos que 92 5. Perfeccionismo, vittud y aceptacién de uno mismo ser justos con nosotros mismos, lo cual quiere decir vernos con objetividad y cierta dosis de compasién. Acostimbrate incluso a cuantas cosas te niegas a reco- nocer. Porque también la mano izquierda, que para lo demas es perezosa, por falta de costumbre, controla las riendas con ms vigor que la derecha, porque se ha acostumbrado a eso. Marco Aurelio, Meditaciones, XII: 6 Kirk era un hombre de 43 afios, vicepresidente de un banco, Pese al éxito que habia logrado en su pro- fesién y a que mantenia una vida familiar feliz, tenia un deseo no satisfecho que le reconcomia por den- tro y le restaba autoestima: siempre habia querido ser concertista de piano. En realidad, Kirk tocaba el piano en casa y a veces en la iglesia, pero se laceraba pensando que «he traicionado mi gran suefio». A consecuencia de esta amargura y del desprecio con que se pagaba a si mismo, nunca se ponja a practicar con el piano. «¢Para qué voy a tocar?», le decia a su mujer, «nunca alcanzaré un nivel de profesional. ;Lo tinico que hago es darme de bruces con un muro!». Si hubiera adoptado una actitud més estoica, Kirk se encontraria mucho mejor. Podria haberse 93 ‘Todo tiene dos asas dicho: «Vale, evidentemente no voy a tocar en el Carnegie Hall ni voy a ser el préximo Vladimir Ho- rowitz. ¢Y qué? Lo que si puedo ser es un pianista decente y mejorar la técnica y la interpretacién en la medida en que me lo permitan mis obligaciones». Como explicaron Ellis y Harper: «Si buscas el triun- fo denodadamente y tienes un miedo cerval al fra- caso, casi seguro que... no sabrés tampoco aprove- char las oportunidades que se te presenten, asumir los errores... ni gozar con lo que te gusta... Si te em- pefias en sobresalir 0 en alcanzar la perfecci6n... es- tas condenado no sélo al fracaso, sino también al miedo al fracaso, algo que tiene efectos mucho mas perniciosos que el fracaso en si» (94). Cuando tropieces con el yerro de alguien ponte al ins- tante en su lugar y calcula en qué cosa semejante yerras ta... Entregandote a ello, rapidamente te olvidards de la célera... Marco Aurelio, Meditaciones, X: 30 Jan, una mujer de 34 afios, madre de dos hijos, se pasaba la vida discutiendo con su hija Britney, de 14 afios, sobre cuestiones de «disciplina». Un dia, lim- piando, hallé un pequeiio alijo de porros en la habi- tacién de la nifia y cuando encontré el momento, 94 5. Perfeccionismo, virtud y aceptacién de uno mismo roja de ira, le lanzé los canutos a la cara. Acus6 a la hija de ser una «drogata consentida a la que le im- portan un bledo los demas». Britney contesté entre sollozos: «¢No me habias dicho que cuando estabas en la universidad ta también solfas fumarte un po- rro de vez en cuando? ;Ti lo que eres es una hipé- crita, mamé!». Aturdida por la acusacién, Jan se fue lentamente a su cuarto y tras reflexionar sobre el co- mentario que le habia hecho Britney, y sobre cémo habia sido ella antes, se disculpé ante la nifia por la salida de tono que habia tenido con ella. Lo cual fa- cilits mucho el camino para hablar sobre drogas y los riesgos que comportan. En el Evangelio de San Juan (8:7), se nos narra la parabola de la mujer «adtiltera» que va a ser ape- dreada. Jestis se dirige a la muchedumbre y les dice «Aquel de vosotros que esté libre de pecado, que le arroje la primera piedra». El punto de vista estoico que propone Marco Aurelio esta en la misma linea. Otras tradiciones religiosas también se hacen eco de este espiritu de tolerancia. Por ejemplo, en el bu- dismo, el Dhammapada aconseja: «Es facil ver los defectos ajenos, pero dificil reconocer los nuestros» (Mascaro, 71; 2). Y el Talmud nos anima a «juzgar a toda persona para bien» (Pirkei Avot, 1: 6). La reco- mendacién de Marco Aurelio, desde luego, afiade una dimensién practica (si no «interesada») a la ge- nerosidad de juicio, terminamos por encolerizarnos menos. 95 6. Cémo vivir en armonia con el universo Nada me va a suceder que no sea conforme a la naturaleza del Todo. Marco Aurelio, Meditaciones, V: 10 Frank era un ingeniero jubilado que se jactaba de ser muy independiente y de no «necesitar a nadie». Habia quedado viudo hacia cinco afios y vivia solo, salvo cuando la hija le visitaba ocasionalmente. Des- de sus dias en la Marina, Frank habia gozado de muy buena salud, pero un dia le dio un ictus grave, a consecuencia del cual perdié el habla durante casi un mes y el brazo derecho se le quedé medio para- lizado, Esto le habia ocurrido 9 meses atras; gracias a intensas sesiones de fisioterapia y al paso del tiem- po, Frank habfa conseguido recuperar el habla y prcticamente la movilidad completa del brazo. Pero entré en una seria «depresién postictus» que le obligé a seguir un tratamiento antidepresivo. Con la medicacién se encontraba mas activo, comia y dormia mejor, pero Frank no dejaba de darle vuel- tas a su situacién. ¢Por qué me habré tenido que to- 97 Todo tiene dos asas car a mi?, solia decirle a su hija. «Siempre he vivido bien, honradamente. Tengo amigos mayores que yo, y a ellos no les dan ictus. No hay derecho. A ve- ces es como si me viera abandonado en una isla de- sierta y nadie fuera a buscarme.» Es muy comprensible que Frank —-o cualquiera— se sintiera triste o desmoralizado de vez en cuando después de haber sufrido un ictus grave. En mu- chos casos la depresién que sobreviene a la enfer- medad se debe a que las vias neuronales que afec- tan al carécter quedan dajfiadas. Pero en el caso de Frank, ocurtia algo mas. La gente con depresién suele albergar sentimientos de soledad, de «aban- dono» y creen que la vida les ha tratado muy injus- tamente. ;Y es verdad que a veces pasa! Para Frank el ictus fue un rayo que le partié en dos. La vida no le habia preparado para este terrible incidente. Pero desde un punto de vista estoico, diriamos que Frank no ha llegado a comprender ciertas ver- dades basicas de la vida, ni del ordenamiento del universo. A Frank no le ha ocurrido nada que no le haya ocurrido también a lo largo de los siglos a otros hombres y mujeres mayores de 70 afios (aun- que nuestros antepasados rara vez vivian lo bastan- te como para verse afectados por un ictus en la ma- durez). Y lo mas probable es que, pese a todos los avances médicos, la gente seguir4 sufriendo ictus, cAncer, ataques de coraz6n o accidentes graves du- rante muchos mas afios. Asi son las cosas, y esa sen- 98 6. Cémo vivir en armonia con el universo sacion de «abandono», de estar en una «isla desier- ta» que vive Frank surge porque la imagen de la realidad ha quedado incompleta. Esto, desde luego, no quiere decir que Frank tenga sentimientos equi- vocados, ni que no haya que respetarselos. Los sen- timientos son sentimientos sin mas, ni correctos ni equivocados. Pero lo que si implica es que si quere- mos ayudar a Frank hay que hacerle ver que no le ha acaecido nada que «no sea conforme a la natura- leza del universo, del Todo». Para ello, por ejemplo, podriamos ponerle en contacto con otros hombres de su edad que hayan sufrido un ictus y hayan lo- grado «remontarlo». El psiquiatra de Frank termi- né por recomendarle que hiciera labores de volun- tariado en un hospital cercano, acompafiando a enfermos graves a consulta. Cuando Frank por fin se dio cuenta de que habia gente mucho peor que él, ademas de servir de ayuda, consiguis relativizar su problema, poniéndolo en perspectiva. * Penas, belleza y sentido de la vida El psicoterapeuta y en su dia monje catélico Tho- mas Moore nos ofrece una vision muy valiosa sobre el papel que cumple el sufrimiento en la vida hu- mana: 99 Todo tiene dos asas El dolor nos obliga a apartar la mirada del bullicio de la vida y a fijarnos en las cosas que realmente impor- tan. Cuando atraviesas un periodo de dolor extremo o sufres la pérdida de un ser querido, no piensas en el éxito que vas a conseguir, ni en artilugios o placeres frivolos, sino en aquellas personas que para ti signifi- can mucho; en el profundo sentido de la vida. Puede que llegues a apreciar més la belleza que hay en el mundo, para aliviar la pena. La belleza esta siempre presente, pero normalmente no la notas porque tienes otras prioridades o te absorben otras cosas. Las noches oscuras del alma Indignate si alguna norma injusta ha sido establecida directamente contra ti; pero si estas leyes de la necesi- dad encadenan a los mas encumbrados y a los mas hu- mildes, reconciliate con el hado que todo lo disuelve. Séneca, Epistolas morales a Lucilio, XCI: 15 Poco después de celebrar su 38 cumpleajios, Celia, que desempefiaba una frenética actividad como ge- rente de una Organizacién de Mantenimiento de la Salud (HMO en inglés), empezé a sentirse cansa- da, débil, «mas muerta que viva». Aunque se hizo diversos reconocimientos médicos, los profesiona- les no consiguieron determinar la causa de su fragi- lidad. Pero al poco tiempo, al notar que se le hin- 100 6. Cémo vivir en armonia con el universo chaban las mufiecas y las rodillas y que le dolian mucho, se hizo otras pruebas que le diagnosticaron artritis reumatoide, una enfermedad sistémica, ca- racterizada por provocar inflamacion cronica de las articulaciones, de origen desconocido. Celia se tom6é muy mal la noticia. Se enfad6 con los médi- cos por no haber sabido «controlar la enfermedad a tiempo», pese a que el reumatélogo le dijo que no habia forma de prevenirla. Celia se aparté de sus amigos y colegas y empezé a sentirse «maldita». Le decia a su hermana: «No sé qué he hecho yo para que me venga esto. Me han dicho que es una enfer- medad de por vida y que no tiene cura. jNo tengo tiempo para estas chorradas!». El reumatélogo intenté ayudarla, pero sin éxito alguno. Celia pare- cia estar enfurecida con él, con su vida y con el des- tino que le habia tocado. Al final el médico de ca- becera la convencié para que conociera a una joven, Samantha, a la que le habian diagnosticado una variante suvenil de la misma enfermedad a los 16 afios y Ilevaba varios afios luchando con ella. Pese a lo joven que era y lo mal que lo estaba pa- sando, Samantha conservaba el optimismo. Le dijo a Celia: «Si, jode un poco, pero peores cosas pasa la gente. Yo lo que intento es vivir cada dia lo mejor posible». Poco a poco Celia empezé a abandonar esa postu- ta que mantenja de odio y resentimiento. Se apuntd como voluntaria a tiempo parcial en la unidad pe- 101 Todo tiene dos asas didtrica del hospital de zona y al final terminé por aceptar su situaci6n con mayor ecuanimidad. Es cierto que la enfermedad, la incapacidad y la muerte, en Ultimo término, son limitaciones que «nos afectan a todos, del mas noble al mas humilde». Podemos abominar de esta realidad 0 seguir vivien- do. Séneca imagina que la Naturaleza se dirige a no- sotros diciéndonos: «Estas cosas de las que te quejas son las mismas para todos, a nadie puedo hacérselas mis faciles, pero el que se lo proponga puede hacér- selas mas faciles. ¢De qué forma? Con la serenidad del espiritu» (Epistolas morales a Lucilio, XCI: 18). Como expone el tabino Rabi Shapiro: La vida es dura, y de ahi surge un sufrimiento natural... Pero gpor qué afiadir a ese sufrimiento natural otro in- necesario, que nos sobreviene cuando nos empefiamos en no dejarnos ir en momentos en que no hay manera de mantenerse a flote?... No os toméis la vida tan en se- rio. Es pasajera. Todos nos ponemos demasiado serios, en la vida representamos el anodino papel que nos ha tocado con la pomposidad del que encarna el drama més extraordinario... Cuanto mds metidos estemos en este teatro, m4s nos perderemos de la vida real... Asi que hay que implicarse. Las personas somos las herra- mientas de que dispone la vida para hacer las cosas. Shapiro, en Olitzky & Forman, 234-235 _ 102 6. Cémo vivir en armonia con el universo ¢Por qué entristecerse, si la cosa tiene solucién? Si no tiene, ede qué sirve entristecerse? Shantideva En buena parte de su obra Infinite Life («Vida infi- nita»), Robert Thurman se inspira en los escritos de Shantideva, un monje hindt del siglo vim y una de las figuras mas reconocidas del budismo Mahaya- na, Aunque la tradicién budista se aleja bastante del estoicismo greco-romano, ambos sistemas tienen elementos en comin. Uno de los errores mas habi- tuales es creer que las mencionadas corrientes nos inducen a comportarnos como meros espectadores que aceptan pasivamente los males que les sobre- vengan, como «felpudos» dispuestos a que los piso- teen. Sin embargo, Thurman nos advierte: «No os ctedis que la tarea espiritual consiste en tragarse los sentimientos y ser victimas. En absoluto. El objetivo es impedir que... florezca la injusticia. No actuar es lo peor. Cuando se produzca una injusticia, da un paso al frente. Desarrolla la capacidad de actuar con brio, pero sin encolerizarte... Pide ayuda. Sé enérgi- co. Recaba un coraje jovial para recorrer el trayecto» (Thurman, 169: 70). Esta doctrina se parece mucho ala que pregonaban los misticos judfos pertenecien- tes al circulo de Moses Cordovero (1522-1570) en el pueblo de Safed. Entre sus postulados estaban la «tolerancia ante el insulto» y la «ausencia absoluta 103 ‘Todo tiene dos asas de célera». Con todo, este tltimo debia «combinar- se con una actuacién apropiada» (Besserman, 74-5, énfasis de este autor). Traducido a la jerga actual de Ellis y Harper, «si Joe se porta mal conmigo, la cues- tion que debo plantearme es: “¢Cémo puedo conse- guir calmada y eficazmente que Joe no vuelva a ac- tuar mal?”» (Ellis & Harper, 105). Séneca sobre la sabiduria Para Séneca, si alguna posibilidad tenemos de alcanzar la sabiduria es aprendiendo a no agravar la terquedad del mundo mediante nuestras propias reacciones, con arrebatos de furia, autocompasi6n, ansiedad, amargura, fariseismo 0 paranoia... La filosofia ha de reconciliarnos con las auténticas dimensiones de la realidad, para asi ahorrarnos, sino la propia frustraci6n, al menos la corte de emociones perniciosas que la acompafian. De Botton, Las consolaciones de la filosofia, 91 * La sucd! sirve para recordarnos que no debemos depo- sitar nuestra confianza en el tamaifio, la solidez o la be- 1. Débil cabafia hecha de madera, lona, hojas, etc. para celebrar la fiesta judfa del Sukkot. (N. de la T) 104 6. Cémo vivir en armonia con el universo lleza del hogar, por repleto que esté de preciados teso- ros. Y que no debemos confiar en la ayuda de otros, por poderosos que sean. Hay que poner nuestra con- fianza en el gran Dios, gracias al cual y a partir de cuyas palabras nacié el universo. Isaac Aboab, Menorat Hamaor («La Almenara de la Luz») III 4: 6 ed. Mossad Harav Kook, 315 Quienes no sean judios o no practiquen la religion quizd necesiten algo de ayuda en este punto, pues se estaran preguntando qué tiene todo esto que ver con el estoicismo. Retrocedamos un poco: el rabino Isaac Aboab de Fonseca (1605-1693), uno de los grandes moralistas medievales, hablaba de la fiesta judia del Sukkot, que se celebra poco des- pués de otras festividades mas conocidas, las de Rosh ha-Shana y Yom Kipur. Durante el Sukkot los judios deben construir una cabafia (la seca) lo suficientemente grande como para que en ella pue- da vivir una familia. Estos alojamientos provisio- nales representan las tiendas en las que vivieron los judios durante los 40 afios que estuvieron vagando por el desierto. En la obra del rabino Ir- ving Greenberg encontramos el mismo argumento de Aboab, traducido en términos contempo- raneos, cuando leemos: «La sucd corrige la ten- dencia natural que tenemos a apegarnos excesiva- mente al territorio» (en Telushkin, 1991: 572). El 105 Todo tiene dos asas «territorio», en sentido mas laxo, se refiere a todas las comodidades materiales que nos proporcionan seguridad, confianza y a menudo prestigio. (Sole- mos hablar de «guerras territoriales» entre empre- sas o grandes magnates, lo cual nos lleva a pensar en lo superficial que es esta obsesién.) Si nos pone- mos a pensar en las secuelas del huracan Katrina, y en los miles de hogares que quedaron arrasados por las aguas, las palabras del rabino Aboab nos confirman que estas viviendas no son eternas ni se- guras. Por eso tales edificios no deben convertirse en el centro de nuestra vida interior. Como dice el rabino Shari Shamah: «La casa en si no importa; es la gente que vive en ella... y la comunidad a la que pertenecen [las casas]» (www.cong-shalom. org/shamahmsg.shtml). Entonces, ¢cémo encaja esto con la perspectiva es- toica? Los estoicos distinguen una y otra vez entre las cosas que estén a nuestro alcance y podemos controlar y las que no. Epicteto nos recuerda: «Hay unas cosas que dependen de nosotros y otras que no. De nosotros dependen la opinién, la tendencia, el deseo, la aversi6n, y, en una palabra, cuantas son obra nuestra. No dependen de nosotros, en cambio, el cuerpo, los bienes adquiridos, la reputacién, los cargos, en una palabra, cuantas no son obra nues- tra» (Epicteto, I). Y posteriormente nos recuerda: «Si haces lo que debes, ya tienes lo tuyo. Porque no es tarea del filésofo preocuparse de los asuntos 106 6, Cémo vivir en armonfa con el universo externos —el vino, el aceite, el cuerpo— sino de la Razén». Si combinamos la opinion del rabino Aboab con la de Epicteto y las traducimos a un lenguaje més ac- tual, obtendriamos algo asi como: «Mira, puedes de- positar tu confianza en los objetos externos, en la opinién de los dems, o en la belleza fisica, pero te estards engafiando a ti mismo y colocandote en el abismo. Estas cosas no las puedes realmente contro- Jar. Las casas se las llevan las riadas; las opiniones van y vienen; la belleza es lamentablemente pasajera. Asi gen qué vas a confiar? ¢ su matrimonio: una escapada a Hawaii. Tras 35 afios juntos, Ruth describia la vida que llevaban como «... un tanto aburrida. Irwin es un tipo estupendo, pero nunca hacemos nada. jLo Unico que le gusta es sentarse en la butaca a leer. Pero a mi, me gusta salir a bailar!». Ante esto, Irwin se sentia un poco desconcertado: «Amo a Ruth. No sé de qué se queja. Quiero decir, salimos a cenar dos veces a la semana. Pago yo, no pasa nada. Lo que querria es que Ruth dejara de agobiarme todo el rato». Cuando por fin se fueron de viaje, los dos se dieron cuenta de que Hawaii «no contribuyé dema- 135 ‘Todo tiene dos asas siado a que cambiaran las cosas entre nosotros». Aunque a Ruth el lugar le parecié precioso, seguia viendo que Irwing lo tinico que queria era pasat la mayor parte del tiempo «... tumbado en las hama- cas de la piscina, como un lagarto y, ¢a que no sabes qué?, jleyendo!». Irwing se quejaba de que «... todo el rato, Ruth esta con lo mismo: “;Vamos a explorar el volcdn!, vamos a coger un barquito para ir a otra isla!” No sé por qué no disfruta simplemente des- cansando». Nuestra cultura tiende a propagar el mito de las «Vacaciones de Ensuefio»: ese crucero perfecto o esa escapada a una isla desierta, donde «olvidar las preocupaciones y recuperar la pasién por la vida». Séneca y los estoicos eran mas cautos, sabian que cuando se acometen los viajes asf, se llega al «Parai- so de los Necios». Como escribe Séneca en sus Car- tas: «Sea cual sea tu destino, ...». Y cita a Sdcrates, que en determinado momento dijo a un viajero des- encantado, «¢Cémo te extrafias de que los viajes no te beneficien en nada, si siempre tienes que ir conti- go? Cargas con aquello de lo que querias huir» (Campbell, 75). Y, al final, resume su postura en la siguiente afirmacién: «Debes cambiar de alma, no de clima» (Epistolas morales a Lucilio, XXVIII: 1). Esto no quiere decir que no tengamos que irnos de vacaciones con ganas y con ilusién, pero tam- bién hay que ser realista. Cuando el transatlantico del crucero llega de vuelta a puerto, volvemos tam- 136 10. Felicidad y talante bién a nuestros problemas de siempre y a nuestra manera de ser de siempre. Y qué vamos a hacer entonces con esa «carga»? Séneca tiene respuesta clara: «Por tanto, corrigete, arroja la carga de tus espaldas y refrena dentro del limite saludable los deseos que deben moderarse; expulsa de tu espi- ritu toda suerte de maldad. Si quieres tener viajes placenteros, sana a tu compafiero» (Epistolas mora- les a Lucilio, CIV: 20). Sélo la virtud proporciona el gozo perenne, seguro. Séneca, Epistolas morales a Lucilio, Carta XXVII: 3 Jim era un concejal de 60 afios y reconocido presti- gio en su comunidad. Llevaba més de treinta traba- jando lealmente en su ayuntamiento, y “tenia fama de hombre integro y honrado”. No obstante, Jim y su familia tenian que arreglarselas con un sueldo modesto y pasaban verdaderos apuros econémicos debido a la enfermedad crénica de su mujer. Un dia llegé al despacho de Jim un individuo, que se iden- tificé como miembro «de un comité de accién poli- tica». Esta persona le conté una historia muy enma- rafiada sobre «lo mucho que nuestro grupo le necesita, Jim», y al final terminé ofreciéndole unos 137 Todo tiene dos asas 35.000 euros para que votara a favor de una pro- puesta de ley que iban a presentar en el Pleno. Contra lo esperado, Jim consideré un instante el ofrecimiento que le hacian, lo rechazé y eché al sin- vergiienza de la sala. Los estoicos conocian el valor de la buena repu- tacién, igual que los rabinos del Talmud. En Pirkei Avot, el rabino Shimon dice: «Hay tres coronas: la de la Torah, la del sacerdocio y la de la realeza, pero la corona de la buena reputaci6n esta por en- cima de todas» (4:17). Vale, muy bien, pero gen qué sentido podemos decir que la buena reputa- cién garantiza «la felicidad serena y eterna»? jAunque el comportarnos normalmente bien nos proporcione cierta satisfacci6n, eso desde luego no tiene nada de «eterno», ni nos garantiza la au- sencia de preocupaciones! Los estoicos, si se les permite, no estan de acuerdo. Para entender su ra- zonamiento, tenemos que empezar por considerar la premisa segiin la cual lo Gnico que podemos controlar en la vida, en todo caso, es la propia acti- tud y, en consecuencia, la respuesta que demos a las fatigas y adversidades de la vida. Esta convic- ct6n interior no es algo que nos puedan sustraer, como si de dinero se tratara. Y, dicen los estoicos, si nos proponemos actuar en armonjia con el Uni- verso o la Raz6n, aceptando las cosas como son y tratando de no herir a nadie, enganchamos nuestra suerte a algo «eterno». Podemos ir incluso mas 138 10. Felicidad y talante alla. Cuando nos sentimos en armonia con la na- turaleza universal y con el resto de la humanidad, experimentamos un profundo y duradero sentido de felicidad. Séneca afiade: «Ni existe prosperi- dad ni adversidad para cada uno por separado: vi- vimos en comunién» (Epistolas morales a Lucilio, XLVII: 2) (Campbell, 96). Probablemente, esto hasta cierto punto Jim lo sabia. ¢Ser leal a ti mismo? Antes de morir, el rabino Zusya dijo: «En el mundo que ha de venir no me van a preguntar “¢Por qué no fuiste Moisés?”. Me preguntaran “¢Por qué no has sido Zusya?”» (Atribuido al rabino hasidico Zusya de Hanipoli). La tradicién estoica también concede gran impor- tancia a esta idea: debemos ser leales a nosotros mismos, no en el sentido narcisista, que se popula- riz6 en los afios sesenta y nos inducia a «hacer nues- tra vida». Lo que los estoicos mas bien quieren de- cir con esto es que identifiquemos y hagamos realidad nuestra propia naturaleza. Marco Aurelio nos dice que «quienes no secundan los movimientos de su propia alma fuerza es que sean desgraciados» (Me- ditaciones, II: 8). Y también observa: «Nada mas miserable que el hombre que anda dando vueltas en 139 Todo tiene dos asas circulo a todo, e investiga... e indaga mediante con- jeturas lo que hay en las almas de sus vecinos, sin darse cuenta de que le basta estar con sdlo el dios que lleva dentro y servirle noblemente» (Meditacio- nes, Il: 13). ;Al rabino Zusya le bastaba con ser el rabino Zusya, no Moisés! * Mira de no hacerte César... Consérvate sencillo, bue- no, puro, grave, sin afectacién, amigo de lo justo, pia- doso, benévolo, carifioso, firme en el cumplimiento del deber. Lucha por permanecer tal como te quiso ha- cet la filosofia. Marco Aurelio, Meditaciones, VI: 30 Heather era lo que sus compaiieros de trabajo Ila- marian una «ambiciosa y una soberbia». Recién cumplidos los 32 afios ya era vicepresidenta comer- cial de una importante empresa farmacéutica. Como era soltera y sélo se dedicaba a su profesién, la gente la consideraba una trabajadora obsesa. A veces pasaba 16 horas en la oficina y aun asi le cos- taba irse a casa, pese a que siempre se llevaba pape- les pendientes. Lamentablemente, cuanto mas as- cendia en la escala corporativa, mas atraida se veia por los simbolos del poder. Se compré un Atico en la mejor zona de Ja ciudad. Se gastaba una fortuna 140 10. Felicidad y talante en ropa, en cosméticos y en organizar lujosas fiestas para los compafieros. Pero Heather tenia pocos amigos; ni siquiera una buena relaci6n entre sus co- legas. La mayoria de quienes trabajaban con ella la encontraban altiva y autoritaria. Una vez humillé a un becario delante de sus compafieros por haber cometido un pequefio error y no se disculpé. El lema por el que se guiaba Heather en la oficina era «hay que elegir, o eres tiburén vivo 0 boquerén muerto». La cosa no quedé ahi. Al final el director reconvino a Heather por haberse excedido con un subordinado y la trasladaron a un puesto inferior en el escalafén. Mencioné mis arriba el concepto judio de hesh- bon ha-nefesh, algo asi como la «recapitulacién so- bre el estado del alma». Marco Aurelio busca algo parecido cuando nos invita a rehuir la arrogancia y el ansia de poder que caracterizaron a Julio César y a pelear con nosotros mismos para ser cada dia mejores. Nos ofrece también una breve relacién de cualidades morales que debemos procurar y mante- ner, y la verdad es que que Heather podia haber echado una ojeada a la lista. El rabino Goldie Milgram amplia esta idea de in- ventario moral y profundiza en el propio concep- to de heshbon ha-nefesh, tal y como lo entendié en el siglo x1x el sabio Mendel de Satanov. En la lista que se proporciona més abajo, aparecen en cursi- va los elementos que aparecian en el inventario mo- 141 Todo tiene dos asas ral del rabino Mendel; en letra normal se incluyen los comentarios del rabino Milgram (http://www. reclaimingjudaism.org). Notese, en particular, lo referente a los valores estoicos fundamentales de ecuanimidad, tolerancia, humildad, tranquilidad, templanza y calma. En conjunto, este inventario nos ptoporciona una via para alcanzar la felicidad per- sonal y la vida responsable, que al final viene a ser lo mismo. Ecuanimidad: capacidad para vivir equilibrada- mente. © Tolerancia: del crecer se aprende. Orden: conceder tiempo para vivir enteramente la vida con integridad. Firmeza: actuar con diligencia cuando se esté seguro. Aseo: imponer dignidad en tu persona y en tu espacio. Humildad: saber que siempre te queda mucho por aprender y que tendras mas preguntas que respuestas. Rectitud: Vivir ganandote la confianza y el res- peto de los demas. Estabilidad econémica: aborrar los recursos su- ficientes para vivir sin deudas. Celo: vivir con entusiasmo centrandote en las metas y en el esmero. : Silencio: Escuchar y pensar antes de hablar. 142 10. Felicidad y talante Tranquilidad: Compartir tus necesidades y tus ideas educadamente, siendo respetuoso y claro. Verdad: Hablar tnicamente de lo que esté ple- namente confirmado por los hechos. Separactén: Centrarte en cada tarea a su debido tiempo; evitar la multiplicidad de quehaceres. Templanza: Comer y beber para mantenerte sano, sin cometer excesos. Calma: detenerte antes de actuar, valorar las consecuencias, integrar sabiamente razén y co- razon. Modestia: abstenerte de gestos y practicas vul- gares, groseras y jactanciosas. Confianza: Vivir pensando que el universo es generoso y que tt perteneces a él. Generosidad: encontrar satisfaccién en hacer lo que puedas por los demas. Si no conviene, no lo hagas. Si no es verdad, no lo digas. Marco Aurelio, Meditaciones, XII: 17 Muchas veces al hacer razonamientos morales nos ponemos excesivamente calculadores. Intentamos «descifrar» lo que los demas esperan de nosotros, saber si lograremos salirnos con la nuestra en algan 143 Todo tiene dos asas asunto discutible, prever c6mo afectara nuestra ac- tuacién a nuestra situacién econémica, etc. Y lo mismo ocurre con la veracidad de las palabras que emitimos. Puede que pensemos: «Si no le digo toda la verdad, puede que me salga con la mia». Marco Aurelio nos ofrece un antidoto bien sencillo y eficaz contra tanta planificaci6n maquiavélica. En un per- tinente fragmento nos recuerda que debemos «... no referir la accion a ninguna otra cosa excepto al fin comin» (Meditaciones, XII: 20). jCuanto més feli- ces seriamos si siguiéramos esta maxima aparente- mente tan simple que nos brinda Marco Aurelio! ;Deja de quejarte y haz del mundo un lugar mejor! Comparemos esta afirmacién, tradicionalmente atri- buida al rabino Abraham Isaac Kook, con la pro- puesta de Marco Aurelio, que recogemos mas abajo: «Las personas puras y rectas no se quejan de la mal- dad, sino que dan ejemplo. No se quejan de la fal- ta de fe, sino que la siembran. No se quejan de la ignorancia, sino que transmiten sabiduria». [sobre el magnanimo]...qué dird alguien u opinara so- bre él o hard contra él, ni siquiera ofrece a su mente, bastandole dos condiciones: hacer justamente por su parte lo que hace ahora, y amar lo que ahora se le ha 144 10, Felicidad y talante asignado, y arrojar de si toda inquietud y afan. Y no quiere otra cosa que un camino recto con la ley, y se- guir a la divinidad que ha hecho un camino recto. Marco Aurelio, Meditaciones, X, 11 Primero la obligacién y luego la devocién: la primacia de la conducta Un admirado ateo dijo en su dia al gran cientifico y mistico francés Blaise Pascal (1623-1662): «Ojala tu- viera la misma fe que ti, para actuar igual que ti». Y Pascal le respondié: «Actiia como yo y tendras fe». Los sabios judios compartian un punto de vista similar; es decir, que «a través de la accién, se movi- liza y fortalece la voluntad. Incluso en el caso de que alguien lleve a cabo una buena accién, movido por algo indigno... si persiste, terminard actuan- do por motivos justos» (Adler, 67). 145 11. Satisfechos con lo que tenemos Sélo son felices... los que tienen la mente fijada en algtin objeto que no sea su propia felicidad: la felicidad de otros, las mejoras de la Humanidad 0, incluso, algiin arte o proyecto... Asi, apuntando hacia otra cosa, encontra- mos incidentalmente la felicidad. John Stuart Mill, Autobiografia', p. 163. Amy y Sarah habian sido intimas amigas desde pri- maria. De adolescentes compartieron de todo: ropa, misica, citas, peliculas, y hasta los mds intimos secre- tos y esperanzas. Su relacién no tenia implicaciones sexuales; Amy y Sarah eran sencillamente «intimas amigas». Solicitaron plaza en la misma universidad y cuando se licenciaron estaban seguras de que segui- rian siendo siempre tan amigas. Pero Sarah empezé a salir con Jeff, un compafiero de su clase de Historia, y pasaba cada vez menos tiempo con Amy, que solia 1. Trad. de Carlos Mellizo, Alianza, 2008. 147 Todo tiene dos asas ser muy reservada. Amy se enfads, se puso celosa y al final se enfrenté a Sarah gritandole entre sollozos: «gCémo me has podido hacer esto? jEres una volu- ble y una falsa!». Pasaron muchos meses hasta que Amy consiguié aceptar que Sarah la seguia aprecian- do, pero que tenia que seguir su vida. A partir de ahi Amy consiguié encontrar un nuevo circulo de ami- gos y quedaba con Sarah de cuando en cuando. Séneca establece una distincién que resulta im- portante para la psicologia humana y podria haber ayudado mucho a Amy: la diferencia entre la nece- sidad y el deseo. Escribe: «Ellos y nosotros coinci- dimos en esto: en que el sabio se basta a si mismo. Con todo, el maestro quiere tener también un ami- go,... aunque él se baste a nivel personal» (Epéstolas morales a Lucilio, 1X: 3, énfasis de este autor). La cultura «pop» en que estamos inmersos tiende a di- fuminar esta distincién, algo que podemos ver en el aluvion de canciones que nos asaetean con frases como «Te necesito, cielo», «jNo puedo vivir sin tu amor!». El psicélogo Albert Ellis, que lleva tiempo liderando una corriente con la que rebatir tales su- puestos culturales, convendria con Séneca en que la persona realizada busca la amistad, pero no la ne- cesita. Recordemos que la piedra angular de la filo- sofia estoica es que antes de que podamos ser ami- gos -y antes de que podamos amar— tenemos que amarnos a nosotros mismos y alcanzat nuestra pro- pia independencia. En la misma carta (IX: 8), Séne- 148 LL. Satisfechos con lo que tenemos ca nos dice: «El que mira hacia si mismo y con esa disposicién llega a la amistad, discurre mal». Y aiiade: «Si quieres que te amen, ama tt». El filésofo quiere decir que la amistad no debe buscar benefi- cios afectivos o psicolégicos, menos atin materia- les. La respuesta tan petulante que tuvo Amy ante la relacin que mantenja Sarah con Jeff, por com- prensible que sea, indica que la amiga estaba «uti- lizando» a Sarah para satisfacer alguna necesidad interior, y no tanto disfrutar del carifio en si. La verdadera amiga no ve en la otra persona una pro- longaci6n de sus necesidades, sino el recipiente en el que verter lo mejor y mas delicado de si misma. «¢Pata qué te procuras un amigo?», se pregunta Séneca: «Para tener por quien morir, para tener a quien acompafiar al destierro, oponiéndome a su muerte y sacrificandome por él» (Epistolas morales a Lucilio, TX: 10). Esta ultima imagen podria interpretarse como la reelaboracién del famoso mito griego de Damon y Pitias. Resumiéndolo brevemente, cuando Dionisio —el tirano de Siracusa— condené a muerte a Pitias, le dio un tiempo para que arreglara sus asuntos, siem- pre que su amigo Damén accediera a servir de re- hén. Damén acepté. Cuando Pitias regresé, segin lo convenido, Dionisio se quedé tan impresionado que liberé a los dos. * 149 Todo tiene dos asas A quien sus bienes no le parecen muy cuantiosos, aun siendo duefio de todo el mundo, ése es un desgracia- do. Epicuro. Séneca, Epistolas morales a Lucilio, XX: 20 No hemos dedicado demasiada atencién a los epicd- reos, una escuela filoséfica que competia con los es- toicos en la Grecia del siglo 1v a. C. Fundada por Epicuro (341-270 a. C.), esta escuela ha sido ma- linterpretada, por defender supuestamente el «co- mamos y bebamos y cantemos», e incluso el mas ab- soluto libertinaje. Nada més lejos de la verdad. Epicuro simplemente sefialaba que lo que habria que conseguir en la vida era asegurarse responsable- mente los placeres y evitar dolores innecesarios. Los placeres intelectuales estaban por encima de los sensuales, puesto que estos tltimos suelen generar problemas a largo plazo. Que el epicureismo no dis- taba tanto del estoicismo ya lo indica Séneca cuan- do cita con aprobacién las palabras de Epicuro. La idea de que la auténtica satisfaccién consiste en sentirse complacido con lo que se tiene también apa- rece en el Talmud. En Pirkei Avot, 4: 1, encontra- mos, por ejemplo, lo siguiente: «¢Quién es rico? Aquel que se contenta con lo que tiene». Toperoff corrobora que esta ishnd no se refiere simplemente alas «riquezas materiales», sino a sentirse contento y satisfecho. Cita las palabras del sabio del siglo xi, 150 11. Satisfechos con lo que tenemos Jacob Anatoli, que dijo: «Si alguien no puede conse- guir lo que quiere, debe querer lo que tiene» (197). Esta nocién talmidica de la felicidad, como sefiala Toperoff, enfatiza lo que ya hemos descrito en algu- na ocasién como «la gran virtud del agradecimien- to» (Pies, 2000: 208-9). Y de manera similar en el Tao Te Ching, leemos la afirmacion: «Si comprendes que tienes suficiente, / eres auténticamente rico»? (Browne, 309). De ahi que el concepto estoico de la felicidad como plenitud agradecida resuena en buen ntmero de antiguas tradiciones espirituales. Sobre el ser agradecido Marco Aurelio comienza sus Meditaciones con una letania de «agradecimientos». Como explica Farquharson, la lista supone el «reconocimiento personal a las lecciones y los talentos recibidos de hombres y mujeres que, al parecer, ... tuvieron ma- yor influencia en su vida» (95). ;Marco Aurelio se muestra agradecido a todos, desde su abuelo pater- no hasta los dioses! En este sentido, muestra uno de los aspectos del estoicismo que suele pasar des- apercibido, la importancia que concede a la grati- tud, El fildsofo francés André Comte-Sponville, en 2. Versién de Stephen Mitchell, trad. de Jorge Viiies, Madrid, Alian- za, 2001. 151 Todo tiene dos asas su magnifica obra, Pequefio tratado de las grandes virtudes, esctibe lo siguiente sobre la gratitud: Lo que la gratitud nos ensefia... es que también existe lo que podria lamarse humildad jubilosa, o humilde jabilo, humilde porque sabe que no lo ha causado... y, de saberlo, se alegra aun més (135). Puede que la gratitud sea la mas profunda de las sa- bidurias. Como observaba Epicuro, «La vida del ne- cio es ingrata, intranquila» (Séneca, Epistolas morales a Lucilio, XV: 9). ¥ en los dias particularmente frus- trantes, suelo echar mano de este aforismo budista: Levantémonos y demos gracias, porque si hoy no aprendimos demasiado, al menos aprendimos algo; y si no aprendimos algo, al menos no enfermamos; y si caimos enfermos, al menos estamos vivos; por eso, sea- mos agradecidos. Nadie puede alcanzar todo cuanto quiere, puede, cier- tamente, no desear lo que no posee y servirse con ale- gria de los bienes que se le han ofrecido. Séneca, Epistolas morales a Lucilio, CXXTI: 3 3, Barcelona, Paidés, 2008. 11. Satisfechos con lo que tenemos En el trabajo Rick era una de esas personas influ- yentes y respetadas. A los 34 afios habia llegado a la vicepresidencia administrativa de una importante empresa de biotecnologia. Para sus amigos Rick «lo tenia todo», una carrera brillante, una mujer her- mosa y competente, una casa magnifica y una mane- ra de hacer con la que parecia ganarse a todo el mundo. Sin embargo, pocos se fijaban en el Rick que por la noche al salir de la oficina para irse a casa, se sentia «un farsante fracasado». Rick se lace- raba pensando que «no habia conseguido llegar a presidente de Administracién» y que se «habia vis- to desplazado por un tipo con més agallas». Miraba su casa, de doce habitaciones, situada en una urba- nizacién de lujo y pensaba: «Yo podria tener mas. Y lo tendria, si hubiera jugado mis bazas con més in- teligencia». Junto a esto, Rick afioraba una vida completamente distinta, como profesor de Histo- ria. «Fui idiota al no terminar el master de historia», le confesaba a su terapeuta. «Ahora podria tener ya el doctorado y estar ensefiando en la universidad.» Incluso a su matrimonio, Rick siempre le pedia mas. «Amo a Kathy», decfa, «pero en muchos aspectos, no es la mujer con la que sofiaba casarme... Siempre deseé estar al lado de alguien con vena artistica, quiza poeta, y Kathy es horrorosamente practica». Rick, como millones de personas, parece no en- contrarse satisfechos con las muchas cosas maravi- Ilosas que tiene. En la literatura rabinica encontra- 153 Todo tiene dos asas mos un aforismo muy pertinente a este caso: «Nadie abandona este mundo con siquiera la mitad de los deseos satisfechos» (Eclesiastés Rabbah, 1: 13). Si conseguimos interiorizar esta idea y vivir sus impli- caciones, probablemente encontremos la felicidad que se le ha escapado a Rick. 154 Bibliografia ADLER, M. 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(11-8), 129 Aurelio, Marco: nacimiento y muerte, 16; sobre el arte de vivir, 63; sobre el deber, 58, 59; sobre el miedo al fracaso, 82, 93; sobre el tiempo, 114, 115-11 sobre el vinculo comin de la existencia, 129, 130; sobre la aceptacién de uno mis- mo, 89; sobre la confianza en uno mis- mo, 139-140; sobre la conformidad con la na- turaleza del universo, 97, 109; sobre la corrupcién del poder, 140; sobre la critica, 123-126; sobre la ecuanimidad de espi- ritu, 18-19; sobre la gratitud, 151; sobre la hipocresia, 55; sobre la ignorancia, 26-27; sobre la mortalidad, 45, 46, 47, 49, 85-86; Indice analitico sobre la opinién de los demas, 94, 95; sobre la opinién, 31; sobre la perfeccin de cardcter, 18-19; sobre la rectitud, 144-145; sobre la satisfaccién, 111, 112; sobre las cosas que no afectan al alma, 23, 25; sobre las metas utépicas, 90 sobre nuestra insignificancia, 86; sobre razonamientos morales, 143-144; autodisciplina, 40, 62, 127 Baron, J. L., 195 Beck, Dr. Aaron, 18 Becker, Ernest, sobre la mortali- dad, 45 Besserman, P., 38, 91, 155 Boecio, sobre la adversidad, 61, 74,75 La consolacién de la filosofta, 74, 75, 155 sobre la buena suerte, 74-75 Bonforte, 155 Browne, 80, 151, 155 budismo: afinidad con el estoicismo, 16, 39-43, 103 ensefianzas del Buda, 40 sobre el momento, 116 sobre la infelicidad de la exis- tencia, 51 sobre la opinién de los demas, 95. buen talante: confianza en uno mismo y, 139- 140 corrupeién del poder, 140-141 el Talmud, 138 estoicismo y, 138-139 Séneca, 137 Bunam de Przysucha, sobre lo para- déjico de nuestra naturaleza, 87 Cabala, 30 calma, 143 Chu Hsi, sobre el tiempo, 115 Churchill, Winston, 35 Cicerén: sobre el deber, 55, 56 sobre el estoicismo, 55 sobre la vejez, 52-53 célera: El Talmud, sobre, 126 ensefianza de los rabinos, 43 Epicteto, 34 Libro de los Proverbios, 43, 44 Rabino Abraham Joshua Hers- chel, sobre, 35 Rabino Joseph Telushkin, so- bre, 34-35 Séneca, sobre, 43, 127 y resentimiento, 97-104 Comte Sponville, André: sobre la gratitud, 151-152 conducta, primacia de, 145 confianza en uno mismo: Dhammapada, 135 Marco Aurelio, 139-140 rabino Zusya, 139-140 Séneca, 136 Socrates, 136 confianza, 143 conformidad con el universo, 97- 99, 109 Confucio y la opinién de los de- mas, 124-125, 155 convicci6n interior, 138 creencias de los misticos judios, 103 critica: autodisciplina y, 127 Confucio sobre, 124-125 Marco Aurelio, sobre, 124-126 Thomas de Kempis, sobre, 126 160 Indice de analitico Damén y Pitias, mito de, 149 De Botton, A., 87, 104, 108, 120- 121, 156 deber, 55-60 depresidn, 23-26, 50, 97-98 deseo y necesidad, distincién en- tre, 148 Dhammapada: sobre la confianza en uno mis- mo, 135 sobre la opinién de los demas, 95 sobre lo que somos, 26 dolor, 49-51, 70-72, 100 duelo, 70-72 dukba, definicién, 51 ecuanimidad, 19, 142 Ellis, A. y Harper, R. A: A Guide to Rational Living, 156 dignidad intrinseca de los seres humanos, 89 indolencia, 77 miedo al fracaso, 77, 94 reacciones afectivas, 18, 28 supuestos culturales, 104, 119, 121, 124, 148 Terapia Racional Emotiva Con- ductual, 18, 89 Emerson, Ralph Waldo: el alma y la justicia, 57 el miedo al fracaso, 82 sobre la satisfaccién, 113 enfermedad, 69-70, 72-74 entusiasmo, 142 Epicteto: autodisciplina, 40 deberes personales, 106, 107 integridad moral, 59-60 sobre el deber, 59-60 sobre la célera, 34 The Philosophy of Epictetus, Bonforte, 155 tiempo para la reflexion, 42 tres niveles de instruccién, 82, 84 epicureismo, 150 Epicuro: sobre la enfermedad, 69-70 sobre la gratitud, 152 sobre la satisfaccién, 150 equilibrio interior, 86 estabilidad econémica, 142 estoicismo: aclaracién, 15-22 afinidad con el budismo, 16, 39- 43, 103 apego, 49-52 Baruch Spinoza y, 54 buen talante, 138 Cicerén, 55 conformidad con la naturaleza del universo, 98-99 deptesién y, 23-26 ensefianzas de Epicteto, 35-38 injusticia social y, 20 juicio moral, 84 malinterpretado, 16 Michel de Montaigne, 53-54 modulacién afectiva y 17-18 piedra angular del, 23, 148 relevancia de, 16 satisfaccién con el presente, 112-113 ser leales a uno mismo, 139 sobre la confianza en uno mis- mo, 138-139 sobre la mortalidad, 46-50 sobre los objetos externos, 106- 107 valores esenciales, 142 vinculo comin de la existencia, 130 Evangelio de San Juan, 95 felicidad: buen talante, 137-139 confianza en uno mismo y, 139- 140 Indice analitico corrupcién del poder, 140- 141 el Talmud sobre, 150 inventario moral y, 141-144 John Stuart Mill sobre, 147 opinién y, 32-34 primacia de la conducta, 145 reaccién afectiva, 17 satisfaccién con lo que tenemos, 147 seres humanos, 144 viajar y, 135-137 Finkelman, S., Berkowitz, Y. & Chofetz, C., 127, 156 firmeza, 142 Fonseca, rabino Isaac Aboab de, sobre las sucds, 105, 106, 107 Forman, rabino Lori, sobre la céle- ra, 43 Gelbermann, rabino Joseph, 30 generosidad, 143 Génesis, sobre la adversidad, 64 gratitud, 151-154 Grayling, A.C., citado sobre razon y emocién, 21 Greenberg, rabino Irving, sobre la sucd, 105 Griffiths, Jay, sobre el tiempo como una cArcel, 117 Halkin, A. é¢ Hartman, D., 71-72, 156 Harper, Robert: ‘A Guide to Rational Living, 121, 156 miedo al fracaso, 94 sobre la indolencia, 77 heroismo, 72-73 Heschel, rabino Abraham Joshua, 35 rrr 141 Hillel sobre tiempo libre, 115 Hoest, Bunny, 112 humanidad comén, 27-30 Hume, RE., 42, 156 humildad, 142, 152 In Good Company (Algo mas que un jefe), pelicula, 35-56 indolencia, 76-77 Infinite Life, Robert Thurman (2004), 103 inventario moral, 141-143 Jay, John, 44 Jefferson, Thomas, 56 Jennings, Peter, 48 Johnson, Samuel, citado sobre ra- zon y emocién, 21, 156 judaismo, tradicién jasidica, 38 juicio moral y estoicismo, 84 Kempis, Tomas de: Consejos ttiles para la vida espi- ritual, 30, 156 La imitacién de Cristo, 126, 156 sobre la critica, 126 sobre Ia opinién de los demés, 30, 33 Kennedy, John F, el vinculo co- min de la existencia, 46 Klagsburn, F, 156 Kook, rabino Abraham Isaac, 144 Kornfield, J., 40, 116, 156 Kushner, rabino Harold, 68 Lankevich, G.J., 52, 156 Levi Primo, 132 Levitico, sobre la justicia, 33 Ley natural, 56-57 Libro de los Proverbios, sobre la comprensién, 85 Lieber, rabino Moshe:~ sobre el vinculo comin de la existencia, 130 162 Indice de analitico The Pirkei Avot Treasury. Ethics of the Fathers, 130, 156 Lindeman, E.C., 156 Maimonides: sobre el dolor, 71-72 sobre la autodisciplina, 62 Mandel de Satanov, rabino, sobre la opinién de uno mismo, 92 Marharal de Praga, sobre las metas utépicas, 90 Marinoff, Dr. Lou: preparacién, 68 sobre la pena inconsolable, 49- DL Therapy for the Sane, 49, 156 Maya, 442 metas utdpicas, 90 miedo al fracaso, 81-82 Milgram, rabino Goldie, idea del inventario moral, 141-142 Mill, John Stuart, sobre la felici- dad, 147 modestia, 143 modulacién emocional, 18, 42- 4B Montaigne, Michel de: Ensayo Sobre la Fisonomia, 156 sobre la aceptacién de uno mis- mo, 88 sobre la mortalidad, 47-48, 53- 54 sobre nuestra doble naturaleza, 86 Moore, Thomas, sobre el sufri- miento humano, 99-100 mortalidad: Ernest Becker, sobre, 45-46 Marco Aurelio, 45, 46 Michel de Montaigne, 47-48 Séneca, 48, 73-74 Nachman de Breslov (Bratislava): sobre la aceptacién de uno mis- mo, 89, 117 163 sobre la hostilidad, 43 necesidad y deseo, distincién en- tre, 148 odio, célera: ataque terrorista a EE. UU. el 11S, 129 el Talmud, sobre, 130 Séneca, sobre, 131 Olitzky, K. M. & Forman, L., 113, 116-117, 157 Olitzky, rabino Kerry N., sobre «matar el tiempo», 116-117 opinién de los demas, 31-34, 83- 85, 94-95 opinién de uno mismo, 90-93 orden, 142 Osler, William, sobre a satisfac- cién del presente, 112 Parade Magazine (27 feb, 2005), 112 paradoja de la naturaleza humana, 85-87 Pascal Blaise, 145 pasividad, 100-104 Pequeho tratado de las grandes vir- tudes, Comte Sponville, Andre, 151-152, 155 perfeccionismo: anti-perfeccionismo, 80 miedo al fracaso, 81-82 Thornton Wilder, sobre, 80-81 Pies, R. (2000), 51, 151, 157 Pirkei Avot, cf. Talmud, citado Platén, mito de la caverna, 42 Pliskin, rabino Zelig, sobre la opi- nién de los demas, 33 poder, influencia corrupta, 140-141 preparacién y adversidad, 65-69 Rav Eliyahu de Vilna (Vilna Gaon), sobre los deseos, 19 razonamientos morales, 143-144 rectitud, 142, 144 Indice analitico Reiner, John, 112 relativismo cultural, 56-57 Renard, J., 39, 157 reproche y responsabilidad, 84-85 resentimiento, 100-102 Rosen, Leonard, 132-133 sabiduria y objetos externos, 104- 109 sabiduria: y objetos externos, 104-107 y suerte, 108 San Mateo, sobre beneficios, 57 satisfacci6n con el presente: el tiempo y el arte de la felici- dad, 118-120 estoicismo, 112 Marco Aurelio, 112, 114 perspectiva budista, 116 Rabino Kerry Olitzky, 116-117 visién personal del tiempo, 115 William Osler, 112 satisfaccién con lo que tenemos: Eclesiastés Rabbah, 154 felicidad y, 147 los epictieos, 150 necesidad y deseo, distincién entre, 148-149 Séneca, 152, el Talmud, 150- 151 Schneerson, Mendel: inventario moral, 141-143 sobre el tiempo, 115 Séneca: distincién entre necesidad y de- seo, 148 influencia en Michel de Mon- taigne, 53-54 sobre el aprendizaje, 73 sobre el buen talante, 137-139 sobre el dolor, 70-71 sobre el heroismo, 72-73 sobre el odio, 121 sobre el resentimiento, 100 rabino Menacham sobre la adversidad, 74-78 sobre la amistad, 148-149 sobre la ansiedad, 120 sobre la célera, 43, 127 sobre la confianza en uno mis- mo, 136 sobre la enfermedad, 73-74 sobre la mortalidad, 48, 73-74 sobre la opinién de uno mismo, 91 sobre la preparacién, 65-67 sobre la sabiduria, 104 sobre la satisfaccién, 152 sobre la suerte, 108 separacién, 143 seres humanos, 144 Shakespeare, William: sobre el pensar, 25-26 sobre la adversidad, 64 sobre la mortalidad, 46, 52 sobre los juicios morales, 84 Shantideva, 103 Shapiro, rabino Rammi, sobre los sufrimientos innecesarios, 102 Shimon, rabino, sobre el buen ta- Jante, 138 silencio, 142 Sécrates, sobre el talante, 136 Spinoza, Baruch, sobre la adversi- dad, 54 Sucé, alojamiento, 104-107 suerte y sabiduria, 108 sufrimiento, 97-102 Talmud: sobre el buen talante, 138 sobre el odio, 130 sobre la aceptacién de uno mis- mo, 89 sobre la célera, 126 sobre la mortalidad, 52 sobre la opinién de los demas, 95 sobre la paradoja de la naturale- za, 86 164 Indice de analitico sobre la verdadera satisfacci6n, 150-151 sobre los juicios infundados, 29, 33, 84-85 Tanha, definicién, 51-52 Tao te Ching, sobre el tiempo, 117 sobre la verdadera satisfaccién, 151 taoismo, 16 Telushkin, rabino Joseph: A code of Jewish Ethics (2006), 33-35, 44, 118, 157 Jewish Literacy, 157 sobre el tiempo, 118 sobre la célera, 34-35, 127-128 sobre la opinién de los demés, 33-34 sobre quién es poderoso, 44 templanza, 143 teoria de la ilusién césmica, 42 Terapia Racional Emotiva Conduc- tual, 18, 89 The Boston Globe, articulo sobre el miedo al fracaso, 81 The New York Times, 66 Thurman, Robert: Infinite Life, 157 sobre el sufrimiento, 70 sobre la pasividad, 103 tiempo: Chu Hsi sobre el tiempo libre, 11s como carcel, 117 Marco Aurelio, 114-115 perspectiva budista, 116 Rabino Joseph Telushkin, 118 Rabino Kerry N. Olitzky, 116-117 Rabino Menacham Mendel Sch- neerson, 115 Tao Te Ching, 117 visién personal del tiempo, 115 y el arte de vivir, 118-120 tirania del yo, 30-31 tolerancia, 142 Toperoff, rabino Shlomo: Avot (1997), 157 sobre el juicio infundado, 84 sobre la humanidad compartida, 29-30 sobre la verdadera satisfaccién, 150 Tora, 90 Tov, Baal Shem, ensefianzas de, 38 tranquilidad, 142-143 tristeza, 37 universo: conformidad con el 97-99, 109 y transformacién, 25 valor / dignidad intrinseca de los seres humanos, 89 venganza, 130 verdad, 143 viaje y felicidad, 135-137 vinculo comtin de la existencia: el Talmud, 130 estoicismo, 131 John F. Kennedy, 46 Levi Primo, 132 Marco Aurelio, 129-130 odio y, 129-131 Rabino Moshe Lieber, 130 Wilder, Thornton, 80-81 Zusya, rabino, sobre ser leal a uno mismo, 139-140 165

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